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"La vida, como la fotografía, consiste en positivar lo negativo"

Octubre de 2019

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Tenerife y El Hierro

Canarias: las vacaciones más merecidas

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En la mitad de la foto el pico del Teide que, con sus 3.718 m de altura, se alza imponente en el centro de la isla de Tenerife.

  Si había una ocasión en la que se necesitaban unas vacaciones, desde luego, era esta. Tras dos meses de mucho stress y mucha tensión, esta escapada se antojaba perfecta. Estaba hablado desde hacía tiempo, casi desde el regreso de China y las reservas hechas desde julio pero, hasta el último momento, no supimos con exactitud si podríamos ir. Al final se solucionó todo y pudimos viajar a las "islas afortunadas".   
 Volcanes, acantilados y playas de arena negra nos esperaban en El Hierro y Tenerife. Tras aguantar una presión que llegó hasta puntos inimaginables, la sensación de relax y tranquilidad fue un premio ganado a pulso. A partir de aquí, para alguien que yo sé, momento de disfrutar de una nueva forma de vida . . . ¡¡ Disfruta !!

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Las dos provincias de las Islas Canarias:
A la izquierda nuestro objetivo, Santa Cruz de Tenerife. A la derecha, Las Palmas de Gran Canaria.

  Parece que siempre empiezo los diarios con la misma cabecera... ¿Verdad? Tras un mes de mucha tensión; después de un verano duro; tras la incertidumbre de no saber si podríamos viajar...
Lo cierto es que los temas laborales siempre han estado muy presentes en nuestras salidas y en este viaje no podía ser de otra manera. No debería haber sido así pero, desgraciadamente, lo fue. Pero bueno, tras poner todo en orden pudimos realizar esta escapada que, como su título indica, eran "las vacaciones más merecidas."

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  Cuando preparé la salida a Tenerife, como de costumbre,  pensé un itinerario para aprovechar hasta el último minuto del viaje. A veces las cosas salen bien y otras veces (como en esta ocasión), por motivos meteorológicos, las cosas salen regular... 
> Día 1 ( 23 oct. ) : Acantilados de Taganana.
> Día 2 ( 24 oct. ) : Excursión a El Hierro.
> Día 3 ( 25 oct. ) : La Orotava y el Teide.
> Día 4 ( 26 oct. ) : Acantilado de Los Gigantes.
> Día 5 ( 27 oct. ) : El Médano y Montaña Roja.
> Día 6 ( 28 oct. ) : La Laguna y Santa Cruz.
  Este era el plan de viaje... Ahora os relataré lo que ocurrió.

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Bandera de Canarias

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Astigarraga - Bilbao - Tenerife

Cuando, entre los meses de julio y agosto, hice las reservas de los vuelos y los apartamentos, nadie de nuestro entorno nos imaginábamos el problemático, por no decir "dramático" fin de ciclo que iba a sufrir mi amiga Rosa.

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Tenerife desde el aire, con el Teide escondido entre las nubes.

  A lo largo de este camino de obstáculos que es la vida, te encuentras con gente rastrera, mal nacida, egoísta, mentirosa y dañina... Menos mal que también hay buenas personas que nos alegran y nos hacen la vida agradable... Pero bueno, dejaremos atrás estos malos ratos y entraré directamente en materia que, desde luego, es más divertido.

  Nada más llegar, nos dieron ganas de volvernos a casa. Era Jueves Santo y una enorme cantidad de gente abarrotaba el pueblo, como si estuviésemos en el mismo Torremolinos. Aparcamos donde buenamente pudimos y echamos a andar ladera arriba para hacer algo de hambre y esperar a ver si la gente iba dejando sitio. El campo estaba lleno de florecillas de todos las formas y colores. Le empecé a enseñar al crío los fundamentos de la fotografía macro, un difícil mundo que me apasiona.

  Había reservado por Internet una plaza de parking de larga duración en Parkia, una empresa privada, ya que todas las de AENA estaban reservadas. Nos iba a costar 53 €, un muy buen precio para una semana entera. Ya cerca del aeropuerto, les comenté a mis compañer@s que teníamos que mirar las instrucciones de entrada, pero se ve que no me entendieron y acabamos en la puerta principal del aeropuerto a las 06:35.
  Cerraban la facturación a las 07:05, así que, no sobraba nada. Rosa e Isabel se bajaron para ir adelantando pero, lo peor, era que no nos daba tiempo material para llevar el coche hasta el parking que se hallaba tras el Seminario, a unos 10 minutos en bus. 
¡¡¡ Buuuuhaaa !!! ¡¡ Que marrón !!
  Llamé por teléfono al parking para saber si podían venir a recoger el coche a la puerta principal y me dijeron que no. El embarque se cerraba a las 07:20, eran las 06:50 y no habíamos aparcado. Metimos el coche en el parking normal y fuimos "volando" a reunirnos con las mujeres. Isabel y Rosa acababan de facturar y nos dirigimos al control de seguridad. Nos hicieron sacar todo, cámaras, objetivos, ordenadores, cables... todo fuera de la mochila.
Una vez todo controlado avisé a la empresa del parking diciéndoles que no iba a acudir para que así, si fuese necesario, ocupasen mi plaza. Como el cargo se haría en el mismo parking, no pagamos nada. Finalmente, embarcamos justo a tiempo.
¡¡ Menudo stress !!

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  El Airbus A320 de Vueling, con el nº de vuelo VY3260, que ​nos llevaría al aeropuerto de "Los Rodeos", despegó con unos minutos de retraso. 
  Al cabo de un buen rato, ya relajados, nos saludó el Comandante. Nos decía que habíamos virado por Castro, ​pasamos por Burgos, Valladolid, Salamanca y Badajoz. Que saldríamos por la localidad portuguesa de Faro y luego, bordeando la costa de Marruecos, llegaríamos a Tenerife. Sufrimos ligeras turbulencias, bueno, en algún momento fueron más que ligeras y Rosa lo pasó bastante mal. A las 09:50 hora local, con total puntualidad y después de tres horas de vuelo, aterrizamos en Tenerife.

El primer paseo por la costa de Puerto de la Cruz.

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Escudo de Tenerife

  Tenerife es una isla del Océano Atlántico perteneciente a la comunidad autónoma de Canarias. Junto a La Palma, La Gomera y El Hierro conforma la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Con una superficie de 2034,38 km² y una población de 928 604 habitantes (2020) es la isla más extensa del archipiélago canario y la más poblada de España. Además, Tenerife es también la isla más extensa y poblada de la región de la Macaronesia (nombre que recibe el colectivo de los archipiélagos formado por Canarias, Azores, Cabo Verde, Madeira e Islas Salvajes).

La ciudad de Santa Cruz de Tenerife es la capital de la isla y de la provincia homónima, así como la capital de la Comunidad Autónoma de Canarias, compartiendo ese estatus con Las Palmas de Gran Canaria.​ En esta isla encontramos el Parque Nacional del Teide, lugar catalogado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. En él se encuentra la máxima elevación de España y tercer volcán más grande del mundo desde

su base en el lecho oceánico, el Teide.​ Por su parte, el Macizo de Anaga, por su riqueza natural y etnográfica, fue catalogado como Reserva de la Biosfera, también por la UNESCO, el 9 de junio de 2015. Se trata del paraje natural que mayor cantidad de endemismos tiene de Europa.

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Bandera de Tenerife

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Los apartamentos Seguro de Sol.

  Después de recoger las maletas, nos dirigimos a las oficinas de alquiler de coches pero, por allí, no veíamos la empresa TopCar. Pregunté en información y me dijeron que estaba en la segunda planta del sótano, es decir, S2. 

  Bajamos; el mostrador estaba en la misma puerta de acceso al parking. Allí, un joven nos atendió enseguida. Nos pidió la reserva y la documentación, tanto DNI como permiso de conducir. Nos cobró 42 € por un seguro que ya estaba pagado con antelación desde Booking. Nos dijo que, o pagábamos ese seguro o, debíamos dejar 680 € de depósito. Tuvimos que ceder porque el alquiler ya estaba pagado y no era cuestión de ponerse a buscar otra compañía. 
  Tras claudicar con ellos, nos asignaron un Renault Capture que, por lo menos, tenía navegador. Cargamos todo y pusimos rumbo a Puerto de la Cruz, concretamente a la Calle Hermanos Fernández Perdigón, donde estaban ubicados los apartamentos "Seguro de Sol".
​  Llegamos alrededor de las 12:00 del mediodía. Los apartamentos, "salpicados" dentro de una comunidad de vecinos, son pequeños pero con todos los servicios y muy bien ubicados en el centro de la ciudad, junto a paradas de autobús y un gran supermercado. Resultan bastante cómodos, sobre todo para "troteros" como nosotros que no paran más que para dormir. Uno de ellos estaba preparado y dejamos allí todas las maletas para salir a dar una primera vuelta de reconocimiento y comer algo.

  Estábamos bastante cerca del paseo marítimo. Bajamos por lo que llaman "el peñón del fraile" y llegamos hasta el borde del mar. No podíamos ver el Teide porque seguía escondido entre las nubes. Dimos un paseo, estirando las piernas, hasta el pequeño muelle que apenas puede albergar media docena de txalupas. Después, volviendo hacia el oeste, nos sentamos a comer en una taska llamada "La Pandorga".

  Puerto de la Cruz es el municipio en la isla de Tenerife donde comenzó el turismo canario. En el año 1886, en este pequeño puerto del valle de La Orotava, se estableció el primer sanatorio del archipiélago para acoger a los turistas enfermos. Fue además el primer centro turístico español de ámbito europeo. 
  En su inicio se le conocía como Puerto de la Orotava, por ser el principal punto de embarque del referido valle, aunque ya desde finales del s. XVI se le denominaba también como Puerto de la Cruz, porque los nuevos colonos colocaron una cruz en el recién construido muelle. En el censo de 2018, el municipio, contaba con 30.483 habitantes.

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Dos "viejos lobos de mar": uno disfrutando del presente y otro añorando su pasado.

  Eran las 13:15 horas, pero nosotros traíamos el horario de la península y por lo tanto la sensación de hambre estaba justificada. Nos sentamos porque vimos un menú del día que, por 9,90 €, daba bastante variedad y además alguna cosa que apeteció entre el grupo, como las sardinas asadas...

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Ensalada, calamares y sardinas asadas... Todo ello con sus "papas arrugás" y sus inseparables mojos. 

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La flora canaria nos daría mucho juego.

  Comimos tranquilamente y, tras un postre y un café, decidimos volver al apartamento para comprobar si ya estaban los dos operativos y así deshacer las maletas. Todavía había uno que estaba sin preparar y, por lo tanto, me puse en contacto por teléfono con el responsable para saber que pasaba. Nos dijeron que en apenas quince minutos estaría listo, así que, decidimos ir a por alguna cosa al supermercado para aprovechar el tiempo. 
  Cuando volvimos ya estaba la llave en la caja de seguridad situada junto a la puerta. Decidimos descansar hasta las 17:00 horas, para después salir nuevamente.

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La iglesia de Ntra. Sra. de la Peña de Francia.

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La plaza de la iglesia con sus árboles.

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Vista desde Parque Taoro.

  Después del descanso salimos hacia el Parque Taoro y la zona centro de la ciudad. Ciertamente, el parque nos decepcionó bastante. Una zona seca y desolada en su parte inferior, sin limpiar y sin adecentar. Cuando estábamos decididos a dar la vuelta, pregunté a una pareja que bajaba y nos dijo que subiésemos.

  Arriba encontramos un "chiringuito" y nos tomamos unas cervezas y refrescos. Charlamos un rato y más tarde emprendimos el descenso para visitar el centro. Desde arriba se veía la torre de una iglesia e Isabel quería verla. Era Ntra. Sra. de la Peña de Francia, un templo del siglo XVII que consta de tres naves separadas por columnas de tipo toscano romano y arquería de medio punto. La cubierta interior, de madera, está formada por artesonados mudéjares, típicos de la arquitectura religiosa canaria. Tras esta visita volvimos, poco a poco, por el paseo marítimo en dirección al apartamento.

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Contra-luz en pleno atardecer.

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  Llegando a "casa" nos sorprendió, entre dos calles, la silueta del Teide que, sigiloso, lucía en contra-luz atravesando las nubes sobre un cielo rojizo. Por fin, allí estaba la cumbre más alta del estado español. Tras un par de fotos, seguimos hacia el apartamento. Preparamos una ensalada con los ingredientes que habíamos comprado en el super. Colocamos todas las cosas y cenamos en la terraza de nuestra habitación. Más tarde, tras una ducha y el aseo bucal nos fuimos a descansar. Mañana tocaba la parte norte de la isla... Taganana y sus acantilados.

Finalmente, cuando el día languidecía, vimos la silueta del Teide.

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Tenerife

Nos levantamos a las 08:00, descansados. No llovía pero estaba muy nublado. Preparamos un suculento desayuno con melón, zumo de naranja, tostadas con mantequilla y mermelada y un riquísimo café. En el apartamento, que era bastante

confortable, teníamos de todo; tostadora, cafetera, exprimidor, micro-ondas... Así que, podíamos desayunar y salir de allí con las baterías cargadas a tope.  Nos reunimos a las 09:00. Cogí yo el coche y nos dirigimos hacia el norte, con intención de ir hasta el faro de Anaga.​ Al pasar por Tacoronte, Jesús, sugirió parar para ver el pueblo. Aparcamos en una calle junto a la oficina de Correos y nos dispusimos a pasear.

  Tacoronte es un municipio de 23.961 habitantes. Recibe su nombre del antiguo reino o menceyato de Tacoronte, siendo un término de procedencia guanche​ que según algunos investigadores significa "monte de la vuelta". Se encuentra habitado desde antes de la llegada de los conquistadores castellanos en el siglo XV. 

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La Plaza del Cristo de Tacoronte.

  Durante la conquista, formó parte de los denominados bandos de guerra al rechazar la invasión. Una vez terminada la conquista en 1496, las tierras y bienes del antiguo menceyato fueron repartidas entre conquistadores y colonos.

  Habíamos visto la señal indicando el "Centro Histórico", pero por allí no había nada. Preguntamos a un señor muy dicharachero y, amablemente, nos acompañó hasta la Plaza del Cristo, donde se ubicaba el ayuntamiento, la iglesia, algún que otro caserón y un parque... Tampoco había más.
 Dimos una vuelta y tras unas fotos volvimos sobre nuestros pasos. De regreso entramos en un bar para tomar un café.

- Hola, buenos días: tres cortados y un té verde con hielo, por favor.
- Buenos días: los cafés... ¿ naturales o leche/leche ?
¡¡ Joder !! Ni #### idea... ¿natural / leche-leche? pensé yo... el natural ¿será solo?... 
- Leche/Leche -contesté.
  Nos sacaron unos cortados con leche condensada en el fondo... ¡¡ Súper dulces !! Yo que tomo el café sin azúcar... Luego, más adelante, nos enteramos que los llaman "barraquitos" y es una forma muy sui generis de tomar el café en las islas.
 

  Tras esta "dulce experiencia", volvimos al coche y arrancamos en dirección Tegueste para subir por la carretera TF-12 hacia Taganana. La carretera ascendía violentamente, retorciéndose como una larga serpiente por las frondosas laderas del Parque Rural de Anaga. Paramos en un par de miradores que encontramos por el camino, desde donde se podían contemplar unas maravillosas vistas al valle.

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Camino de Taganana encontramos varios balcones desde donde admirar los paisajes de Tenerife, como esta desde el Mirador de Jardina.

  Paramos en el Mirador de Jardina, luego dejamos de lado el del Llano de los Lobos y paramos nuevamente en el Mirador Cruz del Carmen. Desde allí, partía una pista llamada "Sendero de los Sentidos" que, adentrándose en la frondosa vegetación del lugar, recorría unos cientos de metros entre castaños, laureles, tilos y laurisilvas que, dibujaban sobre un verde e infinito lienzo, formas increíbles.

  Envueltos entre densas nubes que llegan de las Azores, en la espesura de una selva primitiva, los árboles de laurisilva canaria son una joya de la naturaleza que ha sobrevivido al paso del tiempo. Sirvieron de cobijo a los dinosaurios de la época terciaria, fueron despensa para los guanches y bimbaches, dotándolos de madera para construir sus casas, embarcaciones y herramientas; animales para la caza; plantas medicinales para sanar sus enfermedades y, sobre todo, agua, mucha, mucha agua. Agua que, en la actualidad, mantienen vivo el ecosistema aunque nos empeñemos en destruirlo. La laurisilva se encuentra en las islas más montañosas, principalmente en La Palma, El Hierro, La Gomera y Tenerife.
  Me adentré por un sendero; el bosque, sumergido en una eterna neblina, dejaba sentir la humedad traída por los vientos alisios y proporcionaba un inmejorable hábitat para que, musgos, líquenes y hongos, creasen un fantasmagórico paisaje de aspecto primitivo. Los helechos, grandes y frondosos, se veían minúsculos bajo árboles de más de veinte metros de altura de los que colgaban lianas que, como fervientes enamoradas buscaban a las enredaderas que trepaban en busca de la luz. A los pies de estos robustos gigantes surgía un mundo verde y lleno de vida. En él, plantas diminutas como los tréboles y malvas buscaban los rayos del sol luchando encarnizadamente por el espacio. ¡¡ Asombroso !!

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Maravillosos bosques de helechos, laureles, tilos y laurisilvas.

  Tras un buen rato en aquel paraíso verde, nos metimos nuevamente en el coche y continuamos por la TF-112 hacia Taganana. Llegamos hasta el punto llamado Mirador de Taganana. Estábamos a 900 m.s.n.m. La carretera seguía serpenteando... Isabel empezó a plantearse no seguir adelante porque le estaba atacando la sensación de vértigo.

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Vistas desde el Mirador de Taganana.

  El paisaje era increíble. Los picachos del fondo recortándose sobre el mar azul y un cielo invadido de nubes tormentosas, se proyectaban sobre un manto verde con abundante vegetación que, únicamente, se veía salpicado por algún que otro caserío blanco.
  Así, entre parada y parada llegamos a un cruce de carreteras y cogimos la TF-134 que nos bajaba a los acantilados y al pueblo de Taganana. Un ensordecedor silencio que, tan solo, se rompía por el ruido de algún motor, nos acompañó hasta el mismo nivel del mar... 

Las palmeras invasoras conviven con los dragos autóctonos en las laderas de la montaña. 

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El Mirador de Taganana forma un espectacular balcón con unas inmejorables vistas.

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Las casas de Taganana salpicaban de blanco la verde ladera que caía hacia el mar.

  La carretera, que nos había bajado cual tobogán de feria, enlazando una curva con otra, nos llevaba ahora bordeando los acantilados pegados al mar. Rocas volcánicas se fundían con piedras de arenisca que se antojaban extrañas en la abrumadora inferioridad de forma y color que componía el paisaje. Al fondo, casi al final de la carretera, el Roque de las Bodegas, una playa de arena negra como el azabache, abarrotada de cantos rodados de todos los tamaños, se entregaba, sumisa, al vaivén de las olas. Las puntas de roca volcánica erosionada que asomaban de entre las aguas, heridas por la acción del viento y las mareas, parecían sujetar aquella isla a las entrañas de la tierra, dando la impresión de que si se partiesen, esta quedaría a la deriva, sin rumbo, perdida en la inmensidad del Océano Atlántico.

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El Roque de las Ánimas.

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  Tras esta sobredosis de color y de formas retorcidas, llegó el momento de reponer fuerzas. De entre los tres bares o restaurantes de la zona, nos decantamos por Casa Pepe. Nos atendieron muy bien y comimos entre los cuatro: una ensalada enorme, una cazuelita de gambas al ajillo, otra de pulpo y una bandeja con tres tremendos pescados, un lenguado, una dorada y no sé cual era el otro. Agua, una botella de vino blanco, una copa de tinto (ambos de la tierra), tres cafés y un té verde. Pagamos por todo 84 €. Yo creo que en relación calidad-precio estaba más que aceptable.

La bandeja de pescados del bar-restaurante Casa Pepe.

  Antes de marcharnos salí a ver nuevamente el paisaje. El sol empezaba a caer hacia poniente y formaba un precioso efecto contra-luz que no podía dejar pasar. La playa de arena negra se teñía, por un momento, de un extraño e irreal color ocre que la marea, al humedecerla, volvía a pintar de su original tono oscuro.

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A la izquierda, la playa cuando llegamos a comer. Luego, el sol atravesó el meridiano y emprendió su viaje hacia poniente regalándome, a su paso, esta preciosa imagen.

  A mi, sinceramente, me hubiese gustado llegar hasta el faro y los Roques de Anaga, pero se decidió volver hacia el centro de la isla y visitar la ciudad de San Cristobal de La Laguna. Así que, nos montamos en el coche y con Jesús al volante pusimos rumbo a la urbe "lagunera".
 San Cristóbal de La Laguna es conocida, popularmente, como La Laguna. Cuenta con 155.549​ habitantes, siendo la segunda ciudad más poblada de Tenerife. Forma parte del área metropolitana de Santa Cruz de Tenerife junto con El Rosario, Tegueste, Tacoronte, El Sauzal y la propia Santa Cruz. La ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999 por ser ejemplo único de ciudad colonial no amurallada. Allí tiene su sede la primera universidad fundada en Canarias y el primer y más antiguo instituto en activo del archipiélago,​ por lo cual, La Laguna, históricamente fue considerada el centro intelectual de Canarias.
El nombre guanche de la zona donde se asienta esta ciudad era Aguere, que era el nombre de la antigua laguna o lago que allí existía. Su nombre actual, le viene porque la ciudad fue fundada a la vera de dicha laguna y en fechas cercanas a la festividad de San Cristóbal.

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El precioso patio de una de las casas coloniales.

  Entramos en la zona urbana y encontramos sin problemas el centro histórico. Aparcamos en la calle Anchieta, justo donde empieza la zona peatonal. Fuimos contemplando sus grandes casas solariegas y sus edificios más importantes.


  Atravesando sus anchas y espaciosas calles, el recorrido nos llevó hasta la Iglesia de la Concepción, un edificio barroco del s. XVI con una preciosa torre visible desde casi cualquier parte de la ciudad. 
  La tarde avanzaba inexorable y un aire fresco se apoderó del ambiente. El tiempo era cambiante.

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Las calles de La Laguna; coloridas, alegres y señoriales, con sus balcones típicos de la arquitectura colonial canaria.

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Vistas de la iglesia barroca de la Concepción, datada en el s. XVI.

  Algo destemplados por el cambio que se había producido al empezar a caer el sol, decidimos entrar a tomarnos un café en una cafetería llamada "La Cafeína". Una simpática joven nos atendió y nos dijo que nos serviría un café de Kenya. Jesús se tomó su té verde con hielos... Para él, no hay frío...

  Tras ese rato y habiendo entrado en calor, nos fuimos a por el coche y regresamos a Puerto de la Cruz. El viaje de regreso se me hizo largo. Ya en Puerto de la Cruz, aparcamos el coche y fuimos a comprar algo de comida para hacer unos sandwiches para el día siguiente. Teníamos programada la excursión a la isla de El Hierro. En el apartamento, a eso de las 21:30 horas, cenamos algo de fruta y un yogur. Estábamos todavía llenos de la suculenta comida del mediodía en Casa Pepe. 
  Aproveché y descargué las fotos, repasé un poco el itinerario del día siguiente y, tras ver un poco la tele, nos fuimos a descansar. Teníamos que madrugar porque el avión salía temprano. 

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Tenerife - El Hierro - Tenerife

 Nos levantamos a las 05:20 para desayunar antes de salir. Habíamos quedado a las 06:15 para ir al aeropuerto. El     martes, al venir desde Los Rodeos hasta el apartamento, tardamos alrededor de media hora para hacer los 27 Km 

que separan los dos puntos. El vuelo salía a las 07:55 horas. Era el primero de la mañana y vendríamos en el último de la tarde. Todo en orden hasta incorporarnos a la variante TF-5. Al llegar a ese punto nos encontramos con una retención de tráfico impresionante. El tráfico, por momentos, se paraba por completo y bien pensé que perderíamos el avión. El tiempo pasaba rapidísimo y me puse a circular -cosa que no me gusta hacer- de un carril a otro aprovechando los huecos que se abrían. El embarque se cerraba a las 07:35...

    ¡¡ No llegábamos !!

El avión "La Gracisoa" a su llegada a El Hierro.

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  Finalmente, a la altura de Tacoronte el tráfico se aligeró y llegamos justo, justo. Como no teníamos que facturar y el control funcionó muy ligero, llegamos a tiempo a la puerta de embarque y pudimos relajarnos antes de subir al avión... 
¡ Menuda escapada !

  Volábamos con la empresa canaria Binter. Esta, perteneció a la compañía Iberia hasta el año 2002. Tras una serie de maniobras comerciales fue absorbida por Hesperia Inversiones Aéreas, S.A., y pasó a adoptar el nombre de Binter Canarias, S.A. Su flota actual es: ATR 72-500 (7 unidades), ATR 72-600 (12 unidades) y CRJ1000 (3 unidades alquiladas a Medops). La compañía vuela a los ocho aeropuertos canarios y, además, a dos destinos peninsulares como son Palma de Mallorca y Vigo (próximamente a Zaragoza, Pamplona y Murcia). Además hace vuelos internacionales a Portugal, Marruecos, Senegal y Mauritania.

 

  Nuestro vuelo era el NT655 y volábamos en un ATR72-600 llamado "La Graciosa". Despegamos con algunos minutos de retraso. El ATR72 es un avión comercial propulsado por dos motores turbohélice para viajes regionales y trayectos de corta duración, construido en Francia e Italia por ATR (Aviones de Transporte Regional). Tiene su sede en los terrenos del Aeropuerto Internacional Toulouse-Blagnac. Sus principales productos son el ATR42 y ATR72.
  Actualmente, sus fuselajes  son fabricados en Pomigliano d'Arco en Nápoles, salvo algunas secciones que son producidas en la ciudad de Xi´an. Posteriormente, las alas son ensambladas en Burdeos, mientras que los últimos detalles, pruebas de vuelo, certificación y entrega están bajo la responsabilidad de ATR en Toulouse. Una de las características de estos aparatos es que los pasajeros embarcan por la puerta trasera, mientras que la puerta delantera es utilizada para introducir la carga.

  El vuelo fue tranquilo y duró 35 minutos, llegando a las 08:35 horas al aeropuerto de Valverde, capital de El Hierro,  con cinco minutos de adelanto sobre el horario previsto.


  Habíamos alquilado un coche, pero no veíamos a nadie por allí. Preguntamos y nos dijeron que nos estarían esperando al fondo del parking. Efectivamente, en una de las últimas plazas del aparcamiento encontramos a un hombre de la empresa Avis. Tras los pertinentes saludos y comprobar que todo estaba en orden y pagado, nos entregó las llaves y nos dijo como hacer la devolución al final de la tarde. Este coche lo alquilé por Booking de la misma forma que el de Puerto de la Cruz, lo que no entiendo es por qué en uno valía el seguro y en otro no. Hablaré con Booking para aclararlo...
Desde el parking del aeropuerto se podía ver la silueta de la isla de La Gomera y más al fondo, tras ella, se asomaba esbelto y altanero el pico de el Teide.

  Bueno, teníamos unas ocho horas para recorrer la isla. Yo, había marcado un recorrido midiendo las distancias y asignando unos tiempos extra para cada lugar a visitar. Así que, con todo listo, Isabel cogió el Citröen C4 y partimos hacia nuestro primer destino: Tamaduste. Eran las 09:15, íbamos sobre el horario previsto.

La Gomera y detrás el Teide, desde el aeropuerto de El Hierro.

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Escudo de El Hierro.

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Bandera de El Hierro.

  El Hierro es la más occidental y meridional de las Islas Canarias. Además de Valverde -que es la capital-, cuenta con otros dos municipios: La Frontera y El Pinar. En 2018 tenía una población de 10.798 habitantes​.
  El 22 de enero de 2000 fue declarada Reserva de la Biosfera y en 2014 la isla completa fue declarada geoparque por la UNESCO. En la actualidad se desarrolla un plan para convertirla en la primera isla del mundo en abastecerse totalmente de energías renovables. 
  Según se desprende en la obra de Plinio el Viejo llamada Naturalis Historia, la isla de El Hierro era conocida por los romanos como Capraria. Los aborígenes de la isla, llamados bimbaches, la conocían como Eseró o Heró, que se ha traducido como "muralla rocosa".
  La isla se encuentra atravesada de este a oeste por una gran línea en forma de espina dorsal con numerosas montañas. Las zonas costeras están formadas por malpaíses (rocas poco erosionadas de origen volcánico), con abruptos acantilados. Con estas condiciones es difícil encontrar playas de arena y suelen ser

calas de acceso complicado. La altura máxima se sitúa en el centro de la isla, en el Pico de Malpaso, con 1.501 metros s.n.m. 
  El pueblo bimbache estaba entroncado genética y culturalmente con los bereberes del norte de África. Su economía era principalmente pastoril, con abundante ganado caprino, ovino y porcino. También se dedicaban a la agricultura y aprovechaban los recursos marinos. La conquista tuvo lugar a fines de 1405 por el francés

Jean de Béthencourt. No hubo resistencia por parte de la escasa población aborigen, repoblándose la isla con colonos normandos y castellanos. Béthencourt prometió respetar la libertad de los bimbaches, pero acabó sometiéndolos y vendiendo a la mayoría como esclavos.

Cuenta la leyenda:

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...que en la isla de El Hierro hubo un árbol al que los bimbaches llamaban Garoé. Las grandes hojas del “árbol milagroso” eran capaces de captar y destilar la humedad de las nieblas que con su exuberante copa sujetaba. No había más agua en la isla que la que se recogía del Garoé. Por ello, el pueblo bimbache lo consideraba una divinidad digna de toda adoración...

  El mítico árbol se encontraba a unos mil metros de altura sobre el nivel del mar, en una ladera a merced de los vientos alisios. Su tronco y su copa eran impresionantes, era esbelto, robusto, generoso.

  A la llegada de los invasores, los bimbaches decidieron ocultarles la cualidad del Garoé para que, no hallando agua, la sed les hiciera desistir en su afán de conquista. A punto estuvieron de conseguir su propósito pero, Guarazoca, una joven bimbache, se enamoró de un soldado andaluz que formaba parte de la expedición y, traicionando a los suyos, lo condujo directamente hasta el milagroso árbol. Su traición fue castigada con la muerte. Poco después Armiche -el Mencey el pueblo bimbache- fue capturado y su pueblo sometido. 

  P.D. La palabra mencey es de origen bimbache y se refiere al rey o jefe supremo. 

El gran maestro Alberto Vázquez-Figueroa tiene una novela con este título "Garoé". En ella cuenta de modo brillante, como la mayoría de lo que él escribe, la historia de los primeros invasores y su trato con los bimbaches. Os la aconsejo.

  El "mítico" Garoé (posiblemente un ejemplar de Ocotea foetens, conocido como tilo), fue el árbol sagrado de los bimbaches. En cualquier caso, el árbol Garoé fue arrancado de la tierra que lo alimentaba, por unos fortísimos vientos que arrasaron la isla en 1610. ​En 1949, se plantó otro en el emplazamiento del antiguo. Por lo tanto, del "árbol milagroso", existiese o no, tan sólo queda la leyenda...

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  En apenas diez minutos llegamos al pueblo. Había leído que, a las afueras de este, arrancaba un sendero que te llevaba a un zona rojiza de terreno volcánico, que se recorría en aproximadamente 15-20 minutos. Pero, no encontrábamos ese acceso y preguntamos a una mujer que salía a pasear a dos perros. Nos acompañó unos metros y nos puso en la entrada del sendero. Caminábamos de sur a norte con el mar a nuestra derecha. El sol iba ganando altura por el este... 
  El citado sendero transitaba por el mismo borde del mar. Estaba bien marcado y formaba un recorrido circular que ascendía por unas coladas negras hacia las montañas rojizas, pero... aquello nos llevaría toda la mañana. 

  El cielo cambiaba de color de forma caprichosa, mezclando suaves tonos azules con negras nubes de tormenta. Recorrimos unos 500 metros entre piedras de lava color azabache que parecían cubrir todo de muerte. Sin embargo, entre ellas, aparecían salpicadas, asomando por los huecos negros de las rocas, unas plantas amarillentas que las dotaban de un ínfimo soplo de vida. El paisaje era alucinante, distinto a todo lo que yo había visto hasta ahora.

El sol iniciaba su andadura sobre la línea del horizonte.

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Caminando por Tamaduste.

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El paisaje de Tamaduste te transportaba a otro planeta.

  Con ganas de más, tuvimos que dejar atrás aquel paisaje que se asemejaba más a Marte que a la Tierra. Las rocas negras daban paso a las montañas rojas... Nos hubiésemos perdido por aquella maravillosa zona pero debíamos continuar con la visita a la isla.

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El Mirador de la Peña, un fantástico punto para ver la costa oeste de la isla de El Hierro.

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  Desde Tamaduste nos dirigimos hacia Guarazoca. Quería llegar al llamado Charco de los Sargazos pero acabamos en el Mirador de la Peña. Esto no estaba en mis notas pero creo que valió la pena llegar allí... Aunque fuese de casualidad.


  Desde la terraza del mirador, las vistas que dan al valle de El Golfo, muestran riscos elevados por los que antes, los pastores, transitaban libremente salvando los desniveles con sus varas de saltar. Me recordó la novela de Alberto Vazquez-Figueroa "Cienfuegos"... aunque este era gomero. Viñedos y plataneras bajaban de las laderas deslizándose hasta lo roques al borde del mar. Estábamos en el municipio de Frontera.

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El Hotel Puntagrande, el más pequeño del mundo.

  También se veía el Hotel Puntagrande. Tiene la peculiaridad de ser el hotel más pequeño del mundo. Este edificio fue construido en 1830 y, antiguamente, ejercía la función de despacho de aduanas. Sus características hicieron que  se viera en él su potencial turístico y en 1948 se vendió. En 1969, su propietario, comienza a gestionarlo y lo convierte en un pequeño bar-restaurante. En 1975 se reforma y se convierte en hotel. Cuenta con 4 habitaciones que se han decorado con restos de diversos naufragios. 
Bueno... Cuanto menos curioso.

  Al salir de allí vimos el cruce para llegar hasta el árbol Garoé, pero decidimos no subir a verlo. Así que pusimos rumbo hacia nuestra siguiente visita: el Charco de los Sargazos. Se trata de un lugar de baño situado al pie del acantilado. El mar coge tonalidades maravillosas en tonos turquesa pero, lo del baño... Yo no lo haría.

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El Charco de los Sargazos.

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  Posteriormente, pusimos rumbo a la zona denominada Arenas Blancas. Nos dirigíamos, como digo yo, a la punta de la bota. Me fascinó el paisaje; una lengua de tierra reseca que llegaba hasta el mar y de la que brotaban unos escuálidos matorrales, se veía salpicada de grandes rocas de lava negra con formas imposibles. De repente, una mole oscura se alzaba hacia el cielo. Era el tubo de un extinto volcán del que se podía distinguir su cráter...

  Todo allí mismo, brotando prácticamente de las profundidades marinas.

 

Un enigmático paisaje... ¡¡ Mágico !!

La zona denominada Arenas Blancas fue una de las que más me gustó.

  La carretera HI-500, por la que transitábamos desde hacía un rato, se dirigía hacia lo alto de la montaña retorciéndose como un intestino. En apenas unos minutos pasamos desde la cota cero a más de 600 metros s.n.m. y seguía subiendo. Isabel, que seguía conduciendo, empezó a agobiarse bastante. Jesús y yo propusimos varias veces coger el coche, pero ella insistía en que iba mejor conduciendo. La carretera, estrecha, retorcida, sin quita-miedos y desafiante, seccionaba las laderas del volcán y se proyectaba hacia la zona donde se encontraba nuestro siguiente objetivo; el faro de Orchilla, el punto más occidental de la isla. A unos metros de él, se haya el monumento al que fuera -en época del geógrafo y astrónomo griego Claudio Ptolomeo- el meridiano cero. 

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La carretera hacia el sabinar ascendía serpenteando. El faro de Orchilla, en otra época fue el meridiano cero.

  Tras parar un momento para hacer unas fotos en el Mirador de Lomo Negro, los nervios de Isabel se acabaron de disparar. Un momento de tensión ante esa situación hizo que no quisiera desviarse hacia el faro y continuó subiendo en dirección a la zona llamada "el sabinar", el siguiente punto en nuestra visita. 
  Pasamos frente a la Ermita de Ntra. Sra. de los Reyes y, unos metros más arriba, la carretera se convertía en una pista de tierra que indicaba, con una señal, el desvió hacia la ladera donde, sometidas al empuje de los vientos alisios, las centenarias sabinas rinden constante pleitesía al Eolo.
 En ese punto, Isabel se plantó y se negó a conducir más. Tras unos minutos de conversación, las mujeres decidieron quedarse bajo la sombra de un árbol y Jesús y yo cogimos el coche y bajamos a ver las sabinas. Después de llegar hasta allí no podíamos pasar sin verlas, al fin y al cabo, es uno de las mayores puntos de interés de la isla de El Hierro. Apenas doscientos metros ladera abajo se encontraban las míticas sabinas... ¡¡ Maravillosas !!

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Las sabinas se tumban ante la fuerza del viento. Resecas o verdes todas son preciosas.

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La sabina de El Hierro; un monumento natural fotografíado millones de veces.

  Aunque sean cientos de ejemplares los que pueblan la dehesa de la isla, este, el de arriba, es el conocido como La Sabina de El Hierro. Probablemente, cuando aún los bimbaches recogían en sus odres el agua del Garoé, esta sabina comenzó a curvar sus brotes sobre la tierra de un pueblo que los invasores someterían más tarde… Hoy borrada toda huella de los aborígenes de la isla, ella, con su tronco retorcido, como si quisiera expresar el sufrimiento vivido al ver la desaparición de su gente, se aferra, más con su copa que con sus raíces, a la tierra que le ha visto crecer. Cual diosa de belleza, desnuda ante las tempestades y con su larga melena al viento, La Sabina de El Hierro resiste, impasible, al paso lento de la Historia y al paso fugaz de los años.
  Símbolo de resistencia, La Sabina de El Hierro, sometida a la indomable fuerza de los vientos, a la sequía, al acoso de pesados turistas que -aunque esté prohibido- se agarran a ella para hacerse sus selfies, es un curioso y longevo árbol de la familia de las coníferas ( Juniperus turbinata ). Con más de 500 años de vida, su tronco retorcido parece soltarse del suelo; su copa, despoblada y aparentemente muerta y cubierta de líquenes verduzcos por su parte inferior, resurge, cual “ave fénix”, con un verde brillante en su parte más alta. La miro, me envuelve mágicamente; la miro y cada vez veo formas diferentes…

  La Sabina de El Hierro… ¡ Es mágica ! 

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Otra vieja sabina rindiendo pleitesía a Eolo.

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Una de mis "pedradas" con los enfoques y desenfoques...

  Después de hacer una importante tirada de fotos de toda la zona, teníamos otro de los objetivos del viaje a El Hierro cumplido. Desde allí mismo se accedía al Mirador de Bascos, un observatorio ubicado en lo alto de un imponente acantilado que permite dominar todo el valle de El Golfo. Se trata de una espectacular hendidura de 15 kilómetros de ancho y hasta 1.500 metros de altura provocada por un desprendimiento prehistórico. En el acceso a la pista que llevaba al mirador, un letrero colgado de una valla avisaba de que el camino estaba cortado por desprendimientos ¡¡ Joder... menuda putada !! Esta parte, el occidente de la isla de El Hierro, era la “tierra del fin del mundo” en los antiguos mapas europeos antes de la llegada de Colón a América.
  Le dije a Jesús que si nos arriesgábamos y entrábamos un poco para ver el alcance de esos desprendimientos, pero él, más prudente, se negó tajantemente y finalmente volvimos a reunirnos con las mujeres. Estas, aguardaban sentadas a la sombra. Isabel estaba más calmada. Comimos el sandwich que llevábamos preparado, algo de fruta que teníamos y un bollo de batata, típico de las canarias, que había comprado con anterioridad.

  Tras un rato de charla, arrancamos con dirección a la costa este. En esta ocasión, me encargué yo de conducir. Desde el sabinar debíamos bajar hasta la carretera HI-400 e ir al Mirador de las Playas. Luego seguir por la HI-4 hasta coger la HI-401 y bajar a Isora. Desde ahí, se bajaba a la HI-30 para llegar, en la coste este, hasta el Roque de la Bonanza, otro de los iconos de la isla junto con la sabina. Desde el Roque de la Bonanza por la HI-30 se llegaba al aeropuerto en apenas 20 minutos. Ese era el plan...

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La niebla empezó a "engullir" todo.

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La Plaza de Valverde; a la derecha el ayuntamiento, a la izquierda la iglesia.

  La carretera tenía algunas zonas expuestas a los acantilados e Isabel volvió a ponerse algo nerviosa. Llegamos al Mirador de las Playas y tras unas fotos volvimos al coche. De pronto una espesa niebla empezó a entrar desde la mar. Llegamos al cruce de Isora y les comenté si bajábamos. Tras mirar a Jesús, me di cuenta de que teníamos que cambiar el plan. Me dio mucha pena. Yo, que había calculado todo con la precisión de un auténtico reloj suizo, veía como se desvanecía la opción de ver el último de los roques...
  Tristemente, puse dirección a Valverde. Paramos a tomar un café unos kilómetros más adelante del cruce de Isora. La niebla se había disipado, pero, ya daba igual.

  Nos sobraba algo más de una hora y decidimos parar en la capital. Valverde, única de todas las capitales isleñas que no está bañada por el mar, no tiene gran interés fotográfico. Tan solo la plaza donde se ubica el ayuntamiento y la iglesia tienen algo de historia.

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El aeropuerto de El Hierro y el avión "Gofio" que nos llevo de vuelta a Tenerife.

  Llegamos al aeropuerto con tiempo de sobra. Dejamos el coche donde nos dijo el arrendador y entramos al hall para esperar al vuelo NT 674. A las 17:30 anunciaron el embarque por megafonía. Como al venir, los asientos no estaban numerados. Hablamos entre nosotros sobre en que lado ponernos para ver el Teide desde el aire. Jesús decía que a la derecha en el sentido de la marcha. Al embarcar le pregunté a la jefa de azafatas y me dijo que a la izquierda. Luego, en la parte delantera le volví a preguntar a otra azafata. Primero dudó y luego me dijo que a la izquierda...

  Así que, ahí nos sentamos, en la izquierda. El avión de nombre "Gofio", despegó con diez minutos de retraso. 

Tenerife, con la majestuosa silueta de el Teide.

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De regreso al Puerto de la Cruz, el cielo nos regaló otro precioso atardecer.

  Para rematar esta tarde medio gris -refiriéndome a todas las cosas que nos habían quedado sin ver- el Teide, como no podía ser de otra manera, asomó por la derecha del avión. ¡¡ Vaya vacile de las azafatas !! De todas formas, resistiéndome a quedarme sin una foto, le pasé el teléfono a una señora que viajaba en el asiento de la derecha y le pedí que, por favor, me hiciera una para mí. Ella, gustosamente accedió y yo, dándole las gracias, la publico sobre estas líneas. 
  Llegamos a Los Rodeos con unos minutos de retraso, pero nada importante. Fuimos al parking a recoger el coche y pusimos rumbo al Puerto de la Cruz. El día había sido estrenaste. Dejamos en el apartamento las cámaras y Rosa y yo fuimos a comprar unas cosas al Polígono de San Vicente, una zona comercial sita a unos dos kilómetros de Puerto de la Cruz, en dirección a La Orotava. 

  A la vuelta, preparamos una ensalada y cenamos tranquilamente en el apartamento. La verdad es que, este tipo de establecimiento, está bastante bien para hacer un poco tu vida sin necesidad de cenar siempre fuera. Descargué las fotos y cuando me iba a la cama, recibí un email de la empresa Volcano, la que gestiona el teleférico del Teide.
  Decía:

Estimado Francisco Javier:
Por condiciones meteorológicas adversas, el teleférico permanecerá inoperativo para su reserva 15BPO-5725 de fecha 25-10-2019 a las 13:40

  ¡¡ Joder !! Lo que faltaba para rematar el día negro del viaje a Tenerife. Nos daban la posibilidad de cambiarlo de fecha o cancelarlo sin coste y recuperando el dinero de la reserva, por lo menos, un detalle. Lo dejé para el día siguiente. Me di una ducha y me fui a la cama deprimido. Lo único bueno...     ¡¡ Se acabó el día !!

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Tenerife

Habíamos quedado a las 09:00 horas con Isabel y Jesús. Los planes más o menos se mantenían salvo en el tema de la subida en teleférico. Desayunamos con nuestro zumo, fruta, tostadas con mermelada y mantequilla y un delicioso café

de esas cafeteras tipo "Melita". Luego, nos reunimos con nuestros amigos y les expliqué el tema del teleférico. Lo tomaron deportivamente y rehicimos el plan, manteniendo la visita a La Orotava y la subida al Parque Nacional del Teide.​  Luego, ya se vería.

  Isabel cogió el coche y pusimos rumbo a La Orotava. Llegamos enseguida a la ciudad y tras un par de vueltas sin encontrar sitio para aparcar, decidimos meterlo en un parking. Estábamos en el cogollo de la población. Buscamos el centro histórico y nos dirigimos hacia allí. Casas solariegas, calles adoquinadas, balconadas típicas de la arquitectura colonial canaria... Bonito, muy bonito. Pasamos por la calle donde se ubica la Casa de los Balcones, una auténtica maravilla.

  La Orotava es el municipio más extenso de la isla y el que más superficie forestal tiene: aproximadamente el 78% del P. N. del Teide está en su término municipal. Su nombre procede de la denominación que los guanches le daban a esta zona: "Arautava", que vendría a traducirse como "sin niños".
​  El casco histórico fue declarado Conjunto Histórico Artístico en 1976. Sus calles están salpicadas de edificios de gran interés patrimonial. En 2018 su población se situaba en 41.833 habitantes.

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El centro histórico de La Orotava es una auténtica maravilla.

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La famosa Casa de los Balcones, a la izquierda,  es un ejemplo de la arquitectura de la ciudad. 

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Una de las calles del centro histórico se asomaba a un antiguo molino de gofio, con vistas al Teide.

  Para subir al pico del Teide se necesita un permiso ya que, el acceso, está restringido a un número de personas por día. Este permiso es gratuito y se consigue en la siguiente dirección:
https://www.reservasparquesnacionales.es
  En esta web, tienes acceso a todos los Parques Naturales del estado. Pues bien, nosotros teníamos permiso para subir el día 25 de octubre de 15:00 a 17:00. Al fallar el teleférico perdíamos también el permiso para subir, ya que el acceso a pie es una caminata de unas cinco o seis horas.
  Antes de continuar llamé por teléfono a la empresa Volcano para aclarar el tema del teleférico. Me dijeron que en el día de hoy no iba a estar operativo y que, probablemente, al día siguiente tampoco. Me dijeron que la entrada nos servía para el primer día que estuviese operativo y si no se accedía ese día, se perdía el billete. También me dijeron que, si queríamos, nos devolvían el dinero de los tickets. Os dejo aquí la dirección web de la empresa oficial que gestiona el teleférico.

https://www.volcanoteide.com
  Seguidamente llamé al teléfono del servicio de Parques Nacionales y me dijeron que el permiso de acceso, se guardaba dos días, tres a lo sumo. Con esas perspectivas, dejamos pendiente el tema del acceso al pico del Teide y seguimos con la ruta programada.

  Seguimos recorriendo la ciudad. Caminábamos por una de las calles céntricas y llegamos hasta la plaza del Ayuntamiento. Una preciosa vista al mar, sobre un espacio verde, donde una gran casa con un tejado a cuatro aguas de teja plana, parecía sostenerse sobre dos escuálidas vigas de madera. Era curioso, muy curioso. 
  Llegamos a la Plaza de la Constitución y pasamos frente al Café-Restaurante  Liceo de Taoro, un bello edificio colonial. Unos metros más adelante, un espacio cargado de árboles y flores, llamó nuestra atención. Era el llamado Jardín Victoria.
  Tras unas reformas que el Ayuntamiento de La Orotava realizó hace años en la zona, lo que en 1842 fuera la residencia de Diego Ponte del Castillo, octavo marqués de la Quinta Roja, pasó a llamarse Jardín Victoria.

Vista de la iglesia desde la Plaza de la Constitución.

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  El marqués era un un destacado miembro de la masonería, condenado al ostracismo por los poderes eclesiásticos y por la sociedad de la época que le tocó vivir. Tras su súbita muerte, en 1880, el cura negó la entrada de su cadaver en el cementerio para ser enterrado en el panteón familiar. Ante esta perspectiva, el cuerpo del marqués tuvo que ser inhumado en la chercha (espacio del cementerio destinado a enterrar a los no católicos). Su madre encargó la construcción de un mausoleo para guardar las cenizas de su hijo en los jardines de esta finca y emprendió, al mismo tiempo, una larga lucha que llegó hasta el Vaticano. En 1885 una dispensa pontificia daba permiso para que los restos del marqués fueran depositados en el panteón de la familia. Así pues, el mausoleo que doña Sebastiana -madre del marqués- encargó al arquitecto francés Adolph Coquet para sacar a su hijo de la chercha y darle sepultura, quedó para siempre vacío.

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El Restaurante Liceo de Taoro.

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El mausoleo del marqués de Quinta Roja.

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Jardines y zonas verdes comparten espacio con ​las casas amarillas y blancas que componen el paisaje de La Orotava.

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Los Jardines Victoria, antigua propiedad del Marquesado de la Quinta Roja.

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Algunas de las flores que adornaban el Jardín Victoria.

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Vista de La Orotava desde la Plaza de la Constitución.

  Al salir de los Jardines Victoria nos encontramos con un pequeño "Jardín Botánico". Su nombre... "Servicio Agronómico Nacional Hijuela del Botánico". Casi nada, ¿verdad?... Allí había algunas especies de tilos, laureles, algún drago, algún roble... Estuvimos un rato viendo y fotografiando árboles y plantas ya que Jesús e Isabel entablaron conversación con un hombre que estaba allí trabajando.

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Algunas de las fotos del pequeño "Jardín Botánico" de La Orotava.

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  Tras esta interesante visita a la localidad de La Orotava, pusimos rumbo al Parque Nacional del Teide. Nos separaban 25 Kms hasta El Portillo. La ascensión por la carretera TF-21, muy bien asfaltada, se hizo larga y pesada. Cerrada entre pinos y más pinos, no daba opción a hacer fotos, salvo en un par de miradores establecidos a tal fin, pero que no aportaban nada interesante. La mañana, que había amanecido nublada, se tornaba casi desapacible según ganábamos altura.
 En El Portillo, el aire, además de ser frío, azotaba con fuerza. Ahora entendíamos por que no subía el teleférico.
  Paramos en el bar-restaurante del mismo nombre "El Portillo" y nos tomamos un café calentito con un par de pastas de almendra, muy ricas, por cierto.
La desapacible climatología hizo que las mujeres decidiesen quedarse esperando en el restaurante, mientras Jesús y yo subíamos a hacer unas fotos.

​  La intención era llegar hasta los Roques de García y ver el famoso Roque Cinchado...

El Teide desde uno de los miradores en la carretera de acceso por La Orotava.

Cuenta la leyenda:

  Guayota -el demonio, el rey del mal de los guanches- que vivía en el interior de Echeyde (el infierno), secuestró Magec -dios de la luz y del sol- llevándolo consigo al interior de la montaña y sumiendo al mundo en la oscuridad y el caos. Los guanches pidieron clemencia a Achamán -su dios supremo- que consiguió derrotar a Guayota, sacar a Magec de las entrañas del Teide y taponar su cráter. Se dice que el tapón que puso Achamán es el cono de color blanquecino que corona el volcán.

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  Desde que, en 1954, esta zona de Tenerife fuera declarada Parque Nacional del Teide, se suscitó el interés por verlo, llegando en la actualidad a ser el más visitado del estado español con 4 millones de entradas al año. El Teide es la tercera estructura volcánica más alta y voluminosa del planeta con 3.718 m de altitud, después del Mauna-Loa y el Mauna-Kea ambos en Hawái. En 2007 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
  Inició su formación hace 170.000 años. En la actualidad sigue activo y está en el puesto dieciséis del ranking de volcanes más peligrosos del mundo.
​Os dejo un enlace por si queréis leer más.

​                                      http://www.gobiernodecanarias.org/parquesnacionalesdecanarias/es/Teide/

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El Parque Nacional del Teide es un paraíso casi surrealista de formas y colores.

  Cogimos el coche y nos dirigimos carretera arriba. El aburrido paisaje que vimos al subir desde La Orotava, se convirtió en un espectáculo visual único, con cráteres, conos rotos, chimeneas y ríos de lava petrificada que rodeaban la impresionante silueta del volcán y formaban un impresionante conjunto de colores y formas. Jesús y yo alucinábamos... 
  Nos vimos sorprendidos y cautivados por su diversidad, en un paisaje caótico, aparentemente muerto, en el que algunas plantas afloraban por cualquier resquicio que dejaban las rocas. Un mar de rocas volcánicas de erupciones pasadas se apilaban en grandes franjas de diferentes colores. Al término de cada lengua de lava la vida volvía a surgir colmando de diminutas plantas, llenas de florecillas blancas, las suaves laderas inmaculadas. ¡¡ Era verdaderamente asombroso !!
 La mañana avanzaba a una velocidad increíble, aún así llegamos hasta los Roques de García. Las nubes que se mostraban constantemente cambiantes, sobre un cielo plomizo, daban un maravilloso juego para componer las fotografías. 
  Absortos ante tanta belleza,  ni tan siquiera nos hablábamos... Solo ver, observar, componer y "disparar". Había gente pero, al estar el día "rarito", tampoco era agobiante. El espacio era amplio y con muchos puntos de interés. 

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  El Roque Cinchado, junto al volcán, es una de las formaciones rocosas más singulares y emblemáticas del P. N. del Teide. Está situado a 2.100 metros s.n.m. Es una formación de origen volcánico diferente al resto de los roques canarios y a los propios Roques de García que se encuentran a su lado, lo cual ha hecho que se considere un monumento natural distintivo y singular desde tiempos inmemoriales. Se puede ver como este roque se formó al ir apilándose sucesivas capas de material volcánico. Su imagen aparecía en los billetes de mil pesetas. Cuando dimos por concluida la sesión de fotos, llamamos a las mujeres para avisar que bajábamos. Era hora de comer algo... 

El Roque Cinchado, junto con el volcán, emblemas del Parque del Teide.

  Un rato después, sobre las 15:00 horas, nos reunimos nuevamente en el restaurante "El Portillo". Desde aquí, quiero agradecer la infinita paciencia de las mujeres que aguantan, estoicamente, nuestras escapadas. 
  Subimos a la primera planta del restaurante. Nos atendieron enseguida. Los cuatro pedimos el menú del día, compuesto de:
Rancho canario; Pollo en salmorejo; Postre; Agua, pan y vino. 
  Estaba todo bastante bueno, aunque el pollo pecaba un poco de especias. Mientras comíamos convencimos a las mujeres para que subiesen hasta los Roques de García. No se lo podían perder, así que tras tomar un café y pagar en total 53 €, arrancamos nuevamente. Le aseguramos a Isabel que la carretera era muy buena y no había cortados que le produjesen vértigo.  

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El rancho canario a la izquierda y el pollo en salmorejo a la derecha.

  No se si era por tener el estómago lleno, pero la tarde parecía más templada. Llevé yo el coche hasta los Roques de García. Jesús se afanaba en ensalzar la belleza del paisaje, pero Isabel iba más pendiente de la carretera que de otra cosa.
 

  Llegamos hasta los roques, Jesús y yo salimos para hacer alguna fotografía más, pero las mujeres no quisieron bajar del coche. Tras unos minutos dimos la vuelta y bajamos hacia El Portillo por la misma carretera que habíamos subido. En esta ocasión conducía Jesús, así que podía aprovechar para hacer fotos desde el coche en marcha. Me di cuenta de que algo me fallaba en la Nikon D750; era el objetivo, no me enfocaba. Algo se había fastidiado...
  Rosa, sabiendo lo importante que es para mí traer fotos de los viajes para hacer estos diarios, amablemente me dejó su Nikon D7100 y con ella pude hacer estas fotografías...

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La tarde, que había quedado bastante apacible con cielos azules, fue empeorando según avanzaba, mostrando cielos cada vez más oscuros. 

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  Fue una bajada preciosa. Ver como cambiaban los paisajes, alternando las lenguas de lava con campos plagados de matorrales, rocas, cráteres...

  Todo ello con unos cambios de luz impresionantes que creaban colores nuevos donde solo había sombras oscuras. Los cielos, con unas nubes juguetonas que se movían a velocidades de vértigo, parecían sacados de un time-lapse. ¡¡ Maravilloso !!


  Así, con la boca abierta del asombro y las retinas dilatadas y cargadas de imágenes inolvidables, sobre las 18:00 horas bajamos hasta El Portillo y pusimos rumbo a  La Orotava.

Los cambios de luz y, en consecuencia, los  cambios de tonalidades en el paisaje nos hicieron disfrutar "como enanos" a Jesús y a mí.

  Para rematar la tarde decidimos ir a Icod de los Vinos. Así que, desde La Orotava, cogimos la TF-5 que nos llevaba directos hasta esa localidad.
    Icod de los Vinos es un municipio con una población de 22.749 habitantes en el censo de 2018. La palabra “icod” proviene del guache y significa “incendio”. Por su parte, el apelativo «de los Vinos» le fue impuesto por los nuevos pobladores europeos en la segunda mitad del s. XVI, dada la importante producción vinícola de la región. Allí encontramos el famoso “Drago Milenario”, uno de los símbolos más emblemáticos de la isla de Tenerife. El casco antiguo de la ciudad ha sido declarado Bien de Interés Cultural debido a su importancia histórica.

  El famoso Drago Milenario, es un enorme ejemplar de drago (Dracaena draco) declarado Monumento Nacional en 1917. El drago es una planta de porte arbóreo perteneciente al grupo de las monocotiledóneas que posee un crecimiento secundario anómalo. Es por tanto erróneo denominarlo “árbol”. En la actualidad, el ejemplar de Icod de los Vinos, es el más grande y longevo que se conoce en todo el mundo. Mide unos 18 metros de altura, tienen un perímetro de veinte metros y más de trescientas ramas principales. Se calcula que pesa unas 150 toneladas sin tener en cuenta sus raíces. La edad del drago ha sido muy discutida, fijándose en aproximadamente 800 años.  En su entorno existe un parque llamado "Parque del Drago" que, por 5 € de entrada -3 € los jubilados-, exhibe distintas especies vegetales endémicas de Tenerife.

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Entrada al Parque del Drago.

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Cuenta la leyenda:

  Que en el Jardín de las Hespérides había un manzano del que brotaban manzanas de oro. Este prodigioso árbol estaba protegido por otro prodigioso ser, un dragón de 100 cabezas.

  El  titán Atlas, ayudando a Heracles, dio muerte al fantástico animal. La sangre que brotaba de las heridas del dragón, al caer sobre el jardín, dio lugar a los árboles que hoy llamamos dragos.

El famoso Drago Milenario de Icod de los Vinos.

  El parque está atravesado por el Barranco de Caforiño, en sus orillas se pueden ver representaciones de la vida aborigen autóctona de la isla, así como un lagar y unas carboneras que muestra la forma de vida más tradicional. Otro de los atractivos del parque es una pequeña cueva donde se puede ver la representación de un enterramiento guanche.

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La momia guanche del Parque del Drago.

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La vegetación de Icod de los Vinos es exuberante y da vida y color a la población.

  Tras aparcar en la plaza principal, fuimos hasta el Parque del Drago. Jesús y yo entramos, pero las mujeres se quedaron en el exterior. La verdad es que no es gran cosa, pero bueno, vimos el famoso drago, la cueva de la momia guanche y los árboles y plantas que allí se cuidan. Cuando llegamos al drago, vimos que desde la plaza de arriba se podía ver perfectamente sin necesidad de pagar la entrada. Avisamos a las mujeres y subimos a verlo desde esa otra perspectiva.
Luego, dimos una vuelta por la Plaza de la Pila que es parte del casco histórico de la ciudad. Allí se ubica la Iglesia de San Marcos. Esta iglesia y los bienes muebles vinculados a la misma fueron declarados Monumento de Interés Cultural el 16 de mayo de 2006. La iglesia alberga también un museo de arte sacro.
  Con la visita hecha y tras tomar un café en un bar de la plaza, volvimos al coche y pusimos rumbo al Puerto de la Cruz. 

  Sobre las 20:30 horas llegamos al apartamento del Puerto de la Cruz. Ya era noche cerrada. El día había sido intenso y ahora tocaba una ducha y cenar algo ligero, muy ligero... El pollo en salmorejo todavía danzaba por el estómago. Descargué las fotos del día echando un vistazo a las tres tarjetas. 

  Antes de irme a la cama me llegó un nuevo email de la empresa Volcano. Me decía que tampoco el día siguiente se podría subir en el teleférico. El asunto se complicaba ya que los días iban pasando y las opciones se reducían bastante. Además, los permisos para acceder al pico no se iban a dilatar mucho en el tiempo... ¡¡ Mal asunto !! 
Además del viento y mal tiempo en el Teide, para la siguiente jornada las previsiones daban mucha, mucha agua... 

- No puede ser tanto como dicen... Pensé yo.
  Pero bueno, controlar la climatología no estaba en mi mano, así que decidí que lo mejor era ir a descansar. Mañana sería otro día y, según como amaneciese, tomaríamos una decisión.

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Tenerife

Nos levantamos a eso de las 08:00 porque habíamos quedado a las 09:00. Amaneció lloviendo... ¡¡ A mares !!

Las previsiones que habían dado se quedaban cortas. Tras desayunar tranquilamente en el apartamento, nos juntamos 

con nuestros amigos para establecer un itinerario. Al final salimos sobre la 09:30. Para este día tenía organizada la visita a la costa oeste, es decir, Garachico, Punta de Teno y Los Gigantes, volviendo por el sur del P. N. del Teide. Como la lluvia era persistente, decidimos visitar la capital de la isla, Santa Cruz. Siempre podíamos meternos en algún establecimiento o ver, a cobijo, algún monumento de interés. 

  Santa Cruz de Tenerife es la capital de la isla de Tenerife. Su población, en enero de 2018, era de 204.856 habitantes. La ciudad es conocida por su carnaval declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional y considerado como uno de los más famosos del mundo, después de Río de Janeiro y Venecia.
  Antes de la llegada de los europeos, la zona era conocida por los guanches como Añazo o Añaza que, según algunos autores, significa el lugar donde pasar la noche o lugar de abrigo/resguardo. El nombre actual de la ciudad le fue dado por el conquistador de Tenerife Alonso Fernández de Lugo en 1494 al asentar en esta zona el campamento de la conquista el 3 de mayo, día de la Santa Cruz.
  En 1797 tuvo lugar el ataque a la ciudad del almirante inglés Horacio Nelson. El 25 de julio, las tropas británicas que intentaban invadir la ciudad fueron derrotadas. Por eso, Santa Cruz obtuvo como reconocimiento a esta victoria, el título de Muy Leal Noble e Invicta Villa, Puerto y Plaza de Santa Cruz de Santiago de Tenerife. Debido a esto, el nombre histórico de la ciudad es Santa Cruz de Santiago de Tenerife, si bien esta denominación prácticamente no se utiliza.

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Un par de imágenes de Santa Cruz bajo la lluvia.

  Isabel llevó el coche. Entramos en la ciudad y aparcamos en el centro, en un parking de la Plaza de España. El día estaba desapacible. Encontramos en la plaza una oficina de información turística. Nos dieron un plano que marcaba alguno de los llamados "puntos de interés" pero, siendo sinceros, de interés no encontramos nada. 
  Tras bordear una iglesia, nos encontramos con el edificio de la biblioteca municipal. Entramos en su cafetería y nos sentamos a tomar un café. 
  Al salir, junto a un puente sobre un río medio seco que desembocaba en el puerto, nos encontramos de frente con un joven. Le preguntamos por el centro histórico o el casco antiguo y, con una sonrisa en la boca, nos comentó que en Santa Cruz ya no quedaba nada de eso. Nos explicó que en los años 70/80, al ampliar el puerto y con el "boom" turístico, arrasaron con todo lo que estaba dentro del plan urbanístico. Tras un rato de conversación nos dio dos o tres puntos que visitar en la ciudad y nos animó a que dedicásemos más tiempo a otras zonas de la isla. Alabó la política de los que ellos llaman "godos" -por la gente de la península-, sobre todo el buen hacer de los dirigentes del País Vasco y el norte en general. Tras este agradable encuentro nos dirigimos, aconsejados por él, hacia el mercado de La Recova. Había amainado un poco, pero el cielo seguía cargado de nubes y amenazante.

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El Mercado de La Recoya y uno de los puestos de fruta.

  El mercado no tenía nada de particular. Recorrimos los puesto de fruta, carne, pescado, pan... en uno de los puestos me paré y compré un par de trozos de queso de la tierra. Me gusta mucho probar los productos autóctonos y el queso...    ¡¡ Me encanta !!
  Tras dar la vuelta a todo el recinto salimos de allí en busca de una de las calles comerciales que nos había dicho el joven de antes. Cuando cruzábamos el río, por el Puente del Serrador, comenzó a llover de nuevo. Aceleramos el paso buscando un lugar donde refugiarnos pero... Ya estábamos calados.

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Una aguadora.

  Tras aguardar a que aflojase en la entrada de una tienda de ropa, entramos en la zona comercial y subimos por la Calle del Castillo hasta llegar a la Plaza Weyler. Allí encontramos unas estatuas de angelitos y las fotografié para mi colección.
  Luego, bajamos hacia la zona del puerto. Habíamos decidido coger el coche y poner rumbo hacia Candelaria en la costa este de la isla.
  Sinceramente, Santa Cruz de Tenerife me defraudó bastante. Quizás con otra meteorología o en otras condiciones hubiese sido distinto...

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La fuente de la Plaza Weyler. Más angelitos para mi colección.

  Nos asomamos al puerto en un momento en que, afortunadamente, no llovía. Tras hacer alguna fotografía, volvimos al parking. Esta vez cogí yo el coche y pusimos rumbo hacia el sur. Eran más o menos las 13:00 horas. Salimos de la capital por la TF-1, nos separaban 21 Km de la localidad de Candelaria.
  Nada más salir del casco urbano, metidos en plena variante, empezó a llover como si fuese el Diluvio Universal. Parecía que se había roto el cielo... 
  Me pasé, a propósito, la salida de Candelaria, porque cualquiera paraba en ese momento. Seguí conduciendo y, unos kilómetros más adelante, cuando aflojó un poco, paramos en un área de servicio donde daban comidas. Comimos el menú del día, no recuerdo bien, pero era ensalada y atún con más ensalada... Bueno, la cosa era meter algo al estómago. Tras una pequeña pausa y un café, arrancamos en dirección a El Médano. Nos separaban unos 40 Kms. 

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El puerto de Santa Cruz de Tenerife es un macro-complejo destinado a cruceros y barcos de carga.

  El Médano es una de las entidades de población que conforman el municipio de Granadilla de Abona. Se trata de la principal localidad turística del municipio. Su nombre proviene del término «médano», sinónimo de duna, ya que la zona cuenta con gran cantidad de estos elementos naturales.
 El núcleo de la población surge en torno a su puerto siendo, en origen, un pequeño caserío de pescadores. A partir de finales del s. XIX y principios del XX, El Médano se convierte en puerto de cabotaje en las rutas entre Santa Cruz de Tenerife y el sur insular. En la segunda mitad del s. XX, sobre los años 70/80, comienza su verdadero desarrollo con motivo del “boom” turístico antes mencionado. Este fenómeno posibilita la mejora en las infraestructuras de comunicación, construyéndose en 1978 el Aeropuerto de Tenerife Sur en terrenos de la localidad.

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La playa de El Médano, con sus rocas volcánicas y su arena negra.

  En realidad, la visita a El Médano se centraba principalmente en ver los volcanes "Montaña Roja y Bocinegro", ambos extintos y situado sobre el mar. La población en sí no tiene nada, es un conjunto de construcciones modernas y feas, que a partir del "boom" turístico de los años 70, atrajo a habitantes del área de Santa Cruz de Tenerife y San Cristóbal de La Laguna, convirtiéndose en un importante núcleo de residencia secundaria. En el año 2013, el 41% de la población residente allí era de origen extranjero, sobre todo procedentes de Italia, Alemania, Reino Unido y Uruguay. 
  Dimos la vuelta por el paseo marítimo y después fuimos, nuevamente en coche, hasta la "Montaña Roja", situada al este de la población. 

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Los volcanes "El Bocinegro y La Montaña Roja" en la localidad de El Médano.

  El volcán "Montaña Roja" tiene una altura de 171 metros s.n.m., es el icono del pueblo y el punto más alto de la zona. Junto a él, encontramos a su hermano pequeño, el llamado "Bocinegro", una pequeña montaña de tan solo 40 metros de altura que complementa la imagen de la "Montaña Roja" cuando se observa desde el pueblo. 

 Ambos forman parte de la Reserva Natural Especial de Montaña Roja y ambos están formados por acumulación de basaltos alrededor de la boca eruptiva; el basalto es una roca volcánica que suele ser de color negro o marrón pero, además de estos elementos, el hierro convive con el basalto y es el encargado -mediante su oxidación por el aire y el agua- de darles ese rojo tan intenso.

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Distintas vistas de la "Montaña Roja". Arriba, panorámica desde la playa de Los Balos.

  Tras unas fotos de la zona estaba "todo el pescado vendido". Mientras estábamos frente al volcán, le comenté a Jesús las dos opciones de regreso al Puerto de la Cruz; o subir por Granadilla y volver por la carretera de la montaña o retroceder sobre nuestros pasos y pasar por Candelaria. Jesús optó por la carretera de la costa, no quería más jaleo, las carreteras estaban aún mojadas y meternos por la montaña podría acarrear alguna discusión no deseada... Volvimos al coche y pusimos rumbo a Candelaria.

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La calle del Obispo Pérez Cáceres.

  Candelaria es el municipio sede de la Virgen de Candelaria, patrona general de Canarias. La imagen de la virgen apareció en la playa de Chimisay sobre 1390 y los guanches la llevaron a la cueva del mencey. Esta localidad está considerado como el lugar sagrado y de peregrinaje por excelencia del archipiélago. El municipio tiene una gran importancia no solo religiosa, sino también histórica, pues en él se unieron las culturas guanche y castellana en torno a la imagen de la Virgen. En enero de 2017 tenía un total de 27.149 habitantes.
 La zona sobre la que se asienta el municipio ha sido objeto de ocupación humana desde época guanche, hace aproximadamente dos mil años, según atestiguan los yacimientos arqueológicos encontrados. 

  Aparcamos en un parking de pago cerca del puerto. Desde allí nos encaminamos por una calle central hacia la plaza donde se encuentra la Basílica de la Candelaria. En el paseo junto al mar vimos también las estatuas de los nueve menceyes de la isla en la época de la conquista de los castellanos. Recorrimos el paseo hasta la cueva de San Blas, antigua cueva del mencey de Güimar, donde se guardó la imagen de la virgen que encontraron los guanches en la playa, procedente de algún naufragio en la zona.

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La plaza de la basílica.

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La Basílica de Ntra. Sra. de la Candelaria.

  La tarde languidecía. Eran alrededor de las 18:30 horas. Ya no había tiempo para más visitas así que nos tomaríamos el resto de la jornada con relajación. Como la lluvia había cesado hacía un buen rato, nos sentamos en una terraza a tomar una cerveza. Al fin y al cabo, estábamos de vacaciones...

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La localidad de Candelaria se asienta al borde del mar, sobre una extensa playa de arena negra.

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La costa de Candelaria hacia el norte y hacia el sur.

  Sentados allí, frente a las estatuas de los menceys, me picó la curiosidad por esta gente. Así que en cuanto pude leí algo más sobre ellos...
  El menceyato era la unidad política y territorial en que se dividía la isla de Tenerife antes y durante la conquista castellana. Estos territorios, dirigidos por menceys ó menceyes -reyes guanches- y controlados por un grupo con vínculos familiares, contaban con los suficientes recursos naturales para la subsistencia de la población y eran defendidos frente a los otros menceyatos. Sus límites estarían definidos por elementos naturales como barrancos o accidentes fuertemente marcados. La parte central de la isla, donde se llevaba a cabo la trashumancia del ganado y que servía de paso entre menceyatos, eran terrenos comunales sin pertenencia fija.

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Los nueve menceyatos de Tenerife antes de la invasión.

  Cronistas contemporáneos a la conquista, como fray Felipe de la Gándara, coinciden al indicar que, tiempo antes de la llegada de los castellanos, la isla se encontraba bajo el poder de un único mencey, llamado Tinerfe. A este le sucedieron sus nueve descendientes, que se repartieron el territorio creando así los nueve menceyatos. Esta división, siempre según fray Felipe de Gándara, debió ocurrir con posterioridad al año 1350 -existen relatos en esta fecha de marineros que hablaban de un único mencey-, y antes de la aparición de la Virgen de Candelaria (1392-1401) en la que ya había nueve menceyes.

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ACAYMO - Mencey de Tacoronte

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ADJONA - Mencey de Abona

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AÑATERVE - Mencey de Güimar

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BENCOMO - Mencey de Taoro

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BENEHARO - Mencey de Anaga

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PELICAR - Mencey de Icod

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PELINOR - Mencey de Adeje

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ROMÉN - Mencey de Daute

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TEGUESTE - Mencey de Tegueste

Los nueve menceys que gobernaban en Tenerife antes de la invasión de las tropas castellanas.

  Según el autor A. Rumeu, durante la conquista, los menceyatos se dividieron en bandos de paz y bandos de guerra. Los bandos pacíficos, Abona, Adeje y Güímar, fueron aquellos cuyos menceys o menceyes pactaron alianzas con los conquistadores. Los bandos guerreros, Daute, Icod, Tacoronte, Taoro y Tegueste, son los que se enfrentaron y les opusieron resistencia. Respecto a Anaga, se dice que fue uno de los menceyatos de los bandos de paz, aunque a lo largo de la conquista se enfrentaron en diversas ocasiones a los invasores. Finalizada la conquista, muchos guanches "rebeldes" se refugiaron en los menceyatos de Anaga y Abona, sufriendo este último una fortísima represión por parte de los conquistadores. 
  Estas esculturas son obra del tinerfeño José Abad. Se inauguraron el 13 de agosto de 1993. De donde sacó los modelos o en que se basó este hombre para imaginarse así a los menceys, no lo sé. El caso es que, en 1350, no había ni fotografías, ni creo que hubiese prueba documentada describiendo a estos nueve hombres. Simplemente lo tomaremos como un digno y respetable recuerdo a los antiguos reyes de la isla de Tenerife.

  Tras la cervecita volvimos al coche y regresamos al Puerto de la Cruz. El día, que había amanecido lloviendo a cántaros, terminaba bastante estable. 

Paseando frente a los menceys.

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  Llegamos ya de noche y nos fuimos directamente al apartamento. Teníamos de todo para hacer algo de cena, así que, preparamos una ensalada y nos la comimos relajadamente viendo un poco la televisión. Luego descargué las fotos y tras una ducha me fui a descansar. No había noticias del teleférico... El asunto pintaba bastante mal.

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Tenerife

Amaneció una nueva jornada cargada de ganas de viajar. Era el penúltimo día y esperaba con optimismo las noticias del teleférico. Habíamos quedado a las 08:30 con Jesús e Isabel, así que nos levantamos a las 07:30 para desayunar y

prepararnos. Justo antes de salir recibí un email de la empresa Volcano, confirmando, nuevamente, las malas condiciones meteorológicas y la inactividad del teleférico. ¡¡ Qué mala suerte !! Las opciones se agotaban... Sólo quedaba una oportunidad.

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  Comenté con mis compañeros las noticias y organizamos el día para aprovecharlo a tope. El plan era el que habíamos previsto para la víspera, es decir, la zona oeste de la isla.
  Como ya habíamos estado en Icod, iríamos directos a Garachico, luego la Punta de Teno, Masca, el acantilado de Los Gigantes y subir por el sur del P. N. del Teide...
  Jesús cogió el coche y arrancamos dirección Garachico. La mañana estaba triste, el cielo plomizo amenazaba con volver a dejar escapar la incómoda lluvia. Solo podíamos cruzar los dedos...

La costa de Garachico; rocas de lava de la última erupción.

  Garachico está ubicado en el oeste de la isla. En 2018 contaba con 4.820 habitantes. La denominación del municipio proviene de un término guanche y era el nombre que recibía el roque o islote que se encuentra en su costa. Más de la mitad de su territorio está cubierto por pino canario, paisaje volcánico y un antiguo acantilado que separa el casco histórico de las medianías. Garachico posee un rico patrimonio arquitectónico de los siglos XVI y XVII muy bien conservado, por lo que fue declarado Bien de Interés Cultural en 1994. En la zona de costa se encuentran fincas extensas dedicadas al cultivo del plátano, mientras que en medianías se encuentra una agricultura de autoconsumo con pequeñas propiedades.
  La ciudad fue fundada por el banquero genovés Cristóbal de Ponte tras la conquista de Tenerife en 1496 y se convirtió en el principal puerto pesquero y comercial de la isla. Esta época dorada atrajo a numerosas familias de gran influencia, lo que se vio reflejado en el trazado de sus calles y en la arquitectura de sus edificios. De allí zarpaban navíos cargados de vino y azúcar hacia América y Europa, lo que hizo progresar económicamente a su población.
  En 1646 un corrimiento de tierras terminó con la vida de cien personas, hundiéndose también cuarenta barcos. Posteriormente, el 5 de mayo de 1706 una erupción del volcán de Trevejo, terminó con el período dorado de esta localidad. De madrugada, siete coladas de lava descendieron por la ladera arrasando y sepultando gran parte de la villa, especialmente su puerto, que quedó totalmente cubierto. A pesar de todo no hubo víctimas mortales. Después de este desastre natural, los comerciantes pasaron a utilizar el muelle del Puerto de la Cruz y Garachico quedó como un pequeño puerto de pescadores. La colada de lava que llegó al mar hizo ganar al municipio territorio y unas piscinas y charcos conocidos como El Caletón.

  Llegamos sobre las 09:00 horas. Aparcamos al pie de la carretera, frente a las piscinas naturales. Dejamos atrás una pequeña fortaleza y nos adentramos por una de sus bien cuidadas callejuelas. El pueblo estaba tranquilo, todavía no había muchos turistas y se respiraba una paz agradable. 
  Llegamos hasta una bonita plaza sita frente a la Iglesia de Santa Ana. Allí, estaban colocando unos puestos de artesanía con adornos de ganchillo canario, verduras, postres, ropa y "pichias"... Seguimos caminando.
  Las calles adoquinadas parecían invitarnos a continuar, grandes caserones, flores a doquier... Era bonito y relajante.

Un pequeño fuerte vigilaba la costa de los ataques enemigos.

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El antiguo Convento de San Francisco.

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La Plaza de la Libertad.

La Iglesia de Santa Ana en el centro de la localidad.

  Recorrimos el casco histórico y acabamos tomando un café en la terraza de una cafetería muy coqueta. Había templado, aunque el cielo seguía encapotado. Luego, tras un rato de charla y después de leer en Internet algunos datos sobre esta localidad, partimos por la carretera de la costa en dirección a la Punta de Teno.

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El roque de Garachico que da nombre a la localidad.

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Extensas plantaciones plataneras camino de Punta de Teno.

  Llegamos a la localidad de Buenavista. Desde allí indicaba el desvío hacia la Punta de Teno, pero unos kilómetros más adelante, una barrera, custodiada por una chica joven, nos impedía el paso. Allí, vimos un cartel que decía:                                                         

---- "Acceso cortado de 10:00 a 17:00" ----

Eran las 10:30. Ya nos había advertido el joven de Santa Cruz...
- Id pronto a Punta de Teno, porque luego cierran la carretera... 
Bueno, teníamos dos opciones:
1) Volver al pueblo de Buenavista y coger un bus que salía y regresaba a las horas en punto.
2) Dejar de ver la Punta de Teno y subir directamente a Masca.

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La subida a Masca gana altura en pocos metros por una carretera estrecha pero muy buena.

  Si optábamos por ir a la Punta de Teno, consumiríamos la mañana y prácticamente no podríamos hacer nada más, así que decidimos ir a Masca. El problema era que Isabel no quería subir. Se asustó por los comentarios de la chica que guardaba la barrera que nos dijo que era una carretera muy mala. Al final, las mujeres decidieron quedarse en el pueblo de Buenavista y nosotros subiríamos a Masca. Luego, para ir hacia los acantilados de Los Gigantes, tomaríamos la carretera que subía por la localidad de El Tanque que, al parecer, era más ancha y segura. 

  Pues dicho y hecho. Dejamos a las mujeres en Buenavista y pusimos rumbo a Masca por la TF-436. Nos separaban unos 15 Km de curvas y más curvas. La carretera era estrecha y el tráfico intenso. A decir verdad, en ningún momento pasé ningún mal rato conduciendo ya que, prácticamente, en cada curva, había un ensanchamiento e incluso pudimos parar para hacer alguna fotografía. Eso sí, la carretera se retorcía por las laderas, buscando ganar altura a cada metro. 
  Llegamos a un collado y, a partir de ahí, la carretera descendía hacia la otra vertiente... Finalmente, desde una de esas curvas infinitas, vimos la pequeña aldea metida bajo una enorme mole de piedra. Al fondo, como un minúsculo punto blanco, estaba Masca. 

El amigo Jesús disfrutando como un niño.

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  Masca es un caserío perteneciente al municipio de Buenavista del Norte. Se encuentra situado en la punta noroeste de la isla, dentro del Parque Rural del Macizo de Teno, a una altitud media de 750 metros s.n.m.
 Tiene la reputación de haber sido un escondite de los piratas. Masca destaca también por su arquitectura tradicional, pese a que la mayoría de sus construcciones son modernas ya que fueron pasto de las llamas en el año 2007. En 2012 contaba, tan sólo, con 97 habitantes. La electricidad llegó aquí no hace mucho tiempo y durante años solo hubo una vía de comunicación con el exterior, el Camino de los Guanches, que conectaba el caserío con Santiago del Teide. Pero, quizás por ese olvido o abandono, este rincón de la isla se conserva casi intacto... Como antaño.

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Distintas vistas de los barrancos camino de Masca.

  Me quedé mirando aquellas casas; alineadas sobre la ladera de la montaña, daba la impresión de sujetarse por unos hilos invisibles al borde del abismo que, con formas inverosímiles, dibujaban los barrancos...

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La localidad de Masca, literalmente colgando de los barrancos.

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Panorámica desde el Mirador de la Cruz de Hilda.

  Tras esta impresionante visita, bajamos a reunirnos con las mujeres. Las recogimos, no sin antes dar un par de vueltas para localizarlas, cerca de la plaza del pueblo. La localidad estaba en fiestas y parecía que había buen ambiente. Nos dirigimos hacia El Tanque por la TF-42. Al llegar a la localidad de Las Cruces nos desviamos por la TF-421. La carretera, bastante más impresionante que la de Masca, ascendía dejando un cortado a su derecha que a Isabel le volvió a agobiar bastante. Yo, conducía con cuidado... Creo que se enfadó un poco, pero no había otra solución, teníamos que subir.


 Habíamos cogido la ruta que la chica de la mañana nos aconsejó como más segura. A decir verdad, si hubiéramos ido todos por Masca, hubiese sido menos impactante para ella. Pero bueno, ya estaba hecho y no había marcha atrás. La carretera fue un suplicio hasta el cruce de San Juan de Reparo. Allí giramos a la derecha por la TF-82 y, como nos metíamos tierra adentro, la sensación de vértigo desapareció. 

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  Paramos a echar gasolina en El Tanque. Jesús propuso parar a comer, pero ante el silencio de las mujeres seguimos hacia adelante. Nos dirigíamos hacia Los Gigantes pero, para llegar hasta allí,  todavía quedaban unos 25 Km. 
  El cielo cada vez estaba más plomizo. Antes de llegar a Santiago del Teide, concretamente a 4 Km de esta localidad, en una amplia curva de la carretera apareció el Restaurante Fleytas y paramos a comer. Justo en ese momento empezaban a caer unas gotas de lluvia.

La tarjeta del restaurante Fleytas en la localidad de El Tanque.

  Nos atendieron bastante rápido. Los platos del menú no eran nada del otro mundo, pero se trataba de comer y continuar la marcha.

 Pedimos:
  de primeros; 2 ensaladas mixtas y 1 crema de calabaza
  de segundos; 1 calamares, 2 guisos de carne de cabra y 1 atún guisado.
​  La carne de cabra estaba bastante jugosa pero, el atún, era un mazacote hervido, seco y sin sustancia... Una pena.

 Para beber 1 botella grande de agua y 1 caña; 2 cafés y una infusión... En total pagamos 46 €.
  A decir verdad, en relación calidad/precio me resultó caro. Pero bueno, habíamos repuesto fuerzas, los ánimos se habían calmado y el camino hacia los acantilados se antojaba menos tenso...

  Volvimos al coche. Jesús me pidió las llaves para conducir y pusimos rumbo a los acantilados. Pasamos por Santiago del Teide y bajamos por Tamaimo hasta el Mirador de Archipenque. Eran unos 13 Km. Desde allí la vista de los acantilados era un poco lateral, no teníamos muchas opciones para hacer fotos... Sinceramente, tan sólo había un ángulo para hacer la fotografía que aparece bajo estas líneas, con los acantilados y la Punta de Tena al fondo.

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Los acantilados de Los Gigantes desde el Mirador de Archipenque.

  Allí no había mucho más que ver y, por eso, decidimos volver a subir y dirigirnos hacia el Teide. En la localidad de Tamaimo cogimos la TF-82 hasta Chío y allí enganchamos la TF-38 que bordeaba la cara sur del volcán.
  El recorrido estaba plagado de maravillosas vistas. Prácticamente, en cada curva de la carretera había una foto que hacer... De los campos de lava, aparentemente muertos, brotaban verdes árboles  que, aprovechando el más mínimo resquicio, se alzaban vigorosos resurgiendo a la vida. Los contrates de colores eran un obra maestra de la creación. Un paisaje hecho a capricho, siempre con la silueta del volcán al fondo.

La TF-38 camino del Teide.

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Las vistas del Teide desde la carretera de Chío eran espectaculares.

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  Tras haber recorrido unos 30 Km entre esos campos de lava negra, salpicados de verdes árboles, al enlazar con la carretera TF-21 -la que sube desde Granadilla- el paisaje cambió de forma radical.
​  Ahora, las coladas de lava eran de color marrón, un marrón intenso con rocas puntiagudas. En el horizonte, unos roques afilados, con betas azules de azufre, cual heridas abiertas manando sangre de la nobleza, nos transportaban a otra época en las erupciones de los distintos volcanes que en esa zona existen. El espectáculo, sinceramente, era único...


  Os dejo las fotos porque creo que sobran las palabras.

El color azulado de las figuras de cobre se esparcía por el suelo rocoso. 

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Al llegar a Los Roques de García, el paisaje volvió a cambiar.

  Alcanzamos la zona de Los Roques de García, el punto hasta donde habíamos llegado viniendo desde el norte. El paisaje volvía a dar un impresionante cambio. El cielo, que se abría y se encapota  por momentos, provocaba sobre las rocas unos cambios de luz maravillosos. 

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El cielo, "apagando y encendiendo" las luces, jugaba a regalarnos diferentes paisajes de colores.

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La cima del Teide se iba cubriendo por momentos.

  La cima del Teide, cual chiquillo jugando al escondite, se asomaba y se escondía entre las nubes. Qué lástima no poder subir allí arriba, la visión desde lo más alto debía ser impresionante... Todavía quedaba una última oportunidad. Imploraría a Magec, el Dios del sol de los guanches, para que mañana calmase a los vientos que enfurecían a Echeyde y reinase la calma en la montaña sagrada. 

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Entre montañas rojizas, se dejaba ver en el horizonte el Centro de Investigación Atmosférica de Izaña.

  La tarde había sido maravillosa; pasamos de zonas de lava negra a extensos campos de tonos ocres, salpicados por el azul del azufre; riscos retorcidos con formas imposibles que dejaban ver la violencia con la que las bocas de los volcanes expulsaron fuego en otra época; un inmenso paisaje de puntas de tierra quemada, únicamente seccionado por la serpiente de asfalto que cruzaba de norte a sur este precioso paisaje que evocaba la superficie lunar.

  Eran alrededor de las 19:00 horas. Ya era noche cerrada porque, la víspera, entró en vigor el horario de invierno y tuvimos que cambiar la hora. Bajamos por La Orotava hasta Puerto de la Cruz y fuimos derechos al apartamento. Le comenté a Jesús que nos quedaba una última bala en la recámara. Él, me comentó que, por su parte, se daba por satisfecho, que otra visita más al Teide se le antojaba demasiado. Que, si yo quería, subiese al día siguiente para hacer cima. 
  Ya en Puerto de la Cruz, fui a comprar algunas cosillas al supermercado, hacía falta algo para desayunar. Luego, ya de vuelta, cenamos y descargué las fotos. La tarde había sido muy productiva. Hablé por teléfono con mi hijo y nos fuimos a descansar. Tan solo quedaba un día de estancia en Tenerife. Me acosté dándole vueltas al tema del Teide...

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Tenerife

Amaneció una mañana algo más soleada que el resto de los días. Le comenté a Rosa que no iba a subir. Me parecía un poco egoísta disponer del coche para mi solo. Jesús e Isabel dijeron que no subían y a Rosa lo del teleférico no le hace

mucha gracia... Cuando estábamos hablando de ello, entró un correo electrónico de la empresa Volcano que decía:

Sr. Preciado:
​    Lamentablemente, por motivos de seguridad y ante las adversas condiciones climatológicas, el teleférico tampoco estará hoy disponible. Sentimos las molestias que le pueda ocasionar. Si lo desea puede gestionar la devolución del importe de los tickets. Saludos.

  Bueno, pues ya estaba claro. Al final no subiríamos ninguno. Desayunamos tranquilamente y nos preparamos para salir. Antes de reunirnos con nuestros amigos, hice la petición de devolución del importe de los tickets. La verdad es que son muy, muy formales. Posteriormente, a eso de las 09:00 nos reunimos e iniciamos el recorrido de este último día.

  Nota:
  Unos días más tarde, me ingresaron en la tarjeta de crédito, con la que había hecho la compra, el importe íntegro de los tickets.

  Arrancamos en dirección norte hacia la costa del Acentejo. El plan era ver algún pueblo más y después volver a Puerto de la Cruz, visitar al Jardín Botánico, comer en un guachinche y pasar la tarde por allí en plan de relax. De entrada nos dirigimos hacia El Sauzal.

  Nos habían dicho que valía la pena. También en esa zona estaba la localidad de Santa Úrsula y en uno de sus parques la excéntrica estatua  de "La Giganta". 
  Isabel quiso conducir y nos llevó hacia unos miradores desde donde se veía la costa, con la localidad de La Matanza de Acentejo al fondo. 

La costa de Acentejo.

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Puerto de la Cruz desde unos de los miradores de Santa Úrsula.

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El Teide, con el Nikon 400... "pata negra".

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Desde un mirador y también con el "pata negra", hice esta colección de fotos que he llamado
​"Fugaces recuerdos" y que espero, algún día, colgar para exponerlas en algún sitio.

  Desde uno de esos miradores veíamos, justo perpendicularmente bajo nuestros pies, una pequeña cala de arena negra. Las olas iban y venían dibujando fugaces formas al golpear en las rocas y retroceder hacia el mar.  En cada envite, la fuerza de la mar, dejaba una forma diferente. Cuadros abstractos únicos e irrepetibles... Un gran regalo de la naturaleza para estimular los sentidos.

  ¡¡ Menuda maravilla !!
  Dejando Santa Úrsula, camino de El Sauzal, cuando dábamos por imposible encontrar a la dichosa "giganta", resultó que apareció ante nosotros. Está ubicada en el Jardín Social La Quinta, al norte del municipio. 

La costa tinerfeña desde un mirador de El Sauzal.

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  Se trata de un jardín vertical, caracterizado por la integración en el conjunto vegetal de una estatua de 4 m de altura que se confunde con el paisaje. La escultura se apoya en unas rocas y aparece sentada, combinando materiales artificiales como cemento y varillas de acero, con una cobertura vegetal de enredaderas y flores. Aunque me parece bastante "friki", en poco tiempo se ha convertido en todo un emblema para el municipio. 

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La Giganta de Santa Úrsula.

  Llegamos a El Sauzal y dimos una pequeña vuelta por el centro del pueblo. La verdad es que no tenía nada de particular, salvo una iglesia con algunos detalles interesantes. El sol se dignó a asomar y decidimos tomarnos un café en una terraza céntrica. Estuvimos muy a gusto, charlando de muchas cosas en un ambiente distendido. Fue un rato de absoluta relajación, tras el cual decidimos volver al Puerto de la Cruz para visitar el Jardín Botánico antes de ir a comer. 

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El Jardín Botánico de Puerto de la Cruz. A la izquierda el panfleto publicitario del jardín. A la derecha el ticket de las cuatro entradas.

  Siendo Jesús e Isabel tan aficionados a las plantas no podía faltar, en nuestro periplo por Puerto de la Cruz, esta visita al Jardín Botánico ó Jardín de Aclimatación de La Orotava. Este espacio tiene muchos años de historia. Se creó por Real Orden de Carlos III el 17 de agosto de 1788, como consecuencia de la necesidad de aclimatar especies procedentes de los trópicos en un lugar del territorio español con la climatología apropiada.


  Posee importantes colecciones de plantas tropicales y subtropicales de valor económico y ornamental, teniendo especial mérito las variedades de palmeras, bromeliáceas, aráceas y moráceas. Además, existen árboles de notable belleza e interés por sus dimensiones, antigüedad, rareza ó procedencia.

         * Jardín Botánico o Jardín de Aclimatación de La Orotava:
         Dirección                : C/ Retama 2 - Puerto de la Cruz ( Tenerife )
         Horario                  : 09:00 a 18:00
         Precio de la entrada    : 3 €

  Eran alrededor de las 13:00 horas. Entramos; no había mucha gente, pero justo detrás de nosotros entró un grupo de turistas extranjeros. Esperamos a que avanzasen un poco porque si no, no había manera de hacer una foto sin alguno de ellos merodeando por delante. Cuando se distanciaron unos metros iniciamos nuestra particular visita. Teníamos buenos y expertos guías... ;-) Fuimos recorriendo los distintos pasillos y haciendo fotos... Os dejo una muestra de mi "cosecha".

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Enormes especies de árboles tropicales.

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Los grandes troncos se prestaban a jugar con el desenfoque rápido para crear formas abstractas. Una de mis pedradas.

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El estanque con las flores de loto era una verdadera maravilla.

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  El paseo por el Jardín Botánico nos acabó de abrir el apetito. Una chica canaria nos había dicho que no nos viniéramos de Tenerife sin comer en un guachinche, así que, miramos en Internet y encontramos uno con muy buenas críticas en el casco viejo de la ciudad; Mesón-Guachinche Los Gemelos... Cogimos el coche y nos fuimos a comer.

  El guachinche es un establecimiento propio de la isla de Tenerife, en el que se ofrece comida casera tradicional, como acompañamiento al vino de cosecha propia o de la zona. Estos establecimientos tienen su origen en los mercadillos que montaban muchos agricultores y ganaderos en determinadas fechas del año para vender sus productos directamente al comprador, especialmente el vino. Con el tiempo, como todo, han ido evolucionando y hoy sus platos son más refinados. Como era el último día, decidimos darnos un homenaje. Llegamos al establecimiento y, tras esperar unos diez minutos, nos dieron una mesa. Vino el camarero y nos dejó unas cartas.
Nos decantamos por unos entrantes para compartir:
- Una ración de queso a la plancha.
- Una ración de pulpo cocido a la parrilla
- Unas papas con sus mojos -verde y picón-

Después, como plato principal, Isabel pidió costilla a la parrilla; Jesús y Rosa  pidieron pescado a la parrilla y yo me decanté por un bacalao en salsa. Todo ello acompañado con un vino canario, blanco semi-seco para mis compañer@s y agua para mi.
¡¡ Nos pusimos como "el Kiko" !!

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La tarjeta del "guachinche" y mis compañeros esperando.

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Los platos del guachinche estaban riquiiiisimos, el queso y el pulpo a la plancha ... De primera !!!

No guardé la factura pero, si no recuerdo mal, ascendió a unos 75 €. Eso sí, todo muy rico, principalmente el queso y el pulpo a la plancha, este último... ¡¡ Exquisito !!
  Después de esta suculenta comida, decidimos ir al apartamento a descansar un poco e ir recogiendo todo para adelantar. Quedamos en reunirnos a las 18:00 para dar una vuelta por el paseo marítimo y despedir así las vacaciones. 
  Recorrimos el paseo viendo el ambiente de la ciudad. Lo cierto es que habíamos salido todos los días y al Puerto de la Cruz no le habíamos hecho caso. Fue relajante y nos sirvió para bajar un poco la comida. Por lo demás, tampoco tiene gran cosa.

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Atardecer en Puerto de la Cruz.

  Con el cambio de hora a las 19:00 ya era noche cerrada. Llegamos hasta la playa de San Telmo y dimos la vuelta. La temperatura era muy buena para pasear y de regreso paramos en la terraza de un bar llamado "La Guapa". Allí pedimos una consumición. Al rato llegó un hombre y sacó un arpa del almacén del bar. Nos dijo que iba a tocar, que estaba esperando al "socio"... Este, llegó acelerado al cabo de un ratillo, llegaba tarde. Era un tipo bajito y rechoncho, ataviado con una gorra madrileña. Sacó una guitarra y ocupó su lugar en el improvisado escenario. Situado al lado del que tocaba el arpa -que era alto y corpulento-, parecían Don Quijote y Sancho Panza. Pedimos otra consumición mientras veíamos la actuación musical. Como no podía ser de otra manera, interpretaron canciones sudamericanas, que es lo que se estila por allí. En cada local había música y, en ocasiones, una tapaba a la otra... Todo sea por atraer turistas...
  Sobre las 20:30 regresamos al apartamento. Acabamos de hacer las maletas, descargué las fotos y recogí las cámaras en su maleta para el transporte en el avión. Preparamos una pequeña ensalada, cenamos y recogimos todo antes de irnos a descansar.

  Las vacaciones llegaban a su fin.

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Tenerife - Bilbao - Astigarraga

Nos levantamos a las 06:30. Desayunamos y acabamos de recoger las últimas cosas antes de cerrar las maletas. A las 07:30 salimos en busca del coche para ir al aeropuerto. Después de la lección del día que viajamos a El Hierro, no

íbamos a permitir que, nuevamente, nos "pillara el toro"... Efectivamente, en el mismo punto del trayecto, es decir, en la intersección con la TF-5, el tráfico era caótico. Menos mal que esta vez íbamos con un gran margen de tiempo.​..

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  Al igual que el otro día, al llegar a la altura de Tacoronte, el tráfico se aligeró y llegamos a Los Rodeos a las 08:40. Entregamos el coche. El contador marcaba 2.807 Kms, es decir ,le habíamos hecho en estos días unos 800 Kms. Luego subimos a facturar las maletas. Tras esto fuimos a pasar el control de seguridad y entramos en la zona de embarque.
  El Airbus 320 con el vuelo VY3261, gestionado por Vueling, despegaría a las 09:55 por la puerta B29... Sólo era cuestión de esperar.

Embarcamos con bastante tiempo de antelación.

  En el finger, me pararon y me dijeron que tenía que dejar la maleta para llevarla  la bodega.

El hall del aeropuerto de Los Rodeos - Tenerife Norte.

  Le dije que no, que era un equipo fotográfico muy sensible y que tenía que ir conmigo. Ella se puso un poco borde y me dijo que porque no llevaba una maleta más pequeña... Vale; doy por bueno que al llenarse la cabina tengan que bajar maletas a la bodega, pero que me diga que lleve una bolsa más pequeña, por ahí no paso. La maleta es la reglamentaria de cabina, con sus restringidas medidas, a qué viene eso de que lleve una más pequeña...

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El puerto de Santa Cruz desde el avión.

  Finalmente la pude subir a la cabina y la de Rosa también. Despegamos con más de cinco minutos de antelación, cosa que nunca había visto. El vuelo nuevamente fue bastante movidito. Rosa lo pasó muy mal, pillamos muchas turbulencias. Traíamos el viento de cola y viajábamos en la fila 29, casi al final, así que aquello parecía un tiovivo...
  Cuando sobre volábamos el Parque Natural de Urkiola, con unas impresionantes vistas del Anboto, me di cuenta de que ya estábamos "en casa".

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La Sierra de Urkiola y la cima del Anboto desde el cielo, minutos antes de aterrizar en Bilbao.

 Llegamos con unos 40 minutos de antelación sobre el horario previsto... Tampoco me había pasado nunca eso de llegar antes de la hora y con tanto margen. Recogimos las maletas de la cinta y fuimos a por el coche.
  ¡¡ Joder !! no nos acordábamos donde lo habíamos dejado... Finalmente, haciendo memoria recordamos el sitio y bajamos a por él. La broma de tener que dejarlo en el parking normal, al no llegar al de larga estancia que habíamos reservado, fueron, nada más y nada menos que 71 € de diferencia... ¡¡ Que putada !!
  Sin más demora, pusimos rumbo a Astigarraga. Sobre las 15:15 estábamos en el pueblo. Iñaki bajó a recoger a sus padres y cada uno, nos fuimos para nuestra casa. Iosu, mi hijo, me esperaba ansioso, con ganas de verme. Yo también a él, por supuesto...

  Un nuevo punto de la geografía española que sumar a mis "Diarios de Viaje". La primera vez que visitaba las islas. Para ser sincero, diré que, me decepcionó un poco la capital Santa Cruz pero, por los demás, fue una bonita experiencia eso de pisar territorio guanche y territorio bimbache... El Parque Nacional del Teide, con sus inigualables paisajes de lava; la costa salvaje de Taganana; las sabinas de El Hierro... Me parecieron zonas preciosas.

  Ahora, a preparar el segundo tramo de La Ruta de la Seda... Mucho trabajo por delante. Espero que próximamente pueda compartir esas experiencias con vosotr@s.

  ¡¡ Saludos camaradas !!

Ahul guanches  !!

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© F. J. Preciado  2019

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