"La vida, como la fotografía, consiste en positivar lo negativo"
Octubre de 2021
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Córdoba y Sevilla
En el corazón de Al-Andalus
Atardecer dese el puente de San Telmo en Sevilla.
Con el tema de la dichosa pandemia, Rosa y yo, llevábamos dos años sin hacer ninguna salida juntos, concretamente desde el viaje a Tenerife y El Hierro en octubre de 2019. Tras aquel, ya lejano, primer contacto con Andalucía en enero de 2016, con la visita a la mítica Granada, había muchas ganas de volver y hacer justamente este viaje que, por distintos motivos, ya habíamos pospuesto en dos ocasiones.
Las antiguas ciudades romanas de Corduba e Híspalis, levantadas sobre asentamientos de la época fenicia ( Qart-Oba e Hisbaal ), nos esperaban para ofrecernos sus magníficos monumentos y su dilatada historia, con el cénit de su civilización -sobre todo en Córdoba- en la época del califato omeya. Un entorno impresionante con muchas opciones fotográficas y culturales que nos apetecía mucho disfrutar. Un primer paso para recuperar el ritmo de los viajes y la inercia de volver a disfrutar de este maravilloso planeta.
Corduba, o lo que es lo mismo, la Córdoba romana, fue fundada por el General Claudio Marcelo entre los años 169 y 152 a. C., asentándose frente al tramo del río Guadalquivir en el que éste deja de ser navegable. Durante los primeros años, los romanos convivieron con la población indígena ya existente en poblados cercanos a la ciudad, pero poco a poco ésta fue desapareciendo. La nueva urbe, ubicada en la colina más alta de la actual ciudad, ostenta desde un principio la capitalidad de la
provincia Hispania Ulterior (Hispania “La Lejana“), lo cual nos habla de la importancia de Córdoba desde tiempos remotos. Con el paso de los años, nace un período de conflictos en Roma, propiciado por las guerras civiles entre César y los hijos de Pompeyo, que culminaría con el final de la República Romana. La ciudad tomó partido de los pompeyanos, el bando perdedor, por lo que las represalias no se dejaron esperar y Córdoba, que entonces contaba con más de 20.000 residentes, fue duramente castigada, comenzando un largo período de recesión.
Híspalis o la Sevilla romana, ya que este era el nombre que tenía la ciudad hace dos mil años, no fue fundada por los romanos sino que es anterior. Se remonta a época fenicia, es decir, al siglo VII a.C. Los fenicios o cananeos procedían de Oriente Medio, era un pueblo comerciante que había fundado colonias y ciudades por todo el Mediterráneo. Atravesaron el estrecho de Gibraltar y tras fundar la milenaria Gades o Gadir (Cádiz), llegaron al lugar donde se asentaría Sevilla, la llamarían Ispal. Esta era una zona estratégica por el acceso a las minas de cobre y plata del suroeste de la península, además de por su riqueza agrícola y por último estaba situada a orillas de un gran río, en un estuario muy cerca de la costa, aún más de lo que está ahora. Según la tradición, fue el dios Hércules quien fundó la ciudad de Sevilla cuando vino persiguiendo por le río Guadalquivir a la diosa fenicia Astarté. Esta, giró
a la derecha y fundó Triana, Hércules giró a la izquierda y fundó Híspalis. Pero la ciudad realmente se hizo más importante a partir del siglo segundo antes de Cristo como fundación romana a raíz de la batalla de Ilipa Magna, actual Alcalá del Río. Julio Cesar estuvo en el sur de la Península Ibérica, entonces llamada Bética, y según la tradición fue quien construyó la primera muralla de Sevilla.
Por curiosidad...
¿ Sabéis de dónde viene lo que está escrito en la bandera de Sevilla ? Desde luego nada tiene que ver con el noticiario franquista que abría las sesiones de cine de aquellos fatídicos años...
Alfonso X era una persona enormemente docta, sin embargo, todos sus conocimientos no le sirvieron para gobernar de manera eficiente, arruinando la hacienda pública hasta que en el reino cundió el descontento y se formaron dos bandos. Ante la posibilidad de un conflicto que pusiese en riesgo la propia monarquía el hijo de Alfonso, el príncipe Sancho se alzó en armas para restablecer la autoridad y la ley. Sancho fue ganando ciudades a su causa hasta gobernar todo el reino excepto Sevilla ciudad que protegió y dio refugio a Alfonso X hasta su muerte.
Es por eso que, “el sabio”, amante de los jeroglíficos y las adivinanzas, otorgaría en los últimos días de su vida este logogrifo a la ciudad: NO8DO
NO+madeja+DO… Con ello, según parece, quería dar a entender que Sevilla siempre le fue fiel… Sevilla "NO-madeja-DO”… (Sevilla no me ha dejado).
Donostia - Bilbao - Sevilla - Córdoba
Amaneció un día radiante en San Sebastián, fresco, sano y soleado. Con todo preparado, a las 10:30 horas nuestra amiga Tina nos acercó en su coche hasta la estación de autobuses de Donostia para ir, desde allí, hasta el aeropuerto
de Loiu, en Bilbao. Salimos de Donostia unos minutos tarde y llegó a Bilbao a las 12:25, con más de un cuarto de hora de retraso sobre el horario previsto. Menos mal que teníamos tiempo de sobra…
Pasamos el control sin incidencias y nos dirigimos a la puerta número 3, para embarcar a las 13:00 horas en el vuelo VY2510 con destino Sevilla, en un Airbus A320 de la compañía Vueling. Rosa, que llevaba dos años sin volar, estaba un poco nerviosa, pero bueno, eso no es nuevo… El avión despegó puntual a las 13:25 y, sin incidencia alguna, llegó a Sevilla a las 14:30, es decir, 15 minutos antes de la hora prevista…
¡¡Qué gozada!!
En Sevilla hacía mucho calor. El sol castigaba sin piedad y llegó a marcar los 29º C. Como traíamos embarque prioritario habíamos metido el equipaje en la cabina, así que, bajamos con él en la mano y fuimos directos a la oficina de la empresa AVIS que era la que nos iba a alquilar el coche para los días venideros. Finalmente, tras intentar “colocarme” un Audi 300 automático, por 30 € más al día, nos entregaron un Fiat Tipo 1.3 (5p) manual y de color rojo.
La tarjeta de embarque.
Al decirle que nunca había conducido un coche automático no insistió mucho en la primera oferta. Salimos por la A4 del aeropuerto de Sevilla en dirección a Córdoba a eso de las 15:00 horas. El coche andaba muy bien… Paramos a medio camino a comer unos bocadillos que Rosa había preparado. Era un restaurante de carretera. Compramos agua fresca para mitigar la sed y nos sentamos afuera, retirados del edificio. Allí, en una zona de sombra donde había un par de mesas de piedra, nos comimos los “bocatas” y descansamos un poco. Luego, de otro tirón, nos metimos en Córdoba guiados por “Txi-Txi”, nuestra fiel compañera de viajes de Google.
La reserva de la casa en Córdoba.
El navegador nos llevó hasta la misma calle Juan Rufo nº 11, en pleno corazón del casco histórico de la ciudad. Allí estaba situado el llamado “Rincón de la Fuenseca”, una vivienda que, en Booking figuraba como apartamentos y que, en realidad, alquila habitaciones. Llegamos al destino sobre las 17:30 horas de una calurosa tarde.
Sinceramente, este alojamiento me defraudó mucho. Según lo que había visto y leído en Internet, esperaba algo más de este sitio. Además, después de dos años sin viajar, quería que Rosa se sintiese cómoda y este sitio no nos dio esas sensaciones…
Dejamos las maletas y salimos a aparcar bien el coche, ya que, para poder descargar, lo habíamos dejado frente al alojamiento en una plaza donde estaba prohibido estacionar. Dentro del casco antiguo es casi imposible dejar el coche. Las calles son muy estrechas y angostas y, además, muchas de las viviendas tienen acondicionados los bajos como garajes y, por tanto, cuentan con vado permanente. Pero, en esta ocasión, tuvimos la suerte de cara. A apenas 150 metros, frente a un convento, encontramos un hueco libre. Sí amig@s, un sitio para dejar el coche sin zona azul, sin límite de horas, un hueco exento de todo gasto y allí mismo, en el casco.
Distintas calles y plazas del casco antiguo de Códoba y las ruinas del teatro romano hallado junto al ayuntamiento.
Como ya habíamos descargado las maletas, decidimos estirar las piernas y dar un paseo hasta el puente romano. Un recorrido de 1,5 Kms hasta uno de los puntos más emblemáticos de la ciudad. Córdoba no es difícil para recorrer a pie, en realidad, desde el casco antiguo te puedes mover a cualquier punto de interés en apenas 15 minutos. Pasamos por la Plaza de las Tendillas y llegamos al puente de Miraflores y lo cruzamos hasta la orilla este. Desde allí, fuimos bordeando el río hasta el puente romano, el cual cruzamos desde la Torre de la Calahorra hacia la Plaza del Triunfo, entrando por el arco construido en el s. XVI, en estilo renacentista, para conmemorar la celebración, en esta
La Plaza de las Tendillas en pleno centro de Córdoba.
ciudad, de las Cortes de la mano del monarca Felipe II. La actual puerta se sitúa en un enclave donde, antaño, se localizaron puertas romanas, uniendo la ciudad con el puente romano y la Vía Augusta.
El Puente Romano desde el Puente de Miraflores.
La Torre de la Calahorra desde la margen izquierda.
El puente romano que daba acceso a Córdoba.
Desde allí, bordeando la mezquita por su cara oeste, fuimos callejeando hasta la Plaza de las Tendillas. En un supermercado compramos unas ensaladas, unas bebidas y algo para desayunar como fruta y yogures. Tras ello nos fuimos hacia la habitación para descansar.
Muestra de la artesanía cordobesa.
Eran las 20:30 horas, pero, estábamos cansados de día y mañana tocaba el tour por la mezquita y demás. Tras una ducha, organizamos un poco el espacio y nos pusimos cómodos en la habitación. Cenamos tranquilamente mientras comentábamos las incidencias del día y luego nos fuimos a descansar.
Fervor religioso en las calles.
Una fachada de la mezquita.
Córdoba
Nos levantamos a las 07:45. La mañana era fresca, pero, por el cielo limpio de nubes, se intuía que el día iba a ser caluroso. Nos aseamos y preparamos algo para desayunar. Un poco de fruta y un yogur sirvieron para arrancar la mañana
en busca de un café que, posteriormente, tomamos en el bar "El Alpiste" de camino al punto de encuentro. Pedimos dos tostadas y nos sacaron un bollo grande de pan abierto a la mitad...
¡¡ Para cada uno !! ¡¡ Qué pasada !!
Teníamos concertada una visita guiada al Alcázar de los Reyes Cristianos, la Mezquita y la Sinagoga de la mano de la empresa Oway Tours y gestionada por Get Your Guide. El punto de encuentro estaba en la Plaza del Triunfo, en una casa roja, donde la empresa tiene el despacho de billetes y auriculares para estas visitas. Unos diez minutos antes de las 10:00 estábamos en la plaza. La gente se fue congregando alrededor de la puerta de la oficina y se fueron formando los grupos para las visitas. A nosotros nos asignaron una guía llamada Gloria, licenciada en Historia del Arte y en Arqueología y con una gran pasión por su trabajo. Supo situarnos a través de los siglos e hizo de la visita un ameno paseo por la historia de Córdoba.
La Plaza del Triunfo.
La reserva para el tour con Get Your Guide.
Nos dirigimos, en primer lugar, hacia el Alcázar. En la ciudad había mucha gente, mucho turista como nosotros. En la entrada al Alcázar, la cola para entrar era de unos cien metros.
Nosotros teníamos ya la entrada sacada con el grupo, así que, entramos todos juntos por un acceso secundario separado de la cola de espera, atravesando el arco de la llamada “Torre de los leones”.
El Alcázar de los Reyes Cristianos, edificio de carácter militar, está ubicado en la margen derecha del río Guadalquivir. El monarca Alfonso XI de Castilla ordenó su construcción en el año 1328 sobre el antiguo Alcázar andalusí –del que mantiene unos magníficos jardines y patios interiores de inspiración mudéjar- que antes, a su vez, había sido residencia del gobernador romano. Forma parte del centro histórico de Córdoba, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.
Nada más entrar nos encontramos con la estatua de un rey. No se sabe a ciencia cierta si se trata de Alfonso X “el sabio” o de Alfonso XI. De todas formas, las primeras noticias de esta plaza datan de la época romana, cuando la llamada Corduba era capital de la Hispania Ulterior e importante aduana fluvial. Por allí pasaron Augusto y posteriormente el mismísimo Julio César.
La imagen de Alfonso X u XI, en el Alcázar de Córdoba.
Posteriormente, la Qurtuba de los musulmanes llegó a ser capital del Emirato bajo el mandato de Abderramán II quien construyó el Alcázar Andalusí y el acueducto que lo abastecía de agua del Guadalquivir. Durante el califato de Abderraman III el edificio perdió relevancia al trasladar el califa la corte a la nueva ciudad de Madinat al-Zahra, pero, al entrar los almohades poniendo fin al califato, Qurtuba volvió a cobrar importancia.
Tras la conquista castellana de la ciudad, el enorme solar que ocupaba el Alcázar, se repartió entre el rey Fernando III, el obispo, algunos nobles y la Orden de Calatrava. Alfonso X inició las obras de remodelación, pero sería su sucesor, Alfonso XI de Castilla quien impulsaría las mayores reformas. Desde ese momento se convierte en la residencia real castellana. Aquí, en 1455, Enrique IV de Castilla, hermano de Isabel I (la católica), se desposó con la dama Juana de Avis, hermana del rey Alfonso V de Portugal. Los últimos monarcas que habitaron el Alcázar fueron los Reyes Católicos, quienes pasaron más de ocho años en la fortaleza mientras dirigían la campaña para la toma de Granada. En 1482, aquí, en el Alcázar de Córdoba, nació su hija y futura reina de Portugal María de Aragón.
Tras la expulsión de los musulmanes, los Reyes Católicos cedieron la fortaleza a las autoridades eclesiásticas, quienes entre 1492 y 1812 la mantuvieron como sede del Tribunal de la Inquisición. En 1812, tras abolir las Cortes de Cádiz el Tribunal de la Inquisición, el edificio se convierte en cárcel municipal. En 1931, durante la Segunda República, fue declarado Monumento Histórico.
Sin embargo, no fue hasta 1951 cuando se acometen las obras de restauración y empiezan a aparecer puertas y espacios antes cubiertos, se reconstruyen almenas y murallas, se pavimenta de mármol blanco y se reforman fuentes y jardines… Todo esto llevó a que, la UNESCO, en 1994, lo incluyese en su lista de Patrimonio de la Humanidad. En la actualidad se siguen acometiendo trabajos de restauración en distintas zonas.
Alcázar de los Reyes Cristianos
Horarios:
Lunes cerrado
De martes a viernes de 08:15 a 20:00 ( horario de verano )
08:45 a 14:45 ( horario de invierno )
Sábado y domingo de 09:30 a 18:00
Precios:
Adultos 5 €
Estudiantes y jóvenes < 26 años 2,50 €
Niños hasta 13 años gratis
https://cultura.cordoba.es/equipamientos/alcazar-de-los-reyes-cristianos
Panorámica del Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba, desde los jardines.
Tras esta presentación del Alcázar de los Reyes Cristianos, seguiré con el relato del viaje… Como os comentaba, pasamos frente a la estatua de Alfonso X u XI ( los expertos dicen que es Alfonso X ) y giramos a la izquierda para atravesar un austero patio donde vimos un busto del filósofo cordobés Séneca y un sarcófago romano de una familia noble cordobesa datado en el s. III.
Posteriormente, tras cruzar otra estancia, llegamos a la sala principal del Alcázar, el salón de los mosaicos. En esta sala se ubicaba la capilla de la Santa Inquisición, pero, lo importante de ella, son los mosaicos que allí se encuentran. Se descubrieron en 1958 en unas excavaciones de la Plaza de la Corredera, donde se encontraron los restos de una importante domus romana. Por distintos motivos acabaron decorando esta estancia que, desde entonces, se denomina así, Salón de los Mosaicos. Son obras datadas entre los siglos II y III, en las que se representan desde el cíclope Polifemo y la ninfa Galatea, pasando por la gorgona Medusa, Eros, Psique, hasta otras obras que realzan la simetría de las formas.
Nota:
En la mitología griega, una gorgona (en griego antiguo "terrible") era un despiadado monstruo femenino a la vez que una deidad protectora procedente de los conceptos religiosos más antiguos. Su poder era tan grande que cualquiera que intentase mirarla quedaba petrificado, por lo que su imagen se ubicaba en todo tipo de lugares que querían ser protegidos. En mitos posteriores se decía que había tres gorgonas, Medusa, Esteno y Euríale. Medusa, única mortal de ellas, tenía serpientes venenosas en lugar de cabellos como castigo por parte de la diosa Atenea.
Formas simétricas.
Eros y Psique.
Medusa.
Polifemo y Galatea.
Cuenta la leyenda:
... que Galatea era hija de Nereo y de una divinidad marina siciliana. La joven era muy hermosa y totalmente blanca. Habitaba en el mar calmo. Polifemo, el cíclope hijo de Poseidón y de la ninfa Toosa, estaba muy enamorado de Galatea, pero ella no le correspondía. El corazón de Galatea pertenecía al bello Acis, hijo del dios Pan (dios de los pastores y rebaños) y una ninfa. Una vez que los amantes se encontraban descansando a la orilla del mar, Polifemo los descubrió. Acis intentó huir, pero el furioso monstruo le lanzó una enorme roca y lo aplastó. Galatea muy triste, acudió a la naturaleza de su madre Toosa y lo convirtió en un río de límpidas aguas que llevó su mismo nombre. Después Galatea acabó entregándose a Polifemo y de esta unión nacieron Gálata, Celto e Ilirio, epónimos de los pueblos de los gálatas, los celtas y los ilirios respectivamente.
Desde allí salimos a ver el patio morisco también llamado patio mudéjar. Es un espacio de planta cuadrangular, con una fuente y dos estanques. Es el patio que mejor ha conservado su estado primigenio. Frente a él, en su cara oeste, se puede ver la muralla que une la Torre de los Leones con la Torre de la Inquisición y que, por una entrada en sus muros, da paso a nuestra siguiente visita… Los maravillosos jardines del Alcázar.
En su origen, esta superficie de aproximadamente 55.000 m2 era la antigua huerta del Alcázar que, en la actualidad, se ha transformado en un espacio ajardinado con tres niveles.
El patio mudéjar del Alcázar de Córdoba.
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El Jardín Alto: ubicado entre la Torre de los Leones y las Caballerizas. Se configuró a mediados del s. XX y se compone de distintos setos que le dan un especial color y aroma.
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El Jardín Medio: fue configurado durante el s. XIX sobre el llamado Jardín de los Inquisidores. Alberga especies como naranjos, limoneros y el acanto.
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Jardín Bajo: es el más grande de todos. Fue configurado a mediados del s. XX sobre la antigua huerta del Alcázar. Desde aquí se accede al Paseo de los Reyes, un espacio bordeado de cipreses y dividido en dos partes por medio de unos estanques. Aquí encontramos estatuas de los distintos monarcas castellanos que construyeron el Alcázar ( Alfonso XI, Enrique II, Enrique III y Enrique IV ) y una escultura que hace referencia a la audiencia que ofrecieron los Reyes Católicos a Cristóbal Colón.
Los distintos tramos de los maravillosos jardines del Alcázar de Córdoba.
Luego, salimos por la Puerta de Marchena. El sol empezaba a castigar sin piedad... Nos dirigimos hacia el acceso al Patio de las Banderas, lugar donde se recibía a los representantes de las distintas embajadas que acudían a la ciudad. Desde allí, remontando las murallas que la cerraban, nos dirigimos hacia la judería. Pasamos frente a la estatua de Maimónides y dejamos a nuestra izquierda la de Séneca para acceder por la Puerta de Almodóvar a la antigua zona judía…
Llegamos a la judería que, a pesar de su adaptación a los tiempos modernos, sigue guardando ese embrujo con sus estrechos pasadizos, sus calles empedradas y sus floridas y enrejadas ventanas… Entramos por la Calle Judíos y fuimos en busca de la Sinagoga.
La fachada frontal del Alcazar... El sol ya calentaba de lo lindo.
El paseo junto a las murallas de la judería donde encontramos la estatua de Averroes antes de llegar a la Puerta de Almodovar.
Dos ilustres personajes:
Uno de ellos es Lucio Anneo Séneca, nació en Corduba -la Córdoba romana- el año 4 a. C. Fue filósofo, político, orador y un afamado escritor conocido por sus obras de carácter moral.
Además, fue pretor, senador y cónsul durante los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, del que fue tutor durante la infancia de este. Séneca destacó como intelectual y como político. Consumado orador, fue una figura predominante de la política romana durante los reinados de Claudio y Nerón, siendo uno de los senadores más admirados, influyentes y respetados. Entre los años 54 y 62, durante los primeros años del reinado de su joven pupilo Nerón, Séneca gobernó de facto el Imperio romano junto con Sexto Afranio. Esto le granjeó numerosos enemigos, y se vio obligado a retirarse de la primera línea política en el año 62. Acusado, tal vez falsamente, de participar en la conjura de Pisón contra Nerón, su antiguo alumno lo condenó a muerte, y Séneca se suicidó en el año 65.
Séneca y Maimónides inmortalizados en su ciudad natal.
El otro es Moisés ben Maimón, más conocido como Maimónides nació en (Qurquba) Al-Ándalus el 30 de marzo de 1138 y murió en El Cairo el 12 de diciembre de 1204. Fue un judío sefardí considerado uno de los mayores estudiosos de la Torá en época medieval. Conocido en el judaísmo, y por tanto en hebreo, por el acrónimo Rambam, ejerció de médico, filósofo, astrónomo y rabino en Al-Ándalus, Marruecos y Egipto. La mayoría de judíos estaban familiarizados con los escritos de Maimónides sobre ley y ética mientras vivió, y llegaron a ser recibidos con elogio y gratitud en lugares tan lejanos como Irak y Yemen. Además, Maimónides se convirtió en el líder de la comunidad judía en Egipto durante el gobierno del sultán Saladino.
Callejeando por angostas callejuelas llegamos a la Sinagoga de Córdoba, única en Andalucía y tercera de las mejor conservadas de época medieval de toda España, fue construida entre los años 1314 y 1315 según las inscripciones halladas en el edificio y sirvió de templo hasta la definitiva expulsión judía.
Esperamos a que saliese un grupo de turistas y entramos al pequeño patio que da acceso al edificio. Desde allí se accede a un pequeño vestíbulo. A la derecha, suben unas escaleras que dan acceso a lo que era la zona femenina. Al frente se abre la estancia principal. De planta cuadrangular, se encuentra decorada con motivos mudéjares. El muro que soporta la tribuna de las mujeres consta de tres arcos ornamentados de gran belleza.
En 1492, cuando los judíos son expulsados, pasó a utilizarse como hospital, siendo después ermita de San Crispín y, por último, escuela infantil. A finales del siglo XIX es declarada Monumento Nacional, se restaura y se le devuelve, aunque sin uso eclesiástico, su función de sinagoga.
Callejeando llegamos a la Sinagoga.
Símbolos y colores de los templos judíos.
Sinagoga de Córdoba
Horarios:
Lunes cerrado
De martes a domingo de 09:00 a 21:00 ( horario de verano )
09:00 a 15:00 ( horario de invierno )
Precios:
Miembros UE - gratis
Resto - 0,30 € https://www.turismodecordoba.org
Gloria nos dio unas amenas explicaciones que completaron la maravillosa visión de aquel reducido espacio de culto. Ver que el paso del tiempo, a modo de “marcadas cicatrices” en sus muros, no ha impedido que algunos de estos monumentos lleguen a nuestros días, me hace seguir teniendo algo de confianza en el ser humano. Sabido es que, a lo largo de la Historia, una cultura a “pisado” a la anterior y en ocasiones ha borrado hasta la última huella de esta para toda la eternidad, pero, cuando puedo ver vestigios de pasadas civilizaciones y caminar entre los restos de antiguas ciudades o monumentos que han conseguido sobrevivir al inevitable juicio de Cronos, se despierta en mí ese lado romántico y en parte melancólico y… ¡! Me hace sentir vivo ¡!
Tras la visita, salimos de la Sinagoga y pasamos frente a la estatua de Maimónides, escultura del pensador cordobés erigida en la Plaza de Tiberiades.
Desde la estatua de Maimónides nos dirigimos al zoco municipal. Esta era la zona de comercio en los siglos XI-XII y se conserva bastante similar a aquel entonces. Es un gran patio con un pozo en medio y en sus soportales estaban instaladas los distintos talleres de artesanos. En la actualidad, para poder instalar allí un taller, este debe estar relacionado con la artesanía de aquella época.
Luego pusimos rumbo a la Mezquita y pasamos por delante de la estatua del oftalmólogo Al-Gafiqi en el que se basa la historia de la novela del escritor estadounidense Noah Gordon, “El médico” (The Physician) publicada en 1986. En 2013, pasó al cine de la mano del director alemán Philipp Stölzl y de la que Noah Gordon y su hija Lise fueron guionistas.
El zoco y algunas de las calles del barrio judío.
La estatua del oftalmólogo Al-Gafiqi en el barrio judio.
El famoso Patio de los Naranjos.
Por la calle judería fuimos a la Gran Mezquita de Córdoba. Entramos por la Puerta del Perdón al Patio de los Naranjos. Luego, en la puerta principal de la mezquita, Gloria nos dio unos datos sobre esta maravillosa construcción. El famoso Patio de los Naranjos es, sin duda, el patio más grande y más antiguo de la ciudad, ya que su origen está ligado al del propio templo, en el año 786. Su nombre se debe a los 98 naranjos que contiene, plantados en hileras a finales del siglo XVIII.
El patio original (sahn o patio de abluciones) fue construido por Abderramán I. Era un pequeño recinto de planta rectangular, proporcional al tamaño de la sala de oración. El alminar, siguiendo la tradición constructiva Omeya, estaba situado en el exterior del muro norte. Desde allí entramos…
Aunque el barullo de la gente congregada molestaba bastante, cruzar la puerta fue como entrar en un mundo mágico. La imagen de la sucesión de arcos de medio punto, tantas veces vista en fotos, me llevó de un plumazo a la época de Abderraman I. Aquel importante líder que aprovechó todos los "sobrantes" de otras construcciones para levantar un templo que sigue siendo la envidia de otros muchos templos de todas las religiones. Si amig@s, "recicló" materiales de construcciones de media Europa (algunas en ruinas, otras expoliadas ) para levantar, en tiempo record, la Mezquita de Córdoba.
El campanario de la Mezquita-Catedral.
Los arcos de medio punto le dan un aspecto mágico a la sala.
A nosotros Gloria nos la presentó con todo lujo de detalles pero yo os dejo aquí el enlace a una maravillosa página web que explica las etapas de construcción de la mezquita-catedral, como fue ampliándose y quienes fueron sus promotores, con unos gráficos, fotografías y textos que nos muestran, paso a paso, la transformación del edificio hasta nuestros días. Espero que lo disfrutéis igual que yo lo hice "in situ".
Mezquita-Catedral de Córdoba
Horarios:
Lunes cerrado
De martes a domingo de 09:00 a 21:00 ( horario de verano )
09:00 a 15:00 ( horario de invierno )
Precios:
Miembros UE - gratis
Resto - 0,30 €
Distintas tomas de la Mezquita-Catedral de Córdoba.
Salimos por la Puerta de Santa Catalina y allí mismo Gloria se despidió del grupo. Cada uno tiró por su lado. Rosa y yo decidimos ir a comer algo a la calle de la Judería, ya que habíamos visto algunas tabernas donde sentarnos un rato. Cuando llegamos, la idea principal se desvaneció porque ya estaba todo a tope, pero, finalmente, encontramos un sitio al levantarse unos alemanes en el bar La Uva. El camarero, un chaval joven y muy atento, nos aconsejó probar los “flamenquines de queso y gambas”, el “salmorejo” y las “berenjenas califales” y unas “patatas bravas”, a lo que hicimos caso al 100%. Comimos muy bien, casi demasiado y todo esto, acompañado de dos cervezas, nos costó 37 €.
Después nos dirigimos al apartamento para descansar un poco. La mañana había sido ajetreada y ahora, con el estómago lleno, apetecía relajarse un rato.
Estuvimos un par de horas relajados y evitando el mayor golpe de calor y sobre las seis de la tarde salimos de nuevo a dar una vuelta. Pasamos por delante del Palacio de Viana que distaba escasos cien metros desde nuestro alojamiento. Luego callejeando llegamos a la plaza del ayuntamiento y bajamos hacia el río. Mi intención, como podéis imaginar, era coger "la hora azul" desde el puente romano.
Iglesias, callejones, el Palacio de Viana y la Plaza del Ayuntamiento de camino al río.
Córdoba en la "hora azul" desde la margen izquierda del río Guadalquivir.
La Torre de la Calahorra en primer plano, el puente romano y Córdoba al fondo.
Después del trabajo hecho, nos detuvimos a tomar una cerveza en una terraza de la Plaza de la Corredera. Se estaba muy a gusto, ya que, la noche era templada. En un supermercado compramos un par de ensaladas, un poco de embutido, un par de cervezas, unos yogures y plátanos. Luego, ya de noche cerrada, volvimos al alojamiento. Nos cambiamos, cenamos tranquilamente y, tras descargar las fotos y darnos una ducha, nos fuimos a descansar.
Cerraba los ojos y en mi retina aparecían, marcados a fuego, los arcos de la mezquita con sus vivos colores... Así, recordando tan bella construcción, me quedé dormido.
Córdoba
Nos levantamos a las 08:00. La mañana, como en el día anterior, daba muestras de que el día iba a ser nuevamente caluroso. Comimos algo de fruta en la habitación y tras
ducharnos salimos a desayunar, como Dios manda, a la calle. En una cafetería, cerca del alojamiento, tomamos un café con leche y una tostada para los dos… Ya habíamos aprendido la lección del día anterior.
El plan de hoy era ver la Torre de la Calahorra con su museo, los Baños del Alcázar Califal y después iríamos al centro porque Rosa quería pasarse por algunas tiendas. Así que, tras desayunar, pusimos rumbo a la Torre de la Calahorra para visitar el Museo Andalusí. Gloria nos había hablado bien de él. Por cierto, cruzando el puente romano, en dirección a la Torre, nos encontramos con ella. Nos hizo mucha ilusión, nos cruzamos unas palabras y cada uno siguió su camino.
Córdoba desde la Torre de la Calahorra.
Eran las 10:15 horas cuando llegamos. Abren a las 10:00 y, por tanto, no había mucha gente. Pagamos las entradas con la Visa y nos dieron unos cascos para poder seguir las explicaciones en las diferentes paradas del recorrido. Estaba organizado como en la reciente visita en Grecia a la Torre Blanca de Tesalónica…
Comenzamos la visita. En la planta baja te presentan a los más ilustres personajes de la época, Averroes, Maimónides, Ibn Arabi, Alfonso X… Luego te explica cómo se distribuía la ciudad, cómo traían el agua, cómo se distribuían los barrios… En general cómo vivían. En una sala hay una magnífica e impresionante maqueta de la Alhambra… ¡! Digna de ver ¡!
Torre de la Calahorra / Museo Vivo de Al-Andalus
Horarios:
De lunes a domingo de 10:00 a 18:00 (Festivos incluidos)
Precios:
Tarifa normal: 4,50 €
Nacidos y residentes en Córdoba: 2,00 €
Estudiantes y jubilados: 3,00 €
Grupos de 15 o más: 3,00 €
Los menores de 8 años entrada gratuita.
Averroes, Maimónides, Ibn Arabi y Alfonso X.
Una pintura representando la vida en la corte omeya.
Tres tomas de la maravillosa maqueta de La Alhambra.
Otra colección de maquetas, de izquierda a derecha:
El zoco, la Puerta de Almodovar, la madrassa y sobre estas líneas la mezquita.
Luego, en otra sala está la maqueta de la Mezquita y en otra podemos ver el zoco, la madrassa, la sinagoga… Todo esto, claro está, acompañado de unas explicaciones que te aclaran cualquier duda. La verdad, fue un rato muy agradable e instructivo.
Después salimos en dirección a los Baños del Alcázar Califal. Estos se ubican en la entrada al barrio judío. Esta visita fue, también, bastante amena. Pensar que en aquella época los ingenieros pudiesen hacer estas maravillas de conducciones de agua, tanto fría como caliente, aprovechando únicamente el barro y la piedra es, cuanto menos…
¡! Alucinante ¡!
Cuantos amores y desamores, fidelidades y traiciones, odios, recelos, caricias, besos y pasiones… Miles de historias que se guardan entre esas paredes y de las cuales, tirando de imaginación, saldría más de una buena novela…
Baños del Alcázar Califal
Horarios:
Los lunes permanecen cerrados.
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Horario de Invierno (del 16 de Septiembre al 14 de Junio)
Martes a Viernes - 8:15h a 20:00h
Sábados - 9:30h a 18:00h
Domingos y Festivos - 8:15h a 14:45h
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Horario de verano (del 15 de Junio al 15 de Septiembre)
Martes a Domingo - 8:45 a 15:15h
Festivos - 8:45 a 15:15h
Precios:
Tarifa normal: 3 €
Distintas tomas de las estancias de los Baños del Alcázar Califal.
Vimos las diferentes salas que componen este maravilloso conjunto, el vestíbulo, el baño andalusí, la sala fría, la sala templada, la caliente, el baño almohade, la caldera, el horno… Hasta llegar a lo que era el jardín andalusí y punto final del recorrido. Después, salimos y pusimos rumbo a la Avenida del Gran Capitán (Gonzalo Fernández de Córdoba, mano derecha de los ejércitos de los Reyes Católicos). Allí se ubica El Corte Inglés y Rosa quería hacer una visita para comprar alguna cosa.
Al llegar y antes de separarnos, nos tomamos una cervecita en una terraza. Quedamos en reunirnos, allí mismo, a las 13:30 horas. Luego, ella subió a las galerías y yo me quedé dando una vuelta por los alrededores buscando algún sitio para comer y haciendo algunas fotos.
Salí a la calle principal, al llamado Paseo de la Victoria. Allí encontré un parque y fui a inspeccionar. Encontré, además de unos restos romanos, el Mercado de la Victoria. Antes fue un mercado clásico, pero, ahora, está reconvertido en un coqueto lugar gastronómico, donde te sirven todo tipo de platos: pescaditos locales, carnes argentinas, cuscús árabe, verduras chinas… Además, hay un par de locales en los que encuentras cervezas de todo tipo. Está muy bien. Frente a él, al otro lado de la calle, había un restaurante chino, así que, ya teníamos para elegir…
Junto al mercado, una unidad móvil de vacunación sin cita nos recordaba que el maldito COVID-19 esta todavía presente.
Los platos del "pescaíto".
A la hora convenida nos reunimos. Le expliqué las dos opciones para comer y, sin dudarlo, eligió la del Mercado de la Victoria. A mí también me apetecía más esta opción. En lo que no coincidimos fue en lo queríamos comer. Yo pujaba por algo de ensalada y un poco de carne a la plancha o así, pero acabamos en un puesto de “pescaítos fritos” y el cocinero, con la típica labia liante de los andaluces, nos acabó convenciendo… Una ración de ensaladilla rusa, calamares, chopitos, boquerones…
¡! Nos pusimos cerdos ¡!
Todo ello, más tres cervezas y el pan nos salieron por 32 €, todo estaba muy rico, pero, la sensación de haber comido lo que él quería que comiésemos me acompañó toda la tarde…
Algunos patios que encontramos de vuelta a casa.
El ticket de entrada al Palacio de Viana.
La sala de los carruajes.
Luego bajamos hasta la Puerta de Almodóvar y entramos a la judería. La cruzamos de lado a lado y fuimos a salir a la parte norte de la Mezquita. Desde allí, callejeando, llegamos hasta nuestro alojamiento para descansar un rato. Hacía mucho calor.
Tras un rato de descanso y una ducha, que nos supo a gloria, salimos nuevamente a la calle. Pasamos por el Palacio de Viana. Era tarde, ya sólo nos dejaban ver los patios. Aun así, nos decidimos a entrar. Recorrimos los patios y jardines que daban la vuelta al perímetro del Palacio y salimos. Como no teníamos prevista esta visita no nos aprovechamos del tiempo gratis que te ofrecen los miércoles de todo el año para ver los patios…
Palacio de Viana
Horarios:
Los lunes permanece cerrado todo el año.
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Horario de Invierno ( Septiembre a Junio )
De martes a sábado de 10:00 a 19:00 horas.
Domingos de 10:00 a 15:00 horas
Consultar festivos.
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Horario de verano ( Julio y Agosto )
De martes a domingo de 09:00 a 15:00 horas.
Consultar festivos.
Precios:
Menores de 10 años: gratis
Visita combinada: 10 €
Visita colección de patios: 6 €
Visita palacio y sus colecciones: 6 €
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Los miércoles la visita es gratis a la colección de Patios.
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de 14:00 a 17:00 horas ( en horario de invierno )
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de 14:00 a 15:00 horas ( en horario de verano )
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Última visita
La última visita guiada al interior de la casa es una hora antes
del cierre.
El patio central del palacio.
Distintas tomas de los preciosos patios del Palacio de Viana.
Desde allí nos encaminamos hacia el centro para tomar una cerveza en la Plaza de la Corredera. Luego, compramos algo de fruta y unos yogures para desayunar y volvimos al alojamiento para preparar todo de cara a la marcha del día siguiente. Mañana iríamos a Madinat al-Zahra y luego a Sevilla…
Teníamos todavía los chopitos en la garganta, así que, comimos un yogur, recogimos todo y, tras descargar las fotos, nos fuimos a descansar. Así terminaba esta primera etapa del viaje.
La Plaza de la Corredera con la estatua ecuestre de Gonzalo Fernández de Córdoba (El Gran Capitán).
Córdoba - Madinat al Zahra - Sevilla
Nos levantamos sobre las 08:00. Algo de bruma en el cielo raso anunciaba otro día de calor. Comimos algo de fruta y un yogur en la habitación y tras ducharnos salimos a desayunar a la calle. Tranquilamente tomamos un café con leche y una
tostada para los dos. Luego, volvimos al alojamiento para lavarnos los dientes, recoger las maletas y, relajadamente, poner rumbo a Madinat al-Zahra. Teníamos reservado un free-tour a las 10:40 con la empresa “Paseando por Europa”. Desde Córdoba hasta allí son unos 8 Kms y, en coche, se hacen en un cuarto de hora. Unos minutos antes de las 10:00 estábamos en carretera y sobre las 10:20 estábamos en la explanada que hace de parking para los visitantes.
La entrada al Centro de visitas y Museo.
Poco a poco fue llegando gente y también lo hizo nuestro guía, Alejandro, un chico joven, muy majo y educado. Una vez completado el grupo, tuvimos que cumplir con la formalidad de pasar por taquilla para registrar la entrada. Allí mismo encontramos el Museo de Medina Zahara.
Cabe decir que, el acceso al área arqueológica de Madinat al-Zahra, es gratuito para los miembros de la UE. Tras pasar por taquilla volvimos a salir al parking y esperamos al autobús lanzadera que te sube hasta la antigua capital del califato. El billete de la lanzadera cuesta, ida y vuelta, 2.50 € por persona. Si quieres, es lo único que pagas si vas por tu cuenta… Y si subes andando la cuesta de unos dos kilómetros hasta el área arqueológica… Pues ni eso.
No, ahora en serio, creo que es necesario sumarse a uno de esos free-tours donde, por una módica cantidad (nosotros damos 10 € por persona), te explican toda la historia y todos los entresijos de estos míticos lugares. De otra manera no llegas a entender todo lo que allí ves. Ya arriba, entramos en la zona arqueológica por la puerta norte. Alejandro, nos empezó explicando cómo estaba trazada la entrada a la ciudad, con un sistema de calles zigzagueantes que evitaban un ataque rápido y directo. Los accesos, todos con sus enormes y pesadas puertas de madera maciza, eran un segundo modo de retención y control de todo el personal que accedía por uno u otro motivo.
El billete del bus-lanzadera.
Como tod@s sabéis, la ciudad de Madinat al-Zahra o Medina Azahara como se dice en castellano o la ciudad brillante que es la traducción del árabe, fue construida por el califa de la dinastía Omeya Abd al-Rahman III, Abderramán III adecuado al castellano. Fue su gran obra, su sueño, la muestra de su poder en el apogeo de Al-Andalus en el s. X.
Los principales motivos de su construcción son de índole político-ideológicos: la dignidad de califa exige la fundación de una nueva ciudad, símbolo de su poder. La diferencia entre emir y califa estriba en la ostentación de poderes. Mientras el emir ejerce un poder político y económico, el califa, además, lo ejerce en el campo religioso.
Más de cien años después de su caída, los cronistas árabes engrandecieron, más si cabe, la leyenda de Madinat al-Zahra, ” la ciudad brillante ” de Al-Andalus.
Cuenta la leyenda…
… que, en el harén de Abd al-Rahman III, vivía una hermosa concubina apodada «la brillante» y, loco de amor por ella, el califa construyó una gran ciudad a la que, en su honor, le dio ese nombre… Madinat al-Zahra, la ciudad brillante. Pero la concubina estaba triste, pues añoraba las nieves de su tierra natal. Por ese motivo, el califa hizo plantar almendros en la ladera de la montaña. Así, durante los meses de enero a marzo, sus blancas flores parecerían un manto de nieve. Por eso, la ladera dónde se encuentra Medina Azahara se llama Chabdál al-Arus o Monte de la Novia.
Un poco de historia:
La conquista del reino visigodo en la península ibérica por dirigentes musulmanes del Califato Omeya fue un proceso largo, que duró quince años, desde el 711 al 726. Posteriormente, en el año 750 Abderramán I “el emigrado”, miembro superviviente de los Omeya, huye a Al-Ándalus escapando de los abasíes del Califato de Damasco y el año 756 proclamó el Emirato de Córdoba, completamente independiente de Bagdad. Sin embargo, Abderramán I nunca se proclamó califa. El califato lo fundó uno de sus sucesores, concretamente el octavo emir, Abderramán III, en el año 929, lo que llevó al mayor esplendor político, social y económico de la España musulmana, haciendo de la ciudad de Córdoba la más avanzada de Europa y el asombro del mundo.
Antes de la creación de Medina Azahara, la residencia y centro del poder político de los emires omeyas se encontraba en el Alcázar andalusí, en el corazón de Córdoba, frente a la Gran Mezquita aljama. Pero para demostrar su nuevo estatus y grandeza, Abderramán III decide crear una nueva ciudad. En el año 936 manda construir la fastuosa ciudad palatina de Madinat al-Zahra junto a la capital Córdoba y, concentrando allí, todo el poder político del califato.
Se sabe que las obras de construcción comenzaron a finales del año 936 y continuó durante cuarenta años más, alcanzando los tiempos de su hijo y sucesor en el califato, al-Hakam II. Los edificios de mayor calibre no comenzaron a construirse hasta 940 y la mezquita aljama fue consagrada en 941, mientras que en 945 se trasladó la corte a la ciudad y un año más tarde se pavimentó el camino entre la nueva ciudad y Córdoba. Finalmente, en 947 se trasladó el aparato de estado desde Córdoba, incluyendo la ceca o casa de la moneda. No obstante, la construcción de la ciudad continuó durante todo el reinado de Abderramán III, hasta 961, e incluso parte del reinado de su hijo al-Hakam II (961-976).
Hay evidencias de que, al comienzo, únicamente los palacios estaban protegidos por una muralla y que la defensa perimetral de la ciudad fue añadida tras la llegada de habitantes fuera del área palaciega. La ciudad también contenía una sala de audiencias (el Salón Rico, datado entre los años 953 y 957), edificios gubernamentales, talleres de artesanía que producían productos de lujo, las viviendas de oficiales de alto rango y, en los niveles inferiores de la ciudad, mercados y distritos residenciales para los obreros. También disponía de un gerente, un juez y un jefe de la guardia. Durante el reinado de al-Hakam II, existió una biblioteca que, según algunas fuentes, llegó a albergar cientos de miles de volúmenes escritos en árabe, griego y latín. Los palacios estaban amueblados con sedas, tapices y otros objetos considerados de lujo. Muchos de estos artefactos se fabricaban en los talleres oficiales y eran entregados como presentes, pero, finalmente han acabado en colecciones de museos, mansiones privadas y catedrales cristianas.
Cuando al-Hakam II falleció en 976, el califato entra en caída libre a causa de la falta de poder. Ibn Abi Amir, conocido como Almanzor (el victorioso), asume el poder de facto y ordena la construcción de un nuevo palacio que rivalizaría con Medina Azahara, adquiriendo un nombre muy parecido: Madinat al-Zahira (la ciudad resplandeciente), cuyos restos nunca han sido encontrados. Almanzor trasladó la sede de poder lejos de los antiguos palacios omeya y confinó al joven califa Hisham II en el antiguo Alcázar andalusí de Córdoba.
Tras la muerte de Almanzor en 1002, siguieron años caóticos y resultaron en grandes confrontaciones violentas y cambios de régimen entre distintas facciones. Ochenta años después de la fundación de la ciudad, todo este conjunto monumental había quedado reducido a un inmenso campo de ruinas, pues fue destruido y saqueado por los bereberes entre 1010 y 1013 como consecuencia de la Fitna de al-Ándalus (guerra civil), que puso fin al Califato de Córdoba.
Después de su destrucción tras la caída del Califato, el saqueo y desmantelamiento de la ciudad palatina prosiguieron en siglos sucesivos, cayendo progresivamente en el olvido hasta que desapareció del recuerdo colectivo. Los restos arqueológicos no volvieron a ser identificados hasta el siglo XIX y las excavaciones comenzaron en 1911.
Por lo tanto, el brillo y el esplendor de “la ciudad brillante” apenas duró cuarenta años. Como en otras culturas como la egipcia, griega, romana, mongola o china, el ansia de poder, la avaricia y la codicia acabaron con una de las épocas de mayor esplendor de otra gran cultura, en esta ocasión la árabe…
-- o -- O -- o --
Sigo con el Diario de Viaje, retomándolo en el momento que entrábamos a la ciudad por sus zigzagueantes calles…
Los principales puntos y el recorrido que hicimos en el yacimiento.
Entramos como he dicho por la puerta norte. Este era el acceso principal desde la ciudad de Córdoba. A través del llamado Camino de los Nogales llegaban a Madinat al-Zahra los suministros y recursos necesarios para su mantenimiento. Estaba defendida por una torre y un reducido grupo de guardias. A la izquierda de la puerta norte una rampa desciende hacia el conjunto denominado viviendas superiores. Estos dos edificios tenían sus estancias distribuidas en torno a grandes patios centrales de planta cuadrada. Para abastecerse de agua contaban con pilas de mármol rectangulares en el centro de los patios. En la vivienda «residencial» se han encontrado restos de una letrina privada, un lujo que nos da una idea de la importancia de sus habitantes.
La puerta norte.
Luego fuimos hasta el conjunto basilical. Esta parte pertenece al sector administrativo y consta de una serie de habitaciones y patios en torno a un gran salón de cinco naves. Su nombre proviene precisamente de la distribución de la planta de este gran salón, con decoración austera, aunque conserva su pavimento de ladrillo original. Como en el caso anterior, se desconoce su funcionalidad. Se cree que era la sede de algún órgano de la administración califal, quizás la Dar al-Yund, o Casa del Ejército. Al oeste hay estancias de servicio y al este una vivienda anexa de algún funcionario de alto rango organizada alrededor de un patio. En el sur hay un amplio jardín, aunque originalmente era solamente un gran patio.
El llamado conjunto basilical y algunos detalles de sus capiteles.
Este extenso pórtico era la entrada monumental del Alcázar. Por tanto, era un símbolo del poder califal. Cuando era recibido un embajador, debía acceder por aquí, subiendo por la calle en rampa flanqueada de guardias hacia el conjunto basilical… Sin lugar a dudas, toda una exhibición de poderío económico y militar. El amplio espacio delante de la puerta haría las funciones de una Plaza de Armas, donde se organizarían desfiles militares presididos por el califa. Con el tiempo, se cerraron cuatro de los quince arcos del gran pórtico para instalar habitaciones y una letrina para el uso del cuerpo de guardia.
El gran pórtico y, a la derecha, parte de la mezquita.
Tras cruzar la zona ajardinada llegamos a la casa de la alberca, con dos tramos de tres arcos de herradura maravillosos. Desde allí entramos a la casa de Ya’far ibn Abd al-Rahman, el visir (o primer ministro) que dirigió las obras del pabellón central de Medina Azahara y la ampliación de la Mezquita de Córdoba. A esta lujosa vivienda se accede por una bellísima portada de tres arcos de herradura exquisitamente labrados. El interior está organizado en torno a varios patios. Se divide en tres ámbitos y un corredor separa las estancias del visir de las viviendas del servicio.
Detalle de uno de los arcos de la casa de Ya´far.
Los jardines, la casa de la alberca y la casa de Ya´far.
Pasamos por el patio de los pilares que es uno de los conjuntos arquitectónicos más importantes de Medina Azahara. Por su localización en la zona noble y su distribución en grandes estancias, se cree que era un lugar de reunión. Recibe su nombre de su organización alrededor de un gran patio con pilares cuadrados y un pequeño patio que antecede a unas letrinas. Acabamos el recorrido pasando por la zona del cuerpo de guardia, las caballerizas y la zona de cocinas, donde pudimos ver un horno de barro en una de las estancias. En las caballerizas se alojaban hasta tres docenas de monturas. Había un pajar y una pequeña sala en pendiente, con desagües para airear y limpiar los excrementos de los caballos. Por su pequeño tamaño, se cree que en estas caballerizas estaban las monturas utilizadas por los visires y altos funcionarios. Entre las caballerizas y las viviendas superiores está el cuerpo de guardia, punto desde el que se vigilaba la entrada a las viviendas nobles de la zona sur de la ciudad.
A la izquierda el salón de Abderramán III cerrado por trabajos de excavación.
Vista desde la zona alta de la ciudad.
El sello de Patrimonio Cultural.
El salón de Abd al-Rahman III era un majestuoso espacio destinado a las recepciones políticas y a celebraciones religiosas. El edificio tiene planta basilical con tres naves separadas por arquerías y una exuberante decoración en piedra. Por esto último se le llama también "salón rico".
En las recepciones, el califa se situaba en un estrado en la cabecera central y le seguirían los altos funcionarios, situados según su importancia en la jerarquía califal.
Este es el núcleo principal de la ciudad y fue concebido para destacar y engrandecer el poder y figura del califa. Se supone que, Abd al-Rahman III, pasaba buena parte del día en estas estancias. Por causa de unos trabajos de excavación todo este espacio estaba cerrado al público. Fue una verdadera pena no poder acceder.
Otra zona muy importante que teníamos cerrada por trabajos de excavación era la casa llamada Dar al-Mulk. Fue la residencia privada del califa. Está situada en el lugar más elevado del alcázar, ya que, desde allí él podía observar su maravillosa ciudad-palacio de Madinat al-Zahra.
Alejandro, el guía, mientras pedía los donativos voluntarios de la gente, al finalizar el recorrido, hizo un alegato a la mezcla de culturas y razas y a su convivencia en paz y armonía. Preguntó si alguno sabía si Abderramán III era árabe o musulmán, para acabar diciendo que era cordobés. Nos comentó, además, un detalle muy curioso. Dijo que la madre de Abderramán III era vasca. Su padre se casó con una mujer traída del norte y de esa unión nació el califa. Curioso…
Nuestro coche en el parking del área de visitantes.
Madinat al-Zahra
Horarios
Cerrado todos los lunes y festivos nacionales.
El resto de año abre de martes a domingo con estos tramos:
De 01 de julio al 15 de septiembre / 9:00 a 15:00.
Del 2 de enero al 31 de marzo y del 16 de septiembre al 30 de diciembre / 09:00 a 18:00
Del 01 abril al 30 de junio / 09:00 a 21:00.
Por si acaso, es aconsejable consultar los horarios actualizados de Medina Azahara por si hubiese algún cambio.
El Centro de Recepción de Visitantes de Turismo de Córdoba (IMTUR), abre todos los días de 9:00 a 19:00.
Precios
Ciudadanos de la Unión Europea: gratis
Resto de visitantes: 1,50 €
Cada 20 minutos sale un autobús lanzadera que conecta el Museo con los restos arqueológicos. El precio de ida y vuelta de este autobús es:
Adultos: 2,50 €
Menores de 5 a 12 años: 1,50 €
Se puede recorrer Medina Azahara por libre o contratar una visita guiada. Yo recomiendo contratar esta última.
Visitas guiadas
Hay visitas guiadas en inglés y español de martes a domingo a las 10:30. Duran 2 horas y salen desde el parking del Museo de Medina Azahara. Cuestan 18 € (9 € para niños entre 5 y 12 años) e incluyen el bus lanzadera.
Hay otra modalidad que sale desde Córdoba y dura 3 horas. Empieza a las 10:15 e incluye también el transporte de ida y vuelta Córdoba-Medina Azahara. El coste de esta modalidad es 26 € (13 € para niños entre 5 y 12 años).
Además, en la WEB, existen varias empresas de free-tour que puedes contratar, solo es cuestión de buscar lo que más te interese.
Autobús turístico
Desde la Avenida del Alcázar de Córdoba, justo al lado del propio Alcázar de los Reyes Cristianos, sale un autobús turístico. La ida y vuelta cuesta 9 € (4,25 € niños de 5 a 12 años) e incluye el autobús lanzadera.
Horarios
De martes a viernes sale a las 11:00.
Los sábados y domingos de todo el año sale a las 10:00 y a las 11:00
Es imprescindible reservar el autobús el día antes a la visita en el Centro de Recepción de Visitantes de Turismo de Córdoba. Abre todos los días de 9:00 a 19:00.
Aviso importante: Si vas y vuelves en el autobús sólo tendrás dos horas y media para ver el recinto.
Sobre las 12:45, tras bajar de nuevo en el bus-lanzadera, cogimos nuestro coche y pusimos rumbo a Sevilla. Por delante teníamos unas dos horas de viaje… Hacía calor, pero era llevadero.
Llegamos a Híspalis a las 15:15, después de parar a tomar algo en la carretera. Nos costó mucho aparcar ya que, por dos veces, nos indicaron mal la dirección y dimos un par de vueltas que hubiesen sido del todo evitables. Finalmente, a eso de las 16:15, llegamos a la dichosa Calle Sagasta, metida en pleno corazón del casco antiguo. Menos mal que, en esta ocasión, el apartamento era bastante coqueto y tenía de todo. A Rosa le gustó y yo me quedé más satisfecho. Nos dimos una ducha y descansamos un poco. Luego, me llamó mi sobrino Javi, quien reside allí, en Sevilla, desde hace 5 años y es guitarrista de flamenco. Quedamos para tomar unas cañas a eso de las 20:30 horas.
La reserva del apartamento desde Booking.
Nosotros, a las 18:30, salimos a comer algo. Fue una especie de comida-merienda-cena todo en uno. En un restaurante situado al sur de la Plaza del Salvador. Nos sentamos en una terraza elevada muy coqueta y bastante reservada del jaleo de la calle. Comimos una ensalada de tomate, aguacate y queso feta y luego una tortilla de patata trufada. Todo muy bueno. El restaurante se llama Paco Pepe Bar y está en la calle Blanca de los Ríos.
Desde allí fuimos al encuentro de mi sobrino. Charlamos un buen rato mientras nos tomamos unas “birras” e hicimos plan para ir a verle tocar el sábado a mediodía a la Plaza de España.
Luego nos fuimos a descansar. El día había sido largo… Arrancando con la visita a la ciudad palatina de Madinat al-Zahra y el traslado hasta Sevilla. Además, mañana nos tocaba madrugar para hacer la visita al P.N. de Doñana.
Descargué las fotos, preparé las cámaras y el resto del material y nos abandonamos a los caprichos de los sueños…
Sevilla - P. N. de Doñana - Sevilla
Nos levantamos a las 06:00 de la mañana para prepararnos y desayunar. A las 06:30 estábamos en la calle camino del coche para poner rumbo, como dos romeros, a la Aldea del Rocío.
Teníamos por delante unos 80 Kms hasta el Centro de Visitantes El Acebuche, en Almonte, una de las entradas al Parque Natural de Doñana, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1994. Teníamos hecha una reserva por Internet para salir, a las 08:30, en la primera visita del día.
Historia cronológica del Parque de Doñana:
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1493, los Reyes Católicos -que hicieron y deshicieron lo que les dio la gana- agregaron a "la corona" parte de las tierras de la actual aldea de El Rocío. Esas tierras se las dieron a su secretario, cuyo hijo las vendió más tarde al municipio de Almonte. ( Claro ejemplo de trafico de influencias ).
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Casi un siglo después el VII duque de Medina Sidonia recompró de nuevo parte de las tierras. A finales del s. XVI su esposa, Ana de Silva y Mendoza, hija de la princesa de Éboli, se mudó a una casa de recreo llamada "coto de Doña Ana", que derivó en el término actual "Doñana". Esa casa se reformó años más tarde convirtiéndose en palacio. El XIX duque de Medina Sidonia fue el último propietario del coto de Doñana, desvinculándolo definitivamente de su casa nobiliaria. Posteriormente pasó por las manos de más duques y marqueses.
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En los años 1950, se consolidó el parque como espacio natural en el que se combinaba la explotación sostenible y el respeto al entorno.
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En 1959, la familia González, propietaria en aquel entonces de esos terrenos, vendió una parte de sus tierras en Doñana para las urbanizaciones turísticas de la actual Matalascañas, un verdadero atentado al medio ambiente.
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Tras estudios previos de los ecosistemas, en 1963 el Gobierno y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) compraron parte del territorio y crearon la primera reserva de Doñana.
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En 1964 se crea la Estación Biológica.
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En 1969, se creó, por decreto, el Parque Nacional de Doñana, parte de cuyo territorio era propiedad del Ministerio de Educación y Ciencia y parte aún en manos privadas.
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En 1980 la UNESCO clasificó el Parque Nacional de Doñana como Reserva de la Biosfera.
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En 1989 la Junta de Andalucía lo convirtió en Parque Natural.
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En 1994 fue catalogado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, lo que permitió que mejoraran las posibilidades de conservación de la zona.
Llegamos a las 08:15, aparcamos y entramos al edificio de oficinas para confirmar nuestra presencia. Nos asignaron el coche número 56. Volvimos a salir a la zona de parking y esperamos…
La empresa con la que hicimos la visita a Doñana.
Llegamos a Almonte cuando despuntaba el día.
El Centro de Visitas de El Acebuche en Almonte.
Poco a poco fue llegando la gente hasta juntarnos un grupo de 10 personas. Enseguida apareció el guía-conductor que nos llevaría por todos los rincones de la ruta. En el recorrido establecido veríamos todos los ecosistemas del parque; la playa, las marismas, las dunas, el bosque… El conductor, que no recuerdo como se llamaba, nos explicó cómo se desarrollaría la mañana y nos dio unas pequeñas normas de seguridad. Un hombre muy agradable, muy puesto en su tema y amante de su trabajo en el Parque.
Arrancamos sobre las 08:40 en dirección a Matalascañas para acceder al Parque desde la playa de esta localidad. Transitamos unos cuantos kilómetros sobre la arena húmeda, oyendo y oliendo la mar, hasta que en un punto concreto giró a la izquierda para adentrarse en la zona de las dunas.
En la localidad de Matalascañas empezaba la aventura por Doñana... De inicio el Océano Atlántico y muchas aves.
Al volver tierra adentro, el paisaje se tornó fantasmagórico... Dunas de todas formas y tamaños nos recibieron inmersas en una espesa niebla. Jaras, retamas, juncos y pinos era la vegetación que predominaba. En alguna ocasión algún ciervo se asomó con curiosidad a ver a esos seres que perturbaban su placida vida.
Las dunas iban cambiando de formas y tamaños. Según nos adentrábamos iban ganando vegetación.
La "pista" iba ascendiendo entre dunas y niebla. En algunos momentos no se veía a más de tres metros de distancia y solo el conocimiento del terreno era la solución para no perderse...
Entre la niebla apareció la vegetación y la vida animal.
El corredor que usan los romeros está marcado con estacas y atraviesa una zona casi desértica.
Hicimos otro giro y cruzamos en una zona de bosque bajo o más bien matorral, para salir a un espacio casi desértico donde está marcado mediante unas estacas un corredor por el que cruzan los romeros que hacen la peregrinación desde Almonte hasta la aldea del Rocío. Luego volvimos a girar y nos adentramos en un pinar que anticipaba la llegada a las marismas.
El pinar previo a las marismas estaba repleto de gamos y ciervos.
Las marismas, que en esta época de año deberían estar repletas de aves, aparecían secas y desoladas. Una verdadera lástima.
El pinar era un hervidero de vida... Ciervos y gamos se dejaban fotografiar con cierto recelo - siempre con un ojo mirando al frente - pero además, aunque no nos acercamos como para verlos, podemos encontrar linces, jabalís, conejos, jinetas, lirones, nutrias, zorros, tejones... Bueno, un enorme jabalí sí que llegué a ver, pero no pude fotografiarlo.
Lo que daba verdadera lástima eran las marismas. Un espacio que en esta época del año debía estar rebosante de agua y con ella miles de aves como, garzas, patos, abubillas, cigüeñas, gaviotas, avefrías, etc., etc., lo encontramos seco con ese color rojizo que da una hierva que nace con la sequía. El guía nos dijo que, con el cambio climático, cada año se va retrasando más la llegada de la lluvia y, con ella, la de las aves. Pero, no se "mojó" en reconocer que el mayor problema de Doñana está en el mismo Doñana. Sí amig@s, tienen que abastecer las necesidades turísticas de cuatro señoritos andaluces que explotan el veraneo en Matalascañas. Para que ellos tengan agua a mansalva, puedan regar a diario sus campos de golf y tengan las piscinas siempre llenas, las marismas del parque se secan. Ese es el mayor problema. Sí, reconozco que el cambio climático está ya aquí, con nosotros, pero, en esta ocasión, lo utilizan para enmascarar la verdadera "enfermedad" del parque: el robo de agua para el turismo.
Dejamos atrás las marismas y, tras atravesar un amplio llano, pasamos frente al Palacio de Las Marismillas, lugar de veraneo de los presidentes del gobierno. Más adelante llegamos al reconstruido poblado de La Plancha, un antiguo asentamiento que ocupaban los pescadores. Actualmente se pueden ver algunas de las antigua chozas marismeñas de jara y retama.
El poblado de La Plancha, el palacio de Las Marismillas y un ejemplar del toro marismeño.
Allí, en el poblado, paramos un rato para estirar las piernas y ver el pantalán que sirve para subir al barco que cruza a Sanlúcar de Barrameda, provincia de Cádiz, en la otra orilla del río Guadalquivir o, como lo llamaban los árabes, al-wadi al-kabir, el río grande.
Parte del pantalán o embarcadero a orillas del Guadalquivir. A la derecha, la salina de Sanlúcar de Barrameda.
Desde allí, iniciamos el regreso hacia el punto de partida en el Acebuche. Río abajo, llegamos hasta la desembocadura del Guadalquivir. En la orilla gaditana, los pueblos de Sanlúcar de Barrameda y Chipiona despiden al caudaloso río antes de verter sus aguas en el Océano Atlántico. En la orilla onubense, playa salvaje y torreones de vigilancia de la Edad Media y la línea de defensa que instaló el dictador para "defenderse de la libertad".
Las playas de Huelva, uno de los bunkers y, a la derecha, Chipiona.
El punto dónde río y océano se encuentran. Al fondo el faro de Chipiona.
Un "coquinero" buscando la famosa coquina. Al fondo el Weisshorn partido en dos.
Como tod@s l@s donostiarras, estoy acostumbrado a esa imagen. El río se encuentra con la mar y se entregan como dos amantes apasionados... Desde nuestro vehículo contemplaba el espectáculo, las aguas mansas del Guadalquivir se entregaban al Atlántico y, al fondo, el faro de Chipiona, se alzaba sobre el horizonte testigo de ese romance infinito...
Luego la estampa de los "coquineros", peleando a brazo tendido contra el embate de las olas, completaba una típica postal marinera. En la línea donde el cielo y la mar se hacen uno, la silueta del barco de bandera chipriota llamado Weisshorn, nos hace recordar que al mar, como dejó escrito ese poeta llamado L. E. Aute, "no lo sujetan cadenas, ni se detiene ante el fuego"...
El 27 de febrero de 1994, cargado con 6.080 toneladas de arroz procedente de Bangkok, el Weisshorn, iba a remontar el río Guadalquivir con destino al puerto de Sevilla. A la altura de Chipiona, debido a un fuerte temporal, el navío se vio arrastrado por el viento y el oleaje hasta una zona poco profunda conocida como "Bajo Picacho", donde quedó encallado en la plataforma continental, provocando vías de agua. El arroz se infló con el agua del mar hasta el punto de abollar las puertas metálicas que lo guardaban. Tras unas horas, acabó partiéndose en dos y la tripulación huyó hacia las costas de Chipiona. Hoy día es conocido por los lugareños como "el barco del arroz".
Distintas especies de aves marinas en el camino de regreso al punto de partida en el Acebuche.
El regreso a el Acebuche fue por la playa. Unos 15 Km. de recorrido que nos dieron - además de algún susto con los botes - para hacer unas cuantas fotografías de aves. Una mañana muy bonita, fue un acierto coger esta excursión, creo que ambos disfrutamos mucho y fue muy agradable e instructiva.
Llegamos al Centro de Visitantes a eso de las 13:00 horas. Nos despedimos de la gente y cogimos el coche para ir al aeropuerto de Sevilla y devolverlo según lo acordado. Hicimos los 80 Km. en apenas una hora. Un poco antes de llegar al destino llenamos el depósito y, posteriormente, entregamos el coche sin problemas. Todo estaba OK.
Allí mismo, en el aeropuerto, cogimos el autobús EA que, por 4 € por persona, nos llevó en unos 40 minutos hasta el mismo centro de la ciudad, concretamente nos dejó en la Torre del Oro. Desde allí unos 12 minutos a pie hasta el apartamento.
Cominos unas ensaladas de pasta que habíamos dejado en la nevera y algo de embutido. Acompañamos todo con unas cervezas y un yogur de postre. Luego, descansamos un rato... Hacía calor...
Sobre las 18:00 horas salimos a dar una vuelta por Sevilla. Nos dirigimos hacia el Puente de Isabel II o Puente de Triana para, desde allí, hacer alguna panorámica de la ciudad. Enseguida la luz empezó a decaer y nos pilló la mágica "hora azul".
Panorámica desde el Puente de Isabel II. A la derecha, la Capilla del Carmen en la entrada a Triana.
La noche se nos echó encima al cruzar el puente. Pasamos junto a la Capilla del Carmen y dimos una pequeña vuelta por el barrio trianero. Las terrazas estaban llenas y era casi imposible sentarse a tomar una cerveza.
La fuente de Híspalis juto a la Puerta de Jerez.
Fuimos paseando río abajo hasta el siguiente puente, el llamado Puente de San Telmo. Tomé nota porque, desde allí, había una fotografía muy bonita para hacer al atardecer. Caminamos hasta la Universidad de Sevilla y giramos hacia el este para ver la Plaza de España y los Jardines de María Luisa. Pero... "Nuestro gozo cayó en un pozo". El acceso a la plaza estaba cerrado por culpa de un concierto. Luego nos enteramos que toda esa semana cerraban el acceso a las 16:00 horas por ese mismo tema. !¡ Vaya putada !¡
El parque también se cerraba por la noche, así que, viendo que no era nuestra tarde de suerte, pusimos rumbo hacia el casco antiguo. Por el camino hicimos una pausa para tomar una cerveza, la ciudad estaba a tope de gente...
Poco a poco regresamos al apartamento. Preparamos unas ensaladas, añadimos unos huevos cocidos y cenamos tranquilamente mientras cambiamos impresiones sobre lo vivido a lo largo del día. Recogimos todo y, tras descargar las fotos y darnos una relajante ducha, nos fuimos a descansar. Mañana tocaba la visita a Itálica...
Sevilla - Itálica - Sevilla
Nos levantamos a las 07:15 horas. Una ducha rápida y a desayunar tranquilamente con yogur, bollos y un buen café con leche. Cogimos las mochilas y salimos hacia la estación de autobuses de la Plaza de Armas.
Allí cogimos el bus nº 170 que te lleva hasta la localidad de Santiponce donde se hayan las ruinas de la antigua ciudad romana de Itálica. El bus sale desde el andén nº 41. Te deja en la misma entrada al conjunto arqueológico, tarda algo menos de media hora y cada billete, que puedes pagar en el mismo autobús, cuesta 1,65 €. La entrada al yacimiento es gratuita, pero, al igual que en Madinat al-Zahra, os aconsejo coger una visita guiada o un free-tour como hicimos nosotros. En esta ocasión fue con la empresa Civitatis.
La reserva del free-tour por Itálica de la mano de Civitatis.
Teníamos la visita a las 10:00 horas. Llegamos con más de media hora de adelanto, así que, en un bar sito frente a la entrada, nos tomamos un café tranquilamente… Luego, sobre las 09:45 entramos al recinto. En la entrada nos encontramos con el guía de Civitatis, un chico muy campechano llamado Cesar. Como le dijo Rosa, en un comentario jocoso, el nombre la venía que ni pintado para presentar la ciudad donde nacieron Trajano y Adriano…
La entrada al yacimiento arqueológico te recibe con este busto de Trajano y algunas estatuas de la época.
Los bustos de Adriano y Trajano.
Una sección de la Columna de Trajano regalada por Rumanía (Dacia).
Exquisitas figuras de desnudos clásicos romanos.
Hicimos un poco de tiempo visitando, por nuestra cuenta, el formidable anfiteatro que se conserva en muy buen estado. A esa primera hora apenas había gente y pude hacer algunas fotos sin necesidad de incorporar a las personas en ellas. También me pude acercar a ver el área de interpretación y hacer algunas fotos de bustos y algunas esculturas rescatadas de las excavaciones y que allí dentro guardan. Luego, a las 10:00, Cesar se presentó al grupo que ya estaba formado por completo. Nos puso en situación…
Itálica fue la primera ciudad romana fundada en Hispania y también fuera de territorio italiano. Al finalizar la segunda guerra púnica en Hispania, Publio Cornelio Escipión “el africano” asentó a los soldados heridos en una ciudad de origen fenicio y habitada por los turdetanos -cuyo nombre original se desconoce-, en la zona alta del valle del Guadalquivir, en la ribera oeste del río Betis, ubicada a medio camino entre las también ciudades turdetanas de Hispalis (Sevilla) e Ilipa (Alcalá del Río), y seguramente portuaria.
La ciudad alcanzó su periodo de mayor esplendor a finales del siglo I y durante el siglo II, desde los reinados de Trajano y Adriano, los dos nacidos en Itálica, lo que reforzaría mucho el indudable prestigio que ya tenía en Roma la vetusta colonia hispana. Ambos emperadores, que sin duda debieron en buena parte su ascenso al trono al importante grupo de presión hispano existente en el senado romano desde al menos la época de Claudio y Nerón, fueron particularmente generosos con su ciudad natal, ampliándola y revitalizando su economía. Adriano fue quien le otorgó el rango de colonia después de que los habitantes se lo solicitaran, el emperador además la embelleció con excelentes edificios públicos.
La ciudad vieja de Itálica, la que fundó Trajano, se encuentra bajo el pueblo de Santiponce. Lo que vemos en el Conjunto Arqueológico es la ampliación que, aunque comenzada por Trajano, construyó Adriano hacia el norte. La “ciudad vieja” es la que más continuidad tuvo, llegando hasta los tiempos de la ocupación musulmana cuando tuvo lugar, en el siglo X, su despoblamiento y abandono definitivos. Son muy pocos los restos romanos conocidos de ella, los principales son el teatro y las llamadas "termas menores" o "de Trajano".
Es durante el gobierno de Adriano cuando la propia ciudad solicita del emperador cambiar su ventajoso estatuto municipal romano por el de colonia romana. A raíz de dicha concesión pasó a llamarse Colonia Aelia Augusta Itálica, en honor de Adriano, títulos que suelen aparecer abreviados como C.A.A.I.
Después de la introducción comenzamos con el tour... Lo primero que vimos fue el anfiteatro.
Una panorámica del maravilloso anfiteatro romano de Itálica.
Detalles de los fosos de las fieras, los accesos y las ofrendas a la diosa de la justicia Némesis.
Todavía está bastante entero. En la parte central de la arena se pueden ver los fosos donde se alojaban las fieras. En aquel entonces se trataba de osos, lobos, toros... No parece ser que hubiese leones y otros grandes felinos como en Roma. Entramos a sus entrañas y vimos la sala VIP, donde los nobles se juntaban para comer, beber y aliviarse de todas las maneras, tanto escatológica como sexualmente. Allí mismo, tenían una letrina que aún se puede ver y según parece estaba todo rodeado de cómodos colchones para retozar sin miramientos... !! Qué asco de vida ¡¡ ¿ Verdad ?
La avenida principal, los mosaicos y el sistema de evacuación, con las letrinas, a la derecha.
Desde el anfiteatro se entraba en la ciudad por una ancha avenida que ascendía ligeramente. Por debajo de ella, todo un intrincado sistema de alcantarillado recogía, por un lado, el agua de lluvia y por otro las fecales. Verdaderamente, estaba todo muy bien estudiado. Simplemente, la fuerza de la gravedad hacía gran parte del trabajo. Cesar venía muy bien preparado, con unas presentaciones en las que superponía las imágenes actuales con unas recreaciones de cómo podía ser la ciudad en aquel entonces. Nos ayudaba mucho a ver su estado original, pero, sobre todo a los críos -que había varios- les dejaba alucinados la transformación que sufrían las ruinas que ellos veían. Me gustó mucho el detalle.
Arriba, en la explanada, las casas de los más acomodados lucían enormes habitaciones adornadas de mosaicos en sus suelos. Un trabajo minucioso que daba "caché" a sus propietarios.
Ricas casas de nobles, adornadas con suelos de mosaico, jardines y grandes habitaciones. A la derecha la imagen de Adriano.
Y cuando estábamos disfrutando de la ciudad, llegó la gran aberración. El Templo de Adriano atravesado literalmente por la carretera de acceso al cementerio municipal instalado en pleno corazón de la zona arqueológica... ¡¡ Por Dios !!
Por ese motivo, Itálica, no podrá ser nunca -mientras no solucionen muchos problemas - candidata a Patrimonio Universal de la UNESCO, porque no cumple los mínimos que estos exigen.
En la fotografía aérea de la izquierda se puede ver como la carretera del cementerio corta por la mitad el Templo de Adriano. Pero, también me parece a mí, que otra falta de respeto hacia la población en general es no dejar ver -si no es con una visita privada- el maravilloso teatro romano que tienen en Santiponce y que pertenece a la ciudad vieja de Itálica.
Imagen aérea de Itálica.
El teatro romano de Santiponce. Arriba, a la derecha, Itálica.
Tras estos comentarios continuo con el relato...
Recorrimos la parte alta y fotografiamos la estatua de Adriano. Allí arriba, Cesar dio por terminada la visita, invitándonos a acercarnos a las termas y explicando, como todos sus compañer@s de los free-tours, la política de honorarios que ell@s utilizan. Nosotros le dimos los 10 € por persona que solemos dar y nos despedimos del grupo.
El tour acabó a las 11:45 horas y fuimos a visitar una zona abierta que Cesar no nos enseñó.
Allí se encontraba una zona de baños y termas. En realidad, eran unos espacios cuadrangulares de piedra sin decoración alguna ya que estaban bastante expoliados. Desde allí salimos en dirección a la parada del autobús para regresar a Sevilla. El bus tardó una barbaridad y no llegó hasta las 12:45.
Los baños y termas de Itálica.
Fuimos hasta la Plaza de Armas y allí, en la calle aledaña, cogimos el bus nº 3 hasta la Plaza de España. Habíamos quedado en ir a ver actuar a mi sobrino Javi…
Llegamos en apenas cinco minutos. Cruzamos el Parque de María Luisa y entramos en la espectacular plaza, una de las más bonitas que he visto. Allí, en la zona central de los arcos, se barruntaba jaleo…
Una guitarra flamenca, acompañada por una caja de percusión, el taconeo y la voz “rota” de una joven que cantaba mientras se acompañaba de las palmas, nos llamó la atención como a decenas de persona más…
Allí estaba Javi, dándolo todo, abrazado a las curvas de su guitarra, sacándole unos maravillosos acordes mientras acariciaba las cuerdas con fuerza, pero con mimo, haciéndolas “hablar”, con la confidencia de dos amantes que, sin necesidad de decirse nada, se dicen todo. Mi sobrino doblado junto a ella, parecía susurrarle. La guitarra le contaba una historia… Lloraba… Los dedos y las cuerdas, en total armonía, parecían provenir del mismo cuerpo...
La actuación de flamenco en la Plaza de España. A la guitarra mi sobrino Javi Gómez "el cuadrau".
Estuvimos viendo algunas piezas. Luego, Rosa se quedó disfrutando del espectáculo y yo me moví un poco para hacer algunas fotos de la plaza, dado que a las 16:00 la cerraban y ya no se podía entrar. Subí a la planta superior para coger algo de perspectiva y desde allí hice esta panorámica.
Panorámica de la maravillosa Plaza de España, una verdadera joya de estilo de arquitectura regionalista. Una corriente española de los siglos XIX y XX .
Es un conjunto arquitectónico enclavado en el parque de María Luisa. Fue proyectada por el arquitecto Aníbal González. Se levantó entre 1914 y 1929 como una de las construcciones principales de la Exposición Iberoamericana de 1929. Constituye el edificio más grande de todos los que se levantaron en la ciudad durante el siglo XX. En las paredes de la plaza se encuentra una serie de 48 bancos que representan, por orden alfabético, cuarenta y seis provincias españolas peninsulares (todas excepto Sevilla) y los dos archipiélagos (Canarias y Baleares), con su escudo, un mapa y un paño de azulejo pisano con hechos históricos destacados de ese territorio.
Vista general de la plaza y, a la derecha, el paño azulejado representando a mi provincia: Gipuzkoa (Guipúzcoa).
Acabaron de tocar pasadas las 14:30 horas. Nosotros fuimos por delante porque Javi tenía que ir por su casa a dejar la guitarra, cambiarse de ropa y asearse un poco. Quedamos en reunirnos en la Plaza del Salvador para ir a comer. Nos quería llevar a un sitio que el conoce, pero estaba "hasta la bandera", como todo Sevilla. Al final, casi no pudimos ni elegir, dando vueltas de un lado a otro, todo a tope y con colas para entrar... Finalmente, no recuerdo dónde, conseguimos una mesa de una cuadrilla que se levantaba. Nos sentamos. No recuerdo el nombre del restaurante, pero comimos bien. Unos chopitos, ensalada, unas carrileras y algo de pollo que debía ser especialidad de la casa. Todo rico. Hablando con mi sobrino, hacia varios años que no nos veíamos, se alargó la sobremesa con café y unos chupitos, hasta eso de las 18:00 horas que nos despedimos.
Fuimos hacia el apartamento. Rosa quiso quedarse a descansar un rato y yo salí para ver la zona de la catedral, la Giralda y, aunque al día siguiente teníamos un free-tour por allí, perderme un poco a mi bola por el barrio de Santa Cruz, antigua juería de Sevilla.
La entrada a la Catedral, la Giralda y la parte trasera con las muralla del Alcázar.
La Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Sevilla es un templo católico de estilo gótico. Se trata de la catedral más grande del mundo en ese estilo. La UNESCO la declaró en 1987, junto al Real Alcázar y el Archivo de Indias, Patrimonio de la Humanidad y, el 25 de julio de 2010, Bien de Valor Universal Excepcional.
Según la tradición, la construcción se inició en 1401, aunque no existe constancia documental del comienzo de los trabajos hasta el año 1433. La edificación se realizó en el solar que quedó tras la demolición de la antigua mezquita aljama, cuyo alminar y patio aún se conservan. El templo acoge los restos mortales de Cristóbal Colón y de varios reyes de Castilla: Pedro I "el Cruel", Fernando III "el Santo" y el hijo de este, Alfonso X "el Sabio".
Por su parte, la Giralda, es el nombre que recibe la torre campanario de la catedral de Santa María de Sevilla. La parte inferior de la torre corresponde, como he dicho antes, al alminar de la antigua mezquita de la ciudad, de finales del s. XII, en la época almohade. Fue construida a semejanza del alminar de la mezquita Kutubia de Marrakech (Marruecos), aunque el remate superior, de estilo renacentista , es una construcción sobrepuesta en el s. XVI, en época cristiana, para albergar las campanas.
Las obras se iniciaron en el año 1184 bajo la dirección del arquitecto Ahmad Ben Baso. La torre tenía una altura de 82 m. Las obras concluyeron el 10 de marzo de 1198, con la colocación de cuatro bolas de bronce dorado en el remate superior de la torre. A raíz de un terremoto ocurrido en 1365 se perdió la antigua esfera original de cobre que la coronaba. En total, hoy día, mide 94.69 metros de altura.
En su cúspide se halla la estatua de bronce que representa el Triunfo de la Fe y que tiene función de veleta, el Giraldillo. Este es el nombre popular que recibe la escultura que corona la Giralda y que alegoriza, de forma femenina, la victoria cristiana ante los árabes.
A mí, como en todas estas construcciones, me llamaron la atención las gárgolas...
Algunas de la gárgolas de la Catedral de Sevilla.
Era tarde para entrar a la Catedral, de todas formas, la cantidad de gente que encontrabas por todos los rincones te echaba para atrás, así que, pasé de entrar y me dejé llevar por mi intuición hacia el seductor pasadizo que, desde un lateral del Alcázar, daba acceso al barrio de Santa Cruz, el barrio judío...
Simplemente me "perdí" por las calles, dejándome ir, sin datos, sin fechas, tan sólo observando los estrechos y floridos callejones, los viejos muros que guardan miles de historias escritas en sus rojizos ladrillos. El embrujo de este barrio me transmitía una sensación de paz. El magnetismo que ejercía era tal que caí como embrujado por el olor a jazmín, el paso relajante sobre sus calles empedradas y un silencio roto en ocasiones por un comentario que salía desde alguna ventana.
Un paseo para entrar en situación... Mañana, en el tour por esos mismos lugares, ya nos darían datos.
Rodeé el famoso barrio y salí de nuevo a la parte trasera de la Catedral. Me encaminé hacia el Guadalquivir buscando la fotografía que ayer se me había quedado sin hacer.
El acceso a la judería por el callejón del antiguo Patio de las Banderas del Alcázar.
Callejones del barrio de Santa Cruz.
De camino pasé por la "abandonada" y poco reconocida Torre de la Plata. Esta es "hermana" de la famosa Torre del Oro, pero, para su desgracia no tuvo su misma suerte.
La Torre del Oro es una torre albarrana situada en la margen izquierda del río Guadalquivir, construida entre 1220 y 1221 por los almohades. Está formada por tres cuerpos, el primero es un polígono de doce lados que mide de ancho 15.20 m. Del segundo cuerpo, hay diversas opiniones que dicen que fue mandado construir por Pedro I el cruel en el siglo XIV. El cuerpo superior, cilíndrico y rematado en cúpula dorada, fue construido en 1760. Su altura total es de 36 m. Posiblemente su nombre en árabe era Borg al Azahar, en referencia a su brillo dorado que se reflejaba sobre el río. Se llamó Torre del Oro desde la época almohade. Alfonso X cuando narra la conquista de Sevilla ya la nombra como Torre del Oro, claramente por el brillo producto del mortero de cal y paja prensada que presentaba. A pesar de ello, existen varias leyendas sin ninguna prueba consistente y por tanto falsas. Algunas de estas leyendas falsas dicen:
-
que la torre se encontraba cubierta de azulejos que brillaban con la luz del sol.
-
que el rey Pedro I guardó en la torre tesoros de oro y plata.
-
que dada la proximidad al Muelle de la Aduana, durante la conquista de América, decían que se llamaba así porque en ella se almacenaba el oro que de allí traían, pero, ese oro, se guardaba en una estancia de la Casa de la Contratación o Cuarto del Tesoro.
En la actualidad se encuentra en buen estado de conservación y alberga el Museo Naval de Sevilla.
La Torre del Oro.
Nota:
Una torre albarrana es una torre que forma parte de un recinto fortificado con el que está comunicada, aunque generalmente exenta de la muralla y conectada a esta mediante un pequeño arco o puente, que pudiera ser destruido fácilmente en caso de que la torre cayese en manos del enemigo.
La Torre de la Plata.
La Torre de la Plata es una torre octogonal del siglo XIII, situada en la calle Santander, que se unía por un paño de la muralla de la ciudad (parte del cual fue derribado en 1821) a la Torre del Oro. En tiempos de Alfonso X, era también conocida como Torre de los Azacanes. En el siglo XVIII, fue prácticamente ocultada por la construcción de una serie de viviendas. Fue restaurada parcialmente en 1992. Se encuentra en un pésimo estado y en la actualidad un muro de nuestra época divide un patio adyacente con un aparcamiento.
Poco a poco se iba echando la luz del sol. Le llamé a Rosa para ver que quería hacer y si pasaba a recogerla o quedábamos en algún sitio para tomar algo, pero me dijo que no le apetecía salir y que subiese algo para cenar y alguna cerveza...
Pero, antes de volver al apartamento, me acerqué hasta el Puente de San Telmo y esperé unos minutos para poder hacer la panorámica que abre este Diario de Viaje. Me gustó como quedó...
Luego, con el trabajo hecho, puse rumbo al apartamento para volver con mi compañera. Compré las cervezas y unas ensaladas y subí para cenar con ella.
Así terminó la penúltima jornada del viaje. Cenamos, descargué las fotos y, tras una ducha, nos tumbamos a descansar. Estaba molido, no había parado en todo el día...
Sevilla
Este era nuestro último día en la ciudad. Hoy nos tocaba el free-tour por el barrio de Santa Cruz, la antigua judería de Sevilla hasta el siglo XV, cuando en 1483, fueron expulsados de las diócesis de Sevilla, Cádiz y Córdoba por un edicto
inquisitorial. Pero de eso hablaré más adelante, cuando nos metamos en "harina"...
Nos levantamos sobre las 08:00 horas. El tour partiría desde la Puerta de Jerez, junto a la Fuente de Híspalis, a las 10:00 de la mañana. Desayunamos tranquilos, recogimos todo un poco y, tras una ducha, salimos a la calle con las cámaras de fotos... La mañana era espléndida, pero se notaba que iba a calentar. Al ser domingo, las calles, como en todas las ciudades, despertaban con otro "ritmo metabólico" que contagiaba al personal a tomarse las cosas con más calma. Había mucha gente, sí, pero todo funcionaba más pausadamente... De todas formas, a eso de las 09:15 las terrazas ya estaban repletas sirviendo desayunos. Nosotros, también, fuimos relajadamente hasta el punto de encuentro...
La Catedral con la Giralda y la muralla del Alcázar.
A eso de las 10:10, después de formarse el grupo, arrancamos el tour camino del callejón por donde yo había entrado la tarde anterior, en el antiguo Patio de Banderas del Alcázar.
El callejón que lleva desde el Patio de Banderas del Alcázar a la judería.
Logo de Caminos de Sefarad.
Nos explicó que el patio tenía ese nombre porque, antaño, era donde se recibía a las representaciones de otros condados y reinos, desplegándose allí sus estandartes y banderas y por ese motivo, lógicamente, se llamaba así. Luego, cruzamos el pasadizo y nos metimos en el mundo mágico de la antigua judería, el barrio de Santa Cruz. Encontramos el símbolo que puedes ver en todas las juderías del estado (también, lo vimos en Córdoba), con el que se confirma que allí hubo asentamiento judío. "Caminos de Sefarad" es una asociación constituida por municipios que cuentan, en sus conjuntos medievales, con un patrimonio histórico, artístico, medioambiental y cultural, herencia de las comunidades judías que los habitaron.
Calles y callejones del Barrio de Santa Cruz.
Pasamos por la calle de la carne y el callejón del agua, para detenernos en una calle donde, en una de sus paredes, luce una calavera. Es la calle Susona, antigua "Calle de la muerte". De esta forma aprovechó a contarnos la leyenda de "la bella Susona".
Cuenta la leyenda:
... que un grupo de judíos, hatros de la represión que sufrían, tramaron una conspiración para desestabilizar al Estado. Uno de sus cabecillas fue un "marrano" llamado Diego Susón, banquero de Sevilla. Los conspiradores se reunían en casa del banquero para tramar un plan que provocase desórdenes, beneficiase el poder musulmán y llevase a cabo levantamientos violentos en las principales ciudades. Sin embargo, Susona Ben Suson, conocida como "la fermosa hembra", hija del banquero, estaba enamorada de un caballero cristiano que la rondaba. Una noche la joven oyó al grupo conspirar contra los cristianos y no perdió el tiempo para ponerlo en conocimiento de su amado. El cristiano, acudió raudo a dar parte a las autoridades para informar de lo que le había contado Susona. Diego de Merlo, asistente mayor de la ciudad, acudió con tropas a una de las reuniones y arrestó a todos los judíos del grupo, que fueron condenados a muerte.
Susona creyó enloquecer al verse abandonada por el cristiano y haber traicionado a su padre. Se confesó con el arcipreste
y fue bautizada. Posteriormente, se retiró varios años a un convento a pagar en silencio su traición. A su muerte dispuso en su testamento que su cabeza fuera colgada de la puerta de su casa, en el barrio Santa Cruz, para recordar a la gente su traición. La cabeza permaneció ahí, al menos, hasta el año 1600. En la actualidad un azulejo muestra la calavera.
El azulejo de la calavera.
Nota:
En Sevilla en esas fechas del s. XV, se llamaba "marranos" a los judíos conversos. No por convertirse dejaban de practicar la fe judía.
Así, entre historia y leyendas, fuimos recorriendo el barrio. Llegamos a la Plaza de los Venerables. En este lugar, típica placita andaluza adornada con naranjos, bancos de cerámica y bordeada de viejas casas, se ubicaba el antiguo Hospital de los Venerables Sacerdotes, de ahí, evidentemente, procede su nombre. Aunque también podría haber sido bautizada como plaza de don Juan Tenorio, pues se rumorea que la historia amorosa del conquistador de doña Inés nació aquí, en una taberna sita en un rincón de esta plaza.
La taberna y el azulejo que hace referencia a Don Juan Tenorio.
Posteriormente, tras recorrer una encrucijada de callejuelas, salimos a la Plaza de los Refinadores, donde hay una estatua del propio Don Juan Tenorio y terminamos saliendo a una embriagadora plaza llena de jazmines y naranjos con una enorme cruz de forja en medio de ella... la Plaza de las Tres Cruces o el Calvario.
Naranjos y jazmines en la Plaza de las Tres Cruces.
La iglesia de Santa Cruz, un patio típico y un "tablao flamenco".
De allí nos dirigimos a la antigua sinagoga mayor, hoy reconvertida en la Iglesia de Santa Cruz. Una verdadera pena que se tenga tanta información de como era la judería y, sin embargo, respetasen tan pocas cosas de aquella época de la historia. Aunque suene un poco fuerte decirlo, pienso que, el primer genocidio contra los judíos la protagonizó la "católica" reina Isabel I de Castilla con sus "santos" ejércitos de la Inquisición...
Allí, en la iglesia termino el tour. Le dimos 20 € a la guía y nos despedimos del grupo. Decidimos adentrarnos de nuevo por el barrio para, callejeando, llegar a la plaza donde está la Giralda. Antes, en una taberna, nos tomamos una cerveza mientras comentábamos anécdotas de la mañana.
Luego, compramos dos raciones de arroz, para llevar, en un establecimiento frente a la Giralda y nos fuimos al apartamento a comer. El arroz estaba bastante bueno.
Después de comer nos tumbamos un rato a descansar para luego afrontar la última tarde en la ciudad. Tras estirar un poco las piernas, a eso de las 16:30 nos vestimos y salimos en dirección a la Plaza de España. Teníamos pendiente un paseo por el Parque de María Luisa...
Decidimos ir andando, era temprano y tampoco teníamos otra cosa que hacer. La tarde era maravillosa y la ciudad estaba repleta de gente. Era domingo, así que, eso también se debía notar...
El parque de María Luisa es uno de sus pulmones verdes de Sevilla. Se inauguró el 18 de abril de 1914 como parque urbano Infanta María Luisa Fernanda. Estos espacios, que en principio formaban parte de los jardines privados del palacio de San Telmo, fueron donados a la ciudad en 1893 por la infanta María Luisa Fernanda de Borbón, esposa del duque de Montpensier. El parque tiene una extensión de 34 hectáreas, goza de una gran variedad de especies de árboles y algunas zonas extensas de hierba. También contiene gran variedad de aves, como pavos reales, pajarillos, cisnes y patos. En la zona norte se encuentra la Plaza de España y en la zona sur la Plaza de América.
Entramos al parque por la puerta del lado oeste o Avenida de María Luisa.
Distintas tomas del Parque de María Luisa.
Atravesamos el espacio hacia el sureste. En uno de sus jardines nos paramos a contemplar las escenas que el parque ofrecía; el ajetreo las familias paseando en los triciclos, el barullo de los niños jugando, el eco de los cascos de los caballos tirando de las calesas, el infinito silencio de las parejas que se hacían "arrumacos" tirados en la hierva... Pasamos un rato contemplando pasar la vida... Es curioso, un domingo tan habitual para muchos de ellos y tan especial para nosotros...
Rosa se quedó leyendo un rato bajo un emparrillado lleno de flores junto al Jardín de los Leones y yo me fui a dar una vuelta y hacer algunas fotos. Avancé hacia el sur y me encontré con el Monte Gurugú lleno de niños chillando... Más adelante me encontré con un bello edificio que resultó ser el Museo de Arte Mudéjar...
Rosa en uno de los jardines.
El Museo de Arte Mudéjar.
El Museo Arqueológico.
El Pabellón Real de la exposición Iberoamericana.
Había cruzado todo el parque. Me encontraba junto a un hermoso estanque. A mi derecha el Museo de Arte Mudéjar, a la izquierda el Museo Arqueológico, tras de mí el Pabellón Real y al frente un pequeño parque lleno de palomas. Estaba en la Plaza de América.
Desde allí volví, casi sobre mis pasos, al Jardín de los Leones para encontrarme con Rosa. Nos reunimos, charlamos un rato mientras bebíamos un poco de agua y, sobre las 19:30, iniciamos el regreso para la Calle Sagasta.
Habíamos quedado con mi sobrino para tomar unas cañas y despedirnos. Antes de ir a la Plaza del Salvador pasamos por el apartamento para dejar las cámaras y demás. Luego, a las 20:30 bajamos al punto de encuentro. Estuvimos un rato y nos despedimos con la promesa, por su parte, de que pronto subiría a Donostia a hacernos una visita...
Nuevamente en el apartamento nos dispusimos a recoger todo para la partir a la mañana siguiente. Descargué las fotos mientras cenábamos lo poco que quedaba por allí, preparamos un café para desayunar antes de irnos y, tras una ducha, nos fuimos a descansar. El viaje llegaba a su fin.
Sevilla - Bilbao - Donostia
Bueno, se acababa la aventura andaluza. Se me había hecho largo desde esa última vez que habíamos compartido viaje y, ahora, los días habían pasado rápido, muy rápido. Pero, esos dos largos años de pandemia, confinamientos y vacunas,
ya habían quedado atrás. Lo de ahora había sido un abrir y cerrar de ojos... Un precioso y efímero sueño que, de ahora en adelante, había que empezar a repetir...
Nos levantamos a las 07:45. Teníamos todo preparado, así que, tras una ducha, fue desayunar, acabar de recoger lo que habíamos manchado y a las 08:30 salimos hacia la estación de autobuses de la Plaza de Armas para coger el autobús EA para ir al aeropuerto. Sabíamos que salían cada media hora y que tardaba algo menos de una en llegar a la terminal. El vuelo era a las 11:20 así que andábamos con tiempo de sobra.
Cogimos el bus de las 09:00 justo, justo, bueno, nos sobraron un par de minutos ;-) La verdad es que la caminata hasta la estación se me hizo larga... Viajaba bastante gente. Tardó una barbaridad en salir del centro de Sevilla, además, en algunas paradas, subía gente sin efectivo y tardaba mucho en gestionar el pago con la tarjeta de crédito... Empecé a agobiarme, no porque se hiciese tarde, sino porque el autobús llevaba muchos pasajeros y me agobiaba la mascarilla...
Para colmo, en la parada de la estación de Santa Justa se llenó hasta la bandera... Subió una avalancha de gente tal, que estuvimos parados casi diez minutos.
La tarjeta de embarque del regreso.
Tardamos 1h 20 m en llegar al aeropuerto... ¡¡ Menos mal que íbamos con tiempo de sobra !! Finalmente todo salió bien y pasamos los controles sin ningún contratiempo. Tardaron un buen rato en poner la puerta de embarque. Al final por al puerta 8.
Embarcamos con preferencia y nos acomodamos. El vuelo VY2511 transcurrió sin novedades reseñables en un Airbus 320 de Vueling.
Llegamos a Bilbao a la hora establecida. El transporte de Lurraldebus llego casi de seguido y para las 14:45 estábamos en Astigarraga.
Dos nuevas ciudades de la geografía española, unas vacaciones que sirvieron para romper la mala inercia del "miedo" que había dejado la pandemia en mi compañera y volver a coger la rutina de volar y viajar por lo menos una o dos veces al año...
¡¡ ... y olé !!
© F. J. Preciado 2021