
"La vida, como la fotografía, consiste en positivar lo negativo"
Noviembre de 2024
Japón
El país del sol naciente

El torii de Miyajima; cuando sube la marea se queda "flotando" en el agua.
Muchos meses preparando este largo viaje... Tres semanas por delante en mi sexta incursión en Asia, esta vez al país del sol naciente. Grandes expectativas, mucha ilusión y muchas ganas de conocer la cultura nipona y ver, in situ, las dos ciudades que, como el ave Fénix, resurgieron de sus cenizas después de recibir el mayor castigo nunca recibido anteriormente en un conflicto bélico; la bomba atómica.
Esta fecha era la ideal para sumergirnos de lleno en el momiji, la fiesta del otoño japonés, cuando los bosques ofrecen un maravilloso espectáculo cromático, ya que, sobre suaves tonos verdes, los arces se tiñen con una increíble paleta de colores que abarca desde los rojos a los ocres, mezclándose con el intenso amarillo de los ginkgos.
De norte a sur, desde Kushiro en la isla de Hokkaido, hasta Nagasaki, en la isla de Honshu, unos 4.000 kms de recorrido por tierra, mar y aire, para sumergirnos de lleno entre el Japón milenario y el moderno, disfrutando de la camaradería, la hospitalidad y los buenos modales de la gente de este país situado a 13.000 kms de distancia.




Un poco de historia

Bandera de Japón.
Japón es un país insular de Asia Oriental ubicado en el noroeste del Océano Pacífico. Su territorio comprende un archipiélago de 14.125 islas que cubren 377.978 km² sobre el denominado anillo de fuego del Pacífico; las cinco islas principales del país, de norte a sur, son Hokkaido, Honshu, Shikoku, Kyushu y Okinawa.
La capital y ciudad más grande de Japón es Tokio, aunque el país cuenta con numerosas ciudades de gran importancia cultural y económica como Yokohama, Osaka, Nagoya, Sapporo, Fukuoka, Kobe y Kioto.
Las primeras menciones del archipiélago aparecen escritas en las crónicas chinas del siglo I. Entre los siglos IV y IX, los reinos de Japón se unificaron bajo el mando de un emperador. Sin embargo, a partir del siglo XII, el poder político pasó a manos de una serie de dictadores militares (shōgun) y señores feudales (daimyō). Estos imponían su poder mediante una clase de nobleza guerrera (samuráis). Después de un siglo de guerra civil, el país se re-unificó en 1603 bajo el shogunato Tokugawa y puso en práctica una política aislacionista.

Las islas principales que conforman Japón.
Japón es el undécimo país con más habitantes del mundo, así como uno de los más densamente poblados y urbanizados. Las tres cuartas partes de su territorio son montañosas, y su población de 126 millones de personas se concentra en estrechas llanuras costeras. Tokio es el área metropolitana más poblada del mundo, con más de 37.000.000 de habitantes.
En 1854, una flota de los Estados Unidos obligó a Japón a abrir el comercio con Occidente, lo
que provocó el fin del shogunato y la restauración del poder imperial en 1868. La Restauración
Meiji dio inicio al Imperio de Japón (1868-1947), que adoptó una constitución de estilo occidental y prosiguió un programa de industrialización y modernización.
En 1937, Japón invadió China y cuatro años después entró en la Segunda Guerra Mundial como potencia del Eje. Después de sufrir la derrota en la guerra y los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, Japón se rindió en 1945, quedando bajo la ocupación aliada que duró siete años y adoptando después una nueva constitución. Desde 1947, ha mantenido una monarquía constitucional parlamentaria unitaria con una legislatura bicameral.
La bandera es blanca con un gran punto rojo en el centro que simboliza el sol. Los japoneses la denominan Hinomaru. Se utiliza desde el siglo XVII, aunque no fue declarada como bandera nacional hasta 1999.
Las religiones principales son el sintoísmo y el budismo.
Su montaña más alta es el Monte Fuji con 3.776 metros, le sigue el Monte Okuhotaka con 3.190 metros. Su principales macizos montañosos ( Hida, Kisa y Akaishi) están en los denominados Alpes japoneses, con 30 picos por encima de los 3.000 metros.
En la actualidad, el país se encuentra en plena globalización y auge tecnológico, pero, por suerte, es capaz de preservar sus ancestrales tradiciones.
Su moneda oficial es el yen ( ¥ ). Cuando nosotros visitamos Japón, en noviembre de 2024, se manejaba el siguiente cambio:
1 € = 165 ¥
Existen billetes de 1000, 2000, 5000 y 10000 ¥, además de las monedas de 1, 5, 10, 50, 100 y 500 ¥.


Colección de monedas y billetes de Japón.
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Nuestro viaje

Estas fueron las jornadas:
> Día 11/11 Donostia-Madrid
> Día 12/11 Madrid-Pekín
> Día 13/11 Pekín-Tokio y Tokio-Kushiro
> Día 14/11 Kushiro
> Día 15/11 Kushiro-Tokio y Tokio-Hiroshima
> Día 16/11 Hiroshima-Miyajima
> Día 17/11 Miyajima-Nagasaki
> Día 18/11 Nagasaki
> Día 19/11 Nagasaki-Kioto
> Día 20/11 Kioto
> Día 21/11 Kioto
> Día 22/11 Kioto-Nara-Kioto
> Día 23/11 Kioto-Takayama
> Día 24/11 Takayama-Shirakawago-Takayama
> Día 25/11 Takayama-Nagoya-Tokio
> Día 26/11 Tokio
> Día 27/11 Tokio
> Día 28/11 Tokio-Monte Fuji-Tokio
> Día 29/11 Tokio-Pekín
> Día 30/11 Pekín-Madrid y Madrid-Donostia
Recorrido por Japón.
--- Vuelos nacionales
--- Vuelos internacionales
--- Estancia
--- Traslados en tren
Este fue nuestro recorrido en kilómetros:
> 1.000 kms en 2 vuelos internos españoles
> 24.000 kms en 4 vuelos internacionales Un total de 30.495 Kms recorridos en este viaje
> 2.340 Kms en 2 vuelos internos japoneses
> 3.150 Kms en 45 trenes, monorrailes y tranvías
> 5 kms en 2 ferrys
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Astigarraga - Madrid
Yo trabajé esa mañana hasta las 12:30 para no perder un día de vacaciones. Luego, Richi, el hijo de Rosa, nos llevó al aeropuerto. Salimos de Astigarraga a las 19:15 horas y a las 19:50 estábamos en Hondarribia.
En apenas veinte minutos ya habíamos facturado y, tranquilamente, nos dispusimos a tomar un refresco en la cafetería. La noche era fresca... Pasamos el control en un momento en el que apenas había gente. Nos hicieron sacar todo, cámaras, portátil, etc. y, después, esperamos pacientemente en el diminuto hall del aeropuerto.
Embarcamos y despegamos en hora (21:30), en el vuelo de Iberia IB450. Volamos en un Airbus 319. El vuelo, de apenas 45 minutos, transcurrió sin incidentes, pero, el aterrizaje, fue horrible. Casi se va el avión a la derecha porque entró a pista bastante pasado de velocidad.


La tarjeta de embarque.
El avión de Iberia que nos llevó a Madrid.
Llegamos a la T4 de Madrid a las 22:10, pero, se demoró
otros 25 minutos hasta que pudimos desembarcar.
Salimos por la puerta K87 y recogimos las maletas en la
cinta 17. En la puerta nos esperaba un taxi del hotel que, por un módico precio,
nos llevaría hasta el Hostal T4, donde nos alojaríamos esa noche. Todo fue sobre ruedas y a las 23:00 horas estábamos en la habitación. Cenamos unos bocadillos que llevábamos de casa y, tras una ducha, nos fuimos a descansar. La primera jornada del viaje ya se había completado…

La reserva del hostal T4 en Paracuellos del Jarama.

Madrid - Beijing
Nos levantamos a las 07:00 de la mañana y a las 07:45 estábamos desayunando. A las 08:45 nos recogió un taxi para ir a la T1 del aeropuerto de Madrid-Barajas. Facturamos y, tras recibir las tarjetas de embarque, fuimos a pasar el control de seguridad que, por cierto, fue
bastante bien. Luego, a esperar el embarque en la puerta B29. Embarcamos en hora en el vuelo CA908 de Air China y despegamos con 10 minutos de retraso en un Boeing 787. El recorrido del avión marcaba un arco perfecto entre Madrid y Beijing.
Volamos en dirección noreste, cruzando los Pirineos, Toulouse, Génova, Zurich... a una velocidad media de 920 km/h y a 9.750 m de altura. Pasamos por encima de los Alpes que nos ofrecieron unas maravillosas imágenes. A eso de las 15:00 horas (de España), se hizo de noche a la altura de Praga...
Posteriormente a las 16:00 horas, sobrevolamos Vilnius, a una altitud de 11.300 m. En el exterior la temperatura era de -60°C.
La tarjeta de embarque.
A las 17:00 horas volábamos a la altura de Moscú. Luego cruzamos los Montes Urales y sobrevolamos
Ekaterimburgo y a las 21:35, a una velocidad de 970 km/h y a 12.000 m de altura, sobrevolamos Ulan Bator, la capital de Mongolia. Finalmente, a las 23:15 hora española, 06:15 de la mañana del 13 de noviembre hora local, llegamos a Beijing, tras 9.355 Km recorridos en 11 largas horas…


Beijing-Tokio-Kushiro
El amanecer nos sorprendió en la capital China con una fina llovizna y un calor casi tropical. Tras pasar el control de pasaportes y la seguridad, por la zona del transfer, nos acercamos a la puerta E16 para embarcar en el vuelo CA181, también de Air china, con destino Tokio.
A las 08:15 horas se abrió el embarque y despegamos con puntualidad a las 08:45, en un Airbus 330.
Teníamos por delante 2h 40m de vuelo. Cogimos 12.000 m de altura y volamos a 1.060 km/h. Llegamos, tras otro aterrizaje un poco brusco, a las 12:45 hora de Japón. Lucía el sol y la temperatura era primaveral, 20°C.
Enviamos las maletas grandes a Hiroshima y fuimos en el suttle gratuito de la T3 a la T1 en apenas 10 minutos. Con los papeles de la reserva en mano, una empleada de las Japan Air Lines (JAL) nos ayudó muy amablemente a facturar las maletas pequeñas y, después, a obtener las tarjetas de embarque en unos lectores preparados para ello.


Cambié los dólares que llevaba, pero no me aceptaron otras divisas como los dinares marroquíes, las liras turcas, o las libras egipcias.
La tarjeta de embarque.
Luego, pasamos el control para acceder a las puertas de embarque. Ya solo quedaba esperar al último vuelo para llegar a Kushiro...
Embarcamos puntuales a las 17:15 en el vuelo JL545 y despegamos en hora a las 17:45. Volamos, ya de coche cerrada, en un Boeing 737. Llegamos a Kushiro en hora, con una temperatura de 4°C. Allí arriba, en el norte, sí se notaba que estábamos en el mes de noviembre.
Recogimos las maletas y salimos. Nos esperaba un taxi para llevarnos al Confort Hotel Kushiro, donde pasaríamos las dos siguientes noches. El taxi nos costó 7.100 yenes (43 €).
Hicimos el check-in, subimos a la habitación y, tras asearnos, salimos a cenar a una humilde tasca. Cenamos muy bien, dos grandes raciones de pollo frito, una ensalada César y otra con fideos chinos nos costaron 7.805 yenes (47 € a pagar entre 4 personas).
Luego regresamos al hotel. Una ducha y a descansar, estábamos molidos, no pillábamos una cama desde la noche del día 10.
La tarjeta de embarque del vuelo a Kushiro.


El avión de las Japan Air Lines que nos llevó a Kushiro.
El avión de Air China que nos llevó hasta Tokio.

La reserva del hotel de Kushiro.
Kushiro con 193.000 habitantes, es la principal ciudad del este de Hokkaido, la isla más septentrional de Japón. Antiguamente los ainú llamaron el lugar Kusuri, pero en 1869 fue cambiado el nombre actual. Es conocida por la pesca en alta mar, además de por encontrarse a menudo cubierta de niebla. Se trata de un punto de partida para visitar el Parque Nacional Akan y poder avistar, en invierno, las famosas grullas de cresta roja, la grulla de Manchuria como la conocen en Japón.

Kushiro-P. N. Akan-Kushiro
Nos levantamos a las 07:30 de la mañana. Bajamos a desayunar a la cafetería del hotel. El desayuno era rico y muy variado, con comida oriental y occidental. De lujo. Estaba todo muy bueno y todo súper limpio.
A las 09:00 horas nos vino a recoger un taxi de la misma empresa del día anterior, con la que habíamos pactado los traslados aeropuerto-hotel-aeropuerto, más una excursión por algunos de los parques naturales de la isla de Hokkaido, con la intención de ver a las famosas grullas de cresta roja.

El camino hacia el P. N. de Akan estaba salpicado de granjas tipo americanas.
La isla de Hokkaido es la más septentrional de las principales islas de Japón. Su paisaje se forma, principalmente, de colinas bajas y suaves llanuras. Los árboles dominantes son el roble de Mongolia, el tilo y el fresno, ya que es demasiado fría para mantener el haya japonesa que es común en Honshu.
El clima es continental húmedo, con veranos cálidos y temperaturas que oscilan entre los 10 y los 22°C.
Arrancamos en dirección norte para ir a visitar el lago Takkobu. El taxista y Jesús intentaban comunicarse en japonés, pero, cuando la conversación se hacía algo complicada, el taxista no entendía y echaba mano del traductor. El camino hasta la primera parada estaba repleto de granjas ganaderas del estilo de las que pudimos ver en California.
Vacas y caballos eran el ganado que se podía ver. Luego, llegó un punto en el que la civilización se terminaba y la vida salvaje aparecía ante nuestros ojos... Muchos kilómetros de carretera por parajes de suaves lomas con altas montañas en el horizonte. Dimos la vuelta al lago intentando encontrar algo de fauna... Pero, sólo encontramos árboles con poco color de otoño y algún corzo. El lago Takkobu nos ofrecía algunos bonitos reflejos de tonos rojizos... De repente, el taxista paró y nos señaló hacia la derecha...
Allí, en un campo de cultivo, un par de grullas reales buscaban comida entre los toscos terrones... ¡¡ Grullas !!
Las grullas de Manchuria en la isla de Hokkaido .

A pesar de estar en peligro de extinción, el número de grullas en los pantanos del P. N. de Akan ha aumentado de solo diez parejas en los años 20 a más de 1.000 en la actualidad. Esta majestuosa grulla de corona roja, llamada por los japoneses grulla tancho o grulla de Manchuria y por los indígenas ainu como Sarurun Kamuy (deidad de los pantanos), está calificada como Monumento Natural Especial de Japón, donde se consideran un símbolo de fidelidad.
Pero, aunque estábamos en el mejor sitio para observar a estas aves, comiendo por los campos junto a la carretera alrededor de los humedales, el otoño no nos acompañaba y, al no haber nieve, la colonia de grullas aún no había recalado en la zona del lago. Los ejemplares adultos llegan a medir 1,60 metros de alto y a pesar 10,5 kilos. La envergadura de sus alas alcanza los 2,5 metros.



Algún recodo del río, las montañas al fondo y algún corzo era todo lo que encontramos en los alrededores del lago Akán.


El lago Akan fue nuestra primera parada.
Dejamos atrás el lago Takkobu y nos dirigimos hacia el lago Toro. Este lago, rodeado de una naturaleza sublime, era un lugar adorado por los indígenas ainu. Ese espíritu, sin duda, se ha heredado y sigue existiendo hoy en día. Flora y fauna viven en armonía, manteniendo un equilibrio que, sólo la mano del hombre, es capaz de destruir.

Todo gira en torno al río Kushiro que nace en el extremo sureste del lago Kussharo, en el Parque Nacional Akan-Mashu, y recorre un sinuoso camino de 154 km hacia el sur a través de la llanura de Kushiro y el Parque Nacional Kushiro-Shitsugen hasta desembocar en el océano Pacífico en la ciudad costera de Kushiro.
Lo que ahora es un enorme pantano de turba, hace varios miles de años, era simplemente una ensenada del mar. A medida que el mar se retiraba, el cieno de los volcanes del norte creó, poco a poco, hábitats de agua dulce. Allí, cerca del lago Toro, pudimos ver alguna grulla más...
Otra grulla cerca del lago Toro.



Distintas vistas del lago Toro, con el Centro de Interpretación a la derecha.
Desde allí, nos dirigimos hacia la ciudad de Teshikaga para coger la carretera 52 que nos llevó hasta el observatorio del lago Mashu, dentro del P. N. Akán. Este es un lago de cráter con agua clara y un volcán en su corazón. Los ainú, antiguos pobladores de la isla, lo llamaban Mashinko, que significa “lago del diablo”. El lago Mashū está rodeado por paredes de cráteres escarpados de 200 metros de altura. La pequeña isla en el medio del lago es, en realidad, la cima de un volcán de 240 metros. Es uno de los lagos más profundos de Japón, con 212 m y se formó hace unos 32.000 años.
El mirador se encuentra a tan sólo 850 m de altura, pero, el aire era gélido y la temperatura se desplomó, con una sensación térmica de -2ºC. Allí, mirando la inmensidad de aquel paisaje, el tiempo parece que se detiene.

El cráter volcánico del lago Mashú, una maravilla de la naturaleza.

Detalle del monte Shari al noreste del lago Mashú, con la isla en medio.
Después de admirar aquel bello paisaje pusimos rumbo a la ciudad de Teshikaga para comer algo caliente. El estómago empezaba a protestar y con aquel frío apetecía un buen ramén... Llegamos al Teshikaga Ramén, un sitio en el que sólo sirven este plato.

Mirando hacia el suroeste desde el lago se veían las montañas del P. N. Daisetsusan.

El cuenco de ramén.
Cada plato costó entre 900 y 950 yenes (5/6 €). Entró muy bien, calentito, con carne, pasta y verduras, pero, la única pega es que estaba algo fuerte, con mucha soja.
Tras reponer fuerzas y descansar un rato, fuimos al observatorio de aves en el monte Motoko, desde donde se observaba una panorámica formidable de toda la zona del lago Kussharo. Este, como el lago Mashú, también es un lago volcánico. Su nombre deriva del idioma ainu. Se congela por completo en invierno. A lo largo de la orilla, hay accesibles varias fuentes termales y una playa con arena que se calienta por geotermia. Después de numerosos avistamientos, reportados a partir de 1973, de un monstruo apodado Kusshii, es conocido también como "el lago Ness de Japón"
Desde el observatorio vimos unas filas de humo que parecían ser un incendio... Resultó que eran las fumarolas de un volcán sulfuroso que está activo en el monte Ió. Es una zona termal, llena de los llamados osén.
Ya con el atardecer echándose sobre nosotros, pusimos rumbo al hotel. De camino, pasamos junto al desvío para ver ese volcán y tras arreglar el precio con el conductor para alargar el trayecto una hora más, nos dirigimos hacia allí.
Fue todo un éxito. El paisaje casi marciano que nos ofrecía aquel lugar, a pesar del fétido olor, era espectacular, con montones de rocas amarillentas que se habían ido superponiendo según eran expulsadas por las entrañas de la tierra. La luz era ideal y, aunque no pudimos demorarnos mucho, nos dio tiempo de admirar las abstractas formaciones de roca.

Contraluz del enigmático lago Kussharo por donde navega el monstruo Kusshii.

El humo de lo que parecían incendios.

Las sulfurosas laderas del monte Ió.


Detalles de las rocas amarillentas por el sulfuro del volcán.

Anochecer en el lago Takkobu de regreso al hotel.
La noche se nos echó encima a eso de las 18:00. Tras unas 9 horas de excursión llegamos al hotel sobre las 19:00. Nos costó la broma 67.500 yenes (420 €), pero lo cierto es que recorrimos gran parte de la isla de Hokkaido. El día había sido intenso, pero, también algo cansado por tantas horas de coche… Y eso que no conducimos.
Tras asearnos un poco fuimos a cenar a la misma tasca del día anterior. Esta vez cenamos un rico sashimi (el típico plato de pescado crudo), una ración de pollo frito, pulpo y unas ensaladas.
Luego, en el hotel, recogimos todo porque, a la mañana siguiente, pondríamos de nuevo rumbo a Tokio. Ahora tocaba descansar...
Hacía frío en la isla.

Kushiro - Tokio - Hiroshima
Hoy, tras el paso por Hokkaido, regresábamos a Honshu, la isla grande. La mañana estaba algo más nublada que la del día anterior y la temperatura era más suave, ya que, el termómetro marcaba 0 ºC. Apenas vimos las grullas y menos su
espectacular baile de cortejo que era lo que nos había movido
hasta allí, pero, por lo menos, tuvimos mucha suerte con la
meteorología.
Nos levantamos a las 06:30. A las 07:00 estábamos desayunando y a las 07:45 nos recogió el taxi para ir al aeropuerto que, por cierto, no es muy grande. Facturamos y sacamos las tarjetas de embarque. Todo fue rápido, así que, nos sobró algo de tiempo...
A las 10:05 volábamos a Tokio con la compañía JAL, pero, el vuelo JL540 se retrasó. Embarcamos por la puerta A sobre las 10:00 de la mañana. El avión iba lleno y nosotros éramos los únicos occidentales. Despegamos a las 10:30 en un Boeing 737. Teníamos por delante 936 Kms de distancia hasta Tokio. A mitad de camino volábamos a una altitud: 8.077 m, una velocidad: 825 km/h y en el exterior había una temperatura de -45°C.


La costa de Kushiro desde el avión de las JAL.

La tarjeta de embarque hacia Tokio.
Llegamos a Tokio a las 12:05. Recogimos las maletas y fuimos a validar los JR Pass. Jesús se lio un poco con el lugar donde debíamos coger los bonos del tren, ya que, confundió el aeropuerto de Haneda, donde estábamos ahora, con el de Narita, que fue donde él estuvo en su última visita a Japón… Cosas que pasan.

Una vez canjeados los bonos del JRPass, pagada la tarifa extra de 40 € por persona, para poder coger el NOZOMI y con todas las dudas aclaradas, cogimos el monorraíl hasta la estación de Hamamachucho y allí tomamos el tren de alta velocidad. Este, el NOZOMI, junto con el MIZUHO, no están incluidos al 100% en el bono del JRPass y hay que pagar un suplemento para poder utilizarlo. Pero, esa era la forma más rápida de llegar a Hiroshima. Además, fue toda una experiencia viajar a más de 320 km/h.
De otra forma, hubiésemos tenido que ir por Nagoya y Kioto y coger primero un JR y luego un shinkanshen hasta Hiroshima, unas 7 horas de viaje. Así, hicimos los casi 700 Kms de distancia en apenas 4h.
La hoja con información relativa al JRPass que te dan al canjear el bono.

La estación de Hamamachucho en Tokio.

Las marcas de embarque en el suelo del andén de las estaciones.


El JRPass para todos los días del viaje.

El ticket para el Nozomi del día 15.
Un shinkansen a su llegada a la estación.

Sabias que...
...los shinkanshen son los llamados trenes bala que, en realidad, son los trenes rápidos. Entre ellos están el Kamome, Nozomi, Hikari, Mizhuo, Kodama, etc. La diferencia radica en que, mientras el Nozomi y Mizhuo apenas realizan paradas entre origen y destino, los otros shinkanshen hacen varias. Es por ello, que estos dos, que son de dos líneas diferentes, alcanzan esa velocidad punta de 320 km/h. Los otros trenes como el Kamome, Hikari, Kodama, etc., aun siendo también shinkanshen, con todas sus comodidades y puntualidad, alcanzan una velocidad punta de 285 kms/h.
Bueno, tras esta breve aclaración continúo con el relato... Como os decía, viajar en el Nozomi fue toda una experiencia. Silencioso, limpio, cómodo, rápido… Lo tiene todo. Cogimos el tren bala a las 15:00 en la estación de Tokio y pasamos frente al monte Fuji a eso de las 16:00 horas, llevándonos una pequeña decepción al ver “la montaña de las nieves perpetuas” casi sin nieve. Además, una incómoda neblina impedía ver con toda nitidez la montaña sagrada.
El viaje se hizo corto. Llegamos a Hiroshima a eso de las 18:50 horas, ya de noche cerrada. Hicimos el check-in en el Sotetsu Fresa Inn Hotel y, tras acomodarnos y asearnos, salimos a cenar algo. La temperatura era bastante alta para esa fecha, habíamos pasado de los 0ºC de Kushiro, a los 18ºC a las 20:30 de la noche en Hiroshima.
El día no daba para mucho más...

Un paisaje al que bauticé "las cincueterre japonesas".



El sagrado Monte Fuji desde el tren bala.
Un par de tascas típicas de Japón llamadas izakayas.
Tras la cena y un corto paseo viendo tascas típicas, llamadas izakayas, nos fuimos a descansar. La siguiente jornada serviría para conocer la ciudad donde fue lanzada la primera bomba atómica sobre la población civil, por parte del ejército de los Estados Unidos.
Ahora, después de conocer y disfrutar del sosiego de los Parques Naturales del norte, empezaba el viaje cultural, el Japón tradicional y la vorágine de sus grandes ciudades.

La reserva del hotel de Hiroshima.
Hiroshima es la capital de la prefectura de Hiroshima, en la región de Chūgoku, al oeste de Japón. Está localizada sobre el delta del corto río Ota, que nace en los cercanos montes Chūgoku, el cual tiene siete brazos que dividen la ciudad en seis islas que se proyectan hacia la bahía de Hiroshima, una entrada del Mar Interior de Seto. La ciudad es casi totalmente llana y se encuentra levemente elevada sobre el nivel del mar.
Hiroshima fue la primera ciudad de la historia que sufrió un bombardeo nuclear. El 6 de agosto de 1945, el ejército de los Estados Unidos de América lanzó sobre la ciudad una bomba atómica, destruyéndola totalmente. Su población ronda el millón de habitantes.

Hiroshima-Miyajima
Nos levantamos a las 07:00 para bajar a desayunar. Habíamos quedado a las 07:30, para aprovechar la única jornada que íbamos a estar en Hiroshima. El desayuno buffet del hotel estaba bastante bien, pero, eso sí, había mucha gente.
Esa misma tarde, cogeríamos el tren para ir a dormir a la isla de Miyajima, donde habíamos reservado un ryokan o casa típica japonesa, para vivir la experiencia de los antiguos nipones, así que, alrededor de las 09:00 horas, tras hacer el check-out y dejar las maletas en la consigna, iniciamos el recorrido por la ciudad.
Lo imprescindible de Hiroshima está todo en un circuito circular de apenas 6 Kms de recorrido. Desde nuestro hotel hasta el castillo, punto de inicio elegido, tan sólo hay 20 minutos a pie… Por lo tanto, empezamos por la zona del Castillo de Hiroshima.
Los tranvías de distintos modelos y colores y la amplia y espectacular colección de alcantarillas fue lo primero que me llamó la atención en la calle.






Algunas tapas de alcantarilla.
El castillo, destruido por la explosión de la bomba atómica, fue reconstruido en 1958, como una fiel réplica del castillo original que tiene una historia de varios siglos. Se construyó, en madera de pino, a finales del siglo XVI (1592-1599) y es anterior a la fundación de la ciudad. Es conocido, también, como el castillo de la carpa. Sus cimientos miden 12,4 metros de altura y tiene la singularidad de estar situado en una planicie. Aun así, fue construido en una posición estratégica, cercado por tres fosos, uno de los cuales aún perdura, que se alimentaban del cercano río Otá. En 1931 fue designado como Tesoro Nacional.

Marzo a noviembre 09:00 a 18:00
> Diciembre a febrero 09:00 a 17:00
*La última admisión es 30 minutos antes del cierre.
Tarifas:
Adultos: 370 ¥
Personas mayores (65 años y más): 180 ¥
Estudiantes de secundaria: 180 ¥
Estudiantes de secundaria y menores: gratis
Sitio web: https://www-rijo--castle-jp

Una panorámica del castillo de Hiroshima visto desde una de las esquina de su foso exterior.



Distintas vistas del castillo.



Detalles de la arquitectura del castillo.
Como os he dicho, el castillo no sobrevivió al bombardeo, pero, sí lo hicieron tres árboles aledaños. Dentro de los muros de la fortaleza puedes encontrar un acebo, un eucalipto y un sauce, situados a solo 740 y 910 metros del centro de la explosión. Estos árboles emblemáticos simbolizan, en la actualidad, la resistencia de la ciudad y su capacidad para sobrevivir y prosperar incluso después de un suceso tremendamente devastador. Hoy en día, el castillo es un museo que recoge la historia de la ciudad antes de la bomba atómica.


El letrero que lo identifica y el eucalipto que sobrevivió al bombardeo.




Aunque había zonas rojizas, el otoño no acababa de entrar del todo, en esta parte del país.

En su explanada hay un santuario sintoísta, el Gogoku Shrine y, casualmente, se celebraba el Shichi-Go-San, un evento dedicado a honrar la salud y el crecimiento de los niños de tres, cinco y siete años. Esta festividad, cuyo nombre significa literalmente "siete-cinco-tres", es un día especial en el que las familias acuden a los santuarios para agradecer y pedir por el bienestar de sus hijos. Esta tradición tiene sus raíces en la era Heian (794-1185), una época marcada por elaboradas costumbres aristocráticas. La celebración nació entre las familias nobles, quienes realizaban ceremonias para remarcar etapas importantes en la vida de sus hijos. Con el tiempo, estas prácticas se extendieron a toda la población japonesa, transformándose en la fiesta que conocemos hoy.
Imagen del patio interior del castillo.
En la actualidad, aunque oficialmente se celebra el 15 de noviembre, es común que las familias visiten los santuarios durante los fines de semana cercanos a esa fecha y, por eso, nos coincidió a nosotros el día 16. Esos días, los templos y santuarios de Japón se llenan de niños vestidos con trajes tradicionales, acompañados por sus familias. La fiesta es una mezcla de tradición y devoción. En el santuario, las familias se acercan para recibir una bendición de los sacerdotes sintoístas, quienes rezan por la salud y el bienestar de los niños.
Los papelillos sintoistas adornaban el templo por todas partes.



La puerta (torii) de acceso al templo sintoista y uno de los leones que lo cuidan.
Los atuendos son más que una simple vestimenta. Las niñas de tres y siete años llevan hermosos kimonos con diseños coloridos y accesorios para el cabello, mientras que los niños de cinco años suelen usar haori (chaqueta) y hakama (pantalones tradicionales). Para añadir un toque dulce a la celebración, los niños reciben chitose ame, un caramelo alargado y colorido que simboliza la longevidad y la buena fortuna. Este dulce se entrega en una bolsa decorada con imágenes de tortugas y grullas, animales que en la cultura japonesa representan una vida larga y próspera. Es normal que los niños reciban tantos caramelos como años tengan.
Para muchas familias japonesas, este día es la primera vez que sus hijos llevan una vestimenta tradicional, regalada habitualmente por los abuelos. Este acto supone un paso importante en el camino de los niños hacia la edad adulta. Fue un rato muy agradable, viendo a los niños y niñas felices y posando orgullosos para familiares y extraños como nosotros.
¡! Gracias a tod@s por vuestra simpatía ¡!
Una abuela feliz y orgullosa de su nieta.









Niñas y niños en su día del Shichi-Go-San, tambíen un par de mamás sonrientes y felices.

El Genbaku Domu de Hiroshima.
Desde allí nos dirigimos al parque que engloba los monumentos en recuerdo del fatídico día del bombardeo. Las obras se completaron en 1954 y su diseño corrió a cargo del famoso arquitecto japonés Tange Kenzo.
En apenas 15 minutos estábamos frente al Genbaku Domu (Cúpula Genbaku), antiguo edificio para la Exposición Comercial de la Prefectura de Hiroshima, diseñado por el arquitecto checo Jan Retzl. Desde 1996 está en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
En el momento de su construcción, en 1915, era muy conocido por su atrevido diseño de estilo europeo. Se encontraba casi directamente debajo del hipocentro de la explosión de la bomba atómica. Gran parte del exterior del edificio quedó dañada, pero, la estructura permaneció intacta y es lo que hoy podemos ver en el Parque de la Paz.

Sabias que...
...a las 08:15 horas del lunes 6 de agosto de 1945, el avión de guerra B-29 Enola Gay, perteneciente al Escuadrón de Bombardeo 393D, pilotado y comandado por el coronel Paul Tibbets del ejercito de los Estados Unidos, soltó sobre la ciudad de Hiroshima la primera bomba atómica que se empleaba contra la población civil. El artefacto explosivo tenía el nombre de "Little Boy". Esta bomba produjo la destrucción de toda la ciudad de Hiroshima y causó la muerte de unas 146.000 personas de una forma directa. Los efectos de la radiación fueron matando a muchas personas más a lo largo de los años.
Antes del bombardeo, esta zona, el distrito de Nakajima, era el centro neurálgico de la ciudad de Hiroshima y su corazón político, administrativo y comercial. Con el objetivo de recordar el gran número de muertes que causó la explosión y abogar por una paz futura y duradera, la ciudad eligió esta zona como lugar conmemorativo, denominándolo Parque de la Paz (Peace Memorial Park).


Distintas vistas del Genbaku Domu.

Tras ver el Domu y las zonas aledañas, cruzamos el río por el Puente Motoyasu y accedimos a la isla donde se encuentran el resto de monumentos. Vimos la llama, la estatua y las puertas de la Paz... Luego, Rosa y yo, fuimos al Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima. Jesús e Isabel ya lo habían visto en una visita anterior y se quedaron en la calle disfrutando de la excelente mañana que nos regaló la climatología.


El monumento al recuerdo de las víctimas y la llama eterna con el Museo Conmemorativo de la Paz tras ella.
La entrada al museo cuesta 200 ¥ (1,25 €) por persona. Es un recorrido, que enlaza las horas previas a la caída de la bomba, con el momento fatídico de la explosión de la misma. Se puede apreciar, con fotos y relatos, el caos y el horror que vivió la población. Barrios arrasados, edificios demolidos y, lo más duro de todo, amasijos de hierros, piedra y carne humana fundidos cual macabra obra del más perturbado de los artistas. Triciclos retorcidos, cuerpos abrasados, ropas “tatuadas” por el calor sobre cuerpos destrozados, criaturas ciegas y amputadas...
El ticket de entrada al museo.

El campo de Auschwitz es horrible, pero, para mí, este "museo de la aberración” lo es más aún. Para poner punto final, las narraciones de algunos supervivientes, contando la agonía de una muerte lenta y dolorosa tras sufrir distintos tipos de cáncer. La descripción de los daños genéticos de cientos de mujeres estériles y de criaturas que nacían deformadas o ciegas, te ponía un nudo y una sensación de acidez en el estómago difícil de soportar.
Rosa y yo salimos bastante tocados de aquella “casa del horror"... Por favor, que no vuelva a pasar algo así. Salir al exterior me produjo una sensación como cuando estás bajo el agua un largo rato y asciendes a la superficie para respirar... ¡! Alivio ¡!
Aunque estaba permitido, no hice muchas fotografías dentro del museo y, las que hice, no las voy a enseñar... No le veo sentido.

Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima
Tarifas:
> Adultos : 200 ¥
> Estudiantes de bachillerato : 100 ¥
> Menores : Gratis
Horario de apertura:
> Del 1 de diciembre al 28 de febrero de 07:30 a 18:00
> Del 1 de marzo al 31 de julio de 07:30 a 19:00
> Agosto de 07:30 a 20:00
> Del 1 de septiembre al 30 de noviembre de 07:30 a 19:00.
La mañana iba avanzando rauda y soleada. Desde allí fuimos a ver el Monumento a los Niños de la Bomba Atómica, donde nos encontramos con un grupo de escolares que estaban rindiendo homenaje a las víctimas. En un acto muy emotivo, guardando un momento de silencio, hicieron sonar la campana en memoria de todos los niñ@s víctimas de la bomba atómica.
Luego volvimos a cruzar el puente y nos dirigimos hacia el centro de la ciudad para buscar el restaurante Okonomimura en el que, según dicen, sirven el mejor y más famoso okonomiyaki de Hiroshima.





El Monumento a los Niños y los chavales homenajeando a las víctimas.
Nos adentramos en el corazón de la ciudad y anduvimos, anduvimos y anduvimos… Por el camino vimos la idiosincrasia de la ciudad, anchas calles nuevas y algunas callejuelas tradicionales que se levantaron en la nada que dejó la onda expansiva, pero, ni rastro del dichoso restaurante. Jesús le preguntó a una chavala que iba andando en nuestra misma dirección, si conocía ese lugar. La chica, muy amablemente, dijo que sí y que nos llevaba hasta allí. La verdad es que, el restaurante, está bastante escondido en una especie de plaza/callejón, dentro de un portal y en la planta tercera. ¡! Cómo para encontrarlo ¡!

El famoso okonomiyaki de Hiroshima.



Un puesto de fruta callejero.
Bueno, una vez allí, subimos, nos sentamos y pedimos unos okonomiyakis y puedo deciros una palabra… ¡! DELICIOSO ¡!
Costaba cada uno entre 900 y 1.200 ¥ (5,50 y 7 €), según los ingredientes que pidieses. Nos gustó tanto que decidimos sumarlo a esos platos de cocina internacional que vamos recopilando por el mundo.
Desde allí, con todo lo que queríamos ver en Hiroshima completado, fuimos al hotel a recoger las maletas y pusimos rumbo a la estación del tren para coger el JR que nos llevase hasta el punto de acceso del ferry para cruzar a la isla de Itsukushima. Por el camino vimos varios puestos de fruta callejeros. La fruta artículo de lujo; 1 manzana roja 400 ¥ (2,45 €), un racimo de uvas 780 ¥ (4,80 €), dos plátanos 350 ¥ (2,15 €), tres mandarinas 450 ¥ (2,75 €)... ¡¡ De miedo !!
Todo el transporte, tren y ferry, estaba incluido en el bono del JRPass, pero, para cruzar, en el embarcadero te cobran 2.000 ¥ (12 €), de tasas turísticas. El trayecto en el JR desde la estación de Hiroshima a la de Miyajima es de unos 25 minutos. Luego hay unos 5 minutos a pie hasta el embarcadero del ferry y luego 10 minutos navegando hasta el puerto de la isla. Según tenía anotado en mis documentos, desde la oficina de turismo del puerto nos llamarían al suttle del ryokan donde debíamos alojarnos. Así fue y, en apenas 10 minutos, llegó el taxi.
Itsukushima es el nombre de la isla, tiene una longitud de 9 km y una anchura de 4 km, pero, todos sus atractivos se encuentran en la pequeña ciudad llamada Miyajima, donde estaba nuestro alojamiento. En poco más de 5 minutos, transitando por una carretera que siempre pica hacia arriba, estábamos en el Miyajima Siaside Hotel.
Nos recibieron muy amablemente, nos dieron unas zapatillas, recogieron nuestras maletas y nuestros zapatos y, tras registrarnos, a eso de las 16:00

El ferry que nos cruzó a Itsukushima.
horas, nos acompañaron a nuestras habitaciones. Nos pusieron la hora de cenar a las 18:30. Una vez instalados, Jesús y yo, aprovechando el corto ratito de luz que quedaba, salimos a dar una vuelta alrededor del hotel ... No había nada interesante.


Dos vistas de la playa de la isla de Itsukushima.

La reserva del ryokan de Miyajima.
Al regreso, que fue relativamente rápido, nos duchamos y nos preparamos para la cena. Ataviados con una bata, tipo kymono, fuimos a los salones donde nos servían. La puesta en escena de los platos estaba exquisitamente preparada y estudiada, todo ordenado, acompasado, minimalista, con una fina porcelana... Muy japonés. El menú fue el que podéis ver en la hoja adjunta y entre otras cosas estaba compuesto por:
Entrantes
Aperitivos a base de vieiras
Tofu de higo
Ostra a la plancha y ostra frita
Encurtidos de pepinillo y rábano
Principales
Sopa con albóndigas de pulpo
Shashimi con pez limón, besugo y camarón
Huevo al vapor con congrio, nueces y ginkgo
Pollo al vapor y arroz shokuji
Postre
Calabaza bávara
Todo fue muy bien, cenamos echando unas risas sanas sobre los platos servidos y a eso de las 20:00 horas habíamos terminado.




La cena del ryokan, con detalle del shashimi y el postre.
La hoja del menú que nos sirvieron para cenar.
Regresamos a nuestras habitaciones y vimos que nos habían preparado los futones para “descansar”... Hoy tocaba dormir en el suelo. Rosa se acostó a leer y yo aproveché para descargar las fotos y escribir el diario. Fui a guardar la hoja con el menú de la cena y entonces me di cuenta de que me había dejado la carpeta en el hotel de Hiroshima ... 20.000 yenes, todas las entradas de los sitios donde ya habíamos estado y algo de documentación del viaje. ¡! Que putada ¡!
Me entró un gran agobio, pero, intenté relajarme, pensé y contacté con el hotel por medio del chat que tiene Booking para exponer lo ocurrido. Me contestaron al rato, diciendo que iban a mirar. Tocaba esperar. Entre mirar el correo y la dureza del suelo, casi no pude dormir. Pasé media noche en vela. Estaba cabreado y me dolía la espalda ... Sólo esperaba que llegase el nuevo día.


La habitación antes y después de la cena. A la derecha los futones para dormir.

Miyajima - Nagasaki
A las 07:45 recibí un mensaje del Sotetsu Fresa Inn Hotel de Hiroshima, diciendo que mis cosas estaban guardadas en recepción. ¡! Qué alegría ¡! Aunque cansado, por la “noche toledana” que había pasado, me levanté con mucho ánimo.
A las 08:30 fuimos a desayunar. Para mi gusto bastante tarde, además, la noche anterior nos habíamos ido a descansar muy pronto y se podía haber madrugado más para aprovechar el día a tope ...
En el comedor, igual que la víspera, nos esperaba la mesa servida con un desayuno típico japonés que sirvió para hacer todavía más risas, no porque nos riésemos de su cultura, ni mucho menos, simplemente riéndonos de nosotros mismos al vernos en la tesitura de tener que comerte un arenque, algas, encurtidos, té y cosas que no sabíamos lo que eran, cuando nos preguntábamos por qué no nos traerían unas tostadas con mantequilla y mermelada y un rico y fuerte café ... Era el precio de vivir esa experiencia. De hecho, el arenque, para ellos, es un manjar de dioses. Poner ese arenque es todo un gesto de hospitalidad y agasajo a los invitados.

El desayuno típico japonés que nos sirvieron en el ryokan.
Cuando recogimos, hicimos el check-out y dejamos las maletas en consigna, para bajar al puerto y empezar a recorrer la isla, eran ya más de las 10:15 de la mañana. Era domingo y la isla estaba abarrotada. Cola para recoger los tickets para el teleférico, cola para coger el bus, cola para la lanzadera, cola para entrar aquí y allá... ¡! Cola para todo ¡!
Nos asignaron la hora para subir al teleférico a las 12:45, así que, no teníamos mucho tiempo para dar una vuelta por la isla, pero, además, todo, absolutamente todo, templos, toriis, estupas, todo, estaba abarrotado de gente. Teniendo en cuenta que esa misma tarde-noche debíamos llegar a Nagasaki y nos esperaban unas 5 horas de viaje, se antojaba una jornada bastante agobiante...



El torii de Miyajima y las típicas barcas de pesca japonesas.
Sin duda alguna, lo más importante que ver en Miyajima es el Santuario de Itsukushima o Itsukushima Jinja, construido sobre el mar alrededor del siglo VI y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1964. Hoy está considerada Parque Natural. Se cree que fue fundado en el año 593, pero su existencia solo está confirmada a partir del 811. Es uno de los lugares más especiales en cualquier ruta por Japón. Este santuario sintoísta, está compuesto por dos edificios principales: el santuario Honsha y el Sessha Marodo-jinja, además de otros 17 edificios y estructuras que conforman un precioso complejo conectado a través de puentes, pasillos o pasarelas aguantadas por pilares.
En el sintoísmo se adora a las montañas, la isla se consideraba sagrada y, como tal, estaba prohibida la presencia humana, así que, el santuario fue levantado sobre el mar. Después de varios incendios, el templo actual data del siglo XVIII, pero se ha conservado la arquitectura típica del estilo Shinden, del periodo Heian (años 794-1185).
Uno de sus grandes atractivos es el gran torii, que se ha convertido en el símbolo de Miyajima. Construido en 1168, mide casi 17 metros de altura y pesa alrededor de 60 toneladas. Debido a las inclemencias meteorológicas, el que podemos ver hoy en día es la 8ª reconstrucción del original, que data de 1875. Está realizado en la resistente madera de alcanforero y pintado en color bermellón, que, según la tradición, ahuyenta a los malos espíritus.
Algo a tener en cuenta de cara a visitar este punto tan importante de la isla son las mareas. Nosotros lo vimos con la marea alta, cuando parece que flota, y con la marea baja, cuando se ve anclado a la arena. Puedes consultar los horarios de las mareas en páginas como esta.
Pero, además de por su torii, el santuario es famoso por sus extensos bosques y por sus vistas al mar y a los picos sagrados del Monte Misen.

Tarifas:
> 300 ¥ para ver el santuario
> 300 ¥ para ver la Sala del Tesoro
> 500 ¥ cuesta la entrada combinada a ambos.
Horario de apertura:
> Del 1enero al 28 de febrero de 06:30 a 17:30
> Del 1 marzo al 14 de octubre de 06:30 a 18:00
> Del 15 de octubre al 30 de noviembre de 06:30 a 17:30
> Del 1 de diciembre al 31 de diciembre de 06:30 a 17:00.
Itsukushima Jinja





Distintas vistas del santuario Itsukushima, con su puente y sus patio inundables según la marea.
Al fondo, en la imagen de la derecha, la pagoda del templo Senjokaku.



Distintas vistas del paseo marítimo de Miyajima.

El lateral de Senjokaku y la pagoda de cinco pisos.
Después, nos acercamos al otro santuario importante de la isla, el Senjokatu. Es el nombre popular del salón principal del Santuario Toyokuni. Es una biblioteca de sutras budistas que fue ordenada construir por Hideyoshi Toyotomi para el descanso de las almas de las víctimas de las guerras. La sala data de 1587 y también es conocido como el pabellón de las mil esteras, ya que su tamaño es aproximadamente el de mil tatamis. El edificio nunca fue terminado totalmente ya que Hideyoshi murió en 1598. Justo al lado de Senjokaku se alza una pagoda de cinco pisos.
Fue construida en 1407 combinando los estilos arquitectónicos japonés y chino. Tiene unos 28 metros de altura. En el interior hay pintada una imagen a colores de Buda.

Tarifas:
> 300 ¥ para ver el santuario
> 300 ¥ para ver la Sala del Tesoro
> 500 ¥ cuesta la entrada combinada a ambos.
Horario de apertura:
> Del 1enero al 28 de febrero de 06:30 a 17:30
> Del 1 marzo al 14 de octubre de 06:30 a 18:00
> Del 15 de octubre al 30 de noviembre de 06:30 a 17:30
> Del 1 de diciembre al 31 de diciembre de 06:30 a 17:00.
Santuario Senjokatu
Tras dar una vuelta y adentrarnos un poco en los callejones del centro, nos acercamos a ver, de pasada, el templo Daigan-Ji. Situado al sur de Itsukushima, este templo budista que data del año 1201, está consagrado a Benzaiten*, la diosa hinduista de la fortuna. El nombre oficial es Kameiyama Hokoin Taiganji. El Itsukushima Benzaiten consagrado en este templo es considerado uno de los tres principales benzaiten de Japón, junto con la isla de Enoshima en Kamakura y la isla de Takebujima en el lago Biwa.

Tarifas:
> 300 ¥ para ver el santuario
> 300 ¥ para ver la Sala del Tesoro
> 500 ¥ cuesta la entrada combinada a ambos.
Horario de apertura:
> Del 1enero al 28 de febrero de 06:30 a 17:30
> Del 1 marzo al 14 de octubre de 06:30 a 18:00
> Del 15 de octubre al 30 de noviembre de 06:30 a 17:30
> Del 1 de diciembre al 31 de diciembre de 06:30 a 17:00.
Pagoda de cinco pisos
*Benzaiten, es una diosa budista japonesa, también conocida como Benten o Benzaitennyo, que es una de las Siete Deidades de la Fortuna (Shichifukujin). Es la única mujer de este grupo de deidades. Es la diosa de todo lo que fluye, palabras, música, elocuencia, conocimiento... y por eso se le considera la protectora de todo ello. Es de origen indio, importada a Japón a través de China con el budismo. Se identifica con la diosa hindú Sarasvati. Se le representa con una biwa (laud japonés) y, a menudo, con serpientes blancas. Sus templos suelen estar cerca del mar.

Benzaiten.











Imágenes del templo Daigan-Ji.




El Buda Fudo-Myo preside una de las salas.

Faroles e inciensos a lo largo del templo.

Se dice que el monje Kobo Daishi se detuvo en Itsukushima en su camino de regreso de China y solicitó a Benzaiten, ser el Daimyojin de Itsukushima y lo consagró en este santuario. Desde que se emitió la separación de Dios y Buda a principios de la era Meiji, siempre ha sido consagrado en este templo. La entrada es gratuita y está abierto de 09:00 17:00.

El ticket del teleférico.
Los dos tramos de subida al monte Misen.
Desde allí, nos acercamos hacia el Parque Momijidani para coger el teleférico que nos subiese al monte Misen. Cuando nos dimos cuenta se echaba encima la hora de acceso y nos quedaba, todavía, un buen trecho para llegar a la parada. Aceleramos el paso...
Delante de nuestras narices se escapó el suttle que nosotros debíamos haber cogido para llegar a la hora indicada al funicular ya que, el siguiente, vendría dentro de 30 minutos... Así que, no nos quedó más remedio que ir a pie, "a ritmo de legionario", para poder llegar a tiempo. Con el corazón en la boca llegamos a la primera plataforma. Allí, como no, también había mucha gente.



El mirador de Shishiiwa en el monte Misen.
El monte Misen, es el pico más alto de Miyajima, se eleva a una altura de 535 m.s.n.m. En días despejados puede disfrutarse de espectaculares vistas del mar interior de Seto e incluso de la ciudad de Hiroshima. El acceso es gratuito y se abre diariamente de 08:30 a 17:00 horas. El último telesilla de bajada es a las 16:45.
Como os he comentado, la estación de teleférico se encuentra al otro lado del parque Momijidani. Hay señales que indican el camino. Gracias al teleférico podrás subir casi hasta la cima del monte Misen en unos pocos minutos y sin esfuerzo. Además, si viajas en otoño, podrás contemplar los vivos colores que nos regala el momiji.
El primer teleférico llega hasta la estación de Kayatani, donde se hace trasbordo a un telesilla de ocho plazas que sube hasta la estación de Shishiiwa, donde se encuentra el mirador del mismo nombre.

Al llegar a la plataforma superior encuentras unas vistas que enamoran. El día, en el horizonte, estaba envuelto en una leve bruma, pero, aún así, se veían unas cuantas islas. El edificio que envuelve todo el mecanismo del telesilla, tiene una terraza accesible para poder hacer fotos. Yo, sin embargo, quería llegar hasta la cima del monte Misen y ver el templo allí construido.
Para ello había que hacer un treking de algo más de dos horas por un sendero bastante "rompe-piernas". Pero, por mayoría, se estableció que el tiempo para estar allí arriba sería de una hora...
El camino hacia la cima del monte Misen.
Mis compañeros se negaron a hacer tan siquiera parte del recorrido, pero, yo me lancé a "tumba abierta" para, por lo menos, llegar hasta el primer templo budista cuyo nombre es Misenhondō. Fue construido en el año 806 por el monje Kōbō Daishi, fundador de la escuela Shingon de budismo esotérico.
Justo me dio tiempo a llegar y, mientras recuperaba el aliento, hacer unas fotos de aquella maravilla, con una preciosa arquitectura y unas figuras de vivos colores. Encendí una vela para pedir unidad y salud en la familia, que era el tema al que estaba dedicado ese lugar.
Imágenes de budas y guerreros del budismo a lo largo del camino al templo.

Junto al templo se sitúa el pabellón Reikadō (salón de la llama espiritual), en cuyo interior hay una llama que Kōbō Daishi encendió hace más de 1.200 años, cuando estuvo allí meditando. Considerada una de las siete maravillas del monte Misen, se usó para encender la llama del pebetero del Parque de la Paz de Hiroshima. Además, me llamó la atención esa figura con el gorrito rojo, mayoritariamente representada cono un niño... Consulté en Internet y resulta que se trata de Jizo, patrono de las mujeres embarazadas, niños, bomberos, viajeros y los condenados al infierno. Las estatuas de Jizo se pueden encontrar en los cementerios y a lo largo de caminos y templos. Únicamente en Japón es considerado el protector de los bebés nacidos muertos, los que murieron al nacer, los abortos -naturales o inducidos- o los niños que murieron prematuramente. Ellos son enviados al purgatorio a buscar la compasión de Buda por haber causado un gran dolor a sus padres con sus muertes. Pero, en el purgatorio hay otros “demonios” de los cuales son protegidos por Jizo.



A la izquierda un buda en el camino al templo. El pabellón de Reikado y a la derecha el buda que hay en el templo Misenhondo.



Imágenes de Buda y de Jizo con sus bebes, alrededor del templo Misenhondo.

Mapa de los templos del monte Misen.
Desde allí, caminando cerca de media hora más, se accede a la cima del monte Misen, donde hay otro mirador rodeado de rocas gigantes con distintos nombres; Kanman-iwa, Kuguri-iwa, Fudo-iwa...
Además, en la cima encontramos el observatorio meteorológico. Me dio mucha pena no hacer cima, pero bueno, por lo menos pude ver el templo budista...

Tarifas:
> Adulto 1.100 ¥ (ida) 2.000 ¥ (ida y vuelta)
> Niño 550 ¥ (ida) 1.000 ¥ (ida y vuelta)
* El JRPass no es válido / No hay tickets online, se comprar in situ.
Horario de apertura:
> Todo el año de 09:00 a 16:30
> La última subida es a las 16:00
Teleférico Monte Misen
Después, como poseído por un duende saltarín, me lancé sendero abajo para llegar a tiempo a reunirme con los compañeros. Habíamos quedado a las 14:30 horas en la puerta de la plataforma para coger el telesilla de regreso. Llegué justo a la hora. Jesús había bajado por su cuenta, así que, tras reunirme con Rosa e Isabel, cogimos el telesilla... Otro mal rato para Rosa.
Abajo, en el bosque del parque Momijidani, junto a la plataforma del teleférico, nos esperaba Jesús. Tras reunirnos los cuatro, decidimos comer allí mismo, en una cabaña muy bien preparada donde cocinaban unos platos con un aspecto muy apetitoso. Nos tomamos un "caldero" de sopa con nudles, verduras y ternera. Estaba muy rico y, además, tras bajar del frío de la montaña, nos supo a gloria.


Los cocineros del "txiringuito" y el plato de sopa que comimos en el parque Momijidani.
Mientras esperábamos la comida aprovechamos para hacer algunas fotos... El parque Momijidani, que se extiende por las laderas del monte Misen, a lo largo del río Momijidani, se mostraba en su máximo esplendor. Su nombre significa eso, “valle de los arces” y, en esta época del momiji, los colores del rojo al ocre, pasando por verdes y amarillos, mostraban una paleta que, ni el mejor pintor de paisajes hubiese imaginado. El parque tiene más de 700 ejemplares de arces de varios tipos que, como podéis imaginar, nos hicieron disfrutar de los colores del otoño (kōyō en japonés). Además, esta poblado por decenas de ciervos shika, los mismos que encuentras en Nara.



Los ciervos shika deambulaban junto al río Momijidani.



El momiji se mostraba en todo su esplendor en el parque Momijidani.

Tras la comida y sabiendo que teníamos que poner rumbo a Nagasaki, decidimos bajar caminando para acercarnos hasta el puerto y coger el ferry. Además, desde el ryokan, tenían que mandarnos las maletas hasta la oficina de turismo. Tocaba hacer el recorrido a la inversa... de Itsukushima a Hiroshima en un JR, para coger después un shinkansen hasta Nagasaki. Pero antes debíamos pasar por el hotel de Hiroshima a recoger las cosas que me dejé olvidadas.
Al llegar al puerto pedimos las maletas y en apenas quince minutos las teníamos con nosotros. Cogimos el ferry y casi a continuación el JR. Perdimos bastante tiempo en salir al hotel y volver a la estación de Hiroshima, pero, por lo menos, recuperé los documentos y los 20.000 yenes. GRACIAS por vuestra honradez.
Una pareja haciendo su reportaje de bodas en el parque Momijidani.

Cuando nos marchábamos, coincidió la marea baja y el torii recibía la visita de los curiosos.

Uno de los ciervos shika en el paseo marítimo... Tocaba marea baja.

Desde el ferry dijimos adiós a la isla de Ituskushima para trasladarnos a Nagasaki.
En Hiroshima cogimos un shinkansen hasta Hakata, transbordo y un JR hasta Takeo-Onsen y, finalmente, otro shinkansen hasta Nagasaki, para completar tres horas y media de trayecto. No hay ninguna línea que haga el servicio de forma directa. Llegamos a Nagasaki a las 21:30 horas. Fuimos directos al APA Hotel Nagasaki Ekimae, sito a escasos 100 metros de la estación, muy bien ubicado y muy limpio, aunque nuestra habitación era un poco demasiado pequeña... Tuvimos suerte porque nos atendió un chico japonés que hablaba español. Tras registrarnos y demás, salimos a comprar algo para cenar en la habitación. Unas ensaladas de un súper nos sacaron del apuro. El cansancio, tras una jornada tan intensa y estresante de trenes, era evidente en todos nosotros.

La reserva del hotel de Nagasaki.
Nagasaki es una ciudad japonesa, capital de la prefectura de Nagasaki, ubicada sobre la costa sudoeste de la isla de Kyūshū. Ronda el medio millón de habitantes. Su nombre significa "cabo largo".
Durante la Segunda Guerra Mundial, Nagasaki fue la segunda ciudad de la historia que fue sufrió un bombardeo nuclear. El 9 de agosto de 1945, el ejército de los Estados Unidos de América lanzó sobre la ciudad una bomba atómica, destruyéndola casi totalmente. Hasta la fecha, Nagasaki es la última ciudad donde se ha realizado un ataque nuclear en un conflicto bélico. Esperemos que sea la última…

Nagasaki
Habíamos quedado para desayunar a las 08:30 horas. Había que descansar un poco después de la agotadora jornada del día anterior. Nos ofrecían un desayuno asiático, aunque había una variante que llamaban occidental, en la que sustituían el cuenco de arroz por una rebanada de pan de molde. De todas formas, no fue de lo peor que comimos.
Luego, tras subir a la habitación a por las cámaras y demás, iniciamos la ruta que habíamos programado en la ciudad. Tomamos el tranvía frente al hotel, en la parada nº 27 de la Línea 01 y bajamos en la parada nº 18, es decir, tampoco estábamos tan lejos...
El tranvía se paga en metálico al bajar, depositando las monedas en un contador que, por cierto, no da cambio. En primer lugar fuimos hasta la parte más alta de la colina, a la escuela de primaria Yamazato, un colegio donde 1.400 niños murieron al instante cuando explotó la bomba atómica. Hay monumentos, placas y esculturas que recuerdan aquél fatídico día.


Dos tomas de la escuela de primaria Yamazato. El recuerdo a los 1.400 niños muertos todavía está presente.

...el día 9 de agosto de 1945, el avión de guerra B-29 "Bockscar", perteneciente al Escuadrón de Bombardeo 393D, pilotado y comandado por el mayor Charles Sweeney del ejercito de los Estados Unidos, sobrevolaba la ciudad Nagasaki. A las 11:02 de la mañana soltó sobre la ciudad el artefacto explosivo que tenía el nombre de "Fat Man". Un destello cegador de luz llenó repentinamente el cielo. Edificios y estructuras fueron destrozados y toda la sección norte de la ciudad se transformó en un mar de fuego. Los maestros y niños que estaban en la escuela primaria Yamazato, en ese preciso momento, ubicada a 600 metros del hipocentro, murieron quemados instantáneamente. El edificio de hormigón armado quedó arrasado. De los 32 adultos que trabajaban ese día murieron 28, director del colegio incluido. Además, de los 1.582 alumnos matriculados en la escuela, 1.400 murieron en la explosión. La escuela se usó como puesto de socorro temporal durante las siguientes semanas. La tasa de mortalidad posterior a la bomba era muy alta y, cada noche, las llamas de las pilas de cremación crepitaban hacia el cielo en el patio donde debían estar jugando los niños...
Esta bomba causó la muerte de unas 75.000 personas de una forma directa, pero, los efectos de la radiación, igual que en Hiroshima, fueron matando a muchas personas más a lo largo de los años.
Sabias que...
Pero, sabias que...
...a mediados de julio de 1945, las autoridades militares estadounidenses habían seleccionado varias ciudades niponas como potenciales blancos de las bombas atómicas debido a la presencia de fábricas de armas y bases militares. Detrás de la ciudad de Hiroshima, primera de la lista, se colocó el nombre de Kokura. Esta ciudad, como tal, ya no existe, porque fue absorbida por Kitakyushu en 1963. Pero su desaparición pudo haber sido bastante más traumática, porque, en la mañana del día 9 de agosto de 1945, la aviación estadounidense sobrevoló la ciudad con la orden de lanzar una bomba de plutonio, más potente aún que la de uranio lanzada en Hiroshima. Kokura estaba a tan sólo unos minutos de ser bombardeada, pero estaba cubierta de nubes y la visibilidad era escasa. El B-29 fue detectado por las defensas terrestres japonesas y, en ese momento, el mayor Charles Sweeney decidió dirigirse a Nagasaki... Las consecuencias ya las sabemos.
Kokura pasó, en tan sólo unos minutos, de la devastación total a la salvación y dejó una expresión entre los japoneses para describir la salida indemne, en el último instante, de un destino terrible... "Tienes la suerte de Kokura".

Desde allí bajamos caminando hacia el Parque de la Paz de Nagasaki. La mañana estaba preciosa, alguna que otra nube, pero, despejado. La temperatura era ideal con 15ºC.
El parque está presidido por la Estatua de la Paz. Pesa nada menos que 10 toneladas y es de bronce. Fue diseñada en 1955 por Kitamura Seibo. A mí, particularmente, no me gustó mucho, pero, como sabéis... para gustos los colores. Al final lo que importa es el mensaje. Como dirían los gallegos; nunca mais.
Allí también puedes ver otras esculturas dedicadas a la paz mundial, como por ejemplo la Fuente de la Paz con forma de paloma.
La emblemática Estatua de La Paz en el parque homónimo de Nagasaki.





Distintos monumentos distribuidos por el Parque de la Paz, obsequio de diferentes países, en recuerdo a las víctimas del bombardeo.

Otra imagen del Parque de la Paz.

La Fuente de la Paz.

La Campan de la Paz.
En el parque encontramos también una campana. Es la campana de la catedral de Urakami y marca que Nagasaki fue la última ciudad en ser alcanzada por una bomba atómica. La campana de Nagasaki es un símbolo del juramento de nunca más causar una guerra atómica. Desde Nagasaki rezan para que, la PAZ, se extienda en círculos concéntricos y llegue a todos los rincones del Mundo... Pero, el ser humano, perdido en su egoísmo y soberbia no respeta las promesas y, como vemos en la actualidad, las guerras y los genocidios siguen asolando el planeta.

Paseando por el Parque de la Paz, con el monte Inasa al fondo.

Otro monumento en recuerdo de las víctimas.


Seguimos descendiendo la ladera hasta llegar a la parte baja donde encontramos el Parque del Hipocentro de la Bomba Atómica. Allí, una columna de piedra lisa y negra señala el punto sobre el cual explotó la bomba. En el parque todavía queda en pie uno de los pilares del pórtico de la antigua Catedral de Urakami, la que fuera la mayor iglesia católica de toda Asia.
Punto que marca el hipocentro de la bomba atómica en Nagasaki


Detalles y vista general de los restos de la catedral de Urakami.


En este parque, además, puedes visitar el Museo de la Bomba Atómica que, al igual que en Hiroshima, es una visita difícil y dura. También hay un monumento al sufrimiento de las madres creado para conmemorar el 50º aniversario del bombardeo.
Desde allí, tras completar la visita a toda la zona del parque, volvimos a coger el tranvía para ir hacia el sur, en busca de las llamadas "casas de los holandeses", unas construcciones de la época colonial que se conservan por su valor histórico.
La línea nº 1 del tranvía nos acercó hasta Dejima Station y desde allí, unos 10 minutos a pie atravesando Chinatown, hasta el inicio de la cuesta.
Monumento al sufrimiento de las madres en el 50 aniversario de la bomba.
Al subir la colina, encontramos unas calles empedradas con casas holandesas de madera, algunas de las cuales están restauradas y se pueden visitar. Es el caso de la casa Higashi Yamate 13, residencia de una familia europea totalmente restaurada, o el edificio de Higashi Yamate 12, usado como consulado durante parte de su historia, primero estadounidense y luego ruso. A decir verdad, yo me llevé cierta decepción con ellas...



El tranvía de la línea 1.
A la izquierda una maqueta de la zona de las casas coloniales y la casa nº 13 de Higashi Yamate.
Abajo distintas fotos de la casa y su mobiliario.



Los estómagos nos decían que se acercaba la hora de comer y decidimos bajar a pie hasta Chinatown y comer allí, en algún restaurante chino, claro está.
Shinchi Chinatown es el barrio de los mercaderes chinos que llegaron a Nagasaki durante el periodo Edo y dejaron su impronta en la ciudad. Como en todos los barrios chinos del Mundo, entrar por sus calles es transportarse a China; olores, idioma, caras, colores...
Imágenes de Shinchi Chinatown en Nagasaki.










Detalles constructivos de una casa de Chinatown.
El rato de la comida nos vino muy bien para descansar. En el restaurante nos aseamos un poco y tomamos un refresco. La caminata hasta las casas holandesas nos había abierto el apetito. Nos trajeron la carta y tras echarle un vistazo nos decantamos por unos dumplins, unas sopas y distintas formas de carne; cerdo agridulce, ternera con pimientos... lo típico.
Alguno de los platos del restaurante chino.


Luego decidimos regresar al hotel a dejar unas cosas. Por el camino, pudimos comprobar lo cotizado que está el metro cuadrado en esta ciudad, bueno, en todo Japón... Las fachadas estrechas, los coches diminutos... En Japón te venden el coche en función del sitio que tengas para aparcarlo. Por eso, veíamos coches que parecían de juguete.




Edificios estrechos y coches diminutos.
En el hotel pedimos un taxi para subir al observatorio del monte Inasa. Nos costó 940 yenes (apenas 6 € entre los cuatro), que pagamos muy a gusto, ya que nos ahorró una larga caminata. El aire era frío y dejaba una sensación térmica que no acompañaba al sol que brillaba en el cielo. Subimos en el teleférico y Rosa pasó un mal rato ya que, además del pánico que tiene a estos mecanismos, con el aire, la cabina se balanceaba un poco y eso acrecentó su angustia.



El teleférico del monte Inasa.

El ticket del teleférico del monte Inasa.
Desde allí arriba gozábamos de una espectacular vista panorámica de toda la bahía de Nagasaki. Arriba, el aire azotaba de lo lindo, por lo que la sensación térmica era de muy poquitos grados. Tras recorrer la plataforma y hacer unas cuantas fotografías, nos deleitamos con el rojizo atardecer que nos regaló la visita y, posteriormente, bajamos a la cafetería sita justo bajo la terraza del observatorio.
Allí, resguardados del aire, se estaba muy bien y el café, aunque un poco caro, nos supo a gloria. Antes de marcharnos subí a hacer la última fotografía... El sol se ponía por occidente y nos dejaba un contra-luz maravilloso. Volvimos al mal trago del teleférico y, una vez abajo, al pie de la colina, decidimos ir caminando hasta el hotel.

Las antenas del monte Inasa.

Panorámica de la bahía de Nagasaki desde la terraza del observatorio del monte Inasa.

Contra-luz del dorado atardecer en la bahía de Nagasaki desde el monte Inasa.
Jesús necesitaba descansar un rato y subió a la habitación. Rosa e Isabel se fueron de compras a unas galerías sitas frente a la estación del tren y yo me aventuré a ir en busca de los famosos puentes de Nagasaki...
Puentes sí que vi, pero no sé si eran esos tan famosos que se anuncian en las guías.




La "hora azul" en Nagasaki. Los reflejos en el río me daban mucho juego.
Enseguida anocheció. Hice unas fotografías en “la hora azul” y regresé al hotel para reunirme con mis compañeros. Al bajar del tranvía y cruzar la calle por la pasarela elevada, se me ocurrió hacer unas fotos de larga exposición para sacar las luces de los coches... Subí a la habitación, cogí el trípode y volví a bajar. Pasé un rato divertido sacando las estelas de los coches, aunque luego me di cuenta de que estaban algo movidas... Bueno, las pongo por capricho.


Larga exposición para sacar las estelas de las luces de los coches.
Habíamos quedado a las 20:00 horas para salir a cenar, pero, a eso de las 19:30 estaba de regreso en la habitación para reunirme con Rosa. Habían pasado un rato relajado comprando algo de ropa. Me aseé un poco y salimos a cenar a un restaurante junto al hotel.
La cena no fue para echar cohetes, pero, se trataba de pasar el trámite y llenar el estómago. Luego subimos a la habitación y recogimos todo, organizamos las maletas y, tras una ducha, nos fuimos a descansar. Mañana tocaba traslado a Kioto…
Los platos que cenamos en Nagasaki.



Nagasaki - Kioto
Nos levantamos a las 07:00 horas para acabar de recoger todo y bajar a desayunar a las 07:45. Nos reunimos en el comedor del hotel y, tras desayunar tranquilamente, decidimos juntarnos en el hall a las 08:45 para hacer el check-out.
El plan era ver el Museo Oka Mashura que habla sobre los crímenes de guerra que cometieron los japoneses durante la II Guerra Mundial. En Internet había ubicado el lugar que, por cierto, estaba a 5 minutos a pie desde el hotel, y había visto el horario: de martes a domingo de 09:00 a 17:00; lunes cerrado.
Cogimos el primer tren a las 09:50, el segundo a las 10:23 y el tercero a las 11:23, que nos dejó en Osaka a las 13:50 horas, donde subimos al último tren de la jornada. Comimos en él con la intención de ganar tiempo...
Llegamos a Kioto a las 14:30. El Kyoto Tower Hotel Annex estaba a escasos 150 metros de la estación. Hicimos el check-in y descansamos un rato antes de salir a dar una vuelta. La idea era llegar hasta el barrio de las geishas en Guion, pero se quedó en un largo paseo de 3 Kms a lo largo del río Kamo, para llegar a ninguna parte. Jesús se había despistado con las distancias ya que, él guardaba la impresión de que todo estaba más cerca, cuando visitó Kioto hacía unos años.


Bien, tras dejar las maletas en consigna y despedirnos Yohi, el chico que nos había atendido en el check-in, fuimos hacia el museo. De camino nos encontramos con la iglesia de San Felipe, de estilo gaudiniano y el monumento a los 26 mártires de Japón, construido en la zona donde 20 cristianos japoneses y 6 misioneros extranjeros fueron crucificados en 1597 y posteriormente santificados en 1862. Pero, nuestra sorpresa fue que, al llegar al museo, en el cartel de la puerta ponía: Horario: de 10:00 a 17:00 horas
¡!Joder¡! ... Mi gozo en un pozo.
La verdad es que, al único que le importó no poder verlo fue a mí. No era plan de esperar una hora en la puerta y tampoco daba para bajar a ver nada a ningún sitio... Así que, la decisión estaba tomada, cogeríamos las maletas e iríamos a la estación para poner rumbo a Kioto.
La iglesia de San Felipe.
El Monumento a los 26 Mártires.
Teníamos que hacer el recorrido inverso al de hacía dos días, es decir, Nagasaki-Takeo Osen (en el MAMONE Shinkansen) y luego Takeo Osen-Hakata (en el JR Express Line). Desde Hakata, en lugar de ir a Hiroshima, debíamos ir hacia Osaka en el ONURA Shinkansen, para después ir a Kioto en el JR.
Un largo periplo por distintas localidades y bastante estrés con tanto subir y bajar del tren.

La Kyoto Tower.


Muchas personas caminan por Kioto con los trajes tradicionales.

El río Kamo.



Kioto estaba repleto de izakas.
Un poco aburridos, regresamos al hotel y tras no haber acuerdo en el sitio para cenar, nos fuimos a la estación del tren donde podíamos encontrar de todo, desde comida tradicional japonesa, italiana, pasando por la tailandesa, china, árabe...
No nos complicamos mucho, había mucha gente y unas colas tremendas, no en vano, era la “hora punta” de las cenas. Comimos en un local de comida japonesa, unas sopas y pollo. Después regresamos al hotel... Así pasó esa primera tarde en Kioto, sin pena ni gloria...



Los reclamos de comida anunciando platos eran alucinantes, con una similitud increíble. Parecía comida de verdad.



Las izakas, de noche, se veían con una luz mágica.

La Kyoto Tower en un contra-luz.

La Kyoto Tower camino del hotel.
Al llegar al hotel, no nos poníamos de acuerdo en la hora para desayunar... Según habíamos hablado en España, como las horas de luz serían escasas y los días se harían cortos, nos levantaríamos temprano para aprovechar cada jornada, pero, ya in situ, aunque nos íbamos temprano al hotel a causa del cansancio, nos levantábamos tarde. Finalmente, después de debatir un rato, quedamos en juntarnos para desayunar a las 07:30 horas.

La reserva del Kyoto Tower Hotel Annex.
Kioto es una ciudad localizada en la parte central de la isla de Honshu. Es la capital de la prefectura homónima. Así mismo, está integrada dentro de la región metropolitana de Keihanshin, compuesta por las áreas circundantes de las ciudades de Osaka, Kōbe y la misma Kioto. Cuenta con una población de alrededor de 1.500.000 habitantes, situándose entre las ciudades japonesas más pobladas.
Su importancia histórica se debe al hecho de que entre los años 794 y 1868 fue la capital de Japón, acogiendo la sede de la Corte imperial y otras instituciones. En el año 1868, el emperador Meiji decidió trasladar la sede de la corte a Tokio, quedando la ciudad definitivamente en un segundo plano. Durante la Segunda Guerra Mundial fue la única gran ciudad japonesa que no resultó bombardeada por la fuerza aérea estadounidense. Por esta razón, hoy en día sigue constituyendo una de las importantes urbes japonesas, con un rico patrimonio histórico, artístico y arquitectónico.

Kioto
Desayunamos a las 07:30 horas, pero, anduvimos despacio y tarde, tanto que, a eso de las 09:00 de la mañana, cogíamos el tren para ir a ver el llamado “templo de las mil puertas”, el Fushimi Inari-Taisha.
Al llegar al destino, alrededor de las 09:20 de la mañana, una marabunta de gente invadía el templo. Un fotógrafo se marchaba ya con el trabajo hecho, como debe ser. A la hora en que llegamos se hacía imposible pensar en hacer una fotografía sin gente por todas partes y, además, teníamos que sufrir las aglomeraciones en todas las entradas.
Mira que lo aconsejan en todas las guías y demás:
-. OjO !! Para evitar multitudes, se recomienda visitar el Santuario Fushimi Inari por la mañana temprano, entre las 07:00 y las 08:00 horas.
Así que, al ser tan tarde, ya era impensable recorrer los senderos que suben a la colina y ver el templo a fondo y, finalmente, la visita se quedó en un paseo de una hora escasa.







La entrada al Fushimi Inari-Taisha con sus típicos zorritos llamados kitsune.




Paseando entre los miles de toriis anaranjados del templo Fushimi Inari-Taisha.
El Santuario Fushimi Inari-Taisha está considerado como una de las principales atracciones turísticas de Japón. Esto es debido a que captura elementos fundamentales de la cultura japonesa, tanto a nivel religioso como arquitectónico, ambiental y culinario. Resumiendo, es un destino perfecto al que, además, se puede llegar con el Japan Rail Pass.
Fushimi Inari es el más importante de los miles de santuarios japoneses dedicados a Inari, el dios sintoísta del arroz, los cereales, las cosechas abundantes, el éxito en los negocios y la fortuna. Este santuario es anterior al traslado de la capital japonesa a Kioto en el año 794. Fue fundado en el 717 y se trasladó a su ubicación actual en el año 816.
El santuario está siempre abierto, incluso en fines de semana y festivos. Su personal te atenderá entre las 09:00 y las 17:00 horas y, como os he dicho, la entrada es gratuita, algo poco común entre los santuarios de Kioto.
La tradición cuenta que, los japoneses, han creído durante mucho tiempo que el origen del sintoísmo es el "dios de las montañas, el dios de los campos". Es por eso que, en primavera, el dios de la montaña desciende a la aldea, se convierte en el dios del arroz, protege su crecimiento y regresa a la montaña en otoño, cuando termina la cosecha, para convertirse nuevamente en el dios de la montaña. El zorro también aparece en el pueblo desde el comienzo de la temporada de cultivo hasta el otoño, cuando termina la cosecha y, cuando el dios del campo regresa a la montaña, el zorro también lo hace, por eso la asociación de identidades entre deidad y animal.

Inari, también conocido como Oinari, es una deidad japonesa, adorada en el sintoísmo y el budismo, asociada principalmente a la agricultura, la fertilidad y el éxito en general. Su culto refleja la conexión histórica y espiritual entre la población y la naturaleza, en particular la tierra y sus frutos. Puede ser representado como masculino, femenino o andrógino, a veces como un conjunto de tres o cinco deidades. Es especialmente venerado por su conexión con el arroz, el alimento básico de Japón.
El zorro kitsune, mensajero del dios Inari.
En el santuario Fushimi Inari-Taisha, hay un sendero rojo y naranja que está compuesto de miles de puertas torii. Este camino se extiende y serpentea a lo largo de la montaña, filtrando la luz del sol y creando claro-oscuros mientras avanzas. Si lleguas a la mitad de la montaña, en la intersección de Yotsutsuji, podrás disfrutar de una vista panorámica de todo Kioto que, según dicen, es única. Aunque nuestro paseo fue fugaz, caminar por el santuario Fushimi Inari es una experiencia increíble.
Al llegar a Fushimi Inari, pasarás por debajo de una puerta torii gigante situada en la entrada del santuario. A continuación, verás la Puerta Romon, donada en el año 1589 por Toyotomi Hideyoshi, un famoso general de la época. Más allá, encontrarás edificios con una arquitectura única. Además de las majestuosas puertas torii, te encontrarás con varias estatuas de zorros.
Los zorros, conocidos en japonés como kitsune, son los mensajeros del dios Inari, por lo que también son honrados y venerados en el santuario. A partir de ahí, miles de puertas torii se extienden por los caminos que conectan los edificios principales del santuario. Muchas de estas puertas fueron donadas por individuos o compañías, cuyos nombres y fechas están grabados en la parte posterior de cada una de ellas.
La ruta de senderismo hasta la cima del Monte Inari lleva entre 2 y 3 horas (ida y vuelta). Los senderos están bien marcados. También hay varios restaurantes a lo largo de la ruta, con platos temáticos de Inari.

Tarifas:
> Niño y adultos GRATIS
* El JRPass te deja en la misma puerta de entrada.
Horario de apertura:
> Abierto todos los días del año las 24 horas.
Templo Fushimi Inari-Taisha

...cualquier persona puede donar un torii en la montaña de Inari. Las puertas en miniatura que quedan en los santuarios a lo largo del camino se pueden comprar por 2.500 yenes, aproximadamente 15 euros. Las puertas medianas comienzan a partir de 400.000 yenes, unos 2.400 euros y las puertas más grandes requieren una donación de un 1.000.000 de yenes, unos 6.000 euros.
Nota
( Importes calculados según la cotización del yen, en noviembre de 2024 )
Sabias que...










Sobre estas líneas, algunos de los platos típicos que puedes degustar a lo largo del paseo por el templo y sus senderos.
A la izquierda, detalles de las construcciones y los símbolos que podemos encontrar en los distintos edificios que componen el complejo del santuario Fushimi-Inari.
Yo me hubiese quedado un rato más, pero como os decía antes, andábamos muy tarde... Por el camino, nos encontramos con una pareja de novios haciendo el reportaje de boda y aprovechamos para sacar algunas fotos.




La pareja haciéndose el reportaje de la boda.
Desde allí volvimos a la estación de Kioto para coger un JR hasta el barrio de Gion. Íbamos dando “palos de ciego” con respecto a la ruta a seguir, sin consultar el "libo de ruta" que habíamos confeccionado en Donostia y, eso, nos hacía perder mucho tiempo. Llegamos a Gion y paseamos por sus calles principales, pero se quedaron en el tintero las visitas a algunos de los templos y pagodas importantes que habíamos marcado sobre el plano como eran el templo de Kiyomizu-dera, el castillo de Kioto y alguno que otro más...










Caminar por las callejuelas empedradas de Gion, flanqueadas por antiguas casas de madera llamadas machiya, con farolillos colgando de las fachadas y hermosos jardines en las antepuertas, es relajante. Pero, si además, mientras caminas ves la silueta de esas "frágiles" mujeres ataviadas con coloridos kimonos sujetos por unos trabajados lazos en la espalda, es algo que nunca se olvida.
Este mundo es fascinante y enigmático. Las casas de té, llamadas ochaya, son el escenario donde esta tradición cobra vida y donde las geishas y maikos entretienen a sus invitados con danzas, juegos y conversación.
Geishas y maikos por el barrio de Gion.
Eso es el barrio de Gion, corazón histórico de Kioto y de la cultura de las geishas. Adentrase en Gion es adentrarse en la historia de Kioto. El centro neurálgico del barrio lo forman tres calles: Hanami-koji, Shinmonzen dori y Shirakawa.
* Hanami-koji: es, sin duda alguna, la arteria principal del barrio de Gion. Mientras caminas, es común ver geishas y maikos (aprendices de geisha) dirigiéndose a sus citas en las casas de té.
* Shinmonzen dori: más tranquila y menos transitada que la anterior. Es un respiro en medio del barrio. Bordeada por árboles, pequeñas tiendas y cafés, esta calle es ideal para disfrutar de un paseo más relajado o simplemente sentarse y observar la vida cotidiana de Kioto.
* Shirakawa: con su canal rodeado de sauces y puentes de piedra, es visita obligada en cualquier época del año. Nosotros la vimos en otoño, con las hojas rojizas de los arces creando un entorno mágico.



Distintas machiya (casas típicas de madera) por las calle de Gion.
Subimos a ver la Pagoda Yasaka, ( Yasaka-no-to ), también conocida como Torre Yasaka. Es una pagoda budista ubicada al pie de una montaña al este de Gion. La pagoda de cinco pisos, con 46 m de altura y elegantes techos inclinados en cada nivel, es la última estructura que queda de un complejo de templos del siglo VI conocido como Hōkan-ji. La evidencia arqueológica data la fundación de la Pagoda Yasaka sobre el 678 d. C.
El complejo fue destruido y reconstruido varias veces hasta que, en 1240, el sacerdote principal del cercano templo budista de Kennin-ji la afilió al budismo zen, que sigue siendo la denominación oficial de la Pagoda Yasaka hasta la actualidad.
Pero, allí, otra horda de gente inundaba las callejuelas del barrio. Tan sólo el hecho de pasear resultaba agobiante... Aunque nosotros no entramos, se permite el acceso a los visitantes por un módico precio.
Yo me armé de valor y decidí caminar calle arriba buscando un punto desde donde tener una vista algo "decente" de la pagoda... Estando allí no podía perder la oportunidad, ya habíamos dejado de ver muchas cosas...
Mis compañer@s me esperaron en una tasca en el cruce donde se iniciaba el descenso de la colina y, posteriormente, me reuní allí con ell@s.

Tarifas:
> Adultos : 400 ¥
> Los niños menores de 12 años tienen vetada la entrada
Horario de apertura:
> Abierto todos los días del año de 10:00 a 15:00
Pagoda Yasaka

El acceso a la pagoda Yasaka era casi misión imposible.

La pagoda Yasaka desde un punto alto de la calle.
La visita fue un visto y no visto. Es cierto que la situación era bastante agobiante, pero, una vez allí tienes que acarrear con lo que te vas encontrando, por eso es importante andar temprano. Bajé a la carrera para no hacer esperar mucho a mis compañeros, a los que encontré donde los había dejado y, desde allí, fuimos a buscar un sitio para comer. Eran alrededor de las 13:15 horas...
Comimos en una tasca que encontramos en la calle Higashioji Dori. Al salir, nos dimos cuenta de que estábamos junto al Otani Hombyo, un templo que resultó ser el mausoleo dedicado a Shinran Shonin y fue levantado por su hija, diez años después de la muerte de este, quien es el padre fundador de la escuela budista Jodo Shinshu y el "Gran Maestro" de los seguidores del Nenbutsu.
Nota:
El Nembutsu es una práctica budista de meditación que busca establecer una conexión con Amida Buda (Namu Amida Butsu en japonés), facilitando la iluminación o renacimiento. La recitación del Nembutsu tiene como objetivo experimentar una sensación de paz, gratitud y conexión con la vida.
El menú del mediodía.





El acceso al Templo Otani Hombyo con la estatua de Shinran Shonin presidiendo la entrada.




Tarifas:
> Adultos y niños: GRATIS
Horario de apertura:
> Abierto todos los días del año de 05:30 a 17:00
Templo Otani Hombyo

Una joven con traje tradicional posando, los leones guardianes de la entrada y la puerta principal del templo.













El Templo Otani Hombyo, con detalles de sus construcciones.
Desde allí volvimos al hotel porque Jesús tenía que descansar. Apenas eran las 15:00 horas... Mientras los compañeros descansaban, Rosa y yo aprovechamos para hacer unas compras. Fue una verdadera pena porque la tarde pasó "volando" y nos dejamos en el tintero muchas cosas por ver.


Los okonomiyakis de Kioto, en un restaurante de la estación del tren.
Nos reunimos posteriormente y salimos a dar una vuelta. Eran las 19:00 horas y, como podéis imaginar, ya era noche cerrada. Tras dar vueltas de un lado para otro, buscando algún lugar para cenar, acabamos nuevamente en la estación del tren. Elegimos comida local, unos okomiyakis que, aunque no estaban tan ricos como los de Hiroshima, se dejaban comer. Mientras cenábamos, organizamos la jornada del día siguiente. Tocaba el oeste de la ciudad, con el trenecito de Arashiyama, el bosque de bambú, el Pabellón Dorado... Pero, de entrada, volvimos a quedar tarde para desayunar (a las 08:00 horas).
A las 21:00 estábamos de vuelta en el hotel. Estaba un poco mosqueado, sabiendo que teníamos que haber quedado antes. Una ducha y a la cama. A ver que depara la jornada de mañana...

Kioto
A las 08:00 estábamos desayunando. De nuevo tarde... El buffet estaba bastante bien y, por lo menos, podíamos elegir entre la opción oriental y occidental. Luego, nos reunimos en el hall y a eso de las 09:30 montamos en el tren de la JR Sagano Line que, por cierto, iba hasta la bandera.
Tras siete paradas y en poco más de 20 minutos de trayecto, nos dejó en nuestro destino: Arashiyama. Al bajar, la gente, una abrumante mayoría de nipones, corría como loca hacia la parada del trenecito al que llaman “romántico”. Jesús se empeñó en que nosotros iríamos más tarde, que ahora había mucha gente, así que pusimos rumbo al templo Tenryu-Ji, del siglo XIV. Este templo, literalmente traducido como “templo del dragón celestial”, es uno de los principales atractivos turísticos de Arashiyama en cualquier época del año, pero, sobre todo, es espectacular en otoño, cuando se convierte en uno de los mejores lugares para disfrutar del momiji.

La puerta Chumon del Tenryu-Ji .
Fue construido originalmente en 1339 por iniciativa del shogun Ashikaga Takauji (1305-1358) en memoria del emperador Go-Daigo (1288-1339). Además, su primer abad principal fue el gran maestro zen Muso Soseki (1275-1351). De hecho, es el templo principal de su propia escuela, la escuela Tenryu-ji, que forma parte de la escuela Rinzai del budismo zen. Hoy en día es uno de los cinco principales templos zen de Kioto.
El camino de entrada al templo Tenryu-ji ya es una preciosidad, especialmente en otoño, con el cambio de color de las hojas. Al pasar la puerta principal Somon, te encontrarás con un sendero que te lleva hasta la puerta central Chumon. A la izquierda, está el aparcamiento del templo, mientras que a la derecha, verás un montón de pequeños sub-templos. La puerta central está conectada, por la izquierda, con la puerta Chokushimon o puerta del enviado imperial. Detrás hay un estanque especialmente bonito en verano, cuando florecen las flores de loto.

La visita al templo Tenryu-ji se divide en tres grandes áreas:
- el jardín
- los edificios principales
- los salones Hatto y Hojo.
La entrada al templo Shanshu-in.
Durante todo el camino de acceso, a tu derecha, verás varios sub-templos. Algunos están cerrados al público y no se pueden visitar. Pero entre los que sí puedes visitar destacamos el templo Sanshu-in, situado justo entre la puerta principal y la puerta central. Este templo es conocido por su pileta cubierta de musgo y por su jardín.



Distintas imágenes del templo Shanshu-in.

Buda Bodhisattva en Kogen-Ji.

Otro templo abierto al público en este camino de acceso al templo Tenryu-ji es el templo Kogen-ji. Se trata de un pequeño templo que destaca por su jardín zen de arena rastrillada. En otoño, con los colores que adquieren las montañas de Arashiyama de fondo, se muestran en pleno apogeo. Al lado, destaca el templo Jisai-in y el salón dedicado a Benzaiten, otra de las siete deidades de la buena fortuna, que ya vimos en Itsukushima.
El jardín es, sin duda alguna, uno de los puntos fuertes de la visita al templo y su diseño ha aguantado inalterado el paso del tiempo. Por otro lado, la gran mayoría de edificios del templo Tenryu-ji fueron destruidos y reconstruidos en varias ocasiones a lo largo de la historia. La última fue en 1864 cuando un gran incendio, consecuencia de los combates tras la caída del shogunato Tokugawa, destruyó gran parte del complejo.
Arte con los árboles en el jardín zen.
Por ello, casi todo lo que puedes ver en la actualidad son reconstrucciones de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Los jardines del templo Tenryu-ji brillan especialmente en otoño.También tienes el templo Shogan-ji, aunque sólo abre en ocasiones especiales. Al final del camino, te encontrarás con el grueso de edificios del templo Tenryu-ji enfrente de ti. Y además, podrás ver el campanario a la derecha y el salón Hatto a la izquierda.
Y llegamos al salón Hojo, el edificio principal del templo Tenryu-ji. Construido en 1899, destaca por sus enormes salas de tatami con balcones de madera y vistas espectaculares al jardín. El salón está dividido en seis habitaciones diferentes, con puertas correderas que permiten ampliar o dividir espacios. Hoy día se usa, básicamente, para grandes eventos y ceremonias de importancia. En su interior hay una imagen de Buda Gautama. Se cree que la imagen data de finales del periodo Heian (794-1185), por lo que sería más antigua que el propio templo.
Otro punto destacado del salón Hojo es el gran dragón entre las nubes, pintado en las puertas correderas que dan al estanque Sogen, uno de los lugares más destacados del templo. Se trata de un jardín tradicional con estanque que fue diseñado hace unos 700 años por el maestro zen Muso Soseki. Es un jardín de paseo y, como es habitual en los jardines tradicionales japoneses, el Sogenchi Teien juega también con el "paisaje prestado" que ofrecen las montañas de Arashiyama al fondo.
El diseño y apariencia del jardín se ha mantenido sin grandes cambios, al menos desde el siglo XVIII. Entonces se publicó una de las primeras guías turísticas de Kioto en la que ya aparecía el jardín como lugar destacado. En ella, se describía el jardín tal cual es en la actualidad.





El jardín del estanque Sogen y unas vistas en detalle de los reflejos con los que me entretuve un buen rato.

Tarifas:
> Estudiantes de secundaria y mayores: 500 ¥
> Estudiantes de primaria y secundaria: 300 ¥
> Niños en edad preescolar: gratis
Horario de apertura:
> Abierto todos los días del año de 08:30 a 17:00
(última admisión 16:30) Consulta la página web antes ir.
Templo Tenryu-ji
Más información en:
> https:/www.tenryu-ji.com
Caminando, caminando, observando los jardines y los templos, llegamos a la entrada del bosque de bambú. Surcado por una red de senderos que invitan a la meditación, el bosque de bambú de Arashiyama es uno de los rincones más inspiradores y fotografiados de Japón. Se localiza en una montaña al oeste de Kioto, rodeado por la espesura que protege el templo Tenryu-ji. Este paseo es como un sueño. Se camina entre miles de bambús que, alzándose hacia el infinito, unos junto a otros, buscan de la luz del sol como fuente de la vida.


Parte del sendero por el bosque de bambú transcurre junto a un pequeño arroyo.




La espesura del bosque hace que en un momento se haga prácticamente de noche...
En la parte oeste de la ciudad imperial de Kioto y muy cerca del río Hozu, se halla este bosque de bambú, una de la mayores atracciones turísticas de esta zona de Japón. Se dice que un paseo por este santuario vegetal es como una depuración del alma, algo que no se puede transmitir con palabras ni imágenes. Tener el privilegio de pasear a los pies de estos enormes, a la par que esbeltos árboles, transporta al visitante a una atmósfera mágica...
El viento mece los troncos provocando un rumor que invita a la relajación. Si te abandonas, bueno, si consigues abandonarte a ese susurro, ya que siempre hay muuuucha gente en el trayecto, y consigues conectar con la naturaleza, se convierte en una experiencia única. Así como ninguna explicación puede transmitir lo que allí se siente, ninguna fotografía hace justicia a esta maravilla, ni logra capturar los infinitos matices de colores que se despliegan entre el cielo y el suelo.
Como os decía, la quietud del bosque de bambú de Arashiyama se ve interrumpida por los grupos de visitantes entusiasmados con el lugar. Y de pronto, una joven maiko (aprendiz de geisha), con el rostro maquillado y un vistoso kimono, añade una pincelada de color a este santuario vegetal.
Avalokitésvara, un bodhisattva venerado como el Buda de la compasión.

A la salida, nos encontramos con la imagen de Avalokitésvara, un bodhisattva venerado como el Buda de la compasión por su bondad infinita y su papel en la liberación del sufrimiento de todos los seres. Este bodhisattva tiene asociado el mundialmente famoso mantra de Om mani Padme Hum, que se traduce como !Salve, oh joya del loto!. Esta imagen es considerada la deidad patrona del Tibet y del Dalai Lama. Allí es conocido como Chenrezig.
Nota:
En el budismo, un bodhisattva es alguien en camino a convertirse en Buda, pero que elige posponer su propia entrada en el nirvana para ayudar a los demás a alcanzar la iluminación.



Posteriormente, en la vuelta circular que haciamos, nos topamos con un templo budista llamado Adashino Nenbutsu-ji.
Este templo fue fundado por Kobo Daishi y alberga un cementerio con estatuas de piedra para las almas de los difuntos. Este hombre, Kobo Daishi, fue un monje budista japonés, erudito, ingeniero y fundador de la escuela Shingon del budismo. Su mausoleo se encuentra en la localidad de Koyasan a 105 kms de Arashiyama.
El templo Adashino Nenbutsu y algunas de sus lápidas y estatuas.

Tarifas:
> Adultos: 500 ¥
> Estudiantes de secundaria: 400 ¥
> Estudiantes de primaria y niños: gratis
Horario de apertura:
> Abierto todos los días del año de 09:00 a 16:30
(última admisión 15:30) Consulta la página web antes ir.
Adashino Nenbutsu-ji
Más información en:

Tarifas:
> General: 500 ¥
> Estudiantes de primaria y secundaria: 300 ¥
> Niños en edad preescolar: gratis
Horario de apertura:
> Abierto todos los días del año de 09:00 a 17:00
Consulta la página web antes ir.
Kinkaju-ji
Más información en:
Cuando nos dimos cuenta se había pasado casi la mañana. Tras una vuelta circular por el templo Tenryu-Ji y el bosque de bambú, a eso de las 12:15 llegamos, nuevamente, a la estación del tren romántico. Isabel se acercó para comprar los tickets...
El tren panorámico de Arashiyama, Sagano Scenic Railway, popularmente conocido como el tren romántico, serpentea lentamente entre las montañas y junto al río Hozugawa, en un viaje de 7 Km y 25 minutos de duración, desde la estación de Sagano-Torokko hasta la de Kameoka-Torokko.
Tanto en primavera, como en otoño, las vistas deben ser maravillosas, pasando del rosa de los cerezos en flor en el hanami, a los rojos y ocres de los arces en el momiji. Te dejo información por si te interesa:

Sagano Scenic Railway
Tarifas: (NO incluido en el JRPass)
> Adulto > 12 años sólo ida: 880 ¥
> Niños de 6 a 12 años: 440 ¥
> Niños < 6 años: Gratis con un adulto
Horario de apertura:
> Del 1 de marzo al 29 de diciembre:
Todas las semanas de jueves a martes salida
*desde Sagamo hacia Kameoka cada hora de 10:00 a 16:00
*desde Kameoka hacia Sagano cada hora de 10:30 a 16:30
Venta de tickets:
> En la estación de Sagano-Arashiyama
> En cualquier taquilla de JRPass
> En la web de Sagano-Kauko
Al cabo de unos minutos, Isabel, salió de la cola diciendo que no había tren hasta las 17:00 horas, que estaba todo reservado y además sería de pie, que no había asientos disponibles. Para mí, el tema de asientos era lo de menos, pero, a las 17:00 horas sería casi de noche. Yo hubiese ido, pero, al final, no hubo consenso y nos quedamos sin tren...
Me agarré un tremendo rebote, porque, sería otro día en el que perderíamos parte de las visitas programadas en el planing original. Habíamos gestionado muy mal la mañana y, ahora, sufríamos las consecuencias. Rosa y yo intentamos ir hacia la zona de los templos y Jesús e Isabel se fueron a buscar un sitio para comer. Quedamos en reunirnos en un par de horas allí mismo, en la estación del trenecito. Nosotros queríamos ver, sobre todo, el llamado Kinkaju-Ji (El Pabellón Dorado), que es Patrimonio de la Humanidad desde 1994. Miramos en Google Maps y nos daba un tiempo de una 1h 37m para llegar a pie hasta allí o, si no, 50 minutos en el tranvía...
Lo del tranvía era casi misión imposible, dada la complejidad para cogerlo sin saber japonés y las largas colas que teníamos por delante y, lo de ir a pie, pues era inviable... Ir y volver eran más de 3 horas... Yo estaba muy enfadado. Nos pusimos a caminar en dirección al puente Togetsukyo. Sentía una gran impotencia y estaba muy decepcionado, pero, me rehíce de aquella situación tan frustrante, sobre todo, por no amargarle más el día a Rosa. Llegamos hasta el puente y lo cruzamos. Allí se respiraba otro ambiente, encontramos menos gente y nos sirvió para calmarnos y hablar un poco.

El puente Togetsukokyo sobre el río Katsura en Arashiyama.
Este puente de madera de 155 metros de longitud, que cruza el río Katsura, ha sido un hito durante más de cuatrocientos años, ofreciendo increíbles vistas a la montaña de Arashiyama que queda al sur del puente y da nombre a la zona. En primavera, cuando llega la temporada de los cerezos en flor, sus laderas se llenan de un auténtico mar de pétalos rosas, mientras que en otoño, los arces lo cubren de un manto de hojas rojas.
El primer puente se construyó en el año 836, mientras que las obras del actual finalizaron en 1934. Aunque da la sensación de que el puente es de madera en su totalidad, solo los parapetos son de madera de ciprés, siendo las columnas y vigas de hormigón armado. El nombre Togetsu significa "cruce de la luna" y tiene su origen en una historia cuyo protagonista es el emperador Kameyama del período Kamakura.

...durante una fiesta en barco en el río Katsura y envuelto en el susurro del agua golpeando la embarcación, el emperador Kameyama contemplaba la luna llena. Mientras navegaban, desplazándose suavemente río abajo, al emperador, rodeado de sus concubinas y embriagado por la belleza de estas, le pareció como si la luna cruzase el puente acompañando a todo el séquito que viajaba en la barcaza… Atrapado bajo el embrujo de la luna, el emperador llamó al puente togetsu.
Cuenta la leyenda que…




Al otro lado del puente se respiraba paz... Fue un rato muy relajante.


Aparte de esta leyenda, si es cierto que hay una tradición, de las miles que hay en Japón, llamada Jusan Mairi, "la visita de los trece años". Esta, habla de que, cuando un@ niñ@ cumple los 13 años, visita el templo de Horin-ji para recibir las bendiciones con conocimiento y fuerza de carácter, festejando también el paso de niño a adolescente. Una vez recibida la bendición, deben cruzar los 155 metros de longitud del puente sin mirar atrás o, el conocimiento otorgado por los dioses, le será retirado y castigado con mala suerte.
En la orilla del río, las garzas andaban a sus anchas.
Lo cierto es que ese paseo fue un bálsamo para mi estado de crispación. Hablamos, cambiamos opiniones y admiramos el bello paisaje que el río Katsura iba dibujando, así como los colores que el momiji, con su paleta infinita de ocres y rojos, pintaba sobre los bosques de las montañas de Arashiyama.
Tras esto, decidimos ir a comer algo. Cruzamos nuevamente el puente, ahora en sentido contrario, claro, y nos encontramos con Jesús e Isabel que venían de frente. Quedamos en llamarnos. Buscamos algún sitio para pasar un rato tranquilos y comer sin agobios, pero, estaba todo a tope. Claro, era el momiji (fiesta del otoño), por eso, la cantidad de turistas nacionales era desorbitada. Caminando, vimos un local un poco separado de la calle principal, nos acercamos y comprobamos que servían una especialidad de okonomiyaki. A Rosa le apeteció y entramos a comer. Ese ratito nos vino de maravilla. A parte de llenar el estómago, seguimos hablando y nos confabulamos para sujetar los nervios en bien de la convivencia del grupo.



A lo largo del paseo encontramos a mujeres y hombres con trajes tradicionales.
Al salir, con otra perspectiva, llamamos a los compañeros. Estaban a una hora de la estación, así que dimos una vuelta e hicimos alguna compra para la futura nieta de Rosa. A las 15:30, llegamos a la estación. No había rastro de la otra pareja. Tomamos un café en una cafetería junto a la zona de taquillas del “trenecito romántico”, un lugar con un piano donde, la gente que quería, tocaba música en directo. Además, allí mismo había un pequeño museo con máquinas de tren de los años 30 del siglo pasado, muy curiosas de ver...
Después de un buen rato sonó el teléfono. Nos dijeron que estaban en la puerta de la estación. Rosa les comentó que se acercasen a tomar un café y nos reunimos allí los cuatro.




Algunas de la máquinas de tren que había en el pequeño museo de la estación de Arashiyama.
Sin más, intentando no caer en la decepción, volvimos al hotel en el JR. Al llegar, le dije a Rosa que iba a ver la Kyoto Tower y subir hasta su mirador. A ella no le gustan las alturas y se quedó descansando un poco. Me fui sin pensarlo más, porque, si no, estaba seguro que me quedaría sin subir.



El ticket de entrada a la Kyoto Tower y un par de vistas desde el observatorio del piso once.
La Kyoto Tower es una torre de observación, con forma de vela budista, ubicada frente a la estación del tren de la antigua capital de Japón. Fue diseñada por el arquitecto Mamoru Yamada e inaugurada el 28 de diciembre de 1964. Su aguja roja y blanca, se alza 131m sobre la ciudad y sus antiguos templos y santuarios. La estructura, tiene un peso total de 800 toneladas y está diseñada para resistir terremotos y tifones de gran magnitud. Su observatorio situado a 100m de altura, concretamente en la planta once, tiene una vista panorámica de 360º y puede albergar a 99 personas a la vez. En días despejados, permite llegar a ver la ciudad de Osaka. Además, tiene un hotel y centros comerciales en su base.
Esta torre, junto con la celebración de los JJOO en Tokio y la inauguración del tren bala Shinkansen, fueron las grandes hazañas de ese año 1964 en el país del sol naciente.

La Kyoto Tower en el final de la "hora azul".

Tarifas:
> Mayores de 18 años: 900 ¥
> Jóvenes de 15 a 17 años: 700 ¥
> De 6 a 14 años: 600 ¥
> menores de 5 años: GRATIS
Horario de apertura:
> Todos los días de 10:30 a 21:00 (última admisión a las 20:30)
> Cerrado del 30/12 al 03/01 cada año.
Kyoto Tower
Una hora más tarde, ya de noche cerrada, regresé al hotel. Había llamado Jesús. Salimos a ver un centro comercial donde puedes encontrar todo tipo de cámaras, objetivos y material de fotografía. Luego, hicimos alguna compra de souvenirs para la familia en unas galerías cercanas y, después, para no volver a debatir sobre dónde cenar, compramos algo en un súper de la cadena Lawson que había junto al hotel y cada pareja subió a su habitación. Rosa y yo cenamos tranquilamente, desconectando del estrés de todo ese día. Nos duchamos y nos fuimos a descansar. Mañana tocaba la visita a Nara, la primera capital de Japón. Por lo menos, hubo consenso para desayunar más temprano.

Kioto - Nara - Kioto
La víspera, habíamos quedado a las 07:30 horas. Nos reunimos en el hall, desayunamos y salimos hacia Nara a eso de las 08:30. El tren, un JR de la línea Nara, ya iba bastante lleno a esa hora, lo que nos daba una pista de como podríamos
encontrarnos la ciudad a lo largo de la mañana...Tardamos unos 45 minutos en el trayecto.
La estación del tren de Nara.

Desde la estación a la zona de los templos hay apenas 1,5 Kms de distancia. Subimos por la calle principal llamada Sanjo Dori Street, viendo algunos curiosos y trabajados escaparates de tiendas de papel, tallas de madera y arte en general. Tardamos una hora en llegar a la zona monumental. Cruzamos un puente y nos encontramos con un primer templo a mano izquierda. Se trataba del Kofuku-Ji. Rosa y yo compramos los tickets y entramos pensando que, por el nombre, era el templo que alberga al gran Buda de 15 m. Pagamos 500 yenes cada uno (unos 3 € al cambio), pero, al entrar nos dimos cuenta de que ese no era el templo en cuestión. De todas formas, las imágenes que guardaba en su interior eran muy bonitas, incluso había un Buda, pero, bastante más pequeño.



De camino a la zona monumental de Nara nos fuimos encontrado con bonitos rincones.
El templo Kohfuku-Ji, que en la actualidad está celebrando su 1.300 aniversario, está incluido en la lista de la UNESCO de Patrimonios de la Humanidad desde 1998, dentro del conjunto de "Monumentos históricos de la antigua Nara". Aunque siempre ha estado eclipsado por el Todai-Ji y su Buda gigante, ha dejado una profunda influencia en la cultura japonesa. Fue construido en el año 669 por la aristocrática y políticamente poderosa familia Fujiwara, que lo trasladó desde Kioto a Nara en el año 710. Alberga cuatro edificios que son tesoro nacional: la pagoda de cinco pisos, la pagoda de tres pisos, y las salas Hokuendo y Tokondo.
Este templo alberga muchos documentos y tesoros extremadamente valiosos de la historia de Nara como capital de Japón. Muchos de ellos están expuestos en el Museo de Tesoros Nacionales de Kohfukuji, donde podrás contemplar imágenes doradas de Buda, así como diversas obras maestras y el busto de bronce de Yakushi Nyorai, el Buda de la medicina.



El Kohfuku-Ji y el buda que alberga en su interior.

Tarifas: (Combinada para los tres salones)
> Mayores de 18 años: 1600 ¥
> Estudiantes de secundaria: 1100 ¥
> Estudiantes de primaria: 600 ¥
> menores de 5 años: GRATIS
Horario de apertura:
> Todos los días de 09:00 a 17:00
Más información en:
Kohfuku-ji
Al salir, seguimos avanzando los cuatro hacia el Parque de Nara, mientras íbamos viendo cantidad de ciervos shika. Estos, están dispersos por toda la ciudad, pero, es en el parque donde se encuentra la manada más grande.





El parque de Nara con sus ciervos shika.




A lo largo del parque podemos encontrar casas de té y otros edificios.
El parque es inmenso. La vegetación, sus senderos y fuentes, hacen de la zona un remanso de paz que llega a su cenit en la zona del lago Ara-Ukimido Pond, un tranquilo estanque con un pequeño templo en el centro y una maravilla de ejemplo de jardines japoneses. Se dice que el estanque fue creado en el siglo VIII como depósito para los arrozales. Posteriormente, en el siglo XVII, una orden de famosos monjes budistas construyó Ukimido, el templo en medio del estanque.





El estanque Ara se encuentra en la zona noreste de la ciudad de Nara, pegado al parque. Es un estanque natural que se ha ampliado y mejorado a lo largo de los siglos. Tiene aproximadamente 400 m de largo, 300 m de ancho, 4 m de profundidad y una circunferencia de aproximadamente 1000 m. En el centro tiene una pequeña isla con un templo conocido como Ukimido, que significa "templo flotante" y, en realidad, desde algún ángulo, esa es la sensación que da. Fue construido por orden del monje Kohfukuji Kanchibo en el siglo XVII. Su ubicación en el estanque se eligió para crear un lugar de meditación que ofreciera serenidad y armonía con la naturaleza.
Distintas imágenes del lago Ara.
A lo largo de la historia, el estanque ha tenido distintos usos; se utilizó como embalse para los arrozales de la zona, luego tubo carácter recreativo para navegar o para pescar y, posteriormente, fue utilizado como lugar de culto y meditación por los monjes budistas. Hoy en día sirve para el paseo de lugareños y turistas ya que, la atmósfera serena que se respira, ofrece un escape del ruido y el estrés de la vida urbana. El estanque y el templo son Sitio Histórico Nacional y el Ayuntamiento de Nara los gestiona directamente.
Aunque tampoco había un color excesivo, la época en la que estábamos, en pleno otoño, nos dejaba unas estampas de lo más relajantes. El lago nos dio mucho juego, fotográficamente hablando y, a parte de los maravillosos reflejos y la casita de té, coincidimos con un par de bodas en las que nos permitieron hacer fotos de las parejas.
Son una delicia, los novios no se quejan, al contrario, para ellos es un alago y los fotógrafos profesionales que hacen el reportaje no ponen pegas, mientras no les estorbes en su trabajo, claro está.
Llegamos hasta la parte alta del parque. Jesús se paró para hacer fotos del momiji, pero, Rosa y yo, decidimos seguir adelante para llegar al templo Todai-Ji, donde se encuentra el gran Buda.


Un par de parejas de novios en la zona del estanque.



De camino al Todai-Ji nos encontramos con una gran manada de ciervos shika, con los que Rosa pasó un rato agradable dándoles de comer.
De camino al templo nos encontramos con una gran manada de ciervos. Los ciervos de Nara son un símbolo cultural de Japón. A lo largo de la historia, han formado parte del arte, el folklore y la religión japonesa. En la religión sintoísta, el ciervo, simboliza la pureza, la inocencia y la conexión entre lo terrenal y lo divino. Los más de 1.200 ciervos shika salvajes, que deambulan libremente en el parque, se encuentran clasificados como "Monumento Natural". El punto más importante a recordar es que los ciervos en Nara están viviendo ahí porque han sido considerados animales salvajes. A pesar de estar muy acostumbrados a la presencia de humanos, conocidos por ser amigables y por hacer una especie de reverencia antes de recibir comida, estos ciervos no han sido domesticados, no son mascotas, están protegidos y considerados como animales sagrados y mensajeros de los Dioses.

...la deidad Takemikazuchi-no-Mikoto, el Dios del Trueno, llegó a Nara montado en un ciervo blanco. Por ello, los ciervos de Nara eran considerados como dioses y los japoneses debían rendirles respeto haciendo una reverencia con la cabeza cuando se encontraban con uno. Hasta el año 1637, matar a uno de estos ciervos podía ser castigado con la muerte. La divinidad de los ciervos de Nara se revocó tras el final de la Segunda Guerra Mundial, pero pronto se convirtieron en Tesoros Nacionales Vivientes, para garantizar su protección.
Cuenta la leyenda que…

El Dios del Trueno en su ciervo blanco.

...la conservación de los ciervos del Parque de Nara ha dado lugar a un linaje genético único. Estos ciervos son considerados sagrados. Han estado protegidos durante mil años en las zonas cercanas a los santuarios, donde la caza está prohibida. El ciervo shika (Cervus nippon) es una especie propia del Extremo Oriente, cuyo hábitat se extiende desde el sur de Siberia hasta Vietnam, incluyendo Japón, Taiwán y varias islas más del Océano Pacífico cercanas a las costas de China. El shika ha sido cazado desde tiempos antiguos en todos los países de su distribución, excepto en Japón, donde, al igual que muchos otros animales salvajes, fue venerado como dios protector de la naturaleza por la religión tradicional sintoísta. Esto cambió durante la Era Meiji, cuando comenzó a ser cazado en gran número y los bosques en que vivía se vieron amenazados por la tala masiva de grandes superficies para destinarlas a plantaciones. A pesar de todo ello, ha sido posible su conservación y su existencia no corre peligro.
Sabias que...
Esta vez sí lo encontramos, llegamos sobre las 12:20 horas. Rosa me dijo que me esperaba en la plaza aledaña a la entrada y yo me aventuré a entrar, pero, como en todas partes, las colas para coger los tickets eran kilométricas, así que, me conformé con ver el edificio desde el exterior, acercándome hasta la puerta para ver el Buda. Al cabo de un rato me reuní con Rosa. La mañana avanzaba a toda velocidad. Habíamos quedado en juntarnos los cuatro sobre las 13:00 horas en la entrada del templo.

La Gran Puerta del Sur ( nandaimon ), un tesoro nacional del siglo XIII.

El acceso a la zona de taquillas.

El edificio principal del Todai-Ji.
Tōdai-ji, que podemos traducir como "el gran templo del este", es un complejo de templos budistas que en su día fue uno de los poderosos Siete Grandes Templos, de la ciudad de Nara. Su construcción fue un intento de imitar los templos chinos de la admirada dinastía Tang.
Aunque se fundó originalmente en el año 738 d. C., no se inauguró hasta el año 752. El templo ha sido objeto de varias reconstrucciones desde entonces, siendo la más significativa la de 1709. Sin embargo, estuvo al borde del colapso a finales del siglo XIX debido al peso de su enorme tejado. El derrumbe se evitó mediante una primera restauración (1904-1913), y su aspecto actual se completó con varillas de refuerzo y hormigón entre 1974 y 1980.

Su Gran Salón del Buda (Daibutsuden ) alberga la estatua de bronce más grande del mundo del Buda Birushana, conocido también como Nara Daibutsu o "el Gran Buda de Nara". La imagen original databa del año 746, pero, en 1692 sufrió daños significativos y fue reemplazada por a actual. Tiene 15 m de altura y está hecha con 437 toneladas de bronce y 130 kilos de oro.
Esta sala, el Daibutsuden, es el edificio de madera más grande del mundo, con 48,6 m de alto, 57,3 m de largo y 50 m de ancho. En la parte de atrás de la estatua hay una columna de madera con un agujero en la base. La creencia popular dice que quienes logren pasar por él (tiene el mismo tamaño que uno de los orificios nasales del Gran Buda), alcanzarán la iluminación. Mucha gente hace cola para lograr este objetivo.
El Nara Daibutsu o Gran Buda de Nara.

Tarifas: (Daibutsu-den / Gran Salón del Buda)
> Mayores de 13 años: 800 ¥
> De 6 a 12 años: 400 ¥
> Menores de 6 años: GRATIS
* Sólo efectivo
Horario de apertura:
> De abril a octubre 07:30 a 17:30
> De noviembre a marzo de 08:00 a 17:00
Todai-ji
Tarifas: (Museo)
> Mayores de 13 años: 800 ¥
> De 6 a 12 años: 400 ¥
> Menores de 6 años: GRATIS
* Sólo efectivo
Horario de apertura:
> De abril a octubre 09:30 a 17:30
> De noviembre a marzo de 09:30 a 17:00
Más información en:
La visita fue más rápida y estresante de lo que me hubiese gustado, pero, eso es lo que había... Muchas cosas para ver y muy poco tiempo.
Mientras esperábamos, se nos acercaron unos críos de edad escolar...
.- Hello!! Where´re you from? – nos preguntaron
.- Hi ¡! We´re from Spain in Europe – les dije
.- Can we take a picture with you ?...
.- Yes, of course...
No sé por qué, pero, daban por hecho que todos los europeos hablamos inglés, de todas formas, hasta ese nivel ya llegamos…
.- In Spain we say “patata” – les dije, y los críos empezaron a reírse y decir “patata”.

Posando junto a los estudiantes en Nara.
En seguida vino el profesor que estaba unos metros retirado dejando hacer a los chavales y nos sacó una foto a todos juntos. Fue un rato gracioso en todo ese maremágnum en el que se transforman las ciudades y los espacios turísticos. Nos despedimos de los críos y fuimos a la entrada para reunirnos con Jesús e Isabel.



Distintas vistas de la zona de entrada al Todai-Ji. A la izquierda el monolito que lo reconoce como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La visita a la zona de los templos se daba por concluida y fuimos a comer a un lugar muy cerca del templo Todai-Ji, apenas a 250 metros. En el menú, un plato con comida japonesa compuesto por un pequeño cuenco de sopa, un poco de tofu, unos encurtidos, un cuenco de arroz y una pequeña hamburguesa. Rosa pidió otro que, en lugar de hamburguesa, llevaba dos chuletas de cerdo. Todo estaba bastante rico...
Al acabar de comer decidimos ir a ver algunas de las casas tradicionales que pueden visitarse en la parte este de la ciudad, en la zona vieja de Nara. Bajamos hacia la estación del tren. Jesús preguntó a un hombre y nos dijo que todavía teníamos por delante más de media hora a pie. Se iba a hacer muy tarde, así que decidimos coger el tren de regreso a Kioto. El cansancio hacía mella en todos, pero, sobre todo en mis compañeros de viaje, algo más mayores que yo... Estaba visto que debíamos tener paciencia e intentar llegar a Tokio de la mejor manera posible.
La tarde-noche nos pilló en el tren camino de Kioto.
Llegamos a Kioto sobre las 16:30. De camino al hotel compramos algo para cenar en la habitación y algo de comida para el traslado en el tren hacia Takayama. En el hotel, tras una reconfortante ducha, recogimos las maletas y preparamos todo para el día siguiente. Tras cenar, a eso de las 21:30 horas aproveché para hablar por WhatsApp con mi hijo y mi hermana en España. Allí eran las 13:30 y se disponían a comer. Luego descargué las fotos y actualicé el diario de viaje. Charlamos un rato y, poco a poco, el cansancio fue haciendo mella... Apagamos la luz, tocaba descansar.

Nara se ubica en el sur de Honshū, la isla principal de Japón. Está situada unos cuarenta kilómetros al sur de Kioto. Fue capital del país en el Japón medieval, entre los años 710 y 784. Es la primera ciudad imperial de Japón.
Pequeña y apacible y muchos consideran que es de las que mejor conservan el espíritu tradicional de Japón. Por ello, es uno de los destinos turísticos más importantes del país debido a la gran cantidad de templos antiguos bien conservados. De estos, los más notables se hallan en el Parque de Nara y forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, desde el año 1998.
También es conocido el parque de Nara por sus ciervos shika, los cuales campan libremente por toda la zona verde y son otra de las atracciones turísticas. Estos ciervos son muy populares en la ciudad, se les puede alimentar y acariciar, ya que están acostumbrados a la gente.

Kioto - Takayama
Quedamos para desayunar a las 07:45 horas. Luego, subimos a lavarnos los dientes y coger el equipaje y a las 08:50 nos reunimos en el hall del hotel para arrancar con un nuevo traslado.
Nos dirigimos a la estación para coger en el Shinkansen-KODAMA 708 que nos llevaría desde Kioto hasta Nagoya. Anunciaron una avería en alguna línea y los trenes circulaban con 1h 15m de retraso, pero, aun así, la gente no protestaba ni ponía malas caras y funcionaba ordenada, sin ningún caos, paciente, respetuosa. Nosotros salimos a las 09:50 y llegamos a Nagoya a las 10:30. Allí cogimos un JR, el HIDA 7.
Una última mirada a Kyoto Tower.





Los accesos a la estación y, posteriormente al tren, siempre estaban a tope.
Fuimos remontando el cauce del río Nagara, entre montañas y coloridos bosques, para llegar a Takayama sobre las 13:15 h. La mañana estaba espectacular, lucía el sol y la temperatura era ideal. El hotel estaba justo frente a la estación del tren, apenas 5 minutos nos separaban de él. Subimos, pero, por motivos informáticos, no nos dejaban hacer el check-in hasta las 15:00 h.



Aprovechamos para contratar un taxi que nos llevase al día siguiente hasta Shirakawago, en los llamados “Alpes japoneses”. En un principio habíamos alquilado un coche, pero, Isabel no estaba a gusto y decidimos finalmente anularlo y cambiarlo por esta otra opción. Pagamos 36.180 yenes, por el servicio, la autopista y el parking (unos 240 €, que repartidos entre los cuatro salía a 60 € por cabeza). Las condiciones climatológicas no eran muy halagüeñas y, el mismo conductor, nos dijo que el traslado se haría por la autopista y no por el puerto de montaña.
Distintas imágenes tomadas desde el tren en el trayecto a Takayama.
Bueno, tras esto, dejamos las maletas en la consigna y, como habíamos comido en el tren, salimos a conocer un poco la ciudad.
Si buscas un Japón que te haga olvidar los rascacielos y neones de las modernas y grandes urbes, Takayama te enamorará. Aquí encontrarás decenas de ryokan, bodegas de sake y preciosos templos y santuarios. La parte norte de la ciudad está declarada zona protegida como área de conservación tradicional, con casas de la época feudal del periodo Edo, es decir, de tiempos de los samuráis, cuya arquitectura apenas ha cambiado hasta nuestros días.
El paseo fue muy agradable y nos relajamos bastante después de los traslados en tren de esa mañana que, cada vez más, nos estresaban de lo lindo. Es una ciudad relativamente pequeña que puede visitarse a pie sin ningún tipo de problema.

El río Miyagawa divide Takayama en dos partes.



Paseando por Takayama.

Vimos al fondo de una calle el famoso templo Takayama Betsuin, pero lo dejamos como una visita para el día siguiente.
Desde allí nos acercamos a cancelar la reserva de alquiler del coche. Las oficinas de Tokyo Rental Cars están justo detrás de la estación del tren. Asumimos que nos penalizarían por cancelar pasadas las 24 horas de rigor que te dan prácticamente todas las agencias, pero, para nuestra sorpresa, no nos cobraron nada.
Luego, sobre las 18:00 horas, regresamos al hotel para terminar de hacer le check-in, ocupar las habitaciones y asearnos un poco.
Al fondo, el Takayama Betsuin Ji.
Más tarde, a eso de las 19:00 horas, salimos a dar otra vuelta con la intención de buscar algún sitio para cenar. Curiosamente, a pesar de ser sábado, la mayoría de los sitios estaban cerrados y los que estaban abiertos tenían bastante gente esperando. Al final encontramos un sitio donde vimos un menú con una especie de pizza de pollo picante y un "pintxo" de la famosa carne de Hida. La carne estaba buena, pero... sin más. Desde allí nos fuimos al hotel. Hacía frío, bastante frío. El termómetro marcaba 4ºC.
En el hotel teníamos lavadora y secadora, así que, Rosa y yo aprovechamos para hacer una colada y dejar toda la ropa de la maleta limpia y seca. Tras organizar todo un poco y charlar un rato, nos fuimos a descansar.
Los platos que cenamos en Takayama con la famosa carne de Hida.




La reserva del hotel de Takayama.
Takayama es una ciudad situada en la prefectura de Gifu. Tiene una población estimada de 84.000 habitantes. La región está habitada desde hace varios siglos. Ubicada entre montañas, conocidas como los Alpes japoneses, es pobre en agricultura. Durante el siglo VIII, al no poder contribuir con el arroz necesario para el pago de impuestos, Takayama los cubría con carpinteros, que eran altamente experimentados ya que la región es rica en madera. Entre 1682 y 1868, Takayama fue considerada la fuente oficial de madera, carpinteros y ebanistas para el shogunato.
Recibió el grado de ciudad en 1936.

Takayama - Shirakawago - Takayama
El día amaneció con alguna nube, pero bastante despejado y con frío, a las 06:00 horas el termómetro tan sólo marcaba 2ºC. El taxista nos recogería a las 08:30 de la mañana, así que habíamos quedado en desayunar a las 07:30.

Una imagen maravillosa: los Alpes japoneses en pleno momiji... de ensueño.
Este era un día muy esperado, pero, no quería hacerme muchas ilusiones, después de ver todo lo que nos habíamos dejado atrás sin visitar en días anteriores, de todas formas, intentaría ser optimista y disfrutar de la jornada.
Arrancamos puntuales y pusimos rumbo a la aldea Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1995, llamada Shirakawago.
El taxista, como ya nos había dicho, nos llevó por la autopista, atravesando unos largos túneles horadados en las entrañas de los “Alpes japoneses”. En apenas 45 minutos estábamos en la aldea. Nos dejó en el parking y nos señaló una hora para regresar. Teníamos vía libre para recorrer todo el poblado a nuestras anchas...


Otras dos vistas de las montañas nevadas de Shirakawago.

...el conjunto de aldeas de Shirakawago, Ogimachi, Ainokura y Suganuma, ubicadas en un valle fluvial a lo largo del río Sho y rodeadas por la escarpada región montañosa de Chubu, en el centro de Japón, estuvo aislada del resto del mundo durante un largo período de tiempo. Todas ellas tienen en común las casas de estilo Gassho, ejemplos excepcionales de un estilo único de casa de campo, con tejados de paja de pendiente pronunciada y que se han conservado en grupos, muchas de ellas con sus dependencias originales, lo que permite que los paisajes asociados permanezcan intactos. Han subsistido gracias al cultivo de moreras y la cría de gusanos de seda.
Si bien desde el final de la Segunda Guerra Mundial, sobre 1950, se ha reducido el número de casas de estilo Gassho, las aldeas han sobrevivido y conservan su apariencia y carácter tradicionales desde el siglo XI.
Sabias que...
Shirakawagō es una pequeña aldea tradicional de montaña con un estilo arquitectónico conocido como gasshō-zukuri, declarada Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1995. El monte Hakusan es su mayor elevación, con 2.172 m.s.n.m. Entre las montañas fluye el río Shō. La mayor parte de la población se encuentra en su valle fluvial.
Cuando llegamos, no había mucha gente y decidimos ir a ver, en primer lugar, la zona acondicionada como museo al aire libre. Daba gusto caminar en silencio por aquél lugar tan bello. Entramos en una de las casas para ver su distribución interior y sus remates constructivos.

















Distintas imágenes de la aldea de Shirakawago, con sus casas de estilo gassho en plana época del momiji.
Sobre las 10:30, cuando cruzamos el puente, se notaba que la gente ya iba llegando y, además, una larga fila de autobuses esperaba para acceder al parking. Cuando todos esos vehículos “vomitaran” todo lo que llevaban dentro, aquello se volvería prácticamente intransitable. Esta vez, llegar temprano, nos había dado ese pequeño margen para poder hacer una visita tranquila. Si hubiésemos andado así todos los días...

Tras recorrer aquella zona, cruzamos el puente sobre el río Sho que daba acceso a la zona residencial. Está habitada durante todo el año, pero, en pleno invierno se queda prácticamente aislada por las copiosas nevadas que caen allí. De hecho, los montes que rodean la zona estaban cubiertos con un fino manto blanco, anunciando próximas precipitaciones.

El río Sho y el puente que cruza la aldea.
Paseamos por el pueblo y subimos hasta el mirador que hay en la colina en busca de una buena vista, pero, al llegar arriba comprobamos que tampoco era tan espectacular como parecía. Desde algún otro punto hay una imagen más espectacular, porque hay fotos en Internet que así lo atestiguan, pero, como siempre, hay que saber cuáles son las localizaciones buenas.
Habíamos quedado con el taxista a las 11:30 horas para regresar a Takayama y, puntuales, fuimos hasta el punto de encuentro en el parking. Cuando nosotros nos íbamos, en una hilera interminable, una cantidad enorme de coches esperaban pacientemente para poder entrar al pueblo. Por lo menos había 1,5 Km de fila.
Llegamos a Takayama a las 12:30 del mediodía, exactamente las 4 horas que habíamos contratado. Le pagamos al taxista y nos despedimos amablemente de él. Subimos un rato a la habitación y luego nos reunimos para ir a comer cerca del hotel. Tras la comida, regresamos para que Jesús descansara un rato. Luego, a eso de las 15:15 horas volvimos a salir para aprovechar las pocas horas de luz que quedaban.
La comida de Takayama.



El ginkgo milenario y la pagoda del templo Hida-Kokubun del siglo VIII.
Vimos el templo Hida-Kokubun, con una pagoda del s. VIII y un ginkgo de 1.200 años de antigüedad y 30 metros de altura. Luego, cruzamos el río y nos adentramos en la zona noreste de la ciudad vieja. Paseamos por sus empedradas callejuelas y entramos en una casa de té para tomar algo caliente. Allí, compartimos la mesa con dos chicas japonesas muy simpáticas y entablamos conversación.
Una de ellas era budista y al hablar de China y Nepal y enseñarle algunas de mis fotografías de esos viajes, sus ojos se abrieron como platos. Pasamos un rato muy distendido y muy a gusto charlando con ellas.
El rico te verde que tomamos en Takayama.

Pero, la tarde avanzaba inexorablemente y, a eso de las 18:15 horas, dejamos la casa de té y salimos nuevamente a la calle para continuar nuestro recorrido por la ciudad vieja. Callejeamos un rato más y, ya de noche cerrada, a eso de las 19:45, entramos en un restaurante para cenar algo .



Imágenes del templo Betsuin Shoren en Takayama.



Las últimas imágenes de Takayama de camino al hotel.


La temperatura se desplomó y al salir del restaurante la sensación térmica era de 3ºC. Pasamos por un supermercado y compramos unos sándwiches para el tren del día siguiente y pusimos rumbo al hotel.
Ya en la habitación, recogimos toda la ropa lavada, preparamos las maletas y, tras asearnos, nos fuimos a descansar. Mañana tocaba el último traslado largo, Takayama-Tokyo, donde ya nos quedaríamos hasta el final del viaje.
Una sopa calentita y carne de Hida para cenar.

Takayama - Tokio
El día amaneció fresco en Takayama (1°C), pero, el sol se fue imponiendo a una fina niebla. Habíamos quedado en juntarnos para desayunar a las 08:00 horas para después, a las 09:35, coger el JR Hida Express, con destino Nagoya.
Captura del teléfono para certificar...


Ambas parejas coincidimos en el hall a las 07:45, así que, anduvimos tranquilos. Luego, tras el desayuno, hicimos el check-out y fuimos a la estación. El tren llegó puntual, como suele ser lo habitual en Japón y, tras hacer un empalme de dos trenes pequeños, arrancó también con puntualidad.
Al ser inicio de ruta y haber llegado con tiempo, no tuvimos problema en coger asientos libres en la zona de “NO RESERVED”, de esta forma pudimos hacer el trayecto sentados cómodamente. Llegamos a Nagoya a las 12:00 y cogimos el shinkansen HIKARI 648 a las 12:30 con destino Tokio y, aunque el trayecto era corto, también fuimos sentados. Llegamos a la capital a las 14:15 horas.
El monte Fuji desde el shinkansen camino a Tokio.
El hotel, nuevamente situado estratégicamente, estaba frente a la estación, saliendo por la puerta sur. Al llegar, nos llevamos la grata sorpresa de que, en el mostrador, había un chico colombiano y nos atendió en español. Nos dejaron hacer el check-in y nos dieron las llaves para poder ocupar las habitaciones 905 y 906 del Sotetsu Fresa Inn Tokyo-Kyobashi Hotel.

La reserva del hotel de Tokio.
Habíamos comido algo en el tren, así que, nos aseamos y quedamos para salir a dar una vuelta. Nos reunimos a las 15:30 horas en el hall del hotel y salimos en dirección al barrio de Ginza. Pronto, la ciudad se quedó envuelta en una especie de penumbra, anochecía muy rápido. Entre dos luces, recorrimos algunas calles repletas de izakayas (las tascas típicas japonesas), la actividad a esa hora era frenética en las cocinas. Desde los escaparates era todo un espectáculo observar el "trajín" dentro de ellas. Finalmente acabamos en el precioso edifico de la antigua estación del ferrocarril de Tokio.
Por las calles de Tokio.








Las izakayas en Tokio, todo un espectáculo.



Las cocinas en plena faena.
Tras un reconfortante paseo, después de pasar todo el día en el tren, y tras hacer unas cuantas fotografías, decidimos regresar y fuimos a comprar algo para cenar a un súper de la cadena 7/11 (Seven/Eleven) que había junto al hotel. Unas ensaladas, un poco de pollo y unos yogures, nos sirvieron para cenar, tranquilamente, en la habitación del hotel. Lo cierto es que, con tantos días de viaje, eso de cenar sin agobios, se agradecía bastante.
Antes de cenar, fui a poner una lavadora a la planta baja del hotel y así poder recogerla tras acabar la cena. Luego, organizamos un poco las maletas y, tras una ducha, nos fuimos a descansar.



Distintas imágenes de la zona y el edificio de la antigua estación del tren de Tokio.
Tokio es la capital de facto de Japón, ubicada en el centro este de la isla de Honshu, concretamente en la región de Kantō. Es el centro de la política, economía, educación, comunicación y cultura del país. Se divide en 23 barrios. El centro de Tokio, ocupa un tercio de la metrópoli, con una población cercana a los 13,23 millones de habitantes; esta área es lo que se conoce internacionalmente como la ciudad de Tokio. En su área metropolitana viven más de 40 millones de habitantes, lo que la convierte en la mayor aglomeración urbana del mundo. En el pasado, la ciudad se denominaba como Tokei, Edo o Yedo.

Tokio
Habíamos quedado en juntarnos para desayunar a las 08:00 de la mañana. Rosa y yo nos levantamos a las 07:00, aunque yo llevaba despierto desde las 06:00 horas. Bajamos a la planta 1, al comedor, y allí nos llevamos una desagradable sorpresa con el desayuno... No había buffet, todo era desayuno asiático,
sin yogures, sin tostadas, sin mantequilla ni mermelada… Rosa se llevó un gran disgusto y decidió que, esa tarde, compraríamos cosas en el súper y, a partir del día siguiente, desayunaríamos en la habitación. Tampoco era mal plan…
Más tarde, a las 08:45, nos reunimos las dos parejas en el hall del hotel e iniciamos las visitas programadas para hoy.
El plan de la jornada era:
-
Palacio Imperial
-
Templo Senso-ji
-
Parque Ueno
-
Museo Nacional
-
Comer en Ueno
-
Ginza para unas compras

El desayuno del hotel de Tokio.


Grandes rascacielos camino del Palacio Imperial.




"Jugando" con los reflejos en los grandes espacios con agua, camino del Palacio Imperial.



La plaza aledaña al Palacio Imperial. Desde ahí ya no se puede pasar.


Camino de la estación del tren tras la visita a los jardines del Palacio Imperial.
El Kokyo - literalmente, "Residencia Imperial"- o Palacio Imperial de Tokio es la residencia permanente del Emperador del Japón. Es un gran complejo de jardines en el distrito 23 de la ciudad, e incluye edificios como el palacio principal Kyūden, las residencias privadas de la familia imperial, una biblioteca, museos y oficinas administrativas. La extensión total, incluyendo los jardines, alcanza los 1.15 km² (150 hectáreas).

Tras la capitulación del shogunato en la Guerra Boshin y la posterior Restauración Meiji, los habitantes del castillo, incluido el Shōgun Tokugawa Yoshinobu, fueron obligados a abandonarlo. El 26 de noviembre de 1868, el emperador cambia su residencia, pasando del Palacio Imperial de Kioto al renombrado Tōkei-jō - Castillo Tokei- por el nombre de la ciudad, Tokio.
La noche del 25 de mayo de 1945, la gran mayoría de estructuras del Palacio Imperial fueron destruidas en los bombardeos de las fuerzas aliadas sobre Tokio. El Palacio fue escenario de la rendición del emperador Hirohito.
El recinto actual se construyó en el mismo lugar y ocupa el mismo espacio que el anterior Castillo Edo. La mayoría de los aposentos del palacio no son visitables por el público, salvo por visitas organizadas. Sólo los jardines del ala este pueden ser visitados por los turistas. El interior del palacio se abre al público solamente dos días al año; el día del cumpleaños del Emperador y el día de año nuevo (2 de enero).
Se nos pasó media mañana hasta llegar al parque donde se sitúa el Palacio Imperial. Eran ya casi las 11:00 horas cuando pusimos rumbo al Senso-Ji, un templo budista localizado en Asakusa. Es el templo más antiguo de Tokio y uno de los más importantes. Está dedicado al bodhisattva Kannon (Avalokitesvara). Durante la Segunda Guerra Mundial, fue bombardeado y destruido, su reconstrucción fue símbolo de la paz y renacimiento del pueblo japonés.



El viaje en el tren a ninguna parte, un paseo en el Yamamote, circunvalando Tokio.
Pero, después de coger dos trenes y andar viajando arriba y abajo, resultó que Jesús no recordaba cómo llegar. Se decidió volver sobre nuestros pasos y bajarnos del tren en la estación de Ueno, para ir a ver el parque homónimo y el Museo Nacional que se encuentran en esa zona. Otro templo importante que se quedaba sin ver...
Al final, cruzamos el parque Ueno de un tirón y fuimos directos al Museo Nacional. Yo, personalmente, no hubiera entrado, hubiese preferido ver el parque y algún otro templo, pero, una vez dentro, no me arrepentí y vimos muchas cosas sobre el budismo japonés.



Distintas vistas de la entrada principal del Museo Nacional.

El Museo Nacional de Tokio es el más antiguo de Japón. Sus orígenes se remontan a 1872, cuando se celebró una exposición en el santuario Yushima Seidō. Tiene la mejor colección de Japón en cuanto a calidad y número de obras. Comprende unos 120.000 objetos, incluidos 89 tesoros nacionales y 653 que son Patrimonio Cultural Importante. Además, tiene una gran colección de arte budista.

Tarifas:
> Adultos: 1000 ¥
> Universitarios: 500 ¥
> Mayores de 70 y menores de 18 años: GRATIS
Horario de apertura:
> De domingo a jueves de 09:30 a 17:00 (última admisión a las 16:30)
> Viernes y sábado de 09:30 a 20:00 (última admisión a las 19:30)
Más información en:
Museo Nacional de Tokio
El ticket de entrada al museo.



Finas porcelanas y delicados dibujos entre muchas más cosas para ver.








Grabados y pinturas de distintas épocas.





Carruajes, catanas y armaduras de los antiguos samurais.






Distintas imágenes de Buda y otros Bodhisattvas sacadas de la gran colección de estatuas del Museo Nacional de Tokio.
Este Buda Maitreya Thatagata, en la imagen de la derecha, es una de las cuatro estatuas de la colección llamada “El Buda Sentado de las Cuatro Direcciones", encontrado en Minamiyamashiro, en la cuenca del río Kizu, en un extremo de la prefectura de Kioto. Así reza un dicho de Buda ...
“Cada día es un día feliz”

Buda Maitreya Thatagata.
El budismo en Japón es una religión arraigada que coexiste con el sintoísmo desde hace mucho tiempo atrás. Llegó en el siglo VI a través de China y Corea. Inicialmente fue adoptado por la nobleza y, desde entonces, ha influenciado profundamente la cultura japonesa, desde la arquitectura hasta las artes marciales. En el año 592, el budismo fue declarado religión de estado. La llegada del budismo también trajo consigo nuevos sistemas de escritura, estructuras políticas, tecnologías y prácticas culturales.
Es una parte integral de la historia y la cultura del país que ha moldeado la vida espiritual y cultural
de sus habitantes.
Conceptos clave del budismo:
Karma: La idea de que las acciones de cada persona tienen consecuencias, acumulándose en el subconsciente a través de las vidas.
Reencarnación: El ciclo continuo de nacimientos y muertes, del cual se busca liberarse mediante la práctica budista.
Nirvana: El estado de liberación del ciclo de reencarnación, alcanzado a través de la práctica budista.

Salimos del museo a eso de las 13:30 y comimos en un restaurante aledaño. Desde allí, las mujeres decidieron ir de compras a Ginza, mientras que, Jesús y yo, decidimos ir a ver el atardecer en la bahía de Odaiba y pusimos rumbo hacia allí. El día, algo envuelto en una fina bruma, no era el más apropiado, pero, viendo que no había muchas más opciones, decidimos arriesgar.

Cogimos la línea Yamamote y fuimos hasta la parada de Shinbashi. Allí hicimos transbordo y cogimos otro tren con destino a Odaiba. Llegamos al lugar en cuestión, pero, no fuimos capaces de encontrar un punto desde donde ver la bahía para hacer unas fotos, así que, después de merodear un rato y aburrirnos de dar vueltas, decidimos volver al hotel.
Tras regresar, dejamos las cámaras en las respectivas habitaciones y bajamos a comprar la cena. Mientras tanto llegaron las mujeres ... Rosa estaba muy cansada.
El monorraíl que lleva a la isla de Odaiba. Los dos trenes parece que se va a chocar hasta el último momento...
Odaiba es una extensa isla artificial en la bahía de Tokio. Está conectada al centro de la ciudad a través del Rainbow Bridge. Se construyó inicialmente por motivos defensivos en la década de 1850 y fue expandida a finales del siglo XX cuando, en la década de 1990, se desarrolló como una importante zona comercial, residencial y de ocio.


A las 20:30, mientras Rosa descansaba un poco, preparé la cena. Cenamos tranquilamente cambiando impresiones y descargué las fotos. Después, puse al día este "Diario de Viaje". Los días iban pasando... Tan sólo quedaban dos jornadas y mucho por ver todavía. Una sería para ver el lado este de la ciudad y la última para hacer la excursión al Monte Fuji...
La "hora azul" nos pilló de lleno en la bahía de Odaiba.
Eran cerca de las 22:00 horas y, por primera vez en todo el viaje... !¡ Llovía ¡! aunque, a nosotros, nos pilló cenando en la habitación del hotel... A ver como amanecía la próxima jornada. Ahora tocaba descansar.

Tokio
La noche anterior caía una fina lluvia sobre Tokio, pero, esta jornada, como todas las anteriores, amaneció un día despejado y con 13º C de temperatura, ideal para pasear. Habíamos quedado a las 08:45 h, desayunados, en la puerta del hotel. Nuevamente tarde para mi gusto...
Nosotros desayunamos en la habitación con pan de molde, mantequilla, un pastelito de queso y café con leche que habíamos comprado la víspera, porque, en este hotel, como ya os he dicho, el desayuno era completamente oriental y Rosa no podía con él.
En primer lugar, con la línea Yamamote, fuimos a Yanaka, un barrio más al norte de Ueno que Jesús recordaba como un reducto del viejo Japón. Pero... Ya no es el viejo Japón, Yanaka se ha modernizado.
Al bajar del tren salimos por la puerta sur y subimos por unas escaleras que nos llevaron directos y sin saberlo, a un importante templo budista de Tokio: el Tenno-Ji.

Junto al cementerio de Yanaka encontramos el templo budista Tenno-Ji.

Tarifas:
> Entrada gratuita para todo el público.
Horario de apertura:
> Todos los días del año, sin horario definido.
Situación:
> 7-14-8 Yanaka, Tokio, 110-0001.
Tenno-Ji


Imagen de Shaka Nyorai, Shidartha Gautama.
Kannon, bodhisattva de la compasión.
El templo Tennoji es un santuario budista sito en el barrio de Yanaka. Su historia se remonta a finales del periodo Kamakura. Originalmente llamado Choyosankannoji-sonjuuin, se fundó en 1274 para albergar una estatua de bronce de Shidartha Gautama, Buda, llamado Shaka Nyorai en japonés. Cuenta también con una estatua de Kannon, la manifestación japonesa del bodhisattva de la compasión Avalokiteshvara y un santuario con la imagen de Bishamonten, uno de los Siete Dioses de la Fortuna.
Situado al borde del cementerio de Yanaka, te ofrece una visión del rico patrimonio religioso de Japón. Los lugareños lo conocen como el Tennoji Daibutsu. Entre sus cerezos, arces, fuentes y sus sencillos jardines, ofrece un espacio tranquilo para la reflexión y la práctica espiritual en la bulliciosa metrópoli nipona. El templo sobrevivió a la guerra civil de 1868, lo que aumentó su estatus legendario, siendo un testimonio de la naturaleza perdurable de las tradiciones espirituales frente al rápido desarrollo urbano, ofreciendo una visión del alma del antiguo Tokio.

El cementerio de Yanaka, que rodea el templo budista, comparte una profunda conexión histórica con él, ya que, originalmente, el cementerio formaba parte de sus instalaciones.
Durante la Restauración Meiji, el gobierno confiscó el cementerio para facilitar los funerales sintoístas, haciéndolo público, en un intento político de separar el budismo "importado" del sintoísmo "autóctono".
El cementerio se suma a la importancia histórica de la zona, ya que alberga más de 7.000 tumbas, incluida la de Tokugawa Yoshinobu, el último shogun del Periodo Edo.
Tumbas con lápidas sintoístas en el cementerio de Yanaka.
El cementerio está completamente decorado con el método Kare-sansui, que podemos traducir como jardín paisajístico seco, un estilo distintivo japonés que representa paisajes sin agua, sólo con rocas y arena. Las rocas representan islas y montañas, mientras que, los patrones de arena, dibujados con rastrillo, representan ríos y ondas de agua. Este método se basa en lo abstracto de la simplicidad de las cosas, creando una agradable sensación de calma.



Cruzamos por el cementerio, viendo los jardines Kare-sansui y fuimos a la zona central que, en realidad, es una calle comercial de estilo antiguo, perfecta para conocer la cultura local. Por el camino nos encontramos con más estatuas de Jizo, como las que pude ver en el monte Misen. Recordad que es considerado el protector de los bebés nacidos muertos, o los niños que murieron prematuramente.
Tras pasar más de media mañana callejeando, volvimos a coger la línea Yamamote –que es una línea circular que rodea la ciudad de Tokio- para ir a hacia el sur, al barrio de Shinjuku, cuyo nombre significa “nueva posada”.
Decenas de imágenes referidas a Jizo por las calles de Yanaka.
Shinjuku es el más importante centro comercial y administrativo de la Metrópolis de Tokio. Su estación de trenes es la más utilizada del mundo, con un promedio diario de 3 millones de personas. Cerca de la estación, se encuentra una gran concentración de tiendas de electrónica, centros comerciales, cines, restaurantes y bares. Además, es el entorno donde se mueve toda la cultura Anime y Manga. Este es al barrio por excelencia de los neones, pero claro, a las 13:00 horas, los neones no estaban encendidos y, los pocos que había, pues no lucían nada…
En lugar de entrar al "cogollo" del barrio, nos dirigimos al Jardín Nacional Shinjuku-Gyoen, un oasis verde de paz junto al bullicio de las abarrotadas calles.
Las calles de Yanaka llenas de color... y cables.. como en todo Asia.



El ticket del Jardín Nacional Shibjuku-Gyoen.
Este jardín se construyó en la finca solariega de la familia feudal Naito. Lleva activo desde 1892, siendo rediseñado en 1906 como jardín imperial. Después de la Segunda Guerra Mundial se reestructuró como Jardín Botánico Nacional y se abrió al público, ocupando una extensión de 58,3 hectáreas. Para acceder hay que pagar una pequeña cantidad, concretamente 250 yenes (1,40 €). Paseamos por el inmenso parque que es un verdadero pulmón junto al transitado barrio de Shinjuku, disfrutando de la típica armonía de los jardines japoneses y del momiji que, aunque no estaba en pleno apogeo, nos regaló unas bonitas vistas.







El estómago empezaba a protestar y decidimos ir a comer. De camino a la salida vimos que, en el mismo parque, había un “chiringuito” aunque sólo tenía dos platos para elegir en el menú. Pagamos 1.250 yenes (unos 7 €), por tres platos de carne en salsa con arroz y verduras y un plato de verduras salteadas con pasta oriental. El tema era descansar un poco, recuperar fuerzas y meter algo al estómago. El tiempo pasaba a toda velocidad...
Distintas imágenes del Jardín Nacional Shibjuku-Gyoen.
Tras la comida, en la misma línea de tren, fuimos hasta Shibuya, un barrio que se ubica en la línea circular de tren Yamanote en el oeste de Tokio, al sur de Shinjuku. Principalmente es un espacio comercial y de entretenimiento, popular entre los jóvenes.
A la izquierda, al salir de la estación, puedes ver la estatua de Hachikō, un perro japonés de raza akita, que vivió entre 1923 y 1935. Es recordado por haber muerto en la entrada de la estación esperando, cerca de nueve años, a su amigo el profesor Hidesaburō Ueno. Su historia fue llevada al cine en la película japonesa Hachiko Monogatari (1987), así como en la versión estadounidense Siempre a tu lado (2009), protagonizada por Richard Gere. La primera no la he visto, la americana es preciosa.

Estatua de Hachiko.

Foto del Hachiko real.
Tomamos un café en el Starbucks situado justo encima del cruce más transitado del Mundo ya que, por él, pasan al día 5.000.000 de personas. Pudimos observar, de primera mano, el incesante ir y venir de la gente cada vez que se abrían los semáforos. Desde la ventana, daba la impresión de que, en lugar de un cruce peatonal, era la entrada de un gigantesco hormiguero... Luego, bajamos del Starbucks y cruzamos por uno de los seis pasos de cebra que tiene el cruce. Me sentía como una de esas hormigas.
El cruce de Shibuya desde la ventana del Starbucks.

Nos dirigimos a la estación del tren para poner rumbo a Odaiba. Cuando entrábamos, me di cuenta de que Jesús no llevaba su mochila con las cámaras. Se le había olvidado en el café. Isabel y él volvieron corriendo a buscarla…
Al cabo de unos minutos, regresaron con ella al hombro. Allí estaba, en el mismo sitio en que la había dejado. Con eso se demostró la honradez del pueblo japonés. Cogimos el tren con destino a Odaiba para ver la bahía y la playa. Esta vez, con la información que nos había dado el chico colombiano del hotel, aficionado también a la fotografía, llegamos sin problemas hasta uno de los mejores puntos para ver el Rainwon Bridge y una panorámica preciosa de la bahía. Eran entonces las 15:45 horas y la luz empezaba a decaer. Vimos la puesta de sol con el puente al fondo y la réplica de la famosa Estatua de la Libertad a nuestra espalda.

Un curioso tipo en la entrada al Starbucks.
El Rainbow Bridge, nombre elegido por la población, es un famoso puente colgante que conecta el centro de Tokio (Shibaura) con la isla artificial de Odaiba en la bahía homónima. Fue inaugurado en 1993. Se le conoce como "Arcoíris" por su iluminación nocturna que, sobre todo los fines de semana, presenta colores brillantes. Además de su función de transporte, el puente es un atractivo turístico por las vistas panorámicas que ofrece, incluyendo el Monte Fuji en días despejados.
Tiene una longitud de 798 metros, doble cubierta, con tráfico de vehículos en la parte superior y de tren en la parte inferior, además de pasarelas peatonales. Las torres del puente y los cables que lo sostienen se iluminan cada noche con diferentes colores, creando el efecto "arcoíris".

Panorámica de la bahía de Odaib, desde el mirador de la Estatua de la Libertad.
La Estatua de la Libertad la original, la que hay en Nueva York, es un icono muy conocido en todo el mundo que ha cumplido ya casi 140 años. Pero, en Tokio, en la bahía de Odaiba, existe una versión más pequeña. Lo curioso es que, en realidad, es una réplica en tamaño y material, de la estatua que hay en el río Sena en París ( aproximadamente 1/7 de la original ), no una réplica de la original ubicada en Nueva York. Fue erigida en 1998, como un homenaje temporal a los vínculos entre Japón y Francia, pero la estatua tubo tanta aceptación y se hizo tan popular que se convirtió en permanente en el año 2000.
Es muy curiosa de ver, no porque sea espectacular, si no por la sensación que produce. Es como si algo allí no encajase. Se puede hacer fotos interesantes desde su base, encuadrando la Estatua de la Libertad y el Rainbow Bridge, uno de los puentes más fotografiados de Tokio.

Vista del Rainbow Bridge.
La Estatua de la Libertad de Odaiba, erigida en Tokio en 1998.


...la Estatua de la Libertad, la original, está ubicada en Nueva York, como todos sabemos y fue un regalo de Francia a Estados Unidos en 1886. Sin embargo, existen numerosas réplicas y reproducciones en diferentes países del mundo:
París – Francia / Tokio, Shimoda y Osaka – Japón / Las Vegas – EEUU / Madrid – España / Lesbos – Grecia Bahria e Islamabad – Pakistán… Estas últimas no las esperabas ¿eh?
Estás réplicas varían en tamaño y materiales, dejando siempre la originalidad a la genuina de New York.
Sabias que...



Atardecer en la bahía de Odaiba.
Cuando el sol se escondió del todo, regresamos al hotel. Preparamos algo para cenar en la habitación y nos fuimos a descansar. La jornada había sido fructífera, pero, al mismo tiempo, bastante pesada con tanto tren y tanto ir y venir. Además, los cuerpos acumulaban mucho cansancio después de casi tres semanas de viaje. Mañana tocaba la visita al Monte Fuji, una de las más esperadas del viaje.

Estuvimos en Odaiba hasta que el sol se fue.

Primeras luces en la iluminación del Rainbow Bridge.

Tokio - Monte Fuji - Tokio
Pues llegó el día de la visita al Monte Fuji. La noche anterior habíamos hablado del traslado y Jesús, había comentado que ya sabía cómo llegar, que lo había mirado en Internet... Bien, pues así se quedó la cosa...
Como en todas las jornadas de la última semana, desayunamos tarde y salimos tarde, a eso de las 08:30.
Llegamos a Shinjuku a las 09:20 y resultó que allí perdimos el rumbo. Jesús estaba completamente desorientado, cogimos una línea que no correspondía y luego un tren local que nos dio una vuelta interminable. Lo que debían ser 2 horas acabaron siendo 4.
Habíamos visto en Donostia que, por la mañana, muy temprano, un tren directo desde Shinjuku lleva a la estación de Kawagutxiko en dos horas, pero, como el “Libro de Ruta” había quedado "de lado" desde Kioto, la información se quedó sin leer y, ni Jesús, ni yo, nos acordamos de mirarla.
AUTOBUS:
Hay autobuses directos desde la Terminal de Autobuses de Shinjuku hasta la estación de Kawaguchiko, con una duración de viaje de aproximadamente 1 h 50 m y un coste entre 1600 ¥ y 3500 ¥.
*Puedes comprar los billetes en la Terminal de Autobuses de Shinjuku y también en línea a través de estos sitios:
https://highway-buses.jp

Para que no te pase lo que nos pasó a nosotros te recuerdo esta información... Hay dos formas rápidas y cómodas para llegar desde Tokio hasta el monte Fuji:
TREN:
El Fuji Excursion Limited Express, que tarda menos de 2 horas y ofrece un viaje, en dos tramos, desde la estación de Shinjuku a la estación de Kawaguchiko, pero suele ser más caro que el autobús. Cuesta unos 7000 ¥.
*Puedes comprar los billetes en una taquilla de JR, en una máquina expendedora de JR o en línea.
* (El que queríamos coger nosotros)
Si tienes el Japan Rail Pass, puedes usarlo para el trayecto de Shinjuku a Otsuki en el Fuji Excursion, pero necesitarás comprar un billete adicional para el tramo de Otsuki a Kawaguchiko.
*Se recomienda comprar los billetes con antelación.

Bueno, pues esta, más o menos, era la información que llevábamos apuntada en el "Libro de Ruta". Sin necesidad de buscar "culpables" y achacándolo sólo al cansancio acumulado tras tres semanas de viaje, el caso es que perdimos medio día en un trayecto interminable desde Tokio al Monte Fuji...
Desde el tren, disfrutamos del color de los arces y de las primeras vistas del Fuji.



El Monte Fuji es, sin duda, una de las atracciones turísticas de Japón mejor valoradas por ser todo un espectáculo de la naturaleza, formando parte de las tradiciones japonesas más ancestrales, de sus leyendas, y también de su arte. Es una de las montañas más conocidas del mundo junto con el Everest, las Montañas Rocosas y el K2.
El Fuji, es la montaña más alta del país nipón, con 3.776 metros de altura, y uno de sus símbolos más característicos por su peculiar forma, que no encontrarás en ninguna otra montaña del planeta. Es un volcán que aún está activo, aunque, de momento, no hay peligro de que entre en erupción, y no lo ha hecho desde principios de 1700. Se localiza en el sudeste de la isla de Honshu, a unos 100 Km de Tokio.
La montaña sagrada de Japón fue reconocida como Patrimonio de la Humanidad en 2013, por su belleza sin igual, apreciable en cualquiera de las estaciones del año; con sus árboles de hojas rojas en otoño, cubierto de nieve en invierno, con los cerezos en flor durante la primavera y sus senderos abiertos durante el verano para subir a la cima, ya que, solo se puede acceder a él entre los meses de julio a septiembre. La zona de los 5 lagos es un lugar muy conocido por tener las mejores vistas del Monte Fuji y, concretamente, el lago Kawaguchico, ofrece la mejor de ellas.
Llegamos a Kawaguchiko a las 13:00 horas y lo primero fue sacar los billetes de tren para el regreso. Mientras mis compañeros se encargaban de ello yo hacía cola en el suttle de la línea roja para llegar hasta el lago... Teníamos que regresar a las 16:45...
¡! Menuda putada ¡! La visita se quedó en un rápido paseo a orillas del lago, sin poder explorar otras localizaciones para hacer fotos desde otros puntos de vista. Lo que debía haber sido un día maravilloso, fue un día inolvidable, pero, más que nada por su pésima ejecución. ¡! Qué pena ¡! Bueno, por lo menos, vimos en vivo la magnífica silueta del monte sagrado de los japoneses y, eso, siempre se quedará en nuestras retinas.




Dos imágenes del Fuji y los billetes de regreso a Tokio.
Hicimos unas fotos y regresamos a pie hacia la estación. Por el camino comimos en un restaurante a la altura de la parada n°7 de la línea roja. Luego, a la hora programada, cogimos el tren de regreso con billete para ir de pie y llegamos a Shinjuku a las 18:50 h. Desde allí a la estación de Tokio en la línea Yamamote y luego al hotel. Antes paramos antes en el Seven/Eleven a comprar algo para cenar. Llegamos todos cansados, bueno, se puede decir que mis compañeros venían exhaustos, la jornada había sido muy dura, en todos los sentidos...
Ya en el hotel, descargué las fotos y luego, mientras Rosa preparaba la cena, bajé a poner una lavadora-secadora con todo lo sucio. Tras cenar y una ducha, nos fuimos a descansar.
Estaba un poco decepcionado y malhumorado. Unos fallos bastante "tontos" habían dejado, en muy poca cosa, una jornada que debía haber sido "apoteósica".

Tokio - Beijing
Llegó el día de la despedida, el viaje llegaba a su fin. Nos levantamos a las 07:00, desayunamos y, tras una ducha, acabamos de hacer la maleta. A las 09:00 nos reunimos en el hall del hotel para hacer el check-out y dejar el equipaje en consigna. Habíamos pensado en dar un paseo por Ginza Street para pasar la mañana y hacer unas compras de última
hora antes de ir al aeropuerto. Paseamos viendo tiendas. Después de tantos días de paciencia, sufriendo nuestras fotografías, las mujeres bien se merecían una mañana para ellas. Ginza Street está abarrotado de tiendas de lujo; Ferragano, Cloé, Balenciaga, Celine, Dior, Diana, Fendi, Valentino, Shiseido, Damiani, Swarovski, Chanel, Bulgari, Michel Kors, Louis Vuitton, Prada, Dior... Vamos, lo mejor de lo mejor.









De tiendas por Ginza Street.
Luego, comimos un bocadillo y, sobre las 13:30 horas, salimos hacia la estación de Tokio para ir a Hamamachucho y coger el monorraíl que nos llevaría a la T3 del aeropuerto de Haneda.


Vistas de Tokio desde el tren, camino del aeropuerto.

Llegamos al aeropuerto a las 14:20. La facturación empezaba a las 15:00 y el vuelo CA168 de China Airlines estaba programado para las 18:00 horas. Facturamos sin problemas y nos dieron las tarjetas de embarque. Puerta 142. Tras pasar el control de
seguridad y posteriormente el de pasaportes, fuimos al dutti-free para gastar los últimos yenes que nos quedaban. Eran algunas monedas, porque, el grueso de billetes, 45.000 yenes, lo pudimos cambiar en la terminal. Nos dieron 270 €, con un cambio de 165,73 ¥ por €... Muy honrados, como siempre.
La tarjeta de embarque y el avión que nos llevó a Beijing.

A las 17:20, entre dos luces, empezó el embarque. A las 18:00, puntual y ya de noche cerrada, empezó la maniobra de despegue y a las 18:30 estábamos volando hacia Pekín en un Airbus 330 de Japan Airlines, operado por China Airlines.
Tokio de noche, desde el aire, parece un inmenso mar de luces, que parecía no acabarse nunca. Llegamos a Pekín a las 22:15, pasamos el control de pasaportes y el de seguridad y fuimos a la puerta E11 por donde embarcaríamos más tarde.

Beijing - Madrid - Astigarraga
La espera se hizo larga y tediosa. Empezamos a embarcar a la 01:15. El Boeing 787 con el vuelo CA907 iba lleno hasta la bandera. Empezó a tomar pista a las 02:00 y despegó a las 02:25.
A las 04:00 sobrevolamos Ulan-Bator, a 9800 m y 850 km/h, con una temperatura exterior de -54°C. Cuatro horas más tarde, a medio camino de distancia, sobrevolábamos los Montes Urales a 11.000 m de altura y 900 km/h.



A las 07:05, hora local, llegamos a Madrid después de haber recorrido 9.270 km desde Beijín, más los 2.200 km de Tokio a la capital China. Tardaron 1h y 15m en sacar el equipaje. ¡¡Patético!! Menos mal que teníamos tiempo...
Luego fuimos a la T4, facturamos y esperamos a embarcar por la puerta K62 a las 11:20. El avión, un Airbus 319, con del vuelo IB455 empezó la maniobra a las
12:00 h y despegó a las 12:16. Llegamos a Donostia a las 12:51. Allí estaba Richi, el hijo de Rosa, esperándonos para llevarnos a casa.
El Boeing 787 que nos llevó a Madrid y las tarjetas de embarque.
Bastante cansados por los vuelos y las tres semanas por tierras niponas, llegamos a Astigarraga con un día templado y nublado.
El viaje a Japón había terminado. Ahora, tocaba descansar y asimilar todas las vivencias, además de editar todas las fotografías que traíamos guardadas. Todas están en los discos duros del ordenador, pero, algunas se quedan para siempre en ese otro disco duro que es nuestra cabeza.
Arigatō !¡
> Notas y conclusiones:
El viaje a Japón es una experiencia única. Su cultura es apasionante y su historia interminable... Es estresante por la cantidad de personas que se mueven por todas partes, pero, es una gente muy educada y respetuosa aunque creo que la juventud va perdiendo parte de esos valores. Un viaje así, a la otra parte del Mundo, bien merece las tres semanas aunque, en nuestro caso, me parece que se hicieron un poco largas.
Yo, por mi parte, aunque me llevé algún que otro berrinche, disfruté de lo lindo y me gustó mucho conocer de primera mano algo más sobre la cultura japonesa. Visitar las ciudades de los bombardeos, las antiguas ciudades imperiales y ver con mis ojos el sagrado monte Fuji, fue una experiencia inolvidable.
Gracias a mis compañer@s por su compañía y su paciencia...

Ten en cuenta estas notas:
> Para viajar en plan de turismo NO se precisa visado.
> NO son necesarias vacunas.
> Si tienes pensado conducir en Japón, recuerda que debes obtener el permiso de conducir internacional
en tu Oficina Provincial de Tráfico correspondiente. Recuerda que se conduce como en el Reino Unido,
por la izquierda.
> Si vas a moverte mucho en tren, te compensará sacar el JRPass, consulta sus opciones para usarlo
1, 2 ó 3 semanas.
> Para hacer una excursión al monte Fuji desde Tokio sigue este enlace:
> Recuerda reservar con antelación todas las excursiones que quieras hacer... Siempre hay muuuuucha gente en Japón.
¡! BUEN VIAJE ¡!
良い旅をしてください
Yoi tabi o shite kudasai
© F. J. Preciado 2024