"La vida, como la fotografía, consiste en positivar lo negativo"
Abril de 2004
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Camino de Santiago
Mi primer gran viaje
Puesta de sol desde el faro de Fisterra . . . Final de un camino, comienzo de muchos otros.
En el año 2004 me planteé el reto de hacer el Camino de Santiago en bicicleta, simplemente motivado por el afán de viajar y además de forma deportiva. Era Año Santo, eso quiere decir que el día de Santiago (25 julio) caía en domingo y eso trae como consecuencia, que se puede acceder a la catedral por la Puerta Santa...
Este es el diario de viaje de aquella experiencia, escrito de mi puño y letra en un pequeño cuaderno que me acompañó hasta Fisterra y qué, once años después publico en Internet, junto con el resto de mis viajes. La pena es que entonces no tenía ni la reflex digital, ni los conocimientos que tengo ahora, así que las fotografías que puedo mostrar son bastante “sencillas”, además de la mala calidad que ofrecen, al estar escaneadas del papel...
Aquí está resumido todo el Camino hasta Santiago... En cada punto de parada o en puntos concretos de paso se va sellando la credencial, así, al llegar al final se puede justificar que has realizado todo el recorrido.
La credencial del peregrino.
El decepcionante primer intento
Astigarraga - Roncesvalles (Orreaga)
Llevaba varios años andando en bicicleta y me apetecía hacer el Camino de Santiago, pero, no en plan religioso, ya que no soy ni creyente, ni me muevo
impulsado por la religión, ni nada por el estilo, simplemente como una prueba deportiva y un viaje para buscar un poco en mi interior.
El plan era salir desde la puerta de mi casa y llegar a Santiago de Compostela en ocho días, haciendo el Camino Francés, entrando desde Roncesvalles. Había preparado toda la documentación, los mapas y la acreditación de peregrino que había recogido y sellado en la sede del Obispado de San Sebastián. Ese era el primer sello...
La credencial del peregrino.
Llegó el día señalado y tras desayunar y preparar las alforjas de la bicicleta de montaña, me despedí de la familia y bajé al trastero donde guardaba la bici. La mañana era fresca y el cielo estaba bastante encapotado, no llovía, pero amenazaba con hacerlo. Arranqué dirección Irún, siguiendo las flechas amarillas, con la intención de cubrir la primera etapa hasta Roncesvalles. Eran 107 kilómetros, con el "regalo" del puerto de Ibañeta para acabar la jornada. Tenía todo el día por delante, así que no parecía que tuviese mucha dificultad. Quería hacer el Camino en solitario, bueno, iniciarlo en solitario... Nunca se sabe cómo se puede acabar.
Subí el alto de Gaintxurizketa y un fino xiri-miri empezó a hacerme compañía. Fueron lo que llamamos “cuatro gotas” y al bajar, tras pasar la ciudad de Irún, crucé la frontera con Francia y dejó de llover. El paisaje era espectacular, plena primavera, verdes intensos y flores a doquier cubrían el campo. Se respiraba paz por todos los lados y los kilómetros caían sin apenas darme cuenta. Inmerso en un relajante paseo, llegué a la localidad de Urrugne y me desvié a la derecha dirección Sara. Empezó a lucir un poco el sol, lo que embelleció más, si cabe, el recorrido. Me dirigía ahora hacia Kanbo. Paré a comer algo para que no me entrase una “pájara” y continué sin prisas. La idea era llegar a Donibane Garazi a medio día y comer allí, para afrontar la subida a Ibañeta por la tarde.
Presto para iniciar el Camino.
Aunque el tramo de Sara hasta Kanbo se me hizo un poco pesado, llegué a Donibane Garazi sobre las doce del mediodía, muy bien. Di una vuelta por el pueblo, me acerqué al albergue del peregrino y me pusieron mi primer sello. Ya estaba en marcha... ya estaba en el Camino... allí mismo compré mi vieira y la coloqué en la bicicleta, para que me acompañara todo el viaje. Comí, descansé un poco y me dispuse a cubrir el último tramo de la jornada.
Eran 24,3 kilómetros de subida desde Arnegi, con una pendiente media del 5,4%, pero con tramos de hasta el 10,9%. Abajo la temperatura era muy buena, pero según iba subiendo, la climatología empeoraba y una sensación de frío me calaba en el cuerpo sudoroso. Bastante cansado y con el atardecer muy avanzado llegué a la cima (1.057 m ) y di una vuelta por los alrededores, antes de bajar a la Colegiata a pedir alojamiento en el albergue. Caía una fina agua-nieve y hacía bastante frío, creo que allí arriba me enfrié.
Una vez en la Colegiata, con el hospedaje solucionado, mi segundo sello y tras dejar el equipaje y darme una ducha, me dirigí a la cafetería a tomar un Cola-Cao calentito. Estaba destemplado y bastante desfondado.
Después me acerqué a ver la iglesia , simplemente por curiosidad y porque me gusta observar ese tipo de obras de arte.
Donibane Garazi - St. Jean Pie de Port
El alto de Ibañeta.
Entrada al albergue para los ciclistas.
Eran alrededor de las ocho y había misa de peregrinos. Me apoyé en la pared de atrás para observar la impresionante nave y no molestar mucho a los allí congregados. Recuerdo que me entró un tremendo bajón y me tuve que sentar en el suelo. Tras unos minutos me levanté y fui poco a poco a mi habitación. Tenía que descansar...
Al día siguiente quería hacer el tramo Roncesvalles – Puente La Reina. En la habitación un poco de charla con un compañero riojano y a intentar dormir, para levantarme a las seis y aprovechar el día. La primera jornada había sido dura, pero ya estaba hecha...
Ya estaba inmerso en el Camino...
Roncesvalles (Orreaga) - Pamplona (Iruña)
Me levanté según lo previsto, me duché, desayuné y tras la inspección de rutina a la bicicleta y comprobar que no me dejaba nada olvidado, me dispuse a seguir hacia Pamplona.
Había nevado un poco y la bajada por el camino de los peregrinos a pie, estaba peligrosa. Había leído que se aconsejaba hacer la bajada en bicicleta por la carretera, dejando el camino original hasta enlazarlo de nuevo cerca de Pamplona. Pues bien, no hice caso, valiente, inconsciente y temerario, me lancé - siguiendo las flechas amarillas - por la senda que baja entre rocas, arbustos y árboles, por el bosque dirección a Burgi. Enseguida me di cuenta de que no iba a ser tarea fácil, zonas de mucha roca, muchos saltos, nieve, las alforjas... la verdad sea dicha, todo eran inconvenientes. Con toda la atención y prudencia posibles iba sorteando las “trampas” que encontraba a mi paso, hasta que en una de éstas, la rueda delantera se me cruzó, me desequilibré y caí hacia adelante.
Con esta estampa me levanté el domingo en Orreaga.
Me pegué un fuerte golpe en la rodilla y en el antebrazo y me hice daño en los dedos de la mano, todo en el lado izquierdo. De entrada me levanté y vi que a la bici no le había pasado nada, así que me volví a subir y seguí bajando bastante “acojonado”. Hacía bastante frío y según lo iba notando, me dolía más la rodilla. Cuando salí a la carretera, era todo rodar por un piso bien asfaltado y casi sin pendiente, pero con bastante sufrimiento ya que la rodilla me molestaba mucho. Entré a Iruña-Pamplona cruzando el río Arga por el puente de la Magdalena y pasando por el portal de Francia. Tenía que cruzar la ciudad y salir por la carretera que lleva a Puente La Reina. Paré a descansar un momento en un parque y comer una barrita energética.
Esa parada me hizo enfriar las piernas y cuando subí de nuevo a la bici, el dolor era terrible. Así no podía arriesgarme a seguir la aventura. Sentí bastante rabia e impotencia, pero con la cabeza fría decidí que lo mejor era volver a casa. Llamé por teléfono y coincidió que estaba mi tío. Me preguntó a ver dónde estaba y quedó en venir a buscarme. Un detallazo... Tenía bastante dolor en la rodilla y los dedos me molestaban para frenar e incluso agarrar el manillar.
Suave, suave y con mucha pena, me dirigí al punto de encuentro que habíamos establecido en las afueras de la ciudad y, allí, en un polígono industrial, moría mi primer intento de llegar a Santiago. Una caída, percance que está dentro de lo posible, echó al traste mi viaje, una mala decisión y un poco de mala suerte habían hecho el resto. Estaba claro que, la bajada de Roncesvalles a Pamplona, había que hacerla por la carretera y no por el camino original... Y menos con nieve.
Para la próxima ocasión lo tendría en cuenta. Ahora tocaba curar esa maltrecha rodilla y buscar otra fecha para volver a intentarlo... "ULTREIA"
Mayo de 2004
Camino de Santiago
Reanudando mi primer gran viaje
En esta ocasión había estudiado mejor el recorrido y había excluido un par de tramos de monte, que son casi exclusivos para los peregrinos a pie y los había marcado por el trazado alternativo para las bicis. La intención era empezar a seguir las flechas amarillas desde Roncesvalles, ya que ese primer tramo ya estaba hecho con anterioridad y tenía el sello en mi acreditación. Así que comentándolo en la oficina, mi compañero Mikel se ofreció a llevarme hasta allí, para reanudar la aventura.
La segunda oportunidad
Roncesvalles (Orreaga) - Estella (Izarra)
Me levanté temprano y bajé a preparar todo para cuando viniese Mikel. Nos reunimos, cargamos la bici en su furgoneta y partimos dirección Roncesvalles. Hacía un bonito día, lucía el sol, pero la mañana estaba fresca.
Nada más llegar a la Colegiata, descargamos la bici, le agradecí a Mikel su gesto y el partió hacia su casa, mientras yo reanudaba mi particular Camino cuesta abajo dirección Pamplona pero, esta vez por la carretera... :-)
Nada más iniciar la marcha, se formó un pequeño “grupeto” zigzagueando por la carretera N-135, Burgete, Espinal, el alto de Erro...
Enseguida entramos en contacto, Juancar, un chico de Ciudad Real, Joxi de Rentería y yo, quienes más o menos llevábamos el mismo ritmo. Empezamos a hablar y en un abrir y cerrar de ojos estábamos en Pamplona. Sellamos y cruzamos la ciudad y dirección al Puerto del Perdón ya parecíamos amigos de toda la vida. En Zarikiegi paramos un momento a comer algo y yo aproveché para sacar unas fotos.
Zarikiegi: Iglesia románica de San Andrés S. XIII.
Reanudamos la marcha y subiendo por la pista de tierra por la Sierra del Perdón, casi arriba del todo, sufrí el primer pinchazo. En un “plis-plas” estaba arreglado y tras una pequeña pausa para contemplar el paisaje desde arriba, iniciamos el descenso hacia Eunate.
Tenía muchas ganas de conocer esta iglesia y según nos acercábamos me iba emocionando al pensar que pedaleaba por estos lares.
La Sierra del Perdón desde lo alto del puerto.
Lugar mágico por lo esotérico y espiritual, situada en medio de la nada, Santa María de Eunate es uno de los más bellos ejemplos de la arquitectura del románico y data de mediados del s. XII (1170). Es una de las iglesias más bonitas y sugerentes del Camino de Santiago, sencilla, original y misteriosa. Se alza, solitaria, poco antes de llegar a Puente la Reina, en el lugar donde se juntan dos de los Caminos a Santiago; el camino aragonés, es decir, el que viene por Somport y el navarro, es decir el de Roncesvalles. Como está lejos de todos los pueblos y se han encontrado vieiras en las tumbas que se hallan en la iglesia, se cree que fue un hospital para los peregrinos.
Santa María de Eunate, una joya del románico.
Su planta octogonal y el claustro que la circunda la hacen diferente a cualquier otro templo románico. El misterio no aclarado sobre su origen y su inquietante interior avivan el interés de este templo que fue hospital de peregrinos, dormitorio de difuntos, faro-guía para caminantes, lugar de culto cristiano y santuario telúrico para quienes buscan fuerzas esotéricas. Algunos historiadores han barajado la posibilidad de que fuese obra de los templarios y hospital de la orden de San Juan, mientras que la tradición popular atribuye su construcción a una reina o señora, cuya sepultura yace bajo las piedras, para que fuese capilla funeraria. Lo que está claro, es qué su distribución, sus tallas, su situación estratégica y el misterio que la rodea, es suficiente para crear miles de leyendas.
Volviendo al viaje... Cuando llegamos a Eunate me pareció estar soñando. ¡¡ Era preciosa !!
Pequeña, eso sí, pero preciosa... Di una vuelta a todo el perímetro, fijándome en todo, intentando recordar cada detalle... Sus tallas, sus columnas, sus arcos...
Dentro, una sencilla imagen de la Virgen con el niño y unas flores eran toda la decoración. Recuerdo que era un sitio donde se respiraba un ambiente especial, ambiente de paz, de sosiego... Yo me hubiese quedado allí más tiempo, pero teníamos que seguir viaje, así que, tras hacer unas fotos y sellar la credencial, montamos en las bicis y continuamos.
Pasamos por Obanos, donde cada dos años se representa el "Misterio de Obanos", una leyenda popular ligada a la Ruta Jacobea.
¿ Te apetece un poco de historia ?
La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón
Pincha en el sello para saber más sobre los templarios...
La iglesia de San Juan Bautista de Obanos.
Joxi tuvo un percance, ya que en un bache que pilló en seco, partió la barra de sujeción de la parrilla y se le caían las alforjas. Menos mal que estábamos cerca de Puente la Reina y tenía la esperanza de que en la población, donde llegamos cerca de medio día, tras transitar por unas largas pistas de tierra, podría arreglarla y así seguir sin problemas. Entramos y fuimos derechos al albergue de los peregrinos...
Malas noticias, estaba casi lleno, daban prioridad a los peregrinos de a pie y sólo podían ofrecernos un chamizo junto al albergue. Sellamos y nos fuimos a comer algo sin saber aún qué hacer y Joxi intentó sin éxito encontrar alguna tienda abierta para poder arreglar la parrilla. Tampoco había ningún taller abierto para poder soldar la barra, claro, era sábado y casi las dos de la tarde y lo iba a tener bastante complicado. Comimos algo de pasta en un bar y mientras Joxi intentaba hacer algo, aproveché para ver el Cristo del Crucifijo, una de las únicas figuras en una cruz en forma de “Y”, la pata de la oca, otro símbolo típico de los templarios.
Al reunirnos de nuevo, Joxi había tomado la decisión de volverse, no podía continuar así y perder otro día más no le hacía mucha gracia. Yo le conté mi anterior aventura y le animé para volver a intentarlo.
Juancar quería seguir hasta Estella... A mí me parecía demasiado, pero, le dijimos adiós a Joxi y continuamos la marcha atravesando el famoso puente que da nombre a la población.
Cristo del Crucifijo de Puente la Reina.
El famoso puente medieval que da nombre a la población... Puente la Reina.
Llegamos a un tramo de los que están hechos para el peregrino de a pie y tuvimos la duda de si tirar por ahí o salir a la carretera. Al final optamos por seguir el trazado original y... ¡¡ Error ¡!
Una ladera llena de matorral ocultaba una “trampa” para el ciclista. Baches, escalones de tierra y piedras, se escondían entre la maleza, aquello fue un auténtico martirio ¡!
Menos mal que no era muy larga y tras una buena sudada y unos cuantos arañazos, salimos de nuevo a un tramo abierto, dónde pudimos seguir pedaleando.
Paramos un momento en Cirauqui para sellar... La tarde se nos echaba encima y en una curva que unía el trazado original con la carretera, decidimos coger esta, para ahorrar algo de tiempo y llegar antes de que se escondiera el sol.
Nos encontramos con un tipo madrileño llamado Pedro. Con él fuimos hasta Estella, dónde llegamos ya entre dos luces y tarde para todo. El albergue estaba lleno, nos sellaron la credencial y nos mandaron al polideportivo. Allí habían habilitado unas colchonetas para el resto de peregrinos. Yo estaba reventado, el tramo por esa ladera me había molido las piernas. Sólo cabía aprender de estos errores y tenerlos en cuenta para otras ocasiones. Cenamos algo y hablamos un poco de la etapa siguiente. El madrileño no sabía muy bien que hacer, yo le veía que no quería mucha compañía... Quizás necesitaba hacer el viaje en solitario.
Nos acomodamos como pudimos e intentamos dormir, la primera jornada había terminado con éxito... Mañana sería otro día.
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Diario del peregrino:
Estella, 29 de mayo de 2004
Hoy a comenzado el viaje. He bajado desde Roncesvalles hasta Pamplona por carretera para salvar los obstáculos que me hicieron fracasar la primera vez. Me he juntado con una cuadrilla que se reunió anoche en el albergue. Bajando hacia Pamplona, se ha hecho un "grupeto" en el que estábamos Juancar (un chico de Ciudad Real), Joxi (de Rentería) y yo. Hemos ido muy bien hasta el Perdón. Allí, yo he pinchado, pero eso ha sido anecdótico comparado con la avería de Joxi. En un bache, ha roto la barra que sujeta la parrilla para las alforjas y estas se le caían. En Puentelarreina intentamos arreglarlo pero, al ser sábado por la tarde, estaba todo cerrado. Ha decidido quedarse allí para intentar arreglar la avería. Juancar y yo seguimos hasta Estella.
En total han sido 101 Kms, en 7 horas y 20 minutos de pedaleo. Desde Pamplona hemos hecho el trazado por el camino original hasta los 10 últimos kilómetros antes de Estella ya que, se nos echaba la noche encima y veníamos muy cansados. Por el camino se nos ha sumado Pedro, un chico madrileño. Hemos llegado hasta Estella y hemos cenado juntos. Al final, no había sitio en el albergue y nos han acogido en el polideportivo. Me imagino que nos pasará más veces a lo largo del viaje.
De momento todo muy bien. Eunate espectacular. El Cristo del Crucifijo de Puentelarreina es especial. Yo me hubiese entretenido más en algunas de las visitas y hubiese terminado en Puentelarreina pero, bueno... de momento vamos bien. He visto lo que quería ver.
Ahora me voy a descansar.
Ultreia
Estella (Izarra) - Nájera
Nos levantamos temprano, no recuerdo a qué hora. Desayunamos y tras recoger y comprobar todo, salimos de nuevo al Camino. Pedro nos comentó que había estado pensando y había decidido hacer el viaje completamente por carretera.
Creo que quería ir sólo, así que sin poner más impedimentos y tras un apretón de manos y un “buen Camino compañero”, nos despedimos y salimos cada uno por su lado. Nada más arrancar una primera parada ya que enseguida, nos encontramos con el Monasterio de Iratxe. Sus orígenes se remontan al s. VIII y algunos edificios actuales guardan partes del s. XI. Fue regentado por los benedictinos. Es uno de los conjuntos monumentales más importantes de Navarra en el que destaca la iglesia románica del s. XII, el claustro plateresco y la torre herreriana.
Sin beber de su famosa “fuente del vino”, ya que era muy temprano y acabábamos de desayunar, seguimos dirección Los Arcos. Nos separaban unos 18 kms, con un tramo de trayecto que picaba hacia arriba, hasta Villamayor y luego unos 10 kms de descenso. De paso sellamos en Ayegui.
A media mañana estábamos en Los Arcos. Tras fotografiar su iglesia, comprar unas galletas y sellar la credencial, seguimos dirección Logroño, unos 27 kms de sube y baja, por unas pistas de tierra entre campos de cultivo. La jornada se estaba haciendo bastante amena, llevábamos un buen ritmo y los kilómetros caían sin apenas darnos cuenta. Estábamos haciendo todo el trayecto por el trazado original... Bien.
Los Arcos tiene el privilegio de albergar la iglesia de Santa María. Este monumental edificio ricamente decorado, construido y reformado entre los siglos XII y XVIII, le permite disfrutar desde el estilo románico tardío y protogótico hasta el renacimiento y el barroco.
Pórtico del Monasterio de Iratxe.
Pasamos Los Arcos y Juancar me dijo que se quedaría a dormir en Navarrete. Debía tener allí unos primos y quería aprovechar para dormir en una cama. Yo esperaba una invitación, pero no salió de él y no quise comprometerle a nada ya que no sabía hasta qué punto tenía confianza con su familia... Habíamos entrado en La Rioja.
Yo me quedaba un poco en “terreno de nadie”, así que decidí llegar hasta Nájera, por ser la población más grande de los alrededores y pensando en poder dormir en una cama.
Antes de todo eso, teníamos que pasar Viana y Logroño. Al llegar al alto de la ermita de Ntra. Sra. del Poyo, cerca de Viana, vimos que el trazado original se precipitaba por un sendero entre hierbajos y matorral. Decidimos seguir ese tramo por la carretera hasta Viana, escarmentados del tramo que hicimos antes de llegar a Estella.
Desde Viana hasta Logroño fue un paseo. La pista picaba hacia abajo y pudimos darle un poco de zapatilla. Atravesamos Logroño bastante rápido, no nos entretuvimos gran cosa. Vimos la iglesia de Santiago, que nos quedaba de paso y seguimos hacia adelante.
La iglesia de Santa María de Los Arcos, mezcla de varios estilos arquitectónicos.
Llegamos a Navarrete a medio día, fuimos a sellar y nos despedimos. Quedamos en que por la mañana nos reuníamos para continuar. Yo seguí hacia Nájera y como la pista iba paralela a la carretera, decidí ir por el asfalto, para llegar cuanto antes, comer y descansar. Me quedaban unos 14 kms y estaba bastante cansado, quizá el esfuerzo del día anterior.
Llegué a Nájera y fui al albergue de los peregrinos. Me recibieron muy bien, muy atentos, pero con el problema del día anterior, primero los de a pie... así que... no había sitio. Tras sellar, me dijeron que tendría que dormir en el polideportivo, que lo abrirían por la tarde, pero que de momento, me acomodase por allí. Me dejaron guardar la bici en un bajo junto al albergue y me hicieron sentir como en casa.
Navarrete: calles empedradas y ambiente medieval.
Me dieron las llaves del cuarto de los hospitaleros, me duché y descansé unas horas en una de sus camas. ¡¡ Me vino de cine ¡!
Por la tarde, me levanté, fui a la oficina de Correos y mandé para casa los aperos del camping gas y una pequeña tienda de campaña que llevé por si acaso, pero viendo que lo de dormir estaba solucionado, era mejor quitar peso para ir más ligero.
Después di una vuelta por la ciudad y cené una ensalada de pasta en un bar de los alrededores. Un par de cervezas y a la hora convenida volví por el albergue, cogí mi bici y mis cosas y me acompañaron al poli. ¡¡ Un 10 ¡!
El polideportivo estaba junto al río y hacía algo de frío, debido a la humedad. Aun así, con una esterilla y algo de ropa, me dispuse a pasar la noche e intentar descansar.
La próxima meta era Burgos...
Nájera
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Diario del peregrino:
Nájera,30 de mayo de 2004
Estoy sentado en la terraza del café Talismán tomando una cerveza. Juancar se ha quedado en Navarrete, en la casa de unos primos, para pasar allí la noche. Yo dormiré en el polideportivo y mañana nos juntaremos para seguir juntos hacia Burgos. La jornada de hoy ha sido bastante dura, tal vez, se notaba el cansancio del día anterior. Hemos salido de Estella los tres juntos pero, el madrileño, se ha ido por libre... se veía venir.
Juancar y yo, hemos hecho todo el trayecto hasta Navarrete por el trazado original y, desde allí, hasta Nájera he venido por carretera ya que iban las dos vías paralelas y la tarde decaía.
En el albergue de Nájera me han dado un trato excelente, pero, sólo hay cuarenta camas y se llenan con los peregrinos a pie. De todas formas, me han dejado darme una ducha y dormir un rato en el cuarto de los hospitaleros. Muchas gracias.
Hasta ahora, las sensaciones son "raras", parece como un sueño. El Camino va respondiendo a mis expectativas, quizás un poco más de relax para ver las cosas con más detenimiento...
Hay un gran respeto al peregrino, todo es ayuda y cordialidad. Quizás eso sea el "Camino", encontrar nuestro lado humano, sacar lo bueno de cada individuo y compartirlo.
Voy a estudiar la etapa de mañana. Queremos llegar a Burgos. Me acuerdo de Joxi, ¿Cómo le irá ? Me gustaría que nos encontrásemos en algún recodo del camino...
Esta jornada ha sido de 79 Kms en 5 h 47 m de pedaleo. Bueno, por hoy nada más que contar...
Ultreia
Nájera - Burgos
Nos reunimos hacia las 08:30 de la mañana, bastante tarde para la etapa que nos tocaba... Salimos dirección Burgos, por el trazado original y nada más iniciar el recorrido, nos topamos con una pendiente a través de un pinar que nos hizo
calentar las piernas... Pero tras dejar casi 5 kgs de peso en Nájera, ahora parecía que volaba. Se veía que venía un día de calor, porque ya a las 9, mientras atravesábamos una planicie entre campos de cultivo y viñedos, calentaba de lo lindo. A cielo abierto, adelantando a algunos peregrinos de a pie, fuimos cruzando toda la meseta.
El sol calentaba fuerte en la meseta castellana.
La pista picaba hacia arriba hasta la localidad de Cirueña. Desde esta aquí, en un continuo sube y baja, llegamos hasta el primer punto importante que era Santo Domingo de la Calzada, - dónde cantó la gallina después de asada - a unos 21 kms de Nájera. Entramos a la población entre campos de cereales y cruzando el río Oja. Allí una parada para para sellar, ver la iglesia y como no, la famosa gallina que alberga en su interior. Tras una corta parada para reponer fuerzas comiendo algo, seguimos la ruta en dirección al siguiente "escollo" del día, Los Montes de Oca. Antes pasamos por Grañón, último pueblo de La Rioja y sellamos en Redecilla del Camino, primer pueblo de Burgos...
Llegábamos a la comunidad de Castilla-León. Tras dejar atrás algunos pueblitos, llegamos a Villafranca de Montes de Oca, desde donde comenzaba la ascensión, por una pista forestal y entre inmensos robledales, a la cota más alta de la jornada. No encontramos barro, por lo que el pedaleo resultaba más cómodo y no nos ensuciamos mucho. Con frío, lluvia y viento, este tramo puede ser duro, tanto para ciclistas como para peatones.
La Catedral de Santo domingo de la Calzada.
Tras superar las rampas de los Montes de Oca, sin mucha dificultad y a buen ritmo, iniciamos el descenso hacia San Juan de Ortega, otro punto con "misterio" y lleno de "secretos", según cuenta Matilde Asensi en su novela "Iacobus".
Dicen que en el equinócio de verano, el sol entra por el rosetón de la fachada principal y alumbra en algún momento el altar, indicando el punto dónde hay una pista para encontrar el famoso "tesoro de los Templarios"... Cuanto menos son leyendas que hacen del Camino un saco sin fondo de historia, cultura y misterio.
Hicimos una pequeña parada, justo para sellar. Yo, como siempre, me hubiese entretenido más tiempo pero Juancar achuchaba para llegar cuanto antes a Burgos.
El Monasterio de San Juan de Ortega.
El pueblo de Atapurca, lugar de yacimientos arqueológicos.
Después de comer alguna barrita y beber para recuperar líquidos, dejamos la rica sombra de los árboles junto al Monasterio y pusimos dirección a Atapuerca, por una ancha pista entre campos de matorral llenos de ganado.
En ocasiones entrábamos en lugares de pasto atravesando alguna que otra langa - como decimos en Euskadi - en castellano creo que se llama cancela, metiéndonos de lleno entre el ganado, sobre todo ovejas y vacas, que miraban escépticas nuestro paso sobre las bicicletas.
Bajo un sol de justicia y con síntomas de haberme quemado los brazos, nos íbamos acercando a uno de los yacimientos más importantes del mundo, un lugar que ha llevado a replantearse la evolución de nuestra especie y declarado Patrimonio Mundial desde 1997. Dejamos el pueblo a la derecha y no vimos ni rastro de la entrada al yacimiento pero, se que por ahí andaba.
Tierras de pasto recogen los testigos mudos del paso de caminantes.
A campo abierto, entre matorral, encinas y quejigos, con la grata fragancia de campos cubiertos de lavanda, romero y tomillo, pero sufriendo el castigo de los kilómetros y el terrible azote del sol, llegamos hasta el paraje denominado "Matagrande", el punto más alto en la Sierra de Atapuerca por donde pasa el Camino. Atrás dejamos una gran cruz de madera, con unas raídas botas colgadas, como símbolo de paso de algún peregrino.
Desde ahí, por una cómoda pista de tierra, una suave bajada hasta la localidad de Villafría, dónde empezaban a verse signos de la cercanía de la ciudad. Pronto salimos a la carretera y sin darnos cuenta estábamos entrando en la capital. Había que poner el 200% de atención, ya que viniendo de las pistas del monte, tranquilos y en cierto modo relajados, entrar en el ajetreo de la urbe, con el tráfico, los cruces, semáforos, etc. provocaba bastante estrés, añadiendo además que no conocíamos la ciudad ni tampoco el lugar a donde íbamos.
De camino al albergue, que nos pillaba a las afueras, en sentido opuesto por donde entramos, pasamos junto a la estatua del Cid. En pleno callejear por el centro, vimos una farmacia y paré para comprar crema para las quemaduras que me había hecho en los brazos, justo por debajo de la manga del "maiot" y que me molestaban bastante. La chavala de la farmacia me dijo que la avería ya estaba hecha y que me diese crema hidratante. Compré crema y protección solar, estábamos en tierras de Castilla y aunque uno es un poco "morenito", el sol castigaba de lo lindo.
Llegamos al albergue de los peregrinos y estaba hasta arriba, como en todos los lados. Mientras sellábamos, el hospitalero nos dijo que, como siempre, primero estaban los peregrinos de a pie y que no nos podía asegurar nada. Una de dos, seguíamos hasta el siguiente pueblo o nos arriesgábamos esperando. Como mucho dormiríamos en el suelo, otra noche más, por lo menos para mí.
El siguiente pueblo con albergue - Hornillos del Camino - estaba a 20 Kms. Igual encontrábamos cobijo allí, pero nos dijeron que muchos peregrinos habían pasado a medio día en esa dirección. Yo no quise arriesgar y además estaba cansado para hacer otros 20 Kms y llegar al anochecer, así que, decidimos esperar. Comimos algo en el mismo albergue, estiré un poco los músculos y dimos una pequeña vuelta por los alrededores. Al volver nos dieron la buena noticia. ¡¡ Hoy dormiríamos en una cama !!
Así que, nada más asignarnos la litera me metí en ella a descansar y estudiar la ruta del día siguiente. Aquello se parecía a los barracones de los campos de concentración que se ven en las películas, pero... ¡¡ Hay amigo; el colchón era blando !!
Envuelto en mi saco, con las alforjas en la cabecera de la cama me abandoné al sueño, estaba cansado, muy cansado.
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Diario del peregrino:
Burgos, 31 de mayo de 2004
Hoy ha sido una buena jornada. He dejado peso en Nájera, nada más y nada menos que 4,5 Kgs y sí que se ha notado. Hemos salido tarde, casi a las nueve de la mañana. A base de agua y barras energéticas hemos llegado a Burgos respetando, íntegramente, el trazado original. Ha hecho mucho calor y me he quemado brazos y piernas.
La etapa ha sido dura pero la hemos aguantado bien. Los Montes de Oca tienen unas buenas rampas pero... decir que son terribles me parece un poco exagerado. Bueno, nosotros hemos pasado con la pista seca, tal vez, en otras condiciones, con barro y lluvia, sea diferente.
Otra grata imagen ha sido San Juan de Ortega, el pueblo es muy pequeño pero, la iglesia es fantástica. En Atapuerca hay una subida un poco traicionera, claro llevábamos ya 70 Kms en las piernas... Pero lo peor ha sido la entrada en la capital... ¡¡Un infierno !!
Casi 45 m para llegar al albergue que está situado al otro lado de la ciudad y después de andar por pistas de montaña y a tu aire, llegar a la urbanización te hace aumentar más, si cabe, la atención. Hemos pasado por Burgos sin ver nada. Luego, una vez en el albergue, cualquiera volvía para atrás... Cuando lleguemos a Ponferrada será otra cosa.
Hemos tenido que esperar un rato pero, por fin, hemos conseguido una cama para dormir. A ver ahora que sinfonía de ruidos nos encontramos. Esperemos recuperar bien, mañana queremos llegar a Sahagún.
Hoy han sido 97 Kms en 7 h 04 m de pedaleo... Mañana será un nuevo día en el Camino.
Ultreia
Burgos - Sahagún
Esta vez sí, tras desayunar y recoger todo, salimos temprano, sobre las 07:30 de la mañana. Queríamos llegar hasta Sahagún, en la provincia de León. Era una etapa rompe-piernas y dependería de la climatología que fuese más o menos
dura. El día amenazaba lluvia, con unos nubarrones muy oscuros en el horizonte, que no tenían muy buena pinta. Me di la crema y me puse manga larga, tenía los brazos algo delicados y no quería que empeorasen. Además había refrescado un poco. Salimos de Burgos cruzando el río Arlanzón y entramos en una pista muy botosa que, por lo menos, picaba hacia abajo.
El gallo de Hornillos en su pedestal.
Entre álamos y frutales hicimos los primeros 15 Kms por una pista infernal, muchos baches y un descenso bastante complicado para llegar a Hornillos del Camino. Menos mal que no lo hicimos el día anterior...
Tras sellar, al pasar el pueblo una subida entre chopos era la antesala de un terreno con continuos sube y baja que entre cereales y pasto nos dejó en Hontanas, donde nacía una carretera que nos llevaría hasta las ruinas del Convento de San Antón.
La iglesia de Hornillos del Camino.
El antiguo Monasterio de San Antón, se dedicaba a cuidar a los enfermos que llegaban haciendo el Camino de Santiago. Lo fundó Alfonso VII en el s. XII. Los antonianos bendecían el símbolo de la Thau, usada por la orden en memoria de los judíos que tenían las puertas de sus casas marcadas con este signo.
Nada más pasar las ruinas del convento se divisaba Castrojeriz. En un otero sobre el pueblo, se alza su castillo. En él fue asesinada la reina Leonor de Castilla en 1359. De origen celtíbero, ha visto pasar entre sus muros a romanos, visigodos y musulmanes. Sellamos y abandonamos esta villa cruzando su puente medieval y nos encontramos de frente con una larga pendiente que cogimos con paciencia...
El Convento de San Antón, otra joya de los templarios.
Castrojeriz y su castillo que, a lo largo de su dilatada historia, ha albergado a celtíberos, romanos, visigodos y musulmanes.
Llevábamos 42 Kms recorridos y el cuerpo estaba ya caliente. Después, un técnico descenso nos llevó hasta Itero del Castillo y entrábamos así en la provincia de Palencia.
Aprovechando la inercia de la bajada y la pista que había mejorado un poco, llegamos de un tirón a la comarca de Tierra de Campos. Entre chopos cogimos el camino de la izquierda y fuimos a salir en el Canal de Castilla, el cual debíamos seguir hasta una esclusa por donde debíamos cruzar. Una pista de asfalto nos llevó hasta la entrada de Frómista.
La iglesia de San Martín de Tours se construyó en la segunda mitad del s. XI y está considerado como uno de los principales prototipos del románico europeo. Sólidos muros, escasos ventanales y arcos de medio punto en los áspides y en los laterales. Bajo los aleros de puertas y tejados existen más de 300 figuras similares a gárgolas, representando animales, seres humanos y mitológicos... Una joya que transmite paz en el Camino de Santiago.
Tras la obligatoria parada en esta localidad, para sellar, ver la iglesia, comer unas galletas y reponer líquidos, hicimos de una tirada el tramo hasta Carrión de los Condes, por una pista bastante llana que dejaba dar pedales. El día iba avanzando, pero nosotros también y nos estábamos librando de la lluvia.
La iglesia de San Martín de Tours y sus famosas gárgolas.
Sellamos y cruzamos el río Carrión para pasar junto al Monasterio de San Zoilo, dónde una pista rompe-piernas nos llevó hasta Terradillo de los Templarios. Allí aproveché para sellar la credencial, me apetecía tener este sello con referencia a los Caballeros de la Orden del Temple.
Tras pasar la localidad de San Nicolás del Real Camino entrábamos en la provincia de León y, en la lejanía, se podía ver Sahagún. La jornada empezaba a hacerse dura, llevábamos más de 100 Kms y las piernas empezaban a sentirlo. La silueta de la población ya se adivinaba en el horizonte, pero una pequeña "tachuela" antes del último descenso, casi nos acaba fundiendo.
Carrión de los Condes.
Llegamos a Sahagún y fuimos derechos al albergue. Un edificio enorme donde no nos pusieron ningún problema por ser ciclistas y después de tan dura jornada, la verdad es que se agradecía. Nos acreditamos, sellamos y dejamos las bicis en un patio trasero del edifico. Luego fuimos a cenar un poco de pasta y a comprar alguna galleta para el desayuno y para llevar en la jornada siguiente. Me llamó Mikel, mi compañero y me hizo mucha ilusión. Más tarde, ya entre dos luces nos fuimos a descansar.
Había sido una jornada muy dura y las piernas estaban molidas. Escribí mi diario, repasé un poco la etapa siguiente y me tumbé a dormir.
El próximo objetivo era Astorga...
Juancar y yo en Sahagún.
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Diario del peregrino:
Sahagún, 1 de junio de 2004
Durísima etapa, esta de hoy. Salimos a las 07:30 horas de Burgos con un día que amenazaba lluvia a primera hora. Sin embargo, los nubarrones negros se disiparon y, aunque ha estado nublado, no ha precipitado nada. Yo, personalmente, lo he agradecido porque así no me he quemado más. De todas formas, salí con manga larga para protegerme los brazos.
La primera parte ha sido un infierno, una verdadera tortura. Hasta la localidad de Castrojeríz era una pista botosa que me ha dejado el culo como un "bebedero de patos"... ¡¡ Terrible !!
Después, hasta Frómista, hemos ido bastante bien. Allí hemos parado a comer y ver la iglesia de San Martín (s. XI), puro románico... ¡¡ Preciosa !!
Luego, de un tirón, hasta Carrión de los Condes y, antes de llegar al destino, hemos parado a sellar en Terradillo de los Templarios...
Me apetecía tener ese sello. Hemos pasado por tres provincias : Burgos, Palencia y León.
En el albergue de Sahagún no hemos tenido problemas. Es grande, muy grande y no nos han puesto pegas por ser ciclistas. Estaba bastante más limpio que el de Burgos.
Ahora descansaremos un poco e iremos a cenar. Me ha llamado Mikel, mi compañero, me ha hecho mucha ilusión...
Hoy han sido 122 Kms en 7 h 17 m de pedaleo. A ver mañana como nos va tras esta paliza. Destino, Astorga.
P.D.
Vamos muy acelerados. Me hubiera gustado ver, más a fondo, la iglesia de Frómista y otros monumentos.
Ultreia
Sahagún - Astorga
Amaneció un día radiante. Había descansado de maravilla, Juancar me dijo que incluso había roncado. La verdad es que se agradeció la ducha, la cama y la amplitud del sitio. Desayunamos, recogimos las alforjas y fuimos a buscar las bicis.
A las 07:30 horas estábamos pedaleando...
Abandonamos Sahagún por el Arco de San Benito, puerta de salida del Real Camino Frances, utilizado en la trashumancia y nos dirigimos a El Burgo Ranero por una pista paralela a la carretera. Avanzábamos rápido, con fuerzas renovadas después de un buen descanso y con el fresco de la mañana. Se veía que el sol iba a calentar, así que teníamos que aprovechar las primeras horas.
A veces pensaba que íbamos demasiado rápido, condicionados por los escasos días que tenía Juancar para realizar todo el trazado hasta Santiago y en mi cabeza empezaba a "ronronear" la idea de separarme de él en algún punto del Camino pero, a su vez, pensaba que venía bien ir acompañado, siempre es más ameno... Esta mañana concretamente iba dándole a la cabeza...
Y así, dándole vueltas a esa cuestión, nos presentamos en un abrir y cerrar de ojos en El Burgo Ranero... En un "momento" habíamos hecho casi 20 Kms.
El Arco de San Benito en Sahagún, paso del Real Camino Francés.
La etapa de hoy nos llevaría hasta Astorga y la siguiente... Yo quería parar en Ponferrada y ver el Castillo Templario. Juancar, me dijo que quería seguir hasta Villafranca del Bierzo... Seguía pensando que porqué debía someterme a "su" Camino, si era "mí" Camino el que venía a hacer... Además, me había planteado hacer un día más y desviarme, por Las Médulas, hasta O Barco de Valdeorras para preguntar por mi buen amigo Ignacio, antiguo compañero del GACA-52 de Vitoria, en la época del impuesto "Servicio Militar", afortunadamente desaparecido.
Pues con todo eso dándome vueltas en la cabeza, nos presentamos en Mansilla de las Mulas, donde paramos a comer algo y sellar la credencial.
La soledad del Camino por los campos de León.
Tras una breve pausa y un poco de charla con el hospitalero de Mansilla, reanudamos la marcha por la pista que nos llevaría hasta León. Estaba siendo una jornada monótona y un poco rara...
A medio día llegamos a la capital. De nuevo al entrar en la ciudad, igual que ocurrió en Burgos, eso de salir de la paz de las pistas y meterse de lleno en el agobio del tráfico me provocó un poco de estrés.
La imponente Catedral de León.
La Basílica de San Isidoro.
El Convento de San Marcos.
Nos dirigimos directamente hacia la Catedral, con intención de verla y comer algo por los alrededores. La Catedral de León se inició en el siglo XIII y es una de las grandes obras del estilo gótico, de influencia francesa. Conocida con el sobrenombre de Pulchra leonina, que significa "la bella Leonesa", tiene unas impresionantes vidrieras de colores que constituyen una de las mayores colecciones medievales del mundo... Pues bueno, vimos deprisa y corriendo el interior, sellamos la credencial, comimos un bocadillo en un bar de una calle adyacente y volvimos a las bicis para continuar dirección a Astorga...
Pasamos junto a la Basílica de San Isidoro, que es uno de los conjuntos arquitectónicos de estilo románico más destacados de España, por su historia, arquitectura y escultura, todo lo cual hace que sea pieza única del mundo románico de la época. El conjunto fue construido y engrandecido durante los siglos XI y XII.
Llegamos al Convento de San Marcos, un edificio hoy convertido en parador, además de iglesia consagrada y Museo de León y que es uno de los monumentos más importantes del Renacimiento español. Los orígenes de este edificio se encuentran en el siglo XII, cuando en tiempos de Alfonso VII de León, su hermana, la infanta Sancha de Castilla en julio de 1152 realizó una donación destinada a la construcción de un modesto edificio a las afueras de la ciudad amurallada y a orillas del río Bernesga, en el cual pudieran hospedarse "los pobres de Cristo", convirtiéndose así en un templo-hospital para refugio de los peregrinos que realizaban el Camino de Santiago.
Allí me paré un momento para sacar unas fotos... Joder !! Tanta prisa... :-(
A la sombra en la Plaza de San Marcos.
El Puente de Órbigo.
Salimos de León cruzando el puente sobre el Bernesga, dirección a Villadangos del Páramo, por una pista junto a la carretera N-120. Aunque siempre picaba hacia arriba, tampoco se notaba y como el firme estaba seco se rodaba bien. Durante toda la jornada el sol castigaba de lo lindo, había que hidratarse bien, además, apenas encontrábamos sombras salvo una fresca chopera al salir de Villadangos, dónde habíamos parado a sellar. A primera hora de la tarde estábamos en Puente de Órbigo, faltaban 16 Kms para llegar a Astorga.
Este maravilloso puente medieval sobre el río Órbigo, sirve de escenario en su ahora seco cauce, de turísticas justas medievales en la temporada de verano. Pasado el puente, llegamos a Hospital de Órbigo, dejando en su frondosa rivera el refugio municipal.
La pista ascendía durante unos cuantos kilómetros hasta llegar al Crucero de Santo Toribio. Frente a él, se divisaba ya la ciudad de Astorga. Desde el crucero un corto pero pronunciado descenso de un par de kilómetros, nos ponía en la última subida de la jornada, justo antes de entrar en la ciudad.
Una vez en ella y como teníamos tiempo de sobra para poder visitar posteriormente lo más importante, fuimos derechos a buscar el albergue, con la intención de conseguir una cama para descansar. El albergue municipal estaba lleno, así que nos dijeron de uno privado junto a las vías del tren hacia el sureste del sentido de la marcha.
El crucero de Santo Toribio, al fondo Astorga.
Llegamos y nos atendieron muy bien. Sellamos, nos duchamos y nos dieron cama. Nos preguntó si cenaríamos allí a lo que respondimos afirmativamente. Recuerdo que pagamos 8€ con cena y todo, la cena se pagaba a parte. Los albergues municipales eran gratuitos, se daba "la voluntad". Hoy en día no sé cómo estará el asunto. Yo recuerdo que si podía ducharme - en algún lugar no había duchas - si la atención era buena y el sitio limpio, solía dar 5€, que según los hospitaleros iban a las arcas del albergue para la conservación y el mantenimiento de las instalaciones.
Algunas vistas de la Catedral de Astorga.
Bueno, volviendo al lío...
Nos cambiamos y salimos a ver un poco la ciudad. Recuerdo que hacía calor y me apetecía un helado, así que me quité el antojo en la primera heladería que encontré. Fuimos hacia el centro, vimos por fuera la Catedral y el Palacio Arzobispal obra de Gaudí, - estaban ya cerrados al público -, alguna iglesia y la plaza del ayuntamiento, con su famoso campanario, donde "la pareja de maragatos" dan las horas con sus martillos. Allí nos tomamos una cerveza tranquilos y volvimos para el albergue.
Cenamos con unos franceses y algún peregrino más. El menú era una ensalada y algo de carne. Después un poco de tertulia y pronto a la litera. Recuerdo que era un habitación grande en la que había unas ocho camas, estaba todo muy limpio. Preparamos las cosas para el día siguiente y nos acomodamos para descansar.
Estaba decidido: la jornada siguiente era la de la separación...
El Palacio Arzobispal, obra de Gaudí.
La Plaza del Ayuntamiento de Astorga.
Los maragatos en la torre del reloj
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Diario del peregrino:
Astorga, 02 de junio de 2004
Un día más de recorrido, con una climatología estupenda. Por poner un pero, diría que ha hecho demasiado calor.
Anoche dormí como un "lirón". Se ve que lo necesitaba. Juancar me ha dicho que incluso ronqué un poco...
Hemos salido a las 07:30 horas. Casi toda la etapa a discurrido por una pista paralela a la carretera , salvo algunos tramos de buen asfalto que, a decir verdad, he agradecido. Hemos cruzado pueblos muy bonitos pero, ha sido León, lo que más me ha impresionado. Su catedral es, sencillamente, una verdadera maravilla. Una obra de arquitectura colosal, rematada con unas preciosas vidrieras. La gente de la ciudad ha sido muy agradable. Me ha sorprendido, también, Puente de Órbigo, un pueblo muy bien conservado y Astorga, con una catedral enorme, es otra maravilla. Lástima que estaba cerrada y no hemos podido verla.
Mañana nos espera un día duro, subiremos la Cruz de Hierro para llegar a Ponferrada. Yo me quiero quedar a ver el castillo de los templarios pero, Juancar, quiere seguir sin parar hasta Villafranca del Bierzo.
Me anda rondando la idea de seguir en solitario. Por una parte me da pena dejar su compañía pero, por otro lado, creo que no tengo la necesidad de seguir todo el Camino agobiado, a fin de cuentas, estoy aquí disfrutando de mis vacaciones y de "mi Camino".
Hoy hemos hecho 105 Kms en 6 h 20 m de pedaleo.
Ultreia
Astorga - Ponferrada
Nos levantamos pronto... Yo amanecí bastante tocado, con tos y mucha congestión. En algún momento me resfrié, tal vez la tarde-noche pasada sentados en la plaza. Me esperaba una jornada "durilla" ya que no tenía muy buen cuerpo y
y debíamos subir el puerto de la Cruz de Hierro...
Después de desayunar y recoger todo, nos despedimos de los compañeros y reanudamos nuestro viaje. Estaba todo decidido, Juancar seguiría su camino al llegar a Ponferrada y yo me quedaría a ver la ciudad. No había mal "rollo" ni mucho menos, simplemente eran cosas del destino...
Allí se separaban nuestros caminos. Salimos con un ritmo suave por la carretera provincial LE-142, que transitaba entre álamos y la frescura del río Jerga y fuimos buscando las primeras pendientes que nos llevaban a Rabanal del Camino. La carretera era ancha y con un firme rugoso que agarraba bastante. Hasta la Cruz de Hierro todo era cuesta arriba. Las rampas no eran muy pronunciadas y tenían una pendiente constante. Poco a poco el paisaje se cubría de robles y encinas y en el horizonte se dibujaban los montes de León...
No cambiamos muchas impresiones por esa rugosa senda... Cada uno iba pensando en lo suyo, dejando pasar los kilómetros... Y así, a media mañana, cuando empezaba a calentar el sol, nos presentamos en Rabanal del Camino.
La carretera LE-142 en dirección a Rabanal del Camino.
El albergue estaba al pie de la misma carretera. Un letrero que anunciaba un bar nos animó a entrar pensando en comer y beber algo. Era una casa enorme, con un patio lleno de flores y tinajas. En la planta superior estaban las habitaciones. Comimos algo, sellamos y tras un rato de charla montamos en las bicis y seguimos cuesta arriba. Enseguida apareció la renovada aldea de Foncebadón... Yo quería parar, pero... Desde ahí, un último esfuerzo y llegamos a La Cruz de Hierro.
Insistí en parar en la Cruz, tenía que dejar la piedra que traía desde mi casa y "liberarme así de esa pesada carga", era otra de las tradiciones y costumbres ligadas al peregrinaje a Santiago...
Unas fotos y sin perder un momento, Juancar se lanzó cuesta abajo buscando ya la localidad de Ponferrada... Le avisé que pararía en Manjarín para ver a Tomás, el "último templario"...
Al llegar al desvío, me estaba esperando.
Desde arriba el paisaje era precioso... Una infinita hilera de montes salpicados de matorral, monte bajo y piorno, que le daba ese toque de color amarillo. Tras una rápida mirada, me lancé tras mi compañero en busca del templario...
La imagen de Santiago en el albergue de Rabanal del Camino.
La Cruz de Hierro; miles de piedras la sujetan.
Los montes de León y lo peregrinos bajando; a la derecha Juancar en la bici.
Manjarín estaba muy cerca, apenas un par de kilómetros desde el alto... En esta primera parte, prácticamente llana, se podía ir disfrutando del paisaje ya que las curvas eran muy abiertas y la pendiente escasa. Llegamos a la chabola de Tomás...
Allí había unos cuantos peregrinos, curiosos como nosotros, deseosos por conocer a "el último templario", como él se hace llamar. Un tipo curioso dónde los haya. En su "castillo" infinitas referencias a la Orden del Temple, cruces, banderas, espadas, escudos, armaduras, hachas y todo tipo elementos de la época, conformaban un espacio que te transportaba a otro tiempo, creando una atmósfera especial que, él mismo con su charla, se encargaba de mantener viva. ¡¡ Menuda suerte !!
Al llegar, estaba preparando el rito de iniciación en la Orden de tres chavalas que le seguían "el rollo" y participaban de la ceremonia con simpatía y curiosidad. Apenas vimos el comienzo de la ceremonia, nos sellaron y salimos para reanudar el viaje hasta Ponferrada...
Ahora sí, aquello era un verdadero descenso... Y bastante técnico, por cierto. Una fuerte pendiente nos dejo en un momento en la localidad de El Acebo, atravesando el típico pueblo berciano por su calle principal... Y, creo que única calle.
La chabola de Tomás en Manjarín.
El pueblo de Molinaseca en pleno corazón del Bierzo.
A la izquierda la aldea de El Acebo.
Desde ahí, hasta la localidad de Molinaseca, no pudimos levantar la cabeza del manillar. El descenso requería toda la atención posible y aunque la carretera era ancha y con buen firme, la pendiente era importante. Ahora, el calor era sofocante y se agradecía el aire en la cara. Recorrimos en un suspiro los 12 kms de la bajada y al final del puerto nos reunimos para llegar juntos a Ponferrada. Yo bajaba algo tocado, no se si era por al calor, deshidratación o que tenía algo de fiebre, pero estaba sin fuerzas...
Ya en Ponferrada, nos dirigimos a la ladera del castillo y allí, después de un abrazo, nos despedimos. Juancar quería llegar hasta Villafranca del Bierzo y yo me quedaba a descansar y ver la ciudad.
Ya se sabía, lo veníamos madurando un par de días atrás...
La despedida: Juanca (izda) y yo, en Ponferrada.
Juancar tiró dirección oeste y yo me fui a buscar el albergue de peregrinos. Estaba cansado y me dolía la cabeza. Creo que era deshidratación. Llegué al albergue y enseguida sellé y me dieron habitación. Al hacer el registro y ver que era vasco, el hospitalero me comentó que él conocía Euskadi, ya que fue con un amigo y habían estado pedaleando por la costa. Le dije que venía "algo tocado" y tras dejar mis cosas y descansar un momento, me recomendó un lugar para comer llamado "Los Mosteiros", ya que yo le había dicho que quería comer "cocido maragato". Tenía que comer, beber algo y descansar.
Subí hacia la plaza del Ayuntamiento y paseé por la calle del Reloj y los aledaños del castillo. Me hidraté y me senté en el bar, pero me quedé sin cocido, ya que en los meses de verano, con esos calores no lo hacen. Comí una ensalada y un filete y bajé a descansar, necesitaba un poco de siesta...
El albergue de Ponferrada.
Me levanté bastante recuperado y salí al patio del albergue. Había bastante gente y más que iba llegando, sobre todo peregrinos de a pie. Este albergue era grande y no había problemas por las camas. Volví a subir hacia el centro, visité el Castillo Templario, la Ermita de Ntra. Sra. del Bierzo, etc. y después me senté en un pub a tomarme una cerveza. Me encontraba bastante mejor, estaba claro que era un resfriado y un punto de deshidratación, que después de haber bebido bien de líquidos estaba casi olvidada...
En el pub escribí algo de mi "Diario de Viaje" y organicé el resto de las etapas. La tarde avanzaba con rapidez...
Cené pasta en un bar-restaurante en la misma plaza del Ayuntamiento y poco a poco me bajé hacia el albergue. Había tomado la decisión de seguir el Camino sin desviarme a Las Médulas, así que, debía recoger y preparar todo para partir a la mañana siguiente.
Ya había visto el Castillo y había recuperado las fuerzas...
La calle del Reloj, el casco antiguo y la Ermita de Ntr. Sra. del Bierzo.
La Plaza del Ayuntamiento y la figura del barquillero en la entrada a la calle del Reloj.
Exterior e interior del Castillo Templario.
El hoy llamado castillo templario se emplaza en lo que, probablemente, en origen fue un castro celta, en una posición similar a la de otros de El Bierzo, sobre una colina, en este caso en la confluencia de los ríos Boeza y Sil. Posteriormente se cree que fue un emplazamiento romano y visigodo.
Hacia 1178 Fernando II de León permite que los templarios establezcan una encomienda en la actual Ponferrada. En 1180 el Rey expide fuero para la repoblación de la villa que había surgido un siglo antes, documentándose la primera fortificación 1187.
En 1196, ante el ataque de Alfonso VIII de Castilla y debido al apoyo que recibe este reino por parte de los caballeros del Temple, Alfonso IX de León, apoya a la orden de San Juan y quita Ponferrada a los templarios. Tras varias disputas, en 1211 Alfonso IX, hace las paces con la Orden del Temple les dona la villa de Ponferrada a cambio de ceder estos algunos castillos. Durante el reinado de Fernando IV se produjo en Francia el juicio contra los templarios, que ocasionó la disolución de la Orden. Para evitar la consiguiente confiscación de Ponferrada, el maestre castellano del Temple, Rodrigo Yánez, entregó la villa al infante don Felipe, hermano del rey.
A partir de 1850 comenzó un periodo de fuerte declive para el castillo: el Ayuntamiento vende los muros, utiliza sus piedras para construir unas cuadras públicas y un mercado adosado a las murallas, arrienda el interior como zona de pastos, e incluso permite su explanación para ubicar un campo de fútbol. Por fin en 1924 se le concede el rango de Monumento Nacional, con lo que se frena el deterioro.
Sinceramente, me decepcionó un poco el estado de abandono que sufre el castillo. Es una pena que no se restaure.
Vista desde la torre del actual puente, lo que fue el Pons Ferrata que dio nombre a la ciudad.
Tras tomarme una cerveza en un local con ambiente celta, bajé hacia el albergue. Al llegar, el sitio de las mangueras estaba libre, así que me dispuse a limpiar mi bicicleta (que falta le hacía ) y cuando estaba en plena faena, se me acercó un tipo y me habló en euskara...
Era de Bermeo (Bizkaia). Con algo de esfuerzo - porque él hablaba en bizkaino y me costaba seguirle - entablamos una conversación. Hablamos de la experiencia del viaje y me comentó que quería llegar hasta Fisterra. Después nos despedimos y fui a escuchar una charla que daba uno de los hospitaleros, sobre "El sentido del Camino"... al principio bien, pero después empezó a cargar las tintas en la religión y me empezó a resultar muy pesada, así que, con las mismas, me marché.
Me tomé una Aspirina con un vaso de leche caliente, que saqué de una máquina del albergue y me metí en la cama para intentar descansar. Ese remedio, para mi, es "mano de santo" cuando estoy resfriado.
Al día siguiente reanudaría el Camino... Y esta vez en solitario. ¿Cómo le iría a Juancar ?
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Diario del peregrino:
Ponferrada, 03 de junio de 2004
Aquí estoy, sólo, en la Plaza del Ayuntamiento de Ponferrada, cuna de templarios. Me he quedado con todas las consecuencias, sabiendo que, a partir de ahora, será más duro el Camino en solitario pero, no me atraía mucho seguir ese ritmo frenético.
Respecto a la etapa, hoy me he levantado mal, ayer me enfrié y tengo un buen trancazo. La mañana ha sido dura. Subimos el puerto de la Cruz de Hierro, donde hemos parado a dejar mi piedra bajo el poste. El puerto, en sí, no es tan duro, cualquier monte de gipuzkoa tiene pendientes más duras pero, son 7 Kms que, jodido como estaba, lo han hecho más complicado.
Hemos visto a Tomás en Manjarín. Estaba haciendo uno de sus ritos de iniciación en la Orden del Temple a tres jóvenes mujeres. Yo me hubiese quedado un rato más pero... Ospodéis imaginar que ha pasado.
Despues, una larga bajada nos ha llevado hasta la misma ciudad de Ponferrada. Aquí, como se preveía, nos hemos separado. Le deseo mucha suerte a Jauuncar en su Camino.
Tras registrarme en el albergue, he ido a comer a un bar llamado "Los Mosteiros" que me lo recomendó el hospitalero. Quería probar el cocido maragato pero, al ser pleno verano, no lo preparaban.
Estoy con un gran dilema, hoy es el día de las dudas... No sé si ir por Las Médulas hasta O´Barco de Valdeorras, o seguir hacia Santiago. La verdad es que, estando fastidiado, hacer 100 Kms más no me apetece mucho. No sé si mañana podré arrancar o tendré que quedarme un día más descansando. Creo que tengo fiebre... Ponferrada no es muy grande, he visto la Calle del Reloj y la Plaza del Ayuntamiento. Ahora me voy a descansar un rato... Esta tarde subiré al castillo.
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He dormido un buen rato y me ha venido muy bien. Ahora estoy en el pub "La Escandalera". Me estoy tomando una cerveza y escribiendo estas líneas. No me arrepiento de la decisión tomada. He visto el castillo, parece algo por fuera pero, por dentro, está bastante abandonado. Me han dicho que tienen intención de restaurarlo.
Esto es lo que yo quería, pedalear y ver algo de las ciudades que iba atravesando. Pasamos a toda velocidad por Puente Lareina, San Juan de Ortega, Fórmista, Sahagún, Astorga, León ... Sin ver nada, sin disfrutar de su arquitectura y de sus leyendas... Ahora empieza otro Camino, otro reto, mi cuerpo contra mi mente...
Ponferrada es una ciudad tranquila, Creo que explotan poco el tema de los templarios, pero tiene su encanto. Ahora voy a cenar un poco de pasta y me iré pronto a descansar. A ver si para mañana estoy en plena forma para continuar. Me tomaré un vaso de leche caliente con miel y dos Aspirinas, es lo que mejor me sienta para estos casos.
Al llegar al albergue me ha entrado un tipo hablando en euskera. Es de Bermeo. Luego he ido a una charla sobre "El sentido del Camino", pero no me gustaba, tenía bastante carga religiosa y me he ido enseguida.
Ah !! Se me olvidaba, hoy han sido, sólo, 56 Kms en 3h 45m.
Ahora, sí, me voy a descansar.
Ultreia
Ponferrada - Triacastela
Me levanté temprano y completamente recuperado. Recogí mis cosas y bajé a la calle para no molestar en la habitación. Comí unas galletas y un pequeño zumo de "break" que compré la víspera y fui a buscar mi bici, con la intención de salir
cuanto antes, para aprovechar la fresca mañana. En el hueco para las bicis me junté con un tipo que iba a salir temprano como yo, pero se encontró con el "regalo" de un pinchazo... Le ofrecí mi ayuda y entre los dos, mientras charlábamos un rato, arreglamos y montamos la rueda. Después, deseándonos mutuamente "buen Camino", nos despedimos allí mismo. Él se quedó recogiendo sus cosas y yo partí en dirección a Villafranca del Bierzo. Comenzaba la segunda parte del viaje... Comenzaba "mi Camino".
El día era estupendo, la mañana fresca y sana, pero se veía que iba a calentar. Salí de Ponferrada y entré en una ancha pista de tierra que, por un trazado bastante llano, cruzaba entre campos de vides. En compañía de mis pensamientos y con un suave ritmo, me presenté tras un agradable paseo, en la localidad de Cacabelos.
El Camino transcurre entre viñedos camino de Villafranca del Bierzo.
El Camino transcurría por un verde valle de regadío y el paisaje, pintado de viñedos y chopos, invitaba a seguir pedaleando. Tras cruzar el río Cúa, la senda seguía por un terreno que empezaba a ondularse según me acercaba a Villafranca...
Entré en esta localidad del Bierzo por la Calle del Agua, que desemboca en la plaza principal. Allí paré, sellé la credencial y comí algo. Me sentía más libre, sin la presión de las prisas, relajado y tranquilo. Paseé un poco por el lugar y me acerqué a ver el Castillo...
El castillo de Villafranca del Bierzo.
La Colegiata de Villafranca.
El Castillo de los Marqueses de Villafranca, también llamado Castillo de Los Condes de Peñarramiro, es una fortaleza que se levanta sobre otro castillo construido anteriormente, conocido con el nombre "Fuerza". Este fue atacado y destruido en 1507 por el hijo ilegítimo de Pedro Álvarez Osorio. En 1515, la reina Juana I concedió el permiso de reconstrucción a Pedro de Toledo, esposo de María Osorio y Pimentel, II marquesa de Villafranca del Bierzo. Este reconstruyó el castillo para ser utilizado como lugar de residencia para el Marquesado de Villafranca. En 1809, durante la Guerra de la Independencia, fue desmantelado y saqueado, durante la marcha de las tropas inglesas hacia la ciudad de Lugo. En 1815 y 1819, fue de nuevo saqueado e incendiado por parte de las tropas francesas. Esas tropas inglesas, en un principio "fuerzas de liberación" de la imposición napoleónica, fueron las qué, en su camino hacia el norte, el 31 de agosto de 1813, saquearon y arrasaron la ciudad de San Sebastián, reduciéndola literalmente a cenizas, masacrando a su inocente población civil, pero... esa es otra historia.
La novela histórica "La Brecha" de Toti Martinez de Lezea, cuenta la historia de ese asalto en un relato conmovedor.
Pero volvamos al Camino...
Imagen de Santiago en Villafranca.
Después de estirar las piernas, continué en dirección a la mayor dificultad de la jornada y el último puerto importante del Camino; O´Cebreiro. Antes pasé frente a la Colegiata de Villafranca. El lugar que ocupa hoy este edificio, estuvo ocupado por un monasterio de la orden francesa de Clunny bajo la advocación de Santa María de Cluniaco, tomando como fecha posible de su construcción el año 1070, constituyendo un vestigio muy importante para la Ruta Jacobea y sus peregrinos.
Había comido y estaba preparado para ir a buscar las primeras rampas que me metiesen en la provincia de Lugo, Comunidad Autónoma de Galicia, la quinta y última Comunidad que atravesaría, después de Euskadi, Navarra, La Rioja y Castilla-León.
Abandoné Villafranca del Bierzo cruzando un puentecillo encabezado por una imagen de Santiago, para coger la N-VI en dirección a Trabadelo. Por el valle del río Valcarce, entre abundante vegetación de castaños, encinas, robles, brezos, retamas y helechos, la carretera empezaba a picar suavemente hacia arriba.
Unos 10 kms más adelante, en Las Herrerías, había que tomar la decisión de subir por La Faba ( trazado original, en fuerte pendiente y senderos de montaña - que habría que hacer seguramente a pie - ) o subir el puerto por la carretera y desviarse en la cima a la izquierda, para continuar hasta O´Cebreiro...
Ante la disyuntiva, le hice caso a un hombre que me dijo que el camino por La Faba era imposible para las bicis y decidí subir por el asfalto. Las primeras rampas me hicieron sudar de lo lindo. Los músculos de piernas y brazos se tensaron, metí desarrollo y suave-suave, con un cansino, pero constante pedaleo fui devorando los kilómetros...
Pasé el indicador que marcaba la entrada en Galicia y eso me animó. Arriba, en el cambio de rasante, en el puerto de Pedrafita do Cebreiro una flecha indicaba que debía girar a la izquierda. La carretera se estrechaba, el firme era algo peor y las rampas eran más cortas pero más duras... Un último esfuerzo y... ¡¡ O´Cebreiro !!
Desde arriba se divisaba todo el valle, estaba a 1.330 m de altitud. Me sentía bien, pletórico, contento. De pronto vi como llegaba el hombre al que ayudé por la mañana en Ponferrada... Nos saludamos y cambiamos impresiones. Él había subido por La Faba, comentó que era duro, pero que se podía ciclar perfectamente. En ese momento sentí un poco de rabia por haberme desviado del trazado original, pero sin más, estaba en O´Cebreiro y había que disfrutar.
Nos presentamos, su nombre era Juan y era natural de León, aunque vivía en Valladolid. Me hizo mucha ilusión verlo y hablar de nuevo con él. Mientras cambiábamos impresiones, se nos unió un chaval muy "jatorra", era de Madrid y se llamaba Roberto. Charlamos un rato y nos volvimos a decir adiós... bueno, más bien, hasta la vista, porque seguiríamos coincidiendo en el Camino, según dijo Juan.
Después de un rato, cada uno siguió por su lado.
Desde la cima de O´Cebreiro.
Yo fui al albergue, pero me dijeron que hasta las ocho de la tarde no podían darme una respuesta. Tenían preferencia a las camas los peregrinos de a pie... - ya estábamos de nuevo con el rollo -.
Era poco más de medio día y el albergue estaba ya casi lleno. Así que sellé y me fui a comer. Me di un pequeño homenaje y pedí una ensalada, lacón y queso de la tierra con miel e incluso me tomé un café con un helado. Después salí a ver la aldea y sus construcciones. Es como un antiguo castro celta.
Se respiraba mucha paz en aquel lugar... Hasta que llegaron varios autobuses llenos de chinos y se acabó la paz y la tranquilidad.
Entonces, decidí coger la bici y bajar hasta Triacastela...
El restaurante donde comí en O´Cebreiro.
Casa típica de la aldea.
La iglesia de O´Cebreiro.
Salí de la aldea con la intención de hacer todo el trazado por la senda original, la que usan los "andarines"... El Camino pasaba por una ladera cubierta de pinos y desembocaba en un sendero estrecho y con piedras sueltas que complicaron bastante el pedaleo. Poco a poco, la pista tenía más y más pendiente. El calor era casi insoportable...
Me estaba llevando un buen "sofocón". Así, sudando de lo lindo llegué hasta el Alto de San Roque. Allí se entraba por una pequeña aldea y tras circular unos metros por la carretera, se volvía al sendero que acometía la subida al Alto do Poio.
El Alto do Poio a 142 Kms de Santiago.
Los verdes montes de Galicia.
Lavando ropa en la pila de la aldea.
Estatua de un peregrino en el Alto de San Roque.
Luego se volvía a la pista que descendía entre abedules, robles y acebos, formando una sombra que verdaderamente se agradecía. Desde arriba se podía ver todo el esplendor del valle. Los paisajes de toda la cornisa cantábrica repletos de verdes de todas las tonalidades, árboles frondosos y laderas onduladas... ¡¡ Una maravilla !!
En una curva del camino una música de dulzaina rompía el silencio del bosque. Una conocida bicicleta me hacía poner pie a tierra y acercarme hasta ella... Allí estaba sentado Juan, en la sombra, haciendo música y huyendo de las horas de más calor. Me senté sin interrumpirle y escuché...
Unos suaves y relajantes acordes me hicieron disfrutar de unos momentos de paz y serenidad... Al terminar me saludó:
.- Hola chaval !! , pero... ¿ No te ibas a quedar arriba ?
Le comenté lo de los autobuses y el albergue y como había cambiado de opinión. Charlamos un rato y decidimos ir juntos hasta Triacastela.
Bajamos hasta el pueblo entre robles y castaños. El albergue municipal estaba lleno y fuimos a uno privado, que resulta lo regentaba un tipo de Irún. Pagamos 5 €, pero había agua caliente, cocina y buenas camas, así que, valió la pena.
Tras sellar, ducharnos y colocar todo, Juan y yo fuimos a tomarnos un vino a una tasca del pueblo.
La bajada a Triacastela repleta de frondosos bosques.
Había muy buena sintonía con éste hombre, la verdad es que era fácil estar en su compañía, era un hombre muy afable y cordial. A la vuelta para el albergue paramos a ayudar a un francés que tenía problemas con la bici. Juan, "el manitas", le solucionó el problema con el freno y el francés nos invitó a otro vinito.
Al llegar al albergue coincidimos con Roberto y después se sumó al grupo un chico de Huesca llamado Gustavo. Preparamos una cena con jamón, queso, chorizo y unos huevos, acompañados de un poco de vino del lugar que compramos en una tienda.
De izquierda a derecha; Roberto, Gustavo, Juan y yo.
En un ambiente alegre y relajado cenamos mientras cambiábamos impresiones y comentábamos anécdotas del Camino. Entre risas y bromas pasamos una grata velada y se hizo la hora de ir a descansar. Recogimos todo y tras comentar el recorrido del día siguiente, pensando en llegar hasta Ribadiso da Baixo, tomamos la decisión de continuar juntos una jornada más.
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Diario del peregrino:
Triacastela, 04 de junio de 2004
Me he levvantado muy temprano y muy recuperado. Al final he decidido seguir por el trazado original y no desviarme a Las Médulas. Al salir, para coger la bici, limpia después del manguerazo de ayer, he coincidido con un compañero que tenía la rueda pinchada. Le he ayudado mientras charlábamos un rato y al final he salido a las 08:00 horas.
He vivido la etapa de otra manera, más tranquilo, más a mi aire. La climatología ha sido muy buena. He parado en Villafranca del Bierzo, he sellado y he hecho unas fotos mientras recorría la localidad. Eso es lo que yo buscaba desde un principio. En Vega de Valcarce me han dicho que, la subida a La Faba, era muy dura e imposible para las bicis así qué, he decidido subir por el puerto de Piedrafita que te mete de lleno en la provincia de Lugo. Ya estaba en Galicia.
La subida se hace larga hasta el cruce pero, lo duro de verdad, son los 4 Kms desde ese cruce hasta la cima de O´Cebreiro. Ahora ya, se acabaron los puertos duros. En la cima he coincidido con el hombre del pinchazo. Se llama Juan y es de León. Además, llegó otro tipo muy "jatorra". Hemos charlado un buen rato y, luego, cada uno ha seguido su camino. Yo he comido en O´Cebreiro. Una ensalada, lacón y queso de la tierra... Bastante bien.
LA aldea es muy bonita, es un antiguo castro celta. Casi me quedo a dormir allí, pero han llegado un montón de autobuses con turistas asiáticos y han quebrado la paz que allí se respiraba. Además, a las 12:30, el albergue estaba casi lleno y hasta las 20:00 horas no me decían si tenía cama o no. Al final he decidido bajar hasta Triacastela. La subida hasta San Lorenzo y el Alto del Poio se me ha hecho dura ya que hacía mucho calor en plena siesta.
Tras un terrible sofocón, en la bajada, me he encontrado de nuevo con Juan. Estaba sentado en un recodo del camino, a la sombra, tocando una dulzaina. He parado a escucharle un rato y, tras una rato de conversación, hemos bajado juntos hasta Triacastela. Allí, hemos coincidido con el chaval "jatorra". Se llama Roberto y es de Madrid. Juan y yo hemos ido a tomar un vino. A la vuelta hemos ayudado a un francés que tenía un problema con la bici. Juan es un tipo muy enrollado con tofo el mundo, es un buen tipo.
El albergue municipal estaba a tope y hemos parado en uno privado que regenta un tipo de Irún. Hemos preparado una cena informal con otro chaval de Huesca que se llama Gustavo. Muy buen ambiente. Entre risas y anécdotas casi nos vamos "piripis" a la cama. Ha sido un día muy bonito, disfrutando de sola sol del Camino y sus vivencias.
Mañana iremos hasta Ribadaixo da Baixo. Hoy han sido 86 Kms, pero no he tenido en cuenta las horas... teníamos todo el día para disfrutarlo.
P.D.
Creo que, el destino, ha puesto a Juan en mi camino. Esta es su tercera experiencia y dice que cada una ha sido diferente. Creo que aprenderé con él. Espero que Juancar tenga mucha suerte pero sé, con seguridad, que he acertado de pleno con esta decisión.
Ultreia
Triacastela - Mélide
Amaneció otro día despejado, fresco a primera hora, pero se intuía que el sol calentaría... Desayunamos y preparamos las cosas para arrancar lo más rápido posible. Gustavo decidió salir el solo, mientras nosotros tres decidimos llegar
juntos hasta Santiago. Yo por lo menos estaba muy contento con ellos y me gustaba su compañía, sobre todo la de Juan, que sabía como marcar el "tempo" y se tomaba la vida con una filosofía que a mi particularmente me agradaba.
Decidimos ir por la ruta de San Xil. La jornada se presentaba con continuos sube y baja, entre árboles y verdes campos, hasta alcanzar la localidad de Sarria. Estábamos en pleno corazón de la Galicia montañosa. Salimos de Triacastela por una pista junto a un arroyo que descendía del alto de Balsa, así que la pista picaba hacia arriba. Al llegar al alto, en la localidad de Montán, se iniciaba un descenso por corredoiras hasta llegar a Sarria. La mañana era preciosa y se agradecía la presencia de mis nuevos compañeros de viaje... Sellamos el una aldea llamada Calvor.
Verdes campos en el corazón de Galicia.
En Sarria paramos a comer algo y a sellar. Era media mañana y pensando en la comida, Juan comentó que si nos gustaba el pulpo. A los dos nos gustaba mucho y tras comentarnos que el mejor pulpo que él había comido era de una pulpería de Mélide, decidimos cambiar de planes y en lugar de llegar hasta Ribadaiso da Baixo, nos quedaríamos allí, en Mélide, para ir a la "Pulpería Ezequiel".
Salimos de Sarria por la carretera que une Monforte de Lemos y Lugo, cruzamos el río Celeiro y las vías del tren y mas adelante, girando a la izquierda, comenzaba una pista entre robles centenarios, abedules y castaños que, en continua ascensión nos llevaría hasta Lavandeira. Después sellamos en Ferreiros.
Castillo y cruceiro de Sarria.
Pedaleando entre robles alcanzamos el mojón de los últimos 100 Kms.
Entre corredoiras llegamos al punto del monte Mogarde, donde está el mojón indicativo de los últimos 100 kms a Santiago. En continuo descenso, entre tramos de pista y algún tramo de asfalto, nos presentamos en la entrada de Portomarín. Íbamos respetando el trazado original, Juan nos guiaba siempre con buen humor y tirando de experiencia. Con ese buen "rollo" nos presentamos delante del embalse del río Miño, para cruzarlo y llegar a Portomarín.
Cruzando el río Miño, camino de Portomarin.
Cruzamos el puente y subimos hasta la población. Allí comimos algo y bebimos unos refrescos en una terraza de una plaza frente a la oficina de Correos, que por cierto, estaba en un bonito edificio.
Estiramos un poco las piernas, mientras veíamos la iglesia-fortaleza de San Xoán que ocupa el centro de la villa. Fue construida entre los siglos XII y XIII, pero tiene una historia a sus espaldas. Fue desmontada en 1960 piedra a piedra, a causa de la construcción del Embalse de Belesar y montada de nuevo en la actual ubicación.
Cuando el caudal del río está bajo, se pueden ver los restos del antiguo pueblo de Portomarín sumergido la mayoría del año bajo las aguas del embalse.
Después de un rato, sellamos en el albergue y continuamos la marcha, descendiendo nuevamente hacia el Miño para coger una pista que, en continua ascensión, nos llevaría, entre robles, castaños y pinos hasta Ventas de Narón.
La iglesia de San Xoán.
La iglesia de San Tirso en Palas de Rei.
Hórreo en el camino.
En un continuo sube y baja, entre pinos y prados nos fuimos acercando a Palas de Rei. Se alternaban las aldeas con los campos de pasto y los maizales, una explosión de color, donde no quedaba por representar ninguna tonalidad del verde.
En cualquier curva del Camino, encontrábamos hórreos y cruceiros conviviendo en perfecta armonía. Mis ojos, acostumbrados a estos verdes paisajes, se centraban en no perder detalle de cada metro que avanzábamos. El sol calentaba, pero se hacía muy llevadero porque se alternaban grandes zonas de sombra entre árboles centenarios.
El buen ambiente creado entre los tres hacía el resto... Era una maravillosa jornada de pedaleo, con un sentimiento de libertad que nunca había sentido.
Llegamos a Palas de Rei a primera hora de la tarde. Según la tradición, el ayuntamiento debe su nombre pallatium regis al palacio del rey visigodo Witiza, que reinaría entre los años 702 y 710. Allí, en Palas, Witiza habría matado al Duque de Galicia, Favila, padre de Don Pelayo.
Por aquí pasaba la vía Lucus Augusti y ya en el siglo VI se constata su pertenencia al condado de Ulliensis, siendo la Edad Media un período de prosperidad para la villa, en buena parte gracias al Camino de Santiago.
El Códice Calixtino citaba Palas como parada obligada de los peregrinos para afrontar el último tramo de la ruta jacobea. Tras una corta parada para poner un sello en la iglesia de San Tirso, entramos en la provincia de A Coruña por la localidad de Leboreiro. El tramo hasta Mélide era un descenso que alternaba pistas, corredoiras y carretera.
Ya en Mélide nos dirigimos al albergue municipal, donde nos recibieron sin problemas. Pudimos ducharnos y guardar las bicis en una chabola destinada para tal fin. Luego sellamos y salimos a comprar algo de fruta y unas galletas para el siguiente desayuno. Charlando un rato con la gente, hicimos algo de tiempo hasta la hora de cenar. Sin que se hiciese muy tarde, nos acercamos hasta la "Pulpería Ezequiel", Juan sabía el camino de memoria, las dos veces anteriores también fue a cenar allí. El local era amplio y sin mucho lujo, pero se notaba un ambiente hogareño...
Al entrar, estaba la "pulpeira" preparando los pulpos para la cocción - ese es el mayor secreto de este plato - lo golpeaba y lo volvía a golpear... ¡¡ Menuda energía tenía la mujer !!
Nos sentamos y un chaval de unos 10-12 años nos trajo el pan, el vino y nos tomó nota... Enseguida llegó el pulpo y...
¡¡ Que manjar, estaba aexquisito !!
De verdad que nunca había comido un pulpo tan rico y el ribeiro también... ¡¡ Estaba de muerte !!
Nos pusimos las "botas" de pulpo y dimos cuenta de un par de jarras de vino. Fue la guinda a una jornada maravillosa, tanto por la compañía como por el trazado recorrido. Ahora, sí... ¡¡ Estaba disfrutando !!
Juan y yo con la pulpeira.
El "trío" cenando en la pulpería Ezequiel.
Volvimos al albergue y después de charlar un rato en el porche del edificio, nos fuimos a descansar. La noche se había quedado bastante fresca, el tiempo había cambiado y una fina niebla empezaba a apoderarse del paisaje... Daba la impresión que el día siguiente tendíamos a la lluvia de compañera.
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Diario del peregrino:
Mélide, 05 de junio de 2004
Nos hemos levantado y Gustavo a decidido irse sólo. Juan, Roberto y yo, hemos salido juntos, disfrutando del paisaje y de la fresca mañana entre bosques y riachuelos. Juan sabe marcar el "tempo", ha sido una suerte encontrarle. Hablando y hablando, nos ha puesto los dientes largos y hemos decido acabar la etapa de hoy en Mélide. Juan conoce allí una pulpería donde, según él, preparan el pulpo más rico del Mundo. Una ocasión así no puede dejarse escapar. Se llama la "Pulpería Ezequiel".
Hemos respetado, íntegramente, el trazado original. Ha sido algo duro en algunos tramos, pero ha valido la pena. Simplemente ...
¡¡ Maravilloso !! Esta parte del Camino en tierras gallegas, es preciosa. De Gustavo no hemos vuelto a saber nada. Roberto tiene su "punto". Se queja de que no ha entrenado pero sube como los demás.
En Mélide, hemos encontrado sitio sin problemas. Dejamos las bicis y, tras una ducha, hemos ido a probar el famoso pulpo. Cierto es lo que decía Juan... Nunca había comido un pulpo tan rico.
Se ha creado muy buena sintonía entre los tres. Iremos juntos hasta Santiago. Menuda diferencia de lo vivido hasta Ponferrada. Ahora estoy disfrutando. Esto sí es vivir y disfrutar el Camino...
Dice mi contador que hoy han sido 86 Kms, la verdad no me preocupa ni la distancia, ni el tiempo...
Ultreia
Mélide - Monte do Gozo
Nos levantamos con las primeras luces de la mañana. Algunos peregrinos, los andarines, ya habían salido hacía un rato. En el albergue tienes que aprovechar bien las horas para dormir, ya que, por la noche siempre hay quien llega tarde y
hace ruido y, por la mañana, a eso de las 05:00 ya empiezan a levantarse muchas de las personas que salen temprano.
Al salir a la calle comprobamos que el tiempo efectivamente había cambiado. Teníamos una mañana completamente cerrada en niebla. A decir verdad, no hacía excesivo frío pero, la humedad del rocío hacía que la mañana fuese fresca. Esa circunstancia empezó a marcar una jornada de contrastes, una jornada extraña...
Por un lado debía ser un día feliz, se suponía que llegábamos a Santiago, pero, por otro lado, eso mismo suponía que el final estaba muy cerca.
En Mélide amaneció una mañana de niebla.
Salimos de Mélide por el puente que cruza el río Furelos. Un poco más adelante, junto a un cruceiro se encontraba el mojón que indicaba los últimos 50 kms hasta Santiago. Atravesamos un bosque de robles, pinos y eucaliptos. Estos últimos, los eucaliptus, invasivos como ninguno, poco a poco se iban adueñando del espacio. Nuevamente un terreno rompe-piernas nos llevaba entre sendas y corredoiras hasta el mismo cauce del río Iso, a orillas del cual, junto a un vado que ahora ocupa un pequeño puente, se encuentra el antiguo hospital de Ribadiso, en la zona llamada Ribadiso da Baixo.
Bosques y corredoiras marcaban el inicio de la jornada. A la derecha el albergue de Ribadaiso da Baixo.
En la actualidad ese estratégico Hospital de Peregrinos, es un albergue y era nuestro destino antes de decidir parar en Mélide para comer el pulpo que, por cierto, fue una decisión muy acertada... Tras un pequeño repecho llegamos a Arzúa. Allí pusimos un nuevo sello. El paisaje cambiaba de los bosques a los prados y terrenos de labranza.
Unos kilómetros más adelante nos metimos, de nuevo, en un gran robledal. El día continuaba envuelto en niebla y no acababa de levantar para que saliese el sol. Los kilómetros descendían a tanta velocidad que daban ganas de volver hacia atrás, para que el viaje no acabase, pero, en el albergue de Arca do Pino marcaba 20 kms para Santiago.
Las últimas aldeas antes de entrar en la urbe.
La mañana levantaba un poco, por lo menos no llovía... Las últimas aldeas de la zona rural daban paso a los primeros signos de la zona urbana. Era medio día y salíamos de Arca en busca de la pista forestal que nos dejaría en la localidad de Labacolla.
Subiendo por la pista, en uno golpe seco de la rueda trasera, al meterme en un bache, se me partió una pata de parrilla de las alforjas. Tuve suerte, porque se rompió por la parte de arriba, junto a la soldadura de la base de la parrilla y, con un alambre y algo de cuerda, lo pudimos sujetar. Allí, en Labacolla, paramos a comer y nos juntamos con "Raiman". Curioso personaje este hombre... Venía desde Munich, llevaba 37 días pedaleando y había recorrido 2.200 kms. Contándolo así, os imaginareis a "Raiman" como un hombre atlético, fino, estirado y fibroso, es decir, el típico ciclista, pero, nada más alejado de la realidad. "Raiman" era un hombre "fuerte", de al menos 120kgs de peso, con una pinta de "bárbaro" que daba miedo acercarse a él... Pero, resultó ser un hombre apacible, cordial y muy campechano, que nos hizo reír con alguna de las historias que contó en la sobremesa.
Comimos, tomamos un café y tras un rato de charla reanudamos el viaje, despidiéndonos de "Raiman".
El mojón de entrada a la pista que sube al Monte do Gozo, término municipal de Santiago de Compostela.
Al dejar Labacolla, se subía por una pista asfaltada que nos dejaba directamente en Monte do Gozo. Arriba, en la cima, la aldea de San Marcos era el primer punto desde donde se podía divisar la ciudad. Entre los difusos edificios se alzaba, majestuosa, la imponente silueta de la Catedral de Santiago.
Allí arriba paramos un instante para recrearnos con la vista y repasar mentalmente, en unos segundos, todo lo vivido hasta el momento... Me acordé de mi familia y de Juancar.
Después, Juan nos propuso un plan que, como siempre, tenía bastante sentido; propuso bajar hasta el albergue de Monte do Gozo, coger allí cama para pasar la noche, dejar las bicis, ducharnos y bajar hasta Santiago en un taxi. Así podríamos cenar los tres tranquilos y ver un poco el ambiente nocturno de la ciudad, sin el lastre de las bicicletas... El plan nos gustó y así lo hicimos. En el macro-albergue nos asignaron una habitación para cuatro. Menudas instalaciones, perfectamente acondicionadas, con cafetería, tiendas y de todo. Claro, se construyó para la visita del Papa Juan Pablo II en 1989.
El Monte do Gozo; al fondo, Santiago de Compostela.
Amigos del Camino a los que me gustaría volver a ver.
Nos duchamos y cambiamos de ropa, sellamos y llamamos un taxi para bajar a Santiago.
El primer contacto fue un poco "frío". Después de tantos días sobre la bici, llegar en Santiago en taxi le quitaba un poco de "romanticismo" a la situación, pero al entrar por la Rúa do Vilar y dirigirnos hacia la Plaza del Obradoiro, volvimos a meternos de lleno en el ambiente del Camino.
Teníamos toda la tarde-noche por delante y nos dirigimos, sin demora, al casco antiguo. Era como un sueño, tantas pedaladas, tanto sudor, tantos kilómetros... Me sentía un afortunado al estar allí, con mis amigos del Camino, Juan y Roberto.
Vimos la Plaza del Obradoiro, la Catedral y la plaza sur de la Catedral, es decir, la Plaza de las Platerías que debe su nombre a los talleres de orfebres situados desde la Edad Media en los bajos del claustro.
El precioso casco antiguo de Santiago de Compostela.
La tarde pasó rápido y fuimos a cenar a "Casa Manolo", un bar que ponía unos menús variados, generosos y económicos para los peregrinos y en el que se vivía la salsa y la esencia del Camino, con grupos de gente de todas las nacionalidades. Un sitio singular que también nos enseñó el amigo Juan. Después bajamos a la Plaza del Obradoiro, había un concierto creo que por el año Santo Jacobeo... Amaral, Hevia y, un amplio elenco de artistas, amenizaban la noche compostelana. Vimos un poco de la actuación del gaitero, nos tomamos unas cervezas y volvimos a subir al albergue del Monte do Gozo. Al día siguiente bajaríamos en la bici, haciendo la entrada triunfal, para recoger la "Compostela".
Roberto nos comentó que le iba a recoger la novia y se iban en coche a Fisterra... Sería día de despedidas.
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Diario del peregrino:
Monte do Gozo, 06 de junio de 2004
Hoy ha sido un día de sentimientos contrapuestos, un día raro. La alegría y la felicidad de llegar a Santiago, se ven empañadas por el sentimiento de tristeza y la pena al ver que, el viaje, llega a su fin. ¡¡ Con lo que he disfrutado estos días !!
La llegada al Monte do Gozo ha sido un espectáculo. Allí, se nota la diferencia entre el turista que quiere hacer los últimos 30 Kms para recoger la Compostela y el peregrino que lleva días a pie o en bici, el rictus de la cara es diferente. Ya no hay cansancio, ni dolor de pies, ni ampollas que te paren. Ya no importa si tienes rozaduras en los dedos o si te duele el culo tras tantos días sobre el sillín. Santiago está ahí, a la vista, a un paso... ¡¡ Lo has conseguido !!
Hemos parado a comer en Labacolla. Nos hemos juntado con Raiman, un tipo que lleva 37 días sobre la bici. Viene desde Munich y acumula 2.200 Kms en sus piernas. Lo ves y parece un bárbaro, pero es muy cariñoso, todo corazón.
El albergue de Monte do Gozo es fenomenal. Sin duda es el mejor de todos los que hemos visto. Por la tarde, tras un rato de descanso, hemos bajado en taxi a Santiago. Aunque la primera entrada no ha sido en bici, hemos acertado, ya que, así, hemos podido ver un poco de la ciudad. Hemos cenado y disfrutado del ambiente nocturno. Pasear por la Plaza del Obradoiro y ver la catedral iluminada ha sido todo un lujo. Luego hemos vuelto a subir en taxi.
Mañana bajaremos con las bicis a coger la Compostela y ver la misa del peregrino. Roberto se irá con su novia, en coche, hacia Fisterra y luego a Oporto. Juan y yo seguiremos en bici hasta el Finis-Terrae.
Ultreia
Monte do Gozo -Santiago de Compostela - Negreira
Nos levantamos temprano y bajamos hasta la ciudad cubriendo en unos minutos el descenso de los poco más de 6 kms. Desayunamos y fuimos a la Oficina del Peregrino a recoger nuestra Compostela.
Recuerdo que, en Ponferrada, en aquella charla que nos dio el hospitalero, se comentó que, en Año Santo, se podía poner la Compostela a nombre de otra persona que no fuese el propio peregrino. Yo llevaba en la cabeza dedicársela a mi primo Rubén que, había fallecido recientemente con tan sólo 24 años. Pero en la oficina me dijeron que no, que podía dedicársela, pero que tenía que aparecer mi nombre... Bueno, pues, con una gran emoción así lo hice.
Tras ponernos el correspondiente sello en la credencial, nos rellenaron el documento y tomaron nota de nuestra procedencia para posteriormente, en la misa, nombrar las ciudades de los peregrinos que habían llegado ese día a Santiago.
Al acercarnos hasta la Catedral para ver la misa, nos encontramos con Fernando, el tipo de Bermeo, el que me saludó en Ponferrada. También iba camino de Fisterra y salía entonces mismo para Negreira.
Luciendo "la Compostela".
Fuimos a ver la Catedral y entramos por la Puerta Santa. Cumplimos todos los rituales que se suelen hacer a la llegada, como son: abrazar al Santo, pasar la mano por la huella del Pórtico de la Gloria, dar los tres cabezazos a la cabeza de Mateo... Etc.
Después llegó el momento de las despedidas... Roberto, al que ya estaban esperando, se marchaba en coche a Fisterra. Cuando nos estábamos despidiendo apareció "Raiman" y nos fundimos todos en un abrazo. Fue un momento muy bonito y emotivo.
La Catedral de Santiago / Entrando por la Puerta Santa / La imagen de Santiago Apostol que se abraza por detrás.
Con la emoción del momento no llegué a enterarme como regresaba "Raiman" a Múnich, o no lo dijo, o yo no me enteré. Después de verle, lo hacía completamente capaz de volver en bicicleta... El caso es que él y Roberto se marcharon.
Juan y yo fuimos nuevamente a comer a "Casa Manolo", era barato, ameno y muy variado, así que, para qué cambiar. Nos dio tiempo a preguntar en el Registro Civil por mi amigo Ignacio, pero era como buscar una aguja en un pajar, así que desistí del empeño.
Después, tras recoger las bicis, salimos camino a Negreira... No había prisa y teníamos toda la tarde para hacerlo. Eran 21 kms de trámite que nos íbamos a tomar con mucha tranquilidad.
A medio día salimos hacia el oeste, en busca del Finis Terrae.
El momento de la triste despedida: de izda. a dcha. Roberto, yo, Juan y "Raiman".
"La Compostela" acredita haber realizado el Camino de Santiago.
Desde la Plaza del Obradoiro, descendiendo entre el Ayuntamiento y el Hostal de los Reyes Católicos, dimos con la señalización de flechas amarillas. Tras bajar por una estrecha senda se subía a Sarela de Baixo, desde donde contemplamos por última vez las torres de la Catedral. Después un terreno sube y baja hasta Aguapesada, punto donde se iniciaba el ascenso hasta el Alto do Mar de Ovellas.
Después de un largo descenso, atravesando aldeas y valles, llegamos al enclave histórico de Ponte Maceira, que cuenta con un hermoso puente romano. Tras atravesar un pequeño robledal y cruzar la carretera general, llegamos a sellar a Negreira.
Allí, en Negreira, estaba Fernando, había llegado a medio día. Quedamos en ir juntos a Fisterra. El albergue era muy bonito y bastante nuevo. Tenía buenas instalaciones y una terraza con un hermoso jardín. Mientras descansábamos un poco, haciendo tiempo para cenar, llegó Joxé, un portugués que llevaba tres años peregrinando. Según él, había hecho una promesa al salvarse de un accidente en la mar...
Nos hizo reír un rato y nos comentó que el camino hasta Fisterra estaba intransitable para las bicis. No le creímos mucho, porque el hospitalero nos había dicho que no tendríamos problemas.
Juan y yo salimos a cenar al pueblo y Fernando se quedó en el albergue. Pedimos pulpo en un bar, pero Juan me advirtió que no sería como el de Mélide... Efectivamente, no tenía ni comparación. Cenamos tranquilamente y ya entre dos luces volvimos para el albergue.
Al día siguiente sería la última etapa...
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Diario del peregrino:
Negreira, 07 de junio de 2004
Nos hemos levantado pronto y hemos bajado, en bici, hasta Santiago. Ha sido muy emocionante. Sensaciones distintas a lo vivido ayer noche. Ahora, sí, se cumplía el ritual que marca el Camino. Recoger la Compostela ha sido un momento intenso, se la he dedicado a mi primo Rubén. Nos hemos encontrado con Fernando, el tipo de Bermeo que encontré en Ponferrada. También va para Fisterra y hemos quedado en juntarnos en Negreira. Nosotros hemos ido a misa y nos hemos encontrado con Raiman. La misa ha sido curiosa, con el "botafumeiro" en marcha, de un lado a otro. Mucha emoción al nombrar la procedencia de los peregrinos...
- ... Agradecemos la presencia de peregrinos de Sahagún, uno de Munich, de Valladolid, un peregrino venido de Gipuzkoa... ¡¡ Eh, ese soy yo !! ...
Después ha llegado lo peor; el momento de la despedida. Raiman nos ha dado un abrazo de osos y se ha emocionado como un niño, bueno, yo también. Roberto se ha marchado con la novia y, Juan y yo, nos fuimos para Negreira.
Los 21 Kms hasta Negreira han sido muy cómodos. Allí estaba Fernando. Mañana iremos juntos hasta Fisterra en la última etapa del Camino. Juan y yo hemos salido a cenar al pueblo, pero Fernando se ha quedado en el albergue. Cenamos pulpo, pero, nada que ver con el de Mélide. Mañana se acaba... Me da mucha pena.
Ultreia
Negreira - Fisterra
Salimos temprano con la intención de llegar a comer a Fisterra y nos esperaban por delante los últimos 60 kms de Camino. Fernando llenaba el hueco que había
dejado Roberto, pero se notaba que faltaban sus chistes y bromas. Desde el principio nos propusimos hacer el trazado original y arrancamos entre frondosas y eucaliptos por un sendero que nos dejó en un tramo de una antigua calzada romana.
La mañana era preciosa, la verdad es que todo el camino tuvimos muy buen tiempo. Se alternaban tramos de carretera con pistas de tierra que, al no haber llovido, estaba perfectamente transitables. De vez en cuando entrábamos por parte de un olvidado Camino Real, en desuso absoluto en los tiempos modernos. La jornada era bastante rompe piernas, continuos sube-baja atravesando aldeas y dejando atrás iglesias y cruceiros. Así, entre bosques y aldeas llegamos a Olveiroa.
Tramo de la Calzada Romana.
Travesía por el monte Sino.
Desde Ceé se adivinaba Corcubión y Fisterra.
Desde Olveiroa, ascendimos al monte Sino por una pista que nos llevó hasta la aldea llamada Hospital. Conserva ese topónimo en alusión al albergue con el que contó desde el medievo. Seguíamos por el Camino Real por los ventosos montes de Buxantes, terreno lleno de quejigos y matorrales. Alcanzamos la ermita de Nosa Señora das Neves y empezamos a descender hacia Ceé.
Desde Olveiroa, ascendimos al monte Sino por una pista que nos llevó hasta la aldea llamada Hospital. Conserva ese topónimo en alusión al albergue con el que contó desde el medievo. Seguíamos por el Camino Real por los ventosos montes de Buxantes, terreno lleno de quejigos y matorrales. Alcanzamos la ermita de Nosa Señora das Neves y empezamos a descender hacia Ceé. Al bajar hasta Ceé y empezar a callejear, me di cuenta que había pinchado... ¡¡ Qué curioso !! Pinché el primer día y pinché el último...
La verdad sea dicha, para andar por donde anduvimos, sólo dos, fueron muy pocos pinchazos. Aprovechamos y comimos en un bar que había junto al lugar donde arreglé la rueda. Estábamos ya cerca, pero la hora se echaba encima y por si acaso y viendo que el lugar valía la pena, comimos.
El hombre nos atendió de maravilla, recuerdo que comimos una hermosa ensalada y carne con patatas fritas, un café y un helado. Tras una pausa para charlar un rato, continuamos hasta Fisterra. Los últimos kilómetros fueron un paseo, el ritmo era suave, muy suave... Parecía que ninguno quería que aquello acabase.
Uno de los cruceiros de Fisterra.
Entramos en Fisterra y fuimos directos al albergue. Nos sellaron la credencial, nos registraron y nos asignaron cama para pasar esa noche. El albergue era bastante grande, recuerdo que era un edificio un poco singular, con unas escaleras en medio, cerradas por una cristalera y desde la que se accedía a dos alas donde estaban las habitaciones.
Una vez instalados bajamos hasta la playa para darnos un baño en el Océano Atlántico. La temperatura del mar era bastante baja, a decir verdad, estaba fría de narices, pero se agradecía volver a sentir el agua salada en la piel. Después, Juan se sentó junto a unas rocas y sacó de la mochila su dulzaina, tocó unas suaves melodías y yo dejé volar mis pensamientos...
Recordaba el inicio del viaje... Joxi, Juancar, Puente la Reina, San Juan de Ortega, Astorga, León, Tomás en Manjarín, Roberto... fue un momento de nostalgia y un recuerdo para toda la gente del Camino.
Luego, dimos una vuelta por el pueblo y volvimos a por las bicis para subir al faro... Faltaba el último espectáculo... La mítica y espectacular puesta de sol.
Juan, Fernando y yo en el fin del Camino.
Habíamos subido con tiempo ya que el sol no espera a nadie. Hicimos las fotos de rigor, para recordar el momento de la llegada al fin del Camino y después nos sentamos en silencio viendo como moría el día. El momento me resultó mágico, era un "fin de acto" perfecto a toda la travesía realizada... Era como abrir las puertas del paraíso...
El sol empezó a juguetear con la nubes del horizonte, se fue colando entre ellas, dibujando formas increíbles, mientras las bañaba de una luz amarillenta... La mar se fundía con el cielo y los rayos de luz se escapaban al infinito... El dibujo cambiaba y las sombras se adueñaban del espacio, el crepúsculo se imponía, dando paso a la noche y bajando el telón de tan preciosa obra.
¡¡ MARAVILLOSO !!
Después, ya en la oscuridad, bajamos con cuidado hasta el albergue, dejamos las bicis y fuimos a cenar algo. A la mañana siguiente, Juan y yo volvíamos a Santiago en autobús y Fernando seguía su Camino hacia Muxía. Una nueva despedida aguardaba por la mañana...
La puesta del sol en Fisterra es todo un espectáculo.
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Diario del peregrino:
Fisterra, 08 de junio de 2004
Salimos relajados de Negreira, sin prisa... Hemos hecho todo el trazado original del Camino. Bastante bien, algún tramo duro, pero bien. Con Fernando también muy buen ambiente. Es un tipo enrollado y siempre dispuesto a ayudar, a tirar y a esperar cuando hace falta, sin regatear en el esfuerzo y siempre alegre. Muy buena sintonía entre los tres, la verdad es que Juan une.
Pues bien, lleganos a Fisterra. Un baño en el Océano Atlántico, unas piezas de dulzaina en la playa y un par de cervezas para celebrarlo. Luego, tras cenar algo, subimos a ver la famosa puesta de sol ... ¡¡ Impresionante !!
Saludo desde estas líneas a las personas que han hecho posible este viaje, desde los compañeros de pedaladas, hospitaleros, familiares y amigos, todos han aportado su granito de arena en esta historia. Un abrazo para Joxi, se que harás tu Camino; Juancar, espero que tengas suerte; Fernando, buen Camino hasta Muxía; Roberto, un abrazo y mucha suerte; Juan, gracias por dejarme acompañarte y enseñarme todo lo que me has enseñado de la vida, siempre en mi corazón. A todos... ¡¡ Gracias !!
P. D.
Hay una cosa que he aprendido a lo largo de estos días... El Camino no termina, se cambia de dirección, se cambia de compañeros, se cambia de metas, pero, mientras quieras andar, mientras la vida te emocione, conozcas sitios nuevos y dejes amigos para volver...
El Camino sigue...
Ultreia
Fisterra - Santiago de Compostela
El autobús para Santiago llegaba temprano. Recogimos las cosas y bajamos a la calle. Nos despedimos de Fernando, que como ya he
dicho, partía para Muxía, quería pedalear más.
Yo tenía que volver, el trabajo me esperaba. Juan y Fernando estaban pre-jubilados, en plena forma y con todo el tiempo del mundo. ¡¡Así me gustaría llegar a mí !!
Tras la despedida llegó el autobús y partimos para Santiago. No me coincidía el horario para enlazar con el autobús hacia San Sebastián y en el tren no podía llevar la bicicleta, así que decidí quedarme un día en Santiago. Juan se brindó a acompañarme y al llegar a la capital, fuimos a un hotel económico que él conocía, para pasar esa noche. Estaba lleno, pero nos hicieron un hueco en una habitación para tres... Dejamos allí las bicis y fuimos a por el billete para el día siguiente. Ahora todo era distinto y no lo digo por nosotros, sino por el ambiente que se vivía. Parecía otro viaje.
Comimos en "Casa Manolo" y después dimos una vuelta por el casco antiguo, viendo talleres de orfebrería, libros y música... Hablamos, hablamos mucho, la verdad es que daba gusto hablar con este hombre.
La "Fisterra": este es el documento que acredita haber llegado al "fin del mundo".
Así pasó la jornada, nos tomamos unas cervezas, nos intercambiamos las direcciones de correo electrónico, cenamos nuevamente en "Casa Manolo" y después de una pequeña vuelta para tomar un café de despedida, volvimos al hotel a descansar.
Santiago de Compostela - Donostia
No hay mucho que contar del viaje de vuelta... Como suele pasar siempre, es el más triste de los días de un viaje. Pues bien, Juan me acompañó a la estación de autobuses y allí nos dijimos adiós. Quedamos en comunicarnos por email para
saber de nuestras vidas. Él, no sabía con seguridad que iba a hacer, seguramente volvería a Valladolid, a su casa.
El regreso fue en plan de meditación, vine pensando y recordando todo las aventuras vividas, risas, satisfacciones, momentos durillos... En fin, todas las anécdotas de mi Camino a Santiago. El autobús hizo el recorrido por A Coruña, Avilés, Gijón, Santander, Bilbao y llegó a San Sebastián. Allí monté la rueda delantera de la bici, que tuve que desmontar para meterla en el maletero y fui hasta mi casa, situada a 7 kms de la capital.
Todo final no es más que el comienzo de algo nuevo
Volveré algún día
ULTREIA !!
© F. J. Preciado 2004
P.D. ( nota del año 2015 cuando coloqué en la WEB estos diarios )
Aprendí muchas cosas en ese viaje, mi primer gran viaje y disfruté mucho. Me gustaría volver a tener noticias de Juancar, Roberto, Fernando, Juan... Mis compañeros de Camino.
¡¡ Gracias a todos por su amistad y compañerismo !!
* Estuve mucho tiempo comunicándome con Juan por email, pero, no sé por qué, seguramente en algún cambio de servidor de telefonía, perdimos el contacto y no he vuelto a saber nada desde hace unos años. Amigo, espero que te vaya bien.