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"La vida, como la fotografía, consiste en positivar lo negativo"

Febrero de 2018

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Roma

Visita a la ciudad eterna

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La maravillosa y siempre abarrotada Fontana de Trevi.

  Se exponía hasta el día 18 de febrero la muestra  "Los grandes maestros: 100 años de fotografía Leica". Ese fue el detonante o la escusa, llamarlo como queráis, para organizar este viaje a "La Ciudad Eterna". Cuatro días que, como siempre, fueron intensos y emocionantes.​ Una nueva incursión por la vieja Europa, promovida por la idea de ver las fotografías de los grandes maestros como son Henri Cartier-Bresson, Robert Capa, Elliott Erwitt, Robert Frank, Alberto Korta, etc, etc...
​Organizamos todo descubriendo un nuevo punto de partida que, relativamente cercano a Donostia, nos ofrecía salidas a Europa y África..., el aeropuerto de Burdeos. En dos horas y media, por la autopista A-63, nos plantamos en la ciudad francesa tierra de vinos y con un casco antiguo considerado Patrimonio de la Humanidad. 

Cuenta una antiquísima leyenda de los griegos...

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... que Eneas, príncipe de Dardania, escapó con su hijo Ascanio de la destrucción de Troya, cargando sobre sus hombros a su padre, Anquises. En la fuga perdió a su esposa, Creúsa, hija del rey Príamo. Esto sucedió en torno a 1184 a. C. según el erudito antiguo Eratóstenes. Tres décadas después de periplos, Ascanio fundó la urbe de Alba Longa de la que fue su primer rey. Cuatro siglos después vendría el tiempo del rey Numitor...

... Numitor fue destituido por su hermano Amulio, que acabó con todos los hijos varones de éste y convirtió a su única hija, Rea Silvia, en una virgen vestal para que así, al tener un voto de castidad, no tuviera descendientes. Pero el dios de la guerra, Marte, se enamoró de la bella muchacha y la sedujo; de su unión se engendraron dos gemelos, Rómulo y Remo

Rómulo y Remo ( Rubens 1614-1616 ) 

  Amulio, temeroso de tener en el futuro dos posibles rivales, ordenó su asesinato, pero el hombre encargado del infanticidio no pudo cometerlo y los abandonó a su suerte en el río Tíber. La corriente llevó la cesta donde estaban a un pantano llamado Velabrum, en un lugar entre las colinas Palatino y Capitolio llamado Cermalus. Ahí fueron cuidados y alimentados por una loba llamada Luperca y un pájaro carpintero, los animales sagrados de Marte. Poco después los encontró el pastor Fáustulo, que era porquerizo de Amulio, y decidió criar en secreto a los niños con su esposa Acca Larentia. Sólo una vez que crecieron se les reveló su verdadera identidad y éstos decidieron tomar justicia. Mataron a Amulio y liberaron de su encierro a su abuelo, que fue repuesto en su trono.
​  Rómulo y Remo partieron de Alba Longa, pues querían gobernar, pero no derrocar a su abuelo. Marcharon al lugar donde el pastor los había encontrado y ahí discutieron sobre dónde fundar su ciudad: Rómulo quería construir Roma en el Monte Palatino y Remo quería construir Remoria en el Aventino. Además la ley de la primogenitura no podía aplicarse en este caso, por lo que los nuevos habitantes debían elegir al rey de otra manera. Se decidió que el que viera más buitres ganaría el mando. Remo vio seis pero Rómulo el doble y triunfó. Rómulo trazó los límites de la ciudad y ordenó que nadie los traspasara durante las ceremonias. Remo desafió a su hermano y los traspasó, por lo que tuvieron una discusión que rápidamente degeneró en pelea, siendo éste herido y muriendo poco después a causa de esas heridas. Rómulo enterró a su hermano en el lugar donde quería fundar Remoria.

  Roma fue fundada oficialmente el 21 de abril de 753 a.C. La nueva ciudad se fue llenando de refugiados y prófugos de ciudades vecinas y tierras aún más lejanas, tanto hombres y mujeres libres como esclavos, probablemente también campesinos y pastores de las cercanías. Debido a la diversidad de su gente, Rómulo decidió organizarlos en un solo cuerpo político, promulgar leyes y crear costumbres comunes y eligió a los primeros cien patres, que el rey nombró senadores y cuyos descendientes serán los patricios...

... y ahora... ¡¡ A viajar !!

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Astigarraga - Burdeos - Roma

 Con la música de Dire Straits en el coche, en concreto escuchando "Sultan of swins", salimos dirección Burdeos sobre las ocho de la mañana del primer domingo de febrero. Íbamos con margen ya que, al ser un destino nuevo, no sabíamos

lo que podíamos encontrarnos en el aeropuerto. Nos sobró algo de tiempo pero mejor así que andar apurados.  Cada viaje tiene sus anécdotas y, en esta ocasión, el visitar Roma con una "guía particular" se me hacía muy cómodo porque mi compañera, que estuvo allí en 2016, se acordaba de todo lo necesario para transitar por tan maravillosa ciudad . . . Metro, bus, ubicación de los monumentos más importantes, etc... Con tantas facilidades moverse por la urbe fue bastante más fácil que en otras ocasiones. 

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Me resulta apasionante ver el mundo desde el aire. La costa azul desde Barcelona hasta Marsella.

  En apenas dos horas y media recorrimos los casi 240 kms que separan Astigarraga de Burdeos, atravesando Las Landas de sur a norte por la A63, una carretera con muy buen firme y unas rectas interminables. El día, en Gipuzkoa, estaba bastante desapacible pero por el camino fue levantando y, al llegar a Burdeos, lucía un sol radiante aunque la mañana era fresca. En Roma anunciaban bastante precipitación sobre todo para el martes y el miércoles pero, como ante eso no podemos hacer nada, sería cuestión de organizarse bien. De hecho, en un principio, había sacado las entradas para la exposición de Leica con fecha lunes día 5 pero, viendo la climatología, a última hora las cambié para el martes día 6, pensando en pasar el momento de máxima precipitación dentro de la sala de la muestra...
 La entrada hasta el aeropuerto de Mérignac se hace sin ninguna complicación ya que está todo muy bien indicado. Llevábamos el check-in hecho y las tarjetas de embarque impresas, así que sólo era cuestión de pasar los controles de seguridad y esperar, tomando un café, a que abriesen la puerta de embarque. Nos hicieron abrir la maleta por unas pinzas para el pelo pero, por lo demás, pasamos sin ninguna complicación. Con unos veinticinco minutos de retraso, que luego recuperó volando, el Boing 737 de Ryanair despegaba desde Burdeos rumbo a Roma a las 14:20 horas. La hora de llegada estaba prevista a las cuatro de la tarde.
​  Unas pequeñas turbulencias minutos después de despegar hacían prever un viaje "movidito" pero, después del bamboleo inicial, los meneos pararon y todo transcurrió con normalidad. Eso sí, Rosa se llevó un buen susto...

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El aeropuerto G. B. Pastine en la localidad de Ciampino.

  Efectivamente, a las 16:00 horas el avión se posaba en Roma-Ciampino, con una maniobra suave que dio pie a la ya famosa "banda sonora" en los aterrizajes de Ryanair. Llevábamos la maleta y la mochila con el material fotográfico arriba así que, tras pasar el control de pasaportes, directamente salimos del aeropuerto a la dársena de los autobuses que te acercan desde la localidad de Ciampino hasta la capital. Teníamos reserva para el bus de las 17:15, pero vimos como algunas personas, sin billete reservado, lo compraban allí mismo y subían. Yo enseñé nuestros tickets pero el conductor me dijo que debíamos esperar a nuestra hora porque ya estaba lleno. 

  Después de esto, sabiendo la jugada, os aconsejo ir sin billete y sacarlo allí mismo, cuando lleguéis, porque así tendréis preferencia sobre los que tienen una hora ya establecida.

  Bueno, sea como fuere, tras los casi 45 minutos de recorrido desde el aeropuerto hasta la estación de Termini, en el mismo centro de Roma y andar diez minutos más hasta la Vía Nazionale, a eso de las 18:15 estábamos haciendo el check-in en el Floris Hotel.
  Este es, como lo denominó Rosa, una "joyita" de hotel, perfectamente ubicado en pleno corazón de la ciudad. Está en el cuarto piso de un edificio en el que cada planta es un hotel u hostal diferente. Las tres primeras plantas daban un poco de "miedo", con una decoración y un ambiente retro pero... ¡¡ Retro del todo !!
​  Sin embargo el Floris Hotel está renovado no hace mucho tiempo porque, cuando Rosa estuvo allí en abril de 2016, estaba prácticamente recién estrenado. Una decoración minimalista, en blanco y negro, con unas instalaciones y un servicio de lujo a un precio bastante asequible. Recomendable 100%. Eso sí, con un ascensor muy peculiar que parece una trampa para conejos...

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La tarjeta de visita del Hotel Floris de Roma.
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  Tras el check-in dejamos todo en la habitación y, cámaras al cuello, bajamos a la calle para ir a ver y fotografiar de noche la Fontana di Trevi. Desde el hotel tan solo diez/doce minutos andando, bajando por la Via Nazionale y girando, en la primera calle a la derecha, hasta llegar la Piazza Barberini. Desde allí, con la estatua del tritón de fondo, giramos a la izquierda en dirección suroeste por la Vía del Tritone unos quinientos metros hasta el Palacio Poli. Este es el nombre del edificio que tiene adosada, en su fachada sur, esta maravillosa obra de arte. Dejo el enlace a la Wikipedia por si queréis leer algo más sobre la historia de esta maravilla...
 

  Por qué está ahí situada, qué escultor la diseñó, año de ejecución, etc. Muchas curiosidades y datos que seguro os llamarán la atención. 
  Después de hacer las fotos y deleitarnos con la imagen y el arrullo del sonido de sus aguas, dejamos el lugar y nos encaminamos a la Piazza del Quirinale...

La Fontana de Trevi.

  La noche estaba fresca pero paseando se estaba muy a gusto. Relajados y hambrientos, pasamos por delante del Palacio del Quirinale, sede de la Presidencia de la República Italiana y desde la plaza pudimos ver, al fondo en el horizonte, la cúpula iluminada de la Catedral de San Pedro en el Vaticano.

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La Via Dataria que da acceso Piazza del Quirinale. 
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El obelisco de la Piazza del Quirinale.
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Puestos callejeros en las calles de Roma.

 Luego, nos dirigimos de nuevo hacia la Via Nationale con la intención de cenar una ensalada en el Mac Donald´s situado justo bajo el hotel. Eran ya más de las nueve y desde las seis de la mañana danzando, el cuerpo pedía ya un poco de relax. De camino al hotel, en la intersección de dos calles, nos encontramos con la obra Quattro Fontane. Cuatro espectaculares fuentes con unas imágenes talladas sobre ellas y que, por lo que creo, no aparecen en ningún mapa turístico.
​  Cada esquina que doblas, cada plaza a la que accedes, guarda en Roma una obra de arte. Es un museo al aire libre.
¡ Es verdaderamente fantástico ! 

Una de las imágenes de La Quattro Fontana.
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  Mientras cenábamos, organizamos un poco las visitas de la jornada siguiente. Teníamos tres días enteros por delante y queríamos aprovecharlos. Las previsiones meteorológicas vaticinaban agua a saco para el martes y el miércoles, así que, el lunes debíamos dedicarnos a ver todos los exteriores posibles. Cansados, pero con ganas de disfrutar y de vivir Roma a tope, despedimos la jornada... era el momento del merecido descanso.

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Roma

Nos levantamos hacia las 08:00  y fuimos a desayunar. Estaba algo nublado pero no llovía. Creo que marcaba 10ºC. En una sala del hotel el copioso desayuno estaba ya preparado. Fruta fresca, croissants, bizcochos caseros, zumo de

naranja y piña, yogures, cereales, infusiones y por supuesto... café.  Desayunamos tranquilos, sin agobios, comprobando los mensajes del teléfono móvil y cambiando las primeras impresiones. Rosa tenía toda la razón, el Floris Hotel era un sitio cómodo y acogedor. El trato exquisito, limpieza y tranquilidad... ¡¡ De lujo !!

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El mapa turístico que reparten en las estaciones del transporte público .
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El mapa de las líneas de tranvía y metro.

  Con fuerzas renovadas nos fuimos a lavar los dientes y coger las cosas para afrontar la primera jornada entera en Roma. Sin más dilación, salimos del hotel y giramos a la izquierda para dirigirnos a la Piazza de la República y coger el metro en su línea A, para recorrer una sola parada. Tras hacer transbordo en Termini y cambiar a la línea B, recorrimos dos paradas más antes de llegar al Coliseo ó Colosseo, como ellos lo llaman.

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  París, Madrid, Barcelona, Lisboa, Budapest, Viena, Beijing, Shanghai, Nueva Delhi... Poco a poco, la lista de las líneas de metro en las que he montado va creciendo.

 

  Pero bueno, después de esta tonta anécdota, seguiré con la narración...

La estación de metro de Termini y anverso y reverso de un billete.

  El viaje subterráneo se hizo muy corto y al salir a la superficie nos encontramos de lleno con la grandiosa obra del Coliseo. Ese "cosquilleo" que me invade cuando pienso en los años de historia que tengo bajo mis pies, al pasear por lugares tan emblemáticos como este, me transportó, como siempre me pasa, a vivir en mi inagotable imaginación escenas de la vida de la antigua Roma. Podía ver las cuadrigas y los centuriones de la V Legión desfilando por el perímetro de la plaza. Los senadores con sus blancas túnicas acudiendo a ver el "espectáculo", el "populacho" alborotado, los leones preparados para darse el mayor de los festines...

¡¡ Ooooh, poderosa imaginación !!

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El Coliseo, icono de la ciudad de Roma.
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A la derecha el Coliseo, el Arco de Trajano a la izquierda y la colina del Palatino al frente.
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Rosa frente al Coliseo.

  El Coliseo fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1980 por la Unesco y es una de Las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno. Ya he visto tres de esas siete: El Coliseo (Roma), La Gran Muralla (China) y El Taj Mahal en Agra (India). Las restantes, como ya sabéis, son: Chichén-Itzá en Yucatán (México), El Cristo Redentor de Río de Janeiro (Brasil), Machu-Picchu en Cuzco (Perú) y Petra (Jordania).
  Volviendo a Roma, el Coliseo es un anfiteatro construido en el siglo I d. C.  Allí tenían lugar luchas de gladiadores y espectáculos públicos. Se construyó bajo el mandato del emperador Vespasiano. Este anfiteatro, que era el más grande jamás construido en todo el Imperio romano, fue terminado bajo el mandato del emperador Tito. Su inauguración duró 100 días, participando en ella todo el pueblo de Roma y muriendo en su celebración decenas de gladiadores y fieras que, dieron su vida, por el placer y el espectáculo para pueblo. 

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Recreación del Coliseo con la gigantesca imagen de Nerón que presidía la plaza.

  El gran terremoto de 1349 dañó severamente la estructura del Coliseo, haciendo que el anillo externo del lado sur se derrumbase. Muchas de esas piedras desprendidas fueron recuperadas para construir palacios, iglesias en el Vaticano, hospitales y otros edificios en toda Roma. La piedra del interior del anfiteatro fue picada para reutilizarla en otra parte y el mármol de su fachada fue quemado para obtener cal viva. Las abrazaderas de bronce que sostenían la mampostería fueron arrancadas de las paredes, dejando numerosas marcas. Aún hoy pueden observarse dichas "cicatrices" en el edificio.
 Tras contemplar un buen rato tan majestuosa construcción, dándole la vuelta a su perímetro, nos dirigimos a ver el Foro romano, situado al oeste del Coliseo a apenas cien metros. Los restos de lo que fue el mayor lugar de encuentro de los dirigentes romanos, dejaban todavía ver la magnitud del antiguo recinto.

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Las ruinas del antiguo Foro romano desde la Vía dei Fori Imperiali.
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Otra toma de las ruinas del Foro romano.

  La Vía dei Fori Imperiali está llena de estatuas de emperadores. Una de las más emblemáticas o más conocidas, es la imagen de Cayo Julio César, militar y político asesinado en el mismo senado romano por la tiranía a la que sometió al pueblo.

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Cayo Julio César en la Vía dei Fori Imperiali.
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Octavio Augusto parecía indicarnos el camino.
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Recreación del antiguo Foro de Roma.

Arriba, una recreación de como podía ser el Foro de Roma, basada en los estudios de los restos arqueológicos encontrados en el lugar que, a ciencia cierta, se sabe que ocupaba dicho espacio.

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La Vía dei Fori Imperiali de camino a la Piazza Venecia.
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Dos tomas del monumento a Víctor Manuel II.

  Tras fotografiar el Foro, seguimos calle arriba hasta el monumento a Victor Manuel II (apodado el Padre de la Patria), último rey de Cerdeña y primero de Italia hecho que ocurrió en 1861, así qué, la historia de la actual Italia es, como podéis ver, bastante reciente. El día estaba bastante inestable. Tan pronto salía algo el sol como se nublaba y parecía que iba a descargar agua a raudales pero, al final, pasó la mañana y no llovió. Llegamos a la Piazza Venezia y decidimos tomar el tranvía N.º 8 para ir al barrio de Trastévere.

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Estatuas junto al monumento a Víctor Manuel II.
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    El conjunto de lo que es el monumento a Víctor Manuel II engloba unas cuantas estatuas que representan la libertad y el monumento a los caídos, además de figuras humanas y mitológicas por todos lados.

 

  Trastévere es un barrio del centro histórico de Roma ubicado en la ribera oeste del río Tíber y al sur de la Ciudad del Vaticano. Su nombre viene del latín Trans Tiberis, que traducido quiere decir "tras el Tíber".

El tranvía que unía la Piazza Venezia con Trastévere.
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La cúpula de la Catedral de San Pedro, al fondo, se podía ver casi desde cualquier punto.

  El metro nos dejó en pleno corazón del barrio. Como en todos los lugares, Trastévere tiene su parte más turística y la zona más marginal. Anduvimos por sus calles adoquinadas y fuimos hasta la Piazza di Santa Maria. Allí, está ubicada su iglesia, conocida por sus mosaicos del siglo XII y un lujoso interior, con 22 columnas romanas pero... ¡¡ Qué raro !! Cerrado por obras.

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En la parte más turística del barrio con las casas de estilo colonial y las calles adoquinadas.

  Anduvimos por el barrio, empapándonos de su tranquilidad, paseando por la margen derecha del río Tiber. Las cúpulas, los puentes, el fuerte de Sant´Angelo, la isla Tiberina frenando los rápidos que se crean a su altura... Todo espectacular.

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El Castillo de Sant´Angelo y su puente de acceso.
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La isla Tiberina.
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El Vaticano desde uno de los puentes sobre el río Tiber.

  La climatología estaba muy inestable. Tan pronto salía algo el sol como el cielo se tornaba negro amenazando lluvia aunque, finalmente, aguantó sin precipitar. Decidimos acercarnos hacia la Ciudad del Vaticano. Rosa, con su experiencia del viaje anterior, me puso al día de las tremendas e interminables colas que se formaban en torno a todas las estancias del Vaticano ( entre tres y cuatro horas de espera ) y, por tanto, ya habíamos hablado de no visitar ni los Museos ni la Capilla Sixtina.

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El Vaticano desde el puente de acceso a la isla Tiberina.

  Nos decantamos por subir en el bus 64 que debía acercarnos a la Plaza de San Pedro. En efecto, nos acercó, pero antes nos llevó por toda la margen izquierda del río, en una especie de tour turístico, ya que habíamos subido en el sentido contrario a la ubicación del Vaticano. Bueno, fue como haber cogido el City-Bus... :-)
Tras una "pequeña" vuelta, llegamos a un lateral de la Plaza de San Pedro. Comimos unas porciones de pizza y una especie de bollo con tomate y berenjena en un bar junto a la plaza. Rosa se tomó una refrescante cerveza y tras un postre y un café reanudamos la marcha. Luego entramos en el estado más pequeño del mundo... Ciudad del Vaticano.

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Escudo y bandera de la Ciudad del Vaticano.

  La Ciudad del Vaticano, oficialmente Estado de la Ciudad del Vaticano, es un Estado soberano sin salida al mar, cuyo territorio consta de un enclave​ dentro de la ciudad de Roma, en Italia. Es uno de los seis microestados europeos, y también es el Estado más pequeño en extensión y población del mundo.

La Ciudad del Vaticano tiene una extensión de 0,44 km² (44 hectáreas) y una población de aproximadamente 800 habitantes, por lo que resulta un híbrido de ciudad elevada al rango de Estado independiente.

  Es tan pequeño que solo la basílica y la plaza de San Pedro ocupan un 20 % del territorio, lo que lo convierte en el territorio independiente más urbanizado del mundo. La Ciudad del Vaticano comenzó su existencia como Estado independiente en 1929 tras la firma de los Pactos de Letrán celebrados entre la Santa Sede y el entonces Reino de Italia, que en 1870 había conquistado los Estados Pontificios.

  La Ciudad del Vaticano alberga la Santa Sede, máxima institución de la Iglesia católica. Aunque los dos nombres, «Ciudad del Vaticano» y «Santa Sede», se utilizan a menudo como si fueran equivalentes, el primero se refiere a la ciudad y a su territorio, mientras que el segundo se refiere a la institución que dirige la Iglesia y que tiene personalidad jurídica propia como sujeto de Derecho internacional. En rigor, es la Santa Sede y no el Estado del Vaticano la que mantiene relaciones diplomáticas con los demás países del mundo. Por otro lado, el Vaticano es quien da el soporte temporal y soberano (sustrato territorial) para la actividad de la Santa Sede. La máxima autoridad del Vaticano y jefe de Estado del mismo es el papa de la Iglesia católica, por lo que puede considerarse la única teocracia y la última monarquía absoluta de Europa. El sumo pontífice delega las funciones de gobierno en el secretario de Estado.

  El conjunto arquitectónico e histórico-artístico que conforma la Ciudad del Vaticano fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984.

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La Plaza de San Pedro con la basílica al fondo.
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  De entrada, la Plaza de San Pedro, no me pareció tan grande como la imaginaba al verla en la televisión pero, después, mirando con atención, te das cuenta de que es enorme. Fue diseñada por el arquitecto Gian Lorenzo Bernini y construida entre los años 1556 y 1667 con el apoyo del papa Alejando VII. En las liturgias y acontecimientos más destacados ha llegado a albergar a más de 300.000 personas.
​  Las dimensiones de la plaza son espectaculares: 320 metros de longitud y 240 metros de anchura, lo que le dan una superficie de  76.800 m2, aunque no se acercan, ni por asomo, a los 440.000 m2 de la Plaza Tiananmén en Beijing.

 En el centro de la plaza destaca el obelisco y las dos fuentes, una de Bernini (1675) y otra de Maderno (1614). El obelisco, de 25 metros de altura, fue llevado a Roma desde Egipto en 1586.

La imagen de San Pedro preside la plaza que lleva su nombre.
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Panorámica general de la Plaza de San Pedro, como se ve a la derecha las colas eran interminables . . .

  Nos acercamos a ver la Guardia Pontificia, un cuerpo militar, un ejército mercenario, encargado de la seguridad del Papa y de la Santa Sede. El jefe ceremonial de la Guardia Suiza es el Papa, soberano de la Ciudad del Vaticano. En la actualidad, se trata del ejército profesional más pequeño del mundo, con alrededor de 100 soldados. Para hacerse alabardero y acceder a este cuerpo los reclutas deben ser varones que cumplan los siguientes requisitos:

  • Su estado civil debe ser soltero.

  • Mínimo 1,74 m de estatura.

  • Entre 19 y 30 años de edad.

  • Poseedores de un título profesional o grado de secundaria.

  • Su religión debe ser católica.

  • De nacionalidad o poseedores de la ciudadanía suiza.

  • Haber cumplido una instrucción básica en las Fuerzas Armadas Suizas y con certificados de buena conducta.

 
​  Pueden casarse si prorrogan su enrolamiento por 2 años más, siendo necesaria la aprobación del capellán.

  Al ser invierno, los vistosos uniformes estaban tapados por una capa negra que le restaba elegancia y colorido, por eso a la derecha podéis ver una fotografía que hizo Rosa en el año 2016, cuando visitó Roma por primera vez.

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Alabarderos de la Guardia Suiza Pontificia del Vaticano.
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La Via della Conciliazione conecta la Plaza de San Pedro con el Castelo de Sant´ Angelo.
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  Tras la visita a la Plaza de San Pedro, hacer unas fotos y ver el ambiente que por allí reinaba, salimos por la Via della Conciliazione, eje central de acceso al corazón de la Ciudad del Vaticano.

  Nuestro destino era el Castillo de Sant´Angelo que apenas dista un kilómetro de la Plaza de San Pedro. La tarde avanzaba y la lluvia no hacía acto de presencia. Ese cambio inicial, con el tema de las entradas para la exposición, parecía que había sido acertado.

La loba Luperca amamantando a Romulo y Remo, en la fachada de un edificio.
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Uno de los ángeles que custodian el puente de acceso al Castillo de Sant´ Angelo.

  Dimos una vuelta alrededor del castillo y salimos por el Pons Aelius, actualmente llamado puente de Sant'Angelo, que cruza el Tíber frente a la puerta principal de la fortaleza. Las imponentes estatuas de ángeles que custodian el acceso le dan un toque de romanticismo a todo el conjunto. 
  El Castillo de Sant'Angelo está situado en la orilla derecha del río Tíber junto al edificio de la Corte Suprema.
Se empezó a construir de la mano del emperador Adriano en el año 135 con el fin de servir de mausoleo personal y familiar, fue terminado por Antonino Pío en 139. El monumento, levantado con piedra travertino, estaba engalanado en su cima por una cuadriga en bronce guiada por el mismísimo emperador Adriano. El edificio cambió de uso muy pronto y se convirtió en un edificio militar, integrándose a la Muralla Aureliana.

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Recreación de la apariencia inicial del castillo.
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El precioso Pons Aelius o Puente de Sant´Angelo como se le conoce actualmente y algunas de sus estatuas.

  Tras el paseo y unas fotos por la zona, cruzamos el puente y nos dirigimos hacia el centro. Decidimos ir río arriba por su margen izquierda hasta el siguiente puente, siguiendo la ruta que más o menos habíamos marcado, para llegar a la Piazza Navona y el Panteón de Roma.
¡¡ Nos estábamos dando una buena caminata !! La verdad es que estábamos aprovechando la tarde a tope. 

  En apenas un cuarto de hora entrábamos en una atmósfera festiva, amplia y luminosa, abarrotada como gran parte de la ciudad... Nos sumergíamos en la espectacular Piazza Navona. La tarde acompañaba. Incluso llegó a salir el sol para darle, si cabe, más brillo a tan bello espacio. Estábamos de acuerdo en decir que esta será una de las plazas más bonitas de Roma. Imponente, elegante, hermosa, equilibrada en sus monumentos, colorida y con un detalle que vimos en todas las fachadas de la ciudad... Ni toldos, ni tendederos, ni parabólicas... Unas fachadas limpias y ordenadas, dando importancia a lo que realmente la tiene, la arquitectura de sus edificios. ¡¡ Precioso !!
  Unos planos generales, una panorámica y detalles de las figuras de sus fuentes fueron la cosecha que me traje de aquel bello espacio . . . Bueno, eso y el precioso recuerdo grabado en mis retinas para el resto de mis días.

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La maravillosa Piazza Navona.

  La plaza se levanta sobre lo que fue el Stadium de Domiciano, construido en el año 85 y restaurado en época del emperador Alejandro Severo en el siglo III, adonde los romanos acudían a ver los agones ( juegos ). El estadio se conocía como Circus Agonalis y se cree que con el tiempo el nombre cambió de in agone a navone y con el tiempo a navona.
Su orientación era dirección norte sur, al igual que la actual plaza y tenía 276 metros de largo por 106 de ancho y podía albergar hasta 30.000 espectadores. Aún se conservan algunos restos de la antigua estructura al norte de la plaza. El estadio albergaba los juegos atléticos griegos que junto con los musicales y ecuestres formaban el Certamen Capitolinum en honor al dios Júpiter.
La plaza se definió como espacio público a finales del siglo XV, durante el papado de Sixto IV, gran urbanizador de la ciudad de Roma. Bajo el mandato y auspicio del papa Inocencio X, miembro de la familia Pamphili, la plaza adquirió su actual diseño barroco y se levantaron las fuentes y se construyó la iglesia de Santa Inés y el Palazzo Pamphili. 

  En la plaza destacan tres grandes fuentes con ricas creaciones escultóricas, la más importante es la Fuente de los Cuatro Ríos ( Fontana dei Quattro Fiumi ) situada en el centro. Es de época barroca. Fue encargada por el papa Inocencio X a Gian Lorenzo Bernini, su construcción se realizó entre 1648 y 1651. Representa los cuatro grandes ríos del mundo conocido por entonces, Nilo (África), Ganges (Asia), Danubio (Europa) y Río de la Plata (América). La fuente se encuentra coronada por el obelisco de Domiciano de 17,6 metros de altura, que este emperador mandó construir en Egipto.

​La Fontana dei Quattro Fiumi.
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​  Las otras dos fuentes se encuentran en los extremos de la plaza. ​En la zona norte, la Fontana di Nettuno (1574), proyectada por Giacomo della Porta, aunque las estatuas de Neptuno y las nereidas datan del siglo XIX.

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La Fontana dei Nettuno.
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La Fontana del Moro.
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  En el extremo sur, la Fontana del Moro (1576), diseñada también por Giacomo de la Porta y a la que posteriormente se añadieron el moro y el delfín, que fueron realizados por Bernini.

  Tras el deleite para los sentidos que supuso la visita a la Piazza Navona, el siguiente objetivo era el Panteón de Roma. Apenas distan quinientos metros y en cinco minutos estábamos allí.

Detalles de las estaturas de La Fontana del Moro.
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El Panteón de Agripa ó Panteón de Roma.
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  En pleno centro de Roma, en la Piazza de la Rotonna, se halla esta sorprendente obra de arte. El Panteón, un edificio del siglo II encajado en el corazón de la capital. A pesar de que quizá no es el más célebre de todos, se trata de una construcción única que muestra, como pocas, los grandes avances que la civilización romana logró en el campo de la ingeniería arquitectónica y, sin duda, es una de las mejor conservadas. El "templo de todos los dioses" (pan, todos; theon, divinidad) debe su origen al emperador Adriano quien, entre los años 118 y 125, erigió un santuario en sustitución del templo construido por Marco Agripa el 27 a.C., que había quedado totalmente destruido en el año 80 a causa de un incendio.

El Panteón de Roma con su singular tejado, visto desde Google.

  La fachada del Panteón sobresale elegante a un pórtico de ocho columnas que precede a la estructura circular. En su interior una espectacular cúpula que se levanta por encima de nuestras cabezas: un auténtico logro arquitectónico que de manera visual parece indicar el camino hacia el cielo. Dominando la cúpula, un enorme agujero de 9 metros de diámetro proyecta la luz al interior y permite apreciar el ingenioso juego de fuerzas que soportan el peso de la cúpula sin necesidad ningún elemento de sujeción. Durante casi 2.000 años ha fascinado a los arquitectos de todos los tiempos. El secreto de la técnica reside en dos apartados:
- su diseño; basado en cinco círculos concéntricos que descargan el peso acumulado
- el material usado; piedra volcánica, caracterizada por su porosidad y ligereza. 
Y ahora os preguntareis... ¿ Y si llueve ?... Pues, entonces, igual que el patio de mi casa, como dice la canción infantil... Si llueve, se moja como los demás. Lo cierto es que el suelo tiene una pequeña inclinación hacia la entrada, que me imagino hará la función de evacuar el agua de la lluvia. Curiosa, una construcción de lo más curiosa.

  Despues, cruzamos la calle Corso Vittorio Emanuele II y nos dirigimos a la Fontanna delle Tartarughe, La Fuente de las Tortugas. Sin más, una fuente en el medio de una pequeña plaza, con unas simpáticas tortuguillas en su parte superior...

  La noche iba ganando terreno y la luz iba decayendo a pasos agigantados. De camino hacia el Coliseo, nos dimos de bruces con el Teatro Marcelo.

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El teatro Marcelo fotografiado con el Samsung S6.
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La Fuente de las Tortugas.
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El teatro Marcelo fotografiado con la Nikon D750 y el Tamron 24/70.
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El Arco de Trajano.
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El Foro Romano.
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El Coliseo en plena "hora azul". 
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La noche ya nos acompañaba cuando llegamos al Coliseo. Estábamos cansados, cerca de nueve horas andando por toda la urbe nos habían dejado las piernas y la espalda con un buen calentón. Pero, desde luego, había valido la pena. Los monumentos en la hora azul lucían con una luz especial. Los dorados de las milenarias piedras se complementaban perfectamente con el color cobalto del cielo.
¡ Precioso !
   Abusando un poco de la paciencia de mi compañera, aproveché para hacer unas fotos en tan bello escenario y en tan bello momento. Ella me espero tomando algo en un bar en al puerta del metro. Unos minutos después nos reunimos y volvimos hacia el hotel.
  Después de dejar todo el equipo a buen recaudo, bajé a comprar unas ensaladas para cenar arriba, en la habitación.       Se había hecho tarde y estábamos bastante cansados. Había sido un día muy intenso y muy bien aprovechado.
  Fue un acierto cambiar la fecha de visita a la exposición. El día aguantó y le habíamos sacado todo su jugo.
   Ahora, era el momento del merecido descanso.

Jugando con los reflejos en El Coliseo de Roma.
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Roma

Nos levantamos hacia las 08:00  y fuimos a desayunar. Estaba algo nublado pero no llovía. Creo que marcaba 10ºC.  En una sala del hotel,

el copioso desayuno estaba ya preparado. Fruta fresca, croissants, bizcochos caseros, zumo de naranja y piña, yogures, cereales, infusiones y por supuesto... café.  Desayunamos tranquilos, sin agobios, comprobando los mensajes del teléfono móvil y cambiando las primeras impresiones. Rosa tenía toda la razón, el Floris Hotel era un sitio cómodo y acogedor. El trato exquisito, limpieza y tranquilidad... ¡¡ De lujo !!

La estación de Termini.
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La estatua de Neptuno en la parte oeste de la Plaza del Popolo.
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  La Plaza se encuentra en la puerta norte de lo que eran las Murallas Aurelianas, donde antes estaba la Puerta Flaminia, justo al comienzo de la Vía Flaminia, que en tiempos del Imperio era la principal calzada hacía el norte.
Se trata de un espacio abierto del que se discute si el nombre procede de la capilla que levantó en 1099 el pueblo de Roma en el solar donde hoy está el convento de Santa María del Popolo o por la abundancia de chopos en esta zona (chopo es pioppo en italiano y populus en latín).
  Un obelisco egipcio dedicado a Ramsés II, traido de Heliópolis, se alza en el centro de la plaza. El obelisco flaminio, como se le conoce, es el segundo más antiguo y uno de los más altos de Roma con 24 metros, o 36 contando el pedestal. Su antigua ubicación en el Circo Máximo, data del año 10 a. C., por orden del emperador Augusto.
  De la plaza nacen tres calles, formando el conocido tridente: la Vía del Corso en el centro, Vía del Babuino a la izquierda y la Vía di Ripetta a la derecha.
Tras deleitarnos con las estatuas y hacer unas cuantas fotos, nos dirigimos hacia el centro por la arteria principal, la Vía del Corso. Es una calle recta de 1,5 kms de longitud, que en su parte norte es peatonal y que alberga las mejores tiendas de Roma. Todo el lujo y todo el "glamour" están concentrados en ella.

Detalle de Neptuno en la Plaza del Popolo.
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El Ara Pacis: una alegoría a la Paz, en las figuras de la parte este de la Plaza del Popolo. A sus pies la loba Luperca con Rómulo y Remo.
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La loba Luperca y sus "crías humanas" Rómulo y Remo.
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Detalles de las estatuas del Ara Pacis.

  Allí, se encuentra ubicado el Ara Pacisuno de los mejores ejemplos de la estatuaria clásica romana. Se trata de un altar construido el año 9 a. C., por voluntad del Senado, para celebrar la Pax Augusta, la pacificación definitiva de todos los territorios por obra de Augusto: la época más feliz de la historia de Roma. 

  El altar tuvo corta vida. Edificado en la zona llana de la ciudad, las frecuentes crecidas del río terminaron por anegarlo. El monumento quedó sumergido en el lodo y su memoria se perdió durante más de un milenio. En el siglo XVI aparecieron algunos vestigios, pero no fue hasta el XIX cuando se localizaron, de modo casual, la mayor parte de sus restos. En el año 1938, para celebrar el segundo milenio del nacimiento de Augusto, el gobierno de Mussolini decidió la reconstrucción del altar, recomponiendo todos sus fragmentos.

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La Via del Corso, con la Plaza del Popolo al fondo.
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Calles estrechas que desembocaban en la Vía del Corso.

  La meteorología estaba cambiante, tan pronto salía el sol, como las nubes se apoderaban del cielo pero... , aguantaba sin llover que ya era bastante.
  Recorrimos la Vía del Corso de norte a sur, mirando escaparates y comprobando el buen gusto de los italianos en todos sus diseños, tanto en ropa como en calzado. La verdad, debemos reconocer que son muy buenos en eso. Un ligero txiri-miri nos hizo parar a tomar un café en una cafetería. Nos dieron un pequeño palo, pero por lo menos nos refugiamos de la lluvia y aprovechamos para descansar un momento. Después, un relajante paseo nos llevó hasta la Plaza España. Por el camino calles que atravesaban transversalmente las tres arterias del tridente. Calles con edificios de estilo romántico, calles adoquinadas y coloridas...
 Según nos acercábamos a la Plaza España el bullicio se hacía mas notable. El sol había vuelto a salir y nos acompañaba ahora en nuestro recorrido. Rosa entró a probarse unas botas que le habían gustado, pero no tenían su número y se quedó con las ganas.

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  Las calles de Roma estaban abarrotadas del Smart Fortwo, un utilitario pequeñito que ocupa como una moto y parece ideal para moverse por las estrechas calles del centro. Aparecían como champiñones...


 Caminando, caminando llegamos a Plaza España. Un lugar en sintonía arquitectónica con todo el centro, un espacio amplio y luminoso, donde calesas, kioskos de flores y puestos de castañas, daban un toque de color y alegría. Mucha gente joven y mucho giri...

El Smart Fortwo, creo que el coche más utilizado en Roma.
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 La luminosa y bulliciosa Plaza España.
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 La Fontana de Tritón.

  Después de un rato viendo el ambiente del entorno, decidimos volver en metro hasta la Plaza de Tritón y bajar hasta la Fontana de Trevi para hacer una nueva panorámica. 
Ya nos movíamos como pez en el agua, sobre todo Rosa, no en vano era su segunda visita a la ciudad y, a decir verdad, Roma, al igual que Lisboa, son ciudades muy fáciles de entender y recorrer. La mañana avanzaba rápida...

  La panorámica de ese día tampoco me quedó muy bien, pero la pequeña colección  de detalles sí que he podido editarla y enseñarla en este espacio.

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Detalles de la espectacular Fontana de Trevi, uno de los iconos de Roma.

  Los impresionantes relieves que componen todos los elementos de la Fontana son dignos de estudiar con detalle uno por uno. Cada cual tiene cientos de detalles que fotografiar, pero debía conformarme con un repaso general. De todas formas, disfruté como un crío durante el espacio de tiempo que anduvimos alrededor de ese espectacular monumento. Después, decidimos trasladarnos de nuevo a Trastévere. Cogimos el metro hasta la parada de la Plaza San Pedro. Desde allí fuimos caminando por toda la orilla del Tíber. Comimos unos bocadillos que llevábamos preparados sentados en el pretil frente a la isla Tiberina... Maravilloso espectáculo.

 

  El cielo se iba nublando por momentos y la posibilidad de lluvia cada vez cobraba más fuerza. Nos dio tiempo a comer y cruzar el puente por la isla. Desde allí nos encaminamos hacia el barrio judío. 

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La isla Tiberina con sus rápidos.
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Cruzando por el puente Fabricio. Al fondo, a la izquierda, la Gran Sinagoga.

  La Gran Sinagoga es un edificio de estilo ecléctico, es decir, mezcla distintos estilos arquitectónicos. Se acabó de construir en 1904. El templo es señorial. El barrio es hermoso, tranquilo. En la puerta de algunos edificios en el suelo hay un triste recordatorio de los judíos que fueron sacados de sus casas y deportados a campos de concentración.

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La Gran Sinagoga de Roma.
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Las famosas alcachofas romanas.

  Seguimos caminando por la Via del Portico d´Ottavia, una calle llena de comercios, cafeterías, tiendas de comida para llevar y fruterías con el producto estrella de la temporada, la alcachofa roja. Se ve que era época de recolección y que además había sido buen año, porque abundaban los puestos cargados de alcachofas.

  ¡¡ Huuuuummmmm !! ... Con lo que a mí me gustan...
Tomamos un café con un trocito de un bizcocho parecido al tiramisú en una terraza de esa misma calle. Justo terminábamos de tomarlo, cuando empezaron a caer unas gotas de lluvia.

Decidimos ir hacia la "Bocca della Veritá" y, de camino hacia allí, nos encontramos con unas ruinas que abarcaban un amplio espacio. Resultó ser el Teatro Marcelo, pero visto desde la parte interior, es decir, desde el lado opuesto a dónde lo habíamos visto el día anterior al atardecer.

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  El Teatro de Marcelo fue promovido por Julio César y acabado por Augusto entre los años 13-11 a. C. Fue el primer teatro permanente y de piedra que se construyó en la capital pues, hasta entonces, habían sido provisionales y de madera. Fue dedicado a Marco Claudio Marcelo, sobrino de Augusto, en un acto de piedad, ya que este príncipe murió prematuramente en el 23 a. C., antes de que este edificio se levantase en el Campo de Marte. Se calcula que podía albergar a entre 15.000 y 20.000 espectadores, convirtiéndose así en el segundo teatro más grande de la Roma de los Césares, por detrás del de Pompeyo.​ El material de su fachada es roca travertino de la cantera del Barco, cerca de los Baños de Tívoli, el mismo que el del Coliseo. 

La parte interior del Teatro Marcelo.

  Seguimos andando por la Via Luigi Petroselli, en busca de la iglesia donde se encuentra la "Bocca della Veritá", en Santa María in Cosmedin. La legendaria escultura, que está datada alrededor del siglo I, es de enormes dimensiones. Con un diámetro de 1,75 metros, está dedicada al Dios del Mar representado por un rostro masculino con barba y con los ojos, la nariz y la boca perforados.
  Tampoco se tiene certeza acerca de su utilidad antigua: si era una fuente, la salida de agua de un compluvium o incluso la tapa de una alcantarilla (hipótesis surgida a raíz de su cercanía a la Cloaca Máxima).

Cuenta la leyenda... 
     ... un marido que desconfiaba de su esposa la llevó ante la Bocca della Veritá para comprobar su fidelidad. La mujer, reaccionó fingiendo un desmayo y su amante la recogió en sus brazos. Después de esto, la mujer juró ante la Bocca della Veritá, que solo había estado entre los brazos de su marido y del hombre que acababa de recogerla...

  Esta es tan sólo una de las muchas leyendas que existen sobre la famosa escultura que, con el paso de los años, continúa generando una enorme expectación.

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La Bocca della Veritá.
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El paraje que ocupaba el Circo Massimo.

  Sus gradas podían acomodar a unos 300.000 espectadores, según estimaciones modernas, un aforo que jamás ha sido superado por ningún otro estadio deportivo en toda la Historia. En la pista cabían hasta 12 carros. Se conserva muy poco del Circo, con la excepción de la pista de carreras -hoy cubierta de hierba- y la spina. Algunas de las verjas de salida se conservan, pero la mayoría de los asientos han desaparecido.

  Continuamos por la Via del Circo Massimo, buscando la calle perpendicular que nos llevaría hasta el Coliseo. La tarde se iba nublando por momentos, amenazando con descargar una inoportuna tromba de agua, pero pasaban las horas y nos íbamos librando del chaparrón. 
  El Circo Massimo fue creado bajo el mando del quinto rey llamado Lucio Tarquinio Prisco. Fue un estadio para carreras de carros de la Antigua Roma. Se erigió en el valle entre los montes Aventino y Palatino. Fue el mayor circo de la antigua civilización romana con sus 621 m de longitud y 118 m de anchura. 

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Recreación del Circus Massimus.

  Sin duda porque esas piedras fueron empleadas para construir otros edificios en la Roma medieval. El obelisco Flaminio fue trasladado en el siglo XVI por el papa Sixto V a la Piazza del Popolo. El Circo Máximo retuvo el honor de ser el primer y mayor circo de Roma, pero no fue el único: otros circos romanos eran el Circo Flaminio, en el que se celebraban los Juegos Plebeyos (Ludi Plebeii), y el Circo de Majencio. En la actualidad sólo queda la planta del antiguo estadio y su solar es un parque público de Roma.  

 

  Seguimos caminando...

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La Vía di San Gregorio une el Circo Massimus con el Coliseo.
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El Coliseo en todo su explendor.
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La Via dei Fori Imperiali.
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El Foro romano desde la Via dei Fori Imperiali.

 ... Y así, entre monumentos y ruinas cargadas de historias y leyendas, llagamos hasta el Coliseo. Todavía quedaba una hora y pico para entrar a ver la exposición, pero como la climatología cada vez era más adversa, subimos por la Via dei Fori Imperiali hasta el Complesso del Vittoriano Ala Brasini, edificio que albergaba la exposición de fotografía. Unos ciento cincuenta metros antes del destino empezó a llover. No caía con mucha intensidad pero... Llovía. Guardamos las máquinas en la mochila y llegamos hasta el edificio del Museo Centrale del Risorcimento.

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La parte trasera de la Piazza Venecia estaba ocupada por el edificio del museo. A la derecha un cartel de la muestra.

El recinto albergaba dos exposiciones: 
- I grandi maestri, 100 anni di fotografia Leica
- Monet

 A cada cual más interesante, pero solo vimos la de fotografías, porque tampoco teníamos pensado ver a Monet y la tarde se nos iba a echar encima.

Eran las 15:45 y la entrada estaba programada para la 16:30. De todas formas me acerqué a la admisión y pregunté, enseñando los tickets que habíamos sacado por Internet, si podíamos entrar aunque fuese a la zona de los libros y artículos de venta que allí lucían. La chica, muy amablemente, nos indicó que podíamos acceder a la sala, así que sin más dilación nos adentramos en el mundo de la Leica y sus grandes maestros...

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Los tickets de entrada a la muestra.

​           > La muestra :

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Un separador de hojas con la información de la exposición.

  Carteles actuales y de época abrían la muestra. Después un poco de historia de la fundación de la empresa y una interesante colección de cámaras, desde la Leica original de 1914 hasta las actuales de formato digital...
Os dejo un enlace por si queréis saber más sobre esta maravillosa cámara de fotos.

​           > Las cámaras :

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UR-Leica ( 1914 ) La original
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Leica-0 ( 1918 )
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Leica-I ( 1927 )
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Leica-II ( 1932 ) Con telémetro incluido
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Leica-M2 ( 1954 )
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Leica-IIIa ( 1936 )
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Leica-M3 ( 1958 )
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Leica-M6 ( 1998 )
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Leica M8 ( 2006 )
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Leica-M ( 2012)

​           > Los maestros  y sus obras:

    Tczew (Polonia) 06/12/1898

  Nueva York (EEUU) 24/08/1995
Emigró a EEUU antes de la Segunda Guerra Mundial por ser judío. Formó parte del grupo de fotógrafos de la revista Life, consiguiendo casi un centenar de portadas. Habitualmente trabajaba con una Leica M3.

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El beso ( 1945 )
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Trümmerfrauen, las mujeres de los escombros - Berlin ( 1948 )

   Berlín (Alemania) 04/08/1909

   Berlín (Alemania) 08/08/2004

Judía, se exilió a Grecia en la época del nazismo. Regresó a Berlín en 1937 y su trabajo se centró en fotografiar la desolación y la reconstrucción de su ciudad natal. 
Residió hasta su muerte en la colonia de artistas de Berlín y su vida se centró en torno al teatro, aunque ella se gustaba llamar foto-periodista. 

  Chanteloup (Francia) 22/08/1908

  Montjustin (Francia) 03/08/2004
Maestro del "instante decisivo"
Retrató muchos personajes importantes y cubrió la muerte de Gandhi y la Guerra Civil española. Fue cofundador de la famosa Agencia Magnun.

Se le considera el padre del fotorreportaje.

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Tras la estación St. Lazare ( 1932 )
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Ajusticiamiento de un confidente
 Hungría ( 1956 )

   Viena (Austria) 13/07/1923

   Viena (Austria) 29/08/2018
Judío, fue obligado a abandonar su país en 1939 e inmigró a  Israel. Su madre quedó en Viena y murió en Auschwitz. En el ejército británico fue fotógrafo y aviador. En el año 47 se une a Associated Press y en 1955 a Magnum Photos.
Sus fotos se publicaron en:
Life , Paris Match , Picture Post , Epoca y Quick .

​   Budapest (Hungría) 22/10/1913

  Thai Binh (Vietnam) 25/05/1954
Su verdadero nombre era Endre Emö Friedman. 
Fue corresponsal de guerra y fotoperiodista. Popularizó la frase:
"Si crees que tus fotos no son lo suficientemente buenas, es porque no te has acercado lo suficiente".
Murió cubriendo la guerra de Indochina a los 40 años de edad.

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Muerte de un miliciano ( 1936 )
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El terror de la guerra ( 1972 )

Vietnam 1951  [66 años]
Su verdadero nombre es Huýnh Công Út. Es la tercera persona admitida en el Salón de la Fama de Leica por su contribución al fotoperiodsimo. Ganó  el premio Pulitzer en el 73 y la foto del año de Word Press en el año 73 por la foto de la izquierda.

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   Trabajadores esperando  ( 1954 )
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Nana ( 1961 )

  Estocolmo (Suecia) 22/07/1918

  Estocolmo (Suecia) 11/01/2002
Se hizo famoso por fotografiar los ambientes existencialistas de París. Se alistó en el ejército y participó después en la resistencia. En 1947 se traslada a París, estudia fotografía y se interesa por el ambiente bohemio. 
Desde 1951 fue miembro del grupo Fotoform. Regresó a Estocolmo en 1962 y hasta el 72 dirigió la escuela de fotografía.

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James Dean en NY ( 1955 )
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Ernesto Guevara, el "Ché" ( 1960 )

  La Habana (Cuba) 14/09/1928

    París (Francia) 25/05/2001
Su nombre real era Alberto Díaz Gutiérrez. Se inició en el mundo de la fotografía de forma autodidacta. Fundó la fotografía submarina en Cuba. Sus imágenes del Che y de Fidel forman parte de la iconografía y del mito de la revolución cubana.

  Pero sin lugar a dudas, la imagen que más me impresionó fue esta de aquí abajo, hecha el día de la liberación por parte de las tropas aliadas del campo de concentración de Bergen Belsen en Alemania. En ella se ve toda la crueldad de los nazis. Sé que es una fotografía muy dura, pero es la cruel realidad.

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  Medellín (Colombia) 19/03/1908

Ashford (Reino Unido) 25/07/1995
Navegó alrededor de todo el mundo a finales de los años 20. Trabajó como corresponsal del guerra y quedó para siempre marcado por ello. En 1947, Rodger funda junto a Robert Capa, David Seymour y Cartier-Bresson la Agencia Magnum, trabajando durante más de 30 años como freelance, haciendo expediciones y fotografiando gente y paisajes de África. Gran parte de esas fotografías fueron publicadas en la revista National Geographic.

Campo de Bergen Belsen - Alemania ( 1945 )

  Rodger fue el primer fotógrafo en entrar en el campo de Bergen-Belsen en 1945. Sus fotografías de los supervivientes y de las pilas de cuerpos muertos fueron publicadas en Life y en Time y sirvieron para mostrar la realidad de los campos de concentración, los campos de la muerte. Fue el único fotógrafo independiente británico que pudo tomar fotografías y realizó una dura crónica de guerra.

  Es curioso que, en el caminar por esta vida, nos vamos dando cuenta de muchas cosas que quisiéramos cambiar si volviésemos a nacer.  Yo, sin lugar a dudas, elegiría la profesión de foto-periodista. 

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  Pasamos toda la tarde en la sala, en realidad fue visto y no visto. La exposición era muy entretenida y amena.
Al final, yo, "el comandante" como me bautizó mi amigo Aitor Aldasoro, pude hacerme una foto con el Comandante de verdad, Ernesto "Ché" Guevara. Fue un broche anecdótico y emocionante para poner punto final al recorrido de la muestra. 
Salimos pasadas las 19:30 horas. Había dejado de llover y mientras compramos algún detalle nos dieron las 20:00 horas en el recinto.
  Abandonamos el edificio y cruzamos la Piazza Venezia, pasando junto a las Columnas de Trajano. 

Junto a la foto de Ernesto "Ché" Guevara.

  Paramos a cenar en un establecimiento que nos llamó la atención. Era un sitio pequeño pero tenía buena presencia. Arroz con pulpo, verduras a la plancha y pollo guisado. Raciones pequeñas pero todo muy rico. Después, pianno-pianno, nos dirigimos al hotel por la Vía Nazinale.
  Otro intenso día había llegado a su fin. 

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Roma

El último día en Roma amaneció con el suelo mojado, había llovido por la noche, no mucho, pero había llovido. No eran chaparrones fuertes, más bien era una llovizna

intermitente. Desayunamos tranquilos, más o menos teníamos los planes cumplidos aunque, si quieres, podrías pasar dos vidas en la ciudad y no aburrirte de ver cosas.  Como cada mañana, repusimos fuerzas con un nutritivo desayuno. Luego, salimos a la calle sin las ideas muy claras. Eran las 10:00 de la mañana. En ese momento no llovía, así que fuimos andando hacia la Fontana de Trevi, para hacer alguna panorámica más... Al final conseguí una fotografía con luces y colores homogéneos y sin muchas cabezas por delante. Es la foto que abre este relato.

  La Fontana de Trevi estaba, como no podía ser de otra manera, llena de gente. Muchos chinos o coreanos, con el jaleo que montan por donde van...  Con un poco de paciencia, pude colocarme en la parte central del estanque, justo delante de la estatua principal y esperé, aprovechando para medir la luz y enfocar, el momento en el que las cabezas no se interponían entre tan maravillosa obra y mi cámara... ¡¡ click, click, click ...!! En un instante había hecho las nueve fotos que componen la panorámica. Con el "trabajo" cumplido, decidimos ir hacia la Piazza del Pópolo para repetir también la panorámica. Pasamos frente a la Piazza Venezia y giramos a la derecha por la Vía del Corso. 

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La Fontana de Trevi.
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La Piazza Venezia, con el monumento a Victor Manuel II. En medio el Altare della Patria.

  Una fina lluvia nos acompañó durante unos minutos, pero enseguida paró y no fue necesario ponernos a cubierto. Sobre las 11:00 de la mañana estaba haciendo esta panorámica de la Piazza del Pópolo.

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Los adoquines de la enorme Piazza del Pópolo brillando bajo la lluvia.

  Después, cogimos el metro y fuimos hasta la Plaza de San Pedro, pensando que con el día tan "tristón" habría menos turistas pero está claro que, en ciertos lugares del mundo, nunca deja de haber gente. Las colas para entrar, si cabe, eran más largas que el día anterior y tras hacer alguna panorámica, fuimos a tomar un café en un McDonald´s situado junto a la plaza, huyendo de la débil llovizna y de los carísimos precios de la zona. ( Un café en Mc Donald´s = 1,20€ por contra un café en otra cafetería = 3,80€ ).

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La Plaza de San Pedro bajo la lluvia.
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El puente de Victor Manuel II cruza el río Tiber para dar acceso al barrio de Trastévere.
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Típica calle adoquinada del Trastévere.

  La mañana pasaba rápida. Dejó de llover, pero seguía amenazando con soltar un gran chaparrón. Pensamos en comer algo típico y se nos ocurrió entrar de nuevo en el barrio de Trastévere. Fuimos dando un paseo y volvimos pisar las adoquinadas calles del pintoresco lugar. Aún mostraba algo del esplendor que en otra época vivió la zona, siendo un lugar lleno de vida por su relación con el comercio. 

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El restaurante Da Gildo y la deliciosa pizza y exquisita pasta italiana.

  El cielo se tornó oscuro, como si la noche se echara encima y como eran alrededor de las dos de la tarde, decidimos entrar a comer en algún sitio. Pasamos de largo un par de establecimientos y al final nos decantamos por el Restaurante Da Gildo, un pequeño pero acogedor local, regentado por una joven pareja en el número 31 de la Vía della Scala. En el comedor, de apenas seis mesas, estaban comiendo dos tipos con pinta de ejecutivos y una singular pareja de un hombre de unos cincuenta años y una jovencita que, por la conversación que mantenían, no parecían ser padre e hija...
  Nada más sentarnos se desató un intenso chaparrón que nos habría dejado como una sopa si nos llega a pillar en el exterior. Nos atendieron con rapidez. Pedimos dos platos, una pizza con anchoas y alcachofas, que no tenía más aliño que los ingredientes citados y un chorro de aceite de oliva y después fetuchinni a la carbonara ¡¡ Estaba todo exquisito !! 
Un café puso el punto y final al avituallamiento.

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  Cuando salimos del restaurante había dejado de llover, aunque las nubes no nos abandonaron en toda la jornada. Cogimos el tranvía y anduvimos dando vueltas por el extra-radio de la ciudad.

​  Volvimos en el tranvía hasta la Piazza Venezia. Desde allí nos dirigimos por la Vía Nazionale hasta el hotel. Era momento de recoger todo y cenar pronto. A la mañana siguiente debíamos levantarnos muy temprano para coger el autobús hasta el aeropuerto.

Victor Manuel II
en la Piazza Venezia

  Ya en el hotel, pagamos la factura en recepción y dejamos todo zanjado. Por la mañana había que andar muy ligeros. En la habitación recordé que no había comprado la máscara veneciana que tenía ojeada para la colección de mi hermana mayor. Eran las 21:30 horas... Bajé como un rayo pensando que tendría la tienda cerrada pero, para mi sorpresa, estaba abierta y a pleno funcionamiento. 

  Compré la máscara, unos imanes, unos bolígrafos y un paquete de pasta para que la probase mi hijo. De paso, cogí un par de ensaladas en el Mc Donald´s y subí para cenar con Rosa.
  Tras una ligera cena y comprobar que quedaba todo recogido llegó la hora de dormir. La visita a Roma llegaba a su fin...

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Roma - Burdeos - Astigarraga

Nos levantamos muy temprano, a las 04:15 horas. Ya habíamos calculado que, desde el hotel a la parada del autobús de Termini, había diez-doce

minutos andando, así que pasadas las 04:30 estábamos de camino. Teníamos que coger el autobús para ir al aeropuerto a las 04:50. El avión salía a las 07:20 horas y como el bus tardaba alrededor de tres cuartos de hora, no podíamos perderlo. Con el siguiente ya no llegábamos a tiempo. 

Amanecía en Roma-Ciampino cuando subíamos al avión.
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 Llegamos a Ciampino pasadas las 05:45 horas, con tiempo suficiente de pasar, sin ningún problema, los controles de equipaje para el embarque. Nos hicieron sacar todo el equipo, pero era lo más normal. Por lo demás no tuvimos ningún percance reseñable. El vuelo salió unos minutos retrasado, como es casi norma en Ryanair, pero fue tranquilo y sin sobresaltos.

La localidad de Ciampino desde el aire.

A lo hora establecida estábamos en Burdeos. Pasamos los controles  y fuimos a recoger el coche hasta la zona de aparcamiento donde lo habíamos dejado. Pagamos 55 € por los cuatro días que estuvo allí estacionado pero, de esa manera, nada más llegar arrancamos camino a nuestro pueblo. A veces, es más valioso el tiempo que el dinero y tener que trasladarnos hasta el centro de Burdeos para coger el tren o autobús, nos costaba más que el dinero del parking.

Sobrevolando Francia, con los Alpes suizos al fondo.
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  El trayecto por carretera transcurrió sin nada que destacar. En apenas dos horas y media estábamos en Astigarraga. Vuelta a la vida normal, vuelta a lo cotidiano, pero con las retinas impregnadas de ese brillo especial que los viajes nos proporcionan. Otra gran ciudad, otra inmersión en la cultura y la Historia, otra nueva aventura para recordar.

  Roma siempre te pilla desprevenido: al doblar una esquina, al cruzar una calle, al llegar a una plaza... Siempre aparece un monumento que te deja sin palabras. Cuanta historia bajo sus viejas losas, traiciones, amores, intrigas palaciegas... Muchos años de dominio, sobre el mundo conocido, han dejado huella en casi toda Europa y parte del norte de África. Seguro que Rómulo y Remo nunca se imaginaron las consecuencias de su llegada a aquel pantano del río Tiber junto al monte Palatino... 

Arrivederci Roma !!

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© F. J. Preciado  2018

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