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"La vida, como la fotografía, consiste en positivar lo negativo"

Septiembre de 2015

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León y Galicia

Desde las rojas entrañas de la tierra hasta el "finis terrae"

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Las Médulas desde el Lago Sumido.

  Había venido en abril de mi viaje a Nepal y tras un verano sin vacaciones necesitaba desconectar un poco y pasar unos días con mi hijo. Pensé en un viaje por el Bierzo, Ponferrada, Las Médulas y, ya puestos, entrar hasta Galicia, pasar por las Islas Cíes, subir a Fisterra y volver por Santiago de Compostela. Así, recordando mi viaje cuando hice el Camino de Santiago, le enseñaría a Iosu la maravillosa puesta de sol de "la costa da morte". Nos vino muy bien a los dos y pasamos unos días muy bonitos. Disfrutamos del paisaje, de la fotografía, de la historia y de la gastronomía y sobre todo tuvimos nuestro espacio para confidencias y "mimos".

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Astigarraga - Ponferrada - Las Médulas

Se comprimían un poco los días para hacer el viaje, ya que el día 8 de septiembre comenzaban de nuevo las clases en la ikastola. 

  Pero la víspera, es decir, el lunes 31 de agosto, mi hijo Iosu cumplía 9 añitos, y quiso quedarse para las celebraciones, con los amigos, con la familia... etc.  Pero bueno, ese día en concreto, el martes uno de septiembre, tras desayunar en casa y cargar el coche, arrancamos en dirección Ponferrada, tierra de templarios y primera escala de esta aventura.  Salimos temprano por la A-1 dirección Burgos y allí por la A-231 nos dirigimos hacia León. Antes de entrar en la capital, nos desviamos por la AP-71 y sin ningún contratiempo llegamos al destino a eso de las 12 del mediodía.

Monumento a los Templarios en Ponferrada.
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Escudo de Ponferrada.

 Ponferrada es la capital de la comarca leonesa de El Bierzo. Se encuentra en la confluencia de los ríos Sil y Boeza, en el extremo este de la llanura berciana, y en el noroeste de la provincia de León. El casco urbano de Ponferrada, en 2015, tenía una población aproximada de 41.500 habitantes, pero junto a

todos sus barrios llegaba a los 65.000 y era, por tanto, el municipio no capital de provincia más poblado de Castilla y León. Aunque existen indicios de poblamiento desde el Neolítico, pasando por la Edad del Hierro y en la época romana, no es hasta el s. XI cuando se tiene constancia documental de este asentamiento. 

  Es al final de ese siglo, en torno al año 1082, cuando el obispo Osmundo de Astorga ordena la construcción de un puente con la colaboración del rey Alfonso VI de León, para facilitar el tránsito de los peregrinos del Camino de Santiago, debido a las dificultades que suponía el paso del río Sil. Este nuevo puente se reforzó con hierro, y esta circunstancia dio nombre, posteriormente, a la población que creció en sus alrededores; Pons Ferrata.

Mapa de Ponferrada.

  En el año 1180 el rey leonés Fernando II concedió a la villa los primeros fueros, siendo donada posteriormente a la Orden del Temple por el rey Alfonso IX de León. No obstante, la disolución de dicha Orden a inicios del s. XIV por orden papal, conllevó que Ponferrada dejase de depender de la misma en el año 1312. Si queréis leer más sobre esta ciudad, os he dejado arriba el enlace a la Wikipedia.

  Bien, al llegar a la ciudad aparcamos en zona azul, bastante cerca de la plaza del Ayuntamiento, que recordaba perfectamente de mi anterior paso por esta ciudad en 2004, cuando hice el Camino de Santiago en bicicleta. Tomamos un café para cambiar monedas para el ticket del aparcamiento y nos dirigimos hacia la plaza, con intención de enseñarle a Iosu el Castillo Templario y la zona más emblemática de la ciudad. 

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  El castillo lo cerraban para ir a comer y decidimos hacer lo mismo para, así, aprovechar luego la tarde. Nos sentamos en un restaurante en una esquina de la Plaza del Ayuntamiento y pedimos de primero pasta para Iosu y una ensalada para mi y de segundo un filete para cada uno. Un heladito, café... Y listo, estábamos preparados para seguir caminando.
  Hicimos un poco de tiempo hasta que abrieron el Castillo, aprovechando para meter el coche en un parking y quitarlo del justiciero sol que se había instalado en lo más alto del cielo.

  Pasamos nuevamente por la Plaza del Ayuntamiento y cruzamos la Calle del Reloj hasta la Plaza de la Virgen de la Encina. Desde allí se podían ver las torres del castillo...
  Sacamos unas fotos por el exterior, haciendo tiempo hasta que abriesen, para poder entrar. Finalmente, a las 16:00 horas, tras la apertura vespertina, subimos las escaleras de madera, compramos los tickets y entramos en la época de los templarios... 

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La Plaza del Ayuntamiento.
El restaurante donde comimos.
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La famosa estatua del barquillero.
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La Torre del Reloj en pleno centro histórico de Ponferrada.
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Panorámica del Castillo Templario de Ponferrada desde su cara sur.
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Distintas vistas del Castillo Templario de Ponferrada.
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Arriba el ticket de entrada al castillo. Abajo la del museo.

  El niño no pagaba entrada y a mi me costó 3 €. La verdad, desde mi anterior visita en el año 2004, había mejorado mucho. Antes no había nada, estaba todo derruido, abandonado. Ahora, me encontré con unos muros levantados, unas piedras limpias, un recorrido establecido, un área de interpretación y un museo. 

* Castillo Templario de Ponferrada


Dirección : Avda. del Castillo s/n
Teléfono  : 987 402 244
Horario    : Todos los días de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 18:00
Precio       : 3 €

                               http://www.castillodelostemplarios.com

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  Entrar allí, acompañado de mi hijo, me hacía una gran ilusión. El vivía la experiencia a su manera, en su mundo de fantasía, pero atento a todo. Paseamos por las torres y las murallas, contemplando la ciudad desde un punto de vista privilegiado.
  Luego fuimos al área de interpretación y puso mucha atención en la infografía explicativa del templario que contaba la historia del castillo.
  Vimos con curiosidad las maquetas de la fortaleza y de algunas batallas que allí tuvieron lugar.

El patio central del castillo se está restaurando.

  El Castillo Templario de Ponferrada, de estilo románico, se emplaza en lo que, probablemente, en origen fue un castro celta. Posteriormente se cree que fue un emplazamiento romano y visigodo. Este es un pequeño resumen cronológico de los vaivenes del castillo:
- Hacia 1178 el rey Fernando II de León permitió que los templarios establecieran una encomienda en la actual Ponferrada.
- En 1180 el rey expidió un fuero para la repoblación de la villa que había surgido un siglo antes.
- En 1187 se documenta la primera fortificación en la ciudad.
- En 1211 Alfonso IX donó a los templarios la villa de Ponferrada.
- En 1312 tras la disolución de la orden, el maestre leonés Rodrigo Yánez, entregó la villa al infante don Felipe.
- En el verano de 1486, la fortaleza fue tomada al asalto por los Reyes Católicos. 
- A partir de 1850 comenzó un periodo de fuerte declive para el castillo y su total abandono.
- En 1924 se le concedió el rango de Monumento Nacional, con lo que se frenó el deterioro y se inicia su remodelación.

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  El crío, como podéis imaginar, ni retenía, ni entendía tantos datos porque tampoco tenía nociones de historia para entenderlo, pero se quedó con que perteneció a los caballeros templarios y pudo disfrutar de un bonito paseo por su interior.

Distintos objetos de la exposición del castillo.
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  Luego, en el museo, pudimos ver una colección de libros y mapas de la época, incluso con un ejemplar del famoso "Codice Calixtino". El niño alucinaba con la forma y materiales de los libros, con sus dibujos y su elegante y trabajada terminación.


  Las cartas, sellos de lacrado, plumas y tinteros de la época, llamaron también poderosamente su atención y disfrutamos juntos de este maravilloso viaje a la Edad Media.

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Mapas, grabados y libros antiguos de la exposición del castillo.
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Otros objetos del pequeño pero coqueto museo del castillo.
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  En el recinto del castillo, con forma de polígono irregular, se distinguen dos partes diferenciadas: la parte norte, que data del s. XII con un grupo de fortificaciones de origen templario, y el resto, construido a lo largo del s. XV, con algunas obras realizadas en los siglos XIX y XX, estos últimos para recomponer los estropicios hechos hasta 1923… En tiempos pretéritos el castillo estuvo rodeado por un foso, excepto en el lado noroccidental, donde el río cumplía esa misma función.
  Tras recorrer todas las estancias abiertas del castillo, sobre las 18:30 pusimos rumbo a nuestro siguiente destino. Las Médulas. 

  Salimos de Ponferrada por la N-536. Nos separaba apenas 30 Kms así que, más o menos, en media hora estaríamos allí.
En la localidad de Carucedo giramos a la izquierda por la carretera CV-191-2 que no llevaría a nuestro destino. La tarde avanzaba pero, como era pleno verano, había mucha luz. Si todo iba bien, todavía nos daría tiempo a dar una vuelta por los alrededores e ir familiarizándonos con el lugar. El espacio que ocupan las antiguas minas es muy amplio y tenía intención de recorrer uno de los senderos que hay marcados en la zona.

Mi hijo Iosu en las murallas del Castillo de Ponferrada.
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La Casa Rural Agoga en Las Médulas.

  Tenía reservada una habitación en la Casa Rural Agoga. Llegamos e hicimos el check-in sin problemas. Todo estaba en orden. Nos asignaron una habitación en la segunda planta. Era amplia, con un gran cuarto de baño y muy luminosa.

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El sendero que llevaba a La Cuevona.

  Las Médulas es un paraje precioso y singular. Fue la mayor mina a cielo abierto de todo el Imperio Romano y nos ha dejado, siglos después, uno de los paisajes más inquietantes y hermosos de toda la península. Hoy, este paraje cultural, fruto de la naturaleza y la acción del hombre, está declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1997.
  Su belleza radica en sus pequeñas colinas rojizas llenas de verde vegetación, con increíble juegos de luz, formadas tras el corrimiento de tierras que hicieron los romanos para extraer el oro. Las complejas obras de ingeniería para la canalización de agua, cambiaron el paisaje y la vida de las poblaciones cercanas. Aunque la explotación iniciada en el siglo I de nuestra era duró poco más de cien años, la magnitud del impacto sobre el entorno fue brutal. Los movimientos de tierras y aguas cambiaron por completo el paisaje y la economía de la zona originando, por ejemplo, el lago de Carucedo.

  Dejamos las maletas y cargamos con las cámaras de fotos para ir a dar esa vuelta por la pista que llevaba a la zona llamada "La Cuevona". Este es, ciertamente, uno de los lugares que más impresiona de Las Médulas, ya que es la galería de mayor altura de todas las existentes. Luego accedimos a "La Encantada", subiendo una pequeña cuesta. Aunque en las guías de turismo indica que no existe ningún peligro para acceder al interior de "La Encantada", no me atreví a meterme con el crío y nos dedicamos a verla desde el hueco principal de la entrada.

  Recorrimos la zona dando una vuelta de aproximadamente 3 Km, por la senda de Las Valiñas y  volviendo por Carucedo.

* Aula Arqueológica de las Médulas 


  Teléfono  : 987 422 848
  Centro de Recepción de Visitantes (situado en el pueblo de Las Médulas)
  Teléfonos : 987 420 708 – 619 258 355

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El entorno de la zona llamada "La Cuevona" y "La Encantada".

 Llegamos a la casa y allí mimos cenamos algo. El primer día había sido muy intenso y no quería quemar al crío a las primeras de cambio así que, tras la cena, nos fuimos a dar una ducha y a descansar. Mañana iríamos a contemplar Las Médulas desde el Mirador de la Orellán.

  Me asomé a la ventana de la habitación y, completamente asombrado, llamé a mi hijo...

- Mira, Iosu... ¡¡ ven, ven !! ; estamos en lo que se llama "la hora azul". Mira el cielo que color tan bonito coge antes de que caiga por completo la noche...
- ¡¡ Qué bonito, aita !! Me dijo el crío observando los picachos del horizonte sobre aquel precioso lienzo azul... Así, observando el paisaje, pasamos unos cuantos minutos hasta que la oscuridad engulló todo en sus negras fauces...


  Era el momento de ir a dormir.

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La hora azul en Las Médulas desde la ventana de la habitación.
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Las Médulas - Orellán - Carucedo - Las Médulas

Nos levantamos con el canto de los gallos de la Casa Rural. Allí, en plena naturaleza, no podía ser de otra manera. El crío durmió de un tirón y yo también lo hice bastante bien. Nos aseamos, nos vestimos y bajamos a desayunar.

  En el comedor nos tenían preparado un suculento banquete. Fruta, yogures, unas enormes rebanadas de pan, con unas mermeladas todo ello casero, mantequilla, queso y embutido. Cuando nos sentamos a la mesa, llegó la chica de la casa y nos ofreció unos huevos fritos con tocineta. Le dijimos que no, que con lo que había en la mesa era más que suficiente. Entonces nos preguntó que queríamos beber y le pedimos un Cola-Cao para el crío y café con leche para mi. Todo estaba riquísimo y la chica fue muy agradable.  Si estáis interesados en visitar Las Médulas, por su hospitalidad y su cercanía a las rutas a pie que recorren la zona, os recomiendo este sitio.  Tras el desayuno, después de cargar las pilas, arrancamos hacia el Mirador de Orellán.

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La habitación de la casa rural y su tarjeta.
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Un poco de historia...:
  La actividad minera en las Médulas se remonta al principio de nuestra era, exactamente al año 30-40 d.C. Por aquel entonces los romanos acababan de conquistar toda la península Ibérica y establecieron contacto con los grupos étnicos locales como galaicos (gallegos) y astures. Gracias a ellos descubrieron la presencia de oro y plata en los montes del norte peninsular. Concretamente tenían constancia de la extracción de oro en la zona cercana al río Sil. Movidos por el preciado metal, decidieron emprender la mayor mina de oro del Imperio y una de las mayores empresas de ingeniería civil de la Antigüedad. Para ello se valieron de la mano de obra esclava de los pueblos nativos recién conquistados. El yacimiento estuvo en funcionamiento durante aproximadamente 160-190 años, durante los cuales se extrajeron, según las estimaciones, cerca de 5.000 kilos de oro. 
  Hoy en día, las entrañas de la montaña todavía tienen oro pero, la proporción es tan pequeña, que  no resultar rentable su explotación.

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  Visto desde nuestra actual perspectiva podría entenderse como una aberración medioambiental.

Con el paso del tiempo el bosque ha ido ganando terreno a las peladas montañas que dejaron los romanos. Hoy en día casi toda la zona está poblada de encinas, robles y castaños que contrastan con el color rojizo de la arcilla.
  El método empleado era el denominado Ruina montium que consistía literalmente en deshacer las montañas. Para ello utilizaron la fuerza del agua que transportaban por medio de canales. En total hubo más de 400 km de canales, algunos de más de 100 km de largo. Para seleccionar el oro, el primer paso era horadar la montaña mediante galerías ciegas. Posteriormente se volcaba bruscamente el agua, de manera que provocaba la suficiente presión para reventar las paredes de arcilla. Los materiales se recogían en otros canales, donde eran lavados y se seleccionaban las pepitas de oro. Se trata de una obra titánica e ingeniosa.

Ruina montium.

  Para llegar hasta Orellán debíamos pasar por el pueblo de Carucedo y desde allí se ascendía hasta la zona del mirador. La intención era ver la mina por dentro y luego andar por la zona y hacer unas panorámicas.

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El ticket de entrada y alguna de las galerías que recorrimos.
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  Llegamos hasta el punto de entrada a la mina. Desde allí, por el precio de 3 €, se puede acceder a una galería de la explotación minera en la época romana. Se visita un antiguo conducto horadado, cuya función era la de transportar el agua por las entrañas de la montaña, con el fin de reventarla.
​  Se recorren unos 100 metros de la galería hasta llegar a una de las salidas mas singulares de la explotación; un balcón en medio de un corte vertical de la montaña.

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El balcón visto desde el mirador, como se puede comprobar, es impresionante.
La galería por la que se accede desemboca en este balcón.
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Mi hijo me hizo esta foto en el mirador.

  Tras recorrer la galería subimos hasta el Mirador de Orellán. Nos cruzamos con un matrimonio de Bilbao y mi hijo enseguida empezó a empatizar con ellos. La vista desde allí arriba era espectacular.

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Iosu en el Mirador de Orellán.
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Panorámica de Las Médulas desde el Mirador de Orellán.
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Otra panorámica de Las Médulas.
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Desde el mirador se veía al oeste el paisaje de Las Médulas con sus montañas reventadas y al noreste los montes de León aún intactos.

  La visita matutina concluía ahí pero, cuando bajábamos para Carucedo, vimos el desvío a lo que llaman el Mirador de los Jardines del Rey y paramos a echar un vistazo. La vista desde allí, aún siendo bonita, no era tan espectacular como la que se aprecia desde Orellán. Así que sin más, bajamos hacia el pueblo para comer algo.
  Paramos en Carucedo pero, salvo la iglesia, no había mucha cosa que ver allí. Así que pusimos rumbo a Las Médulas para comer en algún otro sitio. Al llegar nos llamó la atención el Mesón Durandarte y, como ya teníamos mucha hambre, paramos a comer. Nos sentamos en la terraza exterior, se estaba muy a gusto porque no hacía nada de frío.

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Carucedo pertenece a la comarca de El Bierzo y es uno de los municipios leoneses en los que se habla gallego, aunque, su habla, conserva rasgos propios del leonés. En 2015 tenía algo más de 500 habitantes. Como queda claro, por la explotación minera, la

presencia humana en el municipio data de la  época romana. No obstante, la fundación de Carucedo como población sería posterior, datándose en la Edad Media, cuando el término quedó incluido dentro del Reino de León.

Escudo de Carucedo.

  Así, la primera documentación escrita en la que aparece Carucedo data del año 1213, precisamente en el fuero que le otorgó el rey Alfonso IX de León.
  En sus paisajes, horadados en la antigüedad en busca de sus tesoros, se puede encontrar el sosiego y la paz propios del mundo rural.
  Sus principales "joyas" son, además del entorno de Las Médulas, la Iglesia Parroquial de Carucedo, de origen románico y que contiene una de las piezas de platería más importante de El Bierzo, datad en el siglo XVIII.

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La Iglesia Parroquial de Carucedo.
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El mesón Durandarte y la chuleta que nos comimos.

  Picamos unas croquetas y un poco de jamón ibérico y luego, yo me comí una chuleta con ensalada y patatas fritas y el crío se comió un buen filete de ternera. Para terminar un postre y un café para mi. Tras una pequeña sobre-mesa, nos dirigimos a uno de los puntos que tenía anotados; el pueblo abandonado de La Balouta.
  Nos separaban de allí apenas 3 Kms. Bajamos en el coche hasta la Laguna Larga. Desde allí ya no se podía pasar en coche así que fuimos andando 1,5 Kms más hasta llegar al pueblo...

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Las casas en ruinas de La Balouta imponían un poco de respeto.

  Nada más entrar al pueblo daba una impresión fantasmagórica. Las casas derrumbadas, con sus quicios de las puertas aún en pie, te invitaban a entrar a un mundo sumido en el olvido y el abandono. La soledad, tantos y tantos años acumulada, se transmitía como un grito mudo de dolor y lamento.


  Desde luego, no daban ganas de quedarse allí a pasar la noche, así que tras hacer unas cuantas fotos y después de insistirle al crío de que había visto un fantasma, nos fuimos por donde habíamos venido, mirando atrás por si el fantasma nos seguía...

Esta es la broma que le hice al crío al revelar las fotos.
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  Mi hijo, con nueve añitos, ya no se creía lo de los fantasmas, pero le dije que le había hecho una foto y que cuando las revelásemos se vería si era verdad o no. Cuando monté en PhotoShop la imagen de arriba y se la enseñé, se quedó alucinando, hasta que se dio cuenta de que nosotros estuvimos cuando era de día y la foto estaba oscurecida para hacer que era ya casi de noche... qué rápido crecen...

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Iosu en el lago y en el pueblo de La Balouta.

  Subimos a la Laguna Larga ya que allí habíamos dejado el coche. La verdad es que el paraje era bastante bonito, con la charca, los juncos... Dimos una vuelta por allí. El lugar estaba plagado de ranas y nos divertimos un rato oyéndolas cantar y haciendo que saltasen al agua a nuestro paso. La tarde languidecía y el día iba buscando su final, así que era el momento de jugar un poco.

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  Antes de regresar a la casa rural, encontramos una manada de caballos pastando en un prado. Iosu quiso parar a hacerles unas fotos. Lo estaba pasando bien, metido en plena tarea de hacer su reportaje y yo, disfrutaba como un enano viéndole así de feliz...

La estancia en la provincia de León llegaba a su fin. Al día siguiente pondríamos rumbo a Galicia. El viaje debía continuar. Dejaríamos atrás las tierras rojas de Las Médulas e iríamos en busca del azul del mar... Pero eso sería mañana. Ahora tocaba cenar algo en el restaurante de la casa rural, preparar todo para la partida y descansar.

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Las Médulas - Rivera Sacra - Ponteareas - Nerga

Nos levantamos temprano a pesar de la pereza del crío. Desayunamos con todo lujo igual que la víspera y, después de pagar y zanjar todo, arrancamos dirección Ourense, eran las 09:00 horas. En Carucedo cogimos la carretera N-120 que

nos llevaría hasta Monforte de Lemos y allí cogeríamos la carretera que nos bajaría hasta Cañón del Síl, donde se ubica el embarcadero para hacer la travesía de la Rivera Sacra.   Fuimos de una tirada hasta Monforte de Lemos y allí paramos a tomar un café. Parecía que ya habíamos llegado, pero el descenso hasta el río fue, en todos los sentidos, como descender a los infiernos. Una carretera estrecha, larga y llena de curvas, que parecía no acabar nunca. Menos mal que no llovía... Finalmente, sobre las 12:30 llegamos al embarcadero.

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El acceso al embarcadero para hacer el "crucero" de la Vía Sacra.

  No había mucha gente y cogimos el primer barco que partía a las 12:45. El barco soltó amarras y empezó a navegar río abajo. El crío estaba ilusionado. Nos sentamos en la popa para poder hacer fotos sin que nadie nos estorbase... La travesía duró 1 h 45 min y a mi, particularmente, se me hizo larga y aburrida.

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El crío disfrutaba con todo lo que hacíamos.
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  Sobre un agua en calma, sin olas, sin nada que le diese un poco de aliciente, el barco recorrió un buen trecho hasta la altura de la Ermita da Barca. Allí, el salto de una presa le hizo virar y volvió al embarcadero. A nivel fotográfico no daba prácticamente juego, porque al estar encajonado en el cañón, los paisajes eran repetitivos. Tan solo las formas de las ramas y las rocas que afloraban del fondo del cauce, daban un poco de juego para componer alguna imagen distinta.

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Lo más fotográfico eran las formas de las ramas que asomaban del fondo.

  Sobre las 14:45 volvimos al coche y subimos nuevamente por la infernal carretera buscando esta vez la localidad de Ponteareas en la provincia de Pontevedra. Allí, nos reuniríamos con Ane, la hija de mi amiga Rosa, que reside allí desde hace unos años. En Monforte de Lemos cogimos nuevamente la N-120 hasta Ourense, donde cogimos la A-52. Unos kilómetros antes de llegar avisé a Ane de dónde estábamos. Habíamos quedado en que nos esperaba en la salida de la autopista. Nos reunimos y nos llevó a su casa en la localidad de Guillade.

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  Descansamos un rato mientras nos poníamos al día de las cosas. Ella, que es enfermera, entraba a trabajar en el turno de noche del hospital, así que teníamos unas tres horas para estar juntos.
  Nos llevó a ver el Castelo de Sobroso a 9 Kms de su casa, en la localidad de Vilasobroso, entre Ponteareas y Mondariz.
  Resultó ser un bonito castillo que, como podéis leer en el enlace que os dejo abajo, tiene también mucha historia.

Ane y Iosu en el jardín de la casa de Guillade.
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  Ponteareas es un municipio de la provincia de Pontevedra. En 2015 tenía casi 23.000 habitantes.
Entre sus festividades más importantes cabe destacar la celebración de Corpus Christi, en la que sus vecinos confeccionan manualmente numerosas alfombras florales en las calles de la villa.

​  Fue declarada fiesta de Interés Turístico Internacional en el año 2009.

Escudo de Ponteareas.

- Los primeros asentamientos surgen en el Castro de Troña en el siglo VI a. C.
- El descubrimiento de ánforas y monedas romanas en el castro certificó la presencia romana en el siglo I d. C., construyendo el puente sobre el río Tea (el actual Puente de los Remedios) por el que pasaba una calzada romana.
- Los Templarios, estuvieron ubicados a principios del siglo XIV en la feligresía de Canedo, situada al sur del Castelo de Sobroso. Su permanencia allí fue efímera, ya que en 1312 su orden fue disuelta por el papa Clemente V.
- El 2 de noviembre de 1572 el barrio situado a orillas del río Tea se citaba en textos como la Villa de Puente Areas de Sobroso.
- En 1901 el municipio contaba con 9.280 habitantes. Fue nombrada capital de la comarca del Condado y sufrió un proceso de industrialización creciendo tanto geográfica como demográficamente año tras año, ofreciendo una gran oferta comercial, inmobiliaria y de servicios para los restantes municipios de la comarca.

El Castelo de Sobroso es una fortaleza medieval situada en Vilasobroso, en el municipio de Mondariz. En 1117, Urraca I estuvo prisionera en este castillo. Fue prácticamente destruido en el 1467 durante las Guerras Irmandiñas y posteriormente reconstruido en el siglo XV. Paulatinamente su importancia estratégica se fue reduciendo y a partir del siglo XVII quedó abandonado, arruinándose con el paso de los años. En 1923 es adquirido por un vecino de Vilasobroso, que se dedica a su restauración. Posteriormente, el ayuntamiento de Ponteareas se lo compró en 1981 a sus herederos para terminar de restaurarlo y crear en él un museo histórico y etnográfico de la comarca del Condado.

Una vista aérea del Castelo de Sobroso bajada de Internet.
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  Fuimos en el coche hasta el castillo. Ane, sacó las entradas que, por un módico precio de 1 €, sirven para ayudar a su mantenimiento. Dentro, con el mismo fin, podías comprar velas, miel y algún que otro souvenir.

  Subimos por entre unos estrechos pasadizos y llegamos hasta la torre del homenaje. Desde allí, una preciosa panorámica, nos enseñaba todo el valle.

Ticket de entrada al Castelo de Sobroso.
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Recorrimos el castillo y pasamos un buen rato con Ane.
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Iosu y Ane en la biblioteca y la terraza del castillo.

  Anduvimos por todo el castillo. Iosu se lo pasó genial recorriendo todas las estancias. Las habitaciones, el hogar, la biblioteca... todo estaba en perfecto estado. La verdad es que fue una visita muy amena. Ane nos comentó que con más tiempo podíamos haber visitado Mondariz, Vigo, Baiona... Quien sabe, en otra ocasión puede que demos una nueva vuelta por Galicia. Es una tierra que siempre me ha gustado. En esta ocasión el viaje estaba así planeado.

  Luego nos fuimos a Ponteareas y en una céntrica plaza nos tomamos un café mientras charlábamos un rato. La verdad es que la tarde no dio para mucho más, pero me alegró mucho poder ver a Ane.

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Panorámica desde el Castelo de Sobroso. A la derecha Ponteareas y a la izquierda Mondariz.

  Dejamos a Ane en su casa a eso de las 19:30 horas. Tenía que cenar algo y prepararse para ir a trabajar. Desde aquí te agradezco el rato tan agradable que nos hiciste pasar esa tarde. Nosotros dos seguimos nuestra ruta. Había reservado una habitación en el Hostal O´Cañizo, en la localidad de Nerga. Había leído que el ferry para las Islas Cíes salía desde allí mismo, pero después me di cuenta de que teníamos que volver para atrás, porque dicho ferry, por lo menos en esta época del año, salía desde el puerto de Vigo. Fue un error de principiante por mi parte, que espero no se vuelva  a repetir...

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La tarjeta del hostal O´Cañizo.

  Llegamos sobre las 20:30 horas y, tras registrarnos, cenamos allí mismo ya que también daban comidas. Después de cenar nos fuimos enseguida a descansar, al día siguiente tocaba la visita a las Islas Cíes y había que levantarse pronto.

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Nerga - Islas Cíes - Nerga

La noche anterior, prácticamente no habíamos deshecho la maleta, porque llegamos cansados así que ordenamos todo y bajamos a desayunar. Luego, arrancamos hacia Vigo pensando en coger el ferry que zarpaba a las 10:45.

  Llegamos sin problemas y aparcamos en el parking del puerto. Era lo más rápido y seguro. Subimos al muelle y compramos los billetes.

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A la izquierda billete del barco, a la derecha camino a las islas Cíes.
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Escudo de Vigo.

   Vigo es un municipio de Pontevedra. Con una población de casi 300.000 habitantes empadronados en 2015, es el municipio más poblado de Galicia y el decimocuarto de España, y es la ciudad sin rango de capital de provincia con más población de España. La economía de Vigo y su comarca se caracteriza por la diversidad. Son sus principales motores la industria automotriz, la construcción naval, la pesca industrial y las diversas actividades del puerto y de la zona franca.
​  Otros sectores base de la economía viguesa son el comercio y el turismo, debido a sus playas, oferta cultural, fiestas locales y también al paso por el municipio del camino de Santiago en su ruta portuguesa por la costa.

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Lugares de salida y horarios de los barcos.
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Un día radiante en la ría de Vigo.
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Las islas Cíes desde el barco que te transporta hasta ellas.
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Gaviotas en las islas Cíes.
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Algunos paisajes sacados desde el mismo muelle.

  La Islas Cíes parecía que estaban ahí mismo, a tiro de piedra, pero el ferry tardó casi una hora en llegar. Nos dejó en la isla más septentrional, es decir, la del norte, llamada Illa Monteagudo.


​  Tras desembarcar, nos dirigimos al restaurante que había en el muelle. Como había mucha gente, encargamos la comida y, mientras tanto, fuimos a hacer unas fotos por allí cerca viendo las gaviotas y los paisajes que las maravillosas islas ofrecían. 

Iosu en la parte alta de la isla.
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  Después de comer recorrimos la Illa de Monteagudo. Paramos en una de sus playas y Iosu se dio un baño en el Océano Atlántico. Posteriormente subimos hasta su punto más elevado llamado el Alto del Príncipe. Desde allí teníamos unas imponentes vistas a las otras dos islas.
  Por un empinado sendero bajamos a la Illa do Faro. Cruzamos el istmo artificial que une las dos islas y recorrimos, paseando, el perímetro de esta segunda isla. A la tercera tan solo se podía ir en barco, así que esa se quedó sin visitar. 
  En esta segunda isla, junto a la zona de camping, había una taberna. Paramos a tomar un refresco y compramos un bollo que le apeteció al crío para merendar. Estuvimos jugando un rato en una de sus marismas y luego, poco a poco, regresamos a la isla del norte para coger el ferry de regreso. 

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Maravillosa vista desde el Alto del Príncipe.
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Mapa de las Islas Cíes.
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Las playas de las Islas Cíes, con su maravillosa arena blanca.

 Las islas Cíes son un archipiélago situado en la provincia de Pontevedra, en la boca de la ría de Vigo, parte de las Rías Bajas. Pertenecen al municipio de Vigo. Distan 14,5 km de la ciudad de Vigo, algo más de tres cuartos de hora de viaje en barco. Fueron declaradas Parque Natural en 1980, y están incluidas en el Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia, creado en 2002. En febrero del año 2007 el periódico británico The Guardian eligió la playa de Rodas como la mejor playa del mundo. En noviembre del año 2013 el Ayuntamiento de Vigo inició los trámites para que las islas sean declaradas Patrimonio de la Humanidad. En mayo de 2017 la Junta de Galicia envió una solicitud al Ministerio de Cultura solicitando que todo el conjunto del parque de las Islas Atlánticas sea reconocido por la Unesco.


​  El archipiélago está formado por tres islas: la isla de Monteagudo o Illa Norte, la isla Do Faro o Illa do Medio y la de San Martiño o Illa Sur.

  Su formación geológica es de finales del Terciario, cuando se produjeron los hundimientos de algunas partes de la costa, con lo que penetró el mar y se crearon las rías. Todas las islas atlánticas son las cumbres de las sierras costeras que quedaron parcialmente bajo el mar y están formadas casi en su totalidad por piedra granítica. Las tres islas son montañosas con una cara oeste abrupta, con acantilados casi verticales de más de 100 metros y numerosas cuevas o furnas, formadas por la erosión del mar y el viento. La cara este tiene laderas algo más suaves cubiertas por bosques y matorral y se encuentra protegida de los vientos atlánticos, lo que permite la formación de playas y dunas.

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Mientras regresábamos a Vigo, el sol buscaba por el oeste un lugar para esconderse.

  Playa y montaña, agua y sol... Todo concentrado en un solo día en las Islas Cíes. La jornada había sido preciosa e inolvidable, pero también intensa y agotadora. Con el sol buscando el horizonte, embarcamos en el penúltimo ferry que partía para regresar a la península. Aprovechamos un rato para ver los alrededores del puerto de Vigo y después cogimos el coche y regresamos a Nerga. Cenamos algo en el hostal y nos fuimos a descansar. Estábamos molidos y al día siguiente partíamos hacia nuestro siguiente destino... Fisterra.

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Nerga - Fisterra

Como habíamos dejado todo recogido de víspera, desayunamos en Nerga y arrancamos dirección Pontevedra. Cogíamos una carretera y dejábamos otra, sin saber exactamente por cual de ellas circulábamos hasta que, en la entrada de

Pontevedra, cogimos la AP-9 hasta Padrón. Desde allí, nuevamente un sin fin de carreteras hasta que, a medio día, llegamos a Fisterra. Teníamos reserva en el Hotel Áncora, en el mismo centro de la localidad, al cual llegamos sin ningún tipo de problemas.

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Escudo de Fisterra.

  Fisterra es un municipio de la provincia de A Coruña. Su nombre deriva del latín finis terrae (el fin de la Tierra). En 2015 contaba con una población aproximada de 4.500 habitantes. Los orígenes de Finisterre se pierden en la oscuridad del tiempo, pero existen datos de su existencia por la singularidad geográfica de este enclave que atrajo la atención de los geógrafos e historiadores grecorromanos, aunque los datos aportados por estos carecen del rigor de la historiografía moderna.

  En un párrafo de Lucio Anneo Floro, de finales del s. I, se menciona que Décimo Junio Bruto, tras recorrer toda la costa del Océano como vencedor, no regresó hasta contemplar, no sin cierto horror y miedo de cometer un sacrilegio, como el sol se precipitaba en el mar y una llamarada salía de las aguas. Este espectáculo lo pudo haber visto desde el Monte del Cabo de Finisterre. Según cuenta la tradición, en este monte los romanos encontraron un altar al sol (Ara Solis) construido ahí por los pueblos que habitaron estas tierras antes de la romanización.

Era medio día así que hicimos el chekin, dejamos las maletas y salimos a dar una vuelta hasta la hora de comer. Dimos un paseo por el pueblo, contándole al crío mis aventuras cuando hice el Camino de Santiago. Le hablé de la hermosa puesta de sol que cada noche se puede admirar desde el faro y le dije que al atardecer subiríamos a verla.
  Fuimos hasta uno de los cruceros de la parte norte y después, como ya habíamos hecho un poco de hambre, regresamos, contemplando la Costa da Morte, hasta el hotel para comer.   

La tarjeta del Hotel Áncora.
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Un cruceiro de Fisterra y la Costa de Morte.

  Pedimos una ración de pulpo, una ensalada y pescado. Después un postre y un café para terminar. Luego subimos a la habitación y, tras descansar un rato, volvimos a salir para subir al faro.

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Dispuestos para comer en el restaurante del hotel.
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  Me hacía mucha ilusión estar allí con mi hijo, enseñándole aquellos parajes y contándole mis historias. Él estaba disfrutando de lo lindo, yo, por lo menos, lo veía feliz. 
  Esperamos con paciencia a que el sol fuese cayendo. Le iba poniendo un poco de suspense, cogiendo el mejor sitio, preparando el trípode, buscando los mejores planos... la verdad es que vivimos el momento con mucha ilusión. Yo le enseñaba lo poco que sabía y él aprendía rápido. 

  Poco a poco fue llegando la gente...

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Atardecer en Fisterra, una de las puestas de sol más bonitas que yo he visto.

  El azul del cielo se fue tornando rojizo. El sol, cual bola de fuego incandescente, teñía de tonos anaranjados todo lo que iba tocando en su descenso.
 Había llegado el momento; como cada atardecer, la encarnizada lucha entre el mar y el sol que, asomaba y se escondía entre las nubes, creaba impresionantes formas de cálidos colores. Las tarjetas de memoria echaban humo y nuestros ojos, cegados por el precioso espectáculo, apenas parpadeaban... no podíamos perdernos ni un sólo segundo.

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Como cada jornada, la mar acabó engullendo al sol, llenando el espacio de un color dorado, antes de que todo se sumiera en la oscuridad...
  Había refrescado una barbaridad. La gente comenzaba a abandonar la roca. Allí, el faro del Finis Terrae, despedía como cada noche, entre sollozos, a uno de los hijos de Saturno. Este, como Dios supremo del tiempo, se apresuraba a engendrar otro hijo que, orgulloso y lleno de vida, aparecería a la mañana siguiente por levante.
  Nosotros también pusimos rumbo al pueblo. Paramos en el hotel para dejar las cámaras y luego bajamos hasta un local donde hacían hamburguesas y pizzas para cenar un poco. 
  Después de cenar, recorrimos alguna de las calles principales de la localidad y, más tarde, cansados de otro intenso día nos fuimos al hotel a descansar.

  Al día siguiente saldríamos hacia Santiago de Compostela, última parada de este viaje...

Iosu en el crepúsculo de Fisterra.
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Fisterra - Santiago de Compostela

  Nos levantamos temprano. Teníamos por delante unos 90 Kms antes de llegar a Santiago. Desayunamos en el hotel y arrancamos camino de Corcubión. 

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Fisterra desde la carretera AC-445 de camino a Corcubión.
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Escudo de Santiago.
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En el mirador de la Playa del Sardiñeiro paramos para hacer las últimas fotografías de Finisterre. Después, por una buena carretera, nos plantamos de un tirón y en algo más de una hora, en Santiago de Compostela. Teníamos una reserva en el Hotel Windsor en la calle República de El Salvador nº 16, a poco más de 500 metros del centro histórico de la ciudad. 
  Aparcamos en un parking en la Praza Roxa, a seis minutos a pie del hotel. El coche pasaría allí una noche ya que a la mañana siguiente volveríamos para Gipuzkoa.

La habitación del Hotel Windsor.

  Santiago de Compostela es un municipio de La Coruña. Es la capital de la comunidad autónoma de Galicia, y allí tienen su sede el gobierno autonómico gallego (Xunta de Galicia) y el Parlamento. La ciudad antigua de Santiago está declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1985.
​  Destaca por ser uno de los tres grandes núcleos de peregrinación del cristianismo, junto con Jerusalén y Roma, al señalar la tradición que allí se dio sepultura al apóstol Santiago el Mayor. De especial importancia artística es su catedral, dedicada precisamente al apóstol Santiago, y que es el destino de los cientos de miles de peregrinos de todo el mundo que cada año realizan el Camino de Santiago.

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  Eran alrededor de las 12:00 horas. En el hotel no nos dejaron hacer el check-in hasta las 14:00 horas, pero nos guardaron las maletas.
Así que, liberados de los bultos, cogimos nuestras cámaras y fuimos a dar una primera vuelta hacia la Praza do Obradoiro.  

  Nos adentramos por la Rua do Franco hacia la Catedral. Había muy buen ambiente, las calles del centro de Santiago, como siempre, estaban muy concurridas. Llegar a la Praza do Obradoiro fue como un premio a todo el viaje. La mañana estaba radiante y la Catedral, a pesar de estar andamiada en una de sus torres principales, lucía espléndida como siempre.  La pena es que estaban limpiando el Pórtico de la Gloria y no pudimos admirarlo en todo su esplendor. Peregrinos, turistas y lugareños convivían en aquel maravilloso espacio que hizo que a mi hijo, al igual que a mi, se nos iluminasen los ojos.

  Tras este primer contacto, llevé al crío a comer a un lugar donde, hacía ya 11 años, es decir, en 2004, comimos Juan y yo cuando hice el Camino de Santiago. El lugar se llama Casa Manolo y todavía hoy, aunque algo más moderno, funciona con ese nombre. Se ubica en la Plaza de Cervantes.
  Comimos algo de pasta y un filete con patatas y después volvimos al hotel para hacer el check-in.

Las animadas y siempre concurridas calles de Santiago de Compostela.
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Entrada a la antigua ciudadela por el Arco de Santa María.

  Nos registramos y subimos a dejar las maletas. Descansamos una media hora y volvimos a salir hacia la plaza. Dimos la vuelta por la Plaza de Fonseca, la Plaza da Quintana, Cervantes, Inmaculada, pasamos junto al Parador Nacional y volvimos a la Praza do Obradoiro. Entramos en la Catedral, pero había una celebración eclesiástica y no podía recorrerse como me hubiese gustado.

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Curiosos personajes por las calles de Santiago.
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Iosu en la fuente de la Praza de Quintana.

  Callejeamos un poco viendo a la gente en sus quehaceres. Me gusta pasear por los lugares que visito para intentar captar con mi cámara la esencia de cada sitio. Intento trasmitir a mi hijo ese afán de mirar y observar. Una de las máximas de la fotografía, además de la técnica y los conocimientos básicos, es saber mirar. Pasar por un lugar y, de un solo vistazo, encontrar donde está "escondida" la fotografía que ese espacio guarda en su interior. Eso, aunque es algo innato de cada persona, también se puede trabajar... Con paciencia.

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Dos imágenes de la Catedral de Santiago.

La tarde iba avanzando poco a poco. El crío, de paseo con su padre por las calles de Santiago, con su cámara de fotos al cuello como un profesional, se veía que estaba disfrutando. Era como un hombrecito.
  Yo le observaba y veía que tenía un brillo especial en los ojos. Cuando se cansaba y necesitaba correr y saltar, me pasaba la cámara y volvía a ejercer de niño. 
  Le conté algunas aventuras del Camino de Santiago. Le intenté transmitir los valores que se cultivan al hacer ese viaje como son los conceptos de amistad y compañerismo, desmarcándome del tema religioso y llevándolo a lo que yo viví en su día, que fue una búsqueda interior.  A veces, da la sensación de que pasa de todo lo que le dices pero, después, te das cuenta de que se queda con todos los detalles de la conversación.
  Como el Pórtico de la Gloria estaba medio tapado, le llevé a ver la Puerta Santa. El año que yo hice el Camino, coincidió con año santo compostelano, que es cuando la festividad de Santiago, es decir, el 25 de julio, cae en domingo y entonces se puede acceder a la catedral por esa puerta.

  Así, entre charla y fotos, fuimos viendo todo el conjunto monumental de la zona de la catedral. Cenamos en una pizzería-hamburguesería del Campo da Estrela y después ya entre dos luces nos fuimos al hotel. Como prácticamente las maletas estaban sin deshacer, no tardamos mucho en recoger todo. Nos dimos una ducha y vimos un poco la televisión. Aquello llegaba a su fin...

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Santiago de Compostela - Astigarraga

Buuuffff !!!  Daba bastante más pereza levantarse que un lunes cualquiera. Mañana, el crío empezaba al colegio y yo a trabajar... :-(   Pero bueno, había que volver a casa y, por consiguiente, a la rutina. No nos levantamos muy temprano, 

total, teníamos todo el día para ir a casa y, seguramente, a primera hora de la mañana, el tráfico para salir de Santiago sería más intenso que a media mañana. Teníamos unos 700 Km por delante. Cogimos el coche del parking y salimos de Santiago por la Avenida de Lugo para coger la SC-20. Transitamos por esta carretera hasta coger el desvío por la AP-9 que nos llevaría hasta Betanzos. Desde allí fuimos por la A-6 hasta Baamonde y luego por la A-8 hasta casa.
  El crío fue dormido un buen rato y proveché para meternos de un tirón hasta Santander. Allí paramos a tomar algo y estirar las piernas y después, en un par de horas más, nos presentamos en Astigarraga.

  La experiencia había resultado muy positiva y muy bonita. El crío volvió feliz y yo, por supuesto, también.

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Se acabaron estas vacaciones pero . . . ,
es ahora cuando empieza el camino.
Mucho por ver, mucho por disfrutar.

El viaje a León y Galicia... desde la mirada de Iosu

* "Clicka" en el enlace par ver las fotos que mi hijo hizo en Huesca.

© F. J. Preciado  2017

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