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"La vida, como la fotografía, consiste en positivar lo negativo"

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Mayo de 2019

China

La Ruta de la Seda / The Silk Road

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Las impresionantes Rainbow Mountains en el Parque Natural Danxia - Zhangye.

Tramo 1 :   Xián  - Dunhuang

Inmersos en la China más budista por la ruta de las caravanas

" Un viaje de mil millas comienza con un solo paso "
Lao-Tsé

  Más de 8.000 kilómetros separan la lejana ciudad de Xi´an, antigua Chang´an, capital de la China imperial de la dinastía Tang, e inicio “oficial” de este entramado de caminos que, atravesando desiertos, cimas imposibles, fértiles valles y ciudades de ensueño, llegaban hasta la exótica Constantinopla, actual Estambul, para llevar su cultura y sus mercancías hasta los territorios del "refinado" Imperio Romano.
​  La Ruta de la Seda se remonta a más de 2.000 años de antigüedad y, en su enmarañada ramificación de vías, fue dejando innumerables cambios comerciales, religiosos y sobre todo culturales. Ciudades que surgieron y se transformaron, otras que aun prevalecen en los puntos estratégicos de antaño y otras que desaparecieron para siempre. Antiguas lenguas perdidas que se usaban en los
caravanserais para negociar con las mercancías. Miles de historias, miles de leyendas...  
​  Habían pasado más de dos años desde que Rosa me inyectó el virus de este viaje; más de dos años recabando información, viendo mapas, leyendo y leyendo... más de dos años de espera que, unas veces por motivos laborales y otras por motivos familiares, posponían el momento de iniciar esta aventura...
− ¡¡ Ay... !! La Ruta de la Seda... cuando podremos recorrer esos caminos, comentábamos en ocasiones Rosa y yo.
  Posteriormente, nuestros amigos Jesús e Isabel se sumaron al sueño y ello dio pie a que, poco a poco, esa ilusión cobrara más fuerza y pasara a ser una idea posible de realizar. Todo el trazado en un solo viaje se antojaba imposible. Ni los antiguos mercaderes recorrían toda la ruta, así que pensamos:
− ¿Por qué no hacerlo en varios tramos ?
El germen inicial de esa "loca" aventura fue gestando un sólido proyecto hasta que, en febrero de 2019, llegamos a un consenso en fechas y recorrido... 
  Esta vez SÍ... ¡¡ Comenzaremos la Ruta de la Seda !!

  Desde Xi´an, con su preciosa muralla medieval y los enigmáticos Guerreros de Terracota –considerados la “Octava Maravilla del Mundo”–; cruzando en Lanzhou el famoso Río Amarillo; admirando, a 2.600 metros de altitud, los templos de Mati Sí y las impresionantes Montañas Arco-Iris en Zhangye; llegando hasta la puerta más occidental de la Gran Muralla situada en la localidad de Jiayuguan, paso obligado hacia la ciudad-oasis de Dunhuang, puerta de entrada al mítico desierto de Takla-Makán y viendo tesoros milenarios del arte budista como las Grutas de Mogao. 

  Todo esto se relata en este apasionante viaje que ha dejado entre nosotros una marcada huella, unas maravillosas vivencias y un recuerdo imborrable.

Introducción:

  Se conoce como  Ruta de la Seda al entramado de caminos que, con fines comerciales, se trazaron hace más de 3.000 años por todo el Imperio Chino, Asia Central y Persia. Esta ruta es uno de los logros más significativos de la historia de la Humanidad, no solo por el aspecto comercial, si no por el cambio cultural que supuso en su época. Existieron dos trazados a través de China; la Ruta de la Seda, que partía desde Chang´an y transcurría por el norte y, la Ruta del Té, que partiendo desde Yunnan transcurría por el sur. Ambas se unían en Kashgar y, se convertían en un único ramal que cruzaba la Cordillera del Pamir, recorría Asia Central, discurría a través de Persia y moría en las ciudades de Damasco y Constantinopla.

Cronología:

*  En el primer milenio antes de Cristo, se transportaba seda a Siberia a través del Corredor de Gansu. 
*  600 años a.C. la Dinastía Zhou comerciaba con seda, jade y oro.
*  300 años a.C. ya se conocía el comercio entre la Antigua Grecia, Persia y el Estado Qin de China.
*  200 años a. C. se comerciaba con los sogdianos (actuales territorios de  Kirgystán, Tayikistán y Uzbekistán) a través de las montañas del Pamir.
*  En el año 139 a.C. el emperador Wudi de la Dinastía Han, envió a Zhang Qian en busca de aliados en las tribus del oeste. Allí se vio la rentabilidad de esa ruta comercial. Se intercambia seda por grandes caballos de batalla (los caballos alados) con las tribus del Valle de Ferganá, abriendo “oficialmente” las rutas comerciales con occidente.
* Abierta esta ruta, durante la dinastía Han, grandes caravanas de cientos de personas, viajaron entre Chang´an (Xi´an) y Constantinopla (Estambul) a través de Persia. Con el aumento de las caravanas aumentaron los asaltos de tribus nómadas. Se establece contacto con los reinos de Loulan, Qiuzi y Yutian en torno al desierto de Takla-Makán y se establecen alianzas para proteger las caravanas. Es en esta época cuando el budismo, a través del Corredor de Hexi (Corredor de Gansu), entra con fuerza en China desde India y Asia Central.
* Tras la caída del imperio Han la región se divide en tres grandes estados enfrentados entre sí (Periodo de los Tres Reinos). Los Hunos invaden el Imperio Romano y este se desmorona. El comercio con Asia Central a través del Corredor de Gansu prácticamente se paraliza.
*  Desde el año 620, con la llegada de la dinastía Tang, se conquistan los territorios de Xinjiang controlados por tribus turcomanas y se reabren las rutas comerciales. El intercambio de productos con Occidente se dispara. Los sogdianos promueven las transacciones con el Imperio Bizantino y florece el comercio. Es, en esta época, cuando el monje Xuan Zang recorre los caminos hasta India en busca de los textos budistas.
* Hacia el año 900 los Tang pierden el control del Imperio en favor de los Song. Estos no son capaces de mantener el control de las regiones occidentales y se vuelven a bloquear las rutas del comercio.
* En 1270 los mongoles de la dinastía Yuan se hacen con el poder. El comercio con Occidente se reabre y alcanza su máximo esplendor cuando Genghis Khan controla todo Eurasia. Es la época de Marco Polo y sus intrépidos viajes.
*  En 1370, China, controlada por la Dinastía Ming se vuelve nuevamente aislacionista poniendo freno al comercio exterior.
*  Hacia 1400 Occidente controla ya la producción de seda. La demanda de productos chinos baja.
*  En 1500 los barcos comerciales europeos controlan las rutas marítimas de Oriente. Las grandes rutas terrestres caen en abandono.
*  En 1877, Ferdinand Van Richthoten, geógrafo alemán, traza un mapa sobre la orografía del Imperio Chino. Es esta la primera vez que se utiliza el nombre de “Ruta de la Seda”, por ser el elemento que principalmente se exportaba.

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Recorrido de las rutas comerciales al norte y al sur de China.
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  En la imagen de la izquierda, podemos ver, el tramo de la Ruta de la Seda que recorrimos en este primer viaje. Desde Xi´an hasta Dunhuang fueron alrededor de 1.800 kms a través de la provincia de Gansú, que añadidos a los 1.100 desde Beijing a Xi´an, más los 2.100 desde Lanzhou a Shanghái hacen un total de 5.000 kms de recorrido en este periplo por China. Si a esto le sumamos los kilómetros que hicimos en excursiones, rondamos la friolera de ... 7.000 kms en catorce días !! ( una media de 500 kms diarios ).
  Rosa y yo, conocíamos Beijing y Shanghái por el viaje que hicimos en el 2017 con la agencia, ya desaparecida, Holliday Plus. 

En rojo, el tramo recorrido en la primera incursión por la Ruta de la Seda.

  Mi primera idea fue atravesar el gigante asiático de este a oeste y acabar en Biskek, capital de Kirgystan, pero nuestros amigos, a pesar de ser unos trotamundos, no habían estado nunca en China y decidimos organizar el viaje de tal manera que viésemos también estas dos ciudades que se salían del recorrido original.

  Organizar todo, sin agencias de por medio, fue un importante reto personal. La barrera del idioma, sumada a la severa y en ocasiones "violenta" burocracia del gobierno de la R. P. China, dificultan la organización de un viaje de estas características pero, después de todo,  considero la prueba superada con una nota aceptable. En la actualidad, con las herramientas informáticas al alcance de todos, organizar algo así es, tan solo, cuestión de ganas y paciencia. Espero que los datos que aquí se aportan os sirvan de guía para futuras incursiones por China. 
  Una última aclaración: el recorrido original, en sentido de levante a poniente, sería Xi´an, Lanzhou, Zhangye, Jiayuguan y Dunhuang, pero por motivos de logística y sobre todo para ahorrar tiempo en los desplazamientos, alteramos un poco el orden. Luego, sobre la marcha os iré exponiendo los motivos que nos llevaron a realizar el siguiente trazado: Xi´an, Zhangye, Dunhuang, Jiayuguan y Lanzhou.
  Sin más dilación, paso a relataros nuestras aventuras por la Ruta de la Seda, emulando -dentro de lo que la imaginación puede dar- las vivencias del monje budista Xuang Zang que, en el año 626 de nuestra era, recorrió los caminos desde Xi´an hasta la India, buscando la sabiduría de esa religión, en un viaje de ida y vuelta que se dilató a lo largo de dieciséis años de su vida.

  Subid a los camellos y atad bien la carga, la caravana se pone en marcha... La aventura nos aguarda.

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Cuenta la leyenda:
 ... que corría el año 2640 a.C.
 
  Xi Ling Chi, la esposa del emperador Huang Di, bebía su té bajo una frondosa morera. De repente, un capullo de mariposa cayó dentro de su taza. Al tratar de sacarlo vio, ensimismada, que empezaba a desenrollarse de él una larga, fina y delicada hebra de seda... 

- o - o - O - o - o -

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Astigarraga - Biarritz - París - Beijing

A las 08:00 de la mañana, con una puntualidad británica, salíamos de Astigarraga con destino a Biarritz para coger el vuelo AF7655 que nos llevaría hasta París. Nos llevó en su coche, Iñaki, el hijo de Jesús e Isabel. Un día radiante y

alegre, sano, con una mañana fresca y... ¡¡ Maravillosa !! 

  Después de tantos días de espera, desde que el 4 de marzo reserváramos los vuelos, las jornadas finales se precipitaron rápidamente sin casi capacidad de reacción, obligándome a acelerar para acabar de pulir los últimos detalles.

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  Llegamos con algo de margen a la ciudad vasco-francesa y tomamos un café para hacer tiempo esperando a la hora de embarcar. El Jet 190 de Air France, operado por HOP!, despegó, suavemente, a las 10:55, con algo de retraso sobre el horario previsto (10:40). Al fondo, en el horizonte, los picos nevados de los Pirineos contrastaban con un sol de justicia que nos castigaba por levante. Nos esperaba un corto vuelo de hora y media hasta la capital gala, para coger desde allí el avión que nos llevaría al lugar que los romanos llamaron Seres, el país de la seda... China. ¡¡ La aventura estaba en marcha !!

El Jet 190 que nos transportó de Biarritz a París.
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  El avión, recuperó en vuelo el retraso de la salida y, a las 11:55 estábamos en "la ciudad de la luz". El equipaje facturado en Biarritz iba directo a Beijing por lo que, liberados en ese sentido, solo debíamos ocuparnos del equipaje de mano. En París, la hora y media de escala se pasó en un suspiro. Cambiamos de la terminal 2G a la 2E y embarcamos por la puerta 28 de la zona M. Cuando nos dimos cuenta estábamos sentados en el Boing 777 de Air France. Partimos bastante puntuales, a las 13:55, con tan solo cinco minutos de retraso sobre el horario previsto.
  El despegue, como suele ser en estos grandes aviones, me puso la adrenalina a cien, sobre todo en el momento que acelera para levantar el morro. Teníamos por delante trece horas de vuelo...

Este es el Boing 777 que nos llevó a Beijing.

  No pude hacer fotos de París desde el cielo, porque tuve mala suerte con la ubicación. Tenía ventana, sí, pero justo encima del ala. De todas formas, cuando el avión toma altura y sobrepasa las nubes, da igual dónde estés sentado. Rosa puso una película y yo me entretuve con el navegador. Jesús e Isabel iban sentados más adelante. 
  Sobre las 15:30, hora de España, nos sirvieron la comida. Nos dieron a elegir entre un menú chino y otro francés. 

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La "carta"  y el menú del vuelo AF128 entre París y Beijing.

 Rosa y yo elegimos el menú francés. Ya habría tiempo para degustar la comida china de verdad. De todas formas, el menú de los aviones es todo igual... Tras la comida era el momento de intentar relajarse un poco. Rosa acabó de ver la película y yo, mientras sobrevolábamos Moscú,  me puse a escribir unas líneas de este diario. Eran las 17:20 hora española. Volábamos a 33.000 pies de altura (10.058 m) y a una velocidad de 933 kms/h...

  Intentaba dormir un poco pero me costaba mucho. Mientras veía en el monitor la película Bohemian Rhapsody, en V.O., se precipitó la noche. Cuando nos dimos cuenta faltaba una hora y media para aterrizar. En ese momento nos trajeron el desayuno: arroz y tofu, un bollo con mermelada y mantequilla, un yogur bebible y un café.

  Después, raudas en su trabajo, las azafatas recogieron todo. Llegaba el momento de prepararse para el aterrizaje.

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Beijing

Aterrizamos sin ninguna novedad a las 05:45 hora de Beijing. La necesidad de estirar las piernas y caminar un poco era imperiosa. El viaje se me había hecho bastante pesado y tenía los pies hinchados. Nos dirigieron como corderos a la

zona de entrada de extranjeros. Primero te toman la huellas dactilares en unas máquinas situadas en el pasillo de acceso a la zona de inmigración. Los cuatro dedos de la mano izquierda, luego los de la derecha y finalmente los dos pulgares juntos... Tras esta operación, la máquina, te imprime un ticket (el "OK" de abajo) que debes conservar. Luego tienes que rellenar la hoja amarilla que vemos abajo y con todo ello accedes a las ventanillas de control de pasaportes.

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Arriba, a la izquierda, el resguardo de la toma de huellas. A la derecha la hoja de inmigración.

  Debes guardar la parte izquierda de la tarjeta amarilla para entregarla a la salida del país. Si la pierdes, no te apures, como las dos partes no tienen ninguna referencia común, siempre puedes rellenar otra en el aeropuerto y entregarla.

  Después de entregar el ticket de las huellas, la hoja amarilla y tras una exhaustiva comprobación del pasaporte y el visado, si todo está en orden, dejas la zona internacional y accedes a la zona china. Después control de equipaje de mano, otro chequeo del pasaporte y finalmente accedes a  la cinta para recoger las maletas. Una hora después de haber tomado tierra, salíamos al hall del aeropuerto internacional de Beijing. Allí, con un letrero donde se leía "Sr. Francisco Preciado", nos esperaba el taxista de Civitatis que habíamos contratado on-line para que nos llevase a nuestro hotel en el hutong junto al Houhai Lake, en Gulou Street.  

  Llegamos sobre las 09:00 al hotel del hutong. No nos pudieron asignar habitación y nos hicieron esperar un rato. Tampoco nos dejaron pasar al baño y nos mandaron a los baños públicos de la calle. Tan solo pudimos dejar las maletas en recepción.
  Lo de los aseos fue toda una experiencia... Baños corridos, sin privacidad alguna más que la separación por sexos. Yo entré a orinar, había un hombre de cuclillas... Educadamente, le dije "iepa" y obtuve como única respuesta un expresivo y escatológico sonido...

- ¡¡ hummmggg !!
  Al salir le conté a Rosa lo sucedido y ella me dijo: 
- ¿Ah, sí? Pues la jovencita que estaba a mi lado, sin ningún reparo, se ha cambiado la compresa delante de mí. 

 La cara de Jesús y, sobre todo, la de Isabel eran todo un poema...
- ¡¡Por Dios, que peste!! - Comentó Isabel.
- ¡¡ Bienvenidos a la auténtica China !! -comenté yo.

  En el pasado, Beijing tenía cientos de patios alrededor de la Ciudad Prohibida y las vías de comunicación, entre ellos, se extendían en las cuatro direcciones conectando los diferentes barrios de la ciudad. A esos callejones se les conocía como hutongs. Nacidos originalmente en la dinastía Yuan (1271 - 1368), vieron su apogeo durante las dinastías Ming y Qing (1368 - 1911). Se dice que en 1949 había hasta 3.250 hutongs. Pero, con el paso del tiempo, el número de ellos ha disminuido drásticamente debido a la extensión de la ciudad y a que muchos de los existentes se han transformado en atracciones turísticas asociadas con la comida callejera, las tiendas y los bares. Otro punto de inflexión fueron los J.J.O.O. de 2008 que organizó la capital china. Para ampliar la zona alrededor del anillo olímpico arrasaron con gran parte de los hutongs que "estorbaban".
​  La mayoría de las viviendas del hutong no disponen de cuarto de baño, por lo que es muy común encontrar a sus habitantes dirigiéndose a los que hay de uso comunitario repartidos por el barrio. No es extraño ver a la gente paseando en pijama a primera hora de la mañana o ver a l@s niñ@s que, en lugar de llevar un pañal, llevan un pantalón con una abertura para hacer sus necesidades sin depender de sus progenitores. Las tiendas venden todo tipo de productos que satisfacen las necesidades diarias de la población local. Las conversaciones  entre los vecinos es una escena común, es la forma de empatizar y fortalecer sus relaciones.  

  Se dice que la verdadera cultura de Beijing reside en la cultura de los hutongs.

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El primer paseo por el hutong nos dejó imágenes de la vida cotidiana.
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  Tras estas primeras anécdotas, recorrimos algunas calles haciendo algo de tiempo. A las 10:00 de la mañana habíamos quedado en reunirnos con Du-Fang. ​
  Du-Fang es guía turístico. El hombre está jubilado a medias. Aprendió español cuando estudió turismo. Luego lo perfeccionó en Mexico, donde reside una hermana suya. Lo conocimos en el viaje que hicimos en 2017. Fue nuestro guía local en Beijing, acompañando a Joan de Holliday Plus. Como mantengo la comunicación con Joan, le comenté si conservaba el número de este hombre para tener un contacto de confianza en la ciudad. Me lo pasó y, vía Wechat, el WhatsApp chino, contacté con él y quedamos en contratar sus servicios. Nos sacó las entradas para todas las visitas, nos consiguió las tarjetas de transporte, nos recogió los billetes de todos los trenes en la estación Beijing West y nos ayudó en todo lo que necesitamos. De verdad os digo que su ayuda fue crucial, sobre todo, en un momento que más adelante os contaré. 

Du-Fang, un buen guía y una buena persona.

  Cuando viajas con una agenda apretada, cualquier ahorro de tiempo es mucho. En el caso de las tarjetas de transporte y las tarjetas telefónicas, que no contratamos, la burocracia china es desesperante. Te cuesta mucho tiempo hacer el papeleo para solicitarlas y, además, te obligan a devolverlas. Entre ambas gestiones supone, casi, una jornada entera. Si no las devuelves, pasas a una "lista negra​" del gobierno chino y las represalias - según he leído - pueden ser sorprendentes, hasta el hecho de negarte el visado en una próxima visita. No sé si será para tanto pero, por si acaso...

  Algo antes de las 10:00 nos reunimos con Du-Fang. Tras un efusivo saludo, nos agilizó la gestión del check-in y consiguió que nos dejasen una habitación para guardar las maletas. En un principio, nos habían dicho que, hasta las 12:00, no había ninguna vacía. Posteriormente, con jet-lag y todo, salimos hacia la Ciudad Prohibída ... ¡¡ No había tiempo que perder !!

  Cogimos el autobús 107 en la Gulou East Street y nos dirigimos hacia el este. Subir al autobús es todo un show. En cada parada hay personas que, según reza el peto que visten, son voluntarias. Estas te indican donde parará el bus y controlan que motos y bicis no atropellen a los usuarios. A su vez, dentro del bus, otra persona, a voz en grito, increpa a la gente obligándoles  a que se "achuchen" para que puedan subir todos los usuarios que hay en la parada. Aquello era impresionante. En un momento pensé que eso era lo que se necesitaba en el autobús A2 a las 07:15 de la mañana, para espabilar a los chavales que vienen alelados con los cascos puestos y que se plantan en mitad del pasillo y no se mueven... 

  El calor era sofocante, el sueño atacaba sin piedad y solo las conversaciones dentro del autobús, que no tenían desperdicio, nos mantenían despiertos. Es increíble el tono de voz que utilizan los chinos para conversar. En un momento puntual, vimos  un hombre en la parte trasera del autobús que sacaba el móvil y marcaba un número. Justo tras esa acción, a dos metros de distancia, sonó otro teléfono. Otro viajero contestó. Primero hablaba uno y luego el otro, parecía que estaban hablando entre ellos, además se miraban...
¿Están hablando entre ellos? -nos preguntábamos entre risas-... Esa anécdota, y los gritos de la mujer que organizaba la subida y bajada de usuarios, nos mantuvieron despiertos hasta que llegamos a Tiananmen Square. Bajamos raudos, cualquiera se detenía un segundo...

  En unos quince minutos llegamos a nuestro destino pero, la Plaza Tiananmen estaba blindada, cerrada a cal y canto. No se que conferencia internacional se celebraba esos días y, por motivos de seguridad, no se podía entrar. Rosa y yo, ya la conocíamos de la vez anterior, pero Jesús e Isabel se tuvieron que conformar con verla desde el otro lado de la calle.

  Beijing,  literalmente "capital del norte", es una de las ciudades más pobladas de China con 21.710.000 personas censadas en 2017 y tan sólo superada por Shanghái. Es considerada el corazón cultural, político y social de China.

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Dos imágenes de Tiananmen Square cerrada por una parada militar. Abajo una imagen del ticket de la Ciudad Prohibida bajada de Internet.
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  Entramos a la Ciudad Prohibida por la puerta sur. Ese es su recorrido natural, entrada por el sur y salida por el norte. Así, la gente camina en la misma dirección y se evitan encontronazos y aglomeraciones. El gentío era impresionante. 


  Du-Fang cogió las entradas en la ventanilla. Le pedí que me diese una para escanearla y añadirla a este diario pero nos comentó que, actualmente, las entradas de la Ciudad Prohibida se reservan por Internet, por ese motivo no tengo ticket de esta visita. No me voy a extender en explicaciones porque ya hablo de la Ciudad Prohibida en el "Diario de Viaje de China-2017".
Así que, iniciamos la visita...

  La Ciudad Prohibida es un complejo palaciego situado en Beijing. Durante casi quinientos años, desde la dinastía Ming hasta el final de la dinastía Qing, fue la residencia oficial de los emperadores de China y su corte, así como centro ceremonial y político del gobierno chino. En la actualidad es una atracción turística que alberga el Museo del Palacio. Construido entre 1406 y 1420 por orden del emperador Yongle, el complejo actual consta de 980 edificios y ocupa una superficie de 72 hectáreas.

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La puerta sur de la Ciudad Prohibida.
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Camino del Templo de la Paz Celestial Suprema.
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Un niño jugando con los remaches.

  Du-Fang imponía un ritmo endiablado y el cansancio hacía mella en nuestro físico. Fuimos atravesando las distintas estancias y patios que componen esta preciosa ciudadela, pero muchos datos caían en "saco roto". El día estaba muy pesado, cubierto y caluroso y una sensación de bochorno nos invadía cada vez más. 

* Información sobre la Ciudad Prohibida:
   Ubicación: Tiananmen Square (Beijing)
    Precio de la entrada: 60 yuanes; 30 con + 60 años
                 Los niños de menos de 1,20 m de altura y                    personas discapacitadas entrada gratuita.
    Horario: de 08:30 a 17:00 h. Cierra los lunes.

  Sinceramente, esta sensación de cansancio y la masiva invasión de gente, consiguieron que no disfrutásemos de todo el esplendor de la Ciudad Prohibida. Yo mismo tenía los pies hinchados y las zapatillas me estaban empezando a hacer rozaduras. La mañana avanzaba y nosotros caminábamos con ritmo cansino hacia la puerta norte.

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  Du-Fang, intentando cumplir con el itinerario pactado y, como se dice en el argot ciclista, nos llevaba con el gancho puesto.

Las tinajas, las estatuas de leones, tortugas y garzas adornan los accesos a los distintos edificios de la ciudad.
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  Tuvimos que decirle que estábamos muy cansados y que necesitábamos comer algo e ir a descansar. Él, por su parte, tenía intención de subirnos a la Colina de Carbón, un pequeño otero boscoso situado frente a la puerta norte y que alberga en su cima una pagoda con un Buda dorado.
Salimos por la puerta norte y contemplamos el río que hace las veces de foso. Era el momento de decidir que hacer.

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Cuando el reloj solar marcaba las 12:00 del medio día, llegábamos al final de la visita.

  Finalmente, desistimos y le hicimos desistir, así que, después de pensarlo unos minutos, decidimos coger un taxi e ir al hotel.  Resultó que coger un taxi en esa zona de Beijing era arto complicado.

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A la izquierda, la puerta norte de la Ciudad Prohibida y, a la derecha, el foso defensivo que la rodea, llamado "Río de Aguas Doradas".

  Ante esta perspectiva, decidimos comer algo en un restaurante cerca de la Ciudad Prohibida. Después volvimos al bus 107 y fuimos al hutong. Du-Fang se llevó los pasaportes para recoger los billetes de los cuatro trenes que utilizaríamos a lo largo del viaje y nos despedimos hasta la tarde. Todos queríamos y necesitábamos darnos una ducha y descansar un poco. 
  La cama del hotel era durísima, pero la necesidad de dormir algo y, sobre todo, estirar las piernas, hizo que nos pareciera un suave y mullido colchón de plumas.

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  Estaba dormido cuando sonó el teléfono. Era Du-Fang por el Wechat. Me decía que estaba esperando en el hall del hotel. Miré el reloj: las 15:30. Apenas había dormido algo más de media hora...
- ¿Qué pasa? -me preguntó Rosa.
- No sé; es Du-Fang; dice que está en el hall... Voy a ver...
  El hombre había recogido ya los billetes del tren y estaba preocupado porque en el planing decía que, por la tarde, queríamos ver la Bell Tower y la Drum Tower, las torres de la campana y el tambor.
- Vamos, deprisa !!  Han informado y torres cierran a 17:00 horas. Aquí, tickets del tren y pasaportes.
- Tranquilo, tranquilo. Te agradezco tu profesionalidad, pero la gente tiene que descansar. Mañana iremos a ver las torres. No te preocupes, tú has cumplido con tu trabajo. Tómate la tarde libre. Xie-Xie, Du-Fang, gracias por todo.


  Me costó mucho hacerle entender que no importaba saltarse el planing. Se marchó preocupado y yo volví a la habitación, pero ya no pude dormir...

La Torre de la campana;
​antiguamente marcaba la hora de apertura y cierre de las murallas de la ciudad.

  Nos reunimos a eso de las 16:45. Aunque había sido un rato corto, la gente se levantaba de otra manera. Les expliqué lo sucedido y decidimos tomarnos una tarde relajada. 
  Salimos en dirección a la plaza donde se ubican las dichosas torres y, tras unas fotos, pusimos rumbo a la zona del Houhai Lake, entrando por la famosa "calle de la pipa". 
  La tarde estaba algo nublada o por lo menos con el cielo "sucio", no se si por las nubes o por la polución. Había mucha gente por esa zona pero, aun así, el paseo me resultó grato y relajante.

Lateral de la Torre del tambor. 
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Los alrededores del Houhai Lake, una zona de paseo muy relajante.

  Recorrimos, sin prisas, el perímetro del Houhai Lake, observando a la gente, sus costumbres y sus rostros. Los niños y niñas jugando en el parque, las parejitas de enamorados paseando de la mano, los "abueletes" jugando una partida; los deportistas corriendo, personas trabajando en la limpieza del lago... Vamos, como en todas las partes del mundo. Sus puentes, clásicos pero reformados, le dan un aspecto muy oriental a la zona.

  En realidad este espacio era un antiguo humedal que se reconvirtió con el tiempo en un lago. Es decir tiene parte artificial por la acción de la mano humana, pero aprovechando un espacio natural que rodeaba esta zona de hutongs. A nosotros nos resultó gratificante, nos relajamos y cargamos las pilas tras el largo viaje.

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La entrada a Houhai Nanyan, "la calle de la pipa", un hervidero de gente paseando junto al lago en otra zona de hutongs.
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Imágenes de la vida cotidiana y una jovencita con el traje de época de la dinastia Han.

 La tarde pasó entre risas y fotos. En la parte sur del lago nos entretuvimos viendo a un grupo de músicos y vendedores callejeros. Ese rato nos sirvió para aterrizar mentalmente. La mañana había sido bastante durilla pero ahora estaba todo superado. Regresamos a "la calle de la pipa" y, ya entre dos luces, buscamos un lugar para cenar. Finalmente, nos decantamos por un restaurante que vimos en una calle paralela al lago.

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Por todas partes veíamos estos helados de arroz.
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Un ejercito de patos preparados para consumir.

  En la fachada del restaurante, que no recuerdo como se llamaba, colgaba una carta con muchos platos a base de pato. Entramos. Tenía buena pinta y nos quedamos a cenar. Pedimos las típicas verduras hervidas, arroz y pato laqueado. Cenamos tranquilos...
  Las bromas, siempre sanas, con la costumbre de beber agua caliente antes de comer, le daban a Jesús mucho juego en su escatológica conversación y nos reímos mucho. En un ambiente distendido, cenamos tranquilos y muy a gusto por doscientos y pico yuanes. Después, poco a poco, pusimos rumbo al hotel.

  Eran cerca de las 22:00 horas cuando llegamos. El hutong estaba tranquilo a esas horas de la noche. Nos despedimos y nos fuimos a descansar. El día, que había empezado muy duro, acabó muy relajado. Una ducha rápida y a la cama. El fino colchón, colocado sobre una dura tabla, no impidió que el cansancio venciera a la incomodidad.
​  Posición horizontal, piernas estiradas... ¡¡ Qué maravilla !!

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Beijing - Mutianyu - Beijing

Sonó el despertador a las 06:45. Habíamos pagado por cada habitación 425 yuanes/noche (unos 55 €). En relación al precio dejaba bastante que desear, pero el hecho de dormir en el hutong nos hizo pagarlo. De todas formas, con lo

cansados que estábamos se puede decir que descansamos bastante bien, salvando los inconvenientes de la dureza del colchón y las almohadas. Preparamos en la habitación un desayuno informal con café soluble y unas galleta que yo llevaba... Hombre precavido ;-)   Luego, a las 07:30, salimos al hall para reunirnos con los demás.

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Esquema de situación del complejo de Mutianyu.

* Información sobre la Muralla de Mutianyu:
    Ubicación: Bohaizhen a 90 Kms al norte de Beijing
    Precio de la entrada: 40 yuanes
    Precio lanzadera: 15 yuanes ida/vta
    Precio funicular: 120 yuanes ida/vta
    Horario: de 07:30 a 18:00 h.

  El plan, para esta jornada, era la visita matutina a la Gran Muralla en su tramo de Mutianyu. A Du-Fang le habíamos dado el día libre. 
  Tras reunirnos, salimos a Gulou Street para coger el bus 107 que nos acercase hasta la estación de autobuses. La intención era coger el autobús 916-Express en la plaza Dongzhimen.

 

  Había leído que ese bus nos llevaba directos hasta el acceso a la muralla. Me sentía un poco agobiado con la presión de mis compañeros respecto a las notas que había tomado para esta salida...
- ¿Seguro que sale de allí? ¿Seguro que es a esa hora?
- Yo sólo se lo que he leído...

  Al final, cogimos el bus en sentido contrario, es decir, en dirección oeste en lugar del este. Me di cuenta de ello cuando pasamos por la plaza  que habíamos visto el día anterior cuando fuimos con Du-Fang a ver la Ciudad Prohibida.  :-(
  Bajamos y cambiamos de sentido. Con ese error perdimos tiempo y la hora se nos echaba encima, ya que, el bus a Mutianyu salía a las 08:30. 

  Llegamos a Dongzhimen con el tiempo justo, muy justo. Una jovencita nos explicó dónde se cogía el bus, pero al llegar a la garita donde despachaban los billetes, nos dijeron que ese bus lo habían suprimido. ¡¡ Joder !! ¡¡ Que lata !!
  En ese momento una mujer de mediana edad nos "asalta" en plena conversación y en un inglés bastante entendible nos propone: llevarnos en taxi; esperarnos cuatro horas; traernos de vuelta, por 500 yuanes (unos 60 €). Aunque me pareció un poco caro, acabamos aceptando la propuesta. Así qué, montados en un Hyundai de color negro y, a eso de las 09:45 horas estábamos en Mutianyu, a unos 80 kms al norte de Beijing.
  El viaje fue bastante ameno. El taxista nos explicó, vía traductor del teléfono, algunas cosas que íbamos viendo. Aparcamos frente a un parque con un estanque y un puente típico de la arquitectura asiática, junto a una zona con equipamientos de hostelería. 

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El acceso al complejo de la Gran Muralla de Mutianyu.
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El ticket de acceso a la Gran Muralla.
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Los otros dos tickets que te llevan hasta la Gran Muralla, el autobús y el teleférico.

  Después, el taxista, muy amablemente, nos acompañó hasta las taquillas y compramos las entradas. Nos dieron tres tickets distintos: la entrada, la lanzadera y el teleférico. Pagamos por los cuatro 700 yuanes, que corresponde a los precios oficiales; 40 por la entrada, 15 la lanzadera y 120 el teleférico, estos dos últimos por los trayectos de ida y vuelta. En total 175 yuanes por persona ( 22 € ). 
  Antes de entrar tomamos un café, bastante bueno, por cierto, en un local del complejo turístico. Menudo tinglado tienen montado allí, es baste más "aparatoso" que el de Badaling. 

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Antes de entrar en el recorrido de acceso a la Gran Muralla (arriba a la derecha ), posamos en grupo para la "posterioridad".  ;-)

  Desde la zona de servicios hasta el acceso a los buses lanzadera hay unos 150 metros de distancia. Al bajar del bus un tramo de escaleras; después, con algo de pendiente, otros 200 metros a pie, luego otro tramo de escaleras y finalmente accedes al funicular. Como veis, no está muy bien preparado para personas con discapacidad física. A decir verdad, arriba, en la muralla, tampoco podría andar una silla de ruedas. En aquellos convulsos tiempos, la vida, como podéis imaginar, era para personas "rudas". Aquello era una zona defensiva y no turística como lo es actualmente. No quiero que suene cruel pero hay situaciones, como esta, en las que la orografía pone barreras naturales prácticamente insalvables para personas discapacitadas. Eso es y será así. 
  Tras el "calentón" de piernas, llegamos a la zona de embarque del funicular. Era relativamente temprano y el día estaba muy nublado (cosa que nos fastidió bastante a nivel fotográfico) quizás, por eso, aun no había mucha gente. 

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  Accedimos a la zona de cabinas, guardamos un suspiro en la cola y... ¡¡ Arriba !!

  Rosa, a la que le asustan bastante estas cosas, pasó un rarito malo, pero resolvió la situación con arrojo y valentía. Tras unos cuatro minutos de ascensión llegamos a la cota superior. Allí estaba, la Gran Muralla de Mutianyu.

Las cabinas y el complejo del teleférico.
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Distintas vistas de la Gran Muralla de Mutianyu.
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  La Gran Muralla de Mutianyu se encuentra en el distrito Huairou de Beijing y es una de las secciones más famosas. Fue construida en la segunda mitad del s. VI durante la dinastía Qi del Norte, por lo que es más antigua que la sección de Badaling. Fue ampliada en la dinastía Ming (1368-1644). En 1569 sufrió su primera restauración y la última se llevó a cabo, por parte del gobierno de Beijing, desde 1982 hasta 1986. Está conectada con Jiankou en el oeste y Lianhuachi y Jinshanling en el este. Es uno de los tramos mejor conservados y de  mejor calidad entre todas las secciones de la Gran Muralla.
  En esta sección, de 2.250 metros de longitud, hay 22 torres de vigilancia. Sirvió como barrera del norte para la defensa de la capital y las tumbas imperiales. En la zona noroeste, extendiéndose por el cresterío de las montañas, hay un tramo de pendiente de más de 60 grados, es decir, una auténtica pared. Las tramos de escaleras son muy irregulares, con peldaños que apenas tiene 15 centímetros, hasta escalones de casi medio metro.

  Jesús y yo decidimos empezar a recorrer la muralla hacia el norte. Las mujeres anduvieron un pequeño tramo y decidieron esperarnos en una de las entradas. Las vistas tenían aspecto de ser imponentes pero debido a la poca visibilidad que ofrecía la mañana, con una densa bruma gris en el horizonte, resultaba imposible ver nada con nitidez. ¡¡ Una auténtica pena !!
  Tras andar cerca de un kilómetro -muralla arriba y muralla abajo- desafortunadamente, el paisaje no ofrecía grandes propuestas fotográficas y, entonces, "el Cartier-Bresson" de Astigarraga y yo, nos pusimos a sacarle jugo a los maravillosos rostros que nos íbamos cruzando por el camino. Caras sonrientes de mujeres y hombres de todas las edades de las que, la mayoría, posaban agradecidas por haber puesto nuestras miradas en ellas.
 
  Así fue transcurriendo la mañana, con los sensores echando humo y las tarjetas de memoria llenas de sonrisas.
 El reloj avanzaba inexorable hacia mediodía. La insistente bruma no cedía en su empeño de escondernos los magníficos planos que imaginábamos se hallaban tras esa espesa cortina y, finalmente, ganó la batalla. El sol, perezoso como nunca, no quiso levantar y nos quedamos con las ganas de ver la gama infinita de verdes que se suponía inundaba el horizonte.

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Tras las fotos de paisaje de la Gran Muralla llegó el "momento retrato".

  Habíamos quedado con el taxista que volveríamos al punto de recogida en unas cuatro horas, es decir, sobre las 14:00. Bajando de la Gran Muralla, paramos a comer en un local de la amplia zona de servicios situada entre la entrada al recinto y el punto donde se encuentran los buses lanzadera. Comimos algo de verdura al vapor y un par de platos con setas y algo de carne de cerdo. Después, a la hora establecida, nos presentamos en el coche.

  El taxista estaba sentado con un grupo de gente y cuando nos vio venir se levantó raudo. Insistió en que entráramos en el restaurante situado justo donde él había aparcado... Esa era la "encerrona" del día. Una joven muy agradable se esforzó en "vendernos" su producto, enseñándonos una sala con mesas en las que había textos en castellano. Le dijimos que lo sentíamos mucho pero que ya habíamos comido. La verdad es que no insistió. En ese sentido te hacen sentirte bien, no son como los marroquís que te acosan y acosan con la intención de amedrentarte, llegando a ser groseros e incluso agresivos. 

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  Tras salvar este "escollo", nos acomodamos en el coche y volvimos a Beijing. Alguno aprovechó para dar una cabezada... 


  De camino, le preguntamos al taxista si podía dejarnos en la entrada del hutong. Nos dijo que no, que debía volver a su base en la estación de Dongzhimen. 
Sobre las 16:00 estábamos esperando al bus 107 en Dongzhimen Inner Street para ir al hotel a descansar un poco. Luego, saldríamos a cenar a la calle de los bichos, a Wangfujing Street.

Dongzhimen Street; al fondo, el caldero que da nombre a la calle.

  Quedamos en reunirnos en el hall a las 19:00 horas. El rato de descanso nos vino bien a tod@s. Yo propuse coger el metro, pero al final, cuando nos dirigíamos a la parada de Shichahai, al pasar por la plaza de la Torre de la Campana, un buen hombre montado en su "tuc-tuc", nos abordó ofreciéndonos llevarnos a alguna parte. Preguntamos cuanto nos cobraba por ir a Wangfujing Street y nos dijo que 200 yuanes. Le ofrecimos 100 y al final se quedó en 150...

  Nos resultó igual de precio que un taxi, pero la experiencia del viaje en "tuc-tuc" era diferente.
Subimos y... ¡¡ A disfrutar !!

El tuc-tuc que nos llevó a Wangfujing Street.
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    Nos metió por unos callejones del hutong y paró en su casa a cambiar de batería antes de continuar el viaje. Nos soltó al norte de la calle, una vía de más de un kilómetro de distancia y nuestro destino estaba justo en la otra punta. Claro, de eso nos dimos cuenta más tarde...    El largo paseo nos ofreció varias cosas interesantes. Pasamos frente a la iglesia católica de Sant Joseph. Allí, ya entre dos luces, un grupo de parejas disfrutaban con bailes de salón. Nos hemos dado cuenta de que l@s chin@s son muy aficionad@s al baile. Paramos unos minutos y, tras unas fotos, continuamos caminando hacia el sur. 

 Según caminábamos buscando el arco de colores que daba acceso al callejón donde se comían los bichos, fuimos encontrándonos con más grupos de baile.

 Frente a la iglesia de San José, de culto cristiano, tenían organizado un animado baile.
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  Pudimos ver todo tipo de coreografías, desde las más clásicas a las más horteras que pudieseis imaginar. Finalmente, en el extremo sur de la calle, después de andar más de un kilómetro, encontramos el arco de acceso al callejón.
​¡¡ Qué casualidad !! ¡¡ Estaba en obras !! Para nuestra sorpresa, el callejón estaba, en su mayoría de puestos, cerrado con unas planchas metálicas... ¡¡ Vaya decepción !!

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La calle Wangfujing estaba de lo más animada pero, al final, no comimos bichos.

  Recorrimos la calle de arriba a abajo. Había puestos de comida abiertos. Me dio la impresión de que quieren suprimir la práctica de venta de bichos, pero eso es sólo mi punto de vista...
  En realidad, es un tramo muy corto y, en apenas quince minutos, salimos nuevamente a la calle principal para buscar un sitio donde cenar. Enseguida encontramos un local del que nos gustó su carta. Estaba en un sótano. Bajamos las escaleras y nos encontramos con un sitio muy agradable. Estaba enfocado para leer mientras comías. Su decoración era a base de estanterías llenas de libros.

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El local y la cena de la Wangfujing Street de Beijing, la famosa "calle de los bichos" que, como los hutongs, tienden a desaparecer.

  La noche se nos echaba encima. El personal del local empezó a recoger y tras la cena, sin apenas sobremesa, nos levantamos y nos fuimos. Por 150 yuanes ( 20 € ) cenamos los cuatro. Eran más de las 22:30...
  Subimos y, como estábamos en la parte peatonal de Wangfujing Street, nos dirigimos a la zona del tráfico y buscamos un taxi. En apenas diez minutos, y por 100 yuanes, estábamos en el hotel del hutong. Tocaba descansar y recuperar fuerzas para afrontar el último día en Beijing.

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Beijing - Xi´an

Nos levantamos a las 07:40 con la espalda entumecida por la dureza del colchón. Desayunamos nuevamente en la habitación del hotel. Los cafés solubles y las galletas nos sacaban del apuro. Por lo menos afrontábamos la mañana con

algo en el estómago. El hotel servía desayuno, pero era chino y, la verdad sea dicha, a esas horas de la mañana, el tofu, el arroz y las verduras no entraban muy bien.  Habíamos quedado con Du-Fang a las 08:30. La jornada la dedicaríamos a ver los templos - Confucio y los lamas -, el Palacio de Verano y el Jardín Botánico. La mañana amaneció como las anteriores, algo nublada y calurosa. Nos reunimos en el hall y arrancamos.

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  Tras la tranquilidad y el sosiego de la noche, una nueva mañana entraba en ebullición y, el hutong, despertaba a la vida al igual que eclosiona la primavera en la campiña. De repente, de entre las humildes casas de planta baja, una marea de gente se asomaba a la calle. Un nuevo día se ponía en marcha, así que, a los quehaceres cotidianos... El trabajador de la obra; la abuela cuidando del nieto; la pareja de enamorados que van de la mano a la universidad; el mendigo que, tan sólo, desea un día propicio para poder comer algo caliente...

Una "parejita" atravesando el hutong, camino de la universidad.

  La monotonía de la vejez, el ímpetu de la juventud, la inocencia de la infancia... Todas se echan a la calle, cada cual con sus expectativas. La vida se apodera de las antiguas calles de unos barrios que, con una resistencia numantina, aguantan la presión de las autoridades queriendo arrasar la zona para construir nuevos macro-complejos residenciales. Desgraciadamente, la vida de los hutongs tiene los días contados.

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Imágenes de la vida cotidiana en el hutong.
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  Du-Fang, el andarín, arrancó con fuerza tirando de un "pelotón" de adormilados, por utilizar nuevamente un símil ciclista. Nos dirigimos hacia el norte, atravesando el hutong en dirección al Confucio Temple. 
  Representante de la importante cultura china, Confucio, era venerado como un Dios de la sabiduría. Por este templo pasaban los mejores estudiantes y escritores de la época. En sus gloriosos tiempos, llegó a albergar a 3.000 personas. Según nos dijo Du-Fang, el alfabeto chino consta de unos 10.000 símbolos. Dicen que Confucio los sabía todos. En la actualidad un escritor, que se precie, debe saber unos 5.000 de ellos para ejercer su profesión.

El Confucio Temple, un remanso de paz.
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  A las 09:20 estábamos allí. Du-Fang compró las entradas y pasamos. Aquello era un remanso de paz. El templo de Confucio, sito en Beijing, fue construido en 1302 y, desde entonces, se rinde en él homenaje a su figura. Se amplió dos veces, una durante la dinastía Ming y otra durante la Qing; ahora ocupa aproximadamente 22.000 m2.

Imagen de Confucio. 
Ticket de entrada al Confucio Temple.

 

* Información sobre el Confucio Temple:
    Ubicación: Guozijian Street (Beijing)
    Precio de la entrada: 25 yuanes
                        (12 yuanes los mayores de 65)


    Horario: de 08:30 a 17:00 h. 

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Dentro del templo hay muchas reliquias:
​- 198 tablillas de piedra, ubicadas a ambos lados del patio delantero, que registran los nombres de más de 51.624 jinshis (eruditos avanzados)
- 14 pabellones de estelas de piedra de las dinastías Ming y Qing que albergan varios documentos históricos de la China imperial tardía.
- Tambores de piedra tallada hechos durante el reinado del Emperador Qianlong de Qing (1735–96).
- Una gran colección de instrumentos musicales chinos antiguos.
- Una talla famosa de "dos dragones voladores jugando con una perla entre las nubes"; la imagen es rara entre los templos de Confucio, ya que estaba reservada para los emperadores.
- Contiene estelas de piedra con la información que había que aprender para los exámenes imperiales.
Además, el templo tiene muchos árboles viejos, incluyendo un ciprés conocido como el Chujian Bai, Touch-Evil Cypress que se ha hecho famoso por el folklore a través de los siglos. 

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Cuenta la leyenda que durante la dinastía Ming...


 ...un día el oficial superior, Yan Song, vino a adorar al sabio en nombre del emperador. Cuando pasaba junto al ciprés, una de las ramas del árbol le quitó el sombrero. Como Yan Song era un funcionario traidor, la gente pensaba que el viejo árbol podía distinguir entre las personas buenas y las malas. De ahí su nombre: el ciprés que toca lo malo.

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  De repente, como suelen ocurrir las cosas, la paz se quebró. Empezaron a entrar decenas y decenas de críos, estudiantes de primaria que iban de excursión a "empaparse" de la sabiduría del gran maestro.

Niñ@s y adolescentes acuden al templo para impregnarse de sabiduría.

  Tras esta visita nos dirigimos al Yonghe Gong Temple o Templo de la Armonía y la Paz o simplemente el Templo de los Lamas. Está considerada como la lamasería más grande de la China actual y ubicada al este del Confucio Temple, tan solo los separan cinco minutos a pie.
  En esta ocasión, la masificación nos abofeteó nuevamente. Esto era otra historia. Decenas de coches y unos cuantos autocares, arrojaban a borbotones cantidades inmensas de gente, ya que, como centro de peregrinación de los budistas devotos, este templo recibe diariamente a centenares de fieles.
 Construido inicialmente en 1694 durante la dinastía Qing, fue la residencia del emperador Yongzheng cuando solo era un príncipe.  Tras hacerse cargo de las riendas del imperio, cumplió su promesa y convirtió el edificio en una lamasería. En 1744 el emperador Qianlong lo convirtió en Monasterio Lama de la rama Gelug del budismo tibetano. Tras permanecer cerrado una temporada, en 1981 reabrió sus puertas al público.
  Du-Fang compró las entradas y, tras pasar el control de seguridad, entramos por Yonghemendian, la Puerta de la Armonía y la Paz. El olor a incienso se coló en lo más hondo de mi ser...

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* Información sobre el Yonghegong Lama Temple:
    Ubicación: Yonghegong Street (Beijing)
    Precio de la entrada: 25 yuanes

                  (12 yuanes los mayores de 65)
    Horario: de 09:00 a 16:30 h. ​

Entradas del Yonghe Gong Temple; izquierda para los "mayores" y derecha la del "bebé".
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El Yonghe Gong Temple, un pequeño paraíso budista en pleno corazón de Beijing.

  Ese olor, el del incienso, me transporta a otra dimensión. Me cautiva y hace activar algo en mi interior que me hace sentir bien, en paz conmigo mismo y con el mundo. Pensareis que se me está yendo la pinza... ¿ No ? Pues... No lo sé, sólo puedo decir que, esa sensación de paz y bienestar, me gusta. 
  Tras ir pasando por diferentes arcos de entrada, llegamos a una sala donde, sonriente y relajada, nos recibió la imagen de Budai.

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  Llegados a este punto, y sin intención de ser muy cargante, creo que vendría bien intentar aclarar los nombres que reciben las imágenes de Buda. 
​  Cuando hablamos de Buda saltan varios nombres a la palestra: Maytreya, Sakyamuni, Gautana, Dipankara, Siddharta, Budai, pero...

  ¿De dónde vienen todos esos nombres?

Imagen de Budai en el Yonghe Gong Temple y las ofrendas de incienso.

Nota: Budai es un monje chino del s. X que siempre llevaba una bolsa y ofrecía regalos a los niños. Su nombre significa “saco de tela”. Debido a la confusión entre ambos personajes por ser sus nombres semejantes aprovechó las circunstancias y dijo ser el Buda Maytreya. 

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  El budismo se desarrolló a partir de las enseñanzas difundidas por su fundador Siddartha Gautama, alrededor del s. V a. C., en el noreste de la India. Posteriormente, se expandió por Asia Central y China utilizando los caminos de la Ruta de la Seda, llegando hasta Japón. La ética budista se fundamenta en los principios de la no violencia y el respeto a la vida. A diferencia de una regla impuesta por una autoridad eclesiástica, se basa en una guía ética personal.
  La palabra Buda viene del sanscrito -antiguo lenguaje de la Sagrada India- y significa “iluminado”. El budismo es una doctrina filosófica y religiosa no teísta. Buda, fue una persona de carne y hueso que, según fuentes tradicionales del budismo, nació el año 556 a. C. en Kapilavatthu, capital de la ya desaparecida república Sakia en las estribaciones del Himalaya, en territorios de lo que hoy es Nepal. 
  Se sabe que nació en una familia que provenía de la segunda casta hindú -la ksatriya-, compuesta de guerreros y nobles y que desarrolló su vida mayormente en el estado de Uttar Pradesh. De joven, Buda, vivió una vida de placeres. Se casó con una mujer llamada Yashodhara y tuvieron un hijo, Rahula. A los veintinueve años renunció a su vida familiar y a su herencia principesca y se convirtió en un buscador espiritual.
  Tras varios años de búsqueda, cerca de la ciudad de Gaya (India), se sentó bajo un árbol, llamado Bodhi, y entró en estado de meditación. Allí, logró su despertar a la verdadera naturaleza de la vida y de todas las cosas. Al haber logrado la iluminación, comenzaron a llamarlo Buda; “el iluminado”.
Teóricamente el número de Budas que han existido es enorme y son a menudo colectivamente conocidos bajo el nombre de "Mil Budas". Cada uno es responsable de un ciclo de vida. De acuerdo con algunas tradiciones budistas, Dīpankara fue un Buda que alcanzó la iluminación tiempo antes que Siddharta Gautama, el Buda histórico y el 28º en orden de sucesión.
  El budismo chino tiende a honrar a Dīpankara como el Buda del pasado, a Gautama ó Sakiamuny como el Buda del presente y Maitreya como el Buda del futuro, colectivamente llamados los Budas de los Tres Tiempos.

 

  Bueno, pues después de esta aclaración, que espero no os haya aburrido en exceso, sigo con el relato del viaje...

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Buda Sakyamuni.
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La imagen de Tsong Kha-pa.

  Tras ir atravesando el templo, llegamos al llamado Yonghegong ( el Salón de la Armonía y la Paz ), que es el palacio principal. Allí se muestran tres figuras de bronce que representan a los Budas de los Tres Tiempos; pasado, presente y futuro o, lo que es lo mismo, Dipankara, Sakiamuny y Maitreya. Luego, más al norte, nos encontramos con el Hall of the Wheel of the Law ( el Salón de la Rueda de la Ley ) que es el lugar donde los lamas leen las escrituras y celebran sus ceremonias. Tiene características muy especiales ya que, su estructura, contiene estilos arquitectónicos de las nacionalidades tibetana y han. 

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Buda Maytreya.
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Una joven rezando fervorosamente a Buda.
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  Tras visitar este edificio y, de camino hacia la salida, pasamos por una estancia en la que colgaban decenas de fotografías. Como podéis imaginar, muchas, la mayoría, era propaganda del régimen, con instantáneas de 1940 en adelante, mostrando a Mao Ze Dong en las obras de restauración, inauguración, recibiendo a invitados ilustres como el último Dalai Lama, etc. 
​  Después de esta última visita,  salimos nuevamente a la "civilización" y nos encaminamos a la parada del metro de la línea 2, en Yonghegong Lama Temple, con dirección al jardín botánico.

  Yo salí de allí en un estado de enorme paz interior. Me considero una persona agnóstica pero, todo lo relacionado con el budismo, me hace sentir bien y calma mi espíritu. Si alguna vez me inclinase por una religión, sin lugar a dudas, sería por esta.
​  Hicimos transbordo en Xizhimen para coger la línea 4 y a eso de las 11:30 estábamos en la entrada del recinto. La mañana pasaba rápida, pero llevábamos buen ritmo para cumplir con todas las visitas.

Este moje budista custodiaba las estatuas de los Budas.
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Arriba la tarjeta de transporte y el vagón abarrotado camino al jardín botánico.

  Volvimos a utilizar las tarjetas de transporte para entrar en el metro. A esas horas de la mañana el calor ya apretaba y, a pesar de estar abarrotado, dentro del vagón se estaba bastante fresco. Siempre gente, mucha gente por todas partes. Es lógico, son unos 23 millones de personas sólo en Beijing... 

  El Jardín Botánico de Beijing, situado al noroeste de la ciudad, en las faldas de la Colina Fragante, hace de verdadero pulmón de la gigantesca urbe pekinesa. Se fundó en 1956 con la ayuda financiera del gobierno central. El último emperador de China, Puyi, después de ser liberado en 1959 trabajó allí hasta 1963. Tras un desarrollo rápido de unos diez años, sufrió un estancamiento durante la revolución cultural. Durante los últimos 20 años, se ha dado un gran impulso a los proyectos pendientes y actualmente se recogen más especies de plantas.

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El acceso al metro en Yonghegong Temple.
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Anverso y reverso del ticket de  entrada al Jardín Botánico.
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  En sus 200 hectáreas de exposición al público, el Jardín Botánico de Beijing, cultiva unas 6.000 especies de plantas, incluidas 2.000 clases de árboles y arbustos, 1.620 de plantas tropicales y subtropicales, 500 especies de flores, 1.900 tipos de árboles frutales y plantas acuáticas tradicionales chinas. Además, la zona incluye varios lugares históricos y una reserva natural.

Entre sus numerosas colecciones cabe destacar:
* Jardín de las Peonias
* Jardín de plantas perennes
* Hierbas medicinales tradicionales chinas
* Zona de plantas acuáticas y trepadoras.
* Bambús
* Bonsáis
* Melocotoneros ornamentales originarios de China
* El valle de los cerezos
* Plantas anti-polución
* Plantas raras y amenazadas...

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Entrada al Jardín Botánico.

* Información sobre el Botanic Garden de Beijing:
    Ubicación: Nanxincun Village, nº20 - Distrito Haidian 
    Precio de la entrada: 5 yuanes
    Horario: de 08:00 a 17:00 h 

  Recorrimos parte del jardín. La mañana estaba soleada y caluros​a. Paseamos bajo la sombra de los árboles escuchando, con atención, las explicaciones de Jesús, un erudito en botánica y un experto en la reproducción de bonsáis. 

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  El calor, a esas horas del mediodía, apretaba ya de lo lindo. En el teléfono marcaba 30ºC. Eso, unido a la elevada humedad relativa, hacía que el día estuviese muy pesado. Junto a un kiosco, dentro del complejo, compramos unas botellas de agua y nos hidratamos mientras descansábamos diez minutos. Aprovechamos para hacer más retratos... 

  Decidimos regresar y seguir con el tour. Salimos al exterior y cogimos el metro para volver, en sentido contrario, hasta la siguiente visita; el Palacio de Verano.

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  Desde la estación de Xiyuan teníamos que volver dos paradas hacia atrás, hasta la estación Summer Palace en la línea 4. Llegó el metro y subimos. Nada más ponerse el convoy en marcha, Jesús se percató de que había olvidado la mochila con el equipo fotográfico sobre un banco de la estación. El rictus e incluso el color de su cara cambiaron. La angustia se apoderó de todos nosotros pero a Jesús, claro está, le ahogaba. Cámaras, objetivos, tarjetas y unas 1.000 fotografías de los dos días en Beijing, quedaban en esa mochila de color negro. Reaccionamos rápidamente y bajamos en la siguiente parada. Du-Fang se encaminó raudo hacia la garita donde estaba la responsable de la estación y le comunicó lo sucedido. Esta, llamó por teléfono a la estación anterior y tras unos segundos de espera -que parecieron horas- le dijo en chino a Du-Fang:
- ¿ Una mochila negra ? ¿ Con una botella de agua ? ...
​Sí, está allí. Todos nos alegramos y la tensión se liberó. Jesús, bastante emocionado, recuperó el color y la sonrisa. ¡¡ Menuda escapada !!

Momento en el que la responsable del metro le da a Jesús su mochila.
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  La mujer nos dijo que en el próximo metro nos la traerían pero, pasó uno y no venía en él. Claro, ese ya había salido cuando avisaron sobre esta circunstancia. Unos minutos más tarde vimos asomar la máquina de un nuevo convoy... Tensión, mucha tensión. El metro paró.... Vimos abrirse la puerta delantera y bajó un hombre...

  En esta ocasión sí, allí estaba la mochila. Jesús, comprobó que estaba todo el material en su interior y después, para testimoniar que se había hecho la entrega, le hicieron firmar un documento y hacerse una foto de ese momento. Yo, aproveché para inmortalizar también ese instante para mi diario. Fueron minutos de mucha tensión y mucha angustia pero, afortunadamente, la rápida actuación de Du-Fang y la honradez de los chinos, hicieron que todo acabase felizmente.


   Volvimos a montar en el metro y nos dirigimos al Summer Palace...

Una de las vigilantes del metro.
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* Información sobre el Summer Palace:
    Ubicación: Kunminghu Street (Beijing)
    Precio de la entrada: 30 yuanes 
    Horario: de 06:30 a 18:00 h

    ( para acceder al parque en verano, los palacios son otra cosa )

Ticket de entrada al Palacio de Verano.

  Entramos por la puerta sur. Desde allí se podía ver el parque llamado Colinas Fragantes, con una pagoda de seis plantas sobresaliendo en el horizonte. Esta zona, que ofrece unos relajantes paseos, es un lugar perfecto para desconectar del bullicio de la gran ciudad. El entorno es espectacular y da mucho juego a nivel de fotografía. En mi opinión, merece una visita aunque sea rápida como fue la nuestra. 

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Yuguan Hill con su pagoda de seis pisos.
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El Zixiao Palace.
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Vista general del lago desde la entrada sur.
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El Xiuyi Bridge.

  El Summer Palace o Palacio de Verano -Yíhéyuán- que literalmente significa Jardín de la Salud y la Armonía, es un parque de 300 hectáreas ( 3 millones de metros cuadrados ), situado al noroeste de Beijing, a unos 20 kms del centro y considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el año 1998.

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El restaurante flotante.
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El barco de mármol.

  Fue construido en el año 1760 por el emperador Qianlong a imagen del gran Lago del Oeste de la ciudad de Hangzhou. Lo hizo como regalo de cumpleaños para su madre, al hacerse esta sexagenaria. En 1860 fue totalmente destruido por la gran invasión anglo-francesa producto de la Segunda Guerra del Opio. Todo el Palacio fue restaurado por la Emperatriz Cixi en el año 1899 y dicha restauración se financió con el presupuesto destinado a renovar la flota naval. Cixi lo utilizó como su residencia temporal de verano a partir de 1901 y como sede del Gobierno hasta 1908.
  El Palacio de Verano, concebido para el disfrute exclusivo del emperador y su familia es, hoy en día, un lugar de recreo y expansión para los turistas locales y extranjeros, sobre todo durante las épocas de primavera y verano.

  El calor a esas horas era verdaderamente agobiante y la gente buscaba la sombra de los árboles para resguardarse.
​  Al terminar la visita, que se podía haber dilatado horas y horas, volvimos a coger el metro y regresamos al hutong. Era hora de comer algo ya que esa misma tarde, hacia las 18:00 horas, debíamos ir a la Beijing West Railway Satation para poner rumbo hacia Xi´an.

Joven con el traje típico de la dinastía Han.
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Los platos que Du-Fang nos pidió para comer.

  Fuimos a comer a un restaurante que eligió Du-Fang y que, según él, daban los mejores baozis o dumplings de Beijing. Los baozis son esos bollitos de pan rellenos y hechos al vapor. No recuerdo el nombre del restaurante. Du-Fang, pidió cuatro platos de dumplings de varios rellenos, una ensalada con brotes de soja y un plato de tofu en láminas que parecía un flan... Por supuesto no podía faltar la cerveza china. En un principio no quería sentarse con nosotros pero, al final, accedió y comimos juntos. Charlamos un rato, nos contó algunas anécdotas y curiosidades y, sobre las 16:00, tras pagar 170 yuanes ( 22,50 € ) reanudamos la marcha.

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  Nos acercamos caminando hacia el hotel, para recoger el equipaje. Mientras tanto, aprovechábamos para hacer las últimas fotos por el hutong. "Cargamos en la mochila" una nueva tanda de retratos y fotos de calle. Eran nuestros últimos coletazos por Beijing.

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  Llegamos al hotel, recogimos las cámaras y demás e hicimos cuentas con Du-Fang. Le abonamos sus honorarios más una buena propina por su buen trato, su profesionalidad y su excelente gestión en el asunto de la mochila. Desde el hotel nos llamaron a dos taxis y sobre las 18:15 salíamos hacia la estación. Rosa y yo subimos en el primero de ellos. Rezaba para no encontrarnos con uno de esos inamovibles atascos. Yo había pujado por ir en metro, pero al final nos decantamos por el taxi.
  En apenas 45 minutos, es decir, sobre las 18:50 llegamos a la estación y esperamos a los demás que llegaron unos diez minutos más tarde. Pasamos los controles y accedimos a la sala de espera. Una vez dentro llegó el momento de la despedida. Tras un abrazo dijimos adiós a Du-Fang y nos sentamos a esperar la hora de la salida.

  Gracias por todo, Du-Fang... Xie-Xie.

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La espera en la estación de Beijing y el billete para Xi´an.

  Mientras preparaba este viaje fui leyendo muchas páginas de foros de viajeros, agencias, sitios oficiales de turismo, etc. Encontré una web con la que tramité online toda la contratación de billetes de tren. Íbamos a hacer cuatro traslados:
- Beijing / Xi´an          * en camarote de dos personas /
Deluxe Soft Sleeper     ( 802 yuanes - 106 € persona ) ( 1.090 Kms )
- Xi´an / Zhangye        * en camarote de cuatro personas /
Soft Sleeper            ( 464 yuanes - 61 € persona ) ( 1.130 Kms )
- Zhangye / Dunhuang  * en camarote de cuatro personas /
Soft Sleeper            ( 267 yuanes - 36 € persona ) ( 595 Kms )
- Jiayuguan / Lanzhou  * en camarote de dos personas /
Deluxe Soft Sleeper     ( 583 yuanes - 78 € persona ) ( 725 Kms )

  La página en cuestión es esta: https://www.travelchinaguide.com
En ella encontré mucha y muy buena información, además de atenderme muy bien, con una ágil comunicación y claridad en todo momento. Sí, cobran una pequeña comisión ( alrededor de 5 € ) por la tramitación de las reservas pero, sinceramente, vale la pena, son muy formales. 
  A las 20:00 horas anunciaron la apertura del embarque de nuestro tren que estaba colocado en el andén nº 10. La gente empezó a arremolinarse en la puerta. Entramos, cruzamos el largo pasillo hasta las escaleras de acceso y bajamos a los andenes. Allí estaba el tren Z19. Buscamos el coche nº 9 y accedimos a nuestros camarotes.

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  Estaba todo bastante limpio, tanto las camas como las sábanas, que venían precintadas en una bolsa de plástico. Teníamos zapatillas de casa a estrenar. El único "pero", era el aseo. Aunque estaba medianamente pasable, como en todos los aseos públicos chinos...  ¡¡ No tenía papel higiénico !!
Ese es uno de los grandes problemas en China...
                 
Aviso a navegantes: llevad siempre encima algo de papel higiénico.
  Como graciosamente comentó Jesús...

- ¡¡Joder!! Los chinos han sabido gestionar la alimentación de 1.200 millones de personas pero... ¡¡ No han sabido gestionar su mierda !! (con perdón... Pero la expresión fue así).
  No habíamos colocado aún el equipaje en su sitio cuando la policía se presentó a pedirnos los pasaportes...

- Where´re you from ?  - Le preguntó a Rosa un policía bajito y regordete.
- Spain. - Contestó ella.
  Nos miró de arriba a abajo, nos devolvió los pasaportes y, con un "OK", se despidió. Ya no los vimos más...
Después fue el turno de la azafata. Pasó, luciendo una grata sonrisa, a recogernos los billetes y entregarnos la tarjeta de plástico que debemos guardar hasta la llegada a destino, cuando te vuelve ha hacer el cambio pero a la inversa.

  Por fin, tras acomodarnos y meternos entre pecho y espalda una suculenta cena de fideos deshidratados con una "Chingao", llegó el momento de acoplarse en la litera e intentar descansar algo. Teníamos casi doce horas de viaje y estábamos cansados del trajín de los días en Beijing...


  Emprendíamos ya el camino a Xi´an. Ahora empezaba la verdadera Ruta de la Seda.

La suculenta cena del tren.
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Xi´an

Amaneció muy temprano. Sobre las 05:00 AM ya entraba un fogonazo de luz por la ventana. Me había despertado un par de veces por la noche, ya se sabe,  el "traqueteo" del tren...

  Me incorporé para cerrar bien la cortina e intentar dormir algo más. La hora de llegada a Xi´an era las 08:40, así que todavía quedaba un buen rato. Conseguí dar una pequeña cabezada pero ya no pude dormir en condiciones. Sobre las 06:30 me levanté con cuidado de no hacer mucho ruido y salí al pasillo. El paisaje se componía de distintos fotogramas. Pasábamos de zonas áridas a zonas de regadío y pequeñas laderas verdes repletas de lápidas funerarias. 

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Las tumbas salpicaban las laderas de la periferia de Xi´an.

  La ciudad de Xi'an está en una llanura fértil, creada por la confluencia de ocho ríos y arroyos. Algunos de estos ríos están tan contaminados que no pueden utilizarse como agua potable. Poco a poco, el horizonte se iba llenando de enormes bloques de hormigón y torres de electricidad. Xi´an, con sus casi seis millones de habitantes ( datos de 2016 ), es una gigantesca urbe de la provincia de Shaanxi. Ha pasado a la Historia de la Humanidad por sus famosos Guerreros de Terracota descubiertos en 1974. Pero la antigua Chang´an, capital del imperio durante varias dinastías, guarda también una extensa historia añadida por ser considerada el punto más oriental, o el punto inicial, de la antigua Ruta de la Seda. 
  La historia de Xi´an comienza hace más de 500.000 años. En 1954 se encontraron en las afueras de la ciudad indicios de un asentamiento que se dató en el neolítico, por ese motivo está considerada la población más antigua de China. Los dos caracteres de la ciudad " 西安 " significan literalmente Paz Occidental. 

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Plano del centro de la ciudad.

  La estación del tren convencional está situada en el mismo centro de la ciudad, en la esquina noreste de la muralla. La del tren de alta velocidad está situada en las afueras, más al norte. El convoy llegó bastante puntual. Media hora antes, la azafata, nos había devuelto nuestros billetes y nos había avisado de la llegada. Le pregunté que si el tren para Zhangye partía de esta misma estación y me dijo que sí. 
  Bajamos del tren y salimos al exterior. Lo primero era buscar un lugar para desayunar y sacar las notas y mapas que llevábamos para ubicarnos. Entramos en un local sito frente a la estación y en ese mismo instante nos dimos cuenta de que la verdadera aventura comenzaba ahora. No entendían una sola palabra en inglés y gracias a que los vocablos "coffee ó café" -al igual que hotel y taxi- son prácticamente internacionales, pudimos conseguir que nos sacaran unas tazas con algo parecido a café, para desayunar. Tiramos de las galletas que yo llevaba y con eso completamos el "tente en pie".

 

  Tras el desayuno, salimos y giramos hacia el sur. Yo pensaba que podíamos ir a pie hasta el hotel pero, al final, decidimos coger un taxi. Luego me di cuenta de que las manzanas de casas en China son "enormes calabazas" y lo que parecen ser "cuatro pasos", se convierten en cuatro kilómetros. Anduvimos unos metros hasta que un "taxista pirata" nos paró. Le dimos la dirección del hotel y nos pidió 300 yuanes ( casi 40 € ).
- ¡¡ Estás loco !! - le dijimos - No taxi, xie-xie.
Anduvimos unos pasos más y un taxista, en esta ocasión legal, nos pidió 80 yuanes ( 10 € ). Ahora, sí; eso era otra cosa...
  En apenas diez minutos estábamos en el hotel. Realmente, sobre el plano, parecía estar más cerca.

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La tarjeta del hotel donde nos alojamos.
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  El taxista, que "chapurreaba" cuatro palabras en inglés, aprovechó y nos hizo una oferta para llevarnos a los Guerreros de Terracota: ida, esperarnos allí y traernos de vuelta por 500 yuanes ( 65 € ). Creo que lo podíamos haber sacado por menos pero, al final, el grupo accedió sin regatear. Le dijimos que iríamos al día siguiente y quedó en venir a las 08:30 de la mañana. Bueno, otro asunto más que estaba atado, ahora... el hotel.
  En recepción, nos atendió una chavala que, con conocimientos básicos de inglés, nos hizo el check-in en un momento. Mi nivel de inglés es muy, muy elemental -estoy estudiando para mejorar- pero Isabel tiene un muy buen nivel tanto escrito como oral. Con ella estábamos a salvo.
  Eran las 10:00 de la mañana. Nos asignaron las habitaciones y subimos a ducharnos y descansar un poco. Quedamos en reunirnos a las 11:00 en el hall.

- El Hepinmeg Hotel, por favor? ... Por allí

  Como podéis imaginar, la ducha nos sentó de maravilla. Lavamos algo de ropa y descansamos un momento antes de echarnos de nuevo a la calle. El plan era acercarnos hasta la Big Wild Goose Pagoda ( la Gran Pagoda del Ganso Salvaje ), al sur de la ciudad antigua. Allí, fue dónde el monje Xuan Zang, tras su regreso de India en el año 645, se cobijó para traducir los sutras que trajo del monasterio de Nalanda, con toda la sabiduría budista.
  Cogimos el metro en Hepingmen, al sur de la muralla, para viajar hasta Yan Tán por la línea 4. El metro resulta algo más caro que un taxi, cada billete costaba aproximadamente un euro y medio, pero te evitaba los atascos de un tráfico bastante caótico.

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El canal que defiende las murallas a lo largo de todo su perímetro.
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Anverso y reverso de un ticket del metro de Xi´an.

  Con este viaje sumaba una ciudad más a mi lista de viajes en metro. Salimos del suburbano, giramos a la izquierda y, tras recorrer unos 800 metros y atravesar un parque, nos encontramos con la silueta de la pagoda. Después de tanto y tanto leer e imaginar esos lugares... Me parecía increíble estar allí. Ahora caminábamos tras los pasos de Xuan Zang, inmersos en la China más budista.

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La Gran Pagoda del Ganso Salvaje desde el Tang Paradise Park.

  Dimos la vuelta al parque para acceder al Daci´en Temple, que es como se llama el conjunto donde está ubicada la pagoda. Los mayores de 60 años entraban gratis así que solo tuvo que pagar "el bebé".
  Pasamos los controles de seguridad y entramos al patio central. Había gente, pero no se notaba mucho agobio. Aun siendo una isla, rodeada de nuevas edificaciones que guardan la arquitectura tradicional, pero cargadas de marcas como Mc Donald´s, Zara, Shepora, etc... El lugar desprendía una grata sensación de paz. 

* Información sobre The Big Will Goose Pagoda:
    Ubicación: Daci´en Road - 1 (Xi´an)
    Precio de la entrada: 40 yuanes ( entrada al templo )
​                                     25 yuanes ( por subir a la pagoda )
    Horario: de 08:00 a 17:00 h

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A la derecha la entrada al Daci´en Temple y a la izquierda la entrada para subir a la Gran Pagoda del Ganso Salvaje ( Yantan ).

  The Big Will Goose Pagoda es una construcción piramidal de siete pisos. Sus orígenes se remontan al año 648, cuando el monje Xuan Zang trajo de India unos valiosos sutras budistas que se hizo necesario guardar y proteger en alguna parte. Durante 19 años, el monje y su equipo se emplearon en traducir las escrituras, convirtiendo la pagoda en el más importante centro de traducción de textos budistas de su época. Desgraciada y paradójicamente, el material empleado para construirla había sido el barro, sólo reforzado en algunos puntos con ladrillo, por lo que sus cinco pisos se desplomaron al poco tiempo. Posteriormente, en el año 701, el emperador Wu Setian mandó reconstruir la torre añadiendo cinco pisos más, pero, desgraciadamente, las guerras posteriores se encargaron de echarla abajo.

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El acceso al Daci´en Temple.

Actualmente la Pagoda tiene siete pisos y mide 64 metros. No es espectacularmente hermosa, pero, si pasas por la ciudad, merece la pena visitarla por la importancia que tuvo en la cultura budista de China. A mí, personalmente, el conjunto me gustó bastante.

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  Tras recorrer las distintas estancias del templo, como la sala de ofrendas y las torres del tambor y la campana, subimos a la Gran Pagoda. Desde allí arriba se podía ver como la ciudad se expandía a lo largo de kilómetros. Una fina capa de bruma cubría el cielo pero el calor, en forma de bochorno, apretaba.
  En cada planta de la pagoda podíamos ver distintos objetos budistas que Xuan Zang trajo de India en su regreso a China. Desde una preciosa imagen de Buda Sakyamuni, hasta algunos de los sutras originales, las reliquias se muestran en urnas de cristal blindado. Por las estrechas y empinadas escaleras de acceso, como si de la entrada a un productivo hormiguero se tratase, un intenso tráfico de gente se agolpaba subiendo y bajando. El turismo interior de China daba muestras, nuevamente, de la enorme cantidad de personas que mueve.

Imagen de Buda traída desde India por el monje Xuan Zang.
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En el Daci´en Temple se respiraba paz. A la derecha la imagen de Buda Sakyamuni que guarda el templo.
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Vista de la zona sur de Xi´an desde la séptima planta de la pagoda. Arriba, la imagen de Xuan-Zang ubicada tras la pagoda.
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Monjes budistas de visita al Daci´en Temple. Abajo a la izquierda la imagen de Xuan Zang ubicada tras la pagoda. 

  Antes de salir del templo, nos encontramos con unas jovencitas vestidas con el traje típico de la dinastía Han. Posaron amablemente para nosotros y en sus selfies. La verdad es que, en este viaje, hemos podido disfrutar de la fotografía de retratos ya que la gente de este país, al igual que en India y Nepal, se prestan a ser fotografiadas con una alegre sonrisa. Ell@s también nos pedían fotografiarse con nosotr@s...

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Las chicas con trajes de época aparecían por todos lados. Jesús, como veis en la foto, no dejó escapar la oportunidad de hacerse una foto.
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Street-Photography uno de los atractivos de nuestro viaje a China.

  Tras la visita a la Gran Pagoda del Ganso Salvaje volvimos por nuestros pasos hasta el Tang Paradise Park. Por el camino aprovechamos para hacer más y más retratos. La gente en ese sentido es encantadora.

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Retratos y más retratos... Todos sonrientes como podéis ver.

  Entramos a comer en un edificio sito junto al parque. Por fuera era de lo más chick y el salón principal tenía muy buen aspecto. Nada más entrar nos ofrecieron asiento. No había nadie salvo los empleados que, en una mesa frente a la cocina, comían a turnos. Pedimos la comida y subí a lavarme las manos. Los baños y aseos estaban en el tercer piso. Llegué a la tercera planta y...

  ¡¡Oh, my Good!! ... Aquello era horrible. El olor era insoportable. Menos mal que los lavabos estaban separados de la zona de urinarios... No digo nada más. Comimos. Los platos estaban bastante buenos.

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Los platos que comimos en Xi´an, junto a la Gran Pagoda del Ganso Salvaje.

  Después de reponer fuerzas volvimos al metro y recorrimos el camino a la inversa para regresar al hotel. Descansamos un rato y aprovechamos el wifi para contactar con la familia y descargar correos y demás. Quedamos en reunirnos en el hall a las 17:00 horas para seguir con las visitas: muralla, mezquita, zoco... Cada minuto contaba; sin prisa pero sin pausa. Esa fue la tónica general del viaje.

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Como podemos ver, las bici-carros, sirven para transportar de todo...
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  Con fuerzas renovadas, tras el pequeño descanso, iniciamos el paseo en dirección a la muralla. Recorrimos las zonas verdes que la rodean por su parte interior, espacios que ocupan con pistas de deporte; ping-pong, minibasket, bádminton...
  Sobre todo, se veía a gente con cierta edad pero también encontrábamos a gente más joven. Los chinos le dan mucha importancia al ejercicio físico. Mantener el cuerpo tonificado es otra forma de medicina, en eso nos llevan años luz de ventaja. Puedes ver a personas muy mayores que aparentan quince años menos.

L@s chin@s son muy aficioad@s al deporte. 

  Subimos a la muralla por una de las puertas del sur, la Puerta de Heping. Allí mismo, en las escaleras de acceso, estaban las taquillas. En esta ocasión no había descuento para los "mayores". Cada uno pagamos 54 yuanes ( unos 7 € ). 

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Anverso y reverso del ticket de entrada a las murallas de Xi´an.
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Las impresionantes y bien cuidadas murallas de Xi´an.
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  La muralla que rodea la ciudad de Xi'an, es la mejor conservada de todas las que defendían las grandes ciudades de China. Fue construida durante la dinastía Ming, entre los años 1374 y 1378, sobre los cimientos de la antigua ciudad imperial de la dinastía Tang.

  En la actualidad la totalidad de ella sigue en pie. Es un claro ejemplo de las técnicas militares antiguas. Tiene forma rectangular y una longitud aproximada de 14 kilómetros. Su altura es de 12 metros y el ancho varía entre los 18 metros en su base y los 15 metros en la cumbre. Alrededor de toda la -en aquel entonces- inexpugnable muralla, se encuentran torres de vigilancia y diversas edificaciones defensivas. 

Rostros, formas y colores, todo llamaba mi atención.

  Con su construcción se quería proteger a la ciudad de los posibles ataques de tribus bárbaras ubicadas al norte y al oeste del país. Tiene una puerta mayor por cada uno de los puntos cardinales y dieciocho puertas en total. La entrada principal a la ciudad se realizaba por la puerta sur. Cada una de las puertas tiene tres partes: una parte exterior que servía para defender la ciudad; una parte intermedia que se utilizaba como "trampa", compuesta por un pequeño patio en la que los asaltantes se quedarían sin posibilidad de refugio; y una parte interna, utilizada para controlar la ciudad. Está formada por varias instalaciones militares defensivas, como el foso, el puente colgante, la torre de flecha, la torre de esquina y la fortaleza, que permiten descubrir concretamente los medios utilizados en tiempo de guerra, así como la construcción urbana y el arte arquitectónico de la antigüedad.

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Las jovencitas disfrutan con los selfies.

  A lo largo del día se celebran distintas actividades, todas a tope de público local como podéis imaginar. A las 9:30 comienza la ceremonia antigua en la Puerta Sur. Más tarde hay unos espectáculos folklóricos en la Puerta de Wengcheng. Los cambios de guardia, etc, etc.
​  Con sus danzas y marchas militares  y, vistiendo los trajes típicos, traen una idea de cómo debió ser la época entre el año 618 al 917, en la zona cosmopolita más importante de la tierra en ese momento. Lo malo, como os comento, es que siempre está abarrotado de gente y para coger sitio tienes que perder unas horas que valen su precio en oro.

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  Con un tiempo atmosférico maravilloso para pasear, algo nublado pero templado, fuimos recorriendo un buen tramo de la muralla. Se pueden alquilar bicicletas para dar la vuelta completa a todo el recorrido, pero nosotros nos fuimos centrando en la gente que por allí paseaba. Chicas con trajes de época, jovencitas haciéndose selfies, parejas de enamorados posando melosamente...

Más y más posados, siempre sonrientes.

  Tras tomar un refresco en un puesto y empatizar con algunas de las jóvenes que, como almas perdidas en otra época de la historia,  por allí pululaban, decidimos bajar por la South Gate en busca de la Gran Mezquita de Xi´an.

* Información sobre The Xi´an City Wall:
  Ubicación: Xi´an City Center (Xi´an)
    Precio de la entrada: 54 yuanes 
    Horario: de 08:00 a 17:00 h

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Vamos, mamá !! Posa con la niña...

  Salimos al centro de la antigua Ciudad Imperial. Después de andar un buen rato - alrededor de kilómetro y medio - pasamos frente a la Bell Tower (Torre de la Campana). Había que girar hacia el oste y llegar a la Drum Tower (Torre del Tambor). Desde ahí se accedía al barrio musulmán y a la Gran Mezquita.

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A la izquierda la Torre de la Campana; a la derecha la Torre del Tambor, dos bellos edificios dentro de las murallas de Xi´an.

  El espacio que ocupaba la antigua Ciudad Imperial, es decir, el interior de las murallas, tiene 3 kms de ancho de norte a sur y 5 kms de este a oeste, es decir, 15 Kms cuadrados. Como podéis imaginar, sin conocer la zona, es como buscar una aguja en un pajar.

  La Gran Mezquita cerraba a las 19:00 horas y el tiempo se nos echaba encima. Incluso teniendo un pequeño plano turístico se nos hizo imposible encontrarla.

  Entramos en la calle Beiyuanmen y el anochecer nos sorprendió en las puertas del zoco...

La calle Beiyuanmen da acceso al zoco del barrio musulmán de Xi´an .
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  Con mas de 1.000 años de historia, el Barrio Musulmán sigue siendo el hogar de la comunidad musulmana que vive en Xi´an. Formado por antiguos comerciantes y mercaderes asentados en la ciudad durante la época de la antigua Ruta de la Seda, el barrio ofrece la oportunidad de pasear por una de las zonas mas antiguas de la ciudad y disfrutar de una gastronomía única.

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El colorido inundaba los puestos del zoco de Xi´an.

  ¡¡ Era impresionante !!

 Cientos y cientos de personas, caras de todas las etnias chinas, olores a especias; colores en los puestos, en las ropas, en las comidas; bullicio... Mucho bullicio.
Cuero, cerámica, telas, madera, metales... Musulmanes, huis, tibetanos, mongoles, hanis, tayikos, uzbekos, uygures, manchús, kazajos... Flores, frutas, carnes de todo tipo, frutos secos, postres dulces y salados, pasta, licores, zumos...
¡¡ Aquello era el paraíso para la fotografía !!

  La Gran Mezquita, inconscientemente, pasó a un segundo plano. Inmersos en aquella vorágine, en aquella marea humana, en aquel dulce y ensordecedor jaleo, solo quedaba zambullirse de lleno y disfrutar. 

  Recorrimos el zoco hasta el final de la calle Beiyuanmen. Otro ramal penetraba en sentido opuesto pero, las mujeres, más pacientes que el santo Job, dijeron que ya era suficiente. Era el momento de regresar. No habíamos encontrado la Gran Mezquita y además a esa hora estaba ya cerrada. 

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Personas de todo tipo se dejaban fotografiar sin ningún prejuicio.
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Puesto a puesto, los olores, el ruido y el colorido iban penetrando en nuestros cinco sentidos.

  Al volver sobre nuestros pasos, en la entrada al barrio musulmán, nos dimos de bruces con el indicador de la Gran Mezquita. Estaba situado en una pared tras el andamiaje de unos de los puestos de la entrada al zoco. Habíamos estado parados allí mismo pero, como al entrar quedaba a nuestra espalda y "camuflado" entre bolsos y camisetas, ni nos dimos cuenta de ello.
  Eran casi las 20:30, ya de noche cerrada. Salimos a la plaza donde se ubica la Bell Tower pero no encontramos nada de nuestro agrado para cenar. 
  Allí se perdía la magia del zoco y el agobio del tráfico nos devolvía a la realidad, sacándonos de un plumazo,  del "trance" en el que habíamos estado inmersos.

Sobre todo, simpatía.
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Mientras nos engullía la noche, el zoco de Xi´an se convirtió en el paraíso del retrato.
Las distintas etnias y sus distintas cocinas nos dieron mucho juego.

  Dimos una vuelta por los alrededores pero no llegamos a decidirnos. Algunos restaurantes estaban bastante llenos, otros no tenían buen aspecto, otros eran de comida para llevar... Así que, caminando y caminando, llegamos a la calle principal junto a la parada del suburbano. La noche se nos había echado encima...

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A la derecha la Torre del Tambor y a la izquierda la Torre de la Campana iluminadas en la noche de Xi´an.

  Hablamos de coger el metro pero, al final, nos decantamos por un taxi. Paramos uno en la South Street, justo a la derecha de la Bell Tower. Le enseñamos al taxista la tarjeta del hotel y tras mirarla varias veces asintió y arrancó dirección sur. Había algo de tráfico pero nada de atascos. Exhaustos, cansados del trajín de un intenso día, a eso de las 20:40 nos dejó en la puerta de nuestro hotel. La carrera costó 9 yuanes ( 1,2 € ), más barato que un sólo billete del metro. La verdad es que, salvando las horas punta para evitar atascos, moverse en taxi era lo más práctico. Ahora... A cenar.

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La cena que nos sirvieron en el restaurante sito frente al hotel.

  Vimos que frente al hotel, al otro lado de la calle, había un par de restaurantes. Cruzamos, vimos uno y el otro y nos decantamos por el segundo. ​Entramos y nos colocaron en una mesa junto a la cristalera del escaparate. No había apenas gente. Pedimos cuatro platos combinados y una sopa para Jesús. Nos tomaron nota y mientras esperábamos entró una pareja con dos niños. Sacaron la jarra de agua caliente y tocó el momento de risas. Pedimos unas cervezas y agua para mi...
Agua embotellada no había, así que pedí un refresco. Llegó la cerveza, caliente como un caldo. Unas llamadas 9º... :-), cerveza nacional, suave y flojita según comentó Rosa.
  Cenamos bastante bien. No recuerdo cuanto pagamos, unos doscientos yuanes, unos 25€ entre todos, con refresco y cervezas incluidas. Luego, tras un rato de sobremesa, nos fuimos a descansar. Primero descargué las fotos, después a dormir. La espalda agradecía que hoy tocaba cama... ¡¡ Que gozada !!


  Mañana estaba programada la visita a los Guerreros de Terracota, uno de los grandes atractivos del viaje, junto con las Grutas de Mogao y las Montañas Arcoíris.

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Xi´an - Zhangye

El reloj sonó a las 06:30 horas. Habíamos quedado para desayunar a las 07:00 ya que el taxista vendría a buscarnos a eso de las 08:00. Esta noche si que dormimos bien. El Xian Peace Arch Hotel, aunque un poco escaso de personal, era

nuevo y con una relación calidad-precio muy buena. Pagamos 270 yuanes ( 35 € ) por una noche. La habitación era amplia, confortable y la cama muy cómoda. El desayuno estaba incluido. Se presentaba otra excitante jornada; visita a los Guerreros por la mañana y Gran Mezquita por la tarde, con el posterior traslado nocturno en tren hasta Zhangye.

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Arriba la entrada al recinto.
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  Subimos a la planta siete pensando en encontrarnos con el típico desayuno chino. Para nuestra sorpresa, además de la comida china, nos encontramos con bollos, algo de fruta, mantequilla,  y... ¡¡ Café !!
  Desayunamos de lujo, bueno, por lo menos yo me quedé muy a gusto. Faltaba el zumo y algunos cereales pero, podemos decir que bien.
​  Conecté el wifi y, por medio de Wechat, me puse en contacto con Dong-Dong, un taxista de Zhangye que me pasó el hotel donde teníamos hecha la reserva en esa ciudad. Quería confirmar que nos recogería en la estación al día siguiente. Me contestó enseguida con un OK.

  Después, tras lavarnos los dientes y demás, cogimos las cámaras y las reservas de las entradas y bajamos al hall. Había leído que las colas para sacar las entradas sin reserva previa eran descomunales y, además, debíamos tener en cuenta que coincidía en sábado. Por eso, reservé las cuatro entradas desde la plataforma on-line Get Your Gide que, para ser sinceros, debo decir que funciona con total fundamento.

A la izquierda las taquillas para recoger los tickets.

* Información sobre The Terracotta Warriors:
   Ubicación: Lintong (Xi´an)
   Precio de la entrada: 150 yuanes 
   Horario: de 08:00 a 18:00 h

  Antes de irnos a ver los Guerreros de Terracota dejamos hecho el chek-out, ya que regresaríamos más tarde de las 12:00 horas. En el hotel accedieron, sin problema, a guardarnos las maletas hasta la tarde. Posteriormente, a la hora convenida, llegó el taxi. Resulta que venía a por nosotros pero no era el hombre del día anterior sino otro tipo.
- Sí, es el mismo -decía Rosa.
- Que no -le decía yo. Efectivamente era otro hombre.
  Montamos en el taxi y arrancamos dirección Lintong, donde se ubica el mausoleo del emperador Quin Shi Huang. Nos separaban unos 45 km, algo más de media hora, o cerca de una, según la intensidad del tráfico. El cielo estaba nublado. Las predicciones meteorológicas anunciaban algo de lluvia. En realidad, la sensación era de bochorno, con 24ºC pero una humedad relativa muy alta.
  El viaje se me hizo largo, al final fue casi una hora. El trayecto, en su primer tramo, nos enseñó la verdadera magnitud de la ciudad de Xi´an. Unos cuantos kilómetros de anchas avenidas abarrotadas de coches y torres de viviendas prácticamente iguales en su ejecución. La verdad es que, Mr. Marshall, está metido de lleno en la sociedad china y por todos lados podíamos ver anuncios de marcas como Mc. Donald´s, Apple, Nike, etc. No tienen muchos escrúpulos en plantar un entramado comercial delante de sus joyas arquitectónicas... Una pena, pero... Poderoso caballero es don dinero. Todo está enfocado, creo yo,  al turismo interior que es, en realidad, quien mueve su economía.

Un poco de historia:
En marzo de 1974, un humilde agricultor llamado Yang Zhifa junto con sus cinco hermanos y su vecino Wang Puzhi, cavaban un pozo en sus tierras sembradas de granados y caquis, en un pueblo situado a una hora al noreste de Xi'an. Sus palas golpearon una pieza de terracota que, al principio, confundieron con una imagen de Buda. Lo que los campesinos habían hallado resultó ser uno de los mayores descubrimientos arqueológicos del siglo XX: miles de guerreros de terracota de tamaño natural y hábilmente esculpidos en el siglo III a. C. bajo el reinado de Qin Shi Huang, el emperador que había unificado el país. El descubrimiento entusiasmó a China y al mundo entero.
  Desde 1987 están considerados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

  Los Guerreros de Terracota, son un conjunto de más de 8.000 figuras de soldados, carros y caballos a tamaño real, que fueron enterradas en formación de batalla cerca de la tumba-mausoleo del emperador Qin Shi Huang que unificó China el año 221 a. C., forjando así su vasto imperio mediante la imposición de sistemas únicos de escritura, dinero, pesos y medidas, y creando un sistema de canales de riego y una red caminos que unían cada esquina del territorio.
Enterrando estas estatuas se creía que, el emperador, seguiría teniendo tropas bajo su mando en la otra vida, creencia muy arraigada en la China de aquella convulsa época.
  Además de los Guerreros, colocados allí para vigilar y salvaguardar el mausoleo y los secretos del imperio subterráneo de Qin Shi Huang , se cree también que hay ríos de mercurio que rodean la cámara funeraria del emperador y ballestas mecánicas que protegen las entradas y pasillos.  De momento, hasta que la tecnología encuentre una forma de poder entrar sin dañar su contenido, los secretos del mausoleo quedarán a salvo. Mientras tanto, más de un millón y medio de personas visitan todos los años el yacimiento arqueológico de Xi´an.
  Enterrados en formación, en trincheras forradas de ladrillo, cada guerrero parece tener su propio carácter aunque, en realidad, sus rostros con bigotes se derivan de 10 tipos básicos. El tiempo y los estragos de la naturaleza también los privó de las verdaderas armas que alguna vez portaron. Curiosamente, el gran número de figuras y su arsenal, sugiere que se esculpieron a través de una forma temprana de producción masiva. Hasta la fecha, se han descubierto tres fosos a un kilómetro y medio al este de la tumba del emperador. 

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  Las figuras enterradas son de colores vivos y brillantes, pero este color se pierde apenas transcurren cinco horas de exposición al aire, debido a la oxidación. Creo que, una empresa alemana, está buscando una técnica que permita fijar los pigmentos naturales para mantener los colores de origen; por el momento, hasta encontrar una solución, se ha pospuesto la excavación de nuevos fosos.

Recreación de los guerreros en estado original.

  Nada más llegar al destino, pudimos comprobar que, aún siendo temprano -no habían dado las 09:00- aquello estaba ya a rebosar. Multitud de coches, decenas de autobuses y una ruidosa marabunta que se encaminaba a la zona de retirada de entradas. Una gigantesca estatua del emperador que unificó todos los reinos de la antigua China presidía la explanada donde se ubica el complejo. Al fondo, recortando el azul del cielo, la silueta de una colina nos enseñaba el lugar donde está enterrado Qin Shi Huang.
  Los masivos grupos de turistas chinos me recordaban los documentales que, sobre África, se ven en La2. Parecían esas enormes manadas de ñus cuando, guiadas por su líder, cambian espasmódicamente de rumbo en plena carrera por la sabana, perseguidas por algún guepardo...
  En un momento, sin apenas hacer cola, recogimos las entradas enseñando la reserva de Get Your Guide. ¡¡Fantástico!! 

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La reserva on-line de Get Your Gide.
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Estas son las entradas oficiales sacadas en taquilla.
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  Entramos y, atravesando durante unos diez minutos una maravillosa arboleda, nos dirigimos hacia el Centro de Interpretación. Allí se explicaba, mediante unos paneles, la historia del hallazgo y las fases de los trabajos de excavación en los distintos fosos abiertos. Además, como no podía ser de otra manera, paneles llenos de fotos y datos volvían a hacer una descarada y abusiva propaganda del régimen. 

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A la izquierda el paseo entre árboles camino del Centro de Interpretación que vemos a la derecha.
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El foso Nº 2 apenas está excavado, tan sólo tiene alguna cata.
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Los enigmáticos Guerreros de Terracota de Xi´an. Dicen ser la Octava Maravilla del Mundo. Las esculturas maravillosas, la masificación agobiante.
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  Después de recorrer el Centro de Interpretación entramos en el foso  2. Allí se puede ver como se hacen las primeras catas y los trabajos previos de acotación del espacio a excavar. Está prácticamente virgen, tan solo algunos agujeros abiertos, por donde asoman ruedas de algún carro y cuerpos mutilados dan fe de que, allí abajo, hay más guerreros sepultados y de que tardarán todavía muchos años en ver la luz de la actual Xi´an.

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El foso Nº 1 es el que únicamente está terminado de excavar.
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  Luego nos dirigimos hacia el foso Nº 3. De camino vimos unos baños públicos. Jesús necesitaba entrar; le esperamos, claro está. Salió "transformado", como si le hubiesen abducido, anestesiado o borrado el cerebro...
- ¿Qué pasa Jesús ? -le pregunté.
- ¡¡ Dios, mío... Es lo más sucio y repugnante que he visto en mi vida !! -contestó todavía medio trastornado.
- Os aconsejo que no entréis; No digo más...
  Bueno, ya estaba todo dicho. Es un grave problema el de la gestión de residuos fecales en los lugares públicos... Muy grave. Hago este comentario para incidir en que, si vais a China, vayáis preparados. Sin más.

 

  Entramos al foso Nº 3. Allí se encuentra la llamada Fosa de los Generales y es la zona donde se encontraron las figuras de los oficiales de alta graduación del Ejército de Terracota.

  El foso Nº 1, contiene más de 7.500 guerreros. Las figuras son a tamaño natural; miden 1,80 m de altura y están equipados con armaduras fabricadas también con terracota. Cada una de estas figuras tiene rasgos y características diferentes: bigotes, peinados, jóvenes, viejos, distinta etnia. Las cabezas y las manos se moldeaban aparte y luego se añadían a los cuerpos. Los uniformes reflejan también los rangos militares a los que pertenecen. Cada soldado llevaba un arma: arco, lanza, espada, etc.
​  Sabíamos que entrar en el foso Nº 1 implicaría sufrir un poco las consecuencias de la masificación pero jamás, en ningún momento, nos podíamos imaginar que podría llegar a ser tan angustioso y claustrofóbico. El gentío era impresionante. La "marea" de gente daba más miedo que cualquiera de las ciclogénesis explosivas que puedan chocar contra el rompeolas del Paseo Nuevo de Donostia. Pero estábamos en Xi´an, en las excavaciones de los famosos Guerreros de Terracota...  ¡¡ Teníamos que verlos !!
  Nos acercamos a la balconada frontal. De repente, como si del ojo de un gigantesco huracán se tratase, la fuerza de aquella salvaje masa de gente nos empujó hacia el interior. Empujones, codazos, pisotones... Todo valía para mantener la verticalidad. Conseguimos llegar hasta la barandilla y, a duras penas, hacer media docena de fotografías. Justo, en ese crítico momento, se me acabó la batería de la full-frame...

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Paso a paso de la creación de un Guerrero de Terracota.

- ¡¡¡ Maldita sea !!! -no me había dado cuenta de que se me acababa antes de entrar.

  Juré en todos los idiomas que me vinieron a la cabeza... No podía girarme para sacar otra batería de la mochila. Le dije a Rosa si ella podía ayudarme pero ella estaba en la misma situación. Total que nos movimos de allí como pudimos y, tras juntarnos con Isabel y Jesús, salimos de la zona de influencia de aquel remolino y nos dirigimos al pasillo lateral de la izquierda para iniciar la vuelta al perímetro del foso. ¡¡ Aire !! ¡¡ Por fin, aire !!
  La fantástica experiencia de ver esa faraónica obra, se vio alterada por la angustiosa situación vivida, al borde de la avalancha y el aplastamiento.

  Recorrimos hasta el fondo el foso Nº 1. Concentrado en su parte posterior, se puede ver todo el trabajo que conlleva la excavación. Una zona inicial con el trabajo terminado; una segunda zona con los trabajos actuales y, una tercera zona, con los trabajos de datación, limpieza y ensamblaje de las piezas. Los pedazos extraídos se pegan y se sujetan con cintas hasta su reconstrucción final.

¡¡ Un auténtico trabajo de chinos !! ;-)

  Después de aquello, estaba todo visto. Salimos, Isabel se sentó a fumarse un cigarro y, enseguida, acudió una jovencita muy simpática a realizarle una encuesta. Con la elegancia que le caracteriza, Isabel, se declaró asombrada por la magnitud del yacimiento y reclamó la falta de más idiomas en los folletos informativos impresos que tan solo se hayan en chino e inglés.

* El enigma de los rastros genéticos griegos. 

( Lee el artículo en este enlace )

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Este muñeco, con la imagen de un guerrero,
lo entregaban tras hacer la encuesta.
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Imágenes del fondo del foso Nº 1 con los trabajos
de datación y reconstrucción.
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  Tras ese momento de interacción nos dirigimos hacia la salida. De camino, vimos lo que parecía una cafetería y entramos. Resultó ser un salón de té, un enorme salón de té. Metidos ya en la "ratonera", nos sentamos y nos "agasajaron" con una cata de diferentes tés; rojo, negro, verde, de frutos rojos, blanco... Al final, como cabía de esperar, para salir de allí dignamente, acabamos comprando alguno de ellos. Yo compré el de flores y frutos rojos... Nos dieron un buen sablazo.


  El recorrido hasta el parking era otra "trampa" de esas que los chinos saben preparar estupendamente. Alrededor de un kilómetro abarrotado de restaurantes, locales de tatuajes, locales para fotografiarse con los trajes de época y tiendas de todo tipo; "pitxias", helados, comida rápida, joyas, ropa, bebidas, postres...

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El salón de té de los Guerreros de Terracota.
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De regreso al parking atravesando el obligado paso por la zona de tiendas.
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  Llegamos al coche a la hora convenida. Empezaban a caer unas gotas aunque, en ningún momento, fue ni tan siquiera un txir-miri
  Volvimos charlando, contándonos experiencias y anécdotas de nuestras vidas, en una amena conversación donde no faltaron las notas de humor de Jesús. 
  Señalando sobre el plano, le pedimos al taxista que nos dejase en el centro junto  la Bell Tower. El hombre, serio y poco expresivo, asintió. Alrededor de las 15:00 horas estábamos en el centro de la ciudad y entramos a comer en un moderno centro repleto de bares y restaurantes. Nos decantamos por uno de comida china. Tocaba reponer fuerzas...

De regreso a Xi´an el tráfico era más pesado.

La otra cara de un grandioso descubrimiento:
​  Como os he contado, Yang Zhifa, junto a sus cinco hermanos y Wang Puzhi, descubrieron las esculturas en 1974. Tras esto, a estos pobres agricultores que tan solo buscaban agua para regar sus campos, les expropiaron las tierras a causa del interés turístico y, en 1997, pobre y enfermo, Wang Puzhi... Se ahorcó. Tres años después, Yang Wenhai y Yang Yanxin, enfermos, sin tierras, desempleados e incapaces de poder pagarse asistencia médica, murieron apenas cumplidos los cincuenta.
  En 2007, Liu Xiquin, esposa de Yang Quanyi, cuya casa familiar había sido demolida, dijo en una entrevista que su marido temía que él y sus hermanos pudieran haber desenterrado un maleficio al despertar de su eterno descanso a los ejércitos del emperador. Todavía se pregunta si, tal vez, los soldados debían haberse quedado bajo tierra... Para siempre.

  Comimos tranquilamente y repasamos el planing del viaje. El tren hacia Zhangye partía a las 20:30, así que, como estábamos muy cerca, nos daba tiempo para ver la Gran Mezquita. 
  Tras una corta sobremesa, nos adentramos en las calles del zoco que fluían hacia el oeste. El indicador que rezaba Great Mosque quedaba a nuestra izquierda. En el inicio de la West Yangshi Street, los olores, el bullicio, la sucesión de puestos y la diversidad en los rostros y ropas me metieron, de nuevo, de lleno en un dulce delirio...
  Esa calle estrecha, cubierta por su parte superior de toldos y telas, me recordaba al zoco de Marrakech, pero me sentía bastante más libre al poder fotografiar a la gente sin impedimento alguno y recibiendo unas gratificantes sonrisas.

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Pienso que una de las mejores maneras de definir un país son las fotografías de su vida cotidiana... ¡¡ Me encanta !!
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Pese a su religión (en otros lares sería impensable levantar la cámara) el barrio musulmán de Xi´an nos regaló decenas de retratos y sonrisas.

  En esta ocasión, sin pérdida alguna y atravesando el animado zoco, llegamos a la Gran Mezquita. Jesús e Isabel enseñaron los pasaportes y entraron sin pagar. Rosa y yo, en cambio, tuvimos que pagar cada uno los 25 yuanes ( 3,2 € ) que valía la entrada.

  La Gran Mezquita de Xi'an es una de las mayores mezquitas de toda la R. P. China. Localizada en el distrito musulmán de la minoría hui, ocupa un área de 12.000 m2. repartidos en cuatro patios y repleta de hermosos jardines. Al ser la más importante al noroeste China, goza de la fama de ser considerada "la pequeña Meca". En el barrio musulmán se le conoce como el Templo Dongda. Fue construida en el año 742 durante la dinastía Tang para poder atender a los, cada vez más numerosos, creyentes musulmanes que habitaban en la ciudad.
  En aquella época Xi'an era el punto de partida de la Ruta de la Seda y atraía a un gran número de mercaderes de Asia Central, sobre todo persas y afganos. Así, la religión musulmana comenzó a difundirse en China. Para que pudieran cumplir con sus actividades religiosas, el emperador ordenó construir un recinto donde pudieran libremente profesar su religión. Los musulmanes se reunían entorno a la mezquita y así surgió el barrio.

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* Información sobre The Great Mosque of Xi´an:
    Ubicación: Huajue Xiang, 30 (Xi´an)
    Precio de la entrada: 25 yuanes 
    Horario: de 08:00 a 17:00 h

Ticket de entrada a la Gran Mezquita de Xi´an.
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A la izquierda el minarete de estilo chino; a la derecha las salas dedicadas a enseñar el árabe.

  La Gran Mezquita de Xi’an es diferente a otros templos del mismo estilo en otras partes del mundo porque, aunque es igual de tranquilo e histórico, tiene características especiales que la convierten en inigualable. Una de las cosas que más llama la atención es la ausencia de elementos de la arquitectura tradicional árabe, por ejemplo en lugar de minaretes hay pabellones chinos o en lugar de cúpulas están los típicos aleros de los templos chinos. La Sala de Oración es la única que conserva elementos musulmanes, las paredes están decoradas con tablas de ébano donde se encuentran grabados algunos versos del Corán. Por lo demás, como todas las mezquitas, está orientada en un eje que va de oriente a occidente.
​  Después de cruzar el minarete, los creyentes deben lavarse en el cuarto de la izquierda. En cuanto a las habitaciones de la derecha, se usan como pequeña escuela para enseñar el árabe a sus fieles y, de esta manera, puedan leer el Corán. ​​

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Diferentes arcos a lo largo del pasillo central te llevan al salón principal y etalles de la arquitectura mezcla de estilos chino y árabe de la Gran Mezquita.

  En sus paredes se ven diseños de nenúfares y en el suelo, relieves con la imagen de un dragón. Los tejados adornados en sus cumbreras por figuras de pequeños dragones, atestiguan la influencia china en la construcción. En el salón principal solo se permite el acceso a los musulmanes.

  Nos habíamos desperdigado por el recinto, cada uno observando lo que más le llamaba la atención. Poco a poco confluimos frente a las puertas del salón principal. Era muy distinto de las mezquitas que vimos en Marruecos. Aquí no había tensión, se respiraba paz y sosiego. Está claro que, la religión no hace distintas a las personas sino que, las características sociales y culturales son las que hacen a cada uno como es.
  La verdad es que disfruté de la visita al barrio musulmán de Xi´an, de su mezquita, de su zoco y de su gente. Me sentí libre, sin presiones. Me sentí aceptado y respetado.

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Recorriendo los pasillos de la Gran Mezquita.
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Estos tres hombres alucinaron al saber que quería fotografiarlos. 
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Gorros y pañuelos musulmanes a lo largo de las entrelazadas callejuelas del zoco.

  Tras la visita a la Gran Mezquita, salimos de nuevo a las callejuelas del zoco. La tarde avanzaba, eran los últimos coletazos de nuestra estancia en Xi´an. Había que disfrutar de ellos.

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Decenas de sonrisas por las callejuelas del zoco.

  La hospitalidad de su gente, las sonrisas de pequeños y adultos, la gran variedad de rostros, sombreros y trajes típicos, se ganaron mi atención desde el primer momento. En nuestro periplo por Xi´an, la muralla medieval y la Gran Pagoda del Ganso Salvaje -por la carga histórica en la Ruta de la Seda- fueron lugares que me gustaron bastante, pero el barrio musulmán, con sus olores, sus puestos de carnes, dulces, verduras y frutas de todo tipo, los maestros artesanos preparando los típicos fideos chinos, orfebres, ebanistas, caldereros -profesiones prácticamente desaparecidas en Europa que allí se muestran sin tapujos a pie de calle- todo ello, esa inmersión en un "mundo pasado", ha hecho que recuerde con cariño y simpatía cada fotografía que de ellos guardo. 

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 Salimos hacia la plaza donde se ubica la Bell Tower. Allí, se nos acercaron dos simpáticas niñas, charlatanas, dicharacheras y sin complejos...
- Hello !! Where´re you from ?
- Hi !! We´re from Spain.
- We´re studying English and we want to talk with you... What´s your name ?

- My name is Paco. Nice to meet you.
- Oh ! Nice to medet you, too.
  Bueno y así, tras cruzar cuatro frases, se fueron contentas de practicar su inglés... 

Las niñas que querían practicar su inglés.
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​Posados y más posados. Siempre sonrientes, siempre agradecidas... ¡¡ Qué maravilla !!
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  Nosotros continuamos nuestro camino, eran algo más de las 17:30 y debíamos volver al hotel a por el equipaje, coger un taxi y partir hacia la estación en busca de nuestro nuevo destino... Zhangye.
  Como había algo de tráfico, decidimos ​coger el metro. Línea 1, transbordo a línea 2 y transbordo a línea 4 hasta la parada de Heing Ping Men en la parte sur de la muralla.
  Luego, en el hotel, nos dieron nuestras maletas. Recogimos cámaras y demás para preparar el viaje en tren. Conectamos el wifi y sobre las 18:45 le pedimos al chaval de recepción que, por favor,  nos llamara a un taxi. Descolgó el teléfono y habló con alguien. 

- It´s OK ? -nos dijo.

Camino de North Street para coger un taxi hasta el hotel. Enfrente The Bell Tower.

  Salimos a la calle y nos situamos frente al hotel. Diez minutos más tarde seguía sin aparecer ningún taxi. Isabel volvió a entrar y salió irritada...
- ¡¡ Ahora me dice que tenemos que pararlo nosotros !!
- ¡¡ Su #### madre !! -dije yo cabreado.
El tiempo se nos echaba encima. Eran algo más de las 19:00 y la incertidumbre de no saber cuanto tiempo nos llevaría llegar hasta la estación, nos hizo ponernos algo nerviosos...
  Perder un tren o un enlace de lo que fuese, haría que el viaje se viese completamente trastocado y aunque tenemos capacidad de reacción, la barrera del idioma ralentizaría todo sobremanera.
  Según cruzábamos la calle, Rosa, hábilmente paró un taxi. El taxista aparcó y bajó para cargar el equipaje. 

- Please, let´s go to railway station. We have to take the train to Zhangye...  cara de circunstancias...
Le enseñamos el billete del tren y con eso estaba todo arreglado. El hombre afirmó con la cabeza y, tras colocarnos todos dentro, arrancó hacia la estación.

  En unos veinte minutos estábamos en la estación. Pasamos el control de seguridad y buscamos la sala de espera de nuestro tren, el K679, con destino Zhangye. Eran alrededor de las 19:40. 

  Aprovechando los últimos minutos, fuimos a comprar algo de comida para cenar y desayunar al día siguiente. El tren tenía la hora de llegada a las 11:30 y convenía comer algo.

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El billete del tren para Zhangye y la "suculenta" cena de esa noche.

  La sala de espera de nuestro tren, más o menos vacía a nuestra llegada, empezó a llenarse de gente. Es impresionante la cantidad de personas que se mueven todos los días de una ciudad a otra. Además, en el tren puedes ver de todo; desde la refinada ejecutiva, pasando por una familia con cinco hijos, hasta el campesino cargado con unos inmensos fardos. 

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La estación del tren casi vacía a nuestra llegada.
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Aquí, el momento de anunciar la apertura de las puertas.

  A las 20:00 horas abrieron la puerta para acceder a la zona de embarque. De entrada parece que los chinos son mal educados pero, cuando convives con ellos, te das cuenta de que es su ritmo de vida lo que les hace ser así. Al ser tanta gente la que se mueve para todos lados, no puedes "dormirte en los laureles" porque la inercia de la masa arrastra al mas débil. Sin embargo, y Rosa es testigo de ello, cuando te ven en apuros te ayudan.
  Cuando abrieron el embarque, el pasillo nos llevó, escaleras abajo, hacia la zona de andenes. Después tocaba pasar subterráneamente una vía y subir al otro andén. Yo iba cargado con dos maletas y Rosa llevaba la suya y la bolsa de la comida. En un momento del trayecto, escaleras arriba, se le trabaron las ruedas de la maleta y un hombre, muy amablemente, se la subió hasta el pasillo del andén. 

  Buscamos el coche Nº 10 y, tras enseñar los pasaportes en la puerta, subimos sin más demora. Enseguida encontramos nuestro sitio. En esta ocasión viajábamos los cuatro juntos en el mismo camarote. Nos acomodamos. El tren arrancó y, después de que pasara la revisora a recogernos los billetes, nos pusimos a cenar. Otra vez fideos chinos deshidratados... ¡¡ Qué ricos !!
Mis compañeros los acompañaron con unas "chingao". Luego unas galletas de postre y, tras cambiarnos y lavarnos los dientes en el baño, que en esta ocasión estaba bastante más sucio, nos acomodamos en las literas para intentar descansar. Teníamos por delante un largo viaje, nada más y nada menos que catorce horas...

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Zhangye

Me levanté, algo antes de las 06:00 horas, con una necesidad imperiosa de vaciar la vejiga. Llevaba despierto un buen rato, pero no quería molestar a la gente que dormía plácidamente. Hacía ya tiempo que había amanecido. Salí al pasillo y

pude comprobar que el paisaje iba cambiando. Las tierras de regadío se alternaban con amplias zonas medio desérticas. Viajábamos hacia el oeste en dirección al desierto de Takla Makan.

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  A partir de ahora el viaje transcurriría por la provincia de Gansu. Como os decía al inicio del diario, alteramos el orden secuencial del viaje. Desde Xi´an hasta Lanzhou -que sería el siguiente destino- sólo había trenes de alta velocidad diurnos. Con ello perdíamos un día hábil. Además el traslado Lanzhou-Zhangye de apenas seis horas nos obligaba a una de estas dos cosas; o madrugar en exceso ( hablamos de salidas a las tres de la madrugada ) ó trenes a partir de las 22:00 horas y llegadas a destino a unas horas bastante complicadas (04:00). Los traslados Zhangye-Jiayuguan y Jiayuguan-Dunhunag eran más factibles pero, después,  Dunhuang-Shanghái en avión era imposible por los elevados precios ( + de 800 € ) y dos escalas. Por lo tanto, después de darle vueltas elegí la opción de viajar de noche y ahorrar dinero, pero sobre todo... TIEMPO.

El corredor de Hexi,  en pleno corazón de la R. P. China.
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El paisaje, camino de Zhangye, iba alternando cultivos y tierras áridas medio desérticas.

  Poco a poco se fueron despertando los demás compañeros. La impresión general, dentro de lo que es dormir en el tren, era que habíamos descansado. Desayunamos un zumo, plátanos y galletas que habíamos comprado la víspera. Después, tras unas fotos y un rato de charla, cuando nos dimos cuenta, pasó la revisora a devolvernos los billetes y a avisarnos que en media hora llagábamos a nuestro destino.

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La estación de Zhang Ye o Zhangye.

  Unos minutos más tarde del horario previsto llegamos a Zhangye. En el exterior de la estación nos esperaba Dong-Dong. Había venido acompañado de otro colega para poder llevar las maletas sin que tuviésemos que cargar nada en los asientos delanteros como había pasado la mayoría de las veces hasta ahora. Un gran detalle por su parte. A decir verdad, este hombre, fue todo un hallazgo; educado, atento, servicial, simpático y además -aunque a un nivel muy elemental- podíamos comunicarnos en inglés. Tengo su contacto por WeChat y, seguramente, cuando volvamos para realizar el viaje Ruta de la Seda Tramo-2, podremos contactar con él para preparar el viaje hasta Turpan.

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  Nos trasladaron, en los dos coches, hasta el hotel Holiday Inn Express. El hotel dista unos 9 kms de la estación del tren y tardamos unos 20-25 minutos en llegar.
​  La recepcionista hablaba un inglés bastante fluido e hicimos el check-in sin problemas. 

La tarjeta de visita del Holiday Inn Express.

  Dong-Dong, nos comentó que, además de las excursiones pactadas para el día siguiente -los templos de Mati Sí y las Montañas de Colores- había otra posible excursión a realizar; Pingshan Gran Canyon. Estaba lejos y además resultaba ser un treking bastante exigente de unas 4 ó 5 horas, así que desistimos. Educadamente, no insistió más. Descargamos las maletas y nos despedimos de él hasta el día siguiente. 

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  El hotel estaba muy bien, lo aconsejo. Tras subir a la habitación nos dimos una merecida ducha y lavamos algo de ropa. Luego, nos reunimos en el hall a las 13:30 horas para ir a comer algo y visitar la ciudad...
¡¡ Era un no parar !!
  Zhangye, tiene una población de 1.270.000 habitantes. En otros tiempos fue el centro de una importante ruta histórica a través del corredor de Hexi, formando parte de la Ruta de la Seda por su zona norte. La ciudad era conocida anteriormente como Ganzhou.
Marco Polo, en El Libro de las Maravillas, la llama Campichu.

Las chavalas que nos acompañaron al centro de la ciudad para comer.
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Estas simpáticas niñas nos hicieron el viaje en bus bastante ameno con sus risas y sus miradas de incredulidad al ver a unos extranjeros "perdidos" en su ciudad.

  En recepción nos dijeron que cogiésemos el bus número 4 para ir al centro de la ciudad. La parada distaba apenas 150 metros del hotel. Así que fuimos para allá. 
  En el bus viajaban dos chavalas de unos 20 añitos. Muy simpáticas. Como sabían inglés, Jesús les preguntó por algún sitio para comer. Comentaron algo entre ellas y, al final, nos acompañaron hasta un centro comercial. Su planta baja era un enorme restaurante. Por el camino fuimos viendo algunos de los monumentos de la ciudad como la Zhenyuan Tower, sita en una de las arterias principales y uno de sus estandartes turísticos. Además, las fotografías de calle, con imágenes de la gente en sus actividades cotidianas, nos daban un juego exquisito. 

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La Zhenyuan Tower.

  Zhangye, situada en pleno corredor de Hexi, no es la ciudad más famosa y popular de China, y además no suele estar incluida en la mayoría de recorridos e itinerarios que recorren el país, pero, es una ciudad con muchas y agradables sorpresas a nivel turístico y con unos alrededores impresionantes. Además, en su momento, fue un punto clave en la Ruta de la Seda y durante muchos años fue de vital importancia para las caravanas que cruzaban por esta región del mundo. Era el lugar para abastecerse y proseguir con las alforjas llenas hacia Xining. El centro de la ciudad, es muy tranquilo y colorido y pasear por sus calles se convirtió en una grata experiencia. 

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Más y más fotografías de calle... ¡¡ El paraíso !!

  Las jovencitas nos llevaron al restaurante y se preocuparon por saber si era de nuestro agrado. Les dimos el OK y las gracias por su simpatía y su ayuda y, tras pedirnos una foto conjunta, nos despedimos entre sonrisas.
  El restaurante no tenía desperdicio. Sacaban, si querías, la comida a paladas. ¡¡ Sí, sí... A paladas !! Nos sentamos en uno de los puestos y pedimos un arroz con marisco y verduras. Estaba muy bueno. Sacamos, para beber, una botella de agua y una "cervecita". Fue un rato agradable, el viaje iba saliendo bien y la camaradería reinaba en el grupo. En un ambiente relajado, riendo de las anécdotas de días pasados, comimos y organizamos la tarde.

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El restaurante, la pala de comida y la cervecita...

  El Dafo Sí Temple, está localizado en el centro de la ciudad y se postula como la visita mas importante que nos ofrece la población a nivel histórico y turístico. Lo teníamos marcado en el planing, por supuesto, así que, tras la comida y una corta sobremesa, nos dirigimos hacia allí. 

  Ha tenido varios nombres a lo largo de los siglos; Templo del Buda Kasyapa, Templo de Bojue, Templo Hongren y  Templo del Buda Reclinado. El nombre actual, "Dafo", significa Gran Buda. 

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La estupa, llamada Tu Ta, en Dafo Sí Temple, está incrustada en otro templo menor. Arriba, a la izquierda, el ticket de entrada.

  El templo, orgullo de la ciudad, data de 1098. Pasear por este complejo es hacerlo por la mismísima historia de esta zona de China. El templo Dafo sí, fue construido durante el reinado del emperador Li Qiangshun (1086-1139) a principios del s. XII. En 1028, los tibeto-birmanos se hicieron cargo de la antigua Ganzhou  y para fortalecer su dominio construyeron templos y ordenaron la traducción de las escrituras budistas. 

  La historia del templo relata que, en 1098, un monje llamado Sineng Weimie vio luces sagradas y oyó sonidos celestiales procedentes de una colina cercana al pie de una montaña. Al investigar el área, Sineng desenterró un tesoro que incluía la estatua de Buda reclinada y se dispuso a construir un gran templo en su honor. Esta imagen ha sido protegida durante siglos por los monjes budistas. Una leyenda dice que, el hijo del sanguinario Gengis Khan, Kublai Khan ( 1215 – 1294 ) nació aquí, en este templo. Por todas las estancias podemos encontrar maravillosas imágenes de Buda y de los guerreros que lo protegen.

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En el templo podemos encontrar decenas de imágenes y grabados de Buda.
Cada salón guarda un tesoro en forma de estatuas, sutras o libros budistas. 
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  Pero, el principal atractivo del templo es su enorme estatua del Buda reclinado. Está hecha de arcilla sobre un marco de madera y representa el logro del nirvana del Buda Gautama o Sakiamuny. Tras él, de pie, se encuentran sus diez discípulos. Con 35 m de largo y 9 m de alto, se cree que es la estatua de un Buda reclinado más grande del mundo. La sala que contiene al Buda tiene un mural de la dinastía Qing que cuenta la historia del monje Xuan Zang. 

* Información sobre Dafo Sí Temple:
    Ubicación: Minzhu West Road (Zhangye)
    Precio de la entrada: 50 yuanes 
    Horario: Todos los días de 08:00 a 18:00 h 

A la izquierda el edificio que alberga la imagen del Buda Gigante.
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Aquí podemos comprobar la magnitud de la imagen de Buda.

  Al margen de datos, la impresión que yo me llevé de allí fue maravillosa. Nada más entrar sentí una sensación de bienestar. El lugar rezuma paz por todos sus rincones.
  El orden de sus construcciones, su delicada ejecución, su dilatada historia, todo... Todo en sí, emana PAZ.
  De nuevo, al igual que me pasó en el Templo de los Lamas de Beijing, la visión directa de estas joyas budistas y el olor a incienso que flotaba en el ambiente, me transportaron a otra dimensión. Quizás, el NIRVANA, sea algo parecido... 
  El rato que estuvimos recorriendo aquellos templos y jardines, fue como un paréntesis en el espacio-tiempo y una especie de maravilloso "trance".
  Me daba pena abandonar aquel lugar pero, como bien sabíamos desde un principio,  el viaje debía continuar.

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Algunos de los sutras que se guardan en el templo Dafo Sí de Zhangye, con una copia del Sutra del Diamante.

  Detrás del templo principal, uno menor, el Dacheng Hall of Zhangye Wen Temple, actualmente usado como museo, expone reliquias, pinturas y tesoros budistas. Algo más atrás, encontramos una enorme pagoda de barro, llamada Tu Ta. Está incrustada en otro templo menor y guarda, desde 1445, una exhibición de sutras originales, con escrituras realizadas en algunos casos con oro por los mejores calígrafos de China.

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Inciensos, velas y cintas inundan de fragancias y colores el patio principal del templo.

  Tras la visita al templo Dafo Sí, nos encaminamos hacia el noroeste en busca de People Square. Antes de llegar a la plaza Xilaisi, nos topamos con un grupo de hombres que jugaban a una especie de ajedrez que ellos llamaban Xinba. Nos hacía gracia porque, cada vez que movían ficha, pegaban un grito y un golpe sobre el tablero… Sería para soltar el stress...

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Contraluz en Xilaisi, una plaza sita frente a Dafo Sí Temple, camino de People Square.
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Los niñ@s que están aprendiendo a hacer caca, llevan el pantalón abierto por detrás.
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La calle era un hervidero inagotable de posados y retratos.

  Jesús y yo, seguíamos haciendo fotos de calle, sacando retratos a los críos y a los grupos de jubilados que jugaban a las cartas. En aquella inmensa plaza, al igual que el hutong de Beijing, nos encontramos también con la imagen de los niños pequeños que llevaban el pantalón rasgado para evitar así los pañales.
 Caminando sin prisas llegamos a People Square. Allí, imponente, en un maravilloso contra-luz, resaltaba la silueta de la pagoda de madera llamada Mu Ta; cruzamos la plaza.
  Grupos de ancianos realizando diferentes actividades en los aparatos que, para tal fin, estaban colocados en los jardines. Decenas de crí@s correteaban por allí a las órdenes de unas animadoras que organizaban juegos y manualidades. Al cabo de un rato llegaron padres y madres en busca de sus vástagos.

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En People Square encontramos la pagoda de madera, Mu Ta. A la derecha algunos detalles constructivos.

  Esta pagoda, de cinco pisos de altura, simbolizan los 5 elementos; madera, fuego, metal, tierra y agua. La primera construcción data del año 528, si bien la estructura actual es una reconstrucción de 1926. Su interior es de ladrillo gris y está rodeada de unos anillos concéntricos de madera. 

  Después de que mis compañeros despertasen de su "letargo", sobre las 20:30 horas, decidimos ir a buscar un sitio para cenar. Entramos en un centro enorme que estaba repleto de tiendas y restaurantes. Estábamos cansados, esto provocó un pequeño momento de tensión que, sin llegar a más, resolvimos salomónicamente. Al final, acabamos comprando algo de comida para llevar. Rosa y yo cogimos una pizza; Jesús e Isabel unas verduras al vapor. Luego, cogimos un taxi y nos fuimos al hotel.

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  * Información sobre Mu Ta, la pagoda de madera:
    Ubicación: Xianfu South Street (Zhangye)
    Precio de la entrada: 10 yuanes 
    Horario: Todos los días de 08:00 a 18:00 h 

Panorámica de la People Square con la pagoda de madera, Mu Ta,  a la derecha.

  Me encanta empatizar con la gente. La simpatía de pequeños y adultos, la predisposición a posar alegremente y la sensación de sentir que a ell@s les gustaba verse recogidos por mis cámaras, conseguían hacer de cada día un verdadero disfrute y una satisfacción personal extraordinaria. 

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En People Square, otra colección de caras sonrientes que agradecían ser fotografiadas. Gracias a tod@s. Xie-Xie.

  Hoy, afortunadamente… ¡! Tocaba dormir en una cama ¡!
  Para ser sinceros, el hotel, sin ser nada de otro mundo, era muy confortable y estaba nuevo. De momento estaba acertando con los hoteles elegidos. El del hutong de Beijing fue una apuesta valorando únicamente la localización y, a pesar de la dureza de la cama, tampoco estuvo mal del todo.

  Tras una ducha, conectamos el VPN para acceder al wifi y poder usar el WhatsApp y comunicarnos con la familia. Yo aproveché para descargar las fotos. Luego, ya relajados, cenamos plácidamente.

  La siguiente jornada se antojaba excitante y extenuante. Teníamos la visita matutina al Mati Sí Temple y la vespertina a las Rainbow Mountains. Luego, por la noche, traslado en tren a Dunhuang. Había que descansar… Llegábamos a la mitad del viaje. De momento, por mi parte, se iban cumpliendo todas las expectativas puestas en él. Habíamos visto todo lo que estaba programado, con más o menos tiempo, pero todo... 

 

  Con muchas ganas y mucha ilusión puestas en la excursión del día siguiente, cansado después de otro ajetreado día, dejé que mi mente se perdiese por los laberintos del sueño y, después de un rato, alcancé el "Nirvana".

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Zhangye - Dunhuang

¡¡ Dios mío, como se agradeció la cama !!
Sonó el despertador a las 06:40 y con fuerzas renovadas comenzamos una nueva jornada. Una ducha rápida y bajamos al hall a

desayunar a las 07:00​. Si tenemos que poner una pega del hotel era en eso, la comida. El desayuno, que entraba en los 35 € que nos  costó la habitación, aparte de ser chino, era escaso y dejó bastante que desear. A las 08:00, puntual a su cita, nos vino a buscar Dong-Dong para iniciar las excursiones del día. La mañana, que había empezado algo nublada,  se iba despejando, tornándose fresca y sana.

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Saliendo de Zhangye dirección a Mati Si Temple.
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Cuenta la leyenda:
  ...Que Quian-Lima, el caballo celestial de la mitología china, imposible de ser montado por ningún ser humano y capaz de recorrer más de 4.000 kms al día, dejó una vez sus huellas sobre la pared. De esta manera, señaló a los monjes budistas donde debían excavar las grutas. 

  Arrancamos en dirección sur en busca de nuestro primer destino, Mati Si -el Templo Mati- o Templo del Casco del Caballo. Este paraje distaba unos 63 Kms desde el hotel, es decir, alrededor de una hora y media de viaje. Cruzamos la larga ciudad de Zhangye y cogimos una carretera muy bien asfaltada que, atravesando aldeas y campos de cultivo, se dirigía hacia las montañas Qilian que, altivas y desafiantes aparecieron enseguida en el horizonte.

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De camino a Mati Si Temple, fuimos viendo la vida cotidiana en las pequeñas aldeas por las que pasábamos.
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Arriba panorámica las montañas Qilian. Abajo dos instantáneas antes de entrar en la zona de los templos.

  Las montañas Qilián, también conocidas como montañas del sur, en su traducción literal, son una línea divisoria geográfica entre el sur y el norte de China. Esta cordillera que se extiende desde el sur de Dunhuang, cierra por el noreste la meseta del Tíbet y marca la frontera del corredor de Hexi. Tienen una elevación media de entre 2.000 y 3.000 metros s.n.m., siendo la cima homónima del pico Qilian Shan con 5.547 m, la elevación más alta de la provincia de Gansu. 
  Según nos acercábamos a Mati Si, la carretera empeoraba. Había tramos en obras que acabaron convirtiéndose, al final,  en una pista de tierra con bastantes baches, levantando a nuestro paso una gran polvareda. 

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  Mati Si se encuentra al pie de la montaña Lison en la ribera del río Mati. El inicio de las excavaciones se remontan al s. V, a la época de la Dinastía Lin. Este monasterio colgante, nos ofrece una serie de pabellones y salas de oración, construidos en una pared vertical de piedra arenisca. Aquí, se combinan arte rupestre, cultura budista y escenarios naturales, mezclando arte uigur y tibetano.

  Antes de cruzar el arco de entrada, en las oficinas sitas a la derecha en el sentido de la marcha, compramos los tickets para las dos visitas. Como en todos los sitios, tuvimos que pasar por todo el "ritual", es decir, enseñar los pasaportes y comprobar sus fotografías.

La puerta de entrada al complejo Mati Si. 
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Anverso y reverso de los dos tickets de entrada al complejo de Mati Si.

  Después, aconsejados por Dong-Dong y persuadidos por la mirada incesante de los policías de una patrulla allí apostada, montamos en el coche para recorrer los 150 metros de distancia hasta la primera visita; el área escénica o las grutas Qianfo. El recinto forma una especie de plaza, cerrado por delante con un muro de abobe y por la parte trasera por la roca de la montaña. El espacio esta presidido por una gran estatua de Buda Sakiamuny. 
  Le compré unos inciensos a una monja, que no se dejó fotografiar, y encendí algunos colocándolos a los pies del Buda en un depósito de arena preparado para ello. Me sorprendió gratamente que, por una vez, no había masificación...

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El Templo Qianfo fue la primera parada de la mañana.
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En el patio central del templo nos recibe  una imagen de Buda Sakiamuny.

* Información sobre Mati Si:
    Ubicación: Prefectura Autónoma Tibetana de Sunan Yugur
    Ciudad más cercana: Zhangye
    Precio de la entrada: 35 yuanes para el Área escénica
                                     39 yuanes para Mati Si
    Horario: Todos los días de 08:00 a 18:00 h 

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Estatuas de Buda adornaban el entorno.
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Un monje de los que cuidan el templo.
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Desde una de las cuevas excavadas en la roca se tenía esta perspectiva.

  Luego me encaminé, escaleras arriba, hacia la zona de las salas de oración que colgaban de la pared. Desde arriba, el panorama era maravilloso. Tras hacer unas fotos, bajé para reunirme con mis compañeros y seguir avanzando en las visitas.

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Horadados en la roca, túneles y escaleras daban acceso a los distintos niveles del templo y a sus salas de oración.
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Desde lo más alto, jugando al enfoque y desenfoque.

  Nos juntamos y volvimos a montar en el coche para seguir ascendiendo. La carretera terminaba en una zona de aparcamiento rodeada de un conjunto de tiendas donde vendían bocadillos y pitxias. Dong-Dong nos dejó en la bifurcación y él se fue a aparcar. Nos dijo que disfrutásemos del entrono y que nos esperaba allí, en el parking. Subimos andando hasta la explanada donde unas estupas budistas anunciaban la presencia de las grutas... Arriba, se notaba fresco.

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El área de recreo del complejo Mati. Al fondo, a la derecha, la zona de parking.
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Camino a las grutas encontramos un panel de información sobre el Área del Matí Temple.
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Algunos de los monjes que residen en la zona del templo.
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Una lápida anuncia la entrada al templo. Desde la explanada que da acceso a las grutas horadadas en la montaña la vista es maravillosa.
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  Las banderolas tibetanas de colores ondeaban al viento, produciendo un sonido repetitivo que parecía un mantra. Llegamos al acceso a las grutas. Estábamos a 2.600 m de altura s.n.m.
El cielo, allí arriba, estaba azul, el aire era limpio y puro... ¡¡ Una mañana maravillosa !!
  Por allí, teléfono móvil y termo de té en mano, se dejaron ver unos monjes budistas. Existe una pequeña congregación que vive en aquella zona. 

 

  A nivel del suelo nos encontramos con la gruta del Gran Buda. La gruta se adentra unos cuantos metros en el interior de la montaña. Junto a esta gruta encontramos otra que reunía figuras de Buda y sus seguidores. 

Mati Si, una zona más tibetana que china.
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Unos fieles en la sala del Gran Buda.
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En el interior, decenas de imágenes en hornacinas talladas en la pared.

  Después, inicié el ascenso a las grutas de arriba. Un entramado de galerías horadadas en la roca. Atravesando las mismas entrañas de la montaña, túneles estrechos y escaleras casi verticales, altas e irregulares, iban llevándome de gruta en gruta. En cada una de ellas, destinadas a la oración, me iba encontrando con diferentes imágenes.
 Al mirar este lugar, te das cuenta de que esto ya no es China, es el Tíbet. Después de solo media hora de viaje desde Zhangye, te encuentras en un lugar completamente diferente en términos de espíritu y cultura. Un lugar casi irreal, esculpido, únicamente y exclusivamente  por manos humanas.

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El acceso a las grutas y las, cada vez más, empinadas escaleras. 
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A lo largo de las estancias hallaba imágenes de la religión tibetana.
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Muchas ofrendas a los distintos Budas que encontré en las cuevas roca adentro. Un tesoro increíble en las entrañas de la tierra.
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Panorámica desde lo más alto de los templos de Mati Si.

  Subí hasta la gruta más alta pero, por seguridad, el acceso a la balconada estaba cerrado. Allí, una joven recitaba, una y otra vez, sus oraciones sentada frente a la imagen de Bodhisattva Tara Blanca, llamado por los lugareños Songzi Guanyin. A él se le atribuyen poderes de fertilidad. Seguidamente, con la idea de hacer una panorámica desde arriba, me asomé a la balconada más alta de las que estaban abiertas.
  Desde allí, las cimas de las montañas Qilian brillaban resplandecientes por la nieve. El aire rozaba mi rostro, suavemente, como la caricia de una madre. Me sentí libre, en paz, fue un instante maravilloso. Grabé ese momento, en lo más interno de mis recuerdos, hice mi panorámica y me dispuse a bajar para reunirme con mis compañeros.

  Tras cambiar impresiones y esperar a que Isabel acabase su pintura a la acuarela, iniciamos el descenso para reunirnos con Dong-Dong. Encontramos al taxista comiendo algo de fruta. Muy amablemente, nos ofreció unos plátanos y unas ciruelas. Después, montamos en el coche y nos dirigimos a otro punto de la montaña. Se trataba de la gruta del Rey Gesar.

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La joven china que rezaba a Songzi Guanyin.

  En esta gruta se venera su imagen y la de sus treinta y seis guerreros. Gesar fue un héroe histórico en el Tíbet y su historia sobre la derrota del diablo se extendió por todos los rincones de las praderas. 

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Cuenta la leyenda:
  ... Que hace muchísimos años, las catástrofes naturales y los desastres provocados por el ser humano azotaban las vastas extensiones del Tíbet; los demonios y los espectros hacían y deshacían a su antojo; el pueblo vivía sumido en un abismo de sufrimientos. El Boddhisattva de la Misericordia quiso rescatar al pueblo de tantas penalidades y pidió al Buda Amida, el salvador, que enviara al mundo a Tuiba Gewafa, hijo del Dios, para someter a los demonios. Tuiba Gewafa apareció en la tierra y se presentó ante los tibetanos como el Rey Gesar... Su soberano. 

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  El Rey Gesar es una epopeya tibetana; el poema épico más extenso del mundo. Sus más de 120 tomos contienen más de un millón de versos y más de 20 millones de caracteres. Se divulgó gracias a los juglares de las zonas habitadas por las etnias tibetana y mongola. En la actualidad, los pastores, siguen cantando las gestas del Rey Gesar por el Tíbet, el sur de Mongolia y la provincia china de Qinghai. Transmiten, tanto a los jóvenes como a los adultos, un sentimiento de identidad cultural y continuidad histórica, impregnada de la ideología y mitología del budismo, pero manteniendo el recuerdo de sus antiguos dioses chamánicos. Como pasa con nuestro pequeño país Euskal-Herria, el idioma es la seña de identidad de un pueblo.

Un pueblo permanece vivo, mientras su lengua permanece viva.

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  Llegamos hasta el acceso a la gruta del Rey Gesar. Recuerdo que, sentadas en la hierba, había dos mujeres de rasgos tibetanos o uigures. Estaban tejiendo plantillas para los zapatos, adornadas con motivos florales muy coloridos. Cuidaban de dos caballos que alquilaban par dar un paseo por los alrededores. Tras hacer algunas fotos nos dirigimos hacia la boca de entrada de la gruta. Jesús e Isabel fueron por delante. Yo me quedé haciéndole unas fotografías a Rosa que, al final, no quiso entrar en la gruta.
​  Después, siempre inquieto y curioso, subí a ver que había en aquella cueva.

Atravesando este peñasco, se haya el Templo del Rey Gesar.
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A la izquierda el Rey Gesar, arriba el conjunto de sus guerreros y abajo primeros planos de alguno de ellos.

  Cuando yo entraba, Isabel y Jesús ya salían. Estuve solo dentro de ese espacio. Me fijé en las caras de los guerreros... Parecía que te seguían con la mirada. Aquel lugar estaba creado en la actualidad, era una cueva artificial, sin ningún interés histórico, únicamente la alusión a una figura de la mitología tibetana. Curioso, sin más... 

  Después de esta última visita regresamos el coche y pusimos rumbo a Zhangye. Dong-Dong nos llevó a un restaurante en el centro de la ciudad. Era un sitio bastante curioso. Nos acomodaron en un apartado al fondo del local. Nos ayudó a elegir alguna cosa y se retiró. Pedimos unas cervezas para los compañeros y agua para mi. Empezaron a sacar los platos. Todo tenía muy buena presencia. Vimos que Dong-Dong se quedaba afuera, sentado en un rincón. Le pedí que nos acompañara y, aunque se hizo un poco el remolón, al final conseguimos que se sentara a la mesa con nosotros. Comimos muy bien. Yo me quedé súper a gusto.      

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Una tortilla con ajos frescos, verduras a la plancha, cordero con setas, tofu con verduras... ¡¡ Todo riquísimo !!

  Tras la comida volvimos al coche y pusimos rumbo a las Rainbow Mountains, las Montañas Arcoíris, nuestra última visita en Zhangye. Eran las 15:30. Teníamos por delante algo más de media hora de viaje. Concretamente, nos separaban de allí unos 35 Kms en dirección oeste. 

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Camino de las Rainbow Mountains, al oeste de la localidad de Zhangye.

  El Geoparque Zhangye-Danxia está ubicado en las estivaciones del norte de las montañas Qilian en la ciudad de Zhangye. Cubre un área de 322 kilómetros cuadrados y es uno de los accidentes geográficos más bellos de China.
Estas 'Montañas Arcoíris' han estado dibujando sus caprichosas formas, silenciosamente, fotograma a fotograma, pliegue a pliegue, durante los últimos milenios.
  Hace unos 540 millones de años este paraje fue, aunque no lo parezca, parte del océano. Debido a la colisión de las placas tectónicas, las mismas que formaron la Cordillera del Himalaya, la tierra se plegó y se elevó sobre el nivel del mar. Recuerdo que, en nuestro viaje a Nepal, caminando por el cauce seco del río Kali Gandaki, junto a la localidad de Kagbeni, me encontré el fósil de una caracola de mar.
 Durante largos períodos, se fueron formando diversas capas de sedimentos que contenían diferentes cantidades de sal ferrosa en el barro y la piedra. Debido a los cambios en el ambiente, las capas formadas, fueron adquiriendo diferentes colores desde el rojo, al gris, pasando por el violeta, verde amarillento y todo el abanico imaginable de ocres. Cada capa tardó miles de años en formarse. Después, el viento y la lluvia esculpieron estas formas extraordinarias.

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  El parque, como casi todo en China, está organizado a lo grande, pero ordenado. Sacamos las entradas y tomamos un café. Pagamos 70 yuanes por cabeza ( alrededor de 10 € ). Se desglosan así: 40 yuanes por la entrada, otros 20 yuanes por usar las lanzaderas y 10 yuanes más por un seguro de accidente.

  El plan era ver la puesta de sol desde las montañas del parque, pero, como podéis imaginar, dependíamos de que la climatología nos acompañase regalándonos una tarde despejada con un cielo limpio de bruma y nubes. 

El panel que indicaba los recorridos por el parque.
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La zona de taquillas y cafeterías. Tras ella se encuentran los buses-lanzadera.

  Dong-Dong nos dejó en el parking frente a la zona escénica para comprar las entradas y nos dijo que nos esperaba allí mismo. Nos comentó que las paradas más espectaculares eran la 1 y la 4. Al montar en el bus, se me cayó la cámara y se me rompió el tele de la Nikon D3000, la DX. Rosa me dejó su cámara para poder hacer las fotos de primeros planos.

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El ticket de entrada a las Rainbow Mountains en el Geoparque Zhangye-Danxia.

  Toda esta infraestructura se instaló dentro del parque después de haber sido nombrado Geoparque Nacional en 2011, lo que, para bien o para mal, lo hace muy accesible para los turistas. Las escaleras y plataformas de madera permiten a los visitantes alcanzar las cimas de las colinas sin dañar el delicado paisaje y ofrecen impresionantes vistas sobre los estratos de colores.
  El parque abre temprano por una razón: el mejor momento para visitar y fotografiar este magnífico paisaje es el amanecer en un día despejado. La mejor forma de llegar hasta aquí es contratar un taxi porque, aunque hay autobús de línea que cuesta 10 ¥, que son aproximadamente 1.30 €, el último regresa a las 17:30 horas y te pierdes mucho de la tarde. Con un taxi tendrás más libertad de movimientos y dispondrás de más tiempo. Desde Zhangye te costará alrededor de 150 ¥ (unos 20 €). 

  Una vez aquí, un bus-lanzadera te lleva por las distintas paradas dentro del parque y puedes tomarte tu tiempo en las diversas plataformas. Antes no lo dije, pero, nosotros habíamos pactado con Dong-Dong un importe de 500 yuanes (65 €), por recogernos en la estación a la llegada, llevarnos a Mati Si, llevarnos a las Rainbow Mountains y, por último, llevarnos a la estación para coger el tren con dirección a Dunhuang.

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Imágenes de las espectaculares Montañas Arcoíris.

  La tarde no estaba lo limpia que nos hacía falta. Algo de bruma manchaba el horizonte y ensuciaba una puesta de sol perfecta. Llegamos a la primera parada; el espectáculo era alucinante. ¡¡ Era cierto, las montañas tenían diferentes colores !!

  A mí, particularmente, el impresionante paisaje me transportó de un plumazo al planeta Marte. Subimos hasta el otero de la primera parada. Allí, una plataforma de madera servía de punto de observación. El camino seguía algo más hacia arriba. Jesús y yo decidimos subir hasta otro punto más alto. Las mujeres nos esperaron en la plataforma. Hicimos las fotos y bajamos los cuatro hasta el bus para continuar.

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  En la segunda parada, como nos dijo Dong-Dong, las montañas no eran tan espectaculares en el colorido, pero, sus siluetas, recortadas en el horizonte, dibujaban formas que hacían disparar la imaginación. Espinazos de unos dragones semi enterrados, recostados y durmientes... Castillos coronando las colinas... Pedazos de enormes pasteles rellenos de diferentes sabores...

¡¡ Era maravilloso !!

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  La tercera parada, creo que la cota más alta, también tenía su cosa. Desde allí se podía ver la inmensidad del parque y las distintas zonas que abarcaba. 

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A un lado y al otro del valle, los estratos de las montañas ofrecían tonalidades distintas. 

  En la última parada, la cuarta, es donde te pega el “subidón”. Aquella era una zona increíble, preciosa, única, espectacular… Me harté de hacer fotos y algunas panorámicas. La luz del sol decaía y teñía de un color rojizo las, ya de por sí, rojizas montañas. Una hora más hubiese sido necesario para hacer unas fotos en la “hora azul” pero, el último bus-lanzadera se marchaba y no teníamos tiempo para bajar andando hasta el parking. Debíamos volver a Zhangye ya que esa noche cogíamos el tren para Dunhuang. 

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  Así que, muy a mi pesar, tras comprar una campana tibetana -que ahora cuelga en mi balcón junto a las banderas de colores que traje de Nepal- volvimos a la lanzadera y bajamos hasta el punto de inicio. Aunque no pudimos hacer esas fotos, la tarde había sido… ¡¡ Maravillosa !! Estábamos algo cansados, pero todos muy felices por haber visto un espectáculo de tal magnitud. 
  Nos reunimos con el taxista y volvimos a la ciudad.

* Información sobre Danxia Geoparq / Rainbow Mountains:
  Ubicación: Geoparque Natural Danxia-Zhangye (Zhangye)
  Precio de la entrada: 70 yuanes ( entrada + lanzadera + seguro )
    Horario: Todos los día (depende de la salida y la puesta del sol)

Las campanas que envían las plegarias a los cuatro vientos.
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La entrada a Zhangye al regreso de las Rainwo Mountains
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Una plaza de Zhangye que hace referencia a La Ruta de la Seda.

  Eran alrededor de las 21:00 horas cuando el taxista nos dejó en el hotel. Conectamos el wifi para comunicar a la familia el siguiente movimiento del viaje. En el hotel no había nada para comer. Isabel preguntó en recepción:
-     Sorry, is the restaurant open ?
-     Oh yes !! It´s open 24 hours every day
-     Can we have dinner ?
-     No, no… dinner outside, in the town
​  ¡¡ Jódelos !! ... El restaurante estaba abierto pero no había cena ¡¡ Cojonudo !!

  Así que… Salimos a cenar. Tampoco había mucho donde elegir y entramos en un sitio pequeño con ambiente familiar. Estaba todo lleno. Preguntamos si podíamos comer algo y la mujer que nos atendió, joven y activa, nos colocó en una habitación de la que sacó a su hijo que estaba allí estudiando. Con cuatro palabras, en un tono alto como de costumbre, echó al chaval a la calle y nos invitó a sentarnos.
  Enseguida trajo la carta. Todo en chino y sin fotos…
¡¡ De #### madre !!

  Jesús se levantó y le señaló unos enormes cuencos de pasta que estaban comiendo unos clientes…
-     Oh, ya, ya … OK
-     Two like this, and two beer “chingao” -le dijo Jesús sacando dos dedos en su mano.

  Todo esto provocó unas risas que duraron toda la cena. Luego... Esperamos, esperamos y esperamos… Entraba gente, cenaba y se iba. Cuando nos estábamos empezando a impacientar, a pesar de las risas que provocaban las conversaciones escatológicas de Jesús ( bueno, menos a Isabel ), llegó la cena. Las escudillas parecían de Bilbao, si te caías dentro te ahogabas…


  En un momento que las risas decaían, no sé cómo, Rosa de dio cuenta de que la mesa tenía un interruptor por su cara inferior.
-     ¡¡ No toques, no la enciendas !! -le dije yo de cachondeo.
Aquello provocó otro momentazo de carcajadas… Estábamos en la habitación donde se jugaban las timbas de póker.
Cenamos entre risas y risas. El ambiente era de total camaradería. Pedimos la cuenta... 42 yuanes !!! ( 5,45 € ). La pena es que con tanta risa no hice fotos de los cuencos... Era para verlos !!

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  Regresamos al hotel. Nos lavamos un poco, recogimos todo y esperamos. Habíamos quedado con Dong-Dong en que nos recogería a las 23:00 horas. Nos sobraba tiempo ya que el tren salía a la 01:30, pero no queríamos entretener más al taxista. Se había portado muy bien y no queríamos demorar su descanso. 

Sobre las 23:30 llegamos a la estación. Teníamos dos horas de espera por delante. En los paneles informativos se anunciaba el tren K367 a la 01:29 de la madrugada. Charlando y viendo el ir y venir de gente por la estación, nos dio la 01:00. En ese momento anunciaron en los paneles y por megafonía que nuestro tren, es decir, el K367, traía una hora de retraso. 
- Oh, my Good !! Qué putada !!

El hotel de Zhangye, la estación y el billete a Dunhuang.

  Qué íbamos a hacer, no quedaba más remedio que esperar. Este tren ya nos dio problemas desde un principio, ya que, cuando hice las reservas, me dijeron que no había plazas en uno anterior que pasaba a las 00:06 por Zhangye.
Bueno, cambiamos de sitio y fuimos a una sala con unas sillas más cómodas. Yo aproveché para escribir en este diario y ponerlo al día. A las 02:25 comunicaron que el tren llegaría, todavía, media hora más tarde...
¡¡ Esto ya empezaba a ser un suplicio !!

  Después, sí, a las 02:45 anunciaron la llegada del tren K367 con destino Dunhuang. En esta estación no había escaleras de acceso a los andenes como la de Xi´an... Teníamos el vagón número 11. En la puerta, la revisora empezó a tocarnos un poco la moral. Nos pidió pasaportes y nos preguntó que de donde éramos. Sin dejar de andar le enseñé la documentación y metí las maletas.

Luego le dije;

- We are from Spain...

Cogí mi pasaporte y subí al tren. Nos acomodamos en nuestro camarote. Nuevamente viajábamos los cuatro juntos. Enseguida vinieron a cambiarnos los billetes por las tarjetas. Había sido un día maravilloso, unas visitas estupendas, todo había salido bien, pero...

  Era muy tarde. Acoplamos todo como pudimos y nos tumbamos a intentar descansar...

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Dunhuang

Mal dormí un poco porque, a eso de las 06:00 horas, me despertó un potente sol que entraba por una rendija de la cortina. Me giré intentado dormir algo más pero ya fue misión imposible. Aguanté en la litera un buen rato porque mis

compañeros dormían y no quería despertarlos, pero, a eso de las 07:00 ya no podía más y me levanté al baño. 

  Por la ventana, un sol de justicia iluminaba campos yelmos. Kilómetros y kilómetros de terreno semi-desértico se extendían frente a mis ojos. Al cabo de un rato, el paisaje cambió. Ahora era terreno de regadío que, ayudado por la fuerza del sol, se volvía fértil. El verde de los árboles y las huertas daban otra alegría al baldío paisaje al que nos acercábamos. No en vano, nos dirigíamos a las mismas puertas del desierto de Takla-Makán.

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En el horizonte, el desierto iba ganando terreno a los regadíos hasta dominar por completo el paisaje.
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La estación de Dunhuang. El calor se notaba a la llegada.

   Le pregunté a la revisora por la hora de llegada y me dijo que a las "ten thirty". Poco a poco se despertaron mis compañeros. Nos vestimos y aseamos algo y preparamos el desayuno​. La víspera, en la estación de Zhangye, habíamos comprado unos zumos y unos bollos. Después, recogimos todo. Ya solo quedaba esperar a la llegada. Llevábamos más de dos horas de retraso sobre la hora prevista...

  En la llegada, se suponía que estaría el dueño del hotel para trasladarnos a su casa.

  Efectivamente, en la coqueta estación de Dunhuang, estaba el dueño del hotel... Bueno, eso de "hotel"... Ahora os lo explico. Montamos en el coche y pusimos rumbo a la ciudad. La estación dista unos 15 Kms del Silk Road Impressions Hotel, es decir, unos 20-25 minutos. 
  Este hombre "chapurreaba" algo de inglés y, por el camino, nos preguntó por el día que íbamos a destinar para ir Mogaoku, es decir, a las Grutas de Mogao. Le dijimos que al día siguiente y, entonces, nos acercó al área de venta de entradas para cogerlas. Actualmente, con la intención de preservar el entorno de un inevitable deterioro, solo acceden a las grutas un número limitado de personas al día, creo que son 6000 personas. Por eso había que comprar las entradas de víspera.
​Tras esto, con los tickets en el bolsillo, nos dirigimos al hotel... Hacía calor.

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  Sinceramente, entre el retraso en el viaje, el traqueteo del tren y los días acumulados, estábamos todos algo cansados. Con mucho, había sido la peor noche de todas. El hotel estaba en las afueras... ¡¡ De todo !!
Situado frente a las dunas del desierto, era un caravansar reconvertido o reformado. El dueño se puso un poco "terco". Me pedía el email de confirmación de Booking. Yo, llevaba la reserva impresa en castellano y en chino, pero me decía que eso no le servía. Quería el correo. El teléfono me daba unos cuantos mensajes que tenía en memoria, pero para ver los anteriores me pedía conexión. Le pedí que me conectara el wifi. La línea no iba... Al final, tras conectar, encontrar el correo y darle el OK, llegó el momento de pagar. 

Camino al hotel vimos las primeras dunas del desierto de Takla-Makán.
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Anverso y reverso de la tarjeta de visita del hotel de Dunhuang que... No lo aconsejo.

  Nos dijo que no aceptaba Visa cuando, en la conexión que yo había hecho con él, desde casa, por Wechat, me había dicho que sí. Afortunadamente teníamos "cash" y pagamos sin problemas. Finalmente, nos asignó las habitaciones y nos apalabró un taxi para ir a las grutas. Luego, nos fuimos a lavar un poco.
En la web, anunciaba:

- Hotel de nueva construcción.
- Disfruta del atardecer cenando en la terraza y contemplando las vistas de las dunas.
- Cancelación sin cargo.
- Aceptamos Visa y American Express.
- WiFi gratis en todas las habitaciones.
- Desayuno incluido.
- Traslado al aeropuerto o estación incluidos.

  Pues bien, nuevo, nuevo... No era; las habitaciones olían a humedad; las camas no eran cómodas; no aceptaba ni Visa, ni American Express y después de investigar un poco, nos dimos cuenta de que no había terraza. Antes de hacer malos juicios, le preguntamos a él directamente y entonces nos confirmó que no había.
  Me irritó muchísimo. Entre lo borde que había sido y las mentiras de la publicidad me enfadé bastante. Inicialmente había reservado dos habitaciones en el Dunhuang Hotel **** pero, tras descubrir este, lo cambié simplemente por el hecho de poder cenar viendo el anochecer desde la terraza. De la comodidad de un cuatro estrellas a la mediocridad de este, no había mucha diferencia en el precio y, seguramente, los servicios del cuatro estrellas hubiesen sido mucho mejores. Pero bueno... Ya pasó.

  Una ducha fue el revulsivo perfecto. Después, salimos a la calle. Nos acercamos a la ciudad. El acceso a la zona del desierto estaba a diez minutos a pie. Por lo menos, en ese sentido, estábamos bien ubicados. El edificio de información del área del desierto estaba al final de una larga avenida donde había algunos "chiringuitos" para comer. 

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El Dunhuang Silk Road Impressions Hotel está situado junto a las cuadras de los camellos.

  No fuimos muy lejos del hotel, queríamos comer algo y volver a descansar para afrontar frescos la tarde. El sol, en su momento más álgido, castigaba sin piedad desde la cúpula celeste. Buscamos un lugar con sombra y nos sentamos.

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Los platos que comimos en Dunhuang. 

  Yo seguía cabreado por el tema de la terraza, pero, mis compañeros le quitaron "hierro" al asunto y al final se me fue pasando. Era momento de comer, había que reponer fuerzas y, sobre todo, líquidos, porque el plato de carne con las guindillas picaba de lo lindo...

 

  Tras la comida, volvimos al hotel para hacer una siesta y descansar un poco. Habíamos hecho plan para visitar la zona del desierto. La famosa duna cantarina "Mingsha Shan", el oasis de la luna creciente Wuwa ó "Crescent Moon Lake", historia viva de la Ruta de la Seda. Estaba ansioso por pasear por estos lugares...
  Ya en el hotel, apenas descansé. Aproveché para descargar las tarjetas, limpiar las cámaras y cargar las baterías. 

  La ciudad de Dunhuang, a las puertas del desierto de Takla-Makán, fue refugio para los viajeros que comerciaron entre oriente y occidente hace miles de años. En la antigüedad, se denominaba Sha Zhou, que significa "oasis en el desierto". 
 A los pies de dunas gigantescas el lago Yueyaquan, situado cerca de la Puerta de Jade o "Yumen Pass", fue un fértil oasis que convirtió a Dunhuang en uno de los principales puntos de paso de la Ruta de la Seda y parada obligatoria para los comerciantes que, tras largas travesías con sus camellos por tierras hostiles, encontraban allí un punto de descanso, intercambio y abastecimiento. Las caravanas no solo traían exóticos productos sino que, también, transmitieron ideas artísticas, culturales, políticas y religiosas. Aquí se reunía gente de distintas culturas, desde la china, pasando por la árabe, hindú, turcomana e incluso la europea y, como se puede imaginar, este cosmopolitismo dejó huella. Por aquel entonces, constituyó el cruce fronterizo más importante, a partir del cual se bifurcaba el famoso camino comercial y era la única puerta de entrada y salida de lo que entonces era el imperio chino. La provincia de Xinjiang o Región Autónoma Uigur de Sinkiang, anexionada en la actualidad a la R. P. China, en aquel momento de la historia, era terreno "salvaje" que, los lugareños, llamaban "las tierras del oeste".
  Así qué, si hay un lugar destacable en la célebre Ruta de la Seda, ese es, sin lugar a dudas, la ciudad de Dunhuang. 

  Nos reunimos a las 17:30 en el hall del hotel, frente a la mesa de recepción. Todavía hacía calor, pero era más llevadero. Llegamos hasta la oficina de turismo y compramos las entradas.


  Allí, nos explicaron que, en el interior, se podía coger una lanzadera para llegar hasta el Crescent Moon Lake. Desde el punto de entrada, hasta la zona donde está el oasis hay algo más de 2  Kms, así que, decidimos coger la lanzadera por 25 yuanes cada uno. Tras un corto paseo nos encontramos junto al Crescent Moon Lake, el Oasis de la Luna Creciente. Había leído tanto sobre él, había pensado tanto en él que, al tenerlo delante de mis ojos, me parecía un espejismo. 

El acceso al área del desierto es impresionante.
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Anverso y reverso de la entrada a Crescent Moon Lake.

  El oasis de la Luna Creciente, Yueyaquan -en chino-, es un pequeño oasis natural, asombrosamente perpetuado durante más de 2.000 años, entre las enormes dunas del desierto de Takla-Makán, continuación, por el sur, del majestuoso desierto del Gobi. El oasis recibía el agua de los ríos Shule y Danghe procedentes del deshielo de la meseta tibetana. Progresivamente, el río Shule fue perdiendo caudal hasta secarse por completo y el Danghe, no era capaz de abastecer por sí sólo el oasis. Lo cierto es que, en 1960, el lago Yueyaquan tenía una profundidad media de unos 5 metros. En los 30 años siguientes, esta cifra se fue reduciendo y, a principios de los 90, la profundidad media no superaba el metro.  Así que, en 2006, el gobierno local decidió intervenir para evitar la desaparición del oasis reparando el cauce que llevaba el agua hasta allí. En la actualidad, la profundidad ha vuelto a aumentar y ya no corre el riesgo de quedar para siempre en el recuerdo.
  Según los geólogos, la supervivencia del lago por tanto tiempo y en tan inhóspito enclave, se explica por la disposición de las dunas circundantes, constituyendo un fenómeno fascinante y único. Su forma de media luna le da el nombre. En la actualidad, cada año cerca de un millón de turistas se acercan a ver este oasis. 

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Impresionante; una fina línea separa las zonas verdes del desierto de Takla-Makán.
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​* Información sobre Mingsha Sha Park

  Oasis Yueyaquan 

  Crescent Moon Lake:
   Ubicación: Dunhuang
   Precio de la entrada: 110 yuanes

                ( + 25 yuanes la lanzadera  )
   Horario: Todos los día de 07:00 a 19:30

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Como una alucinación en el desierto, ​apareció esta joven entre las dunas. A la derecha vista del oasis Yueyaquan. 

  El  paisaje allí, en el oasis Yueyaquan, era inolvidable. El lago, la pagoda y la vegetación que lo rodea, dan forma a una hermosa imagen, una imagen de cuentos de "las mil y una noches". A decir verdad, resulta increíble encontrar tal brote de vida en medio de las dunas de tan imponente desierto. Las caravanas de camellos, que partían a dar sus paseos, recordaban a los comerciantes de antaño. El "hechizo" se rompía por los cientos de turistas chinos que, a grito pelado y portando unos horribles cubre botas de color naranja fosforito, te hacían recordar que aquellos lejanos tiempos quedan ya, únicamente, para dar un sentido romántico a las leyendas.

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Así transcurrirían las antiguas caravanas por el desierto.
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El atardecer dejaba imágenes únicas.

  El sol, lenta pero inexorablemente, iba girando hacia poniente. Al mismo ritmo que este perdía protagonismo en el infinito paisaje de arena, las sombras, caprichosas y elegantes, vestían a las dunas con su traje de noche. Preciosas formas, cual largos vestidos de cola, aparecían en el horizonte. Sin duda, junto con las inmensas montañas nevadas del Himalaya, es una de las estampas más hermosas que jamás he visto. Jesús andaba tras unas chinas vestidas a juego y ataviadas con coloridos paraguas, así que, me animé  y decidí subir la duna. 

  Caminaba con sandalias y sin calcetines, sin hacer caso a los consejos de mi compañera. Mis maltrechos pies se resintieron y mis talones, abrasados por la arena, se abrieron como dos melones maduros. No sangraba, no me dolía, pero sabía con certeza que me pasaría factura. Eso no impidió que ascendiese la duna hasta su cima. Allí, tras andar un centenar de metros hacia el desierto, la constante algarabía se perdió en un indefinible silencio. Aquella paz, aquella sensación de soledad, tan solo se veía alterada por el silbido suave del viento sobre la arena.

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Panorámica desde lo alto de la duna Mingsha Shan. Desde aquí, el desierto de Takla-Makán se extiende, misterioso y desafiante, hacia las tierras del oeste.

  Me paré unos instantes contemplando aquel océano de arena y, después, con los ojos cerrados, respiré el aire cálido del desierto. Pude sentir el silencio y la soledad de tan inhóspito paraje. Hice una panorámica para inmortalizar el momento y luego, con la sensación de haber hecho realidad un sueño, me lancé duna abajo en busca de mis compañeros. 

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El oasis Yueyaquan desde lo alto de la duna.
Jesús descendiendo la duna.
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  Me reuní con las mujeres, pero, Jesús no estaba. Pusimos rumbo al punto donde se cogían las lanzaderas y, de repente, vi a Jesús caminando duna arriba. Después de un rato, cuando bajó, nos reunimos y fuimos a la entrada

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La tarde languidecía y dejaba paisajes maravillosos.

 Tras la visita al desierto, frente a la oficina de turismo, cogimos un taxi para ir al mercado nocturno. Nos costó hacernos entender pero, a base de plano y diciéndole Sha Zhou Market comprendió lo que queríamos. Nos cobró 14 yuanes (1,80 €). 

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Entrada al mercado nocturno de Sha Zhou en Dunhuang.
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Hojas y flores para el té, bayas y frutas de todos los colores.

  El Sha Zhou Market es un mercado chino clásico. Allí podemos encontrar, sobre todo, productos de alimentación. Lo especial de este lugar es que, cada atardecer, se pone en marcha en una calle que lo atraviesa perpendicularmente, el mercado nocturno. En este, podemos encontrar artesanía en todos sus aspectos; pintura sobre tabla o lienzo; tallas en madera o en piedra; grabados en tinta china sobre calabazas u otros materiales… Prácticamente de todo lo que puedas imaginar.
​  Recorrimos el mercado de arriba a abajo y de un lado al otro. Bayas de todo tipo, semillas comestibles, frutas exóticas, melones y sandias de colores y tamaños diferentes a los que estamos acostumbrados a ver por occidente, hojas y flores para hacer té... 

  Uno de los puestos que más me gustaron fue el de un artesano que dibujaba con tinta china sobre unas diminutas calabazas. La precisión del fino trazo, el pulso del que hacía gala y el orden y la pulcritud de su espacio de trabajo, consiguieron que me detuviese allí unos minutos. Al final acabamos comprando una calabaza para cada uno, con el animal de nuestro horóscopo chino según nos había dicho Du-Fan en Beijing. El mío es caballo.

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Un artesano del dibujo a tinta china decorando unas calabazas.

  Compramos algo de fruta, unos bollos y mermelada para el desayuno y, después, empezamos a buscar algún sitio para cenar. 

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Más miradas, retratos, sonrisas y algún llanto en la cotidianidad del mercado.

  Del mercado, además de las cosillas que compramos, trajimos otra buena colección de retratos y fotografías de calle. 

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Decenas de materiales y formas distintas daban color a los puestos del mercado.
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Frutos secos, semillas y frutas por los puestos.
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En el mercado, pudimos ver una interminable colección de piedras de todas formas y colores.

  El mercado terminaba en una zona donde todo eran restaurantes. Muchos de ellos eran de comida musulmana. Allí, en Dunhuang, aunque en otros tiempos fuese la cuna del budismo en china, en la actualidad la colonia de la etnia uigur, de religión musulmana, es bastante amplia entre la población. Educados, nos ofrecían sus menús voz en grito, pero en ningún momento nos acosaron con sus propuestas. Alguno nos habló cuatro palabras en español... "Amigo, comer bueno"...

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L@s camarer@s de los restaurantes musulmanes ofertaban sus menús a pleno grito.

  Finalmente, encontramos un local donde una mujer, que parecía de la etnia han, servía unos platos con muy buena presencia. ​ No era lujoso, pero se veía limpio. Nos sentamos en la terraza y pedimos tres platos de pasta y uno de arroz para Isabel, más tres cervezas de medio litro y agua. Las raciones eran bastante buenas. La mujer, además de una electrizante actividad, derrochaba simpatía y se mostraba alegre y familiar. Nos atendió muy bien y salimos de allí encantados.​

  Creo que pagamos ciento veintitantos yuanes, es decir, algo más de 15 € al cambio, es decir, unos 4€ por cabeza.

La mujer que regentaba el restaurante posó alegre con su hijo.
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La noche, era ya dueña de la ciudad... Para nosotros momento de ir a descansar.

  Luego volvimos sobre nuestros pasos. Cogimos otro taxi que, por 20 yuanes (2,50 €), nos llevó hasta la misma puerta del hotel o hostel  o como queráis que le llame al caravanserai donde dormimos. Estábamos molidos !! 
  Al día siguiente nos esperaba una de las joyas de ese viaje: las Grutas de Mogao. Yo tenía los pies destrozados y, al meterme en la ducha, me di cuenta de que aquello no tenía muy buen aspecto. Me lavé bien y me sequé con cuidado pero...

La avería ya estaba hecha. 

  Como las habitaciones tenían hervidor eléctrico para el agua y yo todavía tenía sobres de café soluble, quedamos en reunirnos en la habitación de Isabel y Jesús para desayunar a eso de las 08:00.

 Las camas no es que fuesen cómodas pero, por lo menos, el sitio era tranquilo y alejado del bullicio de la calle principal. Ahora tocaba descansar...

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Dunhuang

Por un día, mejor dicho, por una noche, pudimos dormir un poco más. Teníamos la hora para visitar las Grutas de Mogao a las 11:30, pero nos recogería un taxi a las 10:30 en la puerta del hotel. Desde la noche anterior el wifi estaba caído y habíamos quedado

en juntarnos, para desayunar, en la habitación de Isabel y Jesús a las 08:00. Así que, con puntualidad suiza, a la hora convenida estábamos allí. Con las viandas compradas la víspera en el mercado, un poco de piña, plátanos, yogur, brioches, mermelada de arándanos y unos cafés solubles de los que había llevado yo desde Euskadi, preparamos un monumental desayuno. En el hostel sólo servían puré de avena y huevos fritos. 

  Tras el suculento desayuno fuimos a recoger un poco la habitación, ducharnos y prepararnos para ir a las grutas. Después, salimos al hall y preguntamos por el dueño. No estaba. Apareció su madre, una señora que no hablaba ni una palabra de inglés. La pobre no sabía nada del tema del wifi y, por lo tanto, nos quedamos sin poder conectar. Otro cabreo más. 

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Interior del Silk Road Hotel.

  Bueno, unos minutos antes de las 10:30 salimos a la calle. El taxi llegó puntual. Nos montamos y salimos para las Grutas de Mogao. Llegamos en veinte minutos. Esta vez nos cobró algo más, fueron 40 yuanes ( es decir, la friolera de 5 € ). 

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Una fina bruma cubría las dunas del desierto de Takla-Makán, camino de las Grutas de Mogao.

  La visita de hoy, junto con la de los Guerreros de Terracota, eran las más importantes del viaje. La climatología era perfecta y el ambiente estupendo, así qué, sólo deseaba que todo saliese bien y pasáramos un gran día. Pero, llegados a este punto, permitidme que os ponga un poco en situación...

  Como os comenté con anterioridad, la ciudad de Dunhuang, antiguamente ocupaba una posición estratégica en la Ruta de la Seda. Su situación geográfica la convertía en un valioso oasis y una perla eterna en el desierto de Takla-Makán. Controlaba la entrada al corredor de Hexi que conducía al corazón de las llanuras chinas del norte y de la antigua capital Chang´an (Xi´an). Por allí se difundía la cultura en ambos sentidos. Su posición la convertía en un punto de encuentro de diferentes culturas, algo que queda de manifiesto en los llamados Manuscritos de Dunhuang, una colección de pergaminos datados entre los siglos V y XI d.C.
  Pero... Retrocedamos en el tiempo...

Cuenta la leyenda:
  ... Que corría el año 366 d.C, cuando, un monje budista llamado Lo-Tsun (Lé Zún), tras una jornada de meditación, recaló, al atardecer, frente a la montaña Sanwei. Allí, se sentó a ver la puesta de sol y dar gracias a Buda por su austera existencia. Entonces, tuvo una visión que iluminó su alma. Alzó la mirada y vio un Fo Mile dorado -Buda Maitreya-. Luego, cual brillantes estrellas, aparecieron mil radiantes Budas que resplandecían sobre aquella pared vertical de arenisca, seguidos de cientos de fei-tian que tocaban una música celestial. La visión le movió a excavar en la roca una pequeña celda de meditación, creando así la primera de las grutas.

  Atraídos por su idea, numerosos creyentes entre los que se hallaban monjes y seglares, nobles y plebeyos, ricos y pobres, todos movidos por la fe en su religión, independientemente o aunando esfuerzos, fueron excavando, una tras otra, decenas y decenas de nuevas grutas. Su número fue aumentando sin cesar durante varias dinastías feudales y en el s. VII, es decir, en la dinastía Tang, ya había más de mil, de ahí que Mogao Kú, las Cuevas de Mogao, se conozcan también con el nombre de las Cuevas de los Mil Budas. 

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  El lugar llegó a considerarse como el centro de la civilización humana y durante varios siglos y distintas dinastías de emperadores, fue el punto más relevante del budismo en China. Desde el s. IV hasta el XIV, los monjes budistas de Dunhuang, reunieron escrituras traídas del oeste. Pero, con la progresiva decadencia de la Ruta de la Seda, llegó también la decadencia de las Grutas de Mogao hasta su abandono total. Durante nueve siglos permanecieron prácticamente en el olvido y los santuarios budistas quedaron en un estado de completo deterioro.

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  En el año 1900, un moje taoísta llamado Wang-Yuanlu, recaló en Dunhuang y se auto nombró guardián de las cuevas. Poco a poco, comenzó a restaurar los decrépitos templos. El 22 de junio de ese año, mientras trabajaba en la cueva 16, notó como el humo de una hoguera se esfumaba por detrás de una de las paredes de ese aposento. Asombrado y movido por la curiosidad, decidió derribar ese muro y… ante sus ojos apareció una montaña de documentos apilados en una cámara secreta.


  Allí, ante él, en un espacio de unos 9 m3, se hallaba una de las mayores bibliotecas de toda la Humanidad. Más de 50.000 pergaminos, de entre los años 406 y 1002, con sutras budistas y valiosos manuscritos, así como objetos religiosos, innumerables figuras con imágenes de Buda, bordados, seda  e instrumentos musicales. 

Arriba Mogao Kú en 1900 y el monje Wang.
Abajo la cueva nº 16, la famosa "cueva de los sutras".

  A día de hoy, nadie sabe por qué el monje llamado Hong Bian  -cuyas cenizas están introducidas en una estatua con su imagen en una de las cuevas- escondió todo este legado en esa cámara en torno al año 1035. La versión, más aceptada, de los expertos, dice que fue para protegerlos de la inminente invasión del rey Xi-Xia, de los tangutos, un pueblo de las estepas.

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El idílico entorno de Mogao Kú , literalmente "las cuevas incomparables", antes de ser expoliado.

  El monje Wang, salvo lo escrito en chino, era incapaz de descifrar aquellos documentos que, entre otras lenguas, estaban en tibetano, khotan, arameo, sogdiano, hebreo, sánscrito, hindú, turco, uigur, etc. Aquel espacio se empezó a llamar “la cueva de los sutras”. Su contenido abarcaba temas de historia, geografía, política, asuntos militares, idiomas, sistemas de escritura, literatura, arte, religión, ciencia, medicina… Por eso esta cueva se conoce también como “la enciclopedia de la antigüedad media”. Entre estas reliquias se hallaba la versión original del clásico budista El Sutra del Diamante, el primer libro impreso que se conoce con fecha concreta.
  Wang-Yuanlu, sabedor de que el descubrimiento era importante, contactó con las autoridades de la capital provincial. El hallazgo coincidió con un momento convulso del país ya que, había estallado la Rebelión de los Boxer y la noticia de Dunhuang no tuvo el eco que se merecía a nivel nacional. Pero en el otro sentido, es decir, hacia el oeste, corrió como la pólvora.
  El primero en llegar fue el arqueólogo británico de origen húngaro Marc Aurel Stein. Este, que por aquel entonces residía en Lahore (actual Pakistán) para estudiar el sánscrito,  oyó hablar del hallazgo y preparó una expedición. 

   Apoyado por los gobiernos de Gran Bretaña e India, el arqueólogo, geógrafo y explorador, llegó a las Cuevas de Mogao en marzo de 1907. Allí, contactó con el monje Wang y se presentó como un ferviente seguidor del monje Xuang Zan y su obra. Realizó gran cantidad de fotos de los murales y aprovechando la avidez e ignorancia del taoista Wang, compró a precios muy bajos 24 cajas de manuscritos y 5 cajas de pinturas sobre papel, seda y otros tejidos. Stein volvió en 1914. En total depredó, a cambio de plata por un valor de 130 libras esterlinas, más de 10.000 documentos y miles de piezas entre objetos históricos y obras de arte de las Cuevas de Mogao. 

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Fotos de las expediciones y expolios de Aurel Stein ( 1907 - 1914 ).
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  Más tarde llegaron otros exploradores y busca tesoros. Entre el francés Paul Pelliot, el sueco Sven Hedin, el conde japonés Kozui Otani, el ruso Sergey Oldenberg y el estadounidense Langdon Warner se llevaron a su vez la mayor parte de los fondos de la cueva, hasta un 80%, según se calcula hoy día. Este saqueo –así es calificado en China– en ocasiones se hizo atrozmente. Por ejemplo, en 1924 Langdon Warner, extrajo, arrancándolos con cola, fragmentos de una docena de murales y se llevó valiosas esculturas. Después de llevar allí un siglo, en apenas veinte años desaparecieron 40.000 sutras e incontables murales y esculturas. El daño fue irreparable.


  Después, a partir de 1930, las leyes se endurecieron pero, en la actualidad, el pueblo chino, tan solo conserva 18 cajas con 8.697 piezas, es decir, solo una tercera parte de lo que contenía la cueva.

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Fotos de la expedición del francés Paul Pelliot que, además de cartografiar el entorno, expolió para su país parte de los tesoros de Mogao ( 1908 - 1909 ).

  El resto, se encuentra esparcido por países como, Gran Bretaña, Francia, Rusia, Alemania, India, Dinamarca, Suecia, Corea del Sur, Japón, Finlandia o Estados Unidos y lugares como el Brithis Museum (Londres-UK), la Biblioteca Nacional (París-Francia), la Universidad de Otani (Kyoto-Japón), el Hermitage Museum (San Petersburgo-Rusia) y el Arthur M. Shackler Museum (Harvad-USA).

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Fotos de la expedición del japonés Kozui Otani ( 1911 - 1912 ).
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Fotos de la expedición del estadounidense Langdon Warner ( 1923 - 1925 ).
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Fotos de la expedición del sueco Sven Hedin ( 1927 - 1928 ).
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Wang Yuanlu
​(1849-1931)
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Marc Aurel Stein
​(1862-1943)
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Sergey Fyodorovich Oldenburg
​(1863-1934)
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Sven Anders Hedin
​(1865-1952)
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Kózui Ötani
​(1876-1948)
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Paul Eugène Pelliot
​(1878-1945)
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Langdon Warner
​(1881-1955)

 Aquí, reunidos, los siete mayores responsables del expolio de las Grutas de Mogao. Es difícil juzgarlos. Tal vez, sin ellos, no se sabría tanto sobre el budismo en China, pero, tal vez, sin ellos, Mogao Kú sería ahora el museo vivo de la Ruta de la Seda.

 Tras este "paseo" por la historia del expolio de Mogao Kú -las cuevas incomparables- hace ahora alrededor de un siglo, nos metemos en nuestra máquina del tiempo y regresamos a la actualidad para seguir con nuestro viaje...

  Llegamos al edificio del Centro de Interpretación de las cuevas. Fuimos a la puerta principal y enseñamos los tickets. El día anterior habíamos pagado 258 yuanes ( 33,50 € ) por cada uno, contando el precio de la entrada más la lanzadera. Desde el hall de recepción nos llevaron, junto a un gran grupo de chinos, a la sala audiovisual para ver el video de presentación.

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El complejo con el centro de interpretación de las Grutas de Mogao.
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Ticket de entrada a las Grutas de Mogao en Dunhuang.

  En primer lugar pasaban una película enseñando como surgió Dunhuang en pleno desierto aprovechando, como no podía ser de otra manera, el agua del oasis. Poco a poco, se hicieron unas empalizadas para guardar las mercancías y defenderse de los ladrones. Aquellos fueron los primeros caravanserais o caravansares. Después fue creciendo y llegó a su momento álgido con la creación de las Grutas de Mogao.

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La sala de video del centro de interpretación.

  La segunda película hablaba de como el monje Lo-Tsun, inspirado por un precioso atardecer, creyó ver mil Budas resplandeciendo en la colina de la montaña Sanwei y decidió abrir una gruta para rezar y meditar en ella. A decir verdad, estas dos películas estuvieron muy interesantes. En chino mandarín con subtítulos en inglés. Al entrar, a los extranjeros, nos daban unos auriculares que tenían traducción simultánea en inglés, francés, ruso y alemán, pero nada de español. Tras esta presentación, nos llevaron al bus lanzadera que, atravesando una zona semidesértica y después de unos 10-12 kilómetros, nos trasladó hasta las puertas del complejo de Mogao Kú. 

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El cauce seco del río Daquan camino de las grutas.

  Un bosquecillo de álamos bajo la pared de roca y arena revela la presencia de un río estacional y de un risco de kilómetro y medio erosionado por sus aguas. Allí, en aquél estéril terreno, donde parece que la muerte es inevitable, un festival de vida y color nos estaba aguardando.
  Las cuevas, ultrajadas por el ser humano y castigadas por las inclemencias meteorológicas, han resistido más de un siglo y medio los embates de guerras, pillajes, esplendor y abandono, llegando hasta hoy como un auténtico museo que muestra lo mejor del arte budista y la historia de la Ruta de la Seda.

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Las estupas que muestran uno de los puntos de oración en la Ruta.
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  En la margen este del río, entre las montañas Sanwei y las dunas de Mingsha, algunas estupas y tumbas miraban hacia el oeste como si rindiesen pleitesía a las obras de arte que encontraríamos dentro de las grutas.

  Me imagino que serían tumbas de algunos de los monjes budistas que residieron en las cuevas y, tras fallecer allí, querían seguir mirando hacia el lugar que fue su hogar y su vida...

Las estupas, lugares de oración y entierro.
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A la izquierda el arco de entrada a las Grutas de Mogao. A la derecha la larguísima cola para empezar a ver las cuevas.
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  Al llegar al acceso a las cuevas, vimos que la cola de entrada era tremenda. Teníamos por lo menos para una hora y media de espera. Entonces, me acordé que había leído, en algún sitio, que esa fila era para el turismo nacional al que le dan las explicaciones en chino, claro está. Para los grupos de extranjeros, como hacen presentaciones en inglés, ponen un guía especial. Le dije a Isabel que se acercase a preguntar y… BINGO !! 

  Enseguida nos asignaron un guía para nosotros cuatro.

              ¡¡Tardamos cinco minutos en entrar!!
​  Para que luego algunos digan que no hace falta leer tanto sobre los lugares a los que vas a viajar.

La pagoda principal que alberga el Buda de 35 m de altura.
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A la izquierda, el guía con mis "compis" camino de una cueva. Las otras fotos muestran los pasillos y balcones de acceso a las cuevas.

* Información sobre Mogao Kú / Grutas de Mogao

Mogao Caves:

  Ubicación: 25 Kms al oeste de Dunhuang 
 Precio de la entrada: 258 yuanes ( entrada + lanzadera  )
  Horario: Todos los día de 09:00 a 17:00

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  El guía, era un chico joven muy agradable y hablaba un perfecto inglés. Él, le iba contando cosas a Isabel y esta nos hacía la traducción simultánea. Bueno, alguna cosilla pillábamos, pero si no hubiese sido por ella, no nos hubiésemos enterado de nada.
​Desde aquí: MUCHAS GRACIAS ISABEL.

  * En algunas de las cuevas os dejo los links activados para que, si queréis, podáis ver más información en Internet. Algunas páginas están en castellano, otras en inglés y alguna en chino.

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  Nos llevó, en primer lugar, a la cueva 29. Esta es una de las primeras cuevas y data de la dinastía Wei del Norte.
  Empezó presentándonos a las apsarasfei-tian. En la mayoría de las grutas se puede ver la imagen de este hada de las cuevas. Estas son seres celestiales identificados como ángeles que siempre cantando, bailando y esparciendo flores, sirven a Fo -termino chino para designar a Buda que significa "ser iluminado"-.
  Los murales de esta época se caracterizan por figuras muy influenciadas por el Turkestán Oriental, combinando colores fríos y cálidos, es decir, rojos y azules.

 El techo de la cueva 29 con sus fei-tian.

Posteriormente, entramos en la cueva 23. Ubicada en la sección central del área sur de Mogao, esta cueva fue construida en la época de la dinastía Tang y renovada en la época de las Cinco Dinastías. La cámara principal tiene techo piramidal con innumerables pinturas. En ellas aparecen escenas de la vida cotidiana como el pastoreo, la agricultura y actos religiosos. Pero el tema principal esta compuesto por las figuras de Buda en sus tres estados -joven, Shakiamuny, anciano- flanqueado por dos Bodhisattvas. El guía, nos explico que habían intentado limpiar la capa de polvo de las figuras pero, al  comprobar que los colores se levantan de la arcilla, desistieron de momento.
  Las cuevas están controladas por sensores que vigilan la humedad relativa y no se permite usar ni linternas ni, por supuesto, hacer fotografías. Si las condiciones no son óptimas, las cuevas no se abren. 

Luego entramos en la cueva 24 pero no he conseguido bajar de Internet ninguna fotografía de esta cueva. Lo siento.

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Imágenes de la cueva 23.

  Caminando, entre explicaciones, nos llevó a la cueva 328. Allí nos esperaba la imagen de un Bodhisattva de principios de la dinastía Tang, datada en el s. VII. Este es un término, propio del budismo, compuesto por los vocablos: bodhi (supremo conocimiento / iluminación) y sattva (ser). Así pues, hace referencia a un ser embarcado en la búsqueda del supremo conocimiento o la iluminación, es decir, un discípulo de Buda. El principio del ideal del Bodhisattva es uno de los más importantes del budismo. La dinastía Tang se expandió hacia el oeste y durante dos siglos Dunhuang estuvo bajo el dominio directo de China. Antes era una prefectura. Por aquel entonces, las artes visuales budistas florecieron de nuevo en las cuevas. 
  Yo, me sentía transportado a otro mundo. Después de más de un siglo, después de tantos y tantos acontecimientos allí acaecidos, tantos días con sus noches y poder estar allí, delante de estas maravillosas obras de arte,  se me hacía un verdadero sueño. 

Bodhisattva: cueva 328
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  Posteriormente, nos llevó a la cueva 17. Esta, prácticamente no tiene ni pinturas, ni figuras importantes, pero es el lugar donde se guardaron todas las reliquias de las que anteriormente hice referencia. 

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La cueva 17, llamada "la cueva de los sutras" o "la cueva librería".
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  Construida en el periodo de la dinastía Tang tardía, entre 851-862, esta cueva sirvió como almacén para que Hong Bian, un funcionario monástico en la región de Hexi, guardara todos aquellos documentos y reliquias.
​  Se llama Library Cave porque había más de 50.000 pergaminos. La cueva es austera, de planta cuadrada y no hay apenas pinturas. 
  No me lo podía creer, parecía todo irreal, pero no, estábamos allí... Daba la impresión de que estaba en trance.

Imagen del Sutra del Diamante, expoliado por Aurel Stein de la cueva 17.

  Con la boca abierta y los ojos como platos de lo asombroso que era todo aquello, llegamos a la cueva 296 en el segundo piso de las galerías. 
  La cueva, prácticamente cuadrada, estaba repleta de murales. Bueno, podíamos decir que era todo un mural porque no quedaba ni un centímetro cuadrado sin pintar. Pertenece a la época del periodo Zhou del Norte. La temática de sus pinturas es el budismo, contando historias secuenciales que hablan de agricultura, ganadería y religión. Los trazos son sencillas pero expresivos y con mucha luz.

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Imágenes de la cueva 296.
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  Tras esta "sobredosis" de imágenes y color, nos llevó a ver la cueva 96. Esta es la fachada principal de las cuevas y en ella reside la imagen del Gran Buda de Mogao. Esta magnífica escultura se construyó en el año 700, durante la dinastía Tang. Posteriormente fue repintada durante la dinastía Qing, entre 1650 y 1900.
  El Gran Buda de piedra mide la friolera de 35 metros de altura y ocupa las siete plantas de la pagoda principal que lo alberga.  De hecho, como en todos estos casos, la pagoda se construyó después de tallar la figura, claro está. El techo de la pagoda fue construido entre 1928 y 1935.


  Os puedo asegurar que la magnitud de la figura, la pose, la serenidad de su rostro y la solemnidad del lugar imponen un gran respeto. En dos palabras...

IM - PRESIONANTE

El Gran Buda de la cueva 96.
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  Después del "clímax" alcanzado con la visita a la imagen del Gran Buda, el guía nos llevó a la cueva 148. Allí nos aguardaba otro de los momentos cumbre de la jornada. Buda recostado a alcanzado el Nirvana. Sus seguidores lo acompañan colocados tras él. 
  La figura mide nada más y nada menos que 15 metros de largo. Fue tallada, también, durante la dinastía Tang, concretamente en el año 776 y cincelada para darle al techo la forma de arco semejante a los antiguos ataúdes de aquella época. Las expresiones de los rostros de sus seguidores no tenían desperdicio y, en la gruta, el eco sordo del silencio cortaba la respiración.

Cueva 148. Buda Shakyamuni, a alcanzado el "Nirvana".

  El techo de la gruta estaba adornado con una imagen de Buda Shakiamuny repetida cientos de veces, en filas y columnas perfectamente alineadas. En la pared frontal, pintada en colores pastel de tonos azules, verdes, rojizos y ocres, se plasmaba, secuencialmente, la historia de su vida desde su nacimiento hasta su muerte.

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Tres tomas de la figura de Buda alcanzando el Nirvana. Los gestos y la colocación de sus seguidores hacen un conjunto espectacular.
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La incineración de Buda, secuencia a secuencia.
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El guía que nos hizo el tour por la Grutas con mis compañer@s.
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Unas jóvenes posan en la piedra que marca la entrada a las cuevas.

  Tras finalizar el tour y hacer esta foto del grupo, nos despedimos del guía. Le dimos 100 yuanes de propina y le agradecimos sus explicaciones. Dimos una vuelta por las instalaciones y salimos hacia el área donde estaban las tiendas y la cafetería. Compré unos imanes par mi colección y luego fuimos a buscar un lugar para comer algo. Eran las 13:30 y el estómago pedía "gasolina".

  Posteriormente, fuera del cogollo, es decir, al otro lado del río, frente al Museo de las Grutas de Mogao, vimos un restaurante. Entramos y pedimos algo para comer, pero la carta estaba sólo en chino. Las mujeres que allí trabajaban no entendían ni una palabra de inglés...

  Afortunadamente, un hombre -que estaba comiendo allí con su familia- al ver aquella situación, se ofreció como intérprete y nos ayudó para poder pedir cuatro raciones de lo que ellos estaban comiendo, es decir, arroz con patatas y alcachofas más unas cervezas y, finalmente, pudimos sentarnos tranquilamente a comer y descansar un rato. Desde la mesa donde nos sentamos a comer veíamos la entrada del museo. Estuvimos hablando y al final decidimos hacer una visita. 

En el área de las Grutas de Mogao comimos un guiso de arroz con patatas y alcachofas.
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  Yo había leído que allí tenían réplicas de algunas cuevas y que se podían hacer fotografías. Así que, tras la comida, nos animamos y entramos. Era gratuito, es decir, estaba incluido dentro del ticket de las cuevas. Lo cierto es que valió la pena entrar. Pudimos enterarnos de muchas cosas y complementar lo vivido in-situ en las cuevas. Conocimos los pasos para la ejecución de las figuras, las técnicas de dibujo y la metodología para excavar las grutas. 

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Fragmentos de las réplicas de los murales de algunas cuevas en los que se aprecia el paso de las diferentes dinastías.
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Sobre estas líneas la forma en que realizaban las pinturas, con unos simples bocetos iniciales que se iban rellenando y a los que se las añadía los detalles.
A la izquierda el proceso de creación de las cuevas.

  Resultaba muy interesante ver el proceso de excavación, paso por paso. De esta forma, podía comprobarse la paciencia y la constancia necesarias para realizar el trabajo. ¿ Podéis imaginaros cuantos días transcurrirían desde el primer golpe de cincel hasta la ultima pincelada ? ¡¡¡ Buuuuufffff !!!

      1.- Se elegía un espacio en la roca virgen del acantilado
      2.- Se marcaba la zona a vaciar
      3.- Se iniciaba el vaciado
      4.- Se completaba el vaciado del espacio
      5.- Se enlucía la cueva excavada
      6.- Se pintaba y decoraba con las esculturas

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Réplica de una baldosa de las cuevas.
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Buda Shakiamuny sin los Bodhisattvas expoliados. Réplica de la cueva 301.
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Método de creación de las figuras.

  Después de comprobar el grado de realismo que muestran las imágenes de las cuevas, parecía imposible que, de unos maderos y un montón de arcilla, se llegase a tal perfección.

  Sobre las 17:00 horas, habiendo pateado prácticamente todo el museo, decidimos volver a Dunhuang. Volvimos al punto de salida de los buses lanzadera y enseguida llegó uno para volver al centro de interpretación.
  Allí, en la cafetería, nos tomamos un café que nos salió más caro que la comida de los cuatro. Reconozco que era café expreso y, por lo menos,  estaba bastante bueno. Después cogimos un taxi que por 25 yuanes nos llevó de vuelta al hostel

  Decidimos descansar un poco para, posteriormente, volver a salir a dar una vuelta por la ciudad.

Buda Shakiamuny rodeado de Bodhisattvas y guardianes. Réplica de la cueva 45.
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De izquierda a derecha, distintas pinturas con influencia china, uighur, khotán e hindú.
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  Quedamos en reunirnos a las 18:00 horas en la puerta del hotel. Yo tenía curiosidad por ver una original pagoda situada al oeste del río Danghe y distante del hotel 7 Kms escasos. 
  Fuimos a coger un taxi en la calle que daba acceso al parque del oasis de la Luna Creciente y le enseñamos al taxista donde queríamos ir. El pobre hombre no se aclaraba de nada. Luego me di cuenta de que los nombres del plano estaban en inglés...

¡¡ Craso error !!
  Para una próxima ocasión debemos llevarlos en chino y castellano. Finalmente, consultando entre dos taxistas dieron con el lugar y nos dirigimos hacia allí. 

El arco de acceso por carretera a la ciudad de Dunhuang.
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Cuenta la leyenda:
​        ...Que corría el año 384 d. C.; el emperador Fu Jian, de la dinastía Qin, invitó a Kumarajiva, maestro especializado en el Dharma budista, para acercar la doctrina a esta región occidental de China. Kumarajiva llegó a Dunhuang transportando las escrituras budistas desde su ciudad natal Kucha. Cruzó el desierto de Takla-Makán a lomos de Tianliu, su inseparable caballo blanco que, en varias ocasiones durante su periplo le salvaría la vida. Al llegar a su destino, el caballo enfermó y murió. El monje quiso rendir homenaje a su fiel compañero. Se hizo una colecta entre los devotos budistas y, en el año 386, se levantó el Baima Temple en memoria de aquel caballo.

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El buen hombre que vendía las entradas. 

 * Información sobre Baima Tower ó
           Pagoda del Caballo Blanco:


Ubicación: Shazhouzhen (Dunhuang)
Precio de la entrada: 20 yuanes 
Horario: Todos los días de 08:30 a 19:00

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A la izquierda la entrada a Baima Tower o White Horse Pagoda. A la derecha el monumento... Es más el peso de la leyenda que el monumento en sí. 

  Llegamos a Baima Tower sobre las 18:40. Para estar considerado como uno de los tesoros de la ciudad de Dunhuang, el sitio estaba bastante dejado de la mano de Buda. Lo cierto es que el esplendor de épocas pasadas se había desvanecido y la singular "Pagoda del Caballo Blanco" lucía un estado de cierto abandono.
La construcción tiene de 9 pisos y alcanza los 12 metros de altura. Desde su base octogonal se alzan varios niveles de diferentes formas. De cada uno de los ángulos del techo hexagonal cuelga una campanilla que, en conjunto, regalan una musiquilla ambiental cuando sopla la brisa. Arriba hay tres bolas de metal coronadas por un tridente. La gente local dice que el timbre de las campanas es un eco del relincho del caballo. 
  Bajamos Jesús y yo, porque las mujeres no quisieron bajar del taxi. Pagamos los 20 yuanes (2,5 €) de la entrada y pasamos al patio donde se ubica la pagoda. Estuvimos unos 10-15 minutos, tampoco tenía para mucho más. La verdad me decepcionó un poco. Volvimos al taxi y nos dirigimos hacia el centro de la ciudad. 

  Nos apeamos en la entrada del mercado pero, como era algo temprano, fuimos a dar un paseo calle arriba. Carteles anunciando normas cívicas, se anunciaban en paredes y portones de sitios oficiales. Vimos salir a los chavales del colegio, todos ordenados, caminando por uno de los lados de la calle y dejando libre el otro. No sé, igual podéis pensar que soy un poco "carca" al pensar así pero, entre esa disciplina y la falta de educación y respeto de muchos de los chavales de nuestras ciudades, me quedo con el orden chino. 

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La salida del colegio . . . Todos ordenados por un lado de la calle.
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Uno de los carteles que el gobierno chino tiene puestos por todas las ciudades.

  El atardecer iba devorando aquella maravillosa jornada en la que todavía, al cerrar los ojos, veía las pinturas de las cuevas de Mogao grabadas en mis retinas. Creo que fue, sin lugar a dudas, el momento álgido del viaje. Los Guerreros de Terracota son, también, una impresionante obra de arte, pero quizás la masificación hizo que no los disfrutase en todo su esplendor.

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Las calles de Dunhuang eran un hervidero de street photography.
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  Vimos el Dunhuang Hotel, el que tenía reservado en un principio y, efectivamente, tenía un aspecto mucho más elegante que el caravansar en el que estábamos alojados.
Volvimos a meternos por las calles del mercado pero, en esta ocasión, me llamaron más la atención las caras de la gente y sus quehaceres que los productos visibles en los puestos. 

¡¡ Qué maravilla de gente !!

Siempre, siempre, sonriendo. De verdad, de corazón...

GRACIAS POR VUESTRAS SONRISAS. 

La típica imagen del comerciante con sus balanzas recorriendo el mercado.
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La simpatía de la gente, siempre dispuestos a dejarse fotografiar, nos hizo disfrutar una barbaridad.
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Ancianos y niños, todos practican la cultura de la sonrisa.
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El "Cartier-Bresson de Astigarraga" empatizando a pie de calle.
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A la mujer del restaurante le honró que volviésemos a cenar a su casa.

  Nuevamente, recorrimos el mercado de norte a sur y de este a oeste ya que, la tarde, se había quedado muy apacible par pasear.
  Cámara en mano, en lugar de perseguir o buscar el momento para hacer un retrato, eran los críos los que prácticamente venían detrás de nosotros, persiguiéndonos para salir en nuestras fotografías. ¡¡ Qué gozada !!

  Finalmente, decidimos no complicarnos mucho la vida y volvimos al restaurante de la china de la noche anterior, porque sabíamos que allí cenaríamos bien. Nos recibió con una amplia sonrisa y casi con salvas, muy honrada por volver nuevamente a su casa. Nos trajo a su niño y nos dejó que la fotografiásemos con él. 

  Después, muy profesional, nos atendió exquisitamente. Sacamos unas brochetas de calamares para picar y luego pedimos varios platos; pasta, arroz, verduras... Al final por 6 platos + 1 agua y 2 cervezas de medio litro pagamos 138 yuanes ( 18 € ).

  Tras la cena pusimos rumbo al hostel. Teníamos que recoger todo ya que, al día siguiente, había que madrugar porque volábamos a Jiyuguan. Cogimos un taxi y en diez minutos estábamos en nuestro alojamiento. Atrás quedaría la ciudad de Dunhuang, la puerta del desierto del Takla-Makán. Dejábamos "las tierras del oeste" para una segunda etapa de nuestra particular Ruta de la Seda. 

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Dunhuang - Jiayuguan - Lanzhou

Nos levantamos a las 05:45 porque hoy volábamos a Jiayuguan. Sí, amig@s, empezábamos el día volando y terminaríamos durmiendo en el tren, camino de Lanzhou.
 

Habíamos apalabrado un taxi para que nos recogiese a las 06:30. Dependíamos de él para coger el avión. La situación del hostel, en el centro de ninguna parte, nos dejaba completamente vendidos. Yo, salí a la calle a las 06:20, un poco nervioso sabiendo lo que nos jugábamos. Enseguida llegó el taxi y ya me relajé. 

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Amaneciendo en Dunhuang.
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El boarding pass del vuelo a Jiayuguan.
El aeropuerto de Dunhuang.

  La ciudad de Jiayuguan, que debe su nombre al paso homónimo, es una urbe muy joven. La fundó Maho Ze Dong en 1958 para establecer allí una empresa siderúrgica al encontrar en las montañas Qilian enormes betas de hierro. Con anterioridad a esto, sólo existía la fortaleza ó Jiayu Guan -el paso Jiayu-. A nivel turístico no ofrece nada y sería una ciudad china más, perdida en lo más recóndito del país, si no fuese porque es allí, en las mismas puertas del desierto del Gobi,  donde termina o empieza la Gran Muralla de la dinastía Ming. Su historia se remonta hasta 1372, cuando se construyó la fortaleza para defender la última frontera del imperio, de las incursiones de los bárbaros y los nómadas del desierto. Además, esta plaza era también paso obligado en la Ruta de la Seda, dando entrada y salida a las mercancías que viajaban de oriente a occidente y viceversa, por el famoso corredor de Hexi. Hoy en día, la ciudad es un conjunto de casas de arquitectura comunista donde conviven 140.000 almas entre yugues, tibetanos, kazajos, huis,  manchúes, mongoles, uigures y coreanos, junto al grupo étnico mayoritario de chinos han, que viven de la industria, el turismo y la agricultura.
  Pero, en realidad,  la ciudad no ofrece más que los monumentos relacionados con la Ruta de la Seda, es decir, la primera atalaya, el paso Jiayu o Fuerte Jiayuguan y el tramo de la Gran Muralla. Además, había leído que es una ciudad un poco "especial", por no decir hostil, con respecto a los extranjeros y que, si no eres chino, es difícil conseguir alojamiento. Así que, sabiendo todo esto, habíamos planeado hacer las visitas a los puntos de interés y partir por la noche en el tren dirección Lanzhou, sin pernoctar en ella.


  Volábamos a las 08:15 horas en un Airbus 320 con China Eastern en el vuelo MU9678 que, según anunciaban, cumplía la puntualidad al 100%. Tardamos unos 25 minutos en llegar al aeropuerto. Hicimos el check-in sin problemas, tan solo le hicieron sacar la batería grande a Isabel. Por lo demás, embarcamos a su hora y despegamos puntuales. El avión llevaba dos filas de asientos de tres plazas y, a pesar de tocarnos el lado bueno del avión para ver las montañas Qilian, no nos tocó ventana, ni a Rosa, ni a mí. Le pedí a la mujer que tenía la ventana que, por favor me hiciera una foto, pero, está visto que, las cosas importantes las tiene que hacer uno mismo.

A las 09:10 estábamos en el aeropuerto de Jiayuguan. ¡ Sí señor, puntualidad 100% !

  Salimos a la calle y nos quedamos frente a la puerta principal. Nos tenía que recoger un taxista que había apalabrado Dong-Dong desde Zhangye para cubrir ese día que, desde un principio, nos había resultado tan complicado. Fue un acierto habérselo comentado. Por 400 yuanes (50 €), nos llevaría a todos los lugares y, por la tarde, nos dejaría en la estación del tren. De todas formas, nuevamente dependíamos de que nada fallase para que, como una gran fila de fichas de dominó, cada pieza empujase a la siguiente y todo funcionase a la perfección hasta el final.

Las montañas Qilian desde el avión.
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La puerta de entrada a la primera atalaya defensiva.

  Pasaron más de 10 minutos de las 09:30, hora establecida para que nos recogiesen y no llegaba nadie. Pero, cuando nos estábamos empezando a poner nerviosos, vimos como una mujer bajó de un suv blanco -que no recuerdo de que marca era- y se dirigió hacia nosotros con una amplia sonrisa. Era nuestra taxista.
​-     Nihao !! .- Le saludamos. Ella sonrió y respondió:
-     Nihao !! .- y, con un gesto, nos indicó que la siguiésemos al coche. Montamos; era un vehículo amplio y cómodo. 

  Antes de arrancar, le enseñé el plano del recorrido y el orden de las visitas que queríamos hacer, pero no era capaz de hacerme entender. Isabel intentó comunicarse en inglés, pero no entendía ni una sola palabra. 

  El nivel de inglés de Dong-Dong era bastante limitado, pero esta mujer no sabía nada. ¡¡Buuufffff !! El tema no iba a ser fácil. Entonces ella llamó por teléfono a un hombre y le puso en comunicación con Isabel. Tras aclarar con él, en inglés, nuestro recorrido, este se lo comunicó a la taxista y empezamos, así, nuestro periplo por Jiayuguan. 

  Tras de la conversación parecía convencida de lo que hacía. Ella sí, estaría convencida, pero nosotros, en realidad, no sabíamos a dónde íbamos. Nos dirigíamos hacia el sur y, tras cruzar las vías del tren, me di cuenta de que íbamos a la primera atalaya defensiva. Enseguida, en apenas diez minutos estábamos allí, en el arco de entrada, donde estaba situado el despacho de billetes. La chica, que nunca nos dijo su nombre por más que se lo preguntamos, nos ayudó a comprar los tickets. Pagamos 55 yuanes por persona ( 7 € ) que nos daban acceso a las tres visitas. Pasamos el control de seguridad y después, al cruzar por el torno, para validar las entradas, la máquina te sacaba una fotografía. Pasaron todos menos yo, bueno, al final si pasé, pero sin ser fotografiado.

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Recorrido pensado por Jiayuguan.

  Después, una vez en el interior, es decir, al otro lado de la alambrada que cerraba el recinto, montamos en un bus lanzadera que, por 25 yuanes por persona, nos ahorraba una caminata de unos 3 Kms hasta el lugar donde se situaba la antigua torre de vigilancia. 

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Anverso y reverso del ticket de entrada al conjunto de visitas de Jiayuguan. Con él se entraba a la primera atalaya, a la muralla y al fuerte.
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El ticket del vehículo-lanzadera que nos llevo y nos trajo de vuelta de la primera atalaya.
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Panorámica de las ruinas de la primera atalaya frente a las montañas Qilian.
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Maqueta explicativa de la estratégica ubicación de las defensas de Jiayuguan.

  Arriba, en la foto de la maqueta, se puede ver como esta plaza, cabecera del famoso corredor de Hexi, controlaba el acceso al valle. Con las montañas por el norte y el desierto por el sur, la única posibilidad de entrar en él se cerraba con el fuerte y la muralla. 

  Cuando nos dirigíamos hacia allí, en la lanzadera, por una pista sobre un terreno árido en mitad de la nada, me imaginaba como podría ser el final de la gran muralla.
​  Al llegar al lugar donde te deja la lanzadera, no puedes imaginar lo que te aguarda. Caminamos unos 100 metros hasta el acceso al área de interpretación que allí existe.  Resulta ser una caverna que guarda unos restos fósiles y que han aprovechado para hacer este pequeño mirador. La maqueta de la foto de arriba te recibe nada más bajar las escaleras. Después, un pasillo te acerca hasta una abertura horadada en la montaña. Mal asunto para los que sufran de vértigo; salimos a un balcón con el suelo de cristal que, a vuelo libre, se asoma unos 3 metros sobre el vacío... 

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El cañón del río Taolai defensa natural de la ciudad de Jiayuguan.

  Allí, ante nuestros ojos, la imagen de un espectacular cañón de trescientos metros de ancho y ochenta metros de profundidad te da la explicación de todo. En aquellos tiempos era una defensa inexpugnable, un paso infranqueable. Es el cañón del río Taolai y es la barrera natural donde muere, o nace, la Gran Muralla de la dinastía Ming. Allí estaba el final de los caminos seguros de la antigua Ruta de la Seda y la puerta de acceso a "las tierras salvajes". La sensación de haber alcanzado el confín de la China “civilizada” de aquél entonces, me transportó, como suele pasarme siempre, a la época de las grandes batallas contra los tangutos y los mongoles de Gengis Khan. Por mi cabeza pasaban sonidos de cascos de caballo, de espadas, gritos de muerte ahogados en el fragor de la batalla…   Frente a nosotros un paisaje desolado y melancólico. Estábamos en el desierto de Takla-Makán, extensión por el sur del desierto del Gobi, uno de los más grande del Mundo, pedregoso y mudo, una vasta e inhóspita región de 1.036.000 Km2. Allí, la Gran Muralla es un muro desgastado de tierra erosionada, de adobes raídos por el viento y el tiempo. Allí, la Gran Muralla es simple y bella como el mismo desierto.
  La voz de Jesús, pronunciando mi nombre, me sacó de mis ensoñaciones...

  Desde el balcón pudimos ver que, en el mismo borde del cañón, se levantaba la primera atalaya. Subimos y fuimos a ver aquel hito. Junto al montículo, una inscripción en una piedra cercana, nos anuncia que eso es el “di yi dun” -el primer bloque- e indica que estamos junto a la primera torre de la Gran Muralla. Ese primer punto defensivo que, antaño, llegó a ser una torre de 14 metros de altura, hoy en día no es más que un montículo de tierra compacta de apenas 3 metros, pero que guarda un enorme valor simbólico. Siempre fue una torre fortificada que avisaba a la siguiente torre de las incursiones de los enemigos con señales de humo por el día y señales con fuego por la noche.​ Una desdibujada “Muralla” de adobe arranca en dirección al Jiayu Guan -paso Jiayu-. La imagen de la Gran Muralla en el este de China, con sus bloques de piedra gris y sus enormes paredes, no tiene nada que ver con este tramo casi irrisorio en aquél inhóspito terreno desértico.

  Sabía que, Chang Cheng, como los chinos llaman a su Muralla - literalmente la larga muralla -, moría en las aguas del Mar Amarillo en Shanhaiguan, pero nunca pensé que nacía también junto al agua, en esta ocasión las aguas del río Taolai...
​Curioso ¿Verdad?

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A la izquierda lo que queda de la primera atalaya defensiva de Jiayuguan. A la derecha la Gran Muralla dirigiéndose al fuerte de Jiayuguan.
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El romanticismo de la antigua Ruta de la Seda convive con los intereses de la vida moderna, cambiando seda y especias por energías.

  Tras esta interesante visita, regresamos en la lanzadera al punto inicial y nos reunimos con nuestra misteriosa taxista. Mis talones seguían agrietándose sobre el terreno pedregoso del final de la muralla. Las sandalias me empezaban a rozar y me dolía. Callado, aguantando estoicamente el dolor, el viaje hasta el siguiente punto de la agenda me supo a gloria. Pensaba que nos llevaría a la fortaleza, pero no. En apenas veinte minutos estábamos en la base de la Muralla Colgada. La chica aparcó en una zona de sombra y nos dio a entender que nos esperaría en el mismo lugar. 

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Distintas vistas de la zona en la muralla de Jiayuguan; último punto defensivo por occidente del imperio chino.
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La muralla de Jiayuguan, punto de defensa más occidental de la China "civilizada". 

  Allí, al norte de Jiayuguan, se alza Xuanbi, la sección de la Muralla Colgada en las montañas negras de Mazong. Se construyó en 1539 para fortalecer la barrera natural que las mismas montañas imponían. El muro no se avistaba desde el oeste, así que, cuando los enemigos se atrevían a entrar en China rodeando el paso Jiayu, atravesando a duras penas la cordillera, se encontraban un sólido muro imposible de franquear.

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Arriba la línea defensiva sobre las montañas.

* Información sobre Jiayu Guan y primera atalaya:
Ubicación: Jiayuguan 
Precio de la entrada: 110 yuanes + 25 lanzadera
( 55 yuanes para mayores de 60 años  )
Horario: Todos los días de 08:30 a 19:00

El exigente tramo ascendente de la Gran Muralla.
Vistas desde lo alto de la muralla.

  Subimos las escaleras de una de las puertas de la muralla y empezamos a pasear por ella. Enseguida, el terreno empezaba a empinarse. Rosa, comentó que ella no subía y que nos esperaba junto a las estatuas de los camellos que hacen de homenaje a las caravanas de la antigua Ruta de la Seda. Jesús e Isabel comenzaron a subir. Estábamos en los confines del viejo Imperio Chino… Tenía que subir. Los pies parecían tener vida propia y notaba unos pinchazos como si los latidos de mi corazón se quisieran escapar por aquellos cortes. De todas formas, me lancé a conquistar la cota superior de la muralla. Según ganaba altura la visión era más melancólica. El paisaje no resultaba muy espectacular, pero, su historia implícita, hablaba por si sola. 

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  Aunque estaba algo nublado, el sol calentaba y algunos de los exigentes tramos de ascensión, con marcadas pendientes, hacían que se acelerase la respiración. Las losas calientes del suelo recocieron aun más mis heridas, pero no fue motivo suficiente para que me impidiese llegar hasta arriba.

 

  Allí, en la torre de la cima, tras 400 escaleras y casi media hora de ascensión, alcancé a Jesús e Isabel y, tras hacer unas fotos y disfrutar de la vista, iniciamos el descenso hacia el lugar donde aguardaba Rosa, tumbada sobre la hierba bajo la sombra de unos árboles. 

El monumento a la Ruta de la Seda al pie de la muralla suspendida de Jiayuguan.

  Nos reunimos los cuatro y nos dirigimos a un pequeño recinto hormigonado cubierto de mimbres que hacía una fantástica sombra. Lo atravesaba un canal de agua fresca y, como mostrador, contaba con un pequeño carro de dos ruedas. De él, una joven sacaba, además de algunas bebidas, sandías y melones que troceaba y vendía en dados. Cogimos un par de bandejas de fruta y unas bebidas para reponer líquidos. Aquello, después de la caminata bajo el tórrido sol, nos entró de maravilla.
​  Después de descansar un rato, fuimos hasta el coche y nos juntamos con la chica. Nos llevó a comer a un restaurante que distaba de allí un par de kilómetros.

 

  Entramos y, a base de gestos, nos dirigieron a un salón. Era amplio y fresco. Pedir fue otra odisea. La chica no se enteraba de nada y las camareras no sabían ni una palabra de inglés. Tuvimos que recurrir, nuevamente vía teléfono, al amigo traductor de la taxista. Acabamos pidiendo algo de verdura, pasta y carne, con agua y cervezas para beber.
  La chica había pedido un poco de arroz blanco que se lo sirvieron en una mesa aparte, fuera del salón. Insistimos en que se sentara con nosotros y, al final, accedió. Le ofrecimos de nuestra comida, pero no probó más que su arroz. 

Vitaminas, proteínas e hidratos de carbono para reponer fuerzas.
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  Intenté saber nuevamente su nombre…
- My name is Paco, her name is Rosa, her name is Isabel and his name is Jesús… What is your name? 

Ella sonreía y se encogía de hombros, pero no decía nada. Al final, lo dejamos por imposible.   
  Comimos tranquilamente y, tras unos minutos de reposo, nos montamos nuevamente en el coche y fuimos hacia el famoso Jiayu Guan - el paso Jiayu -…

Jiayuguan Cheng lou - literalmente, la fortaleza del paso del valle -, fue construida durante la dinastía Ming y tardaron 168 años en hacerla, iniciándose las obras en 1372. Fue un bastión de gran importancia porque controlaba todo lo que entraba y salía de lo que se conocía como la China imperial “civilizada”. Está situado en la parte más estrecha del sector occidental del corredor de Hexi, entre las cordilleras Qilian Shan y Hei Shan y, todo aquel que quería acceder a las llanuras del imperio para sacar el máximo beneficio a la ruta más comercial de la historia, debía atravesar esta inexpugnable fortaleza. 

Croquis del emplazamiento de la Fortaleza de Jiayuguan.
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  La fortaleza del Jiayu Guan, empezó a construirse bajo el mando del general Feng Sheng. Posteriormente, este militar de la dinastía Ming lideró, en 1387, una ofensiva contra la horda de Uriankhai del jefe mongol Naghachu en Manchuria. Esta campaña concluyó con la rendición de los manchúes de Uriankhai. 
  En 1873, Zuo Zongtang, el gobernador de la provincia de Shanxi, de paso hacia la “siempre rebelde” provincia de Xinjiang, llegó al paso Jiayu. Impresionado por su magnificencia, escribió esta frase en una tablilla: ”es el primer y más grande paso bajo el cielo", perdurando hasta nuestros tiempos y logrando aumentar su solemnidad y magnificencia. Esta construcción, al igual que la muralla de Xi´an, es un magnífico ejemplo de la arquitectura defensiva. Está situada a 1.800 metros s.n.m., junto al Lago de los Nueve Ojos. Está formada por una ciudad interior, una exterior más una muralla que las envuelve. Casi todas las construcciones son de alrededor del año 1370 y forman parte del Patrimonio de la Humanidad desde 1987. 

Estatua de Feng Sheng en el parque de acceso a la Fortaleza del Paso Jiayu.

  Esta construcción, al igual que la muralla de Xi´an, es un magnífico ejemplo de la arquitectura defensiva. Está situada a 1.800 metros s.n.m., junto al Lago de los Nueve Ojos. Está formada por una ciudad interior, una exterior más una muralla que las envuelve. Casi todas las construcciones son de alrededor del año 1370 y forman parte del Patrimonio de la Humanidad desde 1987.

Tiene dos puertas de acceso: La principal es la de oriente llamada Guanghua Lou - puerta de la iluminación -. La otra, la de occidente, se llama Rouyuan Lou - puerta de la conciliación -. Ambas cuentan con torres de vigilancia de 15 metros de altura, coronadas por tejados típicos de pagoda. Las caras norte y sur de la fortaleza, están conectadas a la Gran Muralla. 

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El lago de los nueve ojos que protege el fuerte por el sureste. 

  Hacia el sur se encuentra la primera atalaya defensiva y al norte hacia el tramo de muralla colgada.

  La taxista nos llevó al acceso principal, es decir, la puerta oriental. Dejamos el coche en el parking y tras pasar por el torno entramos en el recinto. Ella se quedó afuera esperando. El dolor de los talones se hacía ya insoportable. A cada paso que daba, los cortes se abrían y veía las estrellas. Empecé a cojear un poco y a sufrir bastante. Tras unas fotos al lago, entramos en la fortaleza. El patio era amplio y largo y tenía rampas que accedían a la parte superior, diseñadas expresamente para que pudiesen subir los caballos por ellas. Allí, en el patio, se situaban diferentes estancias para alojar a los soldados y almacenar comida y armas. 

La puerta de oriente, considerado el acceso principal.
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A la izquierda el arco de acceso a la ciudad exterior y en el centro la puerta desde el otro lado.
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Sobre estas líneas los guerreros.

  El suelo de tierra prensada desprendía una gran polvareda y, para mis pies, algunas piedrecitas sueltas eran un auténtico martirio. Nos cruzamos con un grupo de jóvenes vestidos de guerreros con trajes de época. Iban en formación buscando a algún fugitivo…

Yo, por si acaso, me escondí. ;-)

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Panorámica de la explanada interior y las murallas del fuerte.

 Llegamos a la puerta de la ciudad interior. Un enorme arco atravesaba la torre defensiva. Al otro lado de la muralla, se encontraba el palacio del general, las viviendas y los salones de oración. Fuimos recorriendo habitáculo por habitáculo. 

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Las murallas que protegen la ciudad interior.

  No he podido encontrar el nombre del último responsable de la fortaleza de Jiayu Guan. Allí, en los salones del palacio, colgaban imágenes de guerreros, gobernantes y sus cónyuges. 


  En unos paneles de colores se representaba la historia de la fortaleza y de batallas allí acaecidas, pero... todo estaba en chino. Cuando se inició su construcción (1372), el emperador era Zhu Yuanzhang, primer emperador de la dinastía Ming, puede que esos dibujos estén referidos a él.

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Imágenes de gobernantes, guerreros y batallas decoraban las paredes de los salones.

  Posteriormente, entramos en la zona de las viviendas. Allí se recreaba con un realismo increíble la vida cotidiana. Los militares discutiendo sobre la guerra en grandes salones decorados con pieles, la biblioteca, el escribano, la cocinera, el panadero, etc…

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El interior de la ciudadela estaba recreado, en algunas de las estancias, con escenas de la vida cotidiana.
El grado de realismo era impresionante ​y l
as figuras parecían humanas.
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  Fue interesante y divertido recorrer las estancias de la fortaleza. Solo faltaba que las figuras hablasen para que todo aquello fuese real. Impresionaba la textura de su piel, el brillo de sus cabellos, sus vestimentas, las poses naturales... Curioso, muy curioso.

  No quería marcharme de la fortaleza sin subir a la zona alta de las murallas y ver el paisaje desde allí arriba. Las rampas para los caballos se veían claras en esta zona. 

Las rampas para caballos en el Jiayuguan Fort.

  Fue interesante y divertido recorrer las estancias de la fortaleza. Solo faltaba que las figuras hablasen para que todo aquello fuese real. Impresionaba la textura de su piel, el brillo de sus cabellos, sus vestimentas, las poses naturales... Curioso, muy curioso.

  No quería marcharme de la fortaleza sin subir a la zona alta de las murallas y ver el paisaje desde allí arriba. Las rampas para los caballos se veían claras en esta zona. 

  La posibilidad de hacer una panorámica se esfumaba porque una pesada bruma ocultaba las montañas Qilian en el horizonte. Sin embargo el contraste entre el pasado y el presente se veía claro.

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Presente y pasado de Jiayuguan.

  Ya, no podía más y decidí bajar para reunirme con mis compañeros. El talón del pie derecho se había abierto de lado a lado y no sangraba porque la polvareda, que absorbía del suelo, ejercía de secante. Las heridas estaban sucias, resecas y con un tremendo peligro de infección. La cojera era más que evidente, tanto, que casi no me permitía caminar al paso de mis compañeros. Podía aguantar el dolor, pero, eso de tener las condiciones físicas mermadas, ya no me gustaba. Todavía había muchas cosas por ver y no podía permitir que, por mi culpa y por mi tozudez, se retrasara ni un minuto el guion del viaje. Por supuesto, mis compañer@s se dieron cuenta de mi cojera y, al ver la magnitud de las heridas y tras una merecida reprimenda, me convencieron para ir a una farmacia a curarlas.
  Renqueando, llegué al parking donde nos esperaba la taxista. Le enseñamos mis heridas y le dibujamos una cruz en un papel intentando hacerle entender que queríamos acudir a una farmacia. 

  Ella, asintió con la cabeza y, tras montar todos en el coche, arrancamos hacia la ciudad. Tras callejear por el centro urbano, se fue a detener frente a un hospital.
- No, no !! No, hospital, pharmacy… le decía Isabel. Pero… ¡¡ Ni caso !! 

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El hospital de Jiayuguan.
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A la izquierda el recibo de pago de los servicios. A la derecha las instalaciones del hospital.
La intención fue muy buena, la atención fue correcta, pero los medios eran bastante precarios.

  No hubo forma de hacérselo entender y, finalmente, acabamos entrando al hospital. Ella, nos acompañó a recepción y les explicó lo que ocurría. Seguidamente me hicieron pasar a una sala de valoración. En ella había unas estanterías y una gran mesa de madera con dos ordenadores. Sentados frente a frente, dos jóvenes médicos pasaban consulta. Entré y me coloqué a mi izquierda. Le entregué el pasaporte al medico para que rellenara mis datos personales. Posteriormente, le enseñé mis heridas. En ese momento entró en la sala una chavalilla de apenas quince años. Se sentó a mi derecha, rozando codo con codo, sin biombos, sin mamparas…

  Tocándose la garganta dio a entender que tenia faringitis o anginas o algo similar. El medico que me atendía rellenó el informe y, levantándose me dijo que le siguiera. Fuimos a la sala de curas. Me señaló que me sentara y él salió. Me quedé solo y aproveché para hacer unas fotografías. Enseguida apareció el medico, con Isabel y Rosa, varias enfermeras, el de seguridad, algún que otro paciente, otro medico, el de la limpieza… Aquello parecía el camarote de los hermanos Marx… Seguro que hacía mucho tiempo, que no atendían allí a un occidental, por no decir que aquella era la primera vez. Estaba claro que éramos el centro de atención y la atracción del día. 

  Como podéis ver en las fotos, el hospital, por dentro, dejaba mucho que sesear. Nunca pensé que estuviesen tan atrasados en este campo. Parecían unas instalaciones obsoletas, desatendidas, incluso yo diría que faltas de asepsia. El mismo médico que me atendió fue el que me hizo la cura, cuando, lo normal, hubiese sido que lo hiciese un enfermero/a. Yo creo que era su primera cura… El caso es que la limpieza de la herida y la pomada que me dio, me produjeron una sensación de alivio que no os podéis imaginar. Me calmó el dolor casi por completo y podía andar sin apenas cojear… ¡¡ Parecía un milagro !
Afuera, en recepción, Rosa se ponía histérica a la hora de pagar porque no aceptaban tarjetas de crédito. Teníamos un seguro contratado pero el problema era salir de esa situación. Al final fueron 80 yuanes (10 €), una cantidad irrisoria e impensable en Occidente.

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El kit de curas con la milagrosa pomada.

  Mira que les estaba diciendo a tod@s… Tenemos que ir a curarme estas heridas… Pero nada. Ahora en serio; lo siento compañer@s, no volverá a pasar. Nunca pensé que llegase a esos extremos. Gracias por vuestra infinita paciencia. ;-)

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La estación de ferrocarril de Jiayuguan.
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  Bueno, tras esta aventura, la chica nos llevó a la estación del tren. Era bastante pronto, alrededor de las 19:00 horas. El tren para Lanzhou salía a las 22:30, así que teníamos tiempo de sobra. Le pagamos lo convenido más una propina por llevarnos al hospital y hacernos de intérprete. Luego, tras comprobar cual era el acceso a la estación, decidimos ir a tomar una cerveza.
  Pensamos en buscar algún sitio para cenar y subir al tren con los “trabajos” hechos. Así que, dicho y hecho. En la calle perpendicular a la estación del tren, una larga avenida de cuatro carriles, encontramos un “chiringuito” y nos sentamos a tomar un refrigerio en la terraza. Cerveza para mis compañeros y un refresco para mí. La temperatura era ideal. Charlamos un rato contándonos anécdotas de otros viajes y luego fuimos al local adyacente para cenar. 
Resultó ser un establecimiento de comida china, pero regentado por musulmanes. Pedimos unos cuencos de sopa con verduras y pasta. No había alcohol, pero no les importó que Jesús fuese a buscar unas cervezas al local anterior… Para rato en Marruecos !!

  Después, sobre las 21:30 nos acercamos a la estación. Pasamos los controles de pasaportes y demás y, tras encontrar nuestra sala, nos sentamos a esperar. 

El último billete de tren de este viaje.

  El tren llegó bastante puntual. Era el último tren de este viaje y, nuevamente, teníamos camarotes de dos personas. Subimos, nos colocamos en nuestros sitios y, tras el paso de la revisora y el ritual de cambio de billetes, nos preparamos para descansar. Este tren estaba algo más sucio que los anteriores, pero las sábanas y las almohadas estaban limpias. Tras un rato de charla, que aproveché para cargar baterías y demás, nos fuimos a descansar.
​  Llegaríamos a Lanzhou, capital de la provincia de Gansu, a las 07:15 de la mañana. Así que debíamos aprovechar para dormir algo. Entrábamos en los últimos días de viaje, empezaba la cuenta atrás…

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Lanzhou

Tras otra noche de tren, con sus traqueteos y vaivenes, me levanté a eso de las 06:00 horas. Ya era completamente de día, por supuesto. La mañana, como todas las anteriores, venía algo cubierta por una fina bruma que empañaba el cielo.
 

Salí al pasillo sin hacer mucho ruido, para ver el paisaje desde la ventana. Mi sorpresa, cuando faltaban unos 100 kms para la llegada, fue encontrarme con las estivaciones de las montañas de colores. Claro, luego me di cuenta que estábamos pasando por la cara sur de la cadena montañosa de Danxia-Zhangye.

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Una zona de montañas de colores desde el tren camino a Lanzhou.
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Vista del Huang He, el río amarillo, de camino a Lanzhou.

  Poco a poco, la gente se fue despertando y el pasillo se fue llenando de pasajeros. Viajábamos paralelos al río Amarillo y, según nos acercábamos a Lanzhou, los terrenos anejos a las vías se iban poblando de casas, carreteras y fábricas.
​  Llegamos a Lanzhou East a eso de las 07:40 de la mañana. Esta ciudad tiene dos estaciones de tren, West y East. No sé porque, los billetes estaban sacados hasta de estación del este ya que, si no recuerdo mal, el tren paró también en la del oeste y nos quedaba más cerca del Ibis Lanzhou Hotel, que era nuestro próximo alojamiento. Tal vez fue una parada técnica… No recuerdo si bajó gente…

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El exterior de la estación de Lanzhou, un hervidero.
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Arriba las azafatas del tren a su salida.
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  Bueno, sea como sea, estábamos en la ciudad y nuestro primer objetivo era desayunar. Salimos al exterior y buscamos alguna cafetería o pastelería…  :-) 
 No, amig@s, no… A estas alturas ya sabíamos lo que había. Buscamos algún lugar donde nos diesen algo caliente sin que fuese pasta o sopa, que ya era mucho pedir.
​  No os lo podéis creer… Justo frente a la puerta de la estación había un chino… ¡¡ Sí !! ¡¡ Sí !! ¡¡ Un chino !!

  Compramos agua, unos sobres de café soluble y unas galletas.

Unos jóvenes desayunando nudels.

  Luego, a la izquierda de la estación encontramos un “chiringuito” musulmán con un hervidor de agua. El hombre nos atendió bastante bien. Pudimos servirnos agua sin miedo a “pirrileras” para hacernos unos cafés y un té para Jesús y le compramos unas rosquillas que estaban más sosas y más duras que una piedra. Bueno, el caso es que metimos algo en el cuerpo para entrar en calor. Tras el desayuno, fuimos a buscar un taxi que nos llevase al hotel. Eso fue toda una odisea. 

El tráfico en Lanzhou era caótico.
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  Entre que éramos cuatro personas, más las maletas y que, según decían, el hotel estaba lejos de su área, ningún taxista nos quería llevar. Finalmente, encontramos uno que por 80 yuanes ( 10 € ) nos llevó hasta el hotel, atravesando todo el centro, con su consiguiente atasco de tráfico.
Llegamos al Ibis Lanzhou Zahngye Road Hotel sobre las 10:00. Delante de nosotros había un gran grupo de chinos para registrarse.

  Pensábamos que, en un Ibis, no tendríamos problemas para comunicarnos en inglés pero, cuando nos llegó el turno, nos dimos cuenta de que no hablaban ni una sola palabra y eso que eran unos chavales jóvenes. Finalmente, con la reserva en papel y los pasaportes hicimos el check-in. Lo bueno fue que, sin esperar más tiempo, nos asignaron las habitaciones y pudimos subir a ducharnos y dejar las maletas. 

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La tarjeta y el edificio del Ibis Lanzhou-Zhangye Hotel.

 Quedamos en reunirnos en el hall sobre las 11:30 para salir a hacer las visitas a la ciudad. Sólo teníamos un día y había que exprimirlo a tope.

  Lanzhou es la única ciudad que atraviesa el caudaloso Huang He, es decir, el río Amarillo, a lo largo de sus casi 5.500 kms de recorrido. Cuando era una parada importante en la antigua Ruta de la Seda, debido a su abundancia en minas de oro, la solían llamar "la ciudad dorada".
​  En esta ciudad, cosmopolita y moderna, de 3.2 millones de habitantes en su área urbana, existe una importante fusión cultural por motivos religiosos. Entre los siglos V y XI, Lanzhou se convirtió en un importante centro para el estudio del budismo aunque, en la actualidad, es como una isla dentro de la provincia de Gansu, influenciada por el 9% de población musulmana.
  Los minerales como el carbón, zinc, oro, plata, níquel y manganeso, son una parte básica de su economía. Hay una planta de generación térmica que, todavía hoy, se alimenta de carbón. Recordemos que China es uno de las mayores consumidores de carbón y productora de CO2 -si no es la mayor- de todo el mundo. 
  En agricultura, Lanzhou es un importante centro de producción agrícola y también ganadera, con productos como trigo, verduras, legumbres, aceite, melón, melocotones, manzanas, tabaco, rosas y lirios.
  Otras industrias principales incluyen fábricas textiles, procesamiento de caucho y plantas de fertilizantes, una refinería de petróleo, maquinaria y una gran industria metalúrgica. Además, es el centro de la industria petroquímica de la provincia y fabrica equipos para la industria petrolera. También, produce locomotoras y material de ferrocarriles, así como herramientas y equipos de minería, productos de aluminio, productos químicos industriales y fertilizantes a gran escala. Aparte de todo esto, ha sido uno de los puntales de la industria de energía nuclear china desde 1960.

  Una vez reunidos en el hall y, cámaras al cuello, iniciamos el recorrido por la ciudad. Sin más dilación, nos dirigimos al puente... Decidimos centrarnos en las visitas que teníamos marcadas como fundamentales y después, si quedaba tiempo, pues ya veríamos.

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Este buen hombre que vendía patatas fritas, se enfadó un poco...
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los pellejos que alquilaban para hacer el descenso del río amarillo.
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Como en todo Asia, las instalaciones eléctricas son un "monumento".
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El Zhongshan Bridge sobre el río Huang He.

  De camino al hotel habíamos visto que el río no quedaba lejos, así que decidimos ir andando hasta su orilla y, después de situarnos, decidiríamos que hacer. Efectivamente llegamos en diez minutos hasta la margen derecha del río Amarillo. Era impresionante. Vimos que el famoso puente peatonal llamado Zhongshan Bridge, que se inauguró en 1909 y uno de los símbolos de la ciudad, no quedaba lejos y paseando río arriba fuimos hacia él. El Huang He, como todos los ríos, es un auténtico hervidero de vida. Además de su utilidad en la navegación, a lo largo de su cauce podíamos encontrar vendedores de refrescos, pintores, alquileres de pellejos para descender sus aguas, gente volando sus cometas, niñ@s jugando en sus improvisadas playas…

Vida, mucha vida junto al río Amarillo.

  Más adelante del carismático puente de hierro, se encuentra el edificio del teleférico. Nos asomamos y decidimos cogerlo para subir a la colina. Funciona desde las 09:00 hasta las 18:00 horas. Su precio de subida y bajada es de 45 yuanes ( 6 € ) y te lleva directamente a la mística colina Baita Shan, la colina de la Pagoda Blanca. En este punto, además de encontrar un excelente mirador, se sitúa el templo budista de la Pagoda Blanca, construido en 1448 durante la dinastía Yuan. 

El ticket de acceso a la colina Baita Shan en Lanzhou.
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  Montamos en el teleférico y lentamente cruzamos el río Amarillo. Las imágenes desde la cabina eran espectaculares, con la sky-line de la ciudad vista desde un lugar privilegiado. Rosa pasó nuevamente miedo, estas cosas le alteran demasiado, pero, otra vez más, se portó como una jabata. Según íbamos ganando altura nos arrimábamos más y más a la colina. Pasamos por encima de la conocida como Mezquita del Agua, por estar situada en la misma orilla del río. Al llegar arriba nos cruzamos con unos monjes budistas, una pareja de enamorados y unos turistas que parecían indios o pakistaníes.

La Lanzhou Bridge Gate Mosque.
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La ciudad de Lanzhou desde el teleferico.
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Desde el templo tibetano en lo alto de la colina.
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Panorámica desde Lanshan Forest Park.

  Luego fuimos hasta el mirador… un lugar desde donde se aprecia la magnitud de la ciudad. El cielo estaba un poco “sucio”. Una fina capa de bruma -seguramente polución- cubría el horizonte, dando la impresión de estar nublado. Abajo, en ambas márgenes del río, encajonados entre las montañas, los edificios se disparaban hacia el cielo peleando por un espacio cada vez más difícil de conseguir. Bajo la opresión del progreso en forma de grandes torres, los tejados de pagoda, típicos de la arquitectura asiática, luchaban por asomarse entre estos gigantes. Mientras tanto, como una gran arteria irrigando el corazón de la ciudad, el Huang He, arrastraba esa “sangre amarilla” que transmite vida. Las montañas de alrededor, salpicadas de pagodas y pequeños templos budistas, vestidas de infinitas tonalidades de verde, daban a entender que el enorme caudal del río las tiene bien alimentadas.

  Tras observar el paisaje y hacer unas fotografías, comenté a mis compañeros la posibilidad de bajar andando viendo los templos que se diseminaban ladera abajo. Al final, la mayoría decidió bajar en el teleférico y tuve que acatar su decisión. 

  Una vez abajo, junto al edificio del teleférico y el templo taoísta Baiyun, un gran salón con vistas al río nos sedujo y entramos a comer. Era un restaurante musulmán del que no recuerdo el nombre. La comida no fue cara, pero tampoco fue nada del otro mundo. Además, mis compañeros se quedaron sin su merecida cervecita. Lo único positivo que saqué de allí fue este video de como hacen los famosos fideos chinos. La verdad es que no tiene desperdicio. Clickad en el botón de abajo si queréis verlo.

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La comida, sin alcohol, del restaurante musulmán.

  Al terminar de comer fuimos dando un paseo de regreso al hotel. Decidimos descansar una hora y media para luego ir a la parte este de la ciudad a ver las famosas norias. Mientras, de camino, no paré de hacer más y más retratos y fotos de calle…

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En cada paseo por la calle nos hacíamos con infinidad de retratos.

  Tras el descanso nos reunimos nuevamente en el hall. Apalabramos un taxi para que nos llevara al día siguiente hasta el aeropuerto de Lanzhou que dista de la ciudad, nada más y nada menos que 70 Kms. La recepcionista nos hizo el trámite y de paso nos pidió otro taxi para ir a ver las norias. Yo quería coger el metro y sumar una nueva ciudad a mi lista, pero, al final, tuve que volver a ceder y acabamos en el taxi. Nos tomamos la tarde bastante relajadamente. El tráfico, nuevamente, era una pesadilla y tardamos más de media hora en hacer los 3 kms que separaban el hotel de las norias. Llegamos con tiempo. El acceso a las norias he leído que se cierra a las 18:30, pero el paseo por la orilla del río está abierto todo el día, por supuesto.

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A la derecha el paseo que lleva hasta el lugar donde se ubican las famosas norias de madera integradas, actualmente, en el paisaje urbano. 
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  Recorrimos tranquilamente aquel precioso parque. Fuentes y jardines orientales proporcionaban una grata sensación de frescura. En la orilla del río, las enormes norias giraban cansinamente recogiendo con sus palas el agua que transportaban, por medio de un entramado de canales, a las fuentes y estanques del parque. Yo vi, en funcionamiento, cinco norias; dos enormes de unos 20 metros de altura, otras dos de unos 15 metros y otra más pequeña en el parque. Antaño, llegaron a coexistir 252 de ellas sacando agua del famoso río Amarillo.
  Después, sin prisas, subimos río arriba paseando bajo unos enormes y preciosos cipreses. Desde las norias hasta el puente de hierro son unos 3,5 kms de distancia. Paramos en un “chiringuito” y tomamos un refrigerio; cerveza y refresco. La tarde avanzaba y el sol comenzaba a buscar su refugio tiñendo de oro, más si cabe, las aguas del río.
​  Saturno se preparaba para arrebatarnos un día más.

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Panorámica de Lanzhou con el famoso "río amarillo".
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Un hombre pescando con red en uno de los canales que alimenta las presas.
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  La gente, muy activa, en una maravillosa tarde con una temperatura ideal para el paseo, se echaba a la calle. Grupos de mujeres, en descompasadas coreografías, contorneaban sus cuerpos en cualquier espacio medianamente amplio. Familias con sus hijos junto a la orilla del río, otros grupos practicando artes marciales… Una auténtica "jungla" con todo tipo de "ecosistemas" se diseminaba a  lo largo de las orillas del legendario río Huang He.

  El final de la jornada dedicado al cuerpo y la mente…

A lo largo del paseo encontramos música estridente y unas rítmicas coreografías.
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El atardecer tiñó de ocres el paisaje de Lanzhou, hasta que la hora azul se hizo dueña y señora de todo.

  La hora azul nos dejó algún regalo en forma de fotografía y, posteriormente, la oscuridad se apoderó del espacio. Empezó a refrescar y volvimos hacia el hotel.

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  En la calle de acceso al Ibis, encontramos un restaurante de chinos han. Entramos a cenar y fue un acierto. Cenamos muy bien, con cervezas incluidas, por unos 240 yuanes… Luego, tras un rato de sobremesa nos fuimos a descansar. 

Algunos platos de la cena del día 24 en Lanzhou; en esta ocasión ...
¡¡ Con cerveza !!

  Había que recoger todo. Sería el último traslado antes de regresar a Occidente. Ya no quedaban más noches de tren, ni más pueblos de la Ruta de la Seda. Aquí, en Lanzhou, se acababa nuestra primera incursión por la antigua ruta de las caravanas...

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Lanzhou - Shangái

No sé si por la sensación de que el viaje se acababa o simplemente por el cansancio, pero, a pesar de ser una cama cómoda, no dormí nada bien esa noche. Nos levantamos a las 07:00 y tras una ducha, bajamos a desayunar al hall. Por un

importe de 4 € al cambio, nos servimos un desayuno buffet europeo bastante bueno. Incluso el café estaba pasable. Luego subimos a preparar todo. Aunque el vuelo salía a las 12:55, teníamos que recorrer 70 kms hasta el aeropuerto, es decir, alrededor de una hora de viaje. 

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La mañana estaba nublada en Lanzhou cuando salimos hacia el aeropuerto. El Río Amarillo nos despedía a su paso.

  Habíamos quedado con el taxista a las 10:00 pero todavía nos dio tiempo de ir a comprar unas vendas para mis curas. El día anterior, con la pomada y los talones vendados, me había recuperado bastante. El taxi llegó puntual. Un hombre de unos 40 años, serio, pero muy profesional, nos llevó sin complicaciones hasta el Lanzhou Zhongchuan Airport.

  De camino al aeropuerto fuimos encontrándonos con algunas imágenes curiosas. Vimos como regaban las montañas por medio de un sistema de tuberías que, cogiendo el agua del río, ascienden por la ladera y con un sistema de aspersión sueltan el preciado líquido ladera a bajo. Así, mantienen la montaña verde y luchan contra la desertización del lugar. 

  Más adelante nos encontramos con una especie de parque temático y vimos entre otros el famoso Partenón y las pirámides de Egipto, estos chinos...

El "falso" Partenón en las afueras de Lazhou.
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Llegada al aeropuerto de Lanzhou. 
A la derecha el avión que nos llevaría a Shanghái.
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  El recorrido no se me hizo muy largo. Llegamos al aeropuerto y, tras los trámites de rigor, embarcamos sin problemas en el vuelo 9C8848 de Spring Airlines que, en un Airbus 320, nos llevaría hasta nuestro último destino... Shanghái.
  Volábamos a las 12:55, pero salimos con unos minutos de retraso, aunque nada reseñable. El vuelo fue tranquilo y llegamos al Shanghái-Hongqiao Internacional Aiport a la hora convenida, es decir, las 15:40.
  Allí nos esperaba un taxi de la compañía Civitatis que cumplió, con mucha formalidad, todas las reservas que hicimos con ella.

La tarjeta del Soho Garden Hotel de Shanghái.

  Sólo esperaba que los días en Shanghái fuesen tranquilos y todo saliese bien pero, al llegar al hotel, nos dimos cuenta de que no iba a ser así. Había elegido ese lugar por su ubicación más que por otra cosa y, aunque a última hora estuve a punto de cambiarlo por el Hanting Hotel *** junto al Templo del Buda de Jade, no lo hice y, a decir verdad, me arrepentí unas cuantas veces. Los jóvenes que regentaban el Shoho Garden se portaron muy bien, hablaban inglés y nos pusieron las cosas fáciles, pero, el edificio daba pena. Nos asignaron las habitaciones y al entrar...
¡¡ Oh, my Good!! ¡¡ Olía a humedad y era super pequeño !!
Cuando nos duchamos nos dimos cuenta de por qué; la ducha echaba el agua en el mismo suelo del baño, no había plato ni nada que la recogiese y, cuando rezumaba, salía hasta la habitación. Hablamos de cambiar de hotel o hostel pero, al final, lo dejamos pasar.

  Tras asearnos y coger las cámaras salimos a la calle para dirigirnos a la zona llamada The Bund. La intención, porque no daba para mucho más, era hacer unas fotos a la sky-line con las luces encendidas de todos los edificios del WFC ( World Financial Center ). Como era hora punta cogimos el metro. Teníamos la parada Xinzha Road de la Línea 1 a tan solo cien metros del hotel. Desde allí hasta East Nanjing Road de la Línea 2 tardamos apenas cinco minutos. Costaba más llegar a la boca de acceso correcta que el trayecto en sí...

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La tarjeta del metro de Shanghái.

  Salimos a la superficie en un punto a tan solo 200 metros de The Bund. Una gran masa de gente se encaminaba a la sky-line. Era sábado y había mucho turista nacional.

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Una auténtica marabunta de gente se acercaba a esa hora al Bund para ver el espectáculo de luz de la sky-line.
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  La policía nos hizo pasar al otro lado de la calle, porque la gente que iba hacia el río debía ir por esa dirección. Habrá mucha gente que diga:
¿ Por qué tengo que ir por ese lado si soy libre para ir por donde me plazca ?

Pues, después de visto, tiene una explicación muy simple; los peatones son parte de los elementos en movimiento de la ciudad y, regulando el sentido de su marcha, se evitan encontronazos, atascos y aglomeraciones que ralentizan el tráfico rodado y, a su vez, pondrían en peligro la seguridad al propio peatón. No os podéis imaginar que masas de gente se juntaban para cruzar una calle. Bueno, dicho esto, seguiré con el relato. 
  Llegamos al río y nos pareció imposible poder hacer allí alguna fotografía. La Nanjing East Road nos llevaba perpendicularmente hasta The Bund y la marabunta de gente que la calle "escupía" se quedaba allí mismo. Los chinos son así de impulsivos; tienen que hacer las cosas según llegan.
  La policía controlaba para que nadie se subiese a los pretiles o a las barandillas de las aceras, cosa también lógica porque si no, aquello sería más caótico todavía.
El problema es que son muuuuuchos...
  Al final, nos dimos cuenta de que 50 metros más adelante, la primera línea de visión hacia el WFC, estaba prácticamente libre de gente y, claro está, nos fuimos para allí.

La "Perla de Oriente", sin duda el edificio más llamativo del distrito financiero.
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The Bund, una de las zonas emblemáticas de Shanghái.

  Anduvimos un buen rato por el Bund, disfrutando de una magnífica noche templada, de los juegos de luces y de la compañía de mis camaradas. Hasta el momento, la lluvia no había hecho acto de presencia ni un solo día en todo el viaje, pero allí, en Shanghái, estaba anunciado un poco de "xiri-miri" para el domingo. 
  Tras una hora larga de fotos decidimos ir a cenar algo. Volvimos sobre nuestros pasos hacia la estación del metro. Allí mismo, en Nanjing East Road, mientras las mujeres miraban algunas tiendas, Jesús y yo nos pusimos a buscar algún sitio para cenar. En una boca-calle encontramos un lugar con muy buena presencia y una larguísima carta de platos. Luego, una vez elegido el sitio, volvimos a avisar a las mujeres y fuimos todos a cenar. 

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La opípara cena que nos "regalamos" en Shanghái; arroz, pato, rollitos, setas, dumplings y ... tofu !

  Por algo menos de 30 € al cambio, es decir, unos 7 € por persona, nos pusimos "ciegos" los cuatro con cervezas y todo incluido. Cenamos muy a gusto y sin prisas. El lugar era bastante agradable, había gente pero el ambiente era relajado y sin bullicio. Después, volvimos a coger el metro y nos fuimos a descansar. El día siguiente visitaríamos Suzhou.

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El WFC , Centro Financiero Mundial, en la noche de Shanghái visto desde el Bund.
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Shangái - Suzhou - Shangái

Nos levantamos a las 07:30 porque habíamos quedado para desayunar a las 08:00. Teníamos contratado con Civitatis una excursión a Suzhou y pasarían a recogernos a las 09:00 de la mañana. Amaneció lloviendo y nada de xiri-miri, caía un

buen chaparrón sobre Shanghái, justo el día que debía hacer buen tiempo... Estaba claro que, entre unas cosa y otras, estos últimos días estaban un poco "gafados". Siempre quedaba la esperanza de que en Suzhou, más al oeste, el tiempo estuviese más seco, aunque ya de por sí, esa es una zona muy húmeda.

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  El desayuno era lo mejor que tenía ese edificio que rezumaba humedad por los cuatro costados. No en vano, además de los problemas de desagüe que padecía, yo creo que tenía filtraciones del río que, curiosamente, se llama Suzhou y que pasa justo al norte del hotel.
 Un poco de fruta, cereales, pan con mantequilla y mermelada, huevos, verduras, té y… ¡¡ Café !! Desayunamos bien y nos fuimos a preparar para la excursión.

  Unos minutos antes de las 09:00 llegó el coche de la empresa Civitatis. Traía el conductor y la guía, una chavala joven que hablaba bastante bien el castellano. Nos dijo que su nombre era Shan Li, pero para los turistas españoles se llamaba “Felicia”. Habréis visto que, t
odos los guías se cambian de nombre;

>>>> Du-Fan = Miguel / Dan-Fang = Luna / Shan-Li = Felicia...

Todos con nombres que lleven una “L”, pronunciación que se les hace a ell@s fácil. Ninguno se pondrá Pedro, Rosa, Ramona o Roberto…

Mapa del recorrido por la Colina del Tigre.
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  Bueno, tras las presentaciones, nos acoplamos en el coche, que no recuerdo de que marca y modelo era, tan solo recuerdo que era negro, amplio y muy cómodo. Bajo un suave aguacero - había aflojado un poco -, salimos atravesando la ciudad.
 Se notaba que era domingo, porque no había mucho tráfico. Tardamos algo más de una hora en llegar.
  Dicen que en Suzhou el clima es muy húmedo y por eso llueve bastante. Desde luego, nosotros podemos confirmarlo. ¡¡ Qué lástima de día !! Llegamos a la ciudad sobre las 10:15 horas.
Llovía…

 Esta fue una excursión que eligió Jesús con la intención de ver alguno de los llamados “pueblos del agua”, entre los que se encuentran  además de Suzhou; Hangzhou, Huzhou, Zhouzhuang, Tongli, Xintang, Zhujiajiao y Jinze, entre otros. Como en el viaje de 2017, Rosa y yo habíamos estado en Zhujiajiao, pues nuestro amigo eligió este para visitarlo. La verdad es que fue una pena de día porque la lluvia, cansina e incómoda, deslució toda la majestuosidad del entorno.

Anverso y reverso del ticket de entrada.

  Suzhou significa, literalmente, la ciudad del arroz y el pescado. Es una de las urbes más antiguas de la provincia de Jiangsu en la desembocadura del Yangtsé. En la antigüedad se llamaba Wujun y se calcula que tiene una historia de más de 4.000 años. Durante la dinastía Sui se le cambió el nombre al actual, Suzhou. En su día fue uno de los mayores centros de producción y comercio de la seda. Por aquel entonces, para dar salida a la fuente de su economía, las autoridades construyeron una inmensa red de canales que comunicaban las ciudades con los puertos exteriores. De esta manera, se convirtió en la ciudad mejor situada estratégicamente en las rutas comerciales y el agua se convirtió en uno de los elementos más importantes de su urbanismo, como en todos esos pueblos citados anteriormente.   
  La encontramos a unos 110 kms al oeste de Shanghái y su metrópoli tiene casi seis millones de habitantes. En la actualidad recibe más de dos millones de visitantes al año, tanto de turismo nacional como extranjero.

  El coche nos dejó en las misma entrada de la llamada Colina del Tigre tras atravesar el río Shantang.
​  Felicia, sacó las entradas. Todos los gastos, salvo la comida, estaban incluidos en los 108 € por persona que habíamos pagado con antelación, así que nos despreocupamos de todo. 
  Hubo un momento en que parecía que la lluvia nos iba a dar una tregua pero, fue un mero espejismo. 

Entrada a la Colina del Tigre y uno de los guardianes que la custodian.
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  Otro nuevo chaparrón nos hizo refugiarnos en uno de los templos del inicio. Pero había que adaptarse a las inclemencias y, ataviados con xiras o capas para el agua, nos dispusimos a recorrer aquella enigmática loma.


  Salimos del segundo templo y, tras cruzar el río que circunvala la colina, comenzamos a subir. A pesar del mal tiempo, se veía que el entorno era precioso, lleno de grandes árboles, estanques, pequeñas estancias al aire libre que usaban antaño para tomar el té, en fin, un verdadero paraíso.

El río que rodea la colina.

  Cuenta la leyenda:

  ...que corría el año 496 a.C. y el rey He Lu, fundador de la ciudad de Suzhou, gobernaba en el reino de Wu a finales de la época de los Periodos de la Primavera y Otoño. Su ansia de poder le llevó, junto con sus ejércitos, a participar en innumerables batallas. Las victorias se sucedían una tras otra. Pero en una de ellas fue herido por una alabarda y murió poco después. Fu Chai, su hijo, enterró a su honorable padre junto con 3.000 espadas de excelente forja en la colina, junto a un estanque de aguas claras flanqueado por escarpados acantilados. Durante los tres días siguientes al entierro del monarca, se vio a un tigre blanco apostado en la colina. Todos pensaron que el tigre era una especie de guardián sagrado, encargado de proteger el sepulcro del rey y desde entonces pasó a llamarse... "La Colina del Tigre".

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  La Colina del Tigre se eleva, tan sólo, 35 metros s.n.m. Es conocida por su belleza natural y por contener uno de los monumentos más significativos de la ciudad e icono de ella, la Pagoda Yunyan -la pagoda inclinada-.
Felicia nos fue describiendo todo lo que encontrábamos a nuestro paso...
El pasillo central estaba jalonado de olmos a ambos lados y compuesto por una franja de piedras regulares desde su eje, destinadas a que pudiesen subir los carros. Ambos lados de este eje central están pavimentados con grava a modo de aceras peatonales. Tras pasar una tercera puerta llegamos al jardín central.

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El Pozo del Guardián del Té.
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La Roca de la Espada.
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La Roca de la Almohada.

  Allí, nos encontramos con "el Pozo Lu Yu" o "el Pozo del Guardián del Té". En realidad es la boca de un manantial natural que transcurre bajo la colina. Lu Yu fue una autoridad en el arte del té. Ya de anciano, vivió en la Colina del Tigre y acabó de escribir allí el primer libro sobre el tema, llamado El Tratado del Té. Se dice que, cansado de bajar todas las mañanas al río en busca de agua, el mismo excavó el pozo que lleva su nombre.
​  Al lado oeste del camino principal, encontramos una roca natural llamada "la Roca de la Almohada". Junto a esta, otra, partida por la mitad, es llamada "la Roca de la Prueba de la Espada". 
  Un poco más adelante nos encontramos con un espacio abierto con una gran roca en medio...

  A esta la llaman "la Roca de las Mil Personas". Cada vez que llueve, la roca muestra un ligero color de sangre. La leyenda dice que es la sangre de los mil artesanos que trabajaron en la construcción del mausoleo de su padre y que el príncipe mató para guardar el secreto de la situación de su tumba. La verdad es que, como llovía, un ligero color rojizo sí se podía ver, pero, todo era debido al oxido de hierro que el agua eliminaba de la piedra. 

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Junto al estanque se encuentra "la Roca de las Mil Personas".

  Junto a esta siniestra roca se sitúa el famoso "Estanque de la Espada". Bajo él, se cree que está la tumba del rey He Lu enterrado junto con sus 3.000 magníficas espadas. Eso seguirá, de momento, en absoluto secreto, ya que algún que otro intento de excavación ha sido paralizado.  Los trabajos arqueológicos para dar con su tumba y desvelar así ese milenario secreto, desestabilizan el terreno sito bajo la base de la Pagoda Yunyan, poniendo la integridad de esta en serio peligro. Así que, hasta que la tecnología desarrolle algún sistema más fiable, el rey He Lu seguirá descansando tranquilo y su secreto seguirá a salvo.

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El Estanque de la Espada.
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El Patio de los Bonsais alberga ejemplares centenarios.
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  En la parte alta de la colina se encuentra "el Templo de Nube y Roca". Allí, una imagen de Buda es venerada por los fieles.
 Me topé con esta joven y, como veis, posó sonriente para mi cámara. A veces, pienso que esos ojos rasgados se deben a la perenne sonrisa que esta gente muestra. La verdad es que es un pueblo cordial y hospitalario. Posteriormente, Felicia nos llevó a la zona denominada "el Patio de los Bonsais", un jardín con ejemplares centenarios.

La joven que regaló una sonrisa para mi cámara.
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El Templo de Nube y Roca donde se venera a Buda.
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El llamado "Patio de los Bambús".
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La Pagoda Yunyan en la Colina del Tigre.

  Tras cruzar otra terraza denominada "el Patio de los Bambús", alcanzamos el momento cumbre de la visita: la Pagoda Yunyan o la Pagoda Inclinada de la Colina del Tigre. 
  Junto con la Torre de Pisa, son las dos únicas construcciones en el mundo que, tras perder la verticalidad, se mantienen aún en pie. Está, la de China, data del siglo X. Fue construida durante el periodo de las Cinco Dinastías. Es una torre octogonal de ladrillo con estructura de madera. Tiene siete plantas y alcanza una altura de casi 48 metros. La torre, que empezó a inclinarse desde la dinastía Ming, se desvía hacia el noreste y actualmente tiene una inclinación de 2,34º con respecto al eje central. Debido a su estado no se puede acceder a ella y solo se permite verla desde el exterior.
  Como comenté antes, se especula con que el acceso al mausoleo de rey He Lu, está justo debajo de la pagoda, por eso el hueco que ocupa la estructura de la tumba puede provocar esta inclinación.
  Seguía lloviendo, a ratos con intensidad, no se si eso provocó que viviésemos esa experiencia envuelta en un confuso halo producto de la mística... lo cierto es que fue un privilegio recorrer esos milenarios senderos donde la historia, la leyenda y el mito se mezclan en una dulce ensoñación.

​* Información sobre Hu Qiu - La Colina del Tigre:
 Ubicación: Suzhou 
   Precio de la entrada: 80 yuanes 
   Horario: Todos los días de 07:30 a 17:30

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  Calados hasta los huesos tras otro aguacero y cumplida la visita a la Colina del Tigre, bajamos a recorrer las callejuelas de la vieja ciudad de Suzhou.
El casco antiguo, a pesar de estar preparado para el turismo, mantiene el encanto de las pequeñas ciudades medievales y fue reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
  Calles adoquinadas y estrechas, casas de planta baja adosadas una a la otra en una interminable hilera.
Actualmente los talleres de elaboración de seda los ocupan tiendas de recuerdos y artesanía, restaurantes y algún que otro local con productos de primera necesidad.

Llovía incesantemente sobre la ciudad de Suzhou.

  Seguía lloviendo. La verdad es que nos cortaba todo el rollo. La ropa y los pies calados, las mochilas ídem de lo mismo, las cámaras guardadas para evitar que se estropeasen ya que, aunque están selladas y preparadas para ello, tanta y tan duradera exposición a la lluvia acaba por empapar todo. 


  Felicia, nos condujo después al canal o calle Shantang. Este es el canal más importante de la ciudad. Mide 3,8 Kms de longitud y une dos barrios de Suzhou. El precio del paseo en barca es de 55 yuanes por persona y dura algo más de media hora. Recorre gran parte del canal, pasando bajo alguno de sus maravillosos puentes y pasando junto a las viviendas a pie de agua de los vecinos de la ciudad.

Anverso y reverso del ticket del paseo en bote por el canal de Shantang.
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  El Canal Shantang se creó alrededor de 825 a. C. Lo cruzan botes que transportan turistas entre Tiger Hill -La Colina del Tigre- y el extremo turístico de la calle Shantang. Pasear en uno de estos barcos brinda la oportunidad de ver rastros de la cultura del agua de Suzhou. A lo largo de toda su longitud pequeñas plazas conectan las calles y el agua, a menudo frente a edificios públicos y templos. Estas plazas proporcionan acceso al agua a las personas del vecindario y también pueden proporcionar carga y descarga para las embarcaciones. El lado de las casas que miran hacia el canal es, en gran medida, la parte posterior de ellas y, a menudo, están más abiertas al canal que a la calle. Siempre tienen escalones desde un patio al canal para lavarse o para coger un bote. Esos pasos son históricamente parte de las casas de Suzhou aunque, en muchas casas, los pasos ya no se usan.
 

El canal Shantang bajo la lluvia.

  Las fachadas del canal también crean la oportunidad para expandir un poco la casa construyendo, suspendiendo sobre el agua, una especie de porche, aunque sea de forma bastante modesta. Todavía podemos encontrar a gente lavando la ropa o los platos en el canal aunque no sea ya muy buena idea porque, es poco probable que el agua esté lo suficientemente limpia. 

  Las casas a lo largo de la calle Shantang están orientadas al sur, hacia el canal, por lo que el lado que da al agua crea una gran oportunidad para la jardinería, secar la ropa y sentarse al sol. 

Li Shan o Felícia, la guía de Suzhou. 
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Imágenes del canal Shantang, arteria principal de Suzhou.

  El paseo en barco, además de ofrecernos una imagen de la vida en los canales, nos sirvió para quitarnos un rato las capas empapadas y descansar de la persistente y cansina lluvia que nos seguía acompañando. La verdad, después de estar caminando toda la mañana entre charcos, estar un rato a cubierto fue bastante agradable.
  Después del paseo, Felicia nos llevó al restaurante Song Helou en la Shangtang Street para comer. Eran alrededor de las 14:00 horas, es decir, el momento perfecto. Volvimos a entrar a las calles del casco antiguo y tras dejar atrás un par de locales, nos indicó uno en un callejón donde entramos sin discusión. Lo cierto es que el lugar estaba elegante y con un ambiente muy formal y tranquilo. Nos trajeron la carta y Felicia nos ayudó a pedir... pollo, verduras al vapor, arroz, pato, algo de pescado... Sacamos un poco de todo y lo compartimos como buenos amigos. Lo acompañamos con agua y cerveza nacional.

La tarjeta del restaurante.
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El restaurante de Suzhou y sus exquisitamente presentados platos.

  Mientras comíamos, Felicia nos preguntó si queríamos ver algún jardín más de los que hay a lo largo de la ciudad. Pero, al salir, seguía lloviendo y estábamos cansados de tanto agua. Le dijimos si podríamos utilizar el tiempo restante para ir a Shanghái y ver el barrio de la Concesión Francesa y el barrio de Xintiandi. Ella respondió que sí, que podíamos emplear nuestro tiempo como quisiéramos y, tras reunirnos con el chofer, pusimos rumbo a Shanghái. 

  Dentro del coche se estaba seco y calentito...

La Perla de Oriente perdida entre las densas nubes.
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  El tráfico para entrar en Shanghái era caótico. La lluvia, que se propuso y consiguió arruinarnos la jornada, aunque había aflojado algo, seguía siendo persistente y no cesó hasta que entramos en el barrio Xintiandi. Felicia nos dio una vuelta por las calles más céntricas, enseñándonos la arquitectura del lugar, con casas bajas repletas de locales comerciales.

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Paseando por las mojadas calles del barrio Xintiandi.

  Xintiandi es un agradable barrio formado por casas antiguas llamadas shikumen (literalmente casas con la entrada de piedra), que fueron restauradas para albergar tiendas, restaurantes y cafés. Aunque es una zona muy frecuentada por los turistas, esto es algo que no logra restarle encanto a las agradables callejuelas rodeadas por antiguos edificios. Es un poco, junto a los hutongs de la parte antigua, la esencia del viejo Shanghái.
  Tras este paseo, nos volvió a recoger el coche y nos llevaron a la Concesión Francesa. Nosotros ya habíamos visto este barrio en la visita anterior y sabíamos que no valía mucho la pena, pero Isabel y Jesús querían verlo y allí que nos fuimos...

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Imágenes de la vida cotidiana en el barrio Xintiandi.

  Tianzifang es una zona residencial ubicada en el área de la antigua Concesión Francesa, que se ha convertido en un enclave conocido por sus tiendas de artesanía, galerías de arte, cafeterías y restaurantes.  En el año 2006, el gobierno decidió su demolición para la reurbanización de la zona. Los residentes y propietarios de los negocios se opusieron al derribo y finalmente lograron convencer al gobierno de que preservara el área y su arquitectura. Guardaron la imagen tradicional, pero las construcciones son modernas y, para mí, a perdido su encano. De todas formas, es una zona tranquila y agradable para realizar algunas compras o bien tomarse un descanso en alguna de las cafeterías.
  El tráfico de entrada a la ciudad se había comido media tarde. Cuando llegamos a la Concesión Francesa eran más de las 18:00 horas. Felicia nos dejó en la entrada al barrio y se despidió de nosotros. Su trabajo había terminado. 
  Dimos una vuelta por la zona, recordando la visita anterior en 2017 y, tras comprobar nuestros amigos que no había gran cosa que valiese la pena ver por allí, ya que todas las construcciones son modernas y solo hay restaurantes, supermercados, tiendas de telefonía y locales de ocio, decidimos coger el metro en el centro comercial y volver hacia el hotel donde, desgraciadamente... nos esperaba más agua.   :-(
  El metro nos dejó en la parada Xinzha Road de la Línea 1. Fuimos un momento al hotel a dejar las cámaras, asearnos un poco y ponernos algo seco. Luego salimos a buscar un sitio para cenar.
 No queríamos demorarnos mucho así que vimos un Mc Donald´s y nos metimos allí a comer una hamburguesa o algo similar. Luego, tras esa "opípara" cena , nos fuimos a descansar. El día, con agua desde el principio hasta el final, se había hecho muy pesado.

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Shangái 

Tras haber descansado medianamente bien porque, aunque el sitio era muy tranquilo, lo estropeaba el problema de la humedad, a eso de las 07:30 nos reunimos para desayunar. Era nuestro último día en Shanghái y había que aprovecharlo.

El plan de hoy era ver los Jardines Yuyuan y sus alrededores y, posteriormente, comprar la seda en la fábrica nacional que visitamos en 2017. Si después quedaba tiempo de meternos por los hutongs pues mejor, pero me parecía misión imposible.  A las 20:00 horas, nuevamente, un taxi de Civitatis nos recogería en el hotel para llevarnos al aeropuerto. Esto se acababa...

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Camino de Yuyuan Garden atravesando uno de los hutongs de Shanghái.

  Cogimos el metro en Xinzha Road en L1 hasta People´s Squre en L2. Allí transbordo hasta East Nanjing Road L10 y desde allí hasta la parada de Yuyun Garden.  La boca del metro nos dejó en las puertas de uno de los hutongs de Shanghái. Un grupo enorme de personas se dirigía hacia la entrada a los jardines...
  Empecé a recordar y a reconocer el lugar y enseguida encontramos las taquillas para comprar las entradas. Como en casi todos los lugares, los mayores de 60 años -edad que abre otro ciclo en la cultura china- pagaban la mitad. Así que presentando los pasaportes, pagamos 3 + 1 entradas. 

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Panorámica desde el acceso principal al Yu Garden.

  El Jardín Yuyuan de la ciudad de Shanghái es uno de los jardines más famosos de la R. P. China. Está situado en la zona norte, cerca de la antigua muralla y junto a los últimos hutongs de la ciudad.
  El origen del Jardín Yuyuan se remonta al año 1559, en plena dinastía Ming, cuando fue construido por Pan Yunduan, gobernador de Sichuan. Yuyuan Garden o "El Jardín de la Salud y la Felicidad", se construyo como un lugar de retiro y de relajación, donde el gobernador disfrutaba de la tranquilidad con su familia. Su construcción siguió todos los cánones propios de los jardines chinos de la época, dando mucho valor al entorno, con estanques, zonas verdes, rocas, salones, pagodas, pórticos y puentes de piedra.
 Posteriormente, a partir del año 1957 se inició su restauración, que abarcó todo el barrio que rodea al jardín. En el año 1961 el Jardín Yuyuan fue abierto al publico y en 1982 fue declarado Monumento Nacional.

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Anverso y reverso de los tickets de entrada a Yu Garden. 
Arriba la reducida para los "abueletes" (20 yuanes), a
bajo la entrada del "bebé" (40 yuanes),

  La mañana estaba algo nublada. No hacía frío pero, a primera hora, amenazaba lluvia. Después, poco a poco, fue levantando y aunque no llegó a llover, tampoco llegó a verse el sol con claridad. 
  Comenzamos el recorrido por los jardines y sus estancias. Había bastante gente pero no se sentía agobio, el tránsito era fluido y el murmullo de las voces humanas no llegaba a silenciar el canturreo de las fuentes. 

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Distintas imágenes del paseo por el Yu Garden.

  Fuimos de salón en salón, de jardín en jardín... El aérea ocupa una extensión de 20.000 m cuadrados y esta dividido en varias zonas de interés todas ellas separadas por muros. Estos muros tiene un fuerte valor simbólico pues están decorados con formas de dragón, animal muy importante dentro de la mitología china.

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Imágenes del interior del Yu Garden.
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 * Información sobre Yuyuan Garden - Los Jardines Yuyuan:
  Ubicación: 218, Anren Road (Shanghái)
  Precio de la entrada: 40 yuanes ( 20 yuanes + de 60 años )
  Horario: Todos los días de 08:30 a 17:30

Distintas instancias del complejo que abarca el Yu Garden.
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  Rodeando los jardines está el Yuyuan Market, un enorme bazar lleno de restaurantes y tiendas con todo tipo de souvenirs. Fangbang Road, al sur del bazar, es uno de las mejores lugares de Shanghái para comprar cuadros, tallas, esculturas y otros productos artesanales. Es uno de los iconos turísticos de la ciudad pero, al estar junto a los jardines, se visita el mismo día. Aunque los precios son algo elevados debido a que se trata de una zona muy turística, resulta entretenido pasear por sus calles observado los puestos. 

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  En esta calle, de algo menos de un kilómetro, dentro de  la zona del Yuyuan Market, lo que realmente llama la atención es la belleza de las casas tradicionales, con sus  grandes balaustradas de madera de un llamativo color rojo, construidas en la última etapa de la época imperial, es decir, finales del siglo XIX y principios del XX, pero con un diseño de la época medieval de la dinastía Quin.
 Es también conocida como la “calle antigua de Shanghai“ y en realidad parece una puerta a otra dimensión, una especie de conexión entre el nostálgico pasado y el estresante presente...

La calle Fangbang es un punto magnífico para ejercitar la street-photografy.
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  Allí, dentro del Yuyuan Market, nos tomamos unos cafés con algún bollo en una terraza de las muchas que puedes encontrar. Sentados, podíamos seguir con interés las idas y venidas de la gente, aprovechando para hacer retratos espontáneos de los que a Jesús y a mí nos gustan. 
Después, subimos a una de las tiendas que había frente a nosotros en busca de algún souveir, un perla, un bolso... Yo me compré una gorra del ejército chino, con la estrella de cinco puntas. El "comandante" renovó su vestuario...
  Tras esto, decidimos ir a la fábrica-museo de la seda. Era la última visita de Shanghái y del viaje.
  Vimos el museo y compramos algunas cosas de seda. Sábanas y almohadas, una colcha, algún pañuelo... Era seda buena, nada de palo, estábamos en un sitio del gobierno y aquí no se andan con tonterías. El "comercial" que nos atendió, que habla casi perfectamente castellano,  "flipó" al ver a cuatro occidentales solos...

- Como ustedes aquí, sin guía. ¿ Como saber este lugar ?
- Estuvimos aquí hace dos años y conocíamos este sitio... - le dijimos Rosa y yo.
  Tras dejar allí unos cuantos yuanes, cogimos un taxi y volvimos al hotel a preparar todo para la partida.

Otra perspectiva de la calle Fangbang.

  Por el camino, de vuelta al hotel, hicimos las últimas risas... Llegamos a la calle donde se ubicaba el alojamiento y el taxista no encontraba el acceso al callejón por donde se accede a la puerta principal. Después de cruzar media ciudad y dar dos o tres vueltas a la manzana del hotel, el taxímetro tan sólo marcaba 12 yuanes ( 1,50 € ). Jesús, en una de sus salidas, dijo:
- ¿ Cuanto llevamos ? ¿ 12 yuanes... ? Dile que de otra vuelta, hombre, que le cunda un poco la carrera...
  La espontaneidad hizo que nos riésemos todos... la verdad es que moverse en taxi, fuera de las horas punta, es una gozada.

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La tarjeta del museo-fábrica de la seda y los cotizados gusanos.
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El hall del aeropuerto de Pu Dong.

  Finalmente llegamos al hotel, dejamos las compras en las habitaciones y salimos a comer. Eran alrededor de las 14:00 horas. Estuvimos buscando algún sitio para comer hasta que dimos con un sitio pequeño, con apenas 6-8 mesas, y regentado por una pareja de chavales jóvenes. El cocinaba y ella hacía de camarera. Pedimos unos platos según las fotos que tenían expuestas en las paredes del local. No tenían cerveza. Rosa y yo salimos a la calle y en un supermercado, junto al restaurante, compramos unas botellas. La cerveza estaba caliente, pero, comimos a gusto.
  Después fuimos al hotel. Habíamos pagado 100 yuanes más por quedarnos con una habitación hasta las 18:00 horas y poder recoger todo y ducharnos antes de salir para el aeropuerto. Anduvimos por turnos y luego nos juntamos en el hall

  Allí, mirando las tarjetas de embarque y la reserva de Civitatis, me di cuenta de que habíamos pedido el traslado al aeropuerto de Hongqiao y el vuelo salía desde Pu Dong. Jesús llamó a Civitatis y lo arregló pero tuvimos que pagar un suplemento de 100 yuanes. De paso, adelantamos una hora la recogida,  porque habíamos quedado a las 21:00 y era demasiado justo. 
  A las 20:50 estábamos en el aeropuerto. Todo iba sobre ruedas hasta que, en el control de seguridad para entrar a la zona de embarque, después de pasar Rosa, Jesús y yo, retuvieron a Isabel. Vimos que la echaban para atrás por la dichosa batería de 1.000W que ya nos dio un aviso en Dunhuang. El problema fue que le retuvieron el pasaporte y la mandaron a hacer una instancia para que asumiese la responsabilidad de lo que pudiese originar esa potente batería. Nosotros, en principio, al otro lado de los controles no sabíamos ni dónde, ni como estaba. Todos angustiados; Jesús a punto de sufrir un infarto, Rosa histérica y yo, como un flan, intentando mantener algo de cordura para "sujetar" a mis compañeros. 
  Isabel, al otro lado, sin pasaporte, dando tumbos de ventanilla en ventanilla, sin encontrar a nadie que hablase inglés hasta que, brillantemente, se le ocurrió ir a la zona VIP de China Eastern-Air France la compañía que gestionaba nuestro vuelo. Pasaron tres cuartos de hora y, al final, vía SMS pudimos contactar y nos dijo que ya salía. 

  El susto fue muy impactante. Aunque no pasó nada, ella quedó muy tocada, se sintió violentada y ninguneada, prometiendo que no volvería a este país. De todas formas, el destino fue benévolo y la eligió a ella que era la que mejor, o la única, que podía defenderse con el inglés. Gracias también a que salimos una hora antes, si no, ese día, con casi total seguridad, hubiésemos perdido el vuelo. 
  Después, ya todos juntos, nos dio tiempo a sentarnos unos minutos, coger aire y tomar una cerveza para soltar tensiones. Finalmente, sobre las 11:20 nos dirigimos hacia la puerta de embarque. 

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Shangái - París - Astigarraga

Embarcamos sin problemas. Ya habíamos tenido bastante...
El Boing 777 de China Eastern tenía la hora de despegue a las

00:10 de la madrugada. Salió bastante puntual, con algunos minutos de retraso, pero todo dentro de los márgenes normales. Volvíamos a casa con un regusto amargo. Después de lo bien que lo habíamos pasado, ese incidente manchó con un borrón la última página del diario de viaje. Pero Isabel es una mujer fuerte y pronto guardará en el cajón de las anécdotas lo vivido ese día.

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El Boing 777 de China Eastern que nos llevó a París.

  Tras tanta tensión, no tuvimos por menos que ponernos cómodos e intentar dormir un poco. Pero antes trajeron la cena. En esta ocasión, al ir a favor del horario, se nos hizo más fácil, bueno, por lo menos a mí. Con algo en el estómago y viendo la información sobre el vuelo, el arrullo de Morfeo que, según parece, viajaba con nosotros, me llevó "volando" al país de los sueños.

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El Jet 190 de HOP! que nos llevó de París a Biarritz.
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El menú del vuelo de China Eastern.

  Teníamos dos horas para el cambio de terminal y sin tener recoger las maletas porque, al facturar, nos dijeron que iban derechas a Biarritz. Sin agobios, con tiempo de sobra, incluso para tomar un café, llegamos a la puerta de embarque de la compañía HOP !, subsidiaria de Air France que cubre vuelos nacionales en el estado galo.

  El Jet 190 que cubría el vuelo AF7654, despegó a las 08:45, con los diez minutos casi habituales de retraso en todos los vuelos. Las caras eran un reflejo de los sentimientos que siempre nos invaden al acabar un gran viaje, con una mezcla de pena por que se acaba, cansancio por el trayecto, alegría por lo vivido, e ilusión por empezar a preparar el siguiente.
  Llegamos a Biarritza a las 10:00 como estaba previsto. Allí nos esperaba de nuevo Iñaki, pero las que no llegaron fueron las maletas. Se habían quedado en París. Nos atendieron muy bien y tras enviar unos correos con los datos y demás, nos prometieron que en breve nos las llevarían a nuestro domicilio. Efectivamente, al día siguiente estaban en casa.

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Sobrevolando Baiona en el descenso hacia Biarritz.

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Reflexiones:
  Poder disfrutar de excitantes experiencias como esta, siempre nos enriquece como individuos y miembros de este crisol de culturas que es el planeta Tierra. Las relaciones humanas desde el compañerismo y la solidaridad del viajero, el contacto con otras culturas tan distintas y en el fondo tan similares, debería hacernos comprender que, a pesar de las superfluas diferencias, el hecho de respirar, de amar, de necesitar del sol y del agua para vivir, es lo que a todos nos hace iguales bajo la cúpula celeste. 
  Chinos, tibetanos, mongoles o kazajos... Uigures o janis... Parsis, musulmanes, cristianos o budistas... El cariño, la aceptación y los centenares de sonrisas que he recibido de todas las personas que he conocido en este viaje me demuestran, cada día con más fuerza, que, por encima de fanatismos, de obsesivas señas de identidad y destructivos ideales de superioridad de gente acomplejada, mi patria son mis zapatos, mi bandera tu sonrisa, mi doctrina es el respeto y mi himno... Una eterna oda a la libertad.


                                     Gracias a mis compañe@s por hacer de este viaje una inolvidable experiencia.

La Ruta de la Seda - 2:
            Cruzando la cordillera del Pamir hasta el corazón de Asia Central. ( Objetivo 2020 )

El reto era grande; fuera de tu entorno, en tierras extrañas, compartiendo espacios reducidos y muchas horas de viaje, la convivencia siempre está expuesta a posibles choques de caracteres y de intereses. En esta ocasión el interés era común, recorrer la Ruta de la Seda y sus puntos más emblemáticos (conseguido).

  Los caracteres se adaptaron perfectamente complementándose,  en total armonía, el optimismo y la inquietud de Jesús con la diplomacia y la reflexividad de Isabel; la constancia y la paciencia de Rosa con mi ímpetu y mi inconsciencia (conseguido).
  Ahora, sabiendo que el grupo funciona, el siguiente reto es la organización del segundo tramo de esta maravillosa aventura. Cruzar la provincia china de Xintiang y entrar, atravesando la Cordillera del Pamir, al corazón de Asia Central. Nos esperan míticas ciudades en la Ruta de la Seda como son Kashgar en China; Samarcanda, Bujara y Jiva en Uzbekistán y pasos de leyenda como el lago Karakul en Tayikistán o el caravansar de Tash-Rabat en Kyrgistán.

El corazón de Asia Central: (Objetivo 2020)
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  La maquinaria se ha puesto en marcha y el reloj inicia la cuenta atrás. Es momento de sumergirse en Internet para empezar a buscar vuelos, hoteles, contactos... Luego llegará la burocracia, tramitación de visados, permisos... En fin, horas y horas de gestiones que, al final, se verán recompensadas con las fotografías y los textos de estos Diarios de Viaje, humildes pero trabajados con todo el corazón. 

Los sueños parecen al principio imposibles, luego improbables y luego,

cuando nos comprometemos, se vuelven inevitables.

Mahatma Gandhi

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Xie-Xie  !!

© F. J. Preciado  2019

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